Maestro de la Oscuridad

Capítulo 8

La atmósfera en Gringotts era densa, cargada de una tensión palpable. Harry, vestido con una túnica negra que resaltaba su cabello oscuro, se encontraba junto a Sirius y Remus en la sala de reuniones especialmente preparada para la ocasión. La opulencia del banco de los duendes estaba presente en cada rincón, pero hoy la riqueza que los rodeaba parecía un simple decorado comparado con la gravedad del encuentro.

La puerta de la sala se abrió con un chasquido, y Narcisa Malfoy entró con la gracia característica de una dama de sangre pura, seguida de cerca por su esposo, Lucius Malfoy, cuyo porte aristocrático se imponía en la estancia. Tras ellos, la figura alta y esquelética de Lord Voldemort apareció, su presencia oscura e intimidante llenando la habitación al instante.

Los ojos rojos de Voldemort recorrieron la sala, deteniéndose en Harry, quien mantuvo su postura firme. Había una frialdad en la mirada del Señor Oscuro, pero también una chispa de curiosidad y desafío. Harry sabía que este era el momento decisivo.

—Potter —susurró Voldemort, su voz suave pero cargada de veneno—. Me haz dicho en tu carta que tienes algo importante que discutir.

Harry inhaló profundamente, sintiendo el peso de la expectativa en la habitación. Sabía que este era el momento para mostrar su fuerza, para demostrar que no era solo "el niño que vivió", sino algo mucho más poderoso.

—Estoy aquí para discutir mi herencia —respondió Harry, manteniendo su voz firme—. Soy un Maestro Oscuro.

Voldemort lo miró con incredulidad durante unos segundos antes de soltar una risa fría, carente de humor.

—¿Un Maestro Oscuro? —repitió Voldemort, claramente divertido—. No ha aparecido un Maestro Oscuro en siglos. ¿Pretendes que crea que tú, un muchacho apenas en su adolescencia, has heredado tal poder? Es ridículo.

La risa de Voldemort resonó en los oídos de Harry, despertando una rabia que hasta entonces había mantenido controlada. ¿Cómo se atrevía a dudar de él? ¿Cómo se atrevía a reírse de su herencia? La magia oscura dentro de Harry se agitó, clamando por ser liberada, por demostrar su verdadero poder.

Sin pensarlo, Harry permitió que esa magia brotara de su interior. La oscuridad inundó la sala, como una marea negra que arrasaba con todo a su paso. Narcisa, Lucius, y hasta Sirius y Remus se retorcieron de dolor, incapaces de soportar la presión de la magia pura que emanaba de Harry. Voldemort, aunque más resistente, no pudo evitar un leve fruncimiento de ceño mientras sus ojos rojos brillaban con una mezcla de ira y… deseo.

Harry mantenía su mirada fija en Voldemort, viendo cómo la fuerza de su poder doblaba a aquellos a su alrededor. Era intoxicante, sentir ese dominio absoluto. Pero entonces, la voz adolorida de Sirius rompió su concentración.

—Harry… por favor…

Harry giró la cabeza, viendo a Sirius arrodillado, el rostro contorsionado por el dolor. El arrepentimiento se apoderó de él al darse cuenta de lo que estaba haciendo. Con un esfuerzo considerable, Harry comenzó a replegar su poder, obligándolo a regresar a su interior. La presión en la habitación disminuyó, y lentamente, los demás recuperaron el control.

Cuando todo volvió a la normalidad, Voldemort estaba observando a Harry con una expresión indescifrable, aunque la chispa de interés en sus ojos rojos era evidente.

—Impresionante, Potter —dijo Voldemort, su tono ahora más serio—. Debo admitir que no esperaba tal demostración de poder.

Harry lo miró con frialdad, recuperando su compostura.

—Deberías estarlo —respondió con firmeza—. Esto cambia las cosas.

Voldemort inclinó ligeramente la cabeza, como reconociendo el punto de Harry.

—Mi poder es real —dijo Harry, su voz firme pero peligrosa—, y mi título también. Quiero que entiendas algo, Voldemort: no estoy aquí para más derramamiento de sangre, ni mágica ni muggle. Puede que sea un Maestro Oscuro, pero no estoy de acuerdo con el genocidio ni con el asesinato injustificado.

El rostro de Voldemort se endureció ante las palabras de Harry. Por un momento, la habitación pareció detenerse, esperando la reacción del Señor Oscuro.

—¿Genocidio? —Voldemort levantó una ceja—. Mis planes han cambiado, Potter. Ya no busco eso tampoco. La muerte indiscriminada no sirve a ningún propósito útil. He aprendido mucho desde mi regreso, y tengo objetivos más precisos en mente.

Harry lo miró con desconfianza, intentando descifrar si las palabras de Voldemort eran sinceras o simplemente una táctica para ganar tiempo.

—Y dime, Potter, ¿Dumbledore sabe de tu… herencia? —preguntó Voldemort con un tono calculador—. ¿Qué opina el Líder de la Luz sobre que su niño héroe sea, en realidad, oscuro?

Harry se quedó en silencio por un momento. Sabía que esta era una pregunta cargada, diseñada para desestabilizarlo. Pero no tenía ninguna intención de discutir a Dumbledore con Voldemort, mucho menos revelar más de lo necesario.

—Eso no es asunto tuyo —respondió Harry con frialdad, cortando cualquier intento de Voldemort de hurgar más en ese tema.

Voldemort esbozó una sonrisa ligera, como si hubiera esperado esa respuesta. Pero su expresión se desvaneció rápidamente, reemplazada por una intensidad peligrosa.

—Quizás seas un Maestro Oscuro, Potter, pero también eres el Niño que Vivió, el faro de la luz para muchos. Mis seguidores no confiarán en ti tan fácilmente. Tendrás que demostrar que no solo eres capaz de liderar, sino que estás dispuesto a luchar por ellos también.

Harry frunció el ceño, comprendiendo el desafío implícito en las palabras de Voldemort. Sabía que este era solo el comienzo de una batalla mucho más grande, una en la que tendría que probarse no solo ante Voldemort, sino ante todo el círculo oscuro.

—Además —comenzó Voldemort, su tono ahora más diplomático—, debemos aclarar nuestra situación. Has demostrado que posees un poder formidable, eso es innegable. Sin embargo —añadió, inclinando la cabeza ligeramente hacia un lado—, ese poder no es nada sin conocimiento, sin experiencia.

Harry no desvió la mirada, sabiendo que cualquier signo de debilidad en ese momento sería fatal.

—Reconozco tu título, pero no es suficiente —continuó Voldemort, su voz ahora más grave—. Aunque seas el Maestro Oscuro, eso no cambia el hecho de que eres solo un niño que apenas comienza a entender las complejidades de la magia oscura y el poder. No me siento inclinado a seguir a un muchacho que, hasta ahora, ha estado alineado con Dumbledore y sus ideales.

Narcisa, quien había permanecido en silencio, habló en ese momento, su voz suave pero cargada de significado.

—Tal vez una tregua temporal sería lo más sensato, Mi Lord —sugirió, dirigiéndose a Voldemort con un respeto evidente—. Lord Potter necesita tiempo para comprender su lugar en este nuevo mundo, y sería imprudente provocar una confrontación innecesaria mientras aún hay tanto por discutir y decidir.

Voldemort asintió lentamente, su expresión mostrando que consideraba las palabras de Narcisa.

—Es cierto —murmuró, sus ojos volviendo a posarse en Harry—. No busco un conflicto con un potencial aliado, pero tampoco seguiré a alguien sin la experiencia adecuada. Una tregua, entonces. Mientras se discute tu lugar en el círculo oscuro, no habrá hostilidades entre nosotros.

Harry asintió, consciente de que esto era lo más cerca que estaría de una concesión por parte de Voldemort.

—Acepto la tregua —respondió Harry, su voz tan firme como podía, aunque su corazón latía con fuerza—. Pero no te equivoques, Voldemort. No tengo intención de ser tu seguidor. Soy el Maestro Oscuro, y aunque aún tengo mucho que aprender, no dejaré que eso me convierta en tu subordinado.

Voldemort observó a Harry con una expresión inescrutable, como si estuviera evaluando sus palabras. Finalmente, asintió.

—Eso es lo que espero de un verdadero Maestro Oscuro, Potter.

—Y hay algo más que debemos discutir —dijo Voldemort, sus ojos rojos centelleando con una extraña mezcla de interés y cautela—. Una de las reuniones más grandes del círculo oscuro ocurre en Samhain. Sería la oportunidad perfecta para que te presentes ante los demás.

Harry frunció el ceño. Sabía lo que significaba Samhain, una de las fechas más importantes en la tradición mágica, especialmente para aquellos que seguían el camino oscuro. Sin embargo, algo en el tono de Voldemort lo hizo sospechar que había más detrás de esa propuesta.

—Sin embargo —continuó Voldemort, con una leve sonrisa que no alcanzó sus ojos—, considerando nuestro pasado conjunto, no creo que sea apropiado que nos reunamos ese día. Samhain tiene demasiadas connotaciones personales para ambos. En su lugar, te sugiero que asistas a la reunión en Yule. Es una celebración igualmente significativa, pero sin las mismas… complicaciones emocionales.

Harry asintió lentamente, reconociendo la lógica detrás de la sugerencia de Voldemort. Yule era una festividad importante, un momento de renacimiento y renovación en la tradición mágica. Sería un momento adecuado para reafirmar su lugar en el círculo oscuro, sin la carga emocional de Samhain.

—De acuerdo —dijo Harry finalmente—. Asistiré a la reunión en Yule.

Por un momento, Voldemort no respondió, su mirada penetrante escudriñando el rostro de Harry en busca de alguna fisura, algún signo de inseguridad. Pero Harry se mantuvo firme, su expresión impenetrable. Finalmente, el Señor Oscuro esbozó una sonrisa gélida, inclinando ligeramente la cabeza.

—Nos veremos de nuevo, Potter. Hasta entonces, mantengamos esta tregua. Pero recuerda, en este juego de poder, no puedes permitirte errores. Y cuando nos enfrentemos de nuevo, no seré tan indulgente.

Con esas palabras, Voldemort giró sobre sus talones y salió de la sala acompañado de Narcisa y Lucius, dejando a Harry, Sirius y Remus en un silencio cargado de promesas y amenazas no pronunciadas. Harry sintió que acababa de cruzar una línea invisible, una que lo colocaba en un camino del que no había retorno.

Cuando la puerta se cerró tras Narcisa, Sirius se acercó a Harry, colocando una mano en su hombro.

—Lo hiciste bien, Harry —dijo en voz baja, el orgullo y la preocupación mezclándose en sus palabras.

Harry asintió, aún sintiendo el peso de lo que había aceptado. La tregua era solo un respiro, un paréntesis antes del verdadero desafío. Sabía que en los próximos días y semanas, tendría que prepararse no solo para lidiar con Voldemort, sino también para reclamar su lugar en un mundo que estaba más oscuro y complejo de lo que jamás había imaginado.

—Esto es solo el principio —murmuró Harry para sí mismo, mientras los tres abandonaban la sala de Gringotts, sabiendo que la verdadera batalla de voluntades aún estaba por llegar.


Gracias por leer, quisiera leer sus opiniones en los comentarios y les agradecería si tienen alguna sugerencia para mejorar, este fue un capítulo difícil de escribir y espero que el resultado les gustara, nos vemos en el próximo capítulo.