-Esta es una adaptación de la serie "House of the Dragon" y del libro de George R.R. Martin "Sangre & Fuego", más específicamente el arco conocido como "La Danza de Dragones". Los personajes pertenecen por completo a Masashi Kishimoto, más los personajes de carácter secundario, las modificaciones a las personalidades, los hechos y la trama corren por mi cuenta y entera responsabilidad para darle sentido a la historia. Les sugiero oír "Hurricane" de Fleurie para Sakura, "Trainwreck" de James Arthur para Sasuke, "Labour" de Paris Paloma para la reina Hanan, "Mortal Remains" de Blackbriar para Izumi, y "Seven Devils" de Florence & The Machine para el contexto del capitulo.
1-Diálogos en cursiva para "Alto Valyrio".
2-Breves textos en cursiva para pensamientos.
3-Texto con dialogo en cursiva para flashbacks
Siguiendo la tradición, y aunque no fue una experiencia fácil en lo absoluto, la familia real partió de Desembarco del Rey hacia Driftmark, el hogar original de la fallecida lady Toka Senju, entregando su cadáver a su familia y procediendo con los ceremoniales del luto, un viaje muy largo e incómodo para la familia Uchiha, que eran conocidos por su poder sobre los dragones…pero encontrarse a bordo de un barco por tantos días fue básicamente una tortura para sus estómagos, aunque quien más afectado se mostro fue el rey Tajima, cuya salud parecía empeorar más y más cada día, ya habiendo perdido un brazo para que su enfermedad no continuara progresando por su cuerpo, mas continuaba haciéndolo de igual forma. Durante su estadía en Dragonstone, dominio de la princesa Izumi a quien era extremadamente cercana, lady Toka Senju, segunda esposa del príncipe Itachi—luego de que la anterior hubiera muerto trágicamente tras caer de un caballo años atrás—, había muerto de fiebre puerperal, intentando alumbrar un tercer hijo que no había conseguido abandonar su cuerpo; según se contaba, en un arrebato delirante por la fiebre, Toka se había levantado de la cama y tratado de llegar al patio donde se encontraba su dragón Vaghar, muriendo en el intento, en los brazos de Itachi y con Izumi presente. Todos se hallaban reunidos en el patio principal del castillo de lord Butsuma, alrededor del cadáver de su fallecida hija dentro de una especie de féretro sellado, tallado a mano con elementos del lecho marino para emular su figura, o como todos la recordaban.
De pie junto a su esposo el rey Tajima, la reina Hanan portaba un sobrio vestido negro como correspondía al luto, de escote recto con opacos bordados en forma de dragones en el centro del corpiño, las mangas abiertas como lienzos desde los hombros—debajo unas mangas ceñidas hasta las muñecas—, y en la falda del vestido, separada por una superior y lisa abierta bajo el vientre, con sus largos rizos rosados peinados en una coleta sobre su hombro izquierdo, resaltando los pendientes de oro y ónix en forma de lagrima, así como los diminutos broches que adornaban su cabello. Sus ojos estaban en su hijastra, la princesa Izumi, igualmente presente en el funeral junto a su esposo lord Tenma Senju, hermano de la fallecida lady Toka; era conocido por todos la aventura que la heredera del rey había tenido con su tío, quien se había casado casi al mismo tiempo que ella con lady Toka…pero, ahora su esposa había muerto, y aunque el rey Tajima no viera defecto alguno en su hija, Hanan estaba casi segura que antes de que el día terminará, la princesa desaparecería para follar con su tío, que la observaba en todo momento mientras acompañaba a sus hijas Ayame y Ryoko. Para los jóvenes príncipes Baru, Sasuke, Kagen y su hermana la princesa Sakura, Drifmark era un lugar extraño, no era particularmente encantador fuera de encontrarse junto al mar, pero era el hogar de su familia, pues los Senju igual que ellos descendían de la Antigua Valyria, mas ellos eran dragones, tenían la sangre Uchiha en las venas y siempre se sentiría cómodos juntos al fuego, no escuchando el oleaje del mar, pero ver a los dragones sobre sus cabezas mejoraba todo.
El cielo casi estaba lleno de dragones, pues estos habían seguido a sus jinetes en su viaje; Syrax el dragón cobrizo de la princesa Izumi, Seasmoke el dragón gris de lord Tenma, Caraxes el dragón rojizo del príncipe Itachi, Sunfire el hermoso dragón dorado del príncipe Baru, Tessarion el joven dragón azul del príncipe Kagen y que aún no tenía edad para montarlo, y por último Dreamfire la dragona de la princesa Sakura, con sus distintivas escamas malvas; el único que no estaba a la vista era Vaghar, el dragón de la fallecida lady Toka y que era el más grande de todos. Para los Uchiha, era costumbre dar la orden Dracarys a uno de sus dragones para que este soplara fuego sobre el cadáver, dándole un funeral digno…pero, en Driftmark acostumbraban a arrojar a sus muertos al fondo del mar, como sucedió en ese momento con el féretro de lady Toka, bajo un silencio ceremonial, bajando este por el acantilado del patio para que accediera a su lugar de reposo final; los Senju reclamaban el mar y los Uchiha reclamaban los cielos. De pie junto a su madre y hermanos, Sasuke no sentía particular miedo por la muerte, era joven y sus preocupaciones eran más bien minúsculas, lo que en realidad le preocupaba era llevar una vida sin propósito, no poder tener nunca un dragón, temía no poder encontrar nunca el fuego en su sangre…repentinamente, se escuchó una especie de ronroneo en el aire, sonaba fuerte pese a ser suave, era de un dragón, pero todos los que veía parecían felices de acompañar a sus jinetes, lo que él escuchaba sonaba lastimero y no alcanzaba a verlo.
¿Qué dragón hacía ese sonido? La pregunta estuvo en su mente durante todo el día.
El funeral continuo durante las próximas horas y sin interrupciones, todos consolándose entre sí en su dolor, especialmente el rey Tajima a su hermano el príncipe Itachi, habiendo perdido a su anterior esposa la reina Haruka y comprendiendo perfectamente cómo podía sentirse su hermano, en tanto su hija la princesa Izumi observaba todo desde varios pasos de distancia, conteniéndose para no acercarse a su tío, y siendo observada continuamente por su madrastra la reina Hanan. Alejándose de las conversaciones y en que sentía no encajar, la princesa Sakura se acercó a las rocas húmedas y conchas del patio, arrodillándose junto a estás, jugando con una araña que brotó y se paseó por sus manos, reflexionando sobre las visiones que estaba teniendo en los últimos días, murmurando para sí pensativamente. La princesa portaba un vestido negro de mangas ceñidas hasta las muñecas, decorado con encaje en los hombros y las muñecas formando tenues holanes, falda superior y lisa que se formaba en A bajo el vientre, exponiendo la falda inferior compuesta de bordados cobrizos y con detalles en rojo para replicar dragones, así como en el centro del corpiño, con su largos rizos rosados cayendo tras su espalda y sobre su hombro derecho, ocultos por un velo negro que se aferraba a la diadema de oro sobre su cabeza. Observando a su hermana desde unos pasos de distancia, Sasuke se esforzó para no sonreír ladinamente, en especial porque su hermano Baru se encontraba de pie a su lado, el prometido de Sakura, y no quería quedar en evidencia.
—No tenemos nada en común— masculló Baru observando sin interés a su hermana.
—Ella es nuestra hermana— recordó Sasuke, como si eso marcará toda la diferencia.
—Pues cásate con ella— replicó su hermano, pareciendo sentirse insultado ante la idea.
—Cumpliría con mi deber— contestó el azabache, conteniendo su ímpetu ante la idea, —si madre nos hubiera comprometido— añadió seriamente, pues era algo serio para él.
—Si hubiera…— se burló Baru, entornando los ojos y bebiendo un trago de su copa.
—Fortalecería la familia, mantendría la sangre valyria pura— defendió Sasuke, repitiendo las palabras de su madre y sabiendo que él no era menos que Baru.
—Es una idiota— protestó su hermano, como si fuera dolorosamente obvio.
—Ella es tu futura reina— afirmó el azabache, zanjando el tema de esa forma.
Considerando lo mucho que su hermana Izumi había ensuciado y mancillado el linaje familiar por cogerse a Neji Hyuga y tener hijos bastardos con él—todos lo veían así, excepto su padre el rey Tajima—, Sasuke debería agradecer que Sakura estuviera comprometida con Baru, así la casa real volvería a limpiar su nombre, pero él seguía deseando estar en el lugar de su hermano, el cual deseaba que su compromiso se anulara; Sakura era inofensiva, tranquila y curiosa, Sasuke siempre disfrutaba de su presencia, intrigado por todo lo que a ella le interesaba, en particular las profecías que siempre parecían murmurar, y a sus ojos ella se veía particularmente bella ese día. Sakura era especial, todos en la familia lo sabían y la veían de manera diferente, pero Sasuke sabía que nadie la apreciaba como él lo hacía, ni siquiera su madre, siempre descartándola como una especie de rareza, incluso Baru la ignoraba pese a ser su prometido, pero él la amaba de todas las formas posibles, mas ¿Era el amor entre un hermano y una hermana?, ¿O era algo más? Baru no podía ver lo mismo que Sasuke y la verdad ni le interesaba, Sakura era su hermana y él no podía verla de otra forma, de hecho, incluso como hermanos eran distantes entre sí por lo diferentes que eran, casarse con ella en el futuro era una imposición y el príncipe detestaba eso, sin embargo, reemplazó su expresión de disgusto por una sonrisa pícara cuando una de las sirvientas se acercó a su hermano y él con una bandeja, reemplazando la copa vacía por una llena y desnudándola con la mirada.
—En realidad, si tenemos algo en común— declaró Baru repentinamente, haciendo que su hermano volviera la mirada hacía él con disimulada preocupación. —A ambos nos gustan las criaturas de patas largas— se burló, dejando su copa vacía sobre la bandeja de la sirvienta y procediendo a seguirla con una sonrisa burlona.
—Baru…— suspiró Sasuke, no consiguiendo entender a su hermano ni sus intereses.
Vio a su hermano irse tras los pasos de esa sirvienta, sintiendo el asco revolverle el estómago, no estando para nada de acuerdo con su actuar ni forma de hacer las cosas, Sakura se merecía algo infinitamente mejor, mejor que el cerdo arrogante y perezoso de su hermano, no necesitaba leer la mente de Baru para saber que su hermano sería un esposo terrible con su dulce hermana, no solo por lo cruel y grosero que ya era con ella, sino porque no era ningún secreto que Baru se cogía a todas las mujeres que veía; nadie se atrevía a decir nada ofensivo de él, porque era el príncipe y probablemente el futuro rey como heredero varón primogénito de su padre, pero todos sabían que era un completo imbécil. Sasuke sabía que estaba mal, pero odiaba a su hermano, odiaba lo desagradecido que era, siempre consiguiéndolo todo y no importándole en absoluto; Baru era cruel, perezoso, arrogante, no sabía comportarse como correspondía a un príncipe ni a un futuro rey…¡Era injusto que su hermano se quedara con todo! La corona a futuro, un dragón que había eclosionado en su cuna y que era la envidia de todos—Sunfire era llamado el dragón más hermoso—, todo solo por nacer como el primogénito, mientras que él era el olvidado por ser el segundo hijo, pese a esforzarse el doble en todo y merecer mucho más. Ajena a esas preocupaciones, Sakura sabía que exasperaba a muchos con su conducta, Sasuke siempre la protegía, obviamente su madre y su abuelo siempre estaban ocupados con otras cosas, su padre apenas la reconocía, y Baru no la trataba amablemente ni siquiera por ser su futuro esposo, y a ella le daba igual.
—La mano gira el telar; carrete verde, carrete negro, dragones de piel tejiendo dragones de hilo— murmuró Sakura, observando el ir y devenir de la araña en sus manos.
Como era costumbre en la realeza, Sakura estaba continuamente rodeada de niñas de su edad, hijas y sobrinas de hombres leales a su padre y a la corona, que debían crecer junto a ella, aprender y hacerle compañía para convertirse en sus damas en los meses sucesivos—previos a su boda con Baru, planeada para cuando cumpliera catorce años—, y aunque la princesa se había vuelto cercana a lady Ino Yamanaka por su personalidad divertida y comprensiva, la mayoría de las personas no se interesaban por lo mismo que ella y se sorprendían por sus intereses, hablando a sus espaldas cuando creían que ella no escuchaba, sobre lo extraña y rara que era, y a ella no le importaba. Sakura solo podía imaginar lo extraña que la encontrarían todos si supieran de los sueños que ha tenido desde la infancia, las visiones que la atormentan constantemente; tal como están las cosas, todos pensaban que solo decía cosas tontas y sin sentido, pero ella sabía la verdad, sabía que todo lo que veía despierta o dormida acababa volviéndose realidad; desgraciadamente, no todo lo que veía era claro, a veces muchas de las cosas que veía eran más bien abstractas, por lo que tenía que interpretar eso o esperar a recibir mayor información, pero cuando ella revelaba estas visiones, no muchos la escuchaban. La princesa volvió la mirada por sobre su hombro, hacia donde había estado Sasuke, pero este se había acercado a sus primas para desearles condolencias por la muerte de su madre, y ella bajó la mirada hacia la araña en sus manos, usando una concha para encerrarla, sabiendo que ese día se cumpliría una de sus visiones…
El día continuó progresando lentamente, con el sol ocultándose en el horizonte y tiñendo todo de un gris profundo mientras la niebla se elevaba desde el mar, con la luna emergiendo de las sombras e iluminando todo con su apariencia celestial, la única orden para los menores de la familia de prepararse para ir a la cama; la primera fue la princesa Izumi, que se retiró para acompañar a sus hijos a sus camas, y luego fue el turno de la reina Hanan, aunque solo preciso de ordenar a sus hijos que se retiraran, lo que Sakura no dudo en hacer, tomando de la mano a su hermano Kagen, y Sasuke pareció obedecer, mas permaneció en el umbral del castillo observando cómo su abuelo Kizashi ayudaba a Baru a caminar de lo alcoholizado que este se hallaba. Sintiendo algo muy raro, una especie de inquietud, Sasuke tuvo cuidado de moverse por los pasillos iluminados del castillo sin ser visto, no teniendo sueño como para irse a la cama a esa hora, dirigiéndose hacia la playa en su lugar, sabía que la causa de su inquietud era su pasada conversación con Baru y su inminente boda con Sakura en los meses próximos…el príncipe realmente intentó ahorrarse el enojo y la rabia que se acumulaban en su interior como un veneno cada vez mayor. Interrumpiendo sus pensamientos, Sasuke volvió a escuchar aquel ronroneo rompiendo con el silencio de las dunas de arena en que camino, frunciendo el ceño con extrañeza, preguntándose de qué dragón podía tratarse y concluyendo que debía ser Vaghar, el dragón de la fallecida lady Toka, quien había sido su última jinete.
Según las leyendas, Vaghar era uno de los dragones más grandes que habían vivido, el más grande había sido Belarion que había pertenecido a su padre el rey Tajima, pero este había sido demasiado viejo y había muerto al poco tiempo; Vaghar era casi tan viejo, de ahí que fuera tan grande, el dragón más grande de aquel momento, reconocido desde lejos por sus hermosas escamas verdes como esmeraldas, pero mientras que todos los otros dragones se habían dejado ver durante el día, surcando los cielos, esa bestia todopoderosa y legendaria se había mantenido oculta, de luto por la pérdida de su jinete. Un dragón de luto por su jinete y él sin dragón, que escenario más patético…A su mente vinieron todas las veces que Sakura lo había consolado, diciéndole que un día tendría un dragón, que no todos los jinetes se vinculaban a dragones nacidos de huevos, que el suyo debía ser adulto y debía estar esperándolo ahí fuera, listo para montarlo, siempre diciéndole que su dragón sería el más grande de todos, y Sasuke siempre había visto sus amables palabras como las que diría una hermana por su hermano, fruto de la condescendencia quizás, así lo había visto él en su momento. Sin embargo, el príncipe se congeló y detuvo sus pasos, dándose cuenta de su error y tomando como ciertas las palabras proféticas de su hermana; según había aprendido en sus lecciones de historia, Vaghar era el dragón vivo más grande conocido, había sido montado en el pasado por Mikoto Uchiha, la hermana y esposa de Baru I "El Conquistador".
Vaghar era el dragón de reyes y guerreros, muy pocos habían sido afortunados en montarlo pese a su larga vida, pero la sola idea de poder o aspirar a ser jinete de un dragón como ese hizo que la tristeza y preocupaciones se desvanecieran completamente de su sistema, dando paso a una contenida exaltación interior; Vhagar no había sido reclamado, lady Toka había sido su última jinete, pero asombrosamente ninguna de sus hijas, Ayame y Ryoko, había intentado montar a la colosal bestia, y a su vez él necesitaba un dragón, si una Senju había podido reclamar a un dragón así, ¿No podría hacerlo él, un verdadero Uchiha? Escabullirse de los adultos y saltarse la hora de dormir ya de por si había sido fácil, nadie le prestaba atención por ser el segundo hijo y el eterno responsable que jamás hacía algo mal, por lo que Sasuke continuó moviéndose por las dunas de arena, siguiendo el quedo ronroneo de Vaghar que resonaba en el aire, diciéndose que si se detenía, lo encontrarían y su madre lo detendría, le prohibirá que hiciera algo tan arriesgado, y probablemente le ordenaría a sir Kakashi que lo vigilara para asegurarse que durmiera y no intentara nada tan peligroso o descabellado. No le importaría a su padre el rey Tajima, Sasuke estaba seguro de ello a cada paso, la única persona a quien deseo decirle lo que haría era a Sakura, pero se dijo mentalmente que sería mejor sorprenderla, ella lo detendría por preocupación y él no se atrevería a desobedecerla, y realmente quería ver su expresión de sorpresa apenas viera a Vaghar, porque lo obtendría.
Por ello, siguió avanzando sin voltear ni una sola vez.
En la mente de Sakura continuaba latente el cómo había formado su vínculo con Dreamfire; igual que había pasado con Sasuke, ella nunca había tenido un dragón, como era costumbre entre los miembros de la dinastía Uchiha, habían puesto un huevo sobre su cuna para que eclosionara en su infancia más temprana, pero esto no había sucedido y debido a su carácter aparentemente pacifico, todos habían creído que nunca tendría un dragón, hasta que en su cumpleaños 11 y por una razón que aún no podía entender, se había dirigido al Foso de los Dragones, pocos reparaban en ella la mayor parte del tiempo, por lo que le había resultado fácil moverse sin vigilancia. La princesa portaba un femenino vestido blanco de escote corazón con bordados de dragones en los lados del corpiño, las mangas ceñidas hasta las muñecas y que daban paso a lienzos que dejaban expuestos los brazos, con el centro del corpiño y la falda inferior color beige suave, como las ligeras hombreras del vestido, con sus largos rizos rosados cayendo tras su espalda y sobre su hombro derecho, peinados por una diadema de oro en forma de mariposa decorada con cristales y a juego con un par de pendientes. Había tenido una visión la noche anterior, se veía surcando los cielos, el suelo se veía muy lejos, no estaba cayendo como en otros sueños que acababan siendo pesadillas, y lo único que sabía esa mañana al despertar es que debía dirigirse al Foso de Dragones, sujetándose la falda del vestido para no tropezar al bajar las escaleras, sabiendo que era peligroso, pero algo en su interior le impidió detenerse, mas si tembló ante el eco de los rugidos de los dragones.
No tenía idea que estaba haciendo o a dónde se dirigía exactamente, observando los oscuros pasadizos del foso, escuchando los gruñidos, sabiendo que era un lugar muy peligroso por lo territoriales que eran los dragones y porque había muchos sin jinete, por lo que se detuvo cuando una figura emergió de los oscuros pasadizos, se trata de un dragón grande, más que Sunfire el hermoso dragón dorado de su hermano, con las escamas de un malva oscurecido por la escasez de luz en aquel rincón, pero Sakura supo quién era, era llamada la madre de los dragones ya que había alumbrado a múltiples huevos, entre ellos el propio Sunfire, el dragón de su hermano, pero no dejaba de ser un dragón. Por inercia, la princesa retrocedió hacia la pared a su espalda, como si temiera tropezar y caer, pero esto resultó enternecedor para Dreamfire que sonrió como solo un dragón podía hacer, curvando los extremos de sus fauces, pero sin mostrar los dientes pues sabía que eso asustaba a los humanos, y ella se esforzó por no parecer intimidante con su gran tamaño para la pequeña princesa mientras avanzaba más y más cerca de ella, admirando lo valiente que era para encontrarse ahí sola con ella cuando cualquier otro Uchiha solo esperaría a recibir un huevo y que este eclosionara, y Dreamfire respetaba ese fuego interior, reconociendo a la princesa como su igual, una dragona, y ella la quería como su jinete, embelesada con la dulzura que transmitía su corazón, agachando la cabeza para que reposara sobre el suelo y sin apartar la mirada de su jinete elegida.
—No necesitas asustarte, princesa— la dulce y melodiosa voz de la dragona tomó por sorpresa a la Uchiha, —estoy ante ti para servir— aseguró sin apartar la mirada de ella.
—¿Puedes hablar?— preguntó Sakura en voz alta y en Alto Valyrio como había aprendido.
—Escucho tus pensamientos y tú escuchas los míos— corrigió la dragona con una ligera risa detrás de su voz. —Soy Dreamfire y tú eres mi jinete, si lo deseas— se presentó, respetando sus deseos y aceptándolos como propios.
Dreamfire había servido a múltiples jinetes en el pasado, eso no era un misterio para nadie, Sakura estaba al tanto de la historia de la "Madre Dragona" por sus lecciones con los Maestres, pero no pudo evitar sentirse afortunada porque está la eligiera como jinete, esbozando una sonrisa y alargando sus manos para acariciar la enorme cabeza y que pareció erguirse para apoyarse en su falda en busca de afecto, más también para levantar polvo del suelo, ante lo que Sakura no dudo en hacer lo mismo, iniciando un juego en que lo comprendiera o no, la dragona la guió más y más cerca de su lomo, sobre la silla que reposaba entre sus hombros y cuello, lo que no pasó inadvertido para Sakura. Sintiendo las inseguridades de la princesa, pero siendo buena en interpretar el papel maternal al que siempre parecía estar destinada, Dreamfire volvió la mirada hacia la princesa, señalando su lomo con sus ojos y dándole ánimos, ante lo que la joven de aspecto frágil se apoyó sobre la silla y lentamente subió a su lomo, acomodando sus pies en los estribos y sus manos a los agarraderos de la silla; sintiendo a la princesa estable en su lomo, Dreamfire se movió con pasos veloces para abandonar el Foso de Dragones, cruzando el patio antes de que los cuidadores pudieran impedírselo, riendo mentalmente ante la forma natural en que la joven se aferraba a su lomo. Aferrándose a la silla para no caer, Sakura se dijo que debería usar otro calzado la próxima vez, temblando de la emoción cuando Dreamfire se elevó al cielo, no creyendo haber sentido nunca algo tan maravilloso…
A solas en sus aposentos ahora, la princesa Sakura observó por las ventanas, no tan detalladas como las de la Fortaleza Roja pero que le dejaban ver el exterior, y a Dreamfire posada sobre el patio superior, siempre cerca de su rango de visión y a quien observó a través del cristal, recibiendo una especie de ronroneo de parte de su querida amiga a modo de despedida, volviéndose hacia su cama pese a no tener nada de sueño; la princesa vestía un sencillo camisón verde jade de escote en V, con mangas holgadas que se ceñían desde los codos hasta las muñecas, y falda ligeramente decorada con encaje, con sus largos rizos rosados cayendo sobre sus hombros. Al meterse en la cama, Sakura acomodó la almohada bajo su cabeza e intentó cerrar los ojos lo más rápido posible, buscando hundirse en el colchón, mas su habitación en el castillo de Driftmark se sentía extraña, no era como su habitación en Desembarco del Rey y ella no creía poder dormir, suspirando por lo bajo y abriendo los ojos, agradeciendo las velas que iluminaban la estancia. Las imágenes desfilaban una a una en su mente y delante de sus ojos, susurrándole una canción de cuna inquietante, a veces veía destellos del pasado como recuerdos, otras veces parecían ser destellos del futuro, pero no mucho tenía sentido, algunos destinos ya parecían decididos, imposibles de cambiar; la mayoría de las veces, se sentía agradecida de diferenciar entre sueño y realidad, pero otras veces la frustraba no percibir más detalles y no saber si tomarse literalmente lo que veía o escuchaba.
Tener visiones era parte de la estirpe Uchiha, ella lo sabía por sus clases de historias, aunque como no habían existido casos desde el rey Baru I "El Conquistador", naturalmente las personas no sabían cómo lidiar con ella y Sakura lo sabía, para Sasuke su don era una bendición y siempre la elogiaba por ello, pero Sakura muchas veces desearía no saber o no poder anticiparse a lo que ocurriría, eso quizás atenuaba su respuesta, pero la hacía sentir incómoda, torturada y constantemente fuera de lugar, nunca se sentía en paz y jamás se sentía sola, sino que más bien sentía si fuera un juguete del destino. Cuando no veía imágenes que debía interpretar, escuchaba voces sin sentido, algunas le decían que hacer y otras la cuestionaban, como si todo lo que hiciera estuviera mal, siempre resonando como susurros en sus sienes y provocándole jaqueca, aunque no lo demostrara, pareciendo agradable con todos como su madre le había enseñado, pero para atenuar el malestar muchas veces buscaba lugares ruidosos, detractores, recurriría más a Dreamfire, pero a su madre no le gustaba que volara u oliera a dragón y a Sakura nada la disgustaba más que disgustar a su familia. Acomodándose sobre la cama, sabiendo que no dormiría, Sakura tomó el libro que había dejado y lo abrió en la última página que había estado leyendo, era una copia de la historia de Baru I "El Conquistador", el libro favorito de Sasuke y por quien esbozó una sonrisa, sabiendo que estaba haciendo, sintiéndose preocupada, pero también deseándole éxito y la mayor ventura…
Ciertamente no era así como Sasuke imaginaba que sería su noche al moverse por las aparentemente eternas dunas de la playa en busca del poderoso Vaghar, teniendo cuidado de analizar el terreno, sintiéndose más orgulloso que nunca por ser un observador agudo, lo que a su vez le permitía tomar decisiones importantes reflexionando en ello, en contraste con su perezoso hermano mayor, y así como siempre había comprendido que no debía ni quería ser como su hermano, en ese momento comprendió que todo debía hacerse con cautela. Alcanzando la cima de lo que esperaba fuera la última duna en su camino, Sasuke se congeló a causa de la sorpresa, admirando las enormes escamas esmeralda del que era sin duda el dragón más grande que hubiera visto en su vida, teniendo cuidado de sus pasos al bajar la duna y acercarse a Vaghar, no creyendo nunca que estaría así de cerca de una leyenda viviente, que era lo que era ese dragón, mas parecía que este se hallaba dormido, con la cabeza apoyada sobre la arena y emitiendo un ronroneo muy tenue, pero que asemejaba a un rugido, con los ojos cerrados y ajeno a la presencia del infante. Era temerario de su parte, pero ya estaba harto de esperar y esperar, quería reclamar a un dragón y Vaghar sería suyo, quería dejar de ser el segundón menospreciado de la familia, quería convertirse en todo lo que era su tío Itachi y superarlo de cara al futuro, y con Vaghar podría proteger a su familia y a quienes le importaban de cualquier amenaza, sin importar cuán temible fuera esta.
Deteniéndose a apenas un par de pasos de la imponente cabeza del dragón, Sasuke tragó saliva, si lograba ser aceptado como su jinete, probaría que era un verdadero príncipe Uchiha, nadie volvería a subestimarlo o burlarse de él, tendría al mejor dragón de todos…pero Vaghar no era un dragón pequeño, podría aplastarlo fácilmente en un instante, mas un riesgo que el azabache estaba dispuesto a correr, acercando lentamente sus pasos al durmiente reptil, alargando su mano derecha para sujetarse a la silla y tratar de subir a su lomo. Cansado debido a su edad—estando a unas cuantas décadas de ya no ser capaz de alzar el vuelo, así como por su enorme tamaño—, Vaghar ignoró a la pequeña criatura que se había acercado a él, pero cuando lo sintió cerca de la silla sobre su lomo, no dudo en abrir los ojos, olfateando al tembloroso niño humano, reconociéndolo como Uchiha por su aspecto general en conjunto con sus ojos y cabello, ¿Ese niño se había atrevido a buscarlo pese a saber que podría matarlo en un instante? La ira creció silentemente en la garganta del dragón, volviendo a cerrar los ojos, ignorando al niño, no creyendo que una criatura tan pequeña fuera digno de intentar ser su jinete, ¿Cómo osaba ponerse al nivel de sus predecesores? Asombrosamente, el niño volvió a alargar la mano derecha hacia la silla, ante lo que Vaghar alzó la cabeza y abrió los ojos, sosteniéndole la mirada, olfateando su determinación y valor antes de abrir sus fauces con fuego chispeando en estás, reconociendo su osadía, mas no aceptándolo por ello.
—No— protestó Sasuke en Alto Valyrio y con voz firme, ante lo que el dragón cerró sus fauces y lo observó fieramente. —Quiero ser tu jinete, y tendrás que obedecer— Vaghar necesitaba un jinete y él necesitaba un dragón; podían aceptarse o morir en el intento.
—Tienes coraje, niño— reconoció Vaghar, respirando fuertemente y observando al muchacho que le sostuvo la mirada pese a sorprenderse por su severa voz. —Intenta sobrevivir, si puedes— desafío, interesado en divertirse y matarlo en el intento.
Que una criatura tan pequeña, un muchacho que no debía superar los doce años—según entendía lugar de haber tenido múltiples jinetes y habiendo vivido por largo tiempo—, intentará convertirse en su jinete era curioso a la par que absurdo e insultante para Vaghar, ni siquiera la fallecida Toka—su última jinete—había tenido semejante ímpetu, había sido una joven mujer de quince años que había respetado su autoridad, pero este niño…Era feroz, debía reconocerlo, no vio el miedo en sus ojos, y al mismo tiempo le resultó interesante pues no le recordaba a ninguno de sus anteriores jinetes; la joven y aguerrida Mikoto Uchiha con quien compartía un gran parecido, Bishamon Uchiha, Toka Senju...y ahora Sasuke Uchiha, ¿Qué tenía él que lo hacía diferente de cualquiera de sus jinetes anteriores? Apenas era un niño, y sin embargo Vaghar se sorprendió por él, dejándose guiar por la novedad de descubrir el mundo junto a alguien tan joven. Hasta ahora y por sus lecciones, así como por las interacciones que había visto entre su hermano mayor y sobrinos con sus dragones, Sasuke solo tenía claro que debía tener una determinación fuerte para ser aceptado por un dragón y no sabía si estaba actuando apropiadamente al imponerse de ese modo a una leyenda como Vaghar, pero estaba en ese lugar y situación y no iba a retractarse, absteniéndose de tragar saliva ante la severa voz del dragón, conteniéndose para no sonreír ladinamente ante la emoción que le provocaba el desafío que este le impuso, agradeciendo aquel reconocimiento.
Sus jinetes anteriores habían sido amables, generosos, le habían ofrecido múltiples cabras y alimento antes de intentar subir a su lomo…ese chico era un diablillo valiente y carente de miedo, no cualquiera estaría frente a un dragón y no cualquier Uchiha aspiraría a convertirse en su jinete, ese niño era verdaderamente diferente de cualquier jinete que Vaghar hubiera tenido y aunque aún no lo tenía sobre su lomo, el dragón sonrió mentalmente el imaginar el reto de adaptarse el uno al otro. Suspirando por lo bajo, liberando el aire que había estado conteniendo sin darse cuenta, Sasuke se acercó a los peldaños de la escalera que colgaba de la silla de montar del dragón—cortesía de la fallecida lady Toka—y por las que trepó hasta está, reconociendo más y más la gran envergadura de este, alcanzando la cima y recuperando el aliento solo entonces, afianzando sus manos sobre los agarraderos de la silla, intentando acostumbrarse a esa sensación y observando con contenida sorpresa la gran altura a la que se encontraba y el dragón ni siquiera se había levantado de la arena, seguía recostado…parecía un auténtico sueño. Dejando que el chico subiera a su lomo, Vaghar casi pudo saborear una amargura persistente en su interior aparentemente frío y calmado, por lo que decidió darle una oportunidad de intentar sobrevivir a un vuelo sobre su lomo—lo que había matado a muchos—, porque solo lo reconocería y aceptaría como su jinete si lo hacía, pero primero necesitaba ver si era digno y comprobar si su corazón era afín al suyo.
—Vuela ahora, Vaghar, te lo ordenó— habló Sasuke con voz firme, necesitando pasar esa prueba no solo para afianzarse sobre el lomo del dragón sino también por sí mismo.
Gruñendo por lo bajo, intrigado a la par que interesado en el feroz espíritu del muchacho sobre su lomo, Vaghar finalmente comenzó a erguirse con ayuda de su enormes patas, lo que provocó que el muchacho sobre su lomo tuviera que aferrarse fuertemente a la silla para no caer y más cuando el dragón procedió a sacudirse la arena que tenía encima luego de horas durmiendo en las dunas. Si la altura ya había parecido grande a Sasuke nada más subir a la silla de Vaghar, que este se elevara solo contribuyó a sorprenderlo y ponerlo ligeramente nervioso, no habiendo estado nunca antes tan arriba excepto sobre el lomo de Dreamfire, la maternal dragona de su hermana, pero entonces se sabía sobre un dragón dócil, en ese momento fue una lucha no caerse de la silla y buscar estabilidad, enumerando cambios que realizar para adaptar la silla a su persona. El muchacho sobre su lomo era pequeño, no más que una mota de arena, Vaghar podría habérselo quitado fácilmente de encima igual que se había sacudido la arena de los pliegues de sus enormes alas y que elevó del suelo o de la unión de sus escamas, pero el muchacho sobre su lomo tenía hambre de experimentar la vida y Vaghar le daría lo que estaba buscando, arrastrando sus patas sobre la arena hasta elevar las alas del suelo y alzar el vuelo con un movimiento brusco a la par que fluido, sin que ni él ni su aspirante a jinete se dieran cuenta de que eran observados desde una de las ventanas del Castillo, demasiado concentrados en su prueba y ajenos a los problemas que habría a su regreso.
Si regresaba, claro.
Vaghar no pudo evitar sentir que aquel chico era una pérdida de tiempo, había vivido demasiado tiempo y se había aferrado a los pocos jinetes que había tenido, ¿Para qué aferrarse a otro chico si al final este iba a morir de igual forma que sus jinetes anteriores? Con este pensamiento, Vaghar voló despreocupadamente, moviendo sus alas por el placer de volar y ajeno a las dificultades que imponía a su joven jinete, sin embargo, lejos de ver esto como un obstáculo, Sasuke lo vio como una prueba más, un desafío que llevar a cabo y él estaría a la altura. Estar sobre Vaghar no se asemejaba a nada que Sasuke hubiera sentido antes al montar tras su hermana sobre Dreamfire, y de hecho casi grito al resbalar de la silla de montar, mas negándose a caer se aferró lo más posible al material de esta, trepando hasta sujetarse de nueva cuenta gracias a las cuerdas conectadas a la silla y que obraban de riendas, halando de estas y ordenando al dragón que diera la vuelta, que comenzará a obedecer sus órdenes. Muchos habían intentado reclamarlo, usarlo como arma en sus pequeñas peleas o guerras, pero él los había rechazado una y otra vez, devorándolos y convirtiéndolos en ceniza sin importar quienes fueran, a tal punto que pocos lo habían intentado en los últimos años, nadie era digno…pero, fue difícil para el viejo dragón no quedar encantado por la valentía del muchacho sobre su lomo, por la forma en que se negaba a soltarse de la silla sobre su lomo, la forma en que se aferraba a él y a las riendas mientras él volaba por los cielos, elevándose cada vez.
Sakura era pacífica, disfrutaba de volar por el placer de hacerlo y su relación con Dreamfire era igualmente amena, pero aunque seguía sin ser aceptado del todo por Vaghar, Sasuke no evadió nada de ese vínculo, montar sobre el viejo dragón era el mayor desafío que hubiera aceptado tomar en su vida y el Uchiha tuvo que contenerse para no reír a causa de la emoción, nuevamente casi gritando a causa de la sorpresa cuando Vaghar se zambulló en picada hacia la tierra, abriendo las alas en el último instante en un plácido vuelo, el primero de ambos como dragón y jinete. Siendo el último dragón sobreviviente de la Antigua Valyria, Vaghar sabía que el que un Uchiha naciera con el apellido no implicaba que pudiera montar a un dragón, la cualidad principal para que cualquiera se convirtiera en jinete de dragón era que tuviera la sangre del dragón en sus venas, Vaghar reconoció que Sasuke Uchiha tenía sangre pura, era valiente, osado y todo lo que él estaba buscando en un jinete desde que había eclosionado de su huevo hace casi 150 años y pertenecido a su querida Mikoto Uchiha, mas nunca antes lo había comprendido. Pudiendo leer los pensamientos de su jinete, comunicándose de esa forma cuando este no le ordenaba con palabras en Alto Valyrio, Vaghar se sintió conmovido ante el anhelo en su alma, el chico casi le suplicaba aceptación ante lo dolorosamente solo que siempre se había hallado, igual que él, aun cuando hubiera trabado gran afinidad con sus jinetes en el pasado, porque ninguno había sido como él, hasta conocerlo.
Sasuke tuvo que agachar la cabeza cuando una bandada de aves pasó cerca suyo, más veloces que una flecha, presa de la mayor emoción como para poder prestar la debida atención, pero pudiendo adelantarse a ello a través de los sentidos de Vaghar, y entonces lo entendió; era el vínculo de dragón-jinete que tanto había leído y escuchado por las historias de los Maestres y los cuidadores de dragones, era la prueba definitiva, Vaghar lo había aceptado; Vaghar era su dragón. Emitiendo un quedo ronroneo ante la certeza en los pensamientos de su joven jinete, Vaghar rugió fuertemente como un heraldo, anunciando su nuevo vínculo, disfrutando de dejar que el chico tomara el control, halará de las riendas y le dijera a donde ir, este no conocía los cielos y Vaghar quería que los conquistará, disfrutando la alegría de la juventud de aquel muchacho y compartiendo el júbilo de este ante su primer vuelo, olvidando todas las penas pasadas nada más escuchar su risa. Montar a Vaghar fue una experiencia empoderante y humilde a la vez para Sasuke, quien no pudo evitar reír a causa de la emoción, era una paradoja en muchos sentidos y lo hizo sentirse asombrosamente arraigado pese a que su dragón lo elevará por lo que parecía incluso por encima de los dioses. Sintiendo que ambos ya habían tenido suficiente y que era tarde, Vaghar voló de regreso al Castillo donde estaban los otros dragones, aterrizando sobre el enorme patio y provocando un ligero temblor, aguardando mientras sentía a su jinete bajar de la silla y acercarse para estar cara a cara otra vez.
—Gracias— susurró Sasuke, situando su mano derecha sobre el hocico del imponente dragón, el cual sopló ligeramente fuerte, haciendo que él riera por lo bajo.
Ni siquiera podía terminar de creer lo que había pasado, ¿Es que necesitaba pellizcarse para estar seguro de que no estaba soñando nada? El mismo Vaghar no pudo evitar sentirse genuinamente conmovido, igual que él, su jinete había mostrado un rostro particularmente agresivo y severo de sí mismo en su primer encuentro, pero en ese momento el dragón pudo actuar perfectamente como si fuera una cría recién salida de su huevo, dejando que el joven príncipe le acariciara la cabeza como si fuera precioso y frágil, algo sagrado, diciéndose que haría todo lo posible por mantener a ese chico a salvo en tanto viviera. Sonriendo ladinamente, Sasuke pudo imaginarse contándole todo a su hermana, de hecho, se despidió de Vaghar con esa intención, volviendo la mirada por sobre su hombro antes de correr hacia la entrada del Castillo, era tarde para hacer que Sakura lo siguiera hacia el patio exterior y darían que hablar, pero él quería contarle todo, quería que ella fuera la primera en saber que por fin tenía un dragón, porque ella lo había predicho. Vaghar siguió con la mirada a su joven jinete hasta perderlo de vista, sintiéndose contagiado por la juventud de este, sintiéndose rejuvenecer, sintiendo como fantasmas los dolores de su edad, más fáciles de ignorar que nunca; Sasuke Uchiha sería su último jinete, sus escamas se estaban cayendo, sus alas eran cada vez más pesadas, sus músculos se estaban marchitando y el fuego en su interior lo consumía lentamente, mas él no le fallaría a su último humano. Había valido la pena la espera…
Ya que el príncipe Sasuke había estado tan concentrado en ser aceptado como jinete de Vaghar, no había pensado en que alguien pudiera advertir lo que había hecho; ese alguien eran sus primas Ayame y Ryoko, las cuales se encontraban indignadas de que el joven príncipe, su primo, hubiera reclamado el dragón de su progenitora sin que ninguna de ellas pudiera podido siquiera intentarlo—no habían pensado en hacerlo, debido al período del luto—, por lo que ambas hermanas habían corrido a la habitación de sus primos y prometidos; Junichi el mayor y Yuudai, quienes habían despertado y no habían dudado en brindarles su ayuda. Tras cruzar el umbral del Castillo y no queriendo llamar demasiado la atención, Sasuke ralentizó sus pasos y se quitó la capa que había llevado toda aquella tarde durante el funeral, casi pudiendo sentir el fuego arder en su interior como un verdadero dragón, esbozando una irrefrenable sonrisa ladina, no necesitando ensayar ningún discurso para hablar con Sakura en el camino a su habitación—junto a la suya, igual que la de Baru y Kagen—, ni siquiera podía pensar con claridad…pero todo el júbilo que sentía por ser el jinete de Vaghar no le impidió notar a un pequeño grupo emerger desde el otro lado del pasillo iluminado por las antorchas. Se trataba de sus primas, las gemelas Ayame y Ryoko de seis años, acompañadas por sus prometidos Junichi de ocho y Yuudai de cinco, ¿Creían que así se verían más imponentes? Sasuke se sintió justificadamente indignado porque un grupo de niños le bloquearan el paso.
—Es él— acusó Ayame observándolo muy molesta, lo que casi lo hizo entornar los ojos.
—Soy yo— asintió Sasuke con tono despreocupado, no viendo qué problema tenían.
—Vaghar era el dragón de mi madre— dejó en claro ella dando dos pasos más cerca de él.
—Tu madre está muerta— diferenció el Uchiha, sin contemplaciones. —Vaghar es mi dragón ahora— le gustara a quien le gustara, era ya una realidad.
—¡Es mía, la reclamo!— contrarió ella, enfrentándolo y alzando la voz como su igual.
—Debiste reclamarla antes— desestimó él, más seguro que nunca de su posición. —Tal vez tus primos te encuentren un cerdo en el cual volar, te quedaría bien— bromeó recordando lo de semanas atrás, ante lo que Ayame corrió hacia él molesta y él no tuvo problema en hacerla a un lado, sujetando del brazo a Ryoko que la siguió. —¡Atáquenme otra vez y se las daré a mi dragón!— amenazó, cansado de ser visto como débil.
Si, Ayame y Ryoko eran niñas, pero a él no le importaba en absoluto, no se detendría para golpearlas si lo hacían enojar; a Baru no lo golpeaba porque era mayor y el heredero—lo que implicaría una sanción por estar debajo de él—, mucho menos Sakura porque era su hermana favorita ni a Kagen que era el menor y más inocente, pero esta deferencia no se extendía a los demás miembros de la familia, puede que esas niñas tontas estuvieran actuando irracionalmente por la reciente muerte de su madre, pero él no iba a dejarse golpear y lo dejó en claro al enviar a su joven prima al suelo con una bofetada. Pese a que la diferencia solo fuera de cuatro años, Sasuke si fue tomado por sorpresa cuando Junichi se arrojó contra él, mas el Uchiha no se dejó golpear, usando lo que sir Kakashi le había enseñado en sus entrenamientos, bloqueando los golpes del impetuoso chico y del pequeño Yuudai, ¿Cómo se había metido en ese problema en primer lugar?, ¿Con qué derecho intentaban atacarlo? Sujetándose de una de sus piernas, Yuudai consiguió hacerlo caer, pero aun así Sasuke se negó a ser el eslabón débil, bloqueando los golpes de Junichi al que arrojo contra Ayame que intentó arrojarse contra él de nueva cuenta, empujando también a Ryoko con un seco golpe en el estómago, pero no a Yuudai que seguía aferrado a su pierna, en su lugar lo sujetó del cuello con un ápice de fuerza, tomando una roca del suelo y amenazando con estampar está contra su cabeza, ya habiendo tenido suficiente de aquellos bastardos insolentes y sus tontas primas.
—Morirán gritando en llamas como lo hizo su padre, bastardos— amenazó Sasuke, teniendo la paciencia sobradamente colmada si de ellos se trataba.
—¡Mi padre está vivo!— protestó el pequeño Yuudai, luchando por zafarse de su agarre.
—Él no lo sabe, ¿verdad, Lord Hyuga?— se burló el Uchiha, soltando del cuello al menor.
El día antes de partir a Driftmark, la corte se había visto sorprendida por la noticia de que sir Neji Hyuga y su padre lord Hizashi—lord Mano del rey—habían muerto tras llegar a su propiedad en Harrenhal, producto de un incendio, el cual los había matado a ambos; el joven lord Tokuma, hijo menor y patizambo de lord Hyuga—en extremo leal a su madre la reina Hanan—había heredado toda su fortuna, y su abuelo lord Kizashi Haruno había vuelto a ocupar su cargo como lord Mano del Rey. Ofendido por las palabras de su joven tío, el príncipe Junichi extrajo la daga que llevaba colgada del cinturón a modo de amenaza al mismo tiempo que Sasuke empujaba a Yuudai, a quien acababa de soltar; evadiendo a su hermano pequeño, el cual cayó de sentón al suelo, Junichi se arrojó contra Sasuke, el cual lo golpeó en la cabeza con la roca que aún sostenía en su mano derecha, pero solo un golpe no bastaría para calmar la ira que había despertado en él tan injustificado ataque, por lo que se acercó a su sobrino para terminar con aquella pelea. Apresuradamente para defenderse, Junichi tomó un puñado de tierra y la arrojó al rostro de su tío, el cual se quejó, bajando la mirada temporalmente enceguecido y un instante después Yuudai se arrojó contra él de frente—habiendo recuperado la daga de su hermano del suelo—, propinándole un certero corte en el ojo izquierdo, y al mismo tiempo en que Sasuke se desplomaba de rodillas con un grito de dolor cubriendo su ojo, los guardias aparecieron para ser testigos de la pelea que tenía lugar.
—¡Deténganse de inmediato!, ¡Aléjense!— sir Raido corrió junto al príncipe Sasuke, ayudándolo a erguirse para examinar la herida. —Mi príncipe...— jadeo de incredulidad.
Siendo sir Raido Namiashi el protector de la princesa Sakura, era natural que si ella abandonaba sus aposentos por la noche, él tuviera el sagrado deber de acompañarla, pero tuvo que separarse de su lado y correr a auxiliar al príncipe; habiendo escuchado los últimos vestigios de la pelea tras abandonar su habitación incapaz de conciliar el sueño, Sakura se cubrió los labios de la sorpresa, no siendo capaz de articular palabra, sujetándose la falda del vestido para no tropezar, corriendo al lado de su hermano. Sabiendo que su madre la regañaría por andar indebidamente en camisón por los pasillos, la princesa portaba un sencillo vestido negro de mangas ceñidas hasta los codos donde se abrían en lienzos, pero el cual pasaba desapercibido en su mayoría bajo una corta capa de terciopelo violeta sin mangas, forrada en piel negra en el cuello en V, con hebillas de plata en el frente en forma de dragón y sus largos rizos rosados caían sobre sus hombros. Palideciendo a causa de la angustia y preocupación por la sangre que cubría el lado izquierdo del rostro de su hermano, examinando con sumo cuidado la herida, la princesa volvió la mirada a sir Raido, ordenándole que acudiera a informar a su madre la reina, lo que este no dudo en hacer. Furiosa por lo que sus sobrinos y primas habían hecho, Sakura les dirigió una severa mirada, estos parecían abrumados por la consecuencia de su actuar, pero no parecían arrepentidos y ella no olvido esa expresión en sus rostros, ni aun cuando su madre llegó poco después y ambas acompañaron a Sasuke al salón del trono.
Ninguno olvidaría esa noche.
Todos los invitados que habían asistido al funeral ese día, se encontraban reunidos a la luz de las velas y antorchas en el salón del trono, conocido como el Salón de los Nueve; el príncipe Sasuke se hallaba sentado cerca del fuego, siendo atendido por el Maestre Mizuki Suganuma con expresión sombría, y a su lado estaba su madre la reina Hanan, con el príncipe Baru, la princesa Sakura y el príncipe Kagen igualmente cerca, el primero por mórbida curiosidad, el menor por infantil preocupación y la princesa por contenida angustia, temiendo por la condición de su hermano. Ya que la sangre había cubierto el lado izquierdo del rostro de su hermano, Sakura no había dimensionado la gravedad de su herida hasta que el Maestre Mizuki comenzó a atenderlo, y era peor de lo que hubiera imaginado, le resultaba sorprendente que Sasuke no se quejara en ningún momento, sosteniendo firmemente los brazos de la silla y sin emitir señal de dolor mientras el Maestre cosía la herida en su ojo izquierdo, un corte profundo, largo y nada agradable, que se extendía desde encima de su ceja, sobre la cuenca de su ojo y hasta el inicio de su mejilla, una herida que el Maestre se encargó de cerrar al cocer el párpado, cerrando su ojo izquierdo para siempre. Siendo la más cercana a su hermano, de pie junto a la silla, Sakura quiso acercarse y consolarlo, susurrarle que lamentaba no haber insistido más en su visión para que él tuviera cuidado…pero sabía que no era buen momento, por lo que en su lugar se apretó nerviosamente las manos, no sabiendo qué hacer.
Sasuke se negaba a demostrar dolor, ya había dado su victoria a sus sobrinos bastardos al gritar de dolor al recibir la herida, no se quejaría en ese momento, se lo juro al morderse la lengua, pero que él no se quejara no implicaba que no sintiera dolor, la prueba fue el feroz rugido de Vaghar y que se escuchó a interior del Castillo, sorprendiendo a todos, era la representación del vínculo de dragón-jinete y quedó claro para todos, incluso para las celosas primas del Uchiha y sus sobrinos bastardos, casi sacándole una sonrisa ladina al príncipe o así habría sido si no hubiera tenido que disimular el dolor ante el trabajo del Maestre Mizuki al atenderlo. Para sorpresa de todos, el más furioso de los presentes era sin duda el rey Tajima, quien siempre parecía haber ignorado su existencia o pasado de largo con respecto a su crianza, mas era difícil saber si estaba enojado porque uno de sus nietos mutilara a su hijo o porque los caballeros custodios de su familia, supuestamente de guardia, no hubieran vigilado a los niños adecuadamente para evitar semejante confrontación. Normalmente Sasuke podía anticipar cuando algo incomodaba a su hermana y aunque ella estuviera en su punto ciego ahora, de pie a su izquierda, el príncipe deseo alargar una de sus manos y estrecharla con la suya, sabiendo que los ruidos, discusiones y gritos siempre la hacían sentir abrumada, de hecho, ella jamás alzaba la voz ni discutía con nadie, pero no era un buen momento, su madre estaba a su lado…y temía como fuera a reaccionar Baru ahora que Sakura era su prometida.
—¿Va a sanar, Maestre?— preguntó la reina finalmente, desesperada y preocupada.
—La piel sanará, pero ha perdido el ojo, Majestad— contestó el maestre Mizuki.
—¿Dónde estabas?— cuestionó Hanan volviéndose hacia su primogénito, al que propinó una inesperada bofetada.
—¿Por qué fue eso?— preguntó Baru tomado por sorpresa y no habiendo hecho nada.
—No es nada comparado con el abuso que tu hermano sufrió mientras te ahogabas en copas, imbécil— increpó la pelirosa furiosa como nunca, decepcionada de su actuar.
Aunque sobresaltada por la bofetada que su madre dio a su hermano, ya que nunca había golpeado a ninguno de ellos, Sakura respetó y comprendió el dolor e impotencia de su progenitora, casi parecía que fuera a estallar en lágrimas en cualquier momento y se podía disculpar su agresividad para con Baru, quien indudablemente debería haber estado al lado de Sasuke y protegiéndolo como el mayor, pero en su lugar se había pasado toda la tarde ebrio y detrás de las sirvientas. La princesa observó disimuladamente a su joven sobrino Yuudai, de casi seis años, un niño inocente, no un asesino a sangre fría, pero había herido a Sasuke, por su culpa su hermano había perdido un ojo…mas no podía imaginarlo dañando a nadie, ¿Cómo podía equivocarse tanto y seguir pensando tan bien de él? Las puertas del salón del tronos se abrieron, dando paso a la princesa Izumi, quien corrió inmediatamente hacia sus hijos, envolviéndolos en un cálido abrazo, pero no pasó inadvertido que su tío, el príncipe Itachi, ingresó casi al mismo tiempo, manteniéndose muy cerca de ella en lugar de junto a sus hijas Ayame y Ryoko; la princesa portaba un sencillo vestido negro de escote en V, con mangas acampanadas que llegaban a cubrirle las manos, encima una capa superior de terciopelo con bordados opacos de dragones, de escote en V cerrado por seis botones plateados, mangas abiertas a la altura de los codos como lienzos y falda abierta en A bajo el vientre, con su largo cabello castaño cayendo tras su espalda, peinado por una diadema de escamas de plata decoradas por perlas.
—¿Qué pasó?— preguntó Izumi nada más ingresar, tomada por sorpresa por el revuelo.
—¡Ellos me atacaron!— acusó Sasuke, culpando inmediatamente a su hermana.
—¡No es cierto!— contraataco Junichi, negándose a aceptar la culpa de aquel accidente.
—¡Él empezó!— secundó el pequeño Yuudai, respaldado por sus primas.
—Suficiente— acalló el rey Tajima, sin apagar los gritos de los niños, unos contra otros. —¡Silencio!— ordenó, alzando la voz y ante lo que estos indudablemente callaron. —Sasuke, quiero la verdad de lo que paso— solicitó el rey acercándose a su hijo, no viendo el dolor en los ojos de este ante sus palabras, porque dudaba de él.
—¿Qué más hay que oír? Tu hijo ha sido mutilado, y su hijo es el responsable— acusó la reina Hanan, alzando la voz con furia.
—Fue solo un accidente...— intentó disculpar la Uchiha con voz conciliadora.
—¿Accidente? El príncipe Yuudai llevó una daga a la emboscada, ¡Quería matar a mi hijo!— acalló la Haruno, no considerando excusa alguna.
—Mis hijos fueron atacados y obligados a defenderse, se mencionaron insultos repugnantes contra ellos—contraatacó la princesa, envolviendo sus brazos alrededor de sus hijos.
—¿Qué insultos?— cuestionó el rey Tajima, claramente cansado por aquella disputa.
—La legitimidad de mis hijos fue puesta en tela de juicio— contestó Izumi, haciendo que su padre la observara perplejo.
—Nos llamó bastardos— afirmó Junichi, observando a su tío el cual frunció el ceño.
—Mis hijos están en la línea para heredar el Trono de Hierro, Majestad, esta es la más grande de las traiciones— sentenció Izumi, sosteniendo la mirada a su padre. —El príncipe Sasuke debe ser interrogado severamente para que podamos saber dónde escuchó tales calumnias— sugirió, anteponiendo el bien de sus hijos y su legitimidad.
Era una medida extrema, pero a Izumi no le molestaba llegar a ello, Sasuke podía ser un niño, pero ella no dejaría que sus hijos fueran tachados como bastardos, pese a que si lo fueran, ella misma se negaba a admitir que había corrompido la sangre Uchiha por irse consecutivamente a la cama con un donnadie, alguien impuro. Nada más escuchar la palabra "interrogado severamente", Sakura sintió un escalofrió desde la nuca, observando a su hermano por el rabillo del ojo aunque este no pudiera verla—dado su ahora punto ciego—; todos sabían que implicaba esa palabra, incluso ella, "interrogado severamente" era una forma educada de referirse a la tortura…su hermano apenas tenía doce años, estaba a medio camino entre niño y hombre, ¿Cómo podía ocurrírsele a su hermana el recurrir a algo tan brutal con quien ya había sufrido en demasía? Los ojos de la reina Hanan se enfocaron en su hijastra con sorpresa, pero también con profundo dolor por lo que estaba sugiriendo, desviando muy brevemente la mirada hacia su hijo el príncipe Sasuke, quien tragó saliva disimuladamente ante la idea de ser forzado a decir una verdad que se negaba a decir, condenar a sus sobrinos como bastardos podía causarle la muerte, no estaría libre de ello solo por ser de sangre noble e hijo del rey, pero era la realidad de lo que pensaba y no dudo en esbozar una sonrisa ladina por la satisfacción de generar aquel resquemor de incomodidad en quienes lo habían herido, mas ninguno de los presentes le dedicó suficiente atención como para darse cuenta de ello.
—¿Interrogado por un insulto?— cuestionó la reina con incredulidad. —¡Mi hijo perdió un ojo!— señaló en caso de que no estuviera claro que él era una víctima de todo.
—Dime, hijo, ¿Dónde escuchaste esa mentira?— interrogó el rey a su hijo nuevamente, esta vez con el tono más suave posible.
—El insulto fue una jactancia del patio de entrenamiento, un juego de muchachos— desestimó Hanan rápidamente, en defensa de su hijo.
—Sasuke, te hice una pregunta— insistió Tajima a su hijo, sosteniéndole la mirada.
—Me pregunto, ¿Dónde está lord Tenma? Es el padre de los niños, tal vez él tenga algo que decir— señaló la Haruno, sorprendiendo a todos.
—No lo sé, Majestad— respondió Izumi, ligeramente incómoda. —Yo no podía dormir y salí a caminar— justificó torpemente, intentando no desviar la mirada hacia su tío Itachi.
—Entreteniendo a sus jóvenes escuderos, más bien— murmuró la reina, viendo a su hijastra como la mujerzuela que era.
—Sasuke, mírame— pidió el rey, haciendo que su hijo regresara su atención a lo importante. —Tu rey demanda una respuesta; ¿Quién te dijo esas mentiras?— interrogó, ante lo que la mirada del joven casi se desvió a su madre por inercia, casi.
—Fue Baru— contestó Sasuke por fin, bajando la mirada y no viendo la expresión de sorpresa en el rostro de su hermano mayor.
—¿Yo?— repitió el príncipe sin aliento, no creyendo estar envuelto en aquel problema.
—Baru, ¿Dónde has oído estas calumnias?— interrogó su progenitor, situándose frente a él que bajó la mirada. —¡Baru, responde!— insistió dado su silencio.
—Lo sabemos, padre— contestó Baru calmadamente, como su madre le había enseñado. —Todos lo saben, solo míralos— añadió, diciendo lo que nadie más se atrevería a admitir.
La sala se quedó en silencio ante las palabras del príncipe, porque representaban la verdad que nadie se había atrevido a decir hasta ahora, pese a que todos lo pensaran y era algo que todos sabían, aunque evitaran comentar al respecto, Sakura en particular siempre se había preguntado porque su padre el rey Tajima no veía lo que era evidente para todos, esos chicos tenían parecido a Izumi porque era su madre, mas lord Tenma no era su padre en otra cosa que en nombre, claramente sus ojos perla eran herencia del fallecido sir Neji Hyuga a quien se parecían muchísimo. Sasuke también siempre se había cuestionado, porque su padre no había hecho algo al respecto, pero no fue hasta ese momento que comprendió que no es que su padre no lo viera o fuera estúpido, se había negado a verlo, no quería hacerlo y aceptar que su hija, una princesa Uchiha, era en realidad más fácil que una golfa de burdel, una ceguera que sin embargo nunca había extendido a sus otros hijos, solo a su primogénita, su heredera…Sasuke apretó los puños, sintiéndose aún más insignificante y minimizado por ello, al igual que Baru, Sakura y el pequeño Kagen a su lado, ninguno de ellos sería suficiente para su padre. Todos siempre—Baru, Sasuke, ella y Kagen—habían tenido claro el evidente favoritismo de su padre por Izumi, pero todos habían querido verlo como el afecto de un padre por su primogénita, mas en ese momento Sakura se sintió igualmente minimizada; sus hermanos y ella valían polvo para su progenitor, incluso si él nunca lo había dicho en voz alta.
—¡Estas disputas interminables deben acabar!, ¡Somos una familia!— recordó el rey con voz fuerte y clara. —Ahora, discúlpense y demuestren buena voluntad entre ustedes, ¡Su padre, abuelo y rey lo exige!— determinó, no contemplando una negativa.
—Lo siento, mi rey, pero eso no es suficiente— contrarió la reina, para sorpresa de todos los presentes. —Sasuke ha sido dañado de forma permanente, la "buena voluntad" no va a curarlo— señaló, defendiendo a su hijo con todas sus fuerzas.
—Lo sé, Hanan, pero no puedo devolverle el ojo— discutió Tajima, superado por la situación. —¿Qué quieres que haga?— cuestionó, suponiendo que ella tenía una idea.
—Hay una deuda que debe ser pagada; quiero el ojo de uno de sus hijos— decidió Hanan, sosteniendo la mirada a su hijastra. —¡Es tu hijo, Tajima!, ¡Tu sangre!— sollozó desesperada ante la negativa que veía en los ojos de su esposo.
—No dejes que tu temperamento guíe tu juicio— aconsejó él en voz baja, pero profundamente autoritaria.
—Si el rey no busca justicia, la reina lo hará— insistió ella, sin ceder. —Sir Kakashi, tráigame el ojo de Yuudai Senju— ordenó, con sus ojos ardiendo de rabia apenas disimulada. —Puede elegir qué ojo conservar, un privilegio que no se le concedió a mi hijo— agregó, decidiendo ser magnánima.
—Detén tu mano— protestó el rey Tajima de inmediato, no consintiendo aquello.
—¡No, él me juró lealtad!— espeto Hanan, enfocando su mirada en su leal servidor.
—Como su protector, mi reina— difirió el Hatake respetuosamente, no pudiendo hacerlo.
—Este asunto está cerrado, ¿Entiendes, Hanan?— zanjó el rey, observando a su esposa. —Y que sea sabido, toda lengua que cuestione el nacimiento de los hijos de la princesa Izumi, será cortada— decretó como si fuera una ley y nadie se atrevió a cuestionarlo.
—Gracias, padre— apreció la pelicastaña, infinitamente más tranquila por su intervención
Escuchar a su hijastra fue la gota que resalvo el vaso para la reina Hanan, al borde de las lágrimas, a quien no le importó la situación en que está atrapado su esposo—pues Sasuke era su hijo, y tanto Junichi como Yuudai sus nietos—, acercándose al rey para tomar de su cinturón su daga de acero valyrio y con la que se dirigió a su hijastra con intención de tomar ella misma el ojo del príncipe Yuudai, como este había quitado el ojo izquierdo a su hijo. El caos se generó de inmediato, el rey intentó detener a su esposa y la princesa Izumi se situó frente a su hijo pequeño como escudo, escuchándolo gritar de terror y en paralelo todos los nobles presentes intentaron tomar parte según correspondiera; la reina fue detenida a tiempo por su leal servidor sir Kakashi Hatake—bajo cuyo agarre luchó—, y este fue apoyado en su labor por el príncipe Itachi, quien se situó como escudo frente a su sobrina, la cual pareció murmurar un quedo "gracias" para que solo él la escuchara. Todo era su culpa, todo estaba ocurriendo por él, por lo que Sasuke no dudo en ponerse de pie contra las indicaciones del Maestre Mizuki, avanzando hacia su madre, con Sakura pisándole los talones por la preocupación, ambos abriéndose paso a través del mar de adultos que les bloqueaban el paso, mas nada de ello les impidió escuchar el eco de la daga caer al suelo producto del forcejeo de su madre, junto a quien por fin se situaron, con sir Kakashi Hatake inclinando la cabeza a modo de disculpa por cumplir su deber de esa forma, mas era un mal necesario para proteger su dignidad.
—No llores, madre— la voz del príncipe Sasuke sorprendiendo a su progenitora, consiguiendo serenar las aguas asombrosamente, pues nadie esperaba que hablara. —Fue un intercambio justo; perdí un ojo...pero gané un dragón— declaró con una expresión ilegible para los presentes; él cobraría venganza a futuro, nadie lo haría por él.
Nada cambiaría lo que había ocurrido, el daño que le habían hecho a él y a su familia ese día, nada restituiría su ojo izquierdo, y ninguna disculpa de ninguna de las partes arreglaría las cosas realmente, pero Sasuke estaba decidido a sepultar esto en su corazón y no dejar que volvieran a herirlo, se negaba a ello y lo demostró con su declaración en ese momento, diciéndose que efectivamente había perdido un ojo, pero haber ganado a Vaghar y humillar así a sus primas y sus sobrinos bastardos valía cualquier precio. Por orden del rey, todos procedieron a retirarse a sus aposentos, concluyendo aquella discusión, y esta vez su madre la reina Hanan no dejó nada al azar, acompañando a todos y cada uno de sus hijos a sus aposentos para asegurarse que no saliera—así Sasuke había montado a Vaghar—, permaneciendo más con Sasuke por obvias razones y tratando de que él lograra conciliar el sueño. Dejando libre un suspiro cuando la confrontación pareció llegar a su fin, viendo a su madre atraer a Sasuke en un cálido abrazo, reconfortándolo y reconfortándose a sí misma a la vez, Sakura vio las cosas que nadie más veía; en sus primeros años de infancia, Izumi solía ser su compañera de juegos y siempre había creído que podrían entenderse y apoyarse, mas aunque no fuera su intención, esa noche Sakura comprendió que un muro se había elevado entre ellas, y entre Izumi para con el resto de sus hermanos, ella había elegido defender su postura antes que su vínculo y Sakura se dijo que ella haría lo mismo en el futuro. Izumi había comenzado la guerra…
Pese a que el rey Tajima estuviera molesto, la reina Hanan fue inteligente, supo actuar dulce, penitente y dócil como al conquistar el corazón del soberano hacía dieciséis años, por lo que esté pronto actuó como si nada hubiera pasado, ignorando la forma en que la reina defendía la injuria contra su hijo, centrada en prevalecer tal y como su padre lord Kizashi Haruno le había enseñado. A la mañana siguiente, la familia real y todos los nobles que los habían acompañado, emprendieron rumbo de regreso a Desembarco del Rey, aunque solo el joven príncipe Kagen abordó el barco junto a su madre y padre, ya que sus hermanos prefirieron emprender el viaje sobre el lomo de sus dragones; los ojos de todos en Driftmark estuvieron sobre el imponente Vaghar, a cuyo lomo subió el príncipe Sasuke. Aunque no había visto a su jinete desde la noche anterior, cuando se habían despedido, Vaghar había sentido su dolor, había rugido ferozmente durante la noche por su jinete, sintiéndose impotente por no poder protegerlo o ayudarlo en lo que sea que le estuviera pasando, pero no fue hasta que lo vio salir del Castillo y acercarse a él que entendió la profundidad del daño al ver la cicatriz en su ojo izquierdo, ronroneando por lo bajo cuando su jinete estuvo frente a él, disculpándose de esa forma, mas el joven príncipe no dijo una sola palabra, en su lugar solo le acarició la cabeza, sonrió ladinamente y procedió a subir a su lomo, ante lo que Vaghar aguardó hasta sentirlo sobre la silla, aguardando sus indicaciones y solo entonces moviéndose por el patio y alzando vuelo.
Observando todo en silencio, Sakura subió igualmente al lomo de Dreamfire, con una corta capa de piel beige ocultando la mayoría de su atuendo, insistencia de su madre sobre que una princesa debía lucir como tal en todo momento, mas aunque acarició afectuosamente el costado del cuello de su querida amiga y dragona, la pelirosa no pudo evitar volver la mirada hacia Sasuke, no habían hablado desde la noche anterior y esa mañana él ni siquiera había desayunado junto al resto de la familia, casi como si temiera que ella juzgará la herida en rostro o dijera algo, pero jamás lo haría, la herida que le había quitado su ojo izquierdo no hacía que dejara de ser quien era, seguía siendo su amado hermano, su mejor amigo, pero ella se dijo que todo cambiaría tan pronto como estuvieran en Desembarco del Rey. Arrogante como era debido a su juventud, Baru subió al lomo de su dragón Sunfire luego de que este volviera la cabeza en su dirección y chocará amigablemente su hocico contra su pecho, siendo el primero de los dragones en alzar el vuelo y naturalmente la siguiente fue Dreamfire, con Vaghar siguiendo a ambos dragones un instante después y sus escamas esmeraldas iluminadas a la luz del sol en un bello espectáculo. Sunfire era hermoso con su brillante dorado, así como la elegante Dreamfire y sus escamas malva, pero ambos dragones fueron eclipsados por la enorme sombra de Vaghar, el primer dragón apenas era una hormiga comparada con su tamaño, y la dragona de la princesa era de la mitad de sus dimensiones.
Un ojo por un dragón…era un trato justo, pero Sasuke no podía evitar lamentar la pérdida de su ojo izquierdo, pensando inevitablemente en ello sobre el lomo de Vaghar, esbozando una ligera sonrisa ante la preocupación que sentía emanar de este por él y acariciándole el costado del cuello para hacerle saber que estaba bien, mas era difícil para él no sentir resentimiento e ira por lo que había pasado y su dragón sentía lo mismo por su vínculo, así como disgusto porque alguien lo hubiera herido. El lado izquierdo de su rostro continuaba muy adolorido mientras la herida sanaba, de hecho, la noche anterior había fingido dormirse para no inquietar a su madre, pero en realidad había permanecido despierto durante toda la noche, mordiéndose los labios para no llorar de dolor y su mal humor, junto a la inseguridad que sentía por la herida, le había impedido unirse al resto de la familia en el desayuno de despedida. Agradecía el apoyo y preocupación de su madre, de quien se había despedido con un abrazo antes de que ella partiera en el carruaje a abordar el barco junto a su padre, pero él no iba a recurrir a su progenitora a cada momento, ya tenía doce años y en cinco meses cumpliría trece, debía dejar de ser un niño, más ahora que tenía un dragón y no quería que nadie lo viera como débil. Al margen de lo que podía creerse, no estaba amargado porque su sobrino Yuudai le hubiera quitado el ojo izquierdo, siendo honesto consigo mismo, su vida había mejorado, aunque el dolor indicase lo contrario, al menos Baru no se había burlado de él ni de su lesión.
Lo que realmente sentía Sasuke era resentimiento y deseos de hacerlo sufrir por el poder que ese niño insolente había tenido sobre él al arrancarle el ojo izquierdo, algo que ni siquiera su insufrible hermano Baru había hecho, y porque ello había hecho sufrir a su madre, haciéndola quedar como una salvaje solo por acudir en ayuda de uno de sus hijos en tanto Izumi permanecía indemne en su arrogancia, lo que él nunca perdonaría. Se sentía enormemente a gusto sobre el lomo de Vaghar, pudiendo respirar tranquilo y sintiendo que sus problemas no eran tan importantes, enfocando su mirada en Dreamfire, la dragona de su hermana, deseando tener ocasión de volar con ella al regresar a Desembarco del Rey, podía ser nuevo en ser jinete de un dragón, pero Vaghar confiaba en él y viceversa, era lo que siempre había querido y quería compartirlo con ella…pero ya habría tiempo, él primero necesitaba recuperarse. Ya había existido un abismo entre los lados de la familia, pero nadie se había atrevido a establecer un bando, hasta la noche anterior; al defender su injusticia e indignidad, Izumi había remarcado la separación de ambos bandos y la herida causada nunca sanaría por completo, igual que el ojo izquierdo de Sasuke. Sakura suspiró sonoramente, esbozando una ligera sonrisa y acariciando el costado del cuello de Dreamfire a quien sintió ronronear con preocupación, esperaba que su visión de las cosas fuera errada, no quería que hubiera derramamiento de sangre y no quería que nadie saliera herido, lo que Sasuke había sufrido era horrible y ella desearía buscar una sanción…pero continuar con el ciclo de violencia no ayudaría en nada.
Jugaban un juego horrible, pero tenían la determinación para ganar.
PD: Saludos queridos y queridas, actualice esta historia esta semana por tener el capitulo terminado, esperando como siempre poder cumplir con lo que ustedes esperan de mi, agradeciendo su apoyo y deseando siempre que mi trabajo sea de su agrado :3 Como les había informado, me encuentro de viaje esta semana, por lo que de actualizar algo, quizás sea "El Rey de Konoha" o "A Través de Las Estrellas" :3 Esta historia esta dedicada a mi queridísima amiga Ali-chan 1966 (agradeciendo su constante apoyo, consejo y asesoría en cada nuevo proyecto), a Karen Yareli (dedicándole esta historia por ser la primera persona en aprobar la historia), así como a todos quienes siguen, leen o comentan todas mis historias :3 Como siempre, besitos, abrazos, bendiciones y hasta la próxima.
Personajes:
-Sakura Uchiha como Helaena Targaryen (13 años) -Sasuke Uchiha como Aemon Targaryen (12 años)
-Baru Uchiha como Aegon II Targaryen (15 años) -Kagen Uchiha como Daeron Targaryen (8 años)
-Hanan Haruno como Alicent Hightower (36 años) -Izumi Uchiha como Rhaynera Targaryen (27 años)
-Junichi Senju como Jahaerys Velaryon (8 años) -Yuudai Senju como Lucerys Velaryon (5 años)
-Rhaena Targaryen como Ryoko Uchiha (6 años) -Baela Targaryen como Ayame Uchiha (6 años)
-Neji Hyuga como Harwin Strong (34 años) -Tenma Senju como Laenor Velaryon (29 años)
-Kakashi Hatake como Ser Criston Cole (38 años) -Tajima Uchiha como Vicerys I Targaryen (51 años)
Dragones & Guerra: Uno de los puntos principales del capitulo es el vinculo entre los dragones y sus jinetes, siendo el más nuevo el vinculo entre Sasuke y Vaghar, y el más antiguo el de Sakura y Dreamfire, cuyos inicios represento ya que eso no se ha retratado en "Fuego & Sangre" de George R. . Los acontecimientos que adapto corresponden al capitulo 7 de la Primera Temporada de "House of the Dragon", desarrollando la mentalidad de los dragones y como sus instintos afectan a sus jinetes. El conflicto entre el bando de los Verdes y Negros está cada vez más latente, consecuencia del empecinamiento de Izumi de tener la razón, yendo contra el orden establecido y haciendo las cosas como se le antojan, pasando por encima de quien le da la gana, prueba de ello es que no le importa condenar a su hermano a la tortura con tal de defender la "legitimidad" de sus hijos. Sasuke comienza a darse cuenta cada vez más de que esta por su cuenta; en el prologo retrataba principalmente la visión de Sakura, pero en este la mayoría del protagonismo es de Sasuke, y a partir de ahora comenzara a evolucionar como personaje, convirtiéndose en su propia versión; paralelamente, Sakura profundiza en las acciones de Izumi y en como esto repercute en iniciar la guerra y separar sus caminos para siempre, pero pese a todo el desarrollo, la guerra oficial aún no comienza.
También les recuerdo que además de los fics ya iniciados tengo otros más en mente para iniciar más adelante en el futuro: un fic inspirado en un What If de la Dinastía Romanov, que aún no tiene título, "La Bella & La Bestia: Indra & Sanavber" (precuela de "La Bella & La Bestia"), "Sasuke: El Indomable" (una adaptación de la película "Spirit" como había prometido hacer) :3 Para los fans del universo de "El Conjuro" ya tengo el reparto de personajes para iniciar la historia "Sasori: La Marioneta", por lo que solo es cuestión de tiempo antes de que publique el prologo de esta historia :3 cariños, besos, abrazos y hasta la próxima :3
