Caminos Entrelazados


Crusch me fija la mirada, como si comprendiera lo que estoy a punto de pedirle: que vigile a Ram.

Anticipándose, Luan toma mis manos con determinación.

—Yo también me uniré. —Sus ojos me desafían, su decisión resuena en lo más profundo de mi ser.

Luan muestra determinación. Su potencial es enorme, pero hasta que no lo controle por completo, será peligrosa. Necesita aprender a dominar sus emociones y utilizarlas en su propio beneficio.

Mis amigos solo necesitan un pequeño impulso.

«Yo, Otto Suwen, estoy dispuesto a sacarlos de donde sea.» Aunque el miedo me embargue, nada me detendrá. No después de todo lo que hemos pasado.

No habrá lugar para el arrepentimiento. Seré la fuerza que necesitan en este momento crucial.

Les sonrío a ambas. Crusch también muestra determinación. Sé que me oculta algo, pero no necesito indagar; ella tendrá sus motivos. No me duele, pero me preocupa que sea algo peligroso.

Nunca imaginé tener tantos amigos, personas que se preocupan y luchan por salir adelante.

Siento un apretón en el pecho por un instante.

A pesar de todo, es gratificante esforzarse por los demás.

—Entonces, vamos juntos.

Ambas sonríen ligeramente, listas para lo que sea.

—¡Por supuesto!

Debido a las heridas de Roswaal, él no ha abandonado su cama. Si hay un lugar al que debemos ir, es allí.

Antes de entrar en la cabaña, mis ojos se posan en ella. El resplandor del sol acaricia su cabello rosa, y su traje de sirvienta, una imagen familiar. Me recuerda cuando Rem se vistió así para hacer una broma.

Aunque nunca he cruzado palabras con ella, sé que existe una conexión entre Marco y ella.

Las historias de Marco sobre su personalidad me han llegado, asi como las historias contrarias de Rem, pero nunca imaginé que compartieran la misma manía.

—Está fumando —digo al notar el cigarrillo en su mano. Es un gesto asociado con los militares y se trata con cuidado extremo. Marco me ha advertido sobre los peligros para la salud, pero nunca imaginé que Ram también se sumara a este hábito.

Tal vez, para un demihumano, los efectos sean distintos.

Observo las prendas tendidas balancearse suavemente mientras su semblante muestra una apatía constante. A medida que me acerco, su mirada se encuentra con la mía. La expresión apática da paso a la molestia, como si mi presencia fuese lo más desagradable de hoy.

Aunque esta no es una situación de interrogatorio, sé que la información que obtenga será crucial.

—Un grupo molesto ha llegado, déjenme en paz —dice Ram, dándome la espalda en un intento de retirarse. Sin embargo, rápidamente intento detenerla, y su mano se enlaza con la mía.

Su mirada penetrante me estremece, pero me mantengo firme.

—Permíteme hablar contigo —le pido, sosteniéndole la mirada con determinación. Ram, al notar mi firmeza, hace un gesto de desaprobación con la lengua y libera mi mano, para luego dirigirnos una mirada de molestia a los tres.

—¿Qué es lo que quieren? —pregunta, y aunque su expresión es de irritación, percibo una pizca de tristeza en sus ojos.

Siempre he creído en el poder del lenguaje universal, aquel que va más allá de las palabras. Los ojos nunca mienten; pueden ocultar, pero nunca engañan.

—Roswaal —pronuncio su nombre, confiando en que esto capture su atención. Sin embargo, su falta de reacción sugiere indiferencia.

—¿Qué necesitas del señor Roswaal? —me pregunta Ram, sin mencionar que no dije su título de forma honorífica.

Crusch me avisará sobre cualquier mentira, así que no tendré problema.

—¿Qué tanto sabes sobre él? —indago, notando que mi pregunta la molesta aún más, como si la estuviera insultando de alguna manera.

—Lo que sé sobre el señor Roswaal no es algo que te incumba —responde con firmeza.

—Entonces, respóndeme una pregunta —intervengo, esbozando una sonrisa mientras acaricio el lugar donde iría mi mano. Antes de que diga algo, debo adelantarme—. Si alguien pudiera evitar un momento trágico, pero, en cambio, lo utiliza para hacer que las cosas salgan a su favor...

Lo que sucedió en tu aldea, Roswaal debería de saberlo.

Todo lo que tuvo que pasar Rem. Su trauma agravado por el tiempo, lo que sucedió con su familia; su culpa. Si bien está la posibilidad de que no fuera el causante, es seguro que no lo evitó.

Conocía el futuro, y aun así permitió que sucediera. Aunque... el ambiente en el que estaba no era el mejor.

«¡Aun así! Había mejores formas.» Él pudo evitar que cortaran el cuerno de Ram, pudo evitar que pasaran tantas cosas.

—¿Creerías que esa persona es malvada o no? —pregunto, manteniendo mi mirada fija en ella. Ram me observa en silencio, sin revelar sus pensamientos. De hecho, según lo que Marco me ha contado, hace mucho tiempo que debería haberse ido.

Parece que algo la atormenta, que hay un conflicto en su corazón.

Perdóname, Rem, pero evité salir contigo y tu hermana al mismo tiempo por el miedo que le tenía a Roswaal. Ahora, tendré que hacer cosas de las que no me sentiré orgulloso.

—¿Creerías que el propósito es superior al ente? —continúo, sintiendo la gravedad de mis palabras.

No hay propósito superior a causar un mal.

Es algo tan contradictorio para mí decirlo, después de haber causado esa guerra. Pero yo no tenía el poder de evitarlo, no tenía el poder para cambiar las tornas. Ni yo, ni Marco, ni Rem, ni la señorita Emilia.

Él ha sido la única persona con el poder, pero ha optado por no usarlo.

—Una persona que se queda quieta mientras las cosas suceden, siendo capaz de evitarlo, es tan culpable como quien las realiza.

Quizás Rem no lo sepa, pues aprecia mucho a Roswaal por haberlas acogido en su peor momento. Pero, atando todos los cabos, queda claro que las salvó por su propio propósito. Sin importar si él mismo aún no lo comprende.

—No tengo paciencia para acertijos estúpidos. Si tienes algo que decir, mejor dilo —Ram me mira con molestia, entrecruzando sus brazos y moviendo los pies, como si estuviera lista para marcharse.

Con un suspiro, respondo:

—Aunque el futuro todavía no se revele por completo para él, el hecho de que exista un futuro escrito indica que el camino está trazado.

—Cambiar las tornas, elegir nuestro destino, solo es posible cuando reconocemos esta verdad.

Suspiro profundamente.

—El futuro puede romperse, puede cambiar, pero mientras ese libro exista, estaremos estancados.

Marco y yo somos diferentes en muchos aspectos. Siempre hemos discutido por cómo trata ciertas personas cuando se trata de cumplir sus objetivos. A veces, parece ser igual que Roswaal.

Sé que algo lo llevó a ser así, lo puedo ver. Sus personalidades no parecen encajar, como si estuviera forzándose.

—¿Sabes? Rem me contó lo que sucedió con ustedes —mentiroso, sí, pero necesario para desentrañar la verdad. Rem me dijo que tenía un pasado que estaba superando, pero nunca tuve el valor de preguntarle al respecto.

Ram abre los ojos con fuerza, como si supiera hacia dónde se dirige la conversación.

Un punzón en mi corazón me deja sin aliento.

«Esto está mal.»

—El libro que posee Roswaal… ¿Sabes lo que contiene?

Sus labios comienzan a temblar levemente, parece que no puede mantener la compostura.

Siempre he escuchado que Ram tiene una personalidad fuerte. Rem, sobre todo, la elogia como la mejor mujer del mundo, pero Marco siempre me saca de esa ilusión.

Problemática, odiosa, floja. Se me ha descrito de múltiples maneras, pero Marco siempre lo dice con una sonrisa.

"Ella es así, pero en el fondo se preocupa por quienes quiere. ¡Claro! Eso a su manera tan única."

Su amor por Roswaal es innegable, pero la presencia de Rem, quien ha atravesado tanto sufrimiento, seguramente la sumerge en un mar de sentimientos complejos. Ella sabe que ese libro es lo más importante para Roswaal.

Incluso debe saber que ese libro es más importante para el que ambas.

—El señor Roswaal nos rescató, eso es un hecho. No me interesa lo que contenga el libro de mi señor. —Sus brazos caen a los costados, sus manos se aprietan con fuerza, como si intentara contener la marea de emociones que amenaza con desbordarse.

Observo cómo Crusch pestañea dos veces, indicando que hay algo más detrás de sus palabras. Si quiero influir en sus acciones, debo ser más firme, más decidido. Tendré que manipularla, aunque me duela hacerlo.

—Entonces, Ram, déjame revelarte algo que quizás desconoces acerca de Roswaal. —Mi sonrisa intenta disfrazar el dolor que siento al recordar lo que voy a decir—. Roswaal, él durante...

Un punzante dolor vuelve a invadir mi corazón.

Una imagen se proyecta nítidamente en mi mente:

Estábamos almorzando juntos, solo Rem y yo, su rostro iluminado por la luz del sol mientras hacía su pedido con gracia y elegancia. Éramos solo dos amigos compartiendo un momento casual, pero para mí significaba mucho más.

Su mirada, su cabello ondeando suavemente, su sonrisa... oh, esa sonrisa que aún perdura en mis pensamientos.

Entonces, comprendo.

"¿Sabes? Eres un tanto ingenuo." Su voz, suave pero cargada de significado, resuena en mis oídos.

Mi sonrisa se desvanece, sus palabras penetran en lo más profundo de mi ser.

"Eres ingenuo, pero de la mejor manera posible." Sus palabras son como dagas que perforan mi alma, revelando verdades que preferiría ignorar.

"Eres ingenuo, pero es porque tienes un corazón enorme. No puedes evitarlo, es parte de tu encanto, incluso resulta irónico." Su mirada se clava en la mía, mientras mi corazón se desborda y se arrastra por el suelo.

"Me encanta esa parte de ti, nunca la cambies."

Entonces, me regala la sonrisa más cálida y sincera que jamás haya visto. Una sonrisa que, esta vez, está dirigida solo a mí.

Aprieto mi mano con fuerza, reconociendo mi error y lamentando haber hecho esto.

Observo a Ram, visiblemente nerviosa, mientras Luan y Crusch me miran con cierta incomodidad. Inhalo profundamente, sorprendiendo a todos con mi actitud.

«No soy Marco Luz, soy Otto Suwen.» Mi esencia no ha cambiado, pero debo seguir evolucionando, superándome a mí mismo. No necesito transformarme, debo ser auténtico y mejorar en aquellas áreas en las que destaco.

No voy a manipular a nadie; en cambio, guiaré a todos por el camino correcto. Porque, sí, soy un tonto, pero también sé que tengo un propósito.

—Permíteme enmendar mis palabras. —Dirijo mi mirada a Ram, quien muestra dudas. Luego, con confianza añado—: Vamos a ayudar a Roswaal a liberarse de sus ataduras, a tomar un camino que lo lleve más allá de su pasado, tu bien sabes que no estás conforme con su actitud. Te contaré todo, pero para ello necesitamos tu ayuda. —Pongo mi mano en mi pecho, para luego mirarla decidido—. Ayúdanos a ayudar a Roswaal.

Por primera vez, veo en los ojos de Ram una verdadera sorpresa.

—Déjame decirte algo más. —Intentando mostrar determinación, ella adopta una postura desafiante—. Si intentas algo estúpido, te aseguro que no lo pasarás bien.

Aprovecharé lo mejor de cada uno para llevar felicidad a todos. Con una sonrisa confiada, sostengo su mirada.

—Vamos a discutir esto en privado. —Crusch y Luan me lanzan una mirada de interrogación. Me acerco a ellas y les susurro al oído—: Cambio de planes, tengo una idea mejor.

Las miro con firmeza, tratando de infundirles confianza. Aunque aún dudan, estoy decidido a demostrarles que puedo hacerlo. No optaré por el camino fácil; si hay un camino que seguir, será el que beneficie a todos, incluso si implica acercar a nuestro peor enemigo.

Llegamos al comedor; Ram está sentada, observándome con determinación.

—¿Y bien, ¿qué tienes que decir, Otto Suwen?

Mi sonrisa permanece intacta. Ante la amenazante mención de mi nombre, opto por el silencio.

Roswaal L. Mathers parece haber llegado a una decisión. Si está actuando ahora, es porque está seguro de lograr lo que desea. Pero si lo consigue, Marco morirá. Debo pensar con claridad; Roswaal nunca abandonará su sueño.

Su objetivo es claro, lleva 400 años persiguiéndolo. Podría ser que incluso el mismo libro dicte el final de su uso. Pero, sin lugar a duda, debemos arrebatarle ese futuro.

—Ram, creo que no te han contado mucho sobre mí. Lo lamento, pedí el enorme favor a Rem de mantenerme en secreto. —Sí, lo hice por miedo—. Hay una razón por la cual el señor Roswaal no debía saber de mi existencia.

Ram parece no comprender. Al ver que aún oculto ciertas verdades, su mirada se vuelve aún más molesta.

—Fue Rem quien me informó sobre lo que ocurrió con ustedes, aunque no me contó los detalles si me dijo que Roswaal los salvó. También estoy al tanto de tu situación y la del señor Roswaal. —Aprieto mis manos, tratando de contener el temor. No estoy seguro si este es el camino correcto. Me aterra volver a cometer un error—. En el pasado Roswaal no era así, por ello creo todavía puede salvarse, todos podemos. Tú puedes ayudarlo, sé que quieres sacarlo del abismo en el que está.

Sonrío, mirándola directo a los ojos con confianza.

—Hagamos que el señor Roswaal escape de esa maldición que lo está destruyendo por dentro.

Ram abre los ojos con fuerza.

¡PAM!

Golpea la mesa con sus manos y se levanta. Pequeñas corrientes de aire danzan a su alrededor. Crusch y Luan le ruegan que se calme, pero ella no deja de mirarme con enojo.

—¿Cómo sabes tanto sobre el señor Roswaal? ¿Quién te lo...? —sus ojos se abren, dándose cuenta de quién podría estar detrás de mi información.

Sí, la única persona que parece tener respuestas para todo, la misma que ha estado orquestando tantas acciones en tan poco tiempo. Su misteriosa presencia nos tiene a todos en vilo.

—Fue Marco Luz, él me lo dijo. —Miro a Ram sin vacilar, mientras ella vuelve a sentarse—. Conozco detalles que quizás desconozcas, por eso, quiero ofrecerte mi ayuda.

Ella se cruza de hombros, suspirando derrotada.

—El señor Roswaal es formidable, ni tú ni yo podremos enfrentarlo si se decide a luchar en serio.

Vuelvo a sonreír. Ya lo sé, Roswaal es una de las personas más poderosas del reino, probablemente, en todo el mundo.

No podremos vencerlo solo por querer ayudarle.

—No podremos derrotarlo, pero sí podemos destruir el libro. —La señalo, manteniendo mi sonrisa—. Eres la única capaz de cambiar a Roswaal, y para lograrlo, no estaremos solos.

Sí, no estamos solos en esta batalla. Me levanto y me acerco a Ram. Sin darle más tiempo, extiendo mi mano, mostrándole mi determinación a ayudar a todos.

«Los salvaré a todos sin lugar a duda.»

—Reuniré a más personas, solo espera, te mostraré que hay una oportunidad. —Me vuelvo hacia la habitación, decidido.

La determinación me impulsa mientras pienso en la primera persona que necesito convencer: Emilia, la líder con la habilidad de transformar todo a su alrededor.

Contemplo el peso de su responsabilidad, el sacrificio que ha hecho por el bien de todos y la carga de sus propios errores. Mi admiración por ella es profunda; la respeto y la veo como la próxima reina que merecemos.

Con esa convicción en mente, me enfrento al desafío de traerla de vuelta.

—Haré todo lo posible para que Emilia, Marco y Garfield se unan a nuestra causa —proclamo con determinación, mis palabras resonando en la habitación.

No hay tiempo que perder. Cada segundo cuenta, y debo infundir en cada uno la certeza de que juntos podemos lograrlo. Seré esa chispa que avive el fuego en sus corazones y los impulse a seguir adelante.

«Soy Otto Suwen, y esa es mi misión.»