9.
—Lady Tsunade, ¿me está escuchando?
—Sí.
Ya había pasado una semana, pero su mente aún visitaba los eventos de aquella noche. Después de tranquilizar a Athena, la había acompañado a la posada. Al despedirse, volvió a amenazarla con duros castigos si se escapaba o se escondía de ella. Era consciente de que sonaba muy autoritaria, pero no quería abandonarla a su suerte, y menos ahora que se había abierto un poco con ella. Tsunade no compartía el rechazo al que la chica había sido sometida —siendo la nieta del primer Hokage, siempre tuvo un lugar privilegiado—, pero sí entendía el dolor de perder a alguien, y luego hundirte en la miseria y la soledad.
A pesar de saber que sus ANBU la informarían de cualquier cambio en la rutina de Athena, un par de noches atrás, había utilizado la técnica de transformación y había ido al bar a cerciorarse de que estuviera yendo a trabajar.
Por cierto, ¿qué pensaría la chica si se enterara de que aún estaba siendo vigilada?
—... y las misiones…
—Shizune —interrumpió—, ya no hay necesidad de vigilar a Athena.
La irritación parpadeó en los ojos de Shizune, pero dio paso rápidamente a la sorpresa.
—¿Ocurrió algo?
—No, hasta ahora la chica no nos ha dado motivos para creer que esté tramando algo peligroso.
Shizune guardó silencio por un momento.
—Es cierto. Aunque me sorprende que la haya hecho cambiar de opinión. —Hizo una pausa, y luego observó a Tsunade como si estuviera tratando de adivinar sus pensamientos—. ¿Habló con ella? ¿Qué averiguó?
Ah, su asistente a veces era muy chismosa.
—Ya te dije que nada. La chica solo necesita un lugar donde se sienta acogida. Eso es todo. —Se levantó de la silla y se giró para observar la aldea a través de la ventana—. Por eso estoy contemplando la posibilidad de asignarla a un equipo.
—¿Cómo dice? —Había desconcierto en la voz de su asistente.
Se volvió hacia Shizune.
—¿En qué idioma estoy hablando?
—Disculpe, lady Tsunade, entendí lo que dijo, lo que no comprendo es cómo podría hacer eso. Athena no es un shinobi. Es cierto que está entrenando sus habilidades, pero no pasó por la academia ni tiene los conocimientos básicos que se requieren.
—Podría prepararse para el examen. No sería el primer shinobi que no pueda usar técnicas ninjas.
—Bueno, sí, pero…
—Además, el equipo al que la asignemos podría estar conformado por ninjas de bajo nivel, de esos que solo hacen misiones de rango D o C. La mayoría de esas misiones son de trabajo comunitario o de escoltar a algún comerciante para que no lo roben.
Shizune tenía esa mirada que significaba muchas preguntas molestas.
—Lady Tsunade —empezó con cierta cautela—, ¿no cree que está haciendo demasiadas concesiones con Athena?
Tsunade frunció el ceño.
—¿Qué?
Cómo odiaba cuando Shizune discutía sus ideas.
—Ya le está brindando la oportunidad de entrenar, aun cuando no se sabe a ciencia cierta si se convertirá en shinobi. Le presta sus libros, la visita en el trabajo. —Levantó la mano antes de que Tsunade la interrumpiera—. ¿Cree que no sé que esta semana estuvo dos veces en ese bar? —Suspiró—. Y ahora quiere asignarla a un grupo con solo unos meses de entrenamiento.
Tsunade se quedó sin palabras. Bueno, sí, había estado haciendo cosas por la chica, pero se debía a que, de alguna forma, se sentía responsable de ella.
—Solo respóndame una cosa —continuó Shizune—, ¿de verdad cree que tiene el talento y las habilidades necesarias para ser un shinobi?
¿Lo creía?
—No lo sé —reconoció.
—Entonces, ¿por qué?
Tsunade comenzó a caminar de un lado al otro, mordiéndose la uña del pulgar, mientras analizaba esa pregunta. Athena tenía habilidades, eso era seguro, incluso en los informes de Gai, el jounin afirmaba que, a largo plazo, podría ser una buena adición a los ninjas de Konoha. Sin embargo, los resultados no se verían en un par de años, y Athena necesitaba un hogar antes de eso. Pausó sus pasos por un momento. «Claro, eso era». La razón por la que quería acelerar todo era por el bienestar emocional de la chica. Quería darle un motivo para quedarse en Konoha, pues deseaba que encontrara allí su lugar en el mundo. Su corazón le había dolido al ver la tristeza en aquellos ojos.
—Está sola, Shizune. —Miró a su asistente—. Athena no vive, solo está sobreviviendo. Y no, no estoy haciendo esto por lástima.
—Le recuerda un poco a usted, ¿no es así?
—Aun en mis momentos de oscuridad, siempre te tuve a ti, y Naruto me dio una luz con su voluntad y determinación. Quizás podemos hacer lo mismo por ella.
—A través del contacto con otros.
—Así es. Athena es una chica protectora y tiene un buen corazón, solo necesita forjar lazos. —Tsunade sonrió—. ¿Puedes creer que vino en mi rescate cuando un hombre me abordó en el bar?
Shizune abrió muchos los ojos.
—Tal como lo escuchas. Le dio a ese pobre hombre una mirada tan penetrante que no sé si se le derritió la cara después de eso. —Tsunade soltó una carcajada—. A pesar de su timidez y carácter frágil, vino en mi ayuda.
—O sea que está creando un lazo con usted.
Tsunade parpadeó. No lo había considerado de esa forma. Había estado pensando en la posibilidad de abrir más los horizontes para que Athena pudiera encontrar amigos, pero ella no se había contado entre ellos. ¿Y de qué se sorprendía? ¿Acaso la chica no la había «rescatado» y la había perseguido por varias calles porque no quería poner en peligro el contacto con ella? Athena era reservada, aun así, se había mostrado vulnerable con ella.
Sí, Shizune tenía razón, un lazo se estaba formando, y no podía permitir que se disipara.
—Quiero que se mude a los cuarteles de la mansión.
—¡¿Cómo?! —Los ojos de su asistente se abrieron como platos.
—Estando aquí, podremos velar más por su entrenamiento. Sakura podría enseñarle todo lo que tiene que ver con la teoría.
—P-pero, lady Tsunade, ¿eso no la pondría a usted en una situación vulnerable?
Tsunade cerró los ojos y reflexionó por un momento. ¿Tenía sospechas sobre Athena? ¿Cabía la posibilidad de que estuviera tramando algo contra ella? La respuesta a esas preguntas era no. La chica que había llorado en sus brazos era todo menos un peligro.
—No —confirmó. Luego clavó la mirada en Shizune—. Confío en ella. Se mudará aquí, trabajará algunas horas al día para compensar su estadía y alimentación. Entrenará con Gai, Lee y Sakura. —Vio cómo su asistente abría la boca para refutar—. Es una orden.
Shizune suspiró.
—Por supuesto, milady. Iré a hacer todos los preparativos.
—Muy bien. Hablaré con Sakura sobre su nuevo rol cuando venga al entrenamiento. —Sonrío—. En la noche iré al bar a hablar con Athena.
Sin embargo, horas más tarde, mientras se dirigía a la posada de Athena después de que el cantinero le informara que la chica se había reportado como enferma, una pregunta bailaba en su mente: ¿estaría pensando en marcharse? Arrugó el ceño ante aquel pensamiento.
Cuando entró, Azumi se inclinó y la saludó.
—La chica está en su cuarto —agregó.
Esperaba que Azumi no se hubiera percatado del alivio que sintió al escuchar esas palabras. Asintió y se giró para subir las escaleras, sin embargo, la voz de la mujer la detuvo.
—Lady Hokage —dijo mientras se acercaba y le ofrecía algo—, le doy la llave, por si acaso.
Tsunade la tomó y casi se ríe de la expresión de cautela y picardía de la mujer. En realidad, era mejor abrir con la llave que volver a pagar por la puerta.
