Descargo de responsabilidad: Los padrinos Mágicos no son de mi propiedad, son propiedad de su autor y a mí no me pagan por hacer esto, es sólo con fines de entretenimiento. Sin embargo, eso no significa que este relato no sea mío, por lo que no quiero plagios, copias, adaptaciones o traducciones.
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"Tu existencia es un recordatorio constante de que no todo en la vida tiene un propósito." _(Anti-Cosmo)
Anti-Cosmo solo conocía el sentimiento del odio. Su madre lo odiaba, él odiaba a su madre, también odiaba a su hermano Anti-NariCosmo y al único que alguna vez le tuvo respeto y un mínimo de cariño era a su padre. Pero eso fue antes de que muriera, al morir el padre de su antítesis Cosmo.
La muerte de su padre había sido el catalizador de su transformación en un ser de pura maldad, volviéndolo cruel y enfocándose en ser el nuevo líder de Las anti-Hadas. Había sido una figura de estabilidad en un mundo lleno de caos y conflicto, y su partida dejó un vacío que Anti-Cosmo intentó llenar con un odio aún más profundo.
Sin embargo, el dolor por la pérdida no se disipó; en cambio, se transformó en una fuerza destructiva que lo impulsó a destruir todo lo que su padre había Amado. Sé volvió más frío, se enfocó en sus estudios y lo único que le recordaba a su padre y la meta que solo sé impuso, era cuando entró a la academia y sé puso en el ojo su monóculo, que antes le pertenecía a su papá.
Anti-Cosmo se ajustó el monóculo, sintiendo el peso simbólico de aquel objeto que una vez perteneció a su padre. En ese momento, mientras observaba su reflejo en el espejo, no veía al joven afable que había sido de muy niño.
Lo que ahora le devolvía la mirada era una figura endurecida, ¡cuántas emociones habían sido reemplazadas por un intelecto frío y calculador. Si antes alguna chispa de bondad había habitado en su corazón, ahora estaba extinguida, consumida por una oscuridad implacable.
La Academia de las Anti-Hadas, un lugar donde los jóvenes de su especie eran moldeados para convertirse en líderes despiadados y maestros del caos, fue el escenario perfecto para su transformación. Aquí, los lazos familiares y las amistades eran consideradas debilidades.
Los estudiantes competían entre sí, utilizando cualquier medio necesario para sobresalir. Traiciones, conspiraciones, y manipulaciones eran la norma, y Anti-Cosmo, con su mente afilada y su resolución de hierro, pronto se destacó como uno de los alumnos más prometedores.
Pero mientras que otros se deleitaban en la anarquía y la violencia sin sentido, Anti-Cosmo tenía un propósito más grande en mente. No se trataba simplemente de destruir por el placer de hacerlo; su objetivo era ascender al poder supremo, transformar el reino de las anti-hadas en una fuerza imparable y finalmente, tener todo lo que alguna vez quiso tener su padre.
Por eso mismo, estaba en lo más alto de la cadena estudiantil, él era lo que las anti-hadas querían ser, lo que temían y a su vez lo que ambicionaban ser. Era poderoso por odiar e incluso por despreciar a Anti-NariCosmo, su hermano y una de las anti-hadas más amable de todas.
La relación entre Anti-Cosmo y Anti-NariCosmo era una paradoja en sí misma, tan extraña para un mundo de por si caótico en su forma natural. Mientras que Anti-Cosmo había abrazado la oscuridad, su hermano menor se aferraba a una pequeña chispa de bondad, una anomalía en el mundo de las anti-hadas.
Anti-NariCosmo, a diferencia de los demás, no se deleitaba en el caos y la Maldad; en su lugar, buscaba entender el propósito de su existencia en un reino que glorificaba la destrucción. Anti-Cosmo despreciaba esa debilidad, que no tenía él, ni su padre y menos su histérica madre.
Para él, su hermano era una vergüenza, un error que debía ser corregido o eliminar. No pensaba que podía haber alguien más desdeñable que Anti-NariCosmo, hasta que llegó ella con su coleta mal peinada y su ropa arrugada, vieja y maltratada.
anti-Wanda, una anti-hada que era extremadamente ingenua, tonta, fea, sin nada de elegancia, con dialecto poco avanzado, campesina, que comía con los pies y que tenía los dientes chuecos, disparejos y sus colmillos superiores sobre salían. Ya la conocía desde que eran niños, pero jamás le había prestado la mínima atención necesaria como para notarla realmente.
Pero ahora que eran más grandes y él cuerpo de esa anti-hada sé veía más desarrollado, Anti-Cosmo no podía evitar fijarse en ella y no por un buen motivo. Si no porque sentía una obligación irracional de cuidar esa inocencia, cubriéndola cuando era necesario, evitando burlarse de ella como sé burlaba de su mismo hermano mayor Anti-NariCosmo y ayudándola cuando no debía de hacerlo.
–Anti-Wanda, la varita no sé lleva así.
Le dijo en una de las pocas ocasiones en la que la veía vagar, acomodándole en la mano azul de esa despistada anti-hada la barita que llevaba al revés y sé la acomodó al derecho. Anti-Wanda parpadeó, mirando la varita en su mano como si fuese un objeto completamente nuevo para ella.
Su expresión de desconcierto, que normalmente hubiese provocado risas y burlas de cualquier otra anti-Hada, no hizo más que intensificar el conflicto interno de Anti-Cosmo. Era una contradicción andante: cómo alguien tan ridículamente torpe podía existir en un mundo donde la malicia y la astucia eran las únicas reglas.
– ¿Así está mejor?
Preguntó con una voz temblorosa, sus ojos grandes y llenos de inocencia enfocándose en él, como si lo que más deseara en el mundo fuese su aprobación. Anti-Cosmo sintió una punzada en su pecho, un eco de una emoción que no quería Admitir que aún podía sentir.
No era compasión, ni bondad, o al menos eso se decía a sí mismo. Era más bien una necesidad de proteger esa extraña pureza que Anti-Wanda personificaba, algo que no tenía lugar en el reino de las anti-hadas, pero que él, por alguna razón, no podía permitir que se extinguiera.
– Sí, ahora está bien.
Respondió con frialdad, desviando la mirada para no delatar el tumulto de pensamientos que luchaban por salir a la superficie. Anti-Wanda le sonrió, una sonrisa torpe y desgarbada, pero sincera.
Esa sonrisa lo irritaba y a la vez lo desconcertaba, pues era una sonrisa pura que le asqueaba al preferir la crudeza de la vida. Anti-Cosmo se dio la vuelta abruptamente, alejándose sin una palabra más, dejando a Anti-Wanda parada en medio del pasillo, aún con la varita en la mano.
Mientras se alejaba, la ira crecía dentro de él. No podía permitirse ser débil, no podía permitirse desviar su atención de su objetivo final. Y, pecado embargo, esa anti-hada torpe y ridícula lograba infiltrarse en sus pensamientos, trastocando su resolución con cada encuentro fortuito.
La relación entre Anti-Cosmo y Anti-Wanda no pasó desapercibida entre los demás estudiantes de la academia, pues era algo inusual que cualquier anti-hada fuera bueno cuando su naturaleza radicaba en ser crueles. Las otras anti-hadas comenzaban a murmurar y a observar con curiosidad la atención inusual que Anti-Cosmo, el más temido y respetado, le prestaba a Anti-Wanda. Algunos se burlaban abiertamente, otros empezaban a sospechar que tal vez el temible Anti-Cosmo no era tan impenetrable como había parecido.
Una tarde, mientras Anti-Cosmo estudiaba en la biblioteca de la academia, Anti-NariCosmo se le acercó. Su hermano menor siempre había sido una fuente constante de frustración, con su naturaleza gentil y sus intentos fallidos de establecer una relación con él.
– He notado que pasas mucho tiempo con Anti-Wanda últimamente.
Comentó Anti-NariCosmo con suavidad, su tono siempre conciliador.
–No es como tú... ¿Te preocupa que alguien más esté cuidando de ella?
Anti-Cosmo lo fulminó con la mirada, su ira y frustración burbujeando bajo la superficie.
– No sé de qué hablas, Anti-NariCosmo. Mis intereses son míos y no tienes ningún derecho a cuestionarlos.
Pero Anti-NariCosmo no retrocedió. Por primera vez, se mantuvo firme, su mirada tranquila pero decidida.
– No quiero pelear contigo, hermano. Pero creo que deberías admitir lo que realmente sientes. La ira no puede llenar el vacío que dejó nuestro padre, y la indiferencia no puede protegerte de todo.
Las palabras de Anti-NariCosmo golpearon a Anti-Cosmo como un puñetazo en el estómago. Durante un instante, el odio que sentía por su hermano fue eclipsado por otra cosa, algo mucho más profundo y confuso. Sin embargo, no estaba dispuesto a ceder.
– Sal de aquí, antes de que haga algo que ambos lamentemos.
Advirtió firme Anti-Cosmo, su voz baja y peligrosa. Anti-NariCosmo asintió, sin discutir. Dio media vuelta y se marchó, pero no sin antes dejar una última observación:
– La bondad no es una debilidad, Anti-Cosmo. Tal vez, algún día lo entiendas.
Anti-Cosmo lo observó irse, su mente en una tormenta de pensamientos y emociones contradictorias. Se odiaba por sentir algo por Anti-Wanda, y más aún por escuchar las palabras de su hermano. Sabía que debía mantener el control, que debía volver a enfocarse en su objetivo de poder y destrucción.
Pero mientras se ajustaba el monóculo una vez más, no pudo evitar mirar a su reflejo y preguntarse si en algún lugar, enterrado profundamente dentro de él, quedaba algo de la bondad que una vez pudo haber tenido.
Al día siguiente, se topó con Anti-Wanda en el pasillo nuevamente. Ella, con su habitual torpeza, tropezó y dejó caer todos sus libros. Anti-Cosmo, en un gesto que ni él mismo entendió, se agachó a recogerlos.
– No vuelvas a ser tan descuidada.
Murmuró serio Anti-Cosmo, entregándole los libros. Anti-Wanda lo miró sorprendida, pero sonrió agradecida.
– Gracias, Anti-Cosmo.
Él no respondió, solo asintió y se alejó. Pero mientras lo hacía, no pudo evitar sentir que, por un breve instante, el odio dentro de él se había desvanecido, aunque solo fuese un poco.
Y por ello la odió más, ya que esa tonta anti-hada lo estaba debilitando y los murmullos de una relación que no existía entre Anti-Wanda y él lo estaban agotando. Así que, para mantener su valiosa reputación, hizo lo impensable para él y sé volvió novio de Anti-Blonda hermana de Anti-Wanda y quien compartía la mayoría de las clases con él.
Anti-Blonda era todo lo que él prefería, era guapa, con grandes ambiciones, refinada, popular y muy diferente a su hermana Anti-Wanda. Anti-Blonda se convirtió rápidamente en la pareja perfecta para Anti-Cosmo en la Academia de las Anti-Hadas, sirviendo como distracción de rumores y lo suficientemente cruel para alejar a los demás.
Su relación era una alianza de poder, basada en la ambición y el interés mutuo por mantener su estatus en la jerarquía académica. Anti-Blonda, con su belleza y astucia, encajaba perfectamente en el molde de lo que se esperaba de una anti-hada en la cima de la cadena alimenticia.
Para todos los efectos, su relación era impecable. Caminaban juntos por los pasillos, encabezaban los proyectos más prestigiosos y se presentaban como la pareja ideal, ambos poderosos, fríos y ambiciosos como ningún otro.
Sin embargo, para Anti-Cosmo, la relación no era más que una fachada, una estrategia para silenciar los rumores y acallar las dudas que su extraño comportamiento hacia Anti-Wanda había despertado. Su mente, sin embargo, no lograba deshacerse del anti-hada torpe que parecía tener una influencia insidiosa sobre él.
Mientras tanto, Anti-Wanda continuaba con su vida en la academia, aparentemente ajena al tumulto que su mera existencia provocaba en Anti-Cosmo. La veía de lejos, tropezando con sus propios pies, siendo objeto de burla por parte de los demás estudiantes.
Cada vez que la observaba, algo dentro de él se retorcía de disgusto y frustración. No podía entender por qué no lograba sacarla de su mente, por qué, a pesar de tener a Anti-Blonda a su lado, se encontraba pensando en la sonrisa torpe de Anti-Wanda.
Una tarde, durante una de las numerosas galas de la academia, donde las anti-hadas más influyentes se reunían para exhibir su poder y habilidades. Anti-Cosmo estaba al lado de Anti-Blonda, cumpliendo con su papel de pareja perfecta.
Anti-Blonda se deleitaba en la atención, sonriendo y conversando con los demás, mientras él mantenía una fachada de interés. Pero sus pensamientos se desviaron una vez más, cayendo en la anti-hada que tanto detestaba con tanta insistencia.
En medio de la multitud, la figura de Anti-Wanda destacaba por su desaliño. No era la anti-hada más hermosa ni la más inteligente, pero algo en su torpeza y genuinidad la hacía única.
Observó cómo ella intentaba, sin éxito, encajar en un entorno que le era completamente ajeno. Los demás la ignoraban o se reían disimuladamente, pero Anti-Cosmo no podía apartar la vista.
De repente, un grupo de anti-hadas más crueles comenzó a burlarse abiertamente de Anti-Wanda. Le lanzaron comentarios hirientes, riéndose de su apariencia y de su incapacidad para realizar incluso los hechizos más simples.
Anti-Wanda intentó defenderse, pero su nerviosismo solo empeoró las cosas, y terminó causando un pequeño desastre cuando accidentalmente invocó una nube de lluvia dentro del salón de gala, mojando por accidente la ropa de los asistentes.
La risa estalló entre los asistentes, y Anti-Blonda se unió a las burlas, riéndose a carcajadas de la desgracia de su hermana. Anti-Cosmo, por su parte, sintió una ira inexplicable crecer dentro de él. Cada risa, cada comentario cruel dirigido a Anti-Wanda, era como una daga clavada en su pecho.
Sin embargo, antes de que pudiera hacer algo por ella. el estudiante mexicano de intercambio se acercó a Anti-Wanda y la abrazó, exclamándoles a todos con ira en su tono mexicano.
–¿Acaso no tienen algo mejor que hacer?
La voz de esa anti-hada le dio asco, pues anti Juandísimo era un engreído de lo peor y además Anti-Cosmo pudo notar sus intenciones más pervertidas que tenía por Anti-Wanda. La sala se sumió en un silencio tenso tras la intervención de Anti-Juandísimo, cargada de sorpresa por lo que el estudiante de intercambio había hecho por ella.
Las risas se apagaron de inmediato, y todas las miradas se dirigieron a la escena que se desarrollaba en el centro del salón. Anti-Wanda, todavía empapada por la lluvia que había invocado accidentalmente, miraba a su alrededor con una mezcla de confusión y alivio.
Anti-Juandísimo la mantenía cerca, con una expresión de desafío en su rostro, mientras lanzaba miradas de advertencia a los demás. Ella lo miró con la misma mirada de inocencia y agradecimiento que le daba a Anti-Cosmo cuando la ayudaba, provocando que Anti-Juandísimo la apretara más contra él.
Anti-Cosmo sintió que su estómago se revolvía ante la visión de Anti-Juandísimo tan cerca de Anti-Wanda, ya que estaba recibiendo la mirada que creyó que Anti-Wanda solo se la daba a él. La repulsión que sentía hacia Anti-Juandísimo y ante el pensamiento intrusivo que le apareció en la cabeza se intensificó, no solo por su arrogancia habitual, sino por el asqueroso toque posesivo con el que la sostenía y por pensar que esa anti-hada era de su propiedad.
Pero lo que más lo inquietaba era la reacción visceral que esta escena provocaba en él. Se suponía que debía alegrarse de que otro se ocupara de esa molestia, de que Anti-Wanda no estuviera sola.
Sin embargo, la idea de que Anti-Juandísimo estuviera tan cerca de ella le producía una furia que no lograba controlar. Anti-Blonda, aún sonriendo tras la burla que acababa de dirigir a su hermana, frunció el ceño al ver a Anti-Juandísimo intervenir.
No le gustaba que alguien más capturara la atención, especialmente no el egocéntrico anti-hada mexicano. Se dio la vuelta hacia Anti-Cosmo, esperando encontrar en él la misma expresión de desdén que compartían hacia la torpeza de Anti-Wanda.
Pero lo que vio fue algo completamente diferente, una mirada que jamás había visto en los ojos verdes de Anti-Cosmo. Anti-Cosmo tenía la mandíbula tensa, y sus ojos brillaban con una intensidad que rara vez mostraba. Estaba completamente enfocado en la escena frente a él, ignorando por completo a Anti-Blonda y a los murmullos que comenzaban a surgir entre los demás estudiantes.
–¿Qué haces, Anti-Cosmo?
Susurró seria Anti-Blonda, notando la tensión en su pareja. Anti-Cosmo apenas la escuchó, más enfocado en la pareja de Anti-Juandísimo y Anti-Wanda que en su propia novia.
Su atención estaba fija en la forma en que Anti-Wanda parecía relajarse un poco en los brazos de Anti-Juandísimo, en la forma en que las manos de él la tocaban con una familiaridad que le resultaba intolerable. La repulsión hacia Anti-Juandísimo no hacía más que crecer, y el odio que había intentado sofocar estalló en su interior, aunque no estaba seguro de a quién iba dirigido realmente.
¿A Anti-Juandísimo por su atrevimiento?
¿A Anti-Wanda por su torpeza que lo había puesto en esta situación?
¿O a sí mismo, por la confusión que lo abrumaba?
–Anti-Cosmo, vámonos de aquí.
Insistió firme Anti-Blonda, irritada por su falta de respuesta. Anti-Cosmo finalmente apartó la vista de la escena, y miró a Anti-Blonda. La frialdad en su mirada habitual estaba teñida de algo más, algo que Anti-Blonda no reconoció de inmediato, pero que la hizo dar un paso atrás, sorprendida.
–Haz lo que quieras.
Le dijo con voz baja y cortante, y antes de que Anti-Blonda pudiera replicar, él se alejó, dirigiéndose hacia la puerta del salón. Anti-Blonda lo observó, con la confusión pintada en su rostro.
Anti-Cosmo nunca había actuado de esa manera, tan impulsivo y descontrolado. Pero lo que más la perturbaba era que, en ese momento, mientras él se alejaba, sintió que había perdido algo importante, algo que no comprendía del todo.
Mientras Anti-Cosmo salía del salón, el aire fresco de la noche lo golpeó, dándole una sensación de alivio momentáneo. Pero su mente seguía atrapada en la escena que había dejado atrás, torturándolo como si no tuviera algo que hacer el recuerdo aparte de atormentarlo.
Anti-Juandísimo abrazando a Anti-Wanda, la expresión en el rostro de ella, la furia que había sentido... todo se mezclaba en su cabeza, nublando su juicio. Voló sin rumbo por los jardines de la academia, intentando calmarse, pero cada pensamiento lo llevaba de vuelta a la misma imagen.
Se detuvo junto a una fuente, observando su reflejo en el agua turbulenta y ligeramente obscura. No reconocía al anti-hada que le devolvía la mirada, era como si su mirada demostrara otro Anti-Cosmo, aunque tuviera el mismo fleco de su cabello azul, su misma voz británica y su mismo monóculo de su padre.
La confusión, la rabia, el odio... todo lo que había mantenido bajo control durante tanto tiempo parecía desmoronarse. Sin embargo, mientras miraba su reflejo, se dio cuenta de algo que le heló la sangre.
No era solo Anti-Juandísimo lo que lo enfurecía, ni la torpeza de Anti-Wanda. Era algo más profundo, más visceral.
Se estaba enfrentando a una verdad que había intentado negar, una verdad que ahora no podía ignorar: Anti-Wanda había dejado de ser solo una molestia para él. Se había convertido en algo más, algo que lo asustaba y lo enfurecía al mismo tiempo.
Y eso lo llenó de un odio aún mayor, pero esta vez no dirigido a ella, sino a sí mismo. Porque, por primera vez en su vida, Anti-Cosmo se sentía vulnerable.
Y no había nada que odiara más que la vulnerabilidad, aparte de a su hermano Anti-NariCosmo, a Anti-Wanda y, sobre todo, a Anti-Juandísimo. Y ahora más que nunca, sabía que el mayor de sus desprecios era dirigido a ese anti-padrino musculoso, con falsa arrogancia y acento latino.
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/20 de agosto de 2024/
