THE LORD AND THE LADY OF THE BUILDING

DISCLAIMER: Naruto es propiedad de Masashi Kishimoto, pero la historia es de mi autoría.

Capítulo 39. El lord tiene motivos para ser como es.

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Sasuke siempre había sido conocido por ser un hombre metódico y obsesivo.

Desde las cosas más pequeñas hasta las más grandes, ese rasgo de su personalidad era ampliamente conocido por todos y, en vista de sus nuevas circunstancias, se exacerbo a niveles exagerados.

Pero, ¿podían culparlo?

En su lugar, en un mundo lleno de peligros y gente en la que no se podía confiar, donde un montón de vicisitudes tenían lugar cuando menos eran esperadas y con una esposa sumamente embarazada, cualquiera se dejaría consumir por la preocupación y el ansia de control absoluto.

Ni siquiera en un momento en el que se suponía podía darse el lujo de bajar la guardia, el hombre cedió.

—Deja ese vaso tan descuidadamente otra vez y te haré comer los cristales rotos cuando se caiga — murmuró con voz de ultratumba al oído de su hermano mayor, quien de inmediato colocó el artículo lejos del borde de la encimera de la cocina.

—Lo siento, no era mi inten...

—No hagas más difícil mi trabajo, Itachi. Sabes que no dudaré en hablar con mamá e Izumi si lo encuentro necesario.

Consciente de que no estaba bromeando, el hermano mayor Uchiha esbozó una sonrisa incomoda y buscó por cada rincón a su alrededor una vía de escape. No podía ser el único en esa reunión rompiendo la estricta agenda de Sasuke.

—¡Mira allá! ¿Acaso es el hermano de Sakura-chan peligrosamente cerca de ella? — apuntó con el dedo a su objetivo una vez lo encontró.

—¡¿Qué?!

Inmediatamente, el pelinegro se marchó de la cocina y abandonó a su familiar en busca de su cuñado, mientras que Itachi suspiró aliviado.

En otras circunstancias le hubiera gustado estar con su hermano menor y ponerse al día de los últimos acontecimientos de sus vidas (en especial con todo lo que estaban viviendo), sin embargo, Sasuke se había vuelto especialmente duro, arisco e intransigente desde que Sakura quedó embarazada y era mejor mantener cierta distancia de él, por el bien de todos.

No lo culpaba, al contrario, lo encontraba comprensible.

Ser protector era algo bienvenido y hasta esperable en un esposo, pero el problema venía de lo extremo que él se había vuelto a la hora de querer crear un entorno seguro para su mujer y su bebé.

Todo había comenzado desde los primeros meses del embarazo, cuando había convertido su hogar en una fortaleza limpia y despejada en la que Sakura no corriera el riesgo de resbalar con algún objeto, lastimarse con las esquinas de los muebles o sufrir cualquier otro tipo de accidente. Nuevamente, eso habría sido tomado como algo normal de no ser porque se encargó de proteger cada rincón del penthouse, incluyendo los que ella no podía alcanzar, a la vez que también se había deshecho de muebles y otras pertenencias que ambos aun consideraban útiles o apreciadas, solo porque le parecieron potencialmente peligrosas.

Luego procedió a monitorearla constantemente, día y noche, en cada lugar al que acudía e incluso desde el trabajo, no solo para saber si se encontraba en un sitio seguro sino también para estar siempre alerta para cumplir cualquier necesidad que tuviera para que ella no requiriera hacerlo por sí misma. Sakura ya había perdido la cuenta de cuántas veces había sido despertada en plena madrugada por las preguntas "¿cómo te sientes?" "¿hay algo que quieres que haga por ti?" susurradas en su oído.

El paso siguiente fue comenzar a presionar a los ginecólogos y pediatras que visitaban para que le dieran EL MEJOR tratamiento que pudieran ofrecerle a su mujer, hasta el punto en que cambiaron dos veces de especialistas cuando el hombre vio detalles que no le gustaban en ellos y se mostró inflexible cuando la pelirrosa afirmó que estaba conforme con sus servicios. Pero, como si eso no fuera poco, a pesar de dar con un doctor que le convenció lo suficiente, luego se asignó a sí mismo tareas como preparar y monitorear cuidadosamente las comidas, medicamentos y tiempos de descanso de su esposa, a la vez que también estudiaba cada detalle del proceso de gestación de su bebé e investigaba qué cuidados especiales necesitaría cuando naciera.

Hasta ese punto, esas tres cosas quizá podrían sonar normales dejando de lado que él exageraba en ellas. El problema venía cuando se trataba de la forma en que Sasuke comenzó a comportarse con las personas alrededor de Sakura.

Desde que anunciaron el embarazo, a cada persona que recibió la feliz noticia, tras permitirles llorar de alegría y celebrar entre risas y buenos deseos, el Uchiha le hizo un exhaustivo análisis mental para determinar qué potenciales riesgos podrían significar o qué papel tendrían en la seguridad de su esposa.

Ya que trabajaba directamente con y para la pelirrosa, su primera víctima fue su secretaria en la clínica. Le pidió (exigió) que mantuviera ojo de halcón sobre su jefa y si acaso notaba el menor cambio de humor o malestar en ella se pusiera en contacto con él inmediatamente, asi como que facilitara su trabajo tanto como fuera posible. Por supuesto, haciendo énfasis en lo que sucedería con ella y su empleo si fallaba en esas tareas.

Luego procedió a acorralar a Madara, quien, al ser una de las personas con las que Sakura más convivía, era primordial mantener vigilado, sobre todo tomando en cuenta su despreocupada personalidad y su tendencia a cargar en su amiga estrés innecesario. Sobra decir que fue una plática con un tono más bien amenazante y que, aunque el policía siempre tuvo claro que no sería más que de ayuda y protección para la doctora, Sasuke no creyó en sus intenciones y le hizo saber que lo refundiría en la cárcel si por sus descuidos algo le sucedía a su mujer.

Algo parecido ocurrió con Ino, solo que la rubia no se dejó intimidar en absoluto y, en cambio, estalló en rabia ante la insinuación de que su explosiva personalidad y ensimismadas costumbres podrían causar algún mal en Sakura. Además, como era de esperarse en ella, al final terminó de igual manera a Sasuke, ya que la mayor parte de la seguridad de su amiga corría por su cuenta.

Luego el Uchiha fue a por su hermano y sus cuñados, con quienes implementó una técnica de ataque parecida: advertirles mediante terceros, lo cual logró mediante la intervención de sus suegros, sus padres y cuñadas. Sorprendentemente, en el caso de los hermanos Haruno, quienes se conocían entre ellos y sabían que la estupidez de cualquiera de ellos podría resultar en un enorme desastre, estos prometieron vigilarse mutuamente y mantenerse a una prudente distancia de la pelirrosa, por su propio bien. Mientras tanto Itachi no pudo hacer más que asentir obedientemente, sintiéndose acorralado por las miradas de las tres personas más aterradoras que conocía: su hermano, su madre y su esposa.

Sasuke no tuvo límites a la hora de eliminar cualquier problema, por lo que también comenzó una seria persecución al dueño del edificio para que arreglara el elevador, consiguiéndolo tras insinuar que lo demandaría si su esposa le sucedía algo por quedarse atrapada dentro de él. Así mismo, los demás habitantes de Konoha podían jurar que sentían una pesada mirada sobre sus nucas cuando estaban cerca de Sakura y, si el Uchiha se encontraba presente, no perdían de vista el notorio desagrado que sentía porque tocaran a su mujer, sobre todo en el vientre, lo que incluso en ocasiones expresamente pidió no hicieran.

Al final, todo el mundo recibió fuerte y claro el mensaje de que la mujer de cabellos rosados y vientre cada vez más prominente tenía un león guardián protegiéndola hasta de sí misma y, aunque ellos lo comprendieron, a Sakura le estaba costando horrores soportarlo.

Al principio creyó que, combinado con los momentos de intensa alegría y disfrute del embarazo que habían compartido a lo largo de los meses, el comportamiento de su marido era tierno y recordó que incluso antes, cuando apenas eran novios, exhibió tendencias parecidas, siendo atento, protector y un poco pesimista respecto a su seguridad. No obstante, conforme su estado de gestación avanzó y él comenzó a exagerar cada vez más en sus "cuidados", ella se sintió asfixiada.

No era fácil sentirse vigilada las veinticuatro horas del día no sólo en casa sino también en el trabajo, tener personas pendientes de su estado y temerosos de lo que podría sucederles si algo llegaba a sucederle a ella, sufrir un control sumamente estricto de su medicación y comidas al punto en que no podía permitirse ni siquiera un pequeño gusto culposo y, por supuesto, tener la constante y obsesiva presencia de su esposo a su alrededor haciéndola sentir una completa inútil incluso para ir al baño sola.

Parecía que, si le fuera posible, Sasuke optaría por encerrarla en un cuarto de paredes acolchadas parecidas a las de los sanatorios mentales y, sinceramente, el sitio le parecería más que adecuado para ella dado su estado mental.

Él simplemente estaba volviéndola loca y eso era irónico tomando en cuenta que lo que él quería era precisamente evitarle estrés.

Al menos también había habido cosas buenas dentro todo:

—Sasuke-kun ha estado trabajando en el cuarto del bebé y siguiendo cada petición que he hecho para ella. Está quedando magnífico y no puedo agradecerle lo suficiente por ello — Sakura, más hermosa que nunca y ataviada en un vestido blanco que dejaba entrever su crecido vientre, expresó con la sonrisa más sincera a todos los invitados presentes en su baby shower.

—Cualquier ayuda que necesites con los muebles, la pintura o la decoración, estamos a tu disposición — Nagato ofreció a su cuñado con alegría, aunque luego ésta se desvaneció al ver el disgusto en su rostro por verlo abrazar por los hombros a su hermana, lo que de inmediato corrigió.

"Nunca tocarla bruscamente" recordó una de las advertencias que le habían sido dadas.

—Estoy ansiosa por llenarla de juguetes y ropa, ¿ya saben el sexo del bebé? — Mikoto preguntó, esperanzada.

—Quieren que sea una sorpresa hasta el día del parto, ¡¿puede creerlo?! — Mebuki respondió por ellos, afligida.

Sasuke y Sakura solo se dieron una mirada y sonrisa, cómplices.

En efecto, había decidido casi desde el principio que querían que ese dato de su bebé permaneciera en secreto hasta el día de su nacimiento. Inclusive se habían abstenido de compartir entre ellos sus creencias o presentimientos sobre si sería un niño o una niña.

Así entonces, el cuarto y las pertenencias que habían comenzado a acumular eran unisex y en la invitación del baby shower que estaban celebrando en ese momento en su penthouse se establecía que no era necesario traer obsequios, ellos se encargarían de proveer a su bebé de todo lo que necesitara, pero, aun así, había una pila llena de ellos en la sala de estar.

Habían invitado a todos sus familiares más queridos y unos cuantos amigos y ninguno había llegado con las manos vacías.

—Lo importante no es el sexo del bebé sino su salud y ya que mi yerno está haciendo un excelente trabajo cuidando a su familia, sé que mi nieto o nieta vendrá al mundo completamente bien — Kisashi sonrió, orgulloso y emocionado. A leguas se notaba que de los cuatro abuelos él era el que más esperaba con ilusión la llegada del nuevo miembro de la familia.

Todos asintieron estando de acuerdo con la afirmación y una serie de murmullos contentos lleno la habitación.

Los invitados estuvieron distraídos tocando distintos temas alusivos al bebé, lo que Sasuke aprovechó para sentarse junto a su esposa y asegurarse que todo estuviera en orden con ella, así como que no necesitara nada.

Luego vino la hora de servir el postre y mientras todos disfrutaban un delicioso trozo de pastel de red velvet, una simple pregunta rompió lo que antes había sido un ambiente lleno de amor, paz y algarabía.

—Entonces, ¿quién será el padrino o madrina de la criatura?

Antes de que Sasuke o Sakura pudiera abrir la boca para contestar el cuestionamiento hecho por Fugaku, varias voces se alzaron con una misma respuesta:

—¡Yo!

El confuso silencio que vino después apenas duró el tiempo que los que alzaron la voz necesitaron para verse los unos a los otros y reconocer quién estaba retando su reclamo.

—¿En serio, Madara? ¿Si quiera sabes lo que implica tan importante título? — Ino se cruzó de brazos y miró con una ceja alzada al policía.

—¡Por supuesto que lo sé y por eso estoy abordo! ¡Soy el mejor amigo de Sakura, es mi deber!

—Para empezar, yo he sido la mejor amiga de Sakura por más tiempo y tú ni siquiera tienes tiempo que dedicarte a ti mismo. ¡Si esos dos mueren ni de broma podrías hacerte cargo tú solo de un bebé! — la rubia continuó ignorando a la pareja embarazada, quienes, por cierto, ya acostumbrados a la falta de sensibilidad de la mujer, no reaccionaron más que con suspiros de rendición a la mención de sus hipotéticas muertes.

—¿Y se supone que tú viajando todo el tiempo por trabajo si lo tienes? ¿O es que acaso piensas llevarlo contigo a todas partes, incluyendo las desquiciadas fiestas a las que nunca faltas? — Madara se defendió trayendo a la mesa el tema de la estabilidad de la criatura.

—Creo que sería lindo si nuestro sobrino o sobrina se criara con nosotros en el campo. Justo como Sakura hizo — Sasori opinó mirando a sus hermanos con una sonrisa ilusionada, lo que los otros dos imitaron comenzando a imaginárselo.

—Como si Sakura se la hubiera pasado de maravilla creciendo ahí — el oficial se burló con desdén, dejando mudos a los tres pelirrojos.

No podían objetar ante ese argumento.

Tampoco la propia Sakura o su esposo, quienes mentalmente estuvieron de acuerdo.

—La mejor opción sería yo, sin duda — Itachi tomó la palabra, a la vez que levantaba su plato con pastel y rápidamente se puso de pie para explicarse —. Ya tengo experiencia con niños porque ya soy padre, estoy casado, tengo un trabajo y hogar estables, puedo ofrecerle todo lo que un pequeño necesita. ¡En serio, no hay mejor opción que yo!

A su lado, Izumi esbozó una sonrisa incomoda a sus cuñados y moviendo los labios les dio a entender que ella no estaba involucrada en el autonombramiento de su esposo. Si bien no se oponía, sabía que era una decisión que solo les correspondía a los padres del bebé.

—¿Y cómo va a sentirse ese pequeño cuando sepa que odias a su madre? — Ino de inmediato le apuntó con un dedo, resentida.

Obviamente Sakura le había contado sobre la tensión inicial que hubo entre ella e Itachi y la rubia no creía que hubiera desaparecido aún.

El Uchiha mayor jadeó, ofendido y al segundo siguiente se desató una discusión en la que las voces de los candidatos a padrinos y madrina del bebé se mezclaron haciendo imposible que la comunicación fuera posible. El tono de voz a su vez también subió poco a poco lo que hizo que la pelirrosa gimiera de aflicción, cosa que su marido escuchó de inmediato, solo que antes de que pudiera intervenir una nueva persona se unió a la conversación.

—¿Y qué tal yo? — Naruto se ofreció con una energía positiva y totalmente opuesta a la de los demás aspirantes.

Al escucharlo, estos le dirigieron una breve mirada, escaneándolo de arriba a abajo y luego volvieron a seguir peleando a gritos. Por su lado, el Uzumaki, entendiendo por completo el mensaje, simplemente volvió a guardar silencio.

Entonces, harto de estupideces y de tanto escándalo, esta vez fue Sasuke quien se puso de pie. Esa simple acción resultó rápida y eficaz a la hora de controlarlos, pues fue todo lo que se necesitó para que los imprudentes invitados se separaran y callaran inmediatamente.

No era para menos, después de todo, a pesar de su obstinación, sabían que su comportamiento estaba mal y que debían parar. Además de que el rostro iracundo y tallado en piedra del Uchiha podría infundirle temor hasta al más valiente de los hombres.

Cuando finalmente el silencio se apoderó de la sala, el pronto a ser padre aclaró el asunto de una vez por todas.

—No hemos escogido a nadie para que sea el padrino o madrina del bebé — habló claramente no dejando lugar para réplicas —. Y ahora, con el comportamiento que han exhibido, la decisión será todavía más difícil de tomar.

Su sentencia hizo a los deseosos aspirantes esbozar muecas inconformes, lo que hizo al ambiente tensarse aún más. Por ello, Sakura intervino tratando de aliviarlo para que la celebración no terminara con una nota amarga.

—Es decir, apreciamos mucho que todos estén tan interesados en tener un papel tan importante en la vida de nuestro hijo, pero... Realmente estamos tan felices que ni siquiera nos hemos puesto a pensar en cosas tan trágicas cómo: quién cuidaría de nuestro bebé si algo nos pasara.

Sus palabras tuvieron éxito y rápidamente los rostros de sus familiares y amigos se mostraron comprensivos. No dudaban de la veracidad en su motivo para aún no haber escogido un padrino o madrina. Desde que anunciaron su embarazo se metieron dentro de una burbuja rosa tan positiva que sabían que les impediría ver más allá de las cosas felices y hermosas que les esperaban en el futuro, con su bebé. Era obvio que se olvidarían de la necesidad de nombrar un guardián que se hiciera cargo de su criatura si una calamidad llegaba a ocurrir.

De hecho, los esfuerzos de Sasuke pasándose meses amenazando a todos para que no hicieran estupideces alrededor de su esposa y buscando por todos los medios que el mundo a su alrededor fuera seguro, tenían el propósito de protegerla, cuidarla y preservarla. Eso sin tomar en cuenta las propias precauciones que Sakura había tomado por su cuenta.

Los Uchiha no pensaban ir a ningún lado ni apartarse de su hijo o hija, jamás.

Con esa cuestión fuera de discusión por el momento, el resto de la fiesta fluyó con la misma alegría con la que comenzó y cuando todos los invitados se marcharon (algunos pidiendo ser contactados inmediatamente con la resolución final cuando la tuvieran) la pareja por fin quedó sola en el apartamento.

—Ve a descansar. Ya nos ayudaron a limpiar la mayor parte, yo me encargo del resto — Sasuke le dijo a su esposa mientras se apresuraba a levantar unas copas de cristal de la mesa de centro antes de que ella pudiera hacerlo.

—Puedo ayudarte, cariño. Es más rápido si lo hacemos juntos — Sakura afirmó esta vez queriendo ir a ordenar los regalos, sin embargo, ni siquiera pudo dar dos pasos en su dirección cuando el pelinegro ya había comenzado a ordenarlos entre sus brazos, lo que la hizo suspirar, frustrada —. Sasuke-kun, te guste o no, me rehúso a quedarme sentada sin hacer nada como una estatua, no solo en estas circunstancias sino generalmente.

—Ya hemos hablado de esto, Sakura...

—Exacto. Ya hemos tenido esta conversación y acordamos que dejarías de tratarme como si fuera una inútil que no puede valerse por sí misma — ella lo interrumpió con firmeza y, ante su mirada irritada, fue hasta la cocina dispuesta a lavar la vajilla.

—No te trato de esa forma y tampoco es mi intención que te sientas así — aun cuando sabía que su mujer se molestaría, intentó quitarle los trastos para él mismo meterlos en el lava vajillas, obteniendo justamente la reacción esperada.

La pelirrosa gruñó y frunció el ceño, bloqueándole el paso para que no pudiera acceder al aparato, lo que hizo que Sasuke se pasara una mano por el cabello, tratando de controlar sus nervios.

—De por sí soy una bomba de hormonas. No sé cómo quieres que me sienta si solo aumentas mi mal genio haciendo las cosas que ya te he pedido que detengas.

—Entiéndeme un poco, yo... — se detuvo de golpe, inseguro de compartir los sentimientos que impulsaban sus acciones. No quería demostrar debilidad, no era correcto hacerlo. Sin embargo, esperando escuchar su explicación, Sakura se giró a verlo directamente y le impidió siquiera tratar de huir de la conversación. Al final él no tuvo de otra más que suspirar, derrotado —. Yo... Tengo miedo.

—¿Miedo?

Esa simple palabra salida de los labios de un hombre al que ella siempre había considerado el más seguro e inamovible que conocía, fue suficiente para que abandonara su anterior estado de enojo y, con una expresión afligida, cerrara la distancia entre ambos para acariciar el costado de su cuello. El gesto de consuelo fue bien recibido por él y lo animó a continuar a pesar de su inseguridad.

—Tú sabes... Eres lo más valioso que tengo y prometí cuidarte y protegerte con mi vida. Ahora que no solo eres tú en tu versión más vulnerable, sino también nuestro bebé, me es imposible no estar el triple de atento por tu bienestar — tomó la mano de su mujer entre las suyas y le dio una profunda mirada contemplativa, analizando las diferencias entre ambos —. Siempre he adorado lo pequeña y delicada que pareces entre mis brazos y hasta que el bebé llegó me sentía plenamente confiado en mi capacidad para cuidarte. Ahora, en cambio, sabiendo que un ser aún más pequeño y frágil está a mi cuidado, no me siento tan seguro de ser suficiente... Tengo miedo de que en el momento que me descuide, por más mínimo que sea, algo les pueda pasar a los dos.

Además de que, en ningún momento, se había olvidado de aquella conversación de sus cuñados que escuchó el día que los conoció, en la que afirmaron que el que Sakura tuviera su hijo, el hijo de un tipo mucho más grande que ella, podría ser algo traumático y peligroso para su salud.

Él la había puesto en peligro plantando su semilla en ella y vivía aterrado de que el embarazo le hiciera daño. Tanto así que la culpa lo devoraba internamente cada vez que su mujer sufría el más mínimo malestar.

—No tienes que sufrir de esa forma tu solo, mi amor. Yo también soy la cuidadora de este bebé y me corresponde la misma responsabilidad sobre él.

—El deber de un verdadero hombre es cuidar a su familia.

Sasuke se mostró necio, pero, si él lo era, su mujer lo era diez veces más.

—Es el deber de cualquier persona y te juro que, aunque comparto los mismos miedos respecto a no poder ser una madre adecuada para mi angelito, confío plenamente en que me las podré arreglar siempre y cuando estés conmigo — con infinito amor, Sakura llevó los nudillos de su esposo hasta sus labios y los besó para luego frotarlos contra su mejilla — Tu deberías hacer lo mismo. Confiar en que me tienes a tu lado y en que no te dejaré cargar con este peso tu solo... No solo porque amo a este hermoso regalo que me has dado con todo mi corazón, sino porque te amo también a ti de la misma manera.

Conmovido hasta los huesos, Sasuke no se resistió a robarle un casto beso a su mujer que los hizo suspirar a ambos de alivio.

—Lo sé, yo también los amo a los dos con locura.

Aquello fue una mutua aceptación a buscar tranquilidad y seguridad el uno en el otro y, sobre todo Sasuke, sintió que la tensión que había estado cargando en su espalda se aligeró enormemente.

Ahora sentía que podría descansar un poco de su incansable vigilia sobre su mujer y seguir disfrutando lo que les restaba del embarazo con la misma ilusión y felicidad que lo habían hecho desde el principio

Eso hasta que se separó de su amada y, al levantar la mirada hacia la sala de estar, se dio cuenta de un pequeño detalle cerca del balcón que hizo su sangre hervir y mandó al diablo sus anteriores intenciones.

—¡Les dije que estaba prohibido fumar, ya fuera adentro o afuera! — ladró enfurecido al ver un plato de porcelana que había sido usado como cenicero y de inmediato se marchó a buscar su teléfono para contactar a quien fuera el responsable.

Mientras tanto, su esposa solo pudo suspirar, resignada a ver su pequeño momento romántico morir y luego observó su vientre al tiempo que lo acarició con dulzura.

—Bueno, mi amor, desde ya te lo advierto. Tu padre tiene un corazón tan adorable y tierno, como colérico y sobreprotector. Solo espero que no te dé tantos problemas como a mí.

...

NOTAS FINALES:

ESTAMOS DE VUELTA! (Otra vez)

Me agarro la nostalgia escribiendo este capítulo al recordar cuando recién comencé este fic y ahora que estoy decidida a terminarlo siento que voy a llorar cuando por fin lo tenga que dejar ir. Creo que es porque pertenece a días más sencillos en mi vida y ahora que estoy pasando por muchos cambios es como aceptar que mi vida de ficker se está haciendo polvo entre mis manos.

Jajaja, conociéndome soy capaz de alargarlo más con tal de nunca soltarlo, pero no se preocupen, prometo detenerme. Este fic tendrá su fin sí o sí.

Cuéntenme amixes, que les pareció este regreso, espero haya cumplido sus expectativas y les haga emocionarse tanto como yo por los próximos capítulos jaja. No olviden que sus comentarios son el alimento para mi motivación y sin ellos no siento el interés de su parte para las próximas entregas, así que si son mis lectores veteranos o nuevos visitantes que nunca han dejado un comentario, los invito a hacerlo. Todo lo que tengan que decir me importa.

Muchas muchas gracias por haberme tenido paciencia y perdonar todas las veces que me puse a escribir otra cosa en lugar de esto. No saben cuánto agradezco que sigan aquí, se los juro.

Sin más por añadir, nos leemos pronto. Bye!