¡Aquí me presento con un nuevo capítulo!
Este será el último capítulo de esta secuencia de capítulos consecutivos. Muchas gracias a Alciel y Surfysun por el gran apoyo que me han brindado.
Antes de comenzar, me gustaría aclarar las cosas acerca de un problema que tuve en el capítulo anterior. En un momento Murata cuenta la historia de un mundo unificado que estaba bajo el mando de Khaenri'ah, y eso no tenía mucho sentido, por lo que es mejor volver a la idea original de que solo se conocía una civilización unificada, pero no era Khaenri'ah. Sé que puede escucharse algo raro, pero en este capítulo se terminará de desarrollar cierto lore que servirá para encaminar discretamente a este proyecto.
Habiendo aclarado ese error, es momento de comenzar.
¡Disfruta!
"Supongo que esto es todo." Comentó Ayato, quien se detuvo junto con Venti en un camino que no llevaba a ninguna salida.
"No importa cómo lo veas, el tiempo es el único enemigo al cual nadie nunca podrá derrotar..." Pensó Venti en voz alta mientras observaba las ruinas con detenimiento.
"Parece ser que se trata de un derrumbe." Ayato colocó una mano sobre la pared de tierra y rocas después de su comentario.
"No me extraña, este lugar debe tener muchos milenios..." Los ojos de Venti se entrecerraron ligeramente mientras estudiaba la estructura destruida. "Aunque me sorprende que después de tanto tiempo aún sigan habiendo restos de esta civilización." Murmuró el Arconte con ciertas sospechas mientras se frotaba el mentón.
"¿Qué insinuas?" Preguntó Ayato con cierta curiosidad.
"Una vez estuve en Natlan. Fue un viaje que hice junto a una chica. No recuerdo su nombre, pero recuerdo que había perdido la memoria." Comentó Venti mientras continuaba inspeccionando las ruinas. "Ella no sabía cómo había terminado en Mondstadt, pero recordaba que su hogar era Natlan. Cuando la acompañé vi muchas cosas, aunque no me quedé mucho tiempo en aquel lugar." Venti se cruzó de brazos y observó a Ayato. "Recuerdo que conocí a muchos de sus compañeros. Algunos de ellos eran dragones y pertenecían a una dinastía supuestamente extinta. Murata los estaba cazando, supongo que era porque en realidad eran un grupo rebelde, aunque no me quedé lo suficiente para averiguarlo."
"Venti, hum... no sé cómo decir esto, ¿pero eres consciente de que me estás narrando una historia que debería haber sucedido hace cientos de años?" Ayato no pudo ocultar su incredulidad mientras observaba al que supuestamente era más joven que él. "¿Quien eres realmente?"
"Eso no es lo importante ahora." Venti agitó su mano para quitarle relevancia a sus preguntas. "Lo cierto es que esos dragones ocultaban cosas,y estoy seguro que Murata también lo sabía." La mirada de Venti se endureció mientras observaba las ruinas. "No sé si estará relacionado con todo el misterio de las ruinas, pero..." Venti bajó la mirada y guardó silencio.
"¿Eso significa que nos está ocultando información?" Preguntó Ayato con el ceño fruncido.
"No necesariamente, más bien diría yo que está ocultando su pasado." Venti cerró sus ojos mientras recordaba su propio pasado, el de Zhongli, e incluso el de Ei.
"Cuanto más viejo te vuelves, hay más cosas que deseas enterrar. Puede ser por vergüenza, por miedo... o por lamentos. Incluso hay algunos que no pueden soportarlo y terminan volviéndose locos."
"Venti..." Fue lo único que pudo decir Ayato al notar la profundidad y el peso que había detrás de esas palabras.
"Aunque en este caso, si me lo preguntas a mi, creo que sería principalmente por vergüenza." Venti volvió a su aura habitual tras el comentario.
"Ya entiendo, ¿pero que deberíamos hacer?" Preguntó Ayato con mucha curiosidad.
"No importa quien seas, tarde o temprano debes enfrentar tu pasado para seguir adelante, ¿no crees?" Venti respondió a su manera cuando tomó un artefacto de poca calidad.
"En eso estoy de acuerdo, solo espero que no se enfade." Comentó Ayato con una sonrisa algo tensa.
"Esperemos no llegar a ese punto, por eso es que estuve pensando en cómo enfrentarla hasta ahora..." Comentó Venti sin darle mucha importancia al hecho de que podría explotar el capitolio si Murata se molestaba.
"Creo que deberíamos volver, de seguro ya hay muchos esperandonos." Comentó Ayato, viendo la luna llena desde un orificio de las ruinas.
"¿Eh? ¿Quieres volver tan rápido? Creo que deberíamos disfrutar del bosque un poco más ahora que tenemos la oportunidad de vaguear." Comentó Venti, arrojando el artefacto lejos como si fuera basura.
"¿No cree que sería irresponsable de nuestra parte?" Ayato no pudo evitar ponerse nervioso, algo que tan solo incrementó al notar la sonrisa pervertida de Venti.
"No te preocupes, estoy seguro que esos dos se tomarán un tiempo a solas bastante largo."
_ CAPÍTULO 22: HISTORIAS DEL PASADO _
"¿Encontraron algo interesante que tardaron tanto tiempo?" Preguntó Ayaka con interés, haciendo que Aether mirara hacia otro lado con un sonrojo, algo que confundió a varios y alertó a unos pocos.
"La ruina era más grande de lo que pensábamos, pero no había nada interesante." Ei escapó a la pregunta de una manera magistral, haciendo que Sara diera un suspiro interno.
"Ya veo, es una lastima..." Comentó Ayaka, bajando la cabeza con cierta desilusión. "Ninguno de nosotros ha encontrado algo." Concluye con un leve suspiro.
"Seguramente mañana tengamos más suerte." Ayato colocó una mano sobre el hombro de su hermana para reconfortarla, algo que ella recibió con una sonrisa.
Ajena a la pequeña conversación que se había iniciado entre la mayoría de los habitantes de Inazuma, Ei fijó su mirada en Venti, quien se encontraba algo pensativo. Esto le resultó bastante curioso, ya que estaba segura que iba a molestarla con sus tontas miradas debido a que era imposible que se tragara esa mentira.
Eso solo hizo que la Diosa colocara su puño por debajo de su mentón, y luego pensó lo siguiente:
"¿En qué estará pensando?"
_ SALTO DE LÍNEA _
Natlan
Unos minutos más tarde...
Los sueños serenos de los habitantes lograron sopesar todas las preocupaciones del día a día. Era el único momento en donde se encontraban en calma, y el cómodo silencio que se presentaba en la ciudad era una clara imagen vívida de esta tranquilidad.
Las antorchas estaban apagadas en todo lugar, a excepción del capitolio, que aún se encontraba con un poco más de energía para afrontar esta noche.
Allí se encontraba Murata, cruzada de piernas mientras observaba a todos sus invitados inusuales que habían regresado algo tarde.
"Si vinieron a verme, supongo que encontraron algo." Comentó Murata con sumo interés mientras observaba a los recién llegados.
"En realidad, no hemos encontrado nada. Los lugares ya fueron explorados por los Fatui, lo único que notamos es que las ruinas podrían estar conectadas si no hubiera sido por los derrumbes que sufrieron a causa del tiempo." Ei le explicó lo poco que lograron descubrir, haciendo que Murata levantara su copa.
"¿Me vinieron a ver solo por eso?" Preguntó la Diosa, probando su vino con delicadeza.
"En realidad, tengo que decirte algo." Venti dio un paso hacia el frente,ganándose la atención de Murata, lo cual fue suficiente para dejarlo continuar. "¿Por cuánto tiempo más vas a ocultarnos tu pasado?" Esa pregunta hizo que varios se confundieran, pero el ceño fruncido de Murata indicaba que no le gustaba mucho lo que había escuchado.
"¿Qué tiene que ver mi pasado con esto?" Preguntó la Diosa, dejando su copa a un lado.
"Tanto tú como yo sabemos que había personas bastante interesantes en este lugar. Ya sabes, esas mismas personas que pasaron un calvario por tu culpa..."
"Muy bien, ¿tanto quieres hablar de eso?" Murata lo interrumpió, poniéndose de pie. "Cómo tu dijiste, ¿no era solo una tirana belicista, Barbatos?" Muchos se sorprendieron al escuchar el verdadero nombre de Venti.
"¿Barbatos?" Preguntó Gorou sin poder ocultar su incredulidad.
"No puede ser..." Kokomi estaba igual de impresionada que su capitán.
"¿Quién es Barbatos?" Preguntó Itto, quien demostró su nula educación sobre la historia.
"Ya veo... ¿así que estás enojada por como te llamé?" Venti se cruzó de brazos, ignorando todos los murmullos que se escuchaban a sus espaldas. "En definitiva, no creo haberme equivocado. Pero la gente puede cambiar con el tiempo, ¿no?"
"Nunca fui una tirana belicista." El tono rotundo de Murata resonó en la habitación. "El problema fue tuyo por entrometerte en mis asuntos sin permiso, ¿acaso crees que me olvidaría de eso?" La mirada algo vacía de Murata fue acompañada por una presión creciente que hizo retroceder a muchos.
"Tienes razón, no actué como debía. En ese caso, ¿no podrías explicarme qué es lo que realmente sucedió? No solo a mi, si no a todos." Venti preguntó con amabilidad, haciendo que el temperamento de Murata flaqueara un poco.
"No quiero recordar esos momentos..."
"Queremos ayudarte, no podremos hacerlo si nos ocultas información valiosa." Venti la interrumpió, haciendo que Murata lo mirara en silencio.
"Recuerda que aquí somos todos aliados." Aether dio un paso al frente y respondió con una media sonrisa, algo que lentamente estaba ablandando a Murata.
"Pero..." Murata se detuvo al ver como todos le estaban sonriendo, por lo que al final no pudo hacer otra cosa más que dar un gran suspiro. "Muy bien, pero no es una historia de la que me sienta orgullosa."
"Todos nos equivocamos en algún momento." Ahora fue Ei quien la alentó a seguir adelante, haciendo que la Arconte Pyro la mirara en silencio.
Murata volvió a sentarse, su mirada se suavizó considerablemente.
"¿Recuerdan la historia de la civilización unificada que les conté?" Todos asintieron ante su pregunta. "En este lugar antes sólo vivían dragones. Ellos fueron quienes construyeron lo que hoy son simples ruinas. Pero eso no está vinculado a ningún laboratorio, era el lugar en donde vivían. Por lo menos es lo que yo llegué a deducir con el tiempo."
"¿No se supone que la civilización unificada es muy antigua? Por lo que tengo entendido, no debería haber nadie con vida de aquella época." Ei la interrumpió, ganándose una mirada curiosa por parte de Murata.
"¿Y por qué preguntas eso?"
"Creo que nos estás redactando información demasiado exacta para alguien que no debería haber ni siquiera nacido en los primeros pasos de la humanidad, incluso si tenemos en cuenta esa deducción tuya." Ei dio su punto, ganándose una leve risa como respuesta.
"En primer lugar, creo que el mundo no es tan viejo como todos pensamos. Pero no estamos aquí para hablar sobre las posibles mentiras de Celestia." Esas palabras sorprendieron a todos sin excepción. "Aún así, tus sospechas son ciertas. No estuve en esa época, pero ella sí." Su mirada se endureció tras la mención de cierta mujer.
"¿Te refieres a Gruthecóatl?" Preguntó Venti, recibiendo un asentimiento como respuesta.
"Hace mucho, mucho tiempo, Gruthecóatl y yo éramos amigas. A veces me hablaba de su pasado, aunque no decía mucho. Recuerdo que mencionó a su antecesor un par de veces, para mi gusto hablaba cosas sin sentido cuando se trataba de él, pero era mejor seguirle el juego para no molestarla." Las cejas de Murata se fruncieron de un momento a otro. "Pero a veces me hablaba sobre el Natlan del pasado. Ella fue enviada a controlar el territorio debido a que el actual gobernante de aquella epoca habia muerto de causas desconocidas. Ella nunca tuvo tiempo de adaptarse a su nuevo hogar, ya que las revueltas estallaron casi de inmediato. Se desató una guerra en todo el mundo para derribar a los soberanos corruptos que hacían sufrir a la humanidad. Ella era considerada una de ellos al igual que todos los dragones, por lo que Natlan sufrió un gran golpe. El viejo mundo quedó sepultado y la dinastía de los dragones llegó a su fin de la mano del Soberano Primordial." Murata guardó un pequeño silencio, dejando que todos asimilaran la información. "Esta última parte de la historia seguro que ya la conocen, por lo que no voy a extenderme mucho más. Lo que realmente importa de aquí es que toda la dinastía de los dragones no fue destruida por completo, Natlan es la prueba de ello. Incluso aún hay uno de los antiguos Soberanos que está controlando una parte de esta región. Pero ella no es la única que siguió el camino de sus antecesores, ya que hubo algunos dragones que decidieron continuar las investigaciones de sus difuntos parientes y desentrañar los secretos sepultados bajo esta tierra." Murata hizo una pequeña pausa para tomar el poco vino que le quedaba.
"¿Y qué sucedió después?" Preguntó Paimon muy enganchada con la historia.
"Desafortunadamente, Gruthecóatl los descubrió. Como dije antes, ella no había tenido tiempo para estudiar su nación con cuidado, por lo que no sabía en donde se escondían los supuestos laboratorios. Por esa razón intentó manipularlos a su antojo con el fin de conseguir esas supuestas armas que podrían generar un rotundo cambio en el futuro." Murata bajó la mirada y una de sus manos se apretó con fuerza tras recordar lo que seguía. "Por suerte pudieron escapar a mi lado. Pero yo..." Las manos de Murata se apretaron con más fuerza. "Yo también quería ese poder, lo quería para terminar con esta guerra. Al final de tantas discusiones nunca nos pusimos de acuerdo y las cosas no terminaron bien." Los dientes de Murata se apretaron tras esas palabras.
"¿Y qué sucedió con ellos?" Preguntó Venti con seriedad.
"Si es que... si es que ellos sabían algo, se lo llevaron hasta la tumba." Comentó Murata con claro arrepentimiento en sus palabras.
Todos se quedaron en silencio, comenzando a entender la razón de Murata para rehusarse a hablar sobre esto.
"Solo hubo una cosa que me dijo uno de ellos antes de morir..." Todos alzaron sus miradas para ver a Murata con clara ansiedad.
"No fuimos nosotros."
Todos se quedaron en silencio tras escuchar esas palabras.
"¿Y qué significa eso?" Paimon hizo la pregunta que todos estaban pensando.
"Me he estado preguntando exactamente lo mismo en estos últimos siglos. Y aunque continué con investigaciones secretas, nunca encontré algo muy relevante." Comentó una Murata bastante abatida.
"Hum, al final Paimon se quedó con más preguntas que respuestas..." Comentó la cosa flotante mientras se frotaba el cabello con sumo desconcierto.
"No, eso ha sido suficiente." Todos miraron a Aether con sorpresa tras sus palabras. "Aunque esas últimas palabras no significan mucho, esa persona dejó bien en claro que algo existe." Aether la tomó de la mano, algo que sorprendió a Murata.
"Te prometo que resolveremos este misterio."
_ SALTO DE LÍNEA _
Unos minutos más tarde...
"¿Cómo crees que deberíamos dividirnos?" Preguntó Aether mientras observaba como Ei estaba cambiándose de ropa, por lo que pronto se quedó en ropa interior.
"Creo que los grupos de hoy estuvieron bien." Respondió la Diosa sin siquiera mirarlo mientras se ponía su pijama, que consistía en un largo vestido transparente de color violeta.
"Si tu lo dices..." Aether no pudo evitar ponerse algo serio cuando enfocó su mirada en la estantería cercana. "Espero que resolvamos todo esto lo antes posible. Parece que tenemos mucho tiempo, pero la verdad es que no."
"Intentar resolver problemas en unas semanas que no se resolvieron en décadas es algo imprudente. No deberías haber hecho esa promesa." Aether se hubiera tomado las palabras de Ei en serio si es que su tono no se hubiera escuchado con un poco de desprecio.
"¿Qué sucede?" Aether se acercó a ella, a lo cual Ei ni siquiera lo miró.
"Ya es la tercera vez que tomas la mano de esa mujer..." Ella murmuró, su molestia no podía tomarse en serio por culpa de su tierna expresión descontenta.
"Oye, espera..." Una sonrisa pícara emergió en el rostro de Aether. "¿Estás celosa?" Esa pregunta hizo que Ei mirara hacia otro lado.
Un leve murmullo salió de la Arconte, quien estaba ruborizada por sentirse molesta por algo tan estupido. Aun así, le era imposible no recordar todas esas veces que incontables mujeres se acercaban a Aether con la intención de coquetearle o en el peor de los casos seducirlo, y solo le quedaba esperar que Murata no se convirtiera en una de ellas.
Esos pensamientos quedaron a un lado cuando sintió como Aether la abrazaba por la espalda.
"No te preocupes, tu eres la única mujer para mi." Aether apoyó su rostro sobre su espalda, haciendo que el sonrojo de Ei se profundizará.
"Lo sé, pero no puedo evitarlo." Ei se dio media vuelta para responder el abrazo. "Nunca antes había sentido celos en mi vida, por lo que no sé cómo controlarlos." Declaró la Diosa con amor, apretandolo con aún más fuerza como si fuera un oso de peluche.
Su oso de peluche.
Aether no sabía si estaba intentando ahogarlo entre su busto, pero desde luego que estaba a punto de hacerlo.
"Lo entiendo, pero no es necesario que me abraces con tanta fuerza. No voy a ir a ninguna parte" De alguna manera, Aether encontró una pequeña apertura entre sus senos para poder hablar.
"¿Es así?" Aether esbozó una dulce sonrisa ante el hermoso rostro de la mujer que se iluminaba aún más con esa linda expresión conflictiva.
"Por supuesto." Aether no dudó en responder, ganándose una bella sonrisa como respuesta.
"Entonces, ¿podemos quedarnos así un poco más?"
_ SALTO DE LÍNEA _
Natlan
Varios días más tarde...
"Ya llegamos al punto de que ni siquiera encontramos unas ruinas nuevas." Paimon dio un notorio suspiro mientras seguía de cerca a Aether y Ei.
Los tres se encontraban en un recorrido por el bosque, posicionados al lado del volcán inactivo.
"Ella tiene razón. Supongo que no tienes alternativa y deberás cruzar el otro lado." Comentó Ei, haciendo que Aether se pusiera un poco serio.
"Aún no he vuelto a hablar con Gruthecóatl, así que podría aprovechar este momento para terminar de aclarar las cosas."
"No olvides tener cuidado. Todo indica que tiene un temperamento bastante complicado..." Ei volvió su mirada hacia el frente tras decir esas palabras, recibiendo un asentimiento de su amante como respuesta.
"¿Por qué siempre tenemos que involucrarnos en estas cosas?" Pensó Paimon en voz alta con un puchero mientras seguía su vuelo hacia el volcán inactivo.
"No es culpa de ustedes que los problemas los sigan a todas partes." Respondió Ei en un intento de animar a los dos jóvenes, ya que Aether parecía estar pensando lo mismo.
"Aunque no es mucho pedir tener un viaje tranquilo de vez en cuando..." Comentó Aether con un pequeño suspiro al final, para luego detenerse a observar al enorme volcán que tenían enfrente.
Ei y Paimon hicieron lo mismo. Su figura no era tan imponente como el otro volcán, pero el hecho de que estuviera mezclado con la naturaleza le daba un aspecto mucho más llamativo y único.
"Je, creo que nunca me cansaré de ver esto..." Comentó Aether con una leve sonrisa.
"Tienes razón. Me recuerda al Santuario Narukami, aunque aquí no hay ningún santuario." El tono de Ei se notó algo nostálgico mientras recordaba su hogar.
Es cierto que no había pasado mucho tiempo, pero sabía bastante bien que este viaje iba a ser muy largo.
"¡Oh, es cierto!" Las memorias de Ei quedaron en segundo plano cuando Paimon chocó el puño con su palma. "¡Si hay sitios escondidos, este sin duda alguna sería el mejor lugar!" Exclamó el hada con mucha emoción mientras se acercaba volando al volcán.
"Bueno... estoy segura que todos ya deben haber pensado lo mismo." Comentó Ei con su típica tranquilidad, aunque a su lado estaba un Aether que se estaba palmeando el rostro.
"Vamos a seguirle el juego. Puede volverse muy molesta cuando se aburre." Murmuró el viajero, recibiendo un asentimiento por parte de la Diosa.
Cómo era de esperarse, rodearon el volcán e incluso fueron a la cima, pero no encontraron nada. El proceso pareció corto, pero la realidad es que su viaje de regreso se había atrasado más de dos horas.
"¡¿Cómo es posible que ni siquiera haya una entrada secreta?! ¡Es impresionante como desperdiciaron un escondite como este!" Paimon se quejó mientras agitaba su pequeño cuerpo ante la gracia de Aether y la mirada neutra de Ei.
"¿Ya te has rendido?" Preguntó Aether con gracia, haciendo que el hada negara la cabeza con fuerza.
"¡Por supuesto que no!" Su entusiasmo quedó opacado con el gran rugido que emergió de su estómago, algo que puso los ojos en blanco incluso a alguien tan seria como Ei. "... Pero no estaría mal comer algo antes de seguir." Paimon se frotó el cabello con suma vergüenza.
"Ahora que lo dices, yo también tengo hambre." Dijo Ei con una leve sonrisa.
Fue bastante tierno ver como el rostro de la Diosa se iluminaba al ver como Aether sacaba varios aperitivos de su mochila, entre ellos varios dangos tricolor.
"Hace mucho que no probaba comida hecha por ti." Comentó la Diosa, su tono tranquilo reflejaba mucha más emoción de lo que ella se imaginaba.
"Cuando todo esto se calme, continuaremos con tus clases de cocina." Esas palabras sin duda lograron poner un poco nerviosa a Ei, pero aún así no podía negar que esperaba ese momento.
Los tres se apoyaron contra la pared rocosa del volcán mientras colocaban los aperitivos en diferentes platillos. Incluso Paimon se dejó caer sobre el suelo después de probar el primer postre, el suspiro de placer no tardó en emerger de sus labios tras la explosión de sabor.
"¡Ya había olvidado lo que era comer tus postres!" Exclamó el hada con bastante satisfacción mientras se daba un par de palmaditas en el estómago.
Ese gesto hizo que Ei y Aether se miraran entre sí, sonriendo con cariño.
Era curioso ver cómo se veían como una familia, aunque a Paimon claramente no le gustaba ser tratada como tal.
"¡Oigan, no me traten como si fuera una niña!" Gritó el hada indignada, pero pronto cambió su actitud tras sentir algo raro.
Aether y Ei dejaron de compartir esas pequeñas risas entre sí una vez que vieron como Paimon volvía a levitar mientras buscaba algo en el suelo.
"¿Se te perdió algo?" Preguntó Aether con ligera confusión.
"No es eso, solo sentí algo extraño." Paimon hurgó entre el pasto hasta que encontró algo que la confundió bastante.
Ei y Aether se miraron entre sí una vez más, para luego acercarse para saber que la estaba molestando.
"Hum... estoy segura de haber visto este tipo de escritura en algún lado..." Comentó el hada flotante, en donde se podía ver como la tierra tenía grabada unas inscripciones que tenían un tenue brillo de color rojo.
"Ahora que lo mencionas, también me resulta un poco familiar..." Comentó Ei, quien intentaba recordar.
La Diosa colocó una mano sobre la escritura. Sus ojos se cerraron e intentó encontrar algo raro, pero no funcionó.
"¿Qué es lo que sentiste?" Ei fijó su mirada en Paimon, esperando una respuesta.
"Hum, no sé cómo explicarlo." Respondió Paimon sin estar muy segura, para luego acercar su pequeña mano hacia una de las letras. "Sólo lo toqué un poco y... ¡WAAAAAHHH!" Paimon se ocultó detrás del rubio cuando el brillo de color rojo se volvió mucho más fuerte, hasta el punto que la naturaleza a su alrededor desapareció, convirtiendolo en piedra.
En ese momento, los ojos de Aether se agrandaron.
Diferentes recuerdos de esas raras escrituras llegaron a su mente. Nunca les había prestado mucha atención, ya que siempre se enfocaba en los enemigos que estaban cerca de ellas.
Enemigos...
Siempre que estaban esas escrituras, ellos estaban involucrados.
Entonces, no había duda alguna...
"Es la Orden del Abismo..."
_ ¡FINAL DEL CAPÍTULO! _
¡Espero que lo hayan disfrutado!
Hoy mismo he terminado mi último examen. Todavía tengo que rendir un final, pero no es la gran cosa. Lo más seguro es que no me tarde tanto tiempo para completar la rotación de mis historias y volver a publicar un nuevo capítulo. Creo que podrían ser poco más de dos semanas de espera.
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Sin nada más que agregar, me despido.
¡Muchas gracias por leer este capítulo!
