La Emoción en la Incertidumbre.
La noche envuelve el patio mientras estoy parado junto a Ram, su mirada fija en mí. El viento suave trae consigo una brisa cálida. Estos seis meses han sido transformadores, llevándome por un camino diferente en mi vida, impulsándome a avanzar.
—¿Crees que puedes vencerme ahora? —dice Ram con un deje de disgusto—. Apenas y te ves un poco más fuerte.
Estiro mis músculos, inclinándome y enderezándome mientras me preparo para lo que viene.
Alineo mis brazos y estiro mi cuello.
—Bueno, aunque no te haya vencido en estos seis meses, estoy seguro de que puedo darte problemas —le respondo con una sonrisa decidida, acumulando maná en mi ser.
En el fondo del patio, Crusch, Beatrice, Luan, Rem y Otto nos observan.
El entrenamiento de hoy es crucial; según la novela, no habrá más eventos importantes durante un año, lo que significa que tengo otro medio año para prepararme.
O tal vez, quién sabe, algo negativo esté en el horizonte.
—¡Tú puedes hacerlo! —exclama Emilia, ofreciéndome su apoyo.
—¡Aplica lo que te enseñé! —anima Crusch, con entusiasmo en su tono.
Con el tiempo, todos nos hemos vuelto cercanos, incluso Luan, quien al principio parecía distante. Poco a poco, ella también se dejó envolver por la intensidad de las emociones de Emilia. Emilia ha sido la fuerza que nos ha unido a todos, por lo que le debo mi gratitud.
—¿Qué tipo de comida prepararás para mí hoy? —pregunta Ram mientras saca su vara mágica.
—¡Hoy comeré patatas al vapor! —respondo con una sonrisa, jugando con ella—. ¡Fu Murak!
Me lanzo hacia Ram a toda velocidad, deslizándome por el césped mientras ella arroja una serie de cuchillas de viento.
Ram tiene la habilidad de hacer que sus ataques de viento causen más daño físico que cortante, así que no debería resultar en heridas graves.
Con destreza, comienzo a esquivar sus ataques moviendo mis pies con agilidad. Mi estilo de movimiento ha sido perfeccionado gracias a las enseñanzas de Crusch y las técnicas de Ram.
He logrado desarrollar mi propio enfoque combinando lo aprendido de ambas.
—¡Mo Vita! —invoco un Vita Móvil, una zona de aumento de gravedad justo frente a mí— ¡Goa!
Lanzo varias bolas de fuego que son succionadas por el campo gravitacional en el suelo. El humo intenta elevarse, pero el campo de gravedad lo mantiene contenido.
—¡Esa estrategia no funcionó la última vez! —Ram se lanza hacia mí, moviéndose con rapidez para posicionarse frente a mí y lanzarme un puñetazo al rostro.
Rápidamente desvío su puño con mi mano y trato de patearla en el estómago, pero ella esquiva el golpe y contraataca con una ráfaga de viento. Utilizo mi control sobre la gravedad para evitar ser lanzado por la ráfaga y me mantengo en el lugar.
—¡Shamack! —exclamo, creando una sensación de oscuridad.
La oscuridad envuelve la zona, absorbiendo la luz y los sonidos a su alrededor. Aunque la oscuridad es profunda, esta técnica no afecta a quien la invoca, permitiéndome ver en medio de la neblina azabache.
El calor liberado por el gas a presión colma el aire, haciendo que sea difícil hasta respirar.
Mi visión está un poco limitada debido a la oscuridad generada por la técnica, pero puedo seguir las siluetas en movimiento, incluida la de Ram. Ella intenta golpearme, pero logro clavar mi puño en su estómago.
Con una ráfaga de viento, ella despeja la nube de oscuridad y se separa de mí.
—¡Basura! —Ram cae al suelo cuando la tacleo, quedando encima de mí.
Intento mantenerla bajo control, pero ella me lanza un golpe al rostro. Luego, con un movimiento rápido, crea un remolino de viento que me envía volando.
Utilizando murak, me mantengo en el aire, lanzándole bolas de fuego mientras controlo mi posición.
—¡Vas a cocinar! ¡Floja! —continúo disparando bolas de fuego mientras ella arroja hojas de viento hacia mí.
Después de varios minutos intensos, la pelea se estanca y ambos nos encontramos en el suelo, mirándonos fijamente.
—Vamos a los puños si tienes tanto miedo. —Ram me mira con molestia—. Has estado volando por todo el rato, gallina.
—Perdóneme usted por usar mis habilidades. —Trueno mis dedos, devolviéndole la mirada con arrogancia—. Entonces quedaremos a puños, el primero en tocar el suelo.
Dirijo mi mirada hacia nuestro público, que parece estar preocupado por la intensidad de nuestra pelea. Hoy he dado lo mejor de mí, una extraña sensación me recorre, como si quisiera liberar todas mis emociones.
Quizás es solo ansiedad.
—¿Qué vas a cocinar hoy? —pregunta Ram, preparándose para continuar.
—¡Patatas al vapor! —anuncio mientras corro hacia ella, lanzándome.
Intento golpearla con un gancho derecho dirigido a su mandíbula, pero ella logra bloquearlo con su brazo y trata de agarrarme. Con un movimiento brusco, retiro mi brazo con fuerza, tomando a Ram por sorpresa.
—El pequeño debilucho ahora tiene un poco de músculo. —Me mira con desprecio—. Tanto para que puedas retirar el brazo.
—Solo soy un humano, maldito demonio —respondo con determinación, realizando un giro y lanzando una patada hacia su cabeza.
Ram logra bloquear el golpe con sus manos, pero en ese mismo instante cambio mi posición.
Lanzo otra patada, esta vez recta hacia su estómago. Ella se coloca en posición defensiva y recibe el impacto, siendo empujada hacia atrás por la fuerza del golpe.
Jadeo exhausto, mientras que Ram parece estar menos fatigada, su jadeo parece más relacionado con la falta de maná que con el esfuerzo físico.
—¿La dama necesita que le recarguen el maná? —le digo a Ram, tocándome la frente—. Tal vez podría ayudarte.
Antes de que pueda reaccionar, Ram ya está frente a mí y me golpea en el estómago con fuerza. Un ardor se propaga desde el centro de mi cuerpo mientras ella intenta arrojarme al suelo.
Aprovecho su movimiento y, en secreto, reduzco la gravedad a mi alrededor, lo que la sorprende y me permite derribarla junto a mí.
Ambos quedamos en el suelo, mirando el cielo estrellado y jadeando agotados.
—Tramposo —dice Ram, intentando agarrarme del cabello.
—Efectivamente, eso soy. —Río mientras intento incorporarme.
Es un empate, aunque logrado mediante trampa. Finalmente, he conseguido igualar a Ram en un enfrentamiento de práctica.
La lucha cuerpo a cuerpo con ella es una tarea difícil, y todavía siento que tengo mucho por mejorar en ese aspecto.
Por supuesto, entrenar constantemente con las personas más fuertes de Lugunica, excluyendo a Otto; quien ahora se une a mis rutinas de ejercicio matutinas, ha sido un factor determinante.
Emilia se acerca para curarnos, y más espíritus se reúnen a su alrededor.
—¿Has establecido contratos con más espíritus? —pregunto, y ella asiente.
—Sí, aunque no estoy segura de cómo reaccionarán cuando llegue Puck. Solo espero que no se asusten. —Emilia sonríe mientras nos cura a ambos.
Sin la magia curativa de Emilia, estas intensas prácticas no serían posibles. A medida que le explico cómo funcionan las cosas, se da cuenta de que la magia puede tener una variedad ilimitada de usos, limitados solo por la imaginación del usuario.
—Jeje, me encantará ver su reacción cuando se entere
—Tonto Marco. —Emilia hace un puchero mientras pellizca mi mejilla.
La oscuridad se cierne sobre nosotros como en todas las noches.
Decidí que, dado que fui el tramposo, sería yo quien preparara la comida, lo que nos permitió compartir una cena conjunta esta vez.
El último día del mes se avecina; el proyecto está completo y un día de gran importancia amanece mañana. Irlam, por su parte, se enfrentará a cambios de otra índole, cambios que posiblemente destaquen incluso más allá de los límites de Lugunica.
En la calidez del laboratorio, me encuentro con Beatrice.
Ella se arregla el cabello mientras reposo en la cama. Su belleza nunca deja de ser un dulce regalo para mis ojos, sin importar cuántas veces la contemple. Mi corazón halla serenidad en su presencia.
—¿Has considerado llevar el cabello corto? —pregunto, a lo que Beatrice responde con una sonrisa.
—Las princesas deben llevar el cabello largo de hecho —responde ella, dando los últimos toques a su peinado, que no presenta sus clásicas coletas si no que se lo deja suelto.
Ella se acerca a la cama y se recuesta a mi lado, reposando sobre mi pecho mientras me abraza.
—Ahora estás más musculoso supongo, antes eras más... suave, de hecho —Beatrice me observa con una expresión mullida.
—Lo intenté, lo juro —me disculpo, acariciando su cabeza.
Inevitablemente, mis músculos han experimentado un crecimiento, tornándose más firmes. Mis fibras se han fortalecido sin exagerar, logrando que mi cuerpo sea compacto, pero, al mismo tiempo, posea una gran potencia muscular.
El manejo del maná también ha cobrado relevancia, ya que poco a poco he logrado dominar la concentración conjunta con su uso.
—Marco. —Beatrice me mira, una pizca de tristeza en su mirada—, ¿no te molestó que Betty no acudiera por ti en aquella ocasión?
Los recuerdos de lo acontecido seis meses atrás se agolpan en mi mente; Beatrice se mostraba extraña en aquel entonces. En ese momento me preguntaba por qué, pero esa inquietud se desvaneció con el tiempo.
—Para ser sincero, no me molestó en absoluto. —La atraigo hacia mí, colocándola a mi lado para sentir su aliento y percibir las vibraciones de su voz—. ¿Hay algún motivo en particular?
Ella cierra los ojos y posa su brazo alrededor de mi cuello, abrazándome.
—Betty pensó que, en ese instante, solo alguien en quien no confiabas completamente podría rescatarte de allí —susurra, su confesión me sorprende, incitándome a reflexionar sobre la veracidad de sus palabras—. Por eso, Betty no fue en tu búsqueda, y me alegro sinceramente de haber tomado esa decisión.
Ella deposita un beso en mi mejilla y reduce la intensidad de la luz, sumiéndonos en la oscuridad absoluta.
—Aunque, de haber sabido que te volverías cariñoso con Crusch, lo hubiera pensado dos veces supongo. —Su abrazo se afianza en mí, lleno de intensidad—. Ama a quien quieras, pero siempre ama más a Betty de hecho.
—Mi amor por ti es distinto al amor romántico, te amo, te amo con locura. —Muevo mi cabeza y rozo su frente con un beso—. Llenas mi vida de felicidad, de calidez y ternura. No importa lo que suceda, siempre serás la fuente de mi amor más profundo. Cada mañana, mi corazón clama por ti, anhela tu presencia, tus palabras cargadas de dulzura y tu sonrisa radiante.
Es un amor diferente, pero puro, cargado de esperanza y alegría.
El deseo de ver a tu hija crecer, de verla feliz, de sentir sus abrazos y besos, de sentir el amor que ella siente por ti, de dar ese amor.
—Jejeje, Betty también te ama, eres el caballero de Betty, de hecho.
Suspiro, cerrando los ojos.
—Por la eternidad...
La oscuridad nos rodea y duermo en paz, aunque las pesadillas retornan, Beatrice usa su magia en mí para atenuar sus efectos. Son los fragmentos generados por el miasma, que poco a poco empieza a recobrar fuerza.
Su influencia es extraña, pero necesaria.
Abro los ojos y lo primero que noto es un mechón de cabello en mi rostro. Con un ligero movimiento, aparto el cabello, dejando a Beatrice en la cama. Siempre duerme un poco más, agotada por haber empleado magia en mí.
Le dejo un beso en la frente y me retiro sigilosamente a mi habitación para no hacer ruido.
Me observo en el espejo, reflexionando sobre todo el camino que he recorrido. Mi rostro se ha afinado y mis rasgos han mejorado. El influjo del maná también se ha extendido a la mejora de mi físico.
Pensar que tendría músculos tan definidos...
Me miro al espejo, notando mi cabello desordenado y largo.
Quizás debería pedirle a Rem que me haga un corte de cabello.
Salgo de mi habitación con ropa fresca y sigo mi rutina diaria. Los preparativos avanzan sin cesar y, cuando me doy cuenta, ya es hora de dirigirme a Irlam. Todos están listos para el evento de hoy; ahora es el momento de dar el siguiente paso.
Un nuevo capítulo se abre, y con Irlam en pleno auge, es el instante ideal para lanzarnos hacia un crecimiento explosivo.
El flujo de gente ha aumentado considerablemente después de las remodelaciones. Las operaciones de expansión son casi diarias ahora, ejerciendo una mayor demanda en nuestro ejército.
—¡General Marco! —Alsten y Lucas dan un saludo militar, mientras una hilera de soldados se despliega por el camino que conduce al pueblo.
Nuestras fuerzas ahora suman más de quinientos soldados, ya que muchos de los recién llegados a Irlam han decidido unirse a nosotros.
Nuestro ascenso vertiginoso ha sido impulsado por las campañas de publicidad del Ministerio de Prensa, que nos ha brindado exposición pública. Además, la recompensa que obtuvimos por derrotar a la ballena tuvo un impacto significativo.
Mi rango ha ascendido de barón a vizconde, y Emilia recibió una medalla conmemorativa por su participación en la derrota del culto y la ballena.
Esto potenció nuestra campaña publicitaria, y gracias a la labor de organización de Gildark y la Hermandad, hemos logrado atraer a más de trescientas personas de los barrios bajos, brindándoles una oportunidad de empezar de nuevo en una vida mejor.
La gente comenzó a llegar en masa, lo que nos llevó a reestructurar todo para mantener el orden público.
Las cosas están cambiando; Irlam se ha transformado en un floreciente pueblo que, pronto, alcanzará el tamaño de una pequeña ciudad. La población actual supera el millar de habitantes, y hoy estamos celebrando el mayor aumento de población hasta la fecha.
Los movimientos de los sabios se han detenido y una preocupación creciente se cierne sobre mí, pero no hay nada que pueda hacer al respecto.
—¡Avancemos! —nos dirigimos hacia la plaza, dirigiéndonos a la tarima donde habitualmente llevamos a cabo nuestros eventos culturales.
Finalmente, hoy se ha completado la estatua hecha a partir del cuerno de la ballena. Contratamos a un artista al que proporcionamos herramientas de acero imbuidas con maná por parte de Frey para que realice la labor.
Aunque se dañaron muchas, además de tener que usar piedras para quitar el maná del cuerno y poder dañarlo, al final resultó.
La multitud comienza a congregarse; la afluencia es tan intensa que las calles deben ser cerradas para permitir el acceso al lugar.
Se hace evidente la necesidad de expandir esta área.
Aunque no todos puedan participar dada la cantidad de gente, al menos estamos aquí. Detrás de la tarima nos reunimos, estamos todos, el grupo de siempre.
—¡Preparad el tanque de propano! —exclamo, a lo que Rem y Beatrice se ponen manos a la obra mientras Crusch, Otto y Luan ayudan junto a otros sirvientes.
Sí, es el resultado de nuestro esfuerzo.
—¿Estás lista? —le pregunto a Emilia, que está a mi lado—. Pareces preparada, estás a punto de conquistar corazones con tu belleza.
Mi intento de broma para animarla provoca que haga un puchero; me lanza una mirada buscando ayuda mientras avanza hacia la tarima.
—Tonto —responde, al final subiendo finalmente a la tarima.
Frente a ella se congregan fácilmente más de cuatrocientas personas, el número aproximado que cabe en la plaza. Todas esas miradas, sean ciudadanos reconocidos o no, están llenas de expectación.
Todos aguardan por las palabras de la candidata.
Ella se yergue con confianza, dirigiendo su mirada hacia todos, con una expectativa palpable en el aire.
—¡Habitantes de Irlam! ¡Buenas tardes! —exclama Emilia, haciendo uso del micrófono que nos proporcionó Anastasia—. ¡Hoy celebramos con orgullo que oficialmente hemos alcanzado una población de dos mil habitantes!
Un logro que habría sido imposible sin la ayuda de Gildark, asi como de nuestros logros. Anexamos pueblos aledaños, asi como personas de diferentes ciudades venían a probar suerte.
Lo soldados son en su mayoría guerreros que no fueron aprobados, o personas que tienen un objetivo en mente.
Los gritos y vítores resuenan, esta vez, sus aclamaciones traspasan las palabras, reverberando en nuestros cuerpos mientras la gente contempla a Emilia con orgullo y alegría. Aunque enfrentamos numerosos desafíos, todo lo que hemos hecho ha conducido a este momento.
La aceptación de Emilia ha crecido exponencialmente, y con la prohibición del racismo, tanto los semihumanos como los humanos no adheridos a esa ideología se han unido a nosotros, deseando convivir y compartir buenos momentos.
Claro está que ha habido confrontaciones, pero ninguna que no pudiera ser resuelta.
—¡Viva la candidata Emilia! ¡Viva Irlam! —exclaman todos emocionados.
Las vidas de todos han dado un vuelco; lo que una vez fue un pequeño pueblo del que algunos deseaban escapar para rehacer sus vidas, ahora se ha convertido en el epicentro de su mayor riqueza.
Aquellos mismos trabajadores que antes se esforzaban bajo las órdenes de otros, ahora administran sus propios negocios, e incluso algunos dirigen las mismas fábricas.
Todos avanzan, y ahí reside la belleza de la vida.
—Sé que cada uno de ustedes ha trabajado duro. Siento su emoción y alegría, y ver que estamos edificando nuestro sueño me llena de mucha, mu~~cha felicidad. —Emilia extiende sus brazos, dirigiendo su mirada a todos—. Hoy queremos hacer un anuncio, porque seremos los pioneros en esto.
La emoción se intensifica con la intriga, y un silencio expectante inunda el ambiente. Con todo en su lugar, subo a la barquilla y fijo mi mirada en Emilia, encendiendo rápidamente el gas con mi magia de fuego.
—Sin necesidad de un ser vivo, sin necesidad de emplear elementos que no sean propios del ingenio humano. —Emilia eleva su voz—. ¡Hoy! ¡Irlam alcanzará los cielos!
Un globo de más de veinte metros de alto se eleva con rapidez, el velo que lo ocultaba es retirado y la vista se revela ante todos. Yo asciendo rápidamente, contemplando la misma panorámica que suelo ver cada mañana cuando utilizo mi magia de vuelo.
El globo se eleva con fuerza, un globo aerostático que marca el inicio del campo aéreo.
Las miradas de todos se dirigen a mí, asombrados por lo que ven mientras me elevo. Con mi magia de fuego controlo la presión interna del globo, y con la magia del viento ajusto su dirección según lo requiera.
Alcanzo la altura de la tarima, observando a todos desde veinticuatro metros de elevación. Aunque esta no es la máxima altura que el globo puede alcanzar, me permite tener una vista panorámica de todos los habitantes.
—¡Miren! —exclaman todos, sus voces llenas de asombro.
Yo los observo a todos, elevado en el aire por primera vez sin hacer uso de la magia gravitacional. Un nuevo comienzo, un avance que cambiará el mundo. Con la magia, una forma de transporte completamente nueva acaba de nacer.
—¡Habitantes de Irlam! —grito, infundiendo mi voz con maná.
—¡Es el alcalde! ¡alcalde Marco! —Los gritos de anticipación resuenan, todos parecen emocionados ante la situación.
Contemplo Irlam desde esta altura, su extensión, los caminos que se entrecruzan, las casas y tiendas que pueblan el paisaje, las fábricas que expulsan sus sutiles humos, las carrozas que desde la entrada siguen la vista hasta el globo.
Concentro más maná en mi voz, asegurándome de que todos en la ciudad puedan oírme.
—¡Hoy Irlam ha alcanzado los cielos! —dirijo mi mirada a todos, admirando la belleza del mundo—. ¡Hoy Irlam ha ascendido a la grandeza! ¡Continuamos nuestro camino y hemos crecido hasta alcanzar este punto!
Los gritos y vítores resuenan con fuerza incluso hasta aquí, un clamor en favor de Irlam, de Emilia y de mí.
—¡Somos grandes! ¡Seguiremos avanzando! —grito con una intensidad que me llena de determinación.
Mi dispositivo de comunicación empieza a vibrar, pero en este momento opto por ignorarlo.
—¡Creceremos hasta convertirnos en una ciudad reconocida! ¡Superaremos a todas las demás en Lugunica!
La multitud está visiblemente emocionada, y mientras sigo controlando el globo desde el aire, me siento lleno de energía.
—¡Yo soy Marco Luz! ¡El alcalde de Irlam! —cierro los ojos, apretando los puños.
Tras unos instantes, me sumerjo en la orgullosa luz del sol, extiendo los brazos y concluyo mi discurso con todas mis fuerzas, asegurándome de grabarlo en lo más profundo de mi ser.
—¡La candidata Emilia está con nosotros! ¡Gracias a ella! —abro los ojos, mirando hacia el cielo—. ¡Gracias a todos ustedes!
Inhalo una bocanada de aire con firmeza.
—¡Irlam crecerá sin límites!
Avanzaré, creceré.
Si este mundo intenta absorberme, tendrá que enfrentar las consecuencias.
Se han metido con la persona equivocada.
Soy Marco Luz, que eso no se te olvide.
