Mi Propio Esfuerzo
Un silencio tenso se apodera del lugar, y los sanadores acuden rápidamente para atender a Kus. Sin embargo, Félix, con su singular energía, desciende rápidamente y comienza a curar las heridas del caballero derrotado.
—¡Nya! Pudiste contener tu fuerza, este hombre está muy malherido —exclama Félix, preocupado.
La razón de mi pelea era para callar a los caballeros arrogantes, pero el problema radica en que esta victoria no demuestra inequívocamente que yo haya sido el autor de tal hazaña.
No debería tener que dar explicaciones a nadie, pero si no lo hago, el impacto de mi victoria en Lugunica podría verse afectado.
Si no me puedo acreditar esta batalla, podrían tacharla de mentira, y eso no es lo que busco. Un nombre se forja a través de los logros, y tanto el nombre de Emilia como el mío están en juego.
Ahora que el calentamiento ha concluido, es momento de enfrentar la verdadera prueba. Impulso mi voz con maná para que todos me escuchen claramente.
—Este combate no ha demostrado mi capacidad para vencer a un arzobispo, por lo tanto, tengo una propuesta. —Dirijo mi mirada hacia Julius, quien me devuelve una expresión seria.
Sí, esta es la única forma de mostrar verdaderamente mis habilidades.
—Reto a Julius Juukulius, el gran caballero espiritual, a un combate amistoso —anuncio, sintiendo la sorpresa y el asombro llenar el estadio mientras todos dirigen sus miradas hacia Julius, quien mantiene su imperturbable expresión.
Anastasia, observándonos con una sonrisa enigmática, se dirige a mí.
—Si eso es lo que deseas, supongo que puedo prestarte a mi caballero —dice, complacida.
Ante las palabras de Anastasia, Julius hace una reverencia respetuosa.
—Como usted ordene.
El desafío ha sido aceptado y el ambiente se impregna de una expectación palpable. Será un duelo, una contienda donde podré medir mi fuerza.
Julius me lanza una mirada llena de determinación y, sin prestar atención a los demás, salta con gracia hacia la arena.
Su elección de unirse a este enfrentamiento es mera decisión suya, y agradezco el favor que le pedí: informar a Emilia sobre la pelea.
En un combate a muerte, no puedo predecir quién de los dos saldrá victorioso. Poseo algunas cartas sorpresa bajo la manga, pero la impecable maestría de Julius en la esgrima lo convierte en un oponente formidable.
Sin mi rifle, es probable que carezca de la capacidad para infligirle un daño significativo.
Se que Julius podría manejar la bala, por eso no lo voy a usar. No necesito que los demás sepan sobre el total alcance del arma.
Él cuenta con muchos años de experiencia en el arte de la espada, y en este punto, parece poco probable que pueda vencerlo. No obstante, debo demostrar que estoy a la altura del desafío.
—Antes de que comencemos el combate, me gustaría preguntarte algo. —Julius se acerca a mí, posicionándose frente a frente—. ¿Tienes algún motivo en particular para desafiarme?
Si hay alguna razón, es que no encuentro a ninguna otra persona contra quien luchar. Sería insensato elegir enfrentarme a Reinhard, y no conozco a nadie más en este momento.
—Sé que esto puede parecer irrespetuoso de mi parte, pero he escuchado que eres un caballero espiritual, y me gustaría conocer tus habilidades. —Sonrío con confianza mientras intento mantener un tono cordial—. Normalmente, sería desfavorable enfrentar a alguien que no es un caballero, pero la situación lo amerita, por lo que me parece perfecto.
No deseo tener a Julius como enemigo, aunque tarde o temprano Anastasia y yo tendremos que enfrentarnos. Él está tan cegado por su camino, tan inmerso en su mundo, que no puede ver más allá de lo que tiene delante.
Sin embargo, no creo que sea una mala persona en sí misma.
—Pero no tienes dominio en la esgrima. ¿Acaso subestimas mis habilidades? —la voz de Julius se torna más severa, dejando entrever su orgullo herido.
Sin duda, su ego dicta sus palabras.
—Si te subestimara, no te habría desafiado. Dije que necesito comprobar que puedo vencer a un arzobispo, y la única forma de hacerlo es luchando contra alguien más fuerte que yo.
Es innegable que afirmar que Julius es capaz de vencer a un arzobispo no es una exageración.
Su renombre resuena en cada rincón de Lugunica, lo que le otorga credibilidad a esa audaz declaración, aun cuando quizás no alcance el poder de Gildark o Reinhard y otros de su calibre.
—Veo tu iniciativa y tu motivación. Tendremos una batalla justa —afirma Julius, entregando su espada al caballero juez.
En cambio, yo decido lanzar mi arma hacia donde están mis soldados para que la resguarden.
La mirada preocupada de Emilia y Beatrice se posa sobre mí, pero mi mente está más serena de lo esperado. No percibo intenciones oscuras en Julius, solo una genuina curiosidad por la lucha.
Una espada de madera es entregada a Julius, mientras que yo solicito una daga. La verdad es que carezco de experiencia en esgrima, aunque he entrenado en artes marciales, nunca utilicé armas.
—No tengo experiencia en esgrima, por lo que me disculpo si juego sucio —le advierto a Julius, quien sonríe con una mezcla de ansias y calma.
—Te han privado de tu arma, fue una demostración espléndida, pero sin ella estás en desventaja —comenta mientras examina su espada de madera—. ¿Crees que aun así ganarás?
—No ansío la victoria, solo deseo demostrar de qué estoy hecho. Mi objetivo es simplemente callar las lenguas maledicentes —confieso.
Debo tener cuidado y no revelar todas mis habilidades, pues eso me dejaría en franca desventaja.
Mostrar todas mis cartas ahora solo me traería problemas en el futuro.
¿Seré capaz de ganar esta contienda?
Julius me apunta con su espada.
—Mentir no es honorable —comenta, su sonrisa denota expectación—. Como caballero espiritual, puedo vislumbrar muchas cosas, pero solo te las revelaré si logras sorprenderme.
Adopto una postura de combate, pero parece que Julius aún espera algo más de mí. Quizás nota la ausencia de Beatrice a mi lado, lo cual es inusual.
—Bueno, tengo mis formas de usar la magia espiritual, así que no tienes por qué preocuparte. Si me ganas, te lo explicaré —aseguro, y mi afirmación parece impactarlo, ya que desvía la mirada hacia donde se encuentra Beatrice. Tras cerrar los ojos por un instante, toma su posición.
El ambiente quedó envuelto en un silencio tenso. Esta batalla no se basa en una enemistad como la anterior; es un enfrentamiento formal. El caballero juez nos observa a ambos y asentimos, indicando que estamos listos.
Aunque fui entrenado para luchar con cuchillos en el ejército, esas batallas eran contra oponentes armados con cuchillos también. Combatir contra una espada es completamente diferente, sobre todo si el rival es un experto en su manejo.
¿Acaso fue una elección precipitada enfrentarme a él?
Pero algo dentro de mí se niega a dar marcha atrás; algo en mí anhela este enfrentamiento.
—¡Comiencen! —anuncia el caballero juez.
Julius rompe la brecha que nos separaba con un pisotón, moviéndose rápidamente hacia una posición de ataque. Su espada de madera, aunque convencional, es ágil y su movimiento veloz.
Ejecuta un swing que corta el aire con celeridad, apuntando hacia mi costado. Rápidamente, pongo mi daga para bloquear el golpe, pero la fuerza de Julius es abrumadora.
Un dolor punzante recorre mi muñeca, amenazando con hacerla estallar.
La fuerza de Julius está en otro nivel.
Un simple golpe y siento que mi muñeca está al borde del colapso. Pero ya lo había anticipado; tengo mis formas de combatir.
Julius cambia su posición e intenta atravesarme en el pecho.
Aprovecho la gravedad con murak, saltando hacia atrás para crear una distancia segura. Necesito calmarme y concentrar el maná en mi puerta para que fluya por todo mi cuerpo.
Visualizo el maná como electricidad, aumentando su voltaje para potenciar mi fuerza.
Lleno mis músculos de maná, e incluso mis ojos se impregnaron de su poder. Ahora estoy listo para enfrentar a Julius con mi máximo potencial, algo que Emilia usa inconsciente yo necesito mantener la concentración.
Mis recursos se agotan, por lo que solo puedo mantener mi habilidad especial puntualmente.
Me abalanzo hacia Julius, la gravedad de mi cuerpo disminuida con murak, y en un abrir y cerrar de ojos, me encuentro frente a él. El polvo se levanta con fuerza a mi paso, mientras apunto mi daga hacia la espada de madera que sostiene.
Es una simple espada de madera, pero mi objetivo es evitar una pelea de esgrima a toda costa. En el instante que ataco, libero el murak, volviendo a mi masa normal, ya que utilizarlo en el ataque reduciría su potencia.
La velocidad de Julius aumenta y sus ataques se suceden con rapidez, yo los bloqueo con mi daga, pero uno de sus golpes logra impactarme en el costado.
El dolor se propaga por mi cuerpo, enviando señales eléctricas a mi cerebro, pero me esfuerzo por mantener la expresión imperturbable. He soportado dolores más intensos y heridas peores en el pasado.
Puedo resistirlo, debo mantener la calma.
Los gritos y abucheos llenan el campo, con elogios para Julius y expectación por verme caer. Sin embargo, Julius no parece satisfecho con ello.
—Es un poco decepcionante cuando la gente no entiende el valor de una batalla —susurra con un suspiro apenas audible, mientras me observa y toma nuevamente posición—. Aumentemos el ritmo.
Sus ataques se vuelven más rápidos, y aunque intento bloquearlos, varios me alcanzan.
El dolor se incrementa a medida que intento defenderme de sus poderosos ataques.
Es evidente la diferencia de nivel entre nosotros, pero eso no me molesta. Apenas he vivido unos pocos meses en este mundo, pero he escalado lo suficiente y estoy decidido a seguir haciéndolo.
No importa el resultado final, debo intentar ganar. Julius intenta una estocada hacia mí, y rápidamente pongo mi daga para bloquear el ataque, pero él cambia de posición y lanza un ataque vertical.
Sin tiempo para reaccionar, agarro su espada de madera, provocando un sonido seco que silencia a todos en el estadio. Julius me mira con cierta sorpresa mientras las gotas de sangre empiezan a caer.
—Es solo un arma de madera, no me cortará si la agarro —afirmo con una sonrisa desafiante.
Julius parece complacido con mi afirmación, y se mantiene firme en su posición.
—Lo supe desde el principio, tu modo de pelear y el mío son diferentes, sin embargo, lo veo en ti —afirma con convicción.
La presión en su arma se hace evidente, y lucha por hacerme agachar. En respuesta, canalizo más maná, sintiendo cómo las venas de mis brazos se abomban mientras intento resistir la fuerza de su ataque.
—Eres igual que yo, no estás satisfecho con lo que eres, buscas mejorar cada día, encontrar formas de ser mejor sin importar los sacrificios que debas hacer —sus palabras resuenan en mi mente mientras intento mantenerme firme.
Una luz naranja aparece, una pequeña bolita luminosa que se mueve por el cuerpo de Julius.
Es una manifestación del poder espiritual que corre por sus venas. La atmósfera se carga de energía mientras Julius y yo nos enfrentamos en este duelo trascendental.
—Es In, una de las compañeras que ha caminado a mi lado, y es la prueba irrefutable de que soy un caballero espiritual. —El espíritu se funde con Julius, desencadenando un incremento de fuerza abrumador. Me arrodillo lentamente, sometido por su poder sobrehumano. Él sonríe con satisfacción y afirma—. También es una prueba de mi respeto hacia ti como oponente.
La fuerza opresiva me hace perder terreno en esta batalla.
Es hora de cambiar las tornas.
—Bien, en ese caso, lamento decirlo. —Reúno rápidamente el maná en mi mano y con una sonrisa desafiante exclamo— ¡Goa!
Una bola de fuego surge de mi mano, incinerando parte de la hoja de Julius al instante. Retrocede y me mira sorprendido, pero su sonrisa persiste.
—Eres más fuerte que yo, por lo que debo recurrir a tácticas menos ortodoxas. Supongo que es un trato justo.
El público observa boquiabierto cómo el arma de Julius queda completamente inutilizada. Es evidente que este acontecimiento solo es posible debido a que se trata de una espada de madera.
De lo contrario, mis chances victoria habrían sido cero.
Julius quiere poner a prueba mis habilidades.
—Lamento haber subestimado tu poder, Marco. A partir de ahora, lucharé como un auténtico caballero espiritual.
Otro de los espíritus que acompañan a Julius se manifiesta. No lo pienso dos veces y, en un instante, lanzo bolas de fuego en su dirección. El campo se envuelve en un calor sofocante, pero Julius esquiva con gracia cada uno de mis ataques.
Sus pasos son elegantes y precisos, revelando su experiencia en el combate.
—¡Fu Murak! —en un instante, una onda de viento me impulsa hacia él. Al encontrarnos frente a frente, lanza una patada dirigida a mi costado—. ¡Vita! —utilizo mi codo como escudo para bloquear su ataque, sin moverme ni un centímetro gracias al incremento de mi densidad corporal.
Julius se sorprende ante esta maniobra, lo cual aprovecho para lanzar un gancho hacia su rostro.
—Ese fue un buen ataque. —Julius sostiene mi puño sin dificultad.
Cuando utilizó In, Julius debe haber utilizado magia Yang. Probablemente, ha potenciado su fuerza más allá de los límites actuales de mis habilidades.
Si quiero hacerle frente, debo pensar de forma distinta.
Julius intenta jalarme, esperando que utilice Vita para mantenerme. Sin embargo, empleo Murak, lo que le permite levantarme con facilidad. Él me suelta y, en el aire, ejecuto una patada en hacha hacia él
—¡Fu Vita! —Una onda de viento se desata a partir del incremento de mi peso.
El aire fluye de manera perfecta, aumentando el impulso de mi ataque.
Un sonido seco resuena cuando Julius bloquea mi patada con uno de sus brazos. Pero en ese mismo instante, creo una onda de viento ascendente, reduciendo la presión en el aire.
La tierra y el polvo se levantan en una nube tumultuosa. Julius mira hacia abajo, creyendo que es un ataque, pero hay algo que aún no ha considerado: no he caído
Cada vez que practico el cambio entre Murak y Vita, debo tener en cuenta la inercia que llevo conmigo. Mi cuerpo y mi mente están en perfecta sintonía, ejecutando movimientos que desafían las leyes de la gravedad.
En el aire, mi patada se dirige hacia Julius, pero justo antes de impactar, detengo el flujo de maná, deshaciendo el hechizo y, en un instante, golpeo su rostro con fuerza.
—¡Fura!
Un seco estallido resuena en todo el lugar. La cabeza de Julius gira hacia el golpe, evitando así caer bajo la gravedad que ejerce mi cuerpo sobre él. Rápidamente, tomo distancia impulsándome con su hombro.
Es el primer golpe hacia Julius. Mi intento era golpear su mandíbula, pero no pude lograrlo; sin embargo, alcancé una limpia conexión en su mejilla.
A pesar de que Julius potencia sus sentidos con la magia Yang, mi corazón late con fuerza. Los cambios tan rápidos entre los distintos hechizos sobrecargan mi puerta, por lo que debo dar fin a esto pronto.
No deseo volar, ni utilizar más hechizos ostentosos. No quiero revelar demasiado en esta pelea.
El polvo se dispersa y las voces de la multitud gritan todo tipo de cosas. Algunos apoyan a uno u otro contendiente, mientras que otros simplemente alientan el enfrentamiento.
Julius permanece en su lugar mientras se toca la mejilla. Una pequeña gota de sangre parece asomar en su boca, pero él la borra con magia de agua.
—¡Fell Goa! —exclama Julius con determinación.
En un instante, una neblina de aire se forma a mi alrededor. Cuando intentó escapar, un remolino de fuego se alza de la nada, impidiéndome huir.
La tensión en el aire es palpable, y una intensa emoción envuelve la arena del combate. La magia de Julius se materializa en una danza misteriosa y amenazante, mientras el viento se contorsiona a su voluntad.
Un remolino de fuego me rodea, quemando todo el oxígeno a mi alrededor.
Mi mente se nubla momentáneamente por el ardor de la situación. La danza de fuego y viento parece poseer vida propia, rodeándome con una fuerza sobrecogedora.
—¡Fura! —exclamo, creando una corriente de viento que se opone al fuego de Julius, intentando así abrir una brecha para escapar.
Sin embargo, el viento no es suficiente para detener las llamas abrasadoras que me rodean. El fuego avanza impetuoso, como una serpiente que busca aprisionarme.
El calor intenso me hace retroceder, pero no puedo ceder. Debo encontrar una salida, una oportunidad para contraatacar.
Mis ojos brillan con determinación, y mi mente trabaja a toda velocidad. Busco una solución, una fisura en la marea de fuego que me rodea.
Los murmullos se desatan entre la multitud, llena de asombro y expectativa.
Atrapado en el ojo el calor se hace abrumador, el oxígeno empieza a disminuir a medida que el tiempo pasa.
—Usando a In y Aro puedo combinar magia de viento y fuego, con el tiempo, te quedarás sin aire para respirar —advierte Julius, probablemente sonriendo.
Solo hay una forma de contrarrestar su ataque.
—¡Huma! —creo una esfera de agua que me envuelve completamente, protegiéndome de la inminente tormenta.
Contengo la respiración y me concentro.
«La única forma de cancelar un tornado es enfrentarlo con una fuerza igual y opuesta, lo que detendría su avance, pero también dispersaría el fuego por todas partes. Quizá algunos nobles enemigos se quemen en el proceso», reflexiono mientras analizo la situación.
Necesito crear un tornado igual y opuesto.
En la atmósfera, cuando una masa de aire cálido y húmedo se encuentra con una masa de aire frío y seco, se genera una inestabilidad.
Las diferencias en densidad y temperatura entre ambos tipos de aire provocan un frente de ráfagas ascendentes conocido como frente frío.
La variación en velocidad y dirección del viento a diferentes altitudes crea un efecto de rotación horizontal en la atmósfera.
Este mundo es plano, pero se rige con las reglas de un mundo esférico.
El agua a mi alrededor comienza a calentarse peligrosamente, pero no tengo margen de error.
Combinar dos hechizos requiere una comprensión perfecta de ambas magias. El fuego necesita combustible para alimentarse, mientras que el viento exige un cambio en la presión.
Si logro generar suficiente vorticidad y una corriente ascendente lo bastante poderosa, podría crear un embudo descendente desde la nube, un auténtico tornado.
Con la mente clara, libero mi maná e imagino el viento girando a mi alrededor.
Mi visión se nubla con la intensidad de la batalla, y el viento parece susurrar susurros de intriga mientras me enfrento a Julius, mi valeroso oponente.
Puedo verlo, el brillo de determinación en sus ojos durante de la batalla se encuentra a la par con mi voluntad ardiente.
—¡Fell goa! —mi voz retumba con poderío, liberando una vorágine de fuego que avanza hacia el torbellino desatado por Julius.
¡Boom!
El choque titánico provoca una explosión formidable, pintando el paisaje con los destellos luminosos del duelo elemental. Sin embargo, la tenacidad de Julius es admirable; no permite que el caos lo debilite y lanza un puñetazo directo hacia mi rostro.
Pero en medio del fragor bélico acecha una sorpresa inesperada.
—Dona.
Un pilar de piedra, en un alarde impresionante de destreza, se alza desde un costado, impactándome con fuerza y arrojándome al suelo con brusquedad. La sangre empieza a brotar de mi boca, pero el ardor en mi corazón solo aumenta.
Con tenacidad, me esfuerzo por levantarme, encontrando a Julius acercándose con elegancia marcial.
—Contrarrestaste mi hechizo usando magia de fuego y viento, y además desplegaste magia de agua. —Observa Julius con seriedad, mientras otro gancho amenaza mi posición.
Hábilmente, logro evadirlo inclinándome hacia atrás, y en respuesta, lanzo una esfera ígnea en su dirección, pero desata una barrera de viento para desbaratar mi ataque— La magia espiritual te otorga el dominio sobre diversos elementos, mas no equipara las artes mágicas normales en ciertos casos.
Un nuevo pilar de piedra emerge, pero mi voluntad es inquebrantable, y mediante el uso de Murak, salto con agilidad, alejándome de su impacto.
—La magia espiritual te permite desplegar hechizos y combinaciones que puedas manejar, mas es el espíritu quien establece el enlace con la magia. Los espíritus captan esas conexiones —continúa Julius, avanzando con paso cauteloso—. Puedes controlar dos elementos por tu cuenta, pero ya has utilizado dos elementos adicionales.
En medio de la asombrosa contienda, el eco de sus palabras se funde con el rugido del viento, y la intensidad del combate parece resonar con cada latido de mi corazón.
La lucha entre los elementos es una danza mística, y yo, un mero participante en esta sinfonía cósmica.
¿Podré superar el abismo que nos separa, o seré consumido por las llamas de la derrota?
Solo el destino conoce el veredicto que aguarda.
No, no hay nada como el destino.
La multitud se abruma con sus palabras, que resuenan en el campo de batalla como un eco inquietante. Los murmullos se propagan entre los presentes, llenando el aire con una mezcla de sorpresa y admiración.
Julius me mira fijamente, tratando de descifrar la verdad detrás de mis habilidades aparentemente inexplicables.
—Afirmas llevar poco tiempo practicando, pero tu crecimiento es anormal —su voz suena cargada de asombro y sospecha.
Sonrío débilmente mientras intento recobrar fuerzas para enfrentar lo que viene a continuación.
—La magia espiritual te permite dominar múltiples elementos sin necesidad de comprenderlos por completo —respondo con calma.
Es cierto. Para Julius, quien ha dedicado años a perfeccionarse en el arte mágico bajo la tutela tanto propia como ajena, el dominio elemental es más que conocimiento adquirido; es una experiencia ganada a través del tiempo y la dedicación incansable.
Aquí no existen nociones hábiles sobre las leyes físicas o los principios científicos convencionales.
En este mundo donde nos encontramos ahora mismo, pensar en realizar un hechizo implica visualizar los procesos subyacentes involucrados e interpretar cómo funciona cada elemento en particular.
A partir de ahí, canalizamos nuestra energía mágica hacia ese elemento específico para manifestarlo poderosamente ante nuestro mundo.
Yo, en cambio, comprendo nociones de las tres formas de percibir el mundo, química, física y matemáticas.
Cada una de ellas estudia los principios del mundo de forma diferente.
Con ellas puedo comprender parte de los principios que rigen, así utilizar el maná para controlarlos. En pocas palabras: utilizar nuestro maná como reactivo y reactante ilimitado para dar forma al mundo circundante.
—La forma en que utilizas tu maná solo se puede adquirir con años de experiencia —continúa Julius, su voz llena de una mezcla de admiración y duda—. Por un instante, llegué a pensar que estabas mintiendo acerca del tiempo que has dedicado a esta disciplina.
¿Será posible que los espíritus tengan alguna manera especial de percibir la antigüedad del vínculo mágico?
El interrogante flota en el aire como una bruma densa y misteriosa, envolviéndonos tanto a mí como a Julius en un aura de incertidumbre. Los secretos ocultos dentro de la magia espiritual parecen ser tan profundos e inescrutables como los abismos más oscuros.
Solo aquellos con verdadera devoción y perseverancia pueden esperar desentrañar sus misterios más íntimos.
—Tu puerta adquirió forma hace poco más de dos meses —afirma Julius, su voz llena de asombro y una pizca de incredulidad.
La noticia se propaga como un incendio forestal entre la multitud que nos rodea. Gritos de sorpresa son seguidos por susurros cargados de diversas emociones: admiración, envidia e incluso temor.
La gente nace con una puerta, si, pero cuando entrenas con ella puedes darle una forma, puedes usarla de forma más eficiente.
A medida que más le das uso mejor forma tiene.
El protagonista desechó esa posibilidad por rendirse ante la dificultad de poseer miasma, yo entrené para superarlo y por eso estoy aquí.
Observo a mi alrededor y las miradas han cambiado.
Algunas están llenas de miedo ante lo desconocido, mientras que otras aguardan impacientes el desenlace del enfrentamiento. Gildark, me fulmina con la mirada mientras analiza cada movimiento mío con intensidad.
Solo han pasado unos cuantos meses desde que inicié este viaje hacia el dominio de la magia. Ya he logrado derrotar a un simple caballero común, aunque gracias al poderoso rifle que poseo.
Tengo la certeza interior de que incluso sin el rifle, habría sido capaz igualmente.
Pero ahora me enfrento a Julius; él es otro escalón al cual aún no he llegado a alcanzar.
—¿Acaso pensaste que estaba mintiendo? —le pregunto con una mezcla sutil pero firme convicción en mi tono—. Nunca he mentido acerca del tiempo dedicado a esta disciplina. Incluso Reinhard y Crusch pueden confirmarlo.
Julius me observa fijamente mientras invoca a todos sus espíritus para fortalecerse aún más en su resolución.
Parece estar absorto en algún pensamiento profundo mientras yo solo jadeo intentando recuperarme del intenso enfrentamiento anterior.
Sé que mis posibilidades de victoria son escasas, pero esta batalla solo es un pequeño capítulo en mi camino. No me rindo fácilmente.
—Me disculpo si dudé de ti —responde Julius con una voz cargada de respeto y determinación—. Ahora es momento de poner fin a esto; la señorita Anastasia debe estar esperando por mí.
Julius se impregna de magia Yang utilizando a In como su herramienta principal, mientras el resto de sus espíritus se concentra en sus manos.
Un destello luminoso comienza a emanar desde las palmas, generando un calor intenso que distorsiona la forma misma del aire circundante.
A pesar de saber que no tengo oportunidad alguna contra él, adopto una postura defensiva y preparada para cualquier eventualidad.
Es hora de terminar este espectáculo con estilo y gracia.
—¡Y lo haré a lo grande! ¡EL MURAK! —exclamo con vehemencia, desatando una onda expansiva proveniente del suelo mismo que levanta todo lo que encuentra frente a mí.
La tierra se alza violentamente varios metros hacia el cielo, casi como si estuviera manipulando los vientos mismos para lograr tal hazaña.
Pero esto va más allá...
Julius queda suspendido en el aire sin poder hacer nada para evitarlo mientras es arrastrado hacia arriba por la fuerza sobrenatural generada por mi hechizo. Si bajo la gravedad mediante Murak, puedo ejercer un efecto extremadamente poderoso sobre él.
Pero eso no es todo; si utilizo esa misma técnica para disminuir drásticamente la presión atmosférica en un rectángulo en el suelo, puedo lograr algo aún más sorprendente.
El aire circundante intenta desesperadamente elevarse hacia arriba debido a la baja presión creada.
Si disminuyo tanto esa presión y combino ese efecto con una velocidad extrema ascendente del aire, levantar los ochenta kilos que debe pesar Julius se vuelve una posibilidad tangible.
Quizás él lo notó cuando pisó el terreno, pero ya era demasiado tarde para reaccionar.
La escena parece sacada de un sueño surrealista mientras Julius se eleva impotente por varios metros en el aire.
Su expresión mezcla incredulidad y resignación ante mi demostración magistral de control sobre las leyes naturales mismas.
—Pero eso no es todo —proclamo con resolución—, pondré todas mis fuerzas en este momento.
Retiro el hechizo y Julius, desprovisto de cualquier respaldo mágico, comienza a caer vertiginosamente. Su cuerpo se agita con una energía inquietante, pero me resulta imposible discernir qué está tramando exactamente.
—No puedo vencerte ahora mismo —le confieso con sinceridad aplomada—, pero sí puedo sorprenderte antes de que lo hagas tú.
Justo cuando su voz amenaza con estallar en un grito ensordecedor, adelanto mi acción sin vacilación:
—¡Fu vita! —en ese instante fugaz, creo una zona saturada de gravedad intensa que ejerce una atracción implacable sobre el aire circundante.
Julius queda atrapado irremediablemente por esta fuerza gravitatoria y cae velozmente hacia la tierra como si fuera arrastrado por un remolino cósmico.
¡BOOM!
El estruendo retumba en cada fibra del ambiente cuando su cuerpo colisiona violentamente contra el suelo. La tierra se quiebra bajo la fuerza del impacto y nubes densas de polvo oscurecen mi vista mientras un mareo insidioso me envuelve gradualmente.
El uso desmedido de magia Yin ha resultado demasiado para mí; aún no me he acostumbrado a manejar magias tan poderosas como estas, pero son la mejor forma de atacar que tengo.
Lo único que importa es su eficacia final frente al adversario.
La multitud estalla en gritos ansiosos, aunque esta vez sus voces están cargadas de expectación más que de abucheos.
Todos anhelan conocer el resultado último de este combate al cual han sido arrastrados como testigos.
—Deja ya tus artimañas —afirmo con valentía, aunque mis ojos apenas logran penetrar la cortina polvorienta suspendida en el aire—. Sé perfectamente que estás ileso a pesar de todo.
Cualquier persona común habría sucumbido ante semejante embestida, pero él no es alguien ordinario, eso está claro para todos los presentes.
—Aro —murmura Julius con una voz imbuida de dominio total mientras desata ondas poderosas de viento que barren con fuerza cada rincón del lugar, dispersando así la espesa neblina y revelando su figura erguida sin rastro alguno de debilidad.
Pero esto no fue tan sencillo como aparenta ser.
—¡Increíble! —exclaman varios espectadores atónitos al contemplar cómo Julius se erige imperturbable dentro del vasto cráter formado por la explosión devastadora del impacto inicial.
El suelo ha cedido bajo sus pies y las fracturas serpentean amenazantes por doquier, dejando testimonio silente del alcance avasallador del ataque recibido.
Julius dirige una mirada hacia el suelo, sumergiéndose momentáneamente en pensamientos profundos antes de acercarse decididamente hacia mí con un brillo inquebrantable en sus ojos determinados.
—Jamás me rendiré —afirmó con ferocidad indomable mientras trazo cada palabra en el aire como si fuera un juramento.
Cuando Julius se acerca, intento lanzarle un gancho certero hacia su rostro, pero mi fuerza traiciona mis intenciones.
Un dolor punzante atraviesa mi corazón y mi cuerpo arde por el agotamiento acumulado a causa del uso constante de magias variadas. Al no poder invocar a Beatrice para que me asista, tengo que exigir aún más a mis límites físicos.
La sensación es distinta al exceso de miasma, donde la recuperación es lenta y tediosa. Sin embargo, esta es la única opción que tengo en este momento.
—El hecho de que no te rindas habla mucho sobre tu carácter —expresa Julius con una leve sonrisa mientras se acerca a mí.
Yo lo miro adolorido mientras luchó por mantenerme en pie.
Si no admito la derrota, nada puede detenerme.
Algo dentro de mí anhela seguir adelante; sé que debo llevarme al límite para superarme.
Así es como he crecido durante toda mi vida: solo cuando me encuentro en situaciones extremas que demandan todo lo mejor de mí mismo.
No hay nada que cause más debilidad que la paz.
Pero a la vez, la paz da felicidad.
Que incongruente es la vida.
Julius aprovecha un instante oportuno y dirige un golpe directo hacia mi estómago.
Intento bloquearlo con todas mis fuerzas restantes, pero sin éxito alguno; el impacto penetra sin obstáculos y una oleada ardiente inunda todo mi abdomen mientras retrocedo unos pasos tratando de recobrar el control de mi respiración jadeante.
Tomo su mano, preparando para usar vita en él.
—¡Marco! —grita Beatrice con angustia evidente en sus ojos preocupados. Su llamado urgente desvía fugazmente mi atención hacia ella.
Ahí está ella, observándome desde lejos con esa mirada cargada de inquietud y afecto. En ese instante, comprendo que me he desviado del camino que deseaba seguir.
Aún hay aspectos en mí mismo que requieren mejora y perfeccionamiento.
Sin embargo, no siento frustración ni molestia al respecto; al contrario, estoy contento con todo lo que he logrado hasta ahora.
El simple hecho de poder enfrentar a alguien del calibre de Julius ya dice mucho sobre mi progreso y desarrollo personal. Esta batalla, aunque sea amistosa, me ha permitido reconocer las áreas en las cuales puedo crecer aún más.
Y eso es todo lo que puedo hacer por el momento.
Sonrío ligeramente ante esta revelación interna mientras vuelvo mi mirada hacia Julius.
—Me rindo. —Sonrío mientras sostengo la mirada de Julius con determinación—. Si me pongo en peligro, solo le causaré tristeza y no puedo permitirlo.
Si, no hay más opción.
Julius devuelve mi sonrisa, y parece que su actitud hacia mí ha cambiado notablemente tras esta batalla.
Sin duda alguna, él es un individuo sorprendente; su fuerza descomunal lo hace destacar entre los demás.
—¡El ganador es Julius Juukulius! —anuncia el juez con entusiasmo, provocando una oleada ensordecedora de vítores por todo el recinto. Todos parecen contagiados por la emoción del combate y celebran efusivamente al vencedor.
