Te Entiendo, pero no te Comprendo.
No puedo permitirme mentirle, además confío lo suficiente en él como para compartir este secreto.
Reinhard no reacciona de inmediato, lo cual confirma una sospecha: puede leer mi mente o al menos comprender ciertas cosas sin necesidad de palabras.
—¿Ya lo sabías? ¿Qué sé sobre ti...? —pregunta con cautela, esperando mi respuesta.
Reinhard asiente lentamente, revelando su capacidad para acceder a los pensamientos ajenos.
Eso significa que sabe todo acerca de mis acciones pasadas y presentes, así como también sobre mis planes futuros.
No, su pregunta claramente indica que no tiene totalmente mis recuerdos, eso significa que su bendición divina no es tan poderosa como creí.
—Lo que puedo ver son las imágenes más marcadas en tu mente; es una protección divina que me ha sido otorgada —explica Reinhard calmadamente.
Las imágenes más marcadas... En este momento sé cuál es la imagen predominante en mi mente: el momento en el que maté a Beatrice.
No hay duda alguna al respecto. Esto significa que Reinhard también está enterado del fenómeno del retorno por muerte.
Decido cambiar rápidamente el rumbo de la conversación antes de adentrarnos aún más en terrenos peligrosos:
—No hablemos más sobre eso; hay cosas mejor dejadas sin mencionar —sugiero con firmeza, deseando evitar cualquier conflicto innecesario entre nosotros—, confío en que guardaras este secreto.
En realidad, no importa tanto. Después de todo, no es como si Reinhard pudiera evitar conocer mis pensamientos y acciones, supongo. Aunque tampoco estoy seguro de si lo hace a propósito.
—Veo que no te incomoda —comenta Reinhard con curiosidad.
Si esto fuera con cualquier otra persona, quizás me sentiría incómodo e invadido en mi privacidad mental. Sin embargo, dado que solo revelará aquellas cosas que más me afecten emocionalmente, puedo aceptarlo sin problema alguno si es por parte de él.
Confío en que Reinhard no utilizará esta información en mi contra a menos que yo haga algo para perjudicarle, o tal vez... quién sabe, quizás tenga una opinión negativa sobre mí.
—Si lo hicieras a propósito, me molestaría —afirmo con seriedad, dejando en claro mis límites.
Reinhard niega con la cabeza como respuesta a mi preocupación.
—Puedo activar esa capacidad según mi voluntad, pero la protección se activa automáticamente bajo ciertas condiciones —explica seriamente.
—¿Cuándo las personas más desean hablar de ello? ¿Desahogarse o mostrar cosas peligrosas? —pregunto con curiosidad.
Reinhard reflexiona por un momento antes de responder:
—Depende de cada persona, pero generalmente sí. Además, también puedo ver pensamientos al azar.
Su mirada se dirige hacia su espada y puedo percibir una ligera tensión en el ambiente mientras habla.
—Incluso mientras camino, soy capaz de identificar pensamientos maliciosos o aquellos que buscan ayuda. Esto me permite saber cuándo alguien necesita asistencia o cuando hay una situación peligrosa en desarrollo —añade reflexivamente.
Bueno, al menos sé que utiliza esta habilidad para detectar amenazas potenciales.
En ese caso, supongo que fui objeto de su observación para averiguar qué estaba ocurriendo anteriormente. Solo espero que no lo haga ahora mismo durante nuestra conversación...
Intentando restarle importancia al asunto y evitar cualquier incomodidad innecesaria entre nosotros, comento:
—Es útil entonces; te permite ayudar a los demás, aunque pueda resultar un tanto incómodo. Sin embargo, no hay necesidad de preocuparte por eso ahora mismo.
Observando cómo Reinhard ha sido amable y generoso durante nuestro encuentro hasta ahora, decido expresarlo sinceramente:
—Hoy pago yo. Si quieres devolverme el favor, puedes hacerlo la próxima vez que salgamos a comer juntos. De esta manera, tendrás la seguridad de poder acompañarnos nuevamente sin preocupaciones.
Deseo aliviar cualquier carga adicional que pueda estar llevando Reinhard en su corazón y demostrarle mi gratitud por su compañía y apoyo hasta ahora.
Reinhard sonríe, captando claramente mis intenciones.
—Sí, amigo mío —responde con gratitud y complicidad.
Cargando a Emilia en mis brazos, abandonamos el lugar. Parece que la mansión Astrea se encuentra en una dirección diferente a la nuestra. Me sorprende darme cuenta de que no todos los lugares nobles están concentrados en un solo sector, como había imaginado.
Mientras tanto, Reinhard sostiene tiernamente a Felt en sus brazos, quien descansa plácidamente sobre su pecho. Observo cómo duerme con una serena sonrisa dibujada en su rostro.
—Si llegara a despertarse, se llevaría una gran sorpresa —comento a Reinhard con calma y ternura hacia Felt.
Mi mirada se cruza con la de Reinhard mientras reflexiona sobre mi:
—Lo mismo digo yo... Si la señorita Emilia despierta, sin duda quedará asombrada por todo lo que está ocurriendo —afirma Reinhard tranquilamente.
Sin embargo, no puedo evitar preocuparme por el posible escenario si Emilia llegase a asustarse y me golpease accidentalmente. En ese caso, mi vida estaría seriamente amenazada.
A medida que nos preparamos para despedirnos y seguir nuestros caminos separados temporalmente, siento la necesidad de expresar unas últimas palabras antes de dejarlo atrás:
—No sé cómo es sentirse tan fuerte como tú; probablemente nunca podré comprenderlo del todo —observo fijamente su espalda mientras hablo desde el corazón—: Ser el más fuerte, ser aquel en quien todos confían y esperan que supere cualquier obstáculo, ser aquel que nunca muestra debilidad ni tristeza...
Hago una pausa, permitiendo que mis palabras se asienten en el aire antes de continuar:
—Pero para mí, eso no importa. No me importa tu fuerza o tus habilidades, Reinhard. Lo que realmente valoro es tu inmenso corazón. —Mi mirada se desvía hacia Emilia, quien también posee un corazón noble y generoso.
Sé por experiencia propia que las personas con un gran corazón son a menudo las más afectadas por los desafíos y las heridas emocionales de la vida. Es algo inevitable cuando uno entrega tanto amor y compasión al mundo. Con estas palabras sinceras flotando entre nosotros, nos preparamos para seguir nuestros caminos separados momentáneamente.
—Para mí eres un ser humano igual que cualquiera —le digo con firmeza—. No importa lo que te digan o cómo te vas a ti mismo, si alguna vez te sientes solo, si quieres pasar el rato en compañía, hablar de tus problemas o necesitas un consejo, no dudes en pedírmelo.
La soledad que debe cargar Reinhard es sin duda abrumadora. Ser testigo del peso de su fuerza y poder exterior me hace reflexionar sobre la carga mental y emocional que también lleva consigo.
—Somos amigos después de todo —añado con convicción—. Entre amigos, el estatus no importa; así que no me importa cuán fuerte seas físicamente, siempre puedes acudir a mí en busca de ayuda.
Ser fuerte físicamente es una cosa completamente diferente a serlo mentalmente.
Intentar imaginarme viviendo en sus zapatos se vuelve una tarea imposible para mi mente limitada por mi propia fuerza. Sin embargo, aunque pueda parecer insignificante desde mi perspectiva terrenal mientras él vive en lo más alto del escalafón, puedo ofrecerle mi apoyo desde aquí abajo.
—Gracias... Marco —responde Reinhard con gratitud genuina—. Aprecio tus palabras y sé que puedo contar contigo.
Reinhard sigue su camino, sosteniendo a Felt en sus brazos mientras nosotros nos dirigimos hacia la majestuosa mansión de Roswaal. En el aire se respira una atmósfera de alegría y alivio.
Beatrice parece contenta, mis soldados también están llenos de júbilo.
Después de todo el estrés durante la selección y los desafíos enfrentados, un descanso es más que merecido. Hace tiempo desde que he tenido uno adecuado; uno sin problemas ni preocupaciones acechantes. Hoy, siento que la capital de Lugunica está envuelta en una tranquilidad casi sobrenatural, superando incluso a mi natal Irlam.
Un fugaz pensamiento cruza por mi mente: quizás debería haber tomado el camino del protagonista para evitar tantas dificultades y responsabilidades abrumadoras.
Pero inmediatamente niego con vehemencia esa idea absurda; si la lista secreta hubiera sido filtrada inevitablemente, al no tener como protegerme, eso habría sellado mi destino antes incluso de empezar.
Roswaal nunca lo permitiría. Su presencia siempre es un faro guía, aunque me pese, nuestros objetivos son de alguna forma afines, pero no quiero seguir siendo controlado por él.
Roswaal debe morir, a como dé lugar.
Es estúpido mantenerlo con vida, pero lastimosamente en necesario en este momento. Él no va a abandonar su objetivo, incluso si destruyo el libro de la sabiduría, él debe tener planes a seguir para cumplir su meta.
Es tonto pensar que un psicópata va a redimirse después de tantos años de hacer atrocidades con su propia generación.
Es demasiado tonto.
El velo de la noche ya se ha extendido, pero algunos bares continúan iluminados y resonando con música animada. No puedo evitar pensar en lo complicado que debe ser para aquellos que viven cerca de estos lugares bulliciosos.
Sin embargo, mi determinación sigue intacta: espero poder transformar Irlam en una ciudad próspera y llena de armonía.
En medio del ambiente festivo, Beatrice me agarra discretamente el borde de mi chaqueta y me mira fijamente a los ojos. Sus gestos silenciosos parecen transmitir un mensaje oculto.
Sutilmente, observo a mi alrededor, percatándome rápidamente de algo fuera de lugar.
Detengo mis pasos bruscamente y una sensación incómoda se apodera de mí. Me acerco rápidamente a Lucas para entregarle temporalmente a Emilia.
Hay un código para cada situación, ahora, debo actuar acorde.
—Necesito ir al baño con urgencia —le digo apresuradamente—. Por favor, sostenla por un momento mientras tanto.
Le entrego a Emilia cuidadosamente y solicito la compañía de dos soldados para acompañarme al baño. Con Beatrice junto a Lucas, estoy seguro de que nadie osaría atacarles en su presencia protectora.
Lessed me sigue fielmente mientras nos adentramos en un callejón oscuro. Allí mismo comienzo a utilizar magia del agua con un movimiento sutil del dedo índice, fingiendo estar orinando contra la pared cercana.
—Bebí demasiadas cervezas —digo casualmente intentando disipar cualquier sospecha sobre nuestras verdaderas intenciones.
Lessed se mantiene distraído, aparentemente ajeno a cualquier peligro acechante, mientras yo continúo con mi actuación. Sin embargo, en un instante fugaz que escapa a mi percepción, siento una presencia amenazadora acercándose sigilosamente por detrás.
Reacciono rápidamente y agarro el rifle justo en el momento en que intentan arrebatármelo. Mis reflejos agudos me permiten reafirmar mi control sobre la situación.
En ese preciso instante, invoco magia del viento con un grito desgarrador:
—¡Fura!
La figura desconocida sale volando violentamente ante mi magia. Aunque logré evitar ser desarmado por completo, siento cómo un cuchillo rasga ligeramente mi mejilla antes de que pueda esquivarlo por completo.
Apunto rápidamente con el rifle hacia la persona que sostiene a Lessed del cuello y exijo firmemente:
—Suelten las armas. No importa cuán fuerte creas ser; tu osadía no hará que tu magia me alcance a tiempo —su voz resuena con determinación para tratar de intimidarme.
Sin embargo, en medio de la tensión que se ha apoderado del ambiente, soy plenamente consciente de que no tengo ninguna magia inmediata para responder al ataque.
Siguiendo el protocolo establecido, solo me queda esperar y confiar en que nuestras palabras sean suficientes para distraer al adversario.
La atmósfera se carga con una energía palpable mientras aguardamos ansiosos si lograremos evitar un enfrentamiento directo o si nos veremos obligados a luchar sin tregua.
En ese momento crucial, mis manos se deslizan lentamente hacia el interior de mi chaqueta, aprovechando la escasa visibilidad para pasar desapercibido ante los demás presentes.
—Te lo entregaré —digo con voz temblorosa pero determinada—. Pero prométeme que no le harás daño a él ni a ninguno de nosotros. Podrás llevarte tu compañero ileso.
El hombre mantiene su agarre firme sobre Lessed, mientras el otro parece haber quedado inconsciente tras el impacto inicial. Comprendo ahora cuál es su objetivo: los rifles.
La procedencia de estos atacantes comienza a descifrarse ante mí.
Con rapidez y sigilo abro mi comunicador personal y establezco conexión inmediata con Lucas. Este sigue las instrucciones previamente acordadas y permanece en silencio absoluto del otro lado de la línea telepática.
—Suelten al hombre —proclamo con una mezcla nerviosa de valentía—. Tomen el arma y márchense pacíficamente antes de que esto termine mal para todos nosotros.
Mantengo una postura decidida mientras espero impaciente alguna respuesta por parte del atacante.
El destino de esta situación delicada pende de un hilo, pero sé que solo queda esperar, no es más que esperar el momento adecuado.
Uno de los encapuchados, confiado y arrogante, se acerca lentamente hacia mí mientras su risa retumba en el aire.
Parece que ya conocen el alcance de mis habilidades, al menos lo han estimado a partir de lo que presenciaron en el coliseo, o lo que les informaron.
Podría acercarme y matar al que sostiene a Lessed, sin embargo, soy consciente de que existe un pequeño retraso entre la ejecución del hechizo y la manifestación del viento.
Pero no importa. Sé que estos ladrones están condenados desde el momento en que pusieron un pie en este callejón sombrío.
La muerte acecha sus pasos sin piedad y duda.
La capucha oculta sus rostros por completo, impidiéndome ver más allá de su mirada desafiante. Justo cuando uno de ellos está a punto de tomar posesión del arma que les entregaría como parte del trato...
¡Bang!
Dos disparos rompen la tensión en el aire provenientes de la entrada del callejón oscuro. El hombre que sostiene a Lessed como rehén cae al suelo junto con su cómplice frente a mí.
Desde mi posición puedo ver claramente cómo Bert se erige majestuosamente fuera del callejón, siendo él quien ha realizado esos dos disparos perfectamente certeros. Arne entra rápidamente tras él mientras yo ilumino nuestro entorno con una bola mágica de fuego.
En medio del caos momentáneo, aprovecho para limpiar una mancha insignificante en mi mejilla; no quiero ensuciar mi uniforme militar.
Luego me agacho junto al cuerpo inerte y retiro audazmente la máscara de uno de los perpetradores.
El rostro desconocido ante mis ojos despierta mi curiosidad y agudizo mi investigación al quitarle también su chaqueta en busca de alguna pista que pueda revelar su identidad.
Sin embargo, no encuentro nada más que aumente el misterio en torno a estos individuos.
Solo puedo concebir una posibilidad para explicar cómo supieron de nuestra presencia aquí. El dueño del restaurante debe haber alertado a alguien, pero superar la barrera defensiva que supone Reinhard... eso parece imposible.
No hay forma de burlar sus protecciones sin que él se percate.
Mientras examino detenidamente el cuerpo ahora inerte frente a mí, noto que su complexión es delgada y descuidada. Estos hombres parecen ser meros ladrones contratados para llevar a cabo esta intrusión mortífera.
¿Una advertencia?
Las palabras resuenan en mi mente mientras reflexiono sobre la posible motivación detrás de este ataque sorpresivo e inexplicable.
¿Acaso hay un mensaje a través de este ataque?
Solo el tiempo y nuestras propias investigaciones podrán desvelar la verdad oculta tras esta emboscada nocturna.
No creo que estos ladrones fuesen lo suficientemente estúpidos como para intentar algo tan descabellado. Lessed también realizó una búsqueda exhaustiva, pero sacude la cabeza en señal de negación, indicando que no ha encontrado nada relevante.
Afortunadamente, contamos con un rehén en este momento crítico.
Dirigiéndome a Lessed con autoridad, le ordeno que cargue al individuo inconsciente mientras observo cómo Arne se encarga de reunir los dos cadáveres cercanos.
El meticuloso trabajo de Arne en el comité de limpieza es clave para esta operación clandestina; es una de las razones por las cuales decidí contar con él además de su profundo sentido del deber.
Él será nuestra cobertura y la persona encargada de ocultar los vestigios mortales dejados por estos perpetradores.
—Espera un momento, soldado —indico señalando hacia los cuerpos sin vida mediante el uso hábil y controlado de mi magia. Pronuncio una palabra—: Goa.
Al instante, una llamarada ardiente se dirige directamente hacia los cadáveres inertes y al tocarlos comienza a consumir sus cuerpos hasta dejarlos irreconocibles.
Después de unos minutos intensos, solo quedan sus cuerpos y prendas carbonizadas; todo rastro de su identificación ha sido borrado, por lo que no tendrán forma de culparnos.
Arne rápidamente utiliza su habilidad mágica para crear un hueco en el suelo utilizando magia de tierra e instantáneamente desplaza las piedras haciendo un agujero perfecto.
Juntos, arrojamos los cadáveres en la fosa recién creada.
Sin embargo, por precaución y para evitar cualquier identificación futura, le pido a Arne que destruya sus cráneos con una roca.
Sin titubear ni un instante, Arne obedece mi petición y procede a destrozar los cráneos carbonizados hasta convertirlos en fragmentos irreconocibles.
Aunque ya están quemados, esta acción adicional asegurará que ninguna evidencia pueda ser recuperada o relacionada con estos individuos nefastos en el futuro cercano.
La sangre se amontona en aquel sombrío agujero, pero con destreza y celeridad Arne lo reemplaza con magia de tierra, ocultando así la escena del crimen.
La razón de este ataque fue el robo de nuestras valiosas armas; sin embargo, subestimarnos a tal grado es una verdadera afrenta que me perturba más que el simple intento de arrebatar los rifles.
Aun así, si hubieran logrado llevarse las armas, su codicia habría sido su perdición.
Las balas estarían ahora incrustadas en la sólida pared trasera, testigos mudos del poder destructivo contenido en ellas.
Con paso firme me acerco para recoger esos proyectiles. Los diminutos orificios dejados en las paredes son huellas indelebles del estruendo ensordecedor y la potencia que las balas son capaces.
Consciente de dejar cualquier detalle que nos pueda causar problema es peligroso, solicito a Arne cubrir meticulosamente cada uno de esos pequeños huecos con magia de tierra para borrar cualquier indicio remanente.
Incluso si llegaran a descubrir los desfigurados cadáveres abandonados a su triste suerte, no encontrarán ninguna conexión directa con nosotros ya que sus cabezas han sido destrozadas, mientras que recogimos las balas y casquillos comprometedores.
—Vámonos rápidamente —advirtiendo ante el inminente peligro—. No sabemos si los caballeros estarán patrullando en busca de intrusos o simplemente se permiten el lujo de cometer tales atrocidades.
Es lamentable pensar cómo Reinhard y Julius, con su inquebrantable fe en su desempeño como guardianes, han sido víctimas de esta ilusión.
Incluso Gildark ha caído bajo este engaño.
Pero ahora no es momento para reflexiones melancólicas sobre la fragilidad humana ante las tentaciones corruptoras del poder.
Al abandonar el lugar, Beatrice me insta a agacharme mientras posa su delicada mano en mi mejilla herida. Sus habilidades curativas sanan instantáneamente el leve rasguño que adquirí durante el enfrentamiento.
Aunque insignificante, aprecio profundamente su preocupación por mi bienestar.
—Un pequeño desliz —comento con serenidad mientras acaricio tiernamente su cabeza dorada—. Menos mal que tengo a mi princesa junto a mí.
Lucas observa atentamente la situación desde lejos y nota cómo Lessed lleva consigo al ladrón derrotado hacia nosotros.
Sin mediar palabra, me entrega a Emilia entre mis brazos y yo acepto complacido esta nueva responsabilidad mientras comenzamos nuestra retirada precipitada del lugar.
Beatrice avanza decididamente hacia el ladrón capturado y utiliza sus prodigiosas habilidades mágicas para drenar sin piedad lo poco que queda del maná dentro de él; un acto tanto cruel como necesario para obtener información valiosa sobre este enigmático individuo.
Cuando Beatrice regresa a mi lado, su semblante revela una profunda comprensión de lo que ha descubierto:
—Este individuo es un mago especializado en el dominio del viento de hecho —comienza con voz serena pero cargada de conocimiento—. Sin embargo, su capacidad para manipular el maná es sorprendentemente deficiente supongo. Apenas pude percibir la tenue presencia de su energía vital dentro de él de hecho.
Supongo que eso explica tanto su fragilidad física evidente como la delicada situación en la que se encuentra; ya sea porque estuvo involucrado recientemente en un conflicto o simplemente debido a una constitución débil desde el principio.
Beatrice, con su mirada penetrante y aguda, concluye que no hay rastro de miasma en el ladrón capturado.
Esto descarta la posibilidad de un ataque perpetrado por el culto.
Además, al examinar detenidamente al ladrón, no encuentro ninguna deformación visible ni signos distintivos asociados con el culto de la bruja.
Una vez llegamos a la mansión, dirijo mi atención hacia los soldados reunidos frente a nosotros.
—Llévenlo al sótano —ordeno con voz firme pero fría—. Corten los tendones de sus manos y pies para asegurar su inmovilidad absoluta. Utilicen cables de metal resistente para esposarlo y sigan meticulosamente el resto del protocolo establecido.
Los soldados obedecen rápidamente mi mandato con un saludo militar disciplinado y son guiados por uno de nuestros sirvientes hacia el sótano; allí se llevará a cabo el interrogatorio necesario para extraer cualquier información útil que este individuo pueda poseer.
