¡Aquí me presento con un nuevo capítulo!
Antes que nada, me gustaría disculparme por un error que tuve en el anterior capítulo, ya que uno de los diálogos que tuvo Diluc hacía alusión a que no conocía la verdadera identidad de Venti, cuando si lo sabía. Salvo por eso, creo que el capítulo trascurrió con normalidad.
Nuevamente les quiero dar las gracias a Surfysun, Shiro777, Srpaocomqueijo, Benio y Alciel, ya que gracias a ellos llevamos una secuencia de capítulos consecutivos realmente larga. Recuerda que, si quieres extender este límite, puedes volverte miembro en mi Patre-on por un dólar y podrás pedir otro capítulo extra, puedes encontrarme como: Jyanzein.
Sin nada más que agregar, es momento de comenzar.
¡Disfruta!
La caída desde la montaña había sido muy larga, pero por fin estaban llegando al suelo. Muchos de ellos se veían muy apurados con la idea de ser los primeros en tocar el verde césped para no tener que hacer el almuerzo.
"¡Ey! ¡Miren allí!" Exclamó Itto hacia un punto en concreto, haciendo que todos miraran.
"¿Es un hombre?" Se preguntó Paimon, quien gracias a su vuelo había tomado una enorme ventaja sobre los demás.
El hada no se lo pensó dos veces y se acercó al joven de aspecto peculiar, ante la atenta mirada de éste que estaba saludando de una manera muy amistosa.
"¡Hola, mi nombre es Paimon!" La mencionada se detuvo enfrente del hombre, ante la mirada ligeramente curiosa de él al verla flotar. "¿Cómo te llamas?"
"Mi nombre es Tonalli Xiuhcóatl, es un placer conocerla… hem, ¿señorita?" Preguntó el joven ahora reconocido como Tonalli.
"Paimon es Paimon." Respondió la cosa flotante con simpleza. "Y ellos de allí son mis amigos." Paimon se dio la media vuelta justo al mismo tiempo que el grupo iba aterrizando uno por uno.
"Es un placer conocerlos a todos." Declaró el joven con una mano en su pecho, recibiendo diversos asentimientos. "Por lo que veo, ustedes no son de Natlan, ¿estoy en lo cierto?"
"Así es." Respondió Ei. "El viajero recibió una invitación y todos nosotros decidimos viajar junto a él para brindarle seguridad." Las palabras de la Diosa hicieron que Tonalli se cruzara de brazos.
"Ya veo, realmente no me sorprende. Estoy seguro que se dicen muchas cosas acerca de nuestra nación, y desde ya puedo decirles que la mayoría son ciertas." Comentó el joven ligeramente apenado de su región.
"Por lo visto, no estás muy feliz con tu ciudad." Comentó Aether, dando un paso al frente.
"Es una larga historia." Respondió Tonalli, dándose la media vuelta. "Si gustan, puedo contársela mientras los guio a la Ciudad de Natlan." Todos se miraron entre sí, y después de un leve asentimiento en conjunto decidieron seguir al desconocido, pero ni siquiera pudieron hacer medio paso antes de que otro hombre apareciera.
"Tonalli, sabes que no puedes dejar todos esos troncos tirados en mitad de la nada. Entiendo que la Dama de Fuego tiene preferencia contigo, pero en estos tiempos complicados la negligencia podría ser fuertemente castigada." Comentó el calvo, ganándose una media sonrisa por parte de Tonalli.
"No te preocupes, Mexitli. De hecho, creo que tú también deberías dejar el trabajo y acompañarnos." Declaró el joven, para luego mirar a los recién llegados de reojo. "Ellos son los invitados que la Dama de Fuego a estado esperando durante este ultimo mes." Esas palabras hicieron que el calvo observara a los recién llegados con nuevos ojos.
"¿Es eso cierto? ¡Eso es increíble!" Exclamó Mexitli, dejando caer todos los troncos.
"Por lo visto, somos gente muy solicitada." Comentó Paimon con orgullo mientras se frotaba la nariz.
"¿Eso quiere decir que esa tal Dama de Fuego es Murata?" La pregunta de Ei hizo que los dos hombres la miraran.
"Como dije, hay muchas cosas que contar." Tonalli se volvió a dar la media vuelta. "Síganme."
_ CAPÍTULO 17: CUENTOS DE GUERRA Y LLAMAS _
"Una vez, la Dama de Dragones gobernó…"
"Una vez, la Dama de Fuego Nació…"
"Una vez, la Dama de los Dragones se enojó…"
"Y por última vez, una guerra se desató…"
"Esclavización, mártir, belicismo, tiranía…"
"Todo ello, la Dama de Fuego se propuso a derrumbar…"
"Libertad, heroísmo, paz, prosperidad…"
"Todo ello, la Dama de los Dragones se propuso a silenciar…"
"Enfrascadas en una guerra infinita que nunca encontrará el final…"
"…"
"…"
"…"
"Todo eso suena muy ambiguo." Comentó Itto, quien no había entendido nada acerca de la historia de Natlan.
"Para decirlo de una manera más simple, existen dos Arcontes Pyro. Una de ella es la Dama de Fuego, y la otra es la Dama de los Dragones." Explicó Mexitli. "Se dice que la Dama de Fuego inició una guerra contra los dragones para liberar a todos los humanos de la esclavitud. En ese entonces, la Dama de los Dragones era la única Arconte y evidentemente no le gustó lo que ella estaba tramando. El inicio de la guerra se inclinó más a favor de la Dama de Fuego, por lo que pudo liberar a casi todos los humanos cautivos y así iniciar una resistencia que aún persiste al día de hoy. Los siglos se convirtieron en milenios, y la guerra entre humanos y dragones aún sigue vigente, y no se sabe si algún día terminará." El calvo terminó su explicación, dejando las cosas un poco más claras en el progreso.
"Entonces, ¿toda la historia es una suposición?" La pregunta repentina de Venti hizo que todos lo miraran.
"Bueno… es cierto que toda la historia de Natlan es muy confusa porque existen dos versiones diferentes." Comentó Mexitli, para luego alzar su puño con decisión. "¡Pero todo lo que he vivido hasta ahora deja bien en claro que la Dama de Fuego es la única buena Arconte en esta región!"
"Es curioso escuchar eso de ti." Ei se llevó una mano a su mentón para mirarlo con más detalle. "Después de todo, eres un dragón." Ese comentario hizo que todos miraron al hombre con asombro.
"Ahora que lo dices, esas escamas realmente llaman la atención." Comentó Paimon mientras se frotaba el mentón.
"¡Por eso es que pueden fiarse de mi palabra!" Exclamó el hombre con seriedad. "¡He vivido en los dos bandos, y lo único que hicieron en mi tribu fue explotar a todos los menores hasta rozar la esclavitud con tal de convertirlos en fuertes guerreros, y si no querías hacerlo recibías un fuerte castigo! ¡Mientras que con la Dama de Fuego todo ha sido diferente, ya que desde que logré escapar, ella me encontró y me acunó en su ciudad sin obligarme a casi nada!" Concluyó el hombre con un fuerte asentimiento, para luego mirar a su amigo. "¡Si no me creen a mí, pueden preguntárselo a Tonalli! ¡Él también proviene de los Gruthekas! ¡¿No es así?!" El calvo sonrió ampliamente tras sus palabras.
Pero Tonalli no pareció compartir esa misma emoción.
"Si, algo así…" Comentó el joven por lo bajo mientras seguía caminando sin siquiera voltearse, eso hizo que todos se miraran entre sí.
"¡Oye! ¡¿Qué sucede con ese tono de voz?!" Exclamó el calvo, alzando ambos brazos como queja.
"Antes mencionaste una palabra extraña…" Comentó Paimon, frotándose el cabello en un intento de recordar dicha palabra.
"Le has contado toda la historia, pero te olvidaste de un punto fundamental." Dijo Tonalli con un tono burlón cuando lo miró de reojo. "A lo largo de los años, la diferencia entre ambos bandos se ha ido marcando, por lo que ahora se los conoce con diferentes nombres. Los que siguen a Gruthecóatl son conocidos como Gruthekas, y los que siguen a Murata son conocidos como Murayales."
"Ahora que entendemos el punto fundamental, me gustaría hacer algunas preguntas." Sara habló, ganándose la atención de los dos hombres. "¿Cómo es que ambos grupos se organizan territorialmente si las guerras suceden una vez cada 10 años? ¿Y cómo es que los Gruthekas pueden unirse a los Murayales sin problemas?"
"Son preguntas interesantes." Contestó Tonalli con un leve asentimiento. "Si hay una diferencia marcada entre Murata y Gruthecóatl es que la primera si cree en una convivencia entre ambas especies, mientras que la segunda se reúsa completamente. Y respecto a la otra pregunta…" Tonalli giró su cabeza para mirar al grupo. "Han visto esos ríos de lava cuando venían, ¿verdad?"
"¿Qué tiene que ver eso con la división geográfica?" Preguntó Sara con los ojos entrecerrados.
"Mucho más de lo que crees." Tonalli volvió su mirada al frente. "Todos los ríos son artificiales y se mantienen gracias a ciertas criaturas. El rio de lava más grande se encuentra en la mitad del territorio y funciona como una división." La respuesta no dejó del todo conforme a Sara, por lo que no tardó en retomar la palabra.
"Entiendo lo del rio central, ¿pero por qué crearon los demás? ¿No crees que son un peligro?" Preguntó la comandante con el ceño fruncido.
"Discúlpeme señorita, pero usted no sabe nada." Tonalli la observó de reojo, ganándose una mirada algo molesta por parte de la mujer. "Pero puedo asegurarle que entenderá todo cuando lleguemos a Natlan."
_ SALTO DE LINEA _
Natlan
Unas horas más tarde…
"No nos hemos cruzado con muchos animales salvajes, ¿siempre es así de tranquilo?" Preguntó Ayaka, enfocando su mirada hacia Tonalli y Mexitli.
"No se confunda, señorita. Nosotros conocemos el lugar, por eso hemos transitado por lugares seguros." Comentó Tonalli, girando la cabeza para mirarla. "Aunque tampoco existe mucha fauna. El sitio está casi dominado por los Hilichurls. Tampoco hay muchos ladrones de tesoros. Creo que el mayor problema que puedes encontrar aquí son aventureros que tienen un trato bastante violento. De hecho, estoy seguro que por esa razón es que los recomiendan a Natlan." Concluyó el hombre, recibiendo un leve asentimiento por parte de Ayaka.
"Eso también explica porque los Hilichurls son algo diferentes y cuentan con una fuerza más grande de lo habitual." Comentó Aether, recordando a los pocos monstruos que se habían cruzado en el camino.
"Hablando de eso, ustedes sin duda demostraron ser un grupo de gente bastante fuerte. Es fácil entender por qué la Dama de Fuego pidió su ayuda." Comentó Mexitli con una sonrisa.
"Todavía no sabemos si realmente busca su ayuda…" El susurro de Tonalli había sido muy bajo, pero Aether y Ei pudieron escucharlo gracias a sus oídos muy entrenados.
"¿Tampoco hay muchos peces?" Preguntó Kokomi, quien se detuvo para mirar un pequeño estanque un poco vacío que curiosamente emanaba algo de vapor.
"La cercanía a los volcanes hace que toda agua que esté cerca entre a una temperatura un poco alta. Solo las especies que evolucionaron para sobrevivir a ese tipo de clima se encuentran aquí." Tonalli respondió sus dudas, algo que llamó la atención de todos, en especial de cierto Oni.
"¡¿Eso significa que el mito de las aguas termales es real?!" Preguntó Itto muy emocionado.
"Por supuesto, tenemos montones de ellas no muy lejos de aquí. Les recomiendo ir, aunque sea una vez." Declaró Mexitli, recordando la extrema comodidad de las aguas termales.
"Espera, entonces los volcanes aún siguen activos…" Comentó Ayato, observando la cima del enorme volcán que ahora se encontraba muy cerca.
"En realidad, solo este se encuentra activo. El que pasamos hace unas horas se encuentra inactivo desde hace tanto tiempo que ni siquiera las Arcontes lo saben." Respondió Tonalli, observando al gran volcán que estaba frente a ellos.
"¿Eso quiere decir que se encuentran viviendo tan cerca del único volcán activo? Eso no suena muy inteligente." Comentó Paimon mientras se frotaba el cabello.
"Ahora que lo mencionas, me olvidé de decirles algo muy importante…" Tonalli apartó los últimos arbustos que tapaban la visión, haciendo que todos observaran el panorama con completa sorpresa.
Era natural estar tan asombrados, ya que detrás de esos arboles y arbustos ya no había nada. Es como si hubieran pasado una aplanadora sobre el bosque.
Pero la realidad era mucho más que esa.
Después de todo, no es que no había nada.
Si había algo.
Eran kilómetros y kilómetros de un panorama completamente carbonizado.
Lo único que se veía era ese suelo oscuro agrietado, restos de árboles hundidos en el piso, muchos ríos de lava pequeños que se esparcían hasta adentrarse al bosque, y frente a ellos ese imponente volcán en su máximo esplendor.
Pero eso no era todo…
"Nosotros vivimos sobre el volcán." Las palabras de Tonalli confirmaron esa última sentencia, ya que había una gran cantidad de casas, puentes, suelo improvisado e incluso edificios que rodeaban todo el volcán. "Y esa barrera rojiza que se encuentra sobre la ciudad es lo que usamos para protegernos de las erupciones. Es obra de la Dama de Fuego." Concluyó, para luego mirar algo divertido las diferentes reacciones.
"Aunque estén protegidos, ¿no crees que puede ser agotador vivir en un lugar así?" Se preguntó Gorou, incluso le asustaba la sola idea de poner un pie sobre un volcán activo.
"Como pueden ver, las erupciones son muy recurrentes. Diría que una vez cada 4 años." Comentó Tonalli, reanudando la caminata junto a los demás. "Y si, puede ser una molestia. Pero es indiscutible que este es un gran punto estratégico, ya que el campo de visión que nos proporciona es inigualable."
"¿Y que sucede cuando erupciona? ¿Cómo es que los habitantes salen del volcán si el suelo está repleto de lava?" Preguntó Paimon muy confundida, aunque ahora casi todos se encontraban igual tras oírla.
"Es gracias a esas criaturas que mencionó antes." La respuesta de Ei hizo que casi todos la miraran con cierta sorpresa.
"Me quitaste las palabras de la boca." Comentó Venti con una sonrisa.
"¿Ustedes han venido a Natlan antes? Juraría que los recordaría…" Aclaró Mexitli con bastante curiosidad.
"Fue hace muchos, muchos años." Fue la simple respuesta de Ei, haciendo que Mexitli y Tonalli los miraran con mucho detenimiento.
"Bueno… supongo que no son humanos." Declaró Tonalli, volviendo su vista al frente.
"Oye, ¿y como son esas criaturas de las que tanto se habla? ¡Realmente tengo mucha curiosidad!" Exclamó Itto, apretando sus puños con fuerza.
"Son domesticables, pero si los encuentras en su estado salvaje lo mejor es que te alejes si no quieres ser carbonizado." Aclaró Tonalli, continuando con la caminata. "Se los conoce como Burticoles. Tienen una forma bastante peculiar, es difícil explicarlo. Cuando lleguen a la ciudad les presentaré a uno."
"Espera, ¿tienen a esas cosas en la ciudad?" Preguntó Aether con los ojos en blanco.
"¡Por supuesto! No sabes lo útiles que son como medio de transporte." Le explicó Tonalli con una sonrisa.
"Sabes, no es que me moleste hablar de mi nación natal. Pero me gustaría escuchar sus historias, ya que nunca he salido de Natlan." Comentó el calvo con algo de emoción.
"Por suerte tenemos a alguien que disfruta contando historias." Comentó Aether con una sonrisa cuando enfocó su mirada en Paimon, quien parecía ansiosa de comenzar a relatar sus aventuras.
_ SALTO DE LINEA _
Una hora más tarde…
La subida a la ciudad no fue complicada. Lo único que tuvieron que hacer fue colocarse dentro de un gran ascensor de madera que era levantado por cuerdas. No fue difícil adivinar que Natlan se había concentrado mucho más en sus avances bélicos que en cualquier otra cosa, ya que la tecnología y las estructuras que poseían eran un poco rudimentarias.
Mexitli se separó del grupo ni bien llegaron a la ciudad, por lo que Tonalli se encargó de darles un pequeño tour por la ciudad antes de ir al capitolio, en donde se encontraba la Arconte Murata. Probablemente ese era el único edificio que se veía algo moderno, ya que las demás construcciones eran todas cuadradas con un estilo bastante peculiar, debido a que parecían escaleras más grandes de lo normal, sumado al hecho de que por dentro estaban huecas para que funcionaran como hogares. Los puestos y tiendas eran muy diferentes, ya que solo poseían unos palos que se utilizaban para levantar unas telas que cumplían la función de hacer sombra a las cajas, cocinas rudimentarias, o el elemento que utilizaran para realizar su trabajo. El único edificio que permaneció realmente moderno fue el de aventureros, en donde una Katheryne sonriente los recibió.
Una vez finalizado ese pequeño tour, Tonalli los guio al centro de la ciudad para entrar al capitolio, en donde los guardias los recibieron con respeto. Al perecer, el joven que los había estado ayudando hasta ahora era bastante conocido en Natlan.
"¿Aquí es donde se encuentran las personas más importantes de la ciudad?" Preguntó Paimon, observando los alrededores del sitio. "Pues, no veo a nadie…" Concluyó el hada flotante con suma extrañeza.
Era cierto que apenas se encontraban en el primer de los cuatro pisos, pero era bastante impactante ver el sitio completamente vacío.
"En realidad, este lugar funciona más como el hogar de la Dama de Fuego. Por lo general este sitio solo se vuelve concurrido cuando se trata de reuniones importantes." Declaró Tonalli, comenzando a subir por las escaleras.
"¿Eso quiere decir que este lugar se rige por algún tipo de consejo?" Preguntó una Ei interesada, quien no tardó en seguir al joven junto con los demás.
"No es así." Tonalli negó con la cabeza. "Las reuniones son convocadas por la Dama de Fuego. Siempre llama a la gente más importante de la ciudad para indicarles ciertos cambios y otros aspectos que se cree relevantes."
"En otras palabras, ella es la máxima y única autoridad." Aclaró Aether, ganándose un leve asentimiento por parte de Tonalli.
"Llegamos." Comentó el joven, deteniéndose enfrente de la primera puerta del segundo piso.
Tonalli no tardó en abrir la puerta, y un fuerte olor a vino invadió la nariz de todos.
"Llegaste muy tarde, Tonalli." Una voz de mujer resonó desde adentro de la habitación. "¿Sucedió algo?" El tono se notaba algo preocupado.
"Déjeme presentarlos." Tonalli se hizo a un lado de la puerta, y todos pudieron observar la figura de la mujer.
Ella poseía un largo cabello lacio rojo atado con un lazo detrás de su cabeza. Sus ojos eran de un color dorado anaranjado muy fuerte. Ha diferencia de los demás habitantes, sus atuendos eran de los más normales, ya que solo iba con una pequeña camisa negra que dejaba expuesto todo su abdomen, además de que dejaban un pequeño escote visible. Poseía un pantalón acampanado de color blanco, unas pulseras negras en sus manos, y por último unos tacones de color rojo.
"¡Oh, por fin llegaste!" Exclamó la Diosa un poco emocionada tras mirar a Aether, dejando su copa a un lado para ponerse de pie. "Pero… por lo visto, también trajiste a mucha gente interesante." Su emoción se redujo notoriamente cuando fijó su mirada en Ei.
Ambas mujeres se miraron con tranquilidad, pero todos pudieron jurar que había un aura algo peligrosa entre ellas.
"¿Cuánto tiempo a pasado?" Preguntó Ei con su habitual sonrisa.
"No lo sé, fueron miles de años." Declaró Murata, para luego desviar su mirada una vez más. "Por lo visto, también estás aquí." Venti tan solo sonrió ante las palabras de la Diosa.
"Eehhh, que recibimiento más frio." Comentó el Dios con su típica alegría.
"¿Cómo esperas que reaccione si dos Arcontes entran en mi territorio sin previo aviso?" Murata se cruzó de brazos tras semejante declaración, haciendo que Tonalli ensanchara un poco los ojos ante el descubrimiento.
"No te preocupes. No vinimos a causar problemas. Creo que ya tienes demasiados." Venti respondió a su manera cuando se cruzó de brazos, haciendo que Murata diera un pequeño suspiro.
"Por favor, no me lo recuerdes…" Respondió la Diosa un tanto abatida.
"Perdón por interrumpir, pero será mejor que los deje solos." Comentó Tonalli, llamando la atención de los presentes.
"Gracias por traerlos, Tonalli." Murata fijó su mirada en todos tras decir esas palabras. "¿También podrías llevarte a los demás? No se lo tomen a mal, pero solo quiero hablar con mis viejos conocidos y el viajero." Todos asintieron ante esas palabras.
"En ese caso, acompáñenme y déjenme mostrarles algo increíble." Comentó Tonalli cuando se dio la media vuelta.
Pero nadie notó algo crucial.
Antes de marcharse, el joven tomó el hombro de Aether y le susurró algo al oído, haciendo que éste se sorprendiera un poco.
"¿Sucede algo?" Murata y los otros dos Arcontes lo miraron con una ceja alzada al ver como Aether se quedó mirando a la puerta cerrada.
"Ah, no es nada." El rubio agitó sus manos para hacer énfasis en sus palabras. "¿De qué querías hablar?"
"Primero que nada, me gustaría agradecerte por aceptar mi invitación. Sé que no debió ser muy fácil." Comentó la mujer con una sonrisa.
"No se preocupe. De hecho, todos teníamos que venir aquí tarde o temprano." Contestó el rubio.
"Oh, ¿eso a que se debe?" Preguntó una Murata bastante interesada.
Aether observó de reojo a Ei, quien negó con la cabeza disimuladamente.
"Es una larga historia. De seguro se la contaremos antes de irnos." Espetó el viajero con una sonrisa.
"Ya veo, es una forma disimulada de decir que no confías en mi para decirlo." Comentó la Diosa, captando la indirecta de inmediato. "De todas formas, no estoy molesta. Todo el mundo tiene sus secretos." Concluyó con una sonrisa.
"Lo que si podemos decirle es que necesitamos algo de usted, pero no pensamos recibirlo gratis. Escucharemos el motivo por el que me invitó y discutiremos entre nosotros si debemos ayudarla o no." Declaró el rubio con sinceridad, haciendo que Murata se coloque una mano en su cintura.
"Por lo visto quieres ir directo al grano, lo entiendo." Murata hizo una pequeña pausa cuando agarró la copa de vino, agitándola con cuidado hasta que finalmente se la llevó a los labios.
Los tres observaron en silencio como la Diosa degustaba de su bebida, hasta que dejó la copa vacía sobre la mesa.
"¿Y que pasaría si escuchan una propuesta que no les agrada?" Murata soltó la bomba, haciendo que el ambiente se pusiera tenso.
"En ese caso, de seguro nos veríamos obligados a tomar medidas que a usted no le agradaría." Ei dio un paso adelante, y una tenue aura relampagueante comenzó a rodearla, haciendo que la sonrisa de Murata se profundizara un poco.
"En ese caso, me lo dejan muy difícil, ya que no tengo posibilidades contra ti." La sonrisa seria de Murata se transformó en una mucha más relajada tras esas palabras. "Pero estoy segura que les gustará lo que voy a decirles." El ambiente cortante desapareció tras las últimas palabras de la Diosa.
"Te escuchamos." Declaró Aether con una sonrisa.
"Necesito su ayuda para terminar esta guerra." La declaración de Murata captó la total atención de los presentes. "Lo he intentado por mucho tiempo. Siempre he querido terminar esto por el camino de la paz, pero Gruthecóatl nunca escucha. Ella esta dispuesta a destruir a todos con el fin de volver a reinar sobre todo Natlan." Venti, Ei y Aether se miraron entre si tras escuchar esas palabras.
"¿Y que propones?" Preguntó Aether, interesado en el plan.
"No quiero lastimar a los dragones más de lo que ya he hecho. Ya estoy cansada de esto." Declaró la Diosa cuando bajó la mirada con ligera tristeza. "Pero, sé que la única manera de detener esta guerra es acabando con Gruthecóatl." Concluyó, alzando su mirada con seriedad.
"¿Y como podríamos encargarnos de ella sin arriesgar la vida de los dragones? Por lo que tengo entendido, siempre está con sus guerreros." Se preguntó Venti, colocando una mano sobre su mentón.
"Además, iniciar un conflicto cuando se debe sostener la tregua durante 10 años solo haría que los dragones se enojaran aún más." Agregó Aether, estando de acuerdo con su amigo.
"El Ritual Escarlata se iniciará dentro de 28 días. Ella y yo siempre nos reunimos sobre la cima de este volcán. Con sus llamas azules y con mis llamas doradas creamos un enorme faro escarlata que atraviesa el cielo durante tres días para dar inicio a la guerra. El acuerdo es que dejemos a nuestras tropas luchar entre si y que ellos consigan la victoria por si mismos, debido a que casi destruimos ambos ejércitos la última vez que luchamos antes de crear el ritual." Aclaró la Diosa, haciendo que todos se miraran entre sí.
"¿Y esto que tiene que ver con el plan de acabar con la guerra?" Preguntó Ei con una ceja alzada.
"Ese es el momento perfecto para hacer una emboscada." Respondió Murata con total seriedad.
"Pero si ninguna de las dos tiene permitido pelear, ¿esto no sería romper las reglas?" Comentó Venti un poco extrañado.
"Lo sé, y sé que esto haría que me ganara el odio de todos. Pero no me importa, solo quiero terminar con esta guerra." El rostro de Murata se tensó tras esas palabras, haciendo que los tres se volvieran a mirar entre sí.
Después de ver como Ei y Venti asentían, Aether tomó el veredicto final.
"Muy bien, te ayudaremos." Esa respuesta hizo que Murata alzara su mirada y los observara con una gran sonrisa.
"¿Lo dicen en serio? ¡Muchas gracias!" Ella exclamó con mucha emoción, rompiendo un poco con la faceta completamente seria que había demostrado hasta ahora.
"En ese caso, creo que ya podemos marcharnos. Ya es de noche y me gustaría comer algo." Comentó Aether cuando se dio la media vuelta, y sus dos acompañantes no tardaron en acompañarlo.
"Esperen, me gustaría hablar con Barbatos y Beelzebul." Los mencionados se dieron la vuelta tras escuchar sus nombres. "Si no les molesta, me gustaría cenar con ustedes." Concluyó la Diosa con una sonrisa.
"Claro, no hay problema." Venti asintió con simpleza.
"Nos vemos más tarde." Ei saludó a Aether con una tierna sonrisa, y éste respondió de la misma manera.
El rubio se despidió de Venti y Murata con un rápido saludo antes de cerrar la puerta y dejarlos solos.
El silencio se hizo presente, y el ambiente comenzó a tornarse algo incomodo por segunda vez.
"Por lo que tenía entendido, el viajero y tu estaban enemistados." Comentó Murata, tomando asiento. "¿Cómo es que ahora viajan juntos? ¿Qué sucedió con tu gente?" La Diosa fijó su mirada en Ei, quien tan solo se veía relajada.
"Es una larga historia." Respondió la Arconte Electro con simpleza, haciendo que Murata sonriera.
"Ya veo… ¿pero es una larga historia que si pueden contar?" Preguntó la mujer, llenando su copa de vino.
"Tal vez durante la cena, pero quizás me olvide ciertas partes importantes." Ei tomó asiento frente a la Diosa, mientras que Venti la acompañó.
"Lo entiendo." Murata observó con algo de diversión como el Arconte Anemo arrimaba una copa que había conseguido de quien sabe dónde. "¿Y que me puede contar el Dios de la Libertad?" Le preguntó mientras cargaba la copa de vino.
"No mucho." Respondió Venti, observándola con su sonrisa habitual. "¿Sigues siendo una tirana belicista?" La pregunta repentina del hombre hizo que Ei lo mirara con ligera sorpresa.
"Nuestro desafortunado encuentro fue hace tanto tiempo que ni lo recuerdo." Respondió Murata mientras rodeaba el borde de la copa con su dedo. "Las cosas han cambiado mucho desde entonces. Lamento haberte causado una mala impresión." Concluyó, tomando su copa e inclinándosela hacia Venti, quien sonrió.
"Esperemos que tus palabras sean sinceras." Comentó el Arconte Anemo, chocando copas con la mujer.
_SALTO DE LINEA_
Natlan
Fuera del capitolio…
Aether salió del capitolio, y lo primero que vio fue a todos sus amigos parados, aparentemente esperando algo.
"Oigan, ¿qué sucede?" Les preguntó el rubio, un tanto confundido ante la mirada claramente sorprendida que casi todos tenían.
"Lo entenderás cuando lo veas con tus propios ojos." Declaró Ayaka, quien aun no salía de su estupor.
"¿Qué…?" Aether no pudo decir ni una palabra más, ya que pudo ver como un ser muy extraño de color carmesí y con forma de caracol emergió detrás del capitolio.
La mirada de Aether decía todo, ya que no podía atribuir que esa cosa de tamaño considerable estuviera derrapando por el camino de lava hacia donde estaban ellos. Y como si eso no fuera suficiente, Tonalli parecía estar controlándolo desde adentro.
La bestia de 3 metros continuó derrapando hasta que finalmente terminó la curva y se estacionó enfrente de todos sin salpicar ni una gota de lava.
"¿Esa es la criatura de la que tanto hablabas?" Preguntó Aether con los ojos en blanco.
"Los Burticoles son una evolución de los Slime Pyro que lograron adaptarse a este ambiente. Como puedes adivinar, están que arden." Declaró Tonalli, saliendo del extraño ser sin mucha dificultad. "Y para poder vincularte con él, necesitas esta cosa para no morir carbonizado." Tonalli le arrojó un brazalete de color azul que Aether atrapó con algo de torpeza.
"Espera, ¿quieres que suba a esa cosa contigo?" El rubio se mostró muy reacio, haciendo que Tonalli se apoyara sobre el Burticol y colocara sus manos en los bolcillos.
"Que sucede, ¿acaso tiene miedo?" Preguntó el joven, esbozando una sonrisa pícara.
"¡Por supuesto que no!" Aether se colocó el brazalete sin dudarlo y cayó en la provocación más básica.
"Paimon te acompañaría, pero…" La cosa flotante se mostró bastante temerosa ante la idea de acercarse a ese monstruo, y ese miedo se intensificó cuando aparentemente la miró.
"No te preocupes, solo daremos una pequeña vuelta." Comentó Tonalli, dejándose hundir dentro del Burticol, y Aether no tardó en acompañarlo, aunque éste se veía algo inseguro.
"¿Qué sucede?" Preguntó el rubio al ver que el monstruo se movía muy lento.
"Ahora mismo estamos afuera del circuito de lava. Solo espera." Respondió Tonalli con una media sonrisa.
El Burticol volvió a la lava, y tal como había dicho, la bestia salió disparada a una gran velocidad ante el susto de Aether.
"No te asustes. Este transporte es muy seguro, siempre y cuando sepas como controlarlo." Declaró Tonalli, quien inclinaba su cuerpo hacia adelante y los costados por cada curva que estaba atravesando, yendo a una velocidad considerable.
"Si tu lo dices…" Comentó el rubio, observando como sus pies no estaban muy lejos de tocar el camino de lava.
"¿Qué dices si vamos a la cima del volcán? Allí podríamos hablar sobre lo que te dije sin que nos molesten." La pregunta de Tonalli hizo que Aether lo mirara.
"Supongo que no estaría mal." Respondió el rubio, esbozando una leve sonrisa. "Oye, creo que ya me estoy acostumbrando…"
"¡Eso es genial! ¿Sabes que los Burticoles pueden alcanzar los 120 lavadines por hora?" La pregunta repentina hizo que Aether lo mirara con suma confusión.
"Espera, ¿qué demonios son los…?"
"¡AAAAAHHHHHHHHHHH!"
Aether ni siquiera pudo terminar su pregunta, ya que el Burticol se volvió tres veces más rápido, algo que lo tomó completamente por sorpresa.
El recorrido se aceleró a una velocidad asombrosa y lo terminaron mucho más rápido de lo que el rubio había esperado. Aunque sin duda lo más sorprendente fue ver como el monstruo saltó desde el borde del volcán hasta detenerse en el otro extremo, por lo que tuvo una vista entera del interior del volcán. No era una vista muy agradable de todos modos.
¿Ha quien le gustaría ver litros y litros de lava concentrados en un solo punto y tan cerca de tu posición?
El Burticol salió del camino de lava. Tonalli tuvo que hacer un poco de esfuerzo en sacar a Aether, quien se veía bastante aturdido ante la experiencia tan… "frenética", por decirlo de alguna manera.
"¿Fue demasiado para ti? No esperaba que algo así sorprendería a un viajero con tanto renombre." Comentó el joven, dando una pequeña risa al final.
"Ahora que estamos sanos y salvos, puedo decir que fue muy divertido." Comentó Aether, su rostro pálido había vuelto a la normalidad.
"Je, estoy seguro que lo disfrutaras mucho más la próxima vez." Comentó Tonalli, dando un par de pasos para colocarse al borde del volcán.
Aether no tardó en seguirlo, y tuvo que admitir que las vistas eran impresionantes.
"Creo que este volcán es más alto que Espinadragón, solo que no se notaba por el gran desnivel de la zona." Comentó Aether, posicionándose al lado de Tonalli.
"Oh, ese lugar suena interesante. Quizás algún día vaya." Comentó el dragón, observando el paisaje en silencio.
"No creo que te guste. El clima es exactamente el contrario a este."
"Entonces paso."
Ambos se quedaron un minuto en silencio tras esa charla, observando el extenso bosque que estaba repleto de cosas que Aether no había podido observar muy bien desde Mondstadt. No importaba que sea de noche, los ríos de lava esparcidos por toda la región hacían que todo pudiera verse con suma claridad.
"¿Qué es esa cosa? Es gigantesca." Comentó Aether, señalando un enorme robot que estaba tirado en el suelo, casi absorbido completamente por la vegetación.
"Es un Coloso de las Ruinas, o eso me dijo la Dama de Fuego." Respondió Tonalli, para luego señalar a un punto en concreto. "¿Ves eso de allí? Ese es nuestro campo de entrenamiento." Aether observó que no muy adentro del bosque se encontraba una extensa llanura donde le habían quitado todos los árboles.
"Veo que se toman la capacitación muy en serio." Comentó el rubio, ya que el sitio realmente se veía extenso, incluso desde allá arriba.
"En el otro lado están las aguas termales." Tonalli señaló sobre su espalda. "Y allí al frente tienes esa pirámide extraña." Los ojos del dragón se fruncieron tras decir eso. "En ese lugar es donde viven la tribu de los Gruthekas." Aether no pudo evitar ponerse serio tras escuchar sus palabras.
"¿Ahora es cuando vas a decirme el verdadero motivo de traerme aquí para estar a solas?" La pregunta del rubio hizo que Tonalli lo mirara de reojo. "Antes de que te vayas del capitolio, me dijiste que no creyera en nada de lo que escuchara." Aether volvió su mirada a él, entrecerrando sus ojos.
"¿Puedes decirme exactamente lo que estás pensando?"
Tonalli volvió su mirada al frente y guardó un corto silencio. Aether llevó su mirada hacia esa dirección, y ambos observaron la gran pirámide de estilo Azteca en silencio.
"Yo solo pienso que primero deberías escuchar las dos versiones antes de tomar una conclusión." Aether lo volvió a mirar un tanto sorprendido ante su declaración.
"¿Quieres que hable con Gruthecóatl?"
_ ¡FINAL DEL CAPÍTULO! _
¡Espero que hayan disfrutado este capítulo!
Esta actualización fue un punto de inflexión muy importante para mí, ya que, si les gusta esto, significa que les gustará todo el desarrollo de la historia en general. Eso se debe a que todas las cosas que vendrán a continuación serán creadas por mi imaginación, tales como las circunstancias, la trama, etc. Así que, realmente espero que hayan disfrutado la lectura.
Todavía tengo que hacer un capítulo extra más, así que me iré despidiendo rápido para continuar con esta historia.
¡Nos vemos dentro de tres días!
