¡Aquí me presento con un nuevo capítulo!
Vamos a dar comienzo a este nuevo arco. Espero que disfruten los últimos capítulos tranquilos que quedan, porque los próximos serán muy movidos.
Nuevamente quiero dar gracias a Surfysun y srpaocomqueijo, quienes fueron que este capítulo triple sea posible.
Hablando del anterior punto, Shiro777 se convirtió en miembro y a pedido otro capítulo de esta historia, así que en vez de ser un capítulo triple será uno cuádruple. Muchas gracias por tu apoyo y confianza, realmente espero y deseo que la historia te siga gustando de principio a final.
Recuerda que si quieres pedir algún capítulo extra de cualquier historia que esté en desarrollo, puedes hacerlo desde mi Patre-on, y lo único que debes hacer es volverte miembro por un dólar. Puedes buscarme como: "Jyanzein".
Sin nada más que agregar, es momento de comenzar.
¡Disfruta!
"Maldad, guerra, sacrificio, asesinato, destrucción…"
Una voz bastante clara e imponente resaltó en el extenso salón.
"Los ignorantes creen entender el significado de esas palabras. Pero al final, solo nosotros entendemos lo que es la verdadera locura."
La oscuridad no dejaba ver con claridad. Lo único que se podía presenciar era una silueta que estaba sentada en un trono.
"Y por eso, en estos momentos es donde debemos hacernos más fuertes. Porque todos nuestros enemigos lo harán."
Varios escalones más abajo, había once siluetas que estaban escuchando con gran atención.
"Pero no importa que tan difícil sea, nosotros nos aseguraremos que esa locura no invada a nuestra nación. Incluso si debemos dar nuestras vidas en el proceso."
La oscuridad lentamente se desvaneció gracias a los primeros ápices de la luz mañanera que entraban por las diversas ventanas. Lo primero que se deslumbró es que el gran salón estaba hecho casi por completo de hielo, y en que diferentes sectores había asientos y fotos de los Once Fatui. Hablando de ellos, todos alzaron sus miradas para observar hacia el trono para ver la figura majestuosa de su Arconte, quien aún no se había recuperado por completo de su batalla anterior. Las diversas vendas que había en ciertas partes de su cuerpo lo confirmaban.
"Hoy nos hemos reunido aquí para continuar con el trabajo." Comentó Zarina, quien tenía una mano apoyada en su mejilla mientras miraba a sus subordinados de mayor nivel con mucha atención. "Sé que muchos no estarán de acuerdo debido a que mi condición aún no es perfecta, pero no podemos quedarnos quietos por más tiempo."
"¿Qué propone, Su Majestad?" Childe bajó su cabeza en señal de respeto, y así lo hicieron los demás.
"Necesitamos reunir las demás Gnosis cuanto antes." Declaró la Zarina cuando se reclinó en su majestuoso trono de hielo. "Lo mejor será no ejercer tanta presión sobre Fontaine debido a que somos aliados, por lo que solo irá Arlecchino." La mencionada colocó una mano sobre su pecho tras escuchar su nombre en señal de respeto. "En cuanto a Sumeru… nuestras relaciones están muy delicadas ahora mismo, así que nos centraremos en la Gnosis Pyro de momento. Para obtenerla, los 10 restantes irán a buscarla." Declaró la Emperatriz de Hielo de manera solemne.
"Sobre eso…" Dottore decidió tomar la palabra, captando el interés de todos. "Creo que deberías rever esa opción." El hombre declaró con completa seriedad, e incluso se lo veía algo alterado, cosa muy rara en él.
"¿Qué sucede?" La Zarina volvió a colocar una mano en su mejilla para escucharlo.
"Pensé que lo mejor sería mejor guardarlo para no alterarlos e investigar por mí mismo, pero llegados a este punto…" Dottore mantuvo un corto silencio tras esas palabras. "Mis otros yo comenzaron a ser cazados no hace mucho." Todos se sorprendieron de esas palabras. "Debido a los altercados, decidí que lo mejor sería reunirlos a todos los restantes en Snezhnaya, pero uno de ellos murió durante la embarcación. Esto último lo sé porque vi con mis propios ojos como el barco era atacado y destruido poco antes de llegar al puerto."
Tales declaraciones dejaron a todos en completo silencio. Incluso la Arconte se veía algo sorprendida.
"¿Tienes algún culpable?" La Diosa rompió ese tenso silencio, recibiendo un negar de cabeza como respuesta.
"Si destruyeron la embarcación tan cerca de Snezhnaya, hay una gran probabilidad de que se hayan infiltrado." Declaró Pierotto con su ceño fruncido habitual, aunque ahora se lo veía aun más fruncido. "Es cierto que los clones de Dottore no son tan fuertes como él, pero no dejan de ser una gran amenaza. No podemos dejarla sola, Su Majestad."
"Él está en lo cierto. Quizás esto es justamente lo que están esperando." Signora compartió los pensamientos del hombre.
La Arconte Cryo se mantuvo en silencio, sus cejas temblaron un poco y sus manos se aferraron sobre el trono con mucha fuerza.
Era obvio que no estaba para nada contenta por lo acontecido.
"Por lo que tengo entendido, no íbamos a ir a Natlan solo por la Gnosis, sino también por la tecnología que supuestamente quedó enterrada hace muchos siglos." Capitano retomó la conversación, llamando la atención de su majestad.
"¿Qué es lo que propones?" Preguntó la Zarina con interés, aunque ya se lo imaginaba.
"Como Su Majestad sabe, no hay nadie que conozca tanto la tecnología de Khaenri'ah como yo lo hago, ni siquiera el mismo Dottore." Comentó Capitano, inclinando su cabeza en señal de respeto, y Dottore lo miró inquisitivamente, pero no dijo nada al respecto al saber que no era el momento de discutir por trivialidades. "Por eso le pido amablemente que acepte la invitación del Ritual Escarlata y me mande como su representante." Capitano alzó su mirada, y sus ojos celestes brillaron detrás del casco. "Yo me haré cargo."
"¿Estás seguro de ir solo?" Preguntó la Zarina, no muy segura del plan.
"Soy solo un peón." Capitano respondió a su manera cuando volvió a alzar su rostro. "Como usted dijo, haremos todo lo posible, incluso si eso nos lleva a la muerte. Estoy dispuesto a entregar mi vida con tal de tomar el riesgo. El riesgo que es inaceptable es al peligro que podría someterse todo Snezhnaya si los 11 nos marchamos." Concluyó el hombre, dejando pensando a la Arconte.
Los segundos se hicieron infinitos para los Heraldos, quienes esperaban una respuesta con ansias.
"Muy bien." La Zarina rompió el silencio por fin.
"Arlecchino irá a Fontaine, y Capitano irá a Natlan. Los demás se quedarán conmigo para proteger a Snezhnaya de cualquier posible invasión."
_ INICIO DE ARCO – CAPÍTULO 13: ¿DOS ARCONTES? _
"¡Ei!" Aether quiso levantarse lo más rápido posible, pero chocó contra algo ni bien lo intento.
Pero era muy raro.
Sus labios habían chocado con una superficie húmeda y cálida, algo realmente raro. Aunque trasmitía una sensación que se sentía jodidamente bien.
Una vez que el polvo comenzó a desaparecer, lentamente se dio cuenta de que es lo que estaba tocando a sus labios.
Sus ojos se ensancharon tan rápido como en el momento que se dio cuenta que sus labios se estaban presionando contra los de Ei, quien se encontraba encima de él en una posición bastante comprometedora.
Una vez que su raciocinio funcionó por completo, el rubio hizo su cabeza hacia abajo al instante.
"Lo siento…"
Fueron dos palabras.
Solo tuvo tiempo para decir dos palabras, ya que los labios de Ei lo volvieron a reclamar tan pronto como se separó.
Ei volvió a separarse y lo observó con una intensidad sin igual. El enorme rubor en su rostro y sus ojos cubiertos de vida indicaban que acababa de pasar por uno de los mejores momentos de su vida, y no dejaría que dicho momento se terminara tan rápido.
El viajero tuvo indicios de reaccionar, pero ya era demasiado tarde, ya que Ei le estaba entregando otro beso.
Aether tuvo la intención de separarse en un principio debido a que la conmoción del momento fue demasiado grande, pero el beso tierno y claramente torpe de Ei por culpa de su inexperiencia hizo que ese pensamiento fuera descartado casi al instante. Esas manos que habían tomado su cintura para apartarla lentamente se estaban cerrando en un lindo abrazo.
De esa manera, Ei continuó dándole pequeños besos que duraban tan solo unos segundos. Ninguno de los dos se decía nada, solo querían trasmitir al otro todo lo que sentían, todo lo que tenían guardado adentro.
La sensación de compartir esos cortos besos era demasiado intensa como para soportarlo. Sus ojos se cerraron y sus labios se abrieron en ese último intento de Ei por ir mucho más profundo, haciendo que compartieran un beso cubierto de pasión.
La Diosa también se dejó arrastrar por sus emociones y lo abrazó por el cuello para asegurarse de que sus labios no se separaran ni por un segundo. Esa acción hizo que compartieran un beso realmente largo.
Aether la abrazó con aún más fuerza al sentir como unas lagrimas caían sobre su rostro.
Ei había comenzado a llorar de nuevo.
Sus labios por fin se separaron, y ambos jadearon por aire. Aether se sentó y la acomodó sobre su cintura. El rubio la volvió a abrazar, haciendo que sus cuerpos quedaran pegados, salvo sus rostros, que estaban a pocos centímetros de distancia.
Los dos se mantuvieron en silencio durante todo este tiempo, intentando recuperar el aire y asimilando todo lo que acababa de pasar. Mientras tanto, Ei aún seguía derramando lágrimas en silencio.
Hasta que…
"¿Lo dices en serio?" Las manos de la Diosa se apretaron sobre el pecho de Aether con fuerza. "¿En serio me amas?" Su voz sonó tan temblorosa y cautivada, sumado a su rostro completamente emocionado…
Simplemente ella poseía una belleza inigualable.
"Déjame responderte." Comentó Aether, para luego elevar las manos lentamente, recorriendo por toda la espalda de Ei. "Pero antes, ¿puedo hacer algo?" Sus manos llegaron al destino final una vez que las colocó sobre las mejillas de la Diosa cautivada, comenzando a acariciarla para reconfortarla y borrarle esas lagrimas que no paraban de caer.
Ei no tenía palabras para responderle, lo único que hizo fue asentir. De esa manera es como ambos se encontraban enfrascados en otro poderoso beso que tenía incluso más pasión y sentimiento que el anterior.
La Diosa se aferró sobre la camisa de Aether con mucha más fuerza, aceptando las caricias en su mejilla y cabello que la hacían sentir tan bien.
Aunque ni de lejos la estaba haciendo sentir tan bien como su boca.
El placer que sentía por estar besando a aquel hombre que quería y deseaba tanto generaba que el interior de su cuerpo actuara como un volcán.
El calor, el amor, la pasión, el placer, la felicidad.
Una cantidad infinita de cada una.
Y todo trasmitido por un simple beso.
No…
No era el beso.
Era Aether.
Era él quien le estaba produciendo todas esas emociones.
Era él quien había sanado su corazón y lo hizo latir con una fuerza que antes creía imposible.
Esas lagrimas…
Esas lagrimas derrochaban todo ese amor desbordante que su cuerpo no podía contener.
En estos momentos, Ei se sentía más viva que nunca, y le era imposible contenerse. Por eso es que su cuerpo comenzó temblar levemente al mismo tiempo que su llanto se profundizaba un poco.
Finalmente, sus labios se volvieron a separar por falta de aire, y esta vez Ei no pudo evitar el largo y tendido sollozo que emergió de sus labios justo al mismo tiempo que lo abrazaba con mucha fuerza, como si ella tuviera miedo de que todo fuera un sueño.
"Iba a responderte, pero creo que ya no es necesario." Comentó Aether suavemente mientras posaba su mentón sobre la cabeza de la Diosa, cuyos sollozos eran amortiguados por el pecho de Aether.
"¡Yo también te quiero…!" Exclamó Ei entre lágrimas. "¡Te quiero mucho! ¡Te quiero mucho…!" Aether le acarició el cabello mientras la escuchaba en silencio.
"Perdón por hacerte sufrir." El rubio tomó su mentón para levantarle el rostro, haciendo que ambos se miraran a los ojos. "por eso es que ahora…" Aether acercó su rostro, haciendo que los labios de Ei se entreabrieran ante la extrema ansiedad para que la besara de nuevo. "Por eso es que ahora me aseguraré de convertirte en la mujer más feliz del mundo."
Los ojos de Ei se ensancharon ante semejante declaración, pero ni siquiera pudo reaccionar adecuadamente, ya que los labios de Aether la habían vuelto a reclamar una vez más.
La Diosa se dejó llevar nuevamente y lo abrazó por el cuello. Sus ojos se cerraron y sus lagrimas por fin se detuvieron, para así aceptar todo ese amor y cariño sin desperdiciar una gota de él.
"Tonto, no necesitas prometerme algo así." Ei se separó para apoyar su frente contra la de él. "Todo lo que he deseado con tanto anhelo desde hace meses parecía ser un simple sueño que nunca se haría realidad. Pero, al final, parece ser que incluso los sueños pueden ser reales." Declaró la mujer con una tierna y cálida sonrisa en su rostro.
"¿Acaso no te has dado cuenta que ya me convertiste en la mujer más feliz del mundo?"
Dicho eso, ella ni siquiera espero una respuesta.
Sus labios fueron directos a los de Aether para asegurarse de que él entendiera que realmente se sentía la mujer más feliz del mundo.
Ellos no tardaron en separarse, y Aether la miró con suma profundidad, como si estuviera mirando algo que protegería con su vida y alma.
"En ese caso, me aseguraré de que cada mañana seas más feliz que ayer." Concluyó con una sonrisa cuando apretó un poco el abrazo, algo que Ei respondió a su manera cuando le abrazó la espalda con fuerza, colocando su rostro sobre su hombro.
Ambos estuvieron un buen tiempo así, sin compartir ni una sola palabra.
Fueron varios minutos, hasta que por fin decidieron separarse.
"Estaba muy emocionada, pero…" Ei se separó un poco de Aether y su mirada se tornó a una muy seria. "¿Qué pasará con Shenhe?" Esa pregunta hizo que Aether se pusiera muy nervioso, ya que la verdad quizás no caería muy bien en la Diosa.
"No te preocupes por ella. La realidad es que más que mi novia, ella es mi cómplice. Me ha estado ayudando para que te distancies de mi y así pueda dejar de amarte." Esas palabras hicieron que Ei lo mirara con una mezcla de confusión y tristeza.
"Espera… ¿no quieres amarme?" Ella dijo con clara desilusión en sus palabras.
"¡No, es un malentendido! ¡Todo surgió por culpa de ese libro!" Exclamó Aether algo alarmado, ya que Ei no se había enfadado, sino que parecía estar bastante triste.
Por suerte, esas palabras hicieron que volviera a ser la de siempre, aunque ahora se veía una gran curiosidad en sus ojos.
"¿Te refieres a ese libro en donde promociono ropa interior con mi figura?"
"¡Si-espera, espera! ¡¿Recuerdas eso?!" Gritó Aether con mucha vergüenza.
"¿Qué tiene que ver ese libro con todo esto?" Ei decidió desviar la conversación, ya que tampoco se sentía muy cómoda al respecto.
"No se si lo recuerdas, pero cuando te entrevisté, tú dijiste que no podías enamorarte." Ei alzó la mirada tras escuchar sus palabras, intentando recordar ese momento.
"Oh, sí. Fue el día que no me arropaste." Comentó Ei con naturalidad.
"Exacto… ¿Por qué siempre buscas recordar el lado vergonzoso de las cosas?" Le preguntó el rubio con una gota de sudor nerviosa.
"¿Eh?" Ei lo miró con gran confusión tras sus palabras.
"Da igual." Aether le respondió cuando negó con su cabeza. "La cuestión aquí es que desde que escuché eso por fin me di cuenta que realmente te quería. Fue un dolor de cabeza."
"¿Por eso te apartaste de mí esos días?"
"Si, pero Venti me ayudó a darme coraje, aunque creo que tomé sus palabras en el camino equivocado. Tenía dos caminos, uno era intentar conquistarte para estar tan unidos como yo quería, y el otro era distanciarnos un poco para que lentamente perdiera esos sentimientos hacia ti. Como puedes ver, al final decidí que la única posible era la segunda opción, pero no encontraba ninguna manera de distanciarme que no sea dolorosa para ti, hasta que apareció Paimon." Ei había escuchado atentamente hasta ese punto, ya que la mención del hada la había sorprendido.
"¿Qué tiene que ver ella en todo esto?" Preguntó la Diosa con sumo interés.
"Bueno… primero que nada, no te vayas a enojar con ella, porque al final fui yo quien decidió seguir su plan." Respondió el rubio con pena, haciendo que los ojos penetrantes de Ei se fijaran en los suyos, por lo que no pudo evitar apartar la mirada.
Unos cortos segundos bastante tensos emergieron entre ambos en los que ni siquiera se miraron a la cara, pero Ei no tardó en romper el incomodo momento con un suspiro.
"No puedo creer que fuimos tan tontos. Quiero decir, yo creía que eras un mortal, y por eso es que no me declaré en su momento. También por culpa de eso he negado e ignorado mis sentimientos por mucho tiempo." Las palabras de la Diosa hicieron que Aether la mirara con ligero asombro. "Pero al final todo se resolvió…" Una leve sonrisa apareció en Ei cuando lo abrazó con fuerza, algo que lo tomó por desprevenido. "¿No es así?" La sonrisa de la Diosa se ensanchó tras hacer esa pregunta.
"Fue bastante retorcido, pero al final fue un buen resultado." Respondió Aether con alegría cuando respondió el abrazo.
"Y aunque se hubiera retorcido aún más, estoy segura que hubiéramos terminado juntos tarde o temprano." Ei se apartó un poco para observarlo con un rostro brillante. "¿No crees que estábamos destinados?"
"Creo que sería mejor que dejaras de leer tantas novelas románticas." Aether le picó la nariz para molestarla, ganándose una pequeña queja por parte de ésta, pero al final ambos rieron.
Los enamorados compartieron una corta mirada cubierta de cariño y aprensión antes de que Ei se levantara y extendiera su mano para ayudar a Aether.
"Espérame aquí, acabo de recordar algo muy importante." Declaró Ei, para luego marcharse al baño, algo que resaltó bastante ya que la puerta estaba casi arrancada de su lugar.
"Si que hice un buen desastre." Pensó Aether en voz alta al ver que el dormitorio de Ei estaba patas arriba, casi literalmente.
Los segundos pasaron y después de un tiempo Aether pudo ver como Ei salía con sus manos juntas para ocultar algo.
"¿Recuerdas cuando te pedí que cenáramos a solas?" Aether asintió, dejando que Ei continuara. "En ese momento me fui antes de que pudiera dártelo." Ei abrió sus manos, y Aether se sorprendió al ver un patito de hule que tenía las palabras "te amo" inscritas en él.
"¿Esto era lo que querías decirme? Lo siento mucho." Comentó Aether con sumo arrepentimiento cuando tomó el patito de hule entre sus manos.
"¿Te gusta?" Ei rompió la tensión creciente en Aether con esa simple pregunta.
"Si, es muy lindo." Aether observó el regalo más de cerca, haciendo que una pequeña sonrisa apareciera en su rostro. "Me gustaría tener algo para regalarte…"
"Si lo tienes." Ei lo interrumpió cuando dio un paso adelante.
Aether se vio forzado a mirar hacia arriba cuando se encontró muy cerca con la Diosa. Ahora que los dos estaban parados y tan cerca el uno del otro hizo que distinguir la diferencia de estatura fuera muy sencillo, un detalle que había quedado en segundo plano a causa de su invalidez momentánea.
"Hum, ¿qué podría ser?" Aether se frotó el cabello debido a que nada le vino a la mente.
Ei tomó sus manos con cuidado e hizo que la tomara por arriba de la cintura. En ese momento una sonrisa cubierta de amor y cariño se alojó en sus preciosos ojos morados.
"Bésame."
Aether la miró con esa misma intensidad. Una leve sonrisa apareció en sus labios cuando dio un paso hacia adelante y empujó a la Diosa contra sus brazos, así inclinando su cuerpo hacia atrás.
Ei tuvo que aceptar que se sintió como una de esas princesas que tanto leía en sus novelas cuando Aether la besó en aquella pose.
Lo más probable es que no sería la última vez que lo harían, ya que la diferencia de estatura hacía que otro método sea muy molesto.
Aún así, ella no se quejaría.
¿Quién podría quejarse?"
El momento fue casi eterno, solo siendo roto por esa falta de aire que estaba comenzando a tornarse muy molesto para ambos.
Si no fuera por el maldito aire, ellos se besarían hasta el próximo amanecer.
"Oye… ¿no crees que es mejor que todos sepan sobre lo nuestro?" Preguntó Ei, un tanto agitada y aún con esa gran conmoción en su cuerpo por todo lo que estaba sucediendo.
"Estoy de acuerdo, de esa manera evitaremos malentendidos." Aclaró Aether con un asentimiento.
"Aún así, ¿podemos tardarnos un par de minutos más?" Preguntó Ei, su mirada se tornó a una más pasional justo al mismo tiempo que lo abrazaba del cuello con más fuerza.
"¿Eh?" Aether la miró con cierta confusión ante tal extraña petición, haciendo que Ei cerrara sus ojos y un tenue sonrojo se formara en sus mejillas.
"Bésame de nuevo, y esta vez que dure para la Eternidad."
_ SALTO DE LINEA _
Relajatetera
Una hora más tarde…
"Todavía debemos organizar un par de cosas, pero ya casi hemos terminado." Declaró Yae en su escritorio mientras leía un par de papeles.
Enfrente de ella se encontraban Kaeya, Sara, Itto, Kokomi, Ayaka, Gorou, Yoimiya, Paimon y Shenhe, quienes estaban escuchando a la Yokai con mucha atención.
"¿Y qué sucede con Mondstadt y Liyue? ¿Mi hermano vendrá?" Preguntó Ayaka, un tanto esperanzada de poder volver a ver a su única familia después de un tiempo.
"Sobre eso…" Yae no pudo terminar, ya que hubo algo que captó su atención. "Ara, por fin llegan." La mujer se vio forzada a cubrirse la sonrisa con su mano al ver hacia las escaleras.
De allí bajaban Aether y Ei. El rubio lucía más feliz que nunca, mientras que la Diosa parecía estar normal, aunque ese brillo que la rodeaba daba a entender que se encontraba muy contenta.
"¿Se encuentra bien? Todo el mundo escuchó la explosión en su cuarto." Preguntó Sara con ligera preocupación cuando vio a su Arconte, recibiendo un asentimiento como respuesta.
"Descuida, no fue la gran cosa." Ei le respondió, y su tono de voz sonaba más vivo que nunca, algo que no pasó por desapercibido en ninguno de los presentes.
"Estábamos en una conversación muy importante…" Comentó Yae, para luego entrecerrar sus ojos con picardía. "Pero estoy seguro que ustedes tienen una historia aún más interesante que contar. Así que, adelante."
Esas palabras hicieron que Aether y Ei se miraran entre sí. Ambos se sonrieron y sorprendentemente para lo Yokai ninguno de ellos se veía nervioso o avergonzado.
"Bueno, la realidad es que…" Comentó Aether.
"Ahora somos pareja." Ei cerró la idea del rubio cuando tomó su mano, observando a todos con una sonrisa.
Era su típica sonrisa amable y calmada, algo que no pegaba para nada con la situación actual. Solo tenías que ver el rostro de casi todos los presentes para comprobarlo.
"¡¿QUÉÉÉÉÉÉÉ?!"
Paimon fue la primera en reaccionar y su grito fue escuchado a lo largo de toda la Relajatetera.
"En ese caso, se cancela la misión." Respondió Shenhe de manera casual, cubriendo sus oídos por el gran grito de Paimon.
"¡Hablando de eso, siento mucho haberte causado problemas!" Aether se disculpó cuando hizo una pequeña reverencia para demostrar su pesar, haciendo que Shenhe le alzara un pulgar.
"¿Qué haces?" Dijo Gorou con una gota de sudor nerviosa.
"Vi que las personas siempre lo hacían cuando se hacia algo bien." Declaró Shenhe con simpleza.
"Eso es inesperado… o es lo que me gustaría decir, ya que nada es inesperado viniendo de ti." Declaró Kaeya con una sonrisa, para luego mirar a Ei. "Estoy seguro que él te hará muy feliz, señorita Arconte." Concluyó el caballero con su típico tono respetuoso que sonaba algo despectivo. "Aunque, tengo algo de curiosidad respecto a esa misión que mencionó Shenhe." Pensó Kaeya cuando enfocó la mirada en la mencionada. "¿No se supone que ellos estaban juntos?"
"Hace nada ella lo quería ejecutar frente a todos…" Comentó Ayaka con suma sorpresa.
"Si, es increíble como pueden cambiar las relaciones." Kokomi asintió, estando de acuerdo con los pensamientos de su amiga.
Mientras tanto, Itto… bueno, Itto solo se encontraba muy confundido por todo.
"Enhorabuena, Shogun-sama." Sara hizo una pequeña reverencia. "Espero que te sientas agradecido de tener esta oportunidad." Concluyó, enfocando su mirada en Aether, quien se puso un poco nervioso ante sus ojos afilados.
"¿Eh? ¿Pero como termino todo de esta manera? Se supone que habíamos hecho un plan…" Pensó Paimon en voz alta mientras se frotaba la cabeza con suma confusión.
De pronto, una sensación muy hostil recorrió sobre todos los presentes.
Paimon no pudo evitar ponerse pálida al notar como Ei la estaba mirando con unos ojos tan fríos y carentes de vida que la estaba aterrando hasta la medula. Y como si eso no fuera suficiente, esa expresión neutra en su rostro solo la hacía ver aún más terrorífica. Incluso parecía que la Shogun Raiden de hace meses había vuelto a tomar su cuerpo.
"Es cierto, había olvidado que toda esta idea había sido obra tuya. Casi vuelvo a aislarme por tu culpa…" El comentario tan frio y despectivo de Ei hizo que Paimon se cubriera el rostro con miedo.
"¡Vamos! ¡Dijiste que no te ibas a enojar con ella!" Exclamó Aether con una sonrisa nerviosa, para luego tomar su mano.
Ese simple gesto hizo que Ei se calmara notoriamente y volviera a su apariencia y aura normal.
"Al final no sucedió nada, por lo que no importa." Declaró Ei con un leve suspiro al final. "Además, no es que alguien como ella pueda tener una idea más inteligente que esa. Sinceramente no puedo culparla." Agregó como una ocurrencia tardía.
"¿Eh? ¿Por qué Paimon se siente insultada?" La niña flotante se frotó el cabello con una mirada confundida en su rostro.
"¡Ejem!" Yae se aclaró la garganta, ganando la atención de todos. "Primero que nada, los felicito. Ya se estaban tardando." Aclaró la mujer con su sonrisa habitual. "Y lo segundo, ¿ahora sabes lo que se viene?" La pregunta fue exclusivamente dirigida a Aether, quien se puso serio de un momento al otro.
"Ei me habló sobre ello. Entiendo que debido a mi poder y mi posición actual como su pareja eso me convierte en una especie de segundo Arconte para Inazuma. Eso haría que ambos debamos estar muy pendientes de la ciudad." Comentó el rubio, para luego enfocar su mirada en Ei. "Por eso es que decidimos mantener lo nuestro en secreto, por lo menos hasta que todo esto termine."
"Es una idea razonable, y no solo por eso, si no también por todo lo que significa que ustedes dos estén juntos." Declaró Yae, su sonrisa había sido reemplazada por una expresión completamente seria. "Los enemigos podrían ver esto como una debilidad e intentarían usarlo en vuestra contra." Ei asintió ante las palabras de su mejor amiga.
"También habíamos pensando en eso. Aunque la realidad es que vamos a estar en riesgo constante." Agregó la Diosa, mientras que todos los presentes se encontraban pensando en todo lo que significa que estos dos ahora estén juntos.
"Habiendo aclarado esto, solo falta aclarar una última cosa antes de seguir con Natlan…" La seriedad de Yae fue reemplazada por una sonrisa zorruna que sobresaltó un poco a Ei. "¿Qué estuvieron haciendo en estas casi dos horas?"
En ese momento, hubo dos reacciones.
Aether reaccionó de manera natural, y solo se puso un poco nervioso.
Pero Ei…
"¡No hicimos nada de eso!" Gritó la Diosa con un gran rubor que llegaba hasta sus orejas.
"Ara, ara. Nunca pregunté nada de forma explícita." Comentó Yae cuando entrecerró sus ojos, poniendo aun más nerviosa a Ei mientras que todos los demás observaban a la pareja confundidos.
"¿Por qué te pones así siempre que hablas con Yae?" Preguntó Aether con los ojos en blanco, haciendo que Ei lo mirara con cierta timidez.
"Aún no conoces todas sus facetas…" Ella aclaró en un susurro avergonzado.
"Basta de bromas. Hablemos de lo que nos concierne." Las palabras de Yae introdujeron un semblante serio en cada uno de los presentes, indicando que el momento de reírse ya había terminado.
"Estábamos hablando de Mondstadt y Liyue." Kaeya retomó la conversación. "Lo mejor seria que cada representante vuelva a su nación para entregar el mensaje y que nos brinden ciertos refuerzos. Luego de eso nos uniremos todos y…"
"No es una mala idea, pero lo mejor es que los representantes se queden a administrar a Inazuma mientras todos los demás estamos fuera." Yae interrumpió a Kaeya. "Sara se quedará momentáneamente. Ustedes vendrán con nosotros hasta embarcar en Liyue, luego de eso haremos un viaje rápido a Mondstadt y por último ustedes dos volverán a la Relajatetera y Sara vendrá con nosotros. Si la cosa se pone muy difícil, entonces los llamaremos." Ambos representantes asintieron de acuerdo ante la idea, mientras que Sara solo guardó silencio.
"¿Qué barcos utilizaremos? Todos los nuestros han sido destruidos." Preguntó Yoimiya con curiosidad.
"Hemos estado en contacto con unos amigos desde hace varios días. Ellos nos ayudaran." Aclaró Aether, recibiendo un asentimiento por parte de la chica.
"¿Cuándo llegaran?" Preguntó Yae.
"La última vez que hablé con ellos zarparon hacia Liyue, así que quizás estemos hablando de una semana o un poco más." Respondió Aether, haciendo que Yae bajara su mirada.
"¿Qué debemos hacer?" Yae volvió a alzar su mirada y la pregunta fue dirigida exclusivamente a Ei.
"Una semana es tiempo suficiente. Aprovechen este tiempo para entrenar y despedirse de sus seres queridos." Comentó Ei con su expresión neutra, recibiendo un asentimiento de todos como respuesta.
"Entonces está decidido." Declaró Aether con una media sonrisa.
"Pronto visitaremos a la Nación de la Guerra."
_ FINAL DEL CAPÍTULO _
(O NO)
¡Espero que lo hayan disfrutado!
Como pudieron leer, en este capítulo se abren más puertas a más misterios que estarán por resolverse, aunque alguno de ellos va a tener punto y final en un desarrollo muy adelantado de la historia.
Como dije anteriormente, es la primera vez que inicio un romance tan temprano con los personajes principales, así que espero acoplarme al ritmo e ir desarrollándolo de la mejor manera a lo largo de todo lo que resta de historia.
Sin nada más que agregar, es hora de marcharse.
¡Nos vemos dentro de 3 días para la continuación de estos capítulos extra!
"Ya que ahora vamos a tener algo de tiempo libre, ¿por qué no aprovechamos a darte algunas clases de cocina?" La pregunta de Aether hizo que los ojos de Ei se iluminaran.
"¡¿En serio?!" La Diosa lo observó con mucha emoción.
Era increíble pensar lo inexpresiva que una vez fue.
Ahora su rostro estaba cubierto de vida.
"Por supuesto, ¿quieren acompañarnos?" Aether desvió su mirada hacia los demás, esperando una respuesta.
"Aún tengo un par de cosas para hablar con todos. Ustedes adelántense." Yae respondió por todos, haciendo que ellos la miraran con una mezcla de confusión y curiosidad.
"De acuerdo." El rubio asintió, para luego fijar su mirada en Ei. "¿Vamos?" La Diosa asintió con algo de emoción cuando lo siguió escaleras arriba.
Una vez que ambos desaparecieron de la vista, todos llevaron su mirada a Yae, quien se mantenía inexpresiva.
"¿Qué es lo que debes decirnos?" Sara preguntó con mucha curiosidad, ya que ni siquiera ella lo sabía.
Esa pregunta hizo que Yae mirara a todos en un completo silencio, algo que los incomodó un poco.
Hasta que finalmente habló:
"No vayan a la cocina, a menos que quieran tener una experiencia cercana a la muerte."
