Un Nuevo Lienzo
Después de una intensa semana abocado a la planificación de los futuros proyectos, una visión más optimista para Irlam comienza a tomar forma.
Los herreros, con la aceptación de estar bajo la dirección de Baltazar, finalmente han llegado. Con la semiautomatización de la forja de acero completada, solo resta llevar a cabo las pruebas y capacitaciones correspondientes para los hábiles herreros.
Al compartirles el método innovador que implementaremos para la producción de acero, noté cierta resistencia en su actitud inicial.
Baltazar, en su sabiduría, se tomó el tiempo de explicar detalladamente que, aunque el acero de este mundo sea ya de alta calidad, el método propuesto tiene el potencial de refinarlo aún más.
Logrando una pureza que superará incluso al aclamado acero de Lugunica.
El proceso se puso en marcha de manera auspiciosa, dejando solo la espera por los primeros resultados como siguiente paso.
En paralelo, Rem y Otto han estado desplegando su esfuerzo en coordinar la llegada de las identificaciones necesarias.
Un impresionante número de más de cien placas han sido fabricadas, con la finalidad de acoger a los habitantes de Irlam y otorgarles su lugar dentro de esta nueva estructura.
El día de hoy es miércoles, señal de que nos encontramos en la mitad de la semana.
En mi oficina, en compañía de Emilia, quien ha estado colaborando incansablemente desde entonces en la gestión administrativa.
Aunque su adaptación ha sido gradual, se ha dedicado con firmeza a comprender mis métodos y aportar su perspicacia, fundamentada en las observaciones de los pobladores.
Su empeño por aligerar mi carga es innegable y profundamente apreciado.
—Has avanzado notablemente —comento mientras leo el informe que ha presentado acerca de la fábrica de pólvora, la cual ha sido revitalizada bajo su supervisión.
La inminente implementación de la semi automatización en la fábrica de pólvora está a punto de comenzar.
Para asegurar que no se pierdan empleos, hemos decidido reubicar a algunas personas en otras fábricas de pólvora que también serán establecidas.
En esta ocasión, nuestra intención es producir pólvora con concentraciones más elevadas de lamicta de fuego, buscando potenciar su efectividad.
En cuanto al acero, su llegada está próxima, aunque los preparativos y el proceso de forja serán más intrincados.
Optamos por adquirir diversos lingotes de acero provenientes del reino, los cuales serán utilizados en nuestro propio proceso de forja.
Este paso es crucial para elevar la calidad del acero resultante, ya que la utilización de acero en el proceso de fabricación contribuirá a un producto final de excelencia, superando sin duda al material previo.
—¿Los exámenes son para hoy? —interroga Emilia, a lo cual asiento con convicción.
En este miércoles, es el día en que Crusch y Luan serán sometidos a su examen.
Al principio, surgieron desafíos por parte de los soldados, pero lo sorprendente es que las quejas no se dirigieron hacia Luan, sino hacia Crusch.
Al parecer, en el corto tiempo que Luan ha estado con nosotros, ha ganado el respeto y aprecio de todos.
Por su parte, Crusch ha demostrado un talento excepcional en todos los ámbitos, lo que inevitablemente ha suscitado cierta envidia.
Un asombroso panorama, si me permites expresarlo así.
Crusch ingresó como una cadete común, pero tomó la decisión de no hacer uso de sus habilidades mágicas. Se propuso actuar como un soldado ordinario, demostrando su valía desde ese enfoque.
En lo personal, no tengo dudas sobre su capacidad, incluso podría vencer fácilmente a un jefe Wolgarm.
Se trata de Crusch Karsten, y carezco de cualquier temor en lo que a ella respecta.
Mañana, comenzaremos el proceso de documentación, pero hoy, oh, hoy es el día para presenciar un espectáculo.
Junto a Emilia y Beatrice, nos dirigimos al lugar donde se llevará a cabo el examen. Son aproximadamente las tres de la tarde. La ubicación del examen se encuentra en las áreas que no serán objeto de expansión.
Atraemos a una manada de bestias Wolgarm y observamos su comportamiento.
Dado su carácter territorial, tienden a permanecer en el mismo lugar. Les proporcionamos alimento de manera normal para asegurarnos de que no se alejen.
El examen en sí involucra a cinco soldados luchando en secuencia para derrotar a uno de estos Wolgarms, acompañados por unos pocos más de la manada.
Un desafío que evaluará tanto la destreza individual como la cooperación del grupo.
Crusch y Luan parecen estar preparadas, intercambiando palabras en un tono animado mientras los miembros del ejército comienzan a congregarse. A su lado se encuentra Alsten, acompañado por un grupo de diez soldados.
A medida que nos acercamos, Alsten nos nota y nos saluda con entusiasmo.
—Señorita Emilia, general Marco, señorita Beatrice —saluda Alsten con una sonrisa sutil en su rostro.
El espíritu del ejército se encuentra en su punto más alto después de todos los logros alcanzados. Emilia y los esfuerzos del ejército han dejado una huella notable, generando un sentimiento de orgullo entre todos los miembros.
Aunque nuestra fuerza es limitada, nos quedamos con poco más de veintinueve personas debido a las pérdidas sufridas durante el enfrentamiento contra el culto.
No obstante, estoy seguro de que pronto se unirán nuevos reclutas, lo que no me causa preocupación alguna.
Me posiciono frente a las dos valerosas candidatas y, con una expresión grave, anuncio:
—Daremos comienzo al examen de promoción.
La indumentaria militar luce impecable en Crusch, como siempre, pero Luan también destaca con su presencia. El contraste entre el blanco de su cabello y piel con el tono negro de su uniforme militar es notablemente elegante.
Ambas mantienen expresiones serenas, demostrando estar preparadas para cualquier desafío que se les presente. Si bien mi influencia en su elección puede haber limitado las opiniones de otros, estoy seguro de que demostrarán su valía.
—La prueba consistirá en enfrentarse a un jefe Wolgarm, además de entre cuarenta a cincuenta mabestias menores —les informo con seriedad a ambas.
Las batallas de élite requieren la habilidad tanto para liderar como para luchar. Aquellos designados como élite deben ser capaces de demostrar competencia en ambas áreas, lo que hace que la capacidad de mando sea crucial.
Eso si no crees tener la fuerza para afrontarlo por ti mismo.
En este contexto, Luan asumirá el liderazgo de un escuadrón compuesto por aquellos que no lograron superar el examen estándar.
Emilia, Beatrice y yo estaremos vigilantes, listos para intervenir si la situación lo requiere, evitando así que las cosas se descontrolen.
Por otro lado, Crusch optará por realizar el examen por sí misma, mostrando su poderío individual. Esta es una estrategia que empleo para aplacar cualquier posible queja o duda.
Aunque nadie la conozca en profundidad, eso cambiará pronto.
Según sus propias palabras, Crusch no empleará su espada ni su magia a menos que lo considere necesario. Portará una kukri y su rifle con bayoneta, herramientas que eligió de manera deliberada.
Esta elección me hace confiar en ella aún más.
Si bien no estoy completamente al tanto de sus habilidades, el potencial que el maná en su cuerpo representa podría brindarle ventajas significativas.
Estoy ansioso por presenciar sus acciones en el campo de batalla y descubrir cómo se desenvolverán. En un tono respetuoso, llamo su atención:
—Cadete Crusch.
Tal como ella lo solicitó, omito su apellido. Crusch ya no es solo Crusch Karsten; ha trascendido las etiquetas que la atan.
Su sueño no ha desaparecido, sino que ha evolucionado.
Nuestras miradas se cruzan, y en ese instante compartimos una comprensión mutua. Sus deseos son claros, y la determinación se refleja en sus ojos.
"Darle una paliza a esa bestia."
Exactamente eso.
Ante nosotros se extiende el bosque, su entrada resguardada por una avanzada matriz de cristales piroxeno que previene la aparición de mabestias.
La confección de estos cristales requiere magia Yang, y en ese aspecto, contamos con la ayuda de Roswaal.
Una vez creados, solo es necesario recargarlos con maná, como hace Emilia.
Sin embargo, su alcance efectivo es limitado, lo que justifica el uso de varios de estos cristales en conjunto.
Las mabestias han proliferado en el bosque como una plaga, agotando los recursos naturales y ocasionando daños significativos al ecosistema circundante. Recientemente, se ha registrado la aparición de un tipo de mabestia diferente, pero esta situación aún se encuentra en fase de investigación.
Nos movemos a lo largo de la extensión del terreno, con un escuadrón vigilante mientras mantengo a Crusch en el frente.
Emilia es una presencia constante en estos exámenes, asegurando que todo salga como debe y lista para resolver cualquier problema que pueda surgir.
Les expliqué a ambas la importancia de Crusch para mí, cómo perdió todo debido a Gula y cómo deben tratarla con amabilidad, confiando en que se adaptará rápidamente. Aparentemente, mis palabras surtieron efecto, ya que tanto Emilia como Crusch han establecido un vínculo amistoso.
En cuanto a Beatrice, aunque es cautelosa con los recién llegados, tengo confianza en que se acostumbrará con el tiempo.
—Cadete Crusch, avance hasta la zona asignada —indico.
Frente a la matriz de cristales, se extiende un campo abierto con aproximadamente diez metros de diámetro, pero no es simplemente un campo liso, sino que está lleno de obstáculos estratégicamente ubicados.
Trozos de troncos, áreas despejadas, escombros y otros elementos están dispuestos para crear un terreno variado y desafiante.
Crusch se coloca en su posición inicial, lista para comenzar la prueba.
Emito la orden:
—Saquen la carnada.
Las mabestias son atraídas por seres vivos que emiten maná de manera más intensa, lo que los convierte en un objetivo llamativo. Mantenemos al jefe Wolgarm cerca, pero es crucial llevar a cabo este paso para asegurarnos de que las mabestias se acerquen.
Utilizo mi magia Murak para lanzar al ciervo, ubicándolo a unos siete metros de Crusch.
—¿Permitirá que lo haga sola, general? —pregunta Alsten, mostrando preocupación.
Los soldados observan con una mezcla de anticipación y emoción. Somos solo una pequeña congregación, no más de diez personas, y el capitán Oslo también se encuentra presente.
Todos están ansiosos por presenciar la demostración de habilidades que está a punto de llevar a cabo Crusch.
—Ella estuvo luchando mano a mano conmigo. Si debo opinar, su fortaleza no es algo que se deba subestimar —comento, evitando mencionar que es más fuerte que yo, ya que eso sería contraproducente.
—Mira y aprende —añado, dejando claro que tengo plena confianza en su capacidad y que he preparado todo correctamente.
La carnada, un ciervo, comienza a emitir chillidos cuando es herido, atrayendo rápidamente a las mabestias.
Crusch se resguarda tras un tronco, aunque es evidente que no lo necesita para su estrategia. Salta el obstáculo con gracia y se lanza hacia las mabestias, dejando a todos atónitos.
A medida que las mabestias Wolgarm la detectan, comienzan a aullar, alertando a los demás en la zona. La agilidad y determinación de Crusch son impactantes; su destreza va más allá de lo común
¡Bang!
Un estruendo retumba en el aire.
Un disparo preciso viaja directo a la cabeza del Wolgarm que estaba aullando, silenciándolo de inmediato.
Crusch reduce la distancia rápidamente, enfrentando a dos de estas criaturas. Con una maniobra ágil, desenvaina su kukri y se lanza al ataque mientras los Wolgarm intentan morderla.
Crusch decapita a uno de ellos y, en un rápido movimiento, clava la bayoneta en la cabeza del otro, poniéndole fin.
—Eso es... —se oyen murmullos de asombro. Mientras todos expresan su sorpresa, yo sonrío, consciente de que esto apenas es una pequeña muestra de su capacidad.
Con un rápido movimiento, limpia las armas de la sangre de sus enemigos caídos. Permanece serena, en actitud paciente, mientras algo más retador se avecina.
Los gruñidos se multiplican, y en un abrir y cerrar de ojos, ojos rojos empiezan a resplandecer entre los arbustos. Las enormes patas de las mabestias Wolgarm emergen al mismo tiempo, rodeándola con facilidad.
El problema con los Wolgarm es su número. Uno por sí solo es manejable, pero en cantidad se vuelven formidables.
Crusch tiene solo cuatro balas restantes, lo que significa que tendrá que administrar su munición con cuidado durante el enfrentamiento que se avecina.
Recargar en batalla es complejo, por lo que deberá encontrar una situación apropiada.
Los Wolgarm demuestran astucia y comienzan a atacar en coordinación.
Forman un círculo a su alrededor, mientras otros trepan a los árboles en busca de oportunidades de ataque sorpresa.
En ese momento, Crusch elige una dirección y se lanza en esa dirección, aprovechando que algunos Wolgarm saltaron hacia ella.
Con agilidad, dispara a dos de ellos, y con una patada, aparta al que está más cerca. Se aleja del centro del ataque para tener espacio para reaccionar.
Rápidamente, con su kukri, ataca a uno de los Wolgarm, partiendo su cabeza por la mitad en un movimiento fluido. En cuestión de segundos, elimina a más de siete de estas criaturas, dejando a todos impresionados.
—¡Increíble! —exclama un soldado emocionado.
—¡Ella es asombrosa! —agrega otro.
En un instante, el ambiente cambia de envidia a emoción por Crusch. Sonrío con satisfacción, compartiendo el entusiasmo de los demás mientras ella sigue destrozando a las mabestias.
—Crusch... —Emilia parece sorprendida. A pesar de las conversaciones que han tenido, esta es la primera vez que ve a Crusch en acción.
Crusch agota sus últimas balas para abatir a tres mabestias que se le acercan. Al ver que están superadas, las mabestias retroceden. Con el tiempo, han aprendido tácticas de generación en generación, y aquellas que sobreviven transmiten su conocimiento a las siguientes.
Ella aprovecha los momentos para recargar, cuando no puede solo despedaza con su kukri todo lo que se atraviese. Al final, solo quedan unos cuantos, el suelo repleto de sangre con una sensación ominosa.
La forma en que se reproducen es algo que aún no comprendemos completamente, difiere de los seres vivos comunes en muchos aspectos.
Crusch aprovecha un momento de respiro para recargar su arma. Se desplaza al centro del área, posicionándose sobre un tronco para obtener una mejor vista.
Sorprendentemente, no parece ni siquiera estar agitada.
—Ya debería de haber aparecido, ¿verdad? —comenta Alsten, indicando que esperan la aparición del jefe Wolgarm.
Aquellos que han sido testigos de estas pruebas ya están familiarizados con parte del comportamiento de las mabestias, aunque las circunstancias pueden variar, hay aspectos que permanecen constantes.
Desde el suelo, el tronco comienza a elevarse.
Crusch retrocede con un ágil salto, justo en el momento en que el tronco se parte en dos por un pilar de tierra.
El polvo se eleva en el aire y desde esa nube emerge una figura. Lo que normalmente sería una mascota inofensiva, mira a Crusch con profundo odio, gruñendo mientras sus ojos brillan en un intenso carmesí.
Un cachorro marrón, su aspecto normalmente tierno transformado en una mirada hostil.
Crusch apunta su arma, pero el perro utiliza el suelo para generar explosiones de tierra, desviando los disparos de Crusch. Las manadas de mabestias han aprendido, su capacidad de comunicación es superior a la de los animales comunes.
Es probable que utilicen sus cuernos como antenas para transmitir información.
He estado investigando esta peculiaridad, aunque los resultados no han sido concluyentes. Esto es en parte por lo que deseaba obtener el cuerno de la ballena.
Las mabestias Wolgarm comienzan a surgir en números crecientes. Normalmente forman manadas de veinte, pero esta cifra puede aumentar según las circunstancias.
Los cuerpos de los cultistas parecen ser un alimento preferido, lo que posiblemente haya incrementado su población. Más de quince de estas criaturas emergen de los arbustos, rodeándola.
Nuestra posición es su única zona segura.
Crusch observa a las mabestias, sin mostrar ningún indicio de movimiento. Los soldados observan en silencio, conscientes de que esta prueba ha resultado más desafiante de lo normal.
Más mabestias emergen, y Crusch permanece inmóvil. De repente, el sonido de un disparo rompe el aire.
¡Bang!
Crusch dispara a los Wolgarm más cercanos mientras avanzan hacia ella. Con agilidad, corre directamente hacia el líder de la manada.
A medida que los pilares de tierra emergen del suelo, Crusch se da cuenta de una leve deformación en el suelo antes de que cada pilar aparezca. Utiliza esta observación para esquivar hábilmente los pilares, incluso se posiciona sobre uno de ellos.
Agachándose en el momento preciso, aprovecha la elevación del pilar recién formado para remover la cobertura del líder Wolgarm, liberándolo de los obstáculos.
—¡Crusch esta…! —asombrado, la veo elevarse unos pocos metros.
Apunta su arma y dispara justo antes de su caída.
¡Bang!
Sin embargo, el líder Wolgarm se transforma en un ser aún más imponente, absorbiendo el impacto del disparo con solo una herida menor. Los pilares a su alrededor se desvanecen y el líder avanza hacia Crusch, intentando morderla.
—¡Toma esto! —Crusch toma la kukri y la lanza directo al ojo de la mabestia.
Una explosión de sangre y un grito desgarrador siguen el impacto.
Crusch aterriza en el suelo y repele a otro Wolgarm con una patada. En un rápido movimiento, clava su kukri en el cuello de una bestia y lo arroja en dirección a la manada, obstruyendo su avance.
Los Wolgarm se agrupan en torno al líder, preparándose para un ataque coordinado.
Mi sonrisa se mantiene, pues comparar esta prueba con enfrentarse a una de las tres grandes mabestias sería estúpido.
Crusch está demostrando su valía
Crusch se coloca frente a nosotros, alejándose de las mabestias. Con determinación, afirma.
—¡Soy Crusch! —posiciona su rifle—. Esto no es nada para mí.
El maná comienza a acumularse, una luz azul se forma alrededor de su rifle mientras las bestias la observan con hostilidad. Incluso la mabestia más grande parece un poco intimidada por la acumulación de poder, pero avanza sin temor.
Crusch sigue reuniendo maná mientras invoca vientos a su alrededor. Hojas de viento emergen y todo a su alrededor se alza, obligándonos a buscar refugio.
—¡Es una usuaria del viento! —exclaman, maravillados por lo que se está desarrollando.
Pero Crusch es más que eso. La acumulación de hojas de viento y la intensidad de la luz llegan a su punto máximo, y mientras la bestia y los Wolgarm avanzan, Crusch crea pilares en frente de ella para distraerla.
Sin embargo, en este momento, nada parece capaz de detenerla.
—¡Se acabo! —grita, presionando el gatillo.
¡BANG!
Un retumbante disparo resuena, dejando su eco en los oídos y en los corazones de todos los presentes. Una esfera de hojas de viento se propaga por el campo, su avance puede ser algo lento, pero su potencia es indiscutible.
Al entrar en contacto con uno de los pilares de tierra, este se desintegra en cientos de fragmentos, permitiendo que la esfera siga su curso implacable.
La bestia desesperadamente erige más pilares para detenerla, pero es en vano. La bala alcanza su cabeza con precisión, causando una explosión carmesí y desintegrando su cráneo.
Una nube de sangre se eleva, seguida por el cuerpo de la bestia que cae al suelo, aplastando a los Wolgarm cercanos.
Solo queda parte de su cuello desgarrado, expulsando sangre.
Crusch, ni siquiera parece exhausta. Apenas suspira mientras observa cómo los restantes Wolgarm huyen en pánico al perder a su líder.
—¡El examen ha concluido! —proclamo con una sonrisa de satisfacción en mi rostro.
Los soldados están atónitos ante la hazaña de Crusch, y es comprensible. Sin embargo, eso no importa. Aunque su memoria haya sido alterada, la realidad es moldeable.
Se puede reconstruir.
—Ella era parte de nuestras fuerzas, una teniente comandante —anuncio, captando la atención de todos—. Luchó a mi lado contra el arzobispo de la Gula, quien le arrebató su nombre y, por ende, su presencia en este mundo. Quedó aislada por completo, pero yo la recuerdo.
Fijo mi mirada en todos con determinación.
—La recuerdo porque soy el único capaz de eliminar a esos malditos del culto —declaro con un fervor cargado de odio—. Por eso les ruego que la acepten. Sus habilidades son más que suficientes, y su habilidad para liderar es excepcional.
