HAPPY BIRTHDAY KOKO
NOTA: Hajime Kokonoi cumple años el 1 de Abril, pero obviamente yo no tuve esto a tiempo, así que… pues no sé dibujar, pero esto es lo mejor que le puedo ofrecer al fandom.
Otra cosa, esto es un UA, en dónde Akane está viva, pero Inupi aún se hizo la cicatriz en su carita toda preciosa.
Y si aprovecho que en AO3 puedes poner la fecha anterior xD
Happy Birthday Koko
El clima estaba algo frío, lo normal para finales de Marzo e inicios de Abril.
—En una semana será el cumpleaños de Koko… — Pensó en voz baja, mirando el cielo. —¿Debería hacerle una fiesta? — Se preguntó así mismo.
—Uff! — Kokonoi soltó un breve bufido.
—¿Qué pasa? — Le preguntó Inui al ver al pelinegro poner mala cara.
Kokonoi le mostró un panfleto, en dicho papel, se mostraba el nombre de una cafetería con biblioteca, no era la mega novedad, pero están cerca de una aguas termales y encima parecía que en dicha cafetería se podía literalmente beber el café mientras de leía alguno de los libros del lugar, por lo general, las cafeterías con biblioteca, tenían la cafetería aparte y no podían sacar ir con el café a la sección de la biblioteca.
Ahí se juntaban dos cosas que le gustaban a Kokonoi, los libros y el café, disfrutar de ambos era algo que el chico sólo podía hacer en su casa… o en el departamento que usaban como su "escondite".
—Podemos ir, si quieres. — Ofreció Inui.
—Ni hablar, acaba de abrir, estará atascado de gente. — Respondió recostandose en la mesita del restaurante en dónde estaban.
Inui alzó una ceja. —Dudo que haya gente que tenga el gusto por los libros como… ¡Auch! — Kokonoi le había dado una patada por debajo de la mesa. —¡¿Por qué hiciste eso?!
—Por tacharme de bicho raro. — Dijo sacando la lengua como siempre hacía.
—Yo jamás te llamé así. — Se defendió sobándose.
Ese pequeño recuerdo le había dado una breve idea. —Koko quería ir… — Se levantó del césped y caminó hasta su moto, encendiéndola. —En internet podré encontrar más información de ese lugar, si está libre para su cumpleaños… puede que llevarlo ahí le haga feliz. — Una sutil sonrisa se posó en sus labios, comenzando así su camino.
Aún le quedaba un tramo para llegar al cibercafé, por lo general habían bastantes en la zona, pero por alguna razón o estaban a reventar de gente o estaban cerrados.
El otro cibercafé que él conocía estaba entre calles bastante angostas, por lo que ir en moto no era opción, aparcó su Yamaha RZ350, y se fue a pie, en el camino vio a una mujer de avanzada edad llevando varias bolsas, cargadisimas de víveres.
—Es imposible que lleve eso ella sola. — Miró a los alrededores, parecía que la señora iba sola. —Ha~. — Soltó un suspiró y caminó hasta la anciana. —Permítame ayudarle. — Dijo con voz suave, ya de por si la gente se asustaba con su seriedad, la cicatriz en su rostro tampoco ayudaba, aunque realmente no le generaba inconveniente a él, esa cicatriz era… ¿cómo dicen los chicos? Ah, si, su "herida de guerra", algo que le hacía sentir orgulloso, porque eso para él, era la muestra que estaba dispuesto a todo para proteger a su hermana.
—Oh, gracias hijo. — Respondió la señora, sonriéndole al rubio. —Que pena el causarte está molestia.
Inui negó con la cabeza. —No es ninguna molestia. — Dijo tomando las bolsas con sus manos y levantádolas como si nada.
—Me atreví a venir sola porque no vivo lejos, pero creo me pase en las compras. — Soltó una pequeña risa.
—Suele pasar, mi hermana y mi mamá hacen lo mismo, mi papá por otro lado hasta se le olvidan ciertas cosas. — Añadió el rubio riendo.
La mujer rió también, caminaron unas cuantas calles hasta llegar al edificio donde vivía la señora, Inui le acompañó hasta la puerta de su departamento, en dónde le ayudó dejando las bolsas en la puerta, pues de ese departamento salió un chico unos tres años menor que Inui y comenzó ayudar a su abuelita a meter las bolsas.
Inui dió por terminada su labor ahí y dió media vuelta. —¡Espera hijo! — Le detuvo la señora, Inui volteó a verla, notando que tenía en sus manos una pequeña bolsa con algunos aperitivos, onigiris, tempura, karaage, gyoza, entre otros. —Toma, en agradecimiento. — Dijo extendiendo la bolsa con alimentos.
Inui jamás pensó en hacer algo para obtener otra cosa a cambio, sin embargo, rechazar lo que amablemente le estaba brindando la señora sería visto como una grosería de su parte, por lo que, aceptó humildemente la bolsa y se retiró.
—Es demasiado… — Pensó mirando la bolsa mientras iba retomando su rumbo. —Bueno… que se le va hacer, mi abuela hace lo mismo cada que me ve. — Recordó con una sonrisa a la madre de su padre, que cada que le veía decía: "pero qué grande está este muchacho, pero hijo, casi no comes, anda, toma, para que sigas creciendo así de bien", y posteriormente le daba bastante comida.
—¡JODER!
Aquel grito hizo que Inui se detuviera y buscará al ser que había soltado tremenda blasfemia. —¿Pah-chin? — Notó que del otro lado de la acera se encontraba el ex-capitán de la tercera división de la ahora disuelta TōMan. Después de que TōMan absorbiera a Black Dragon y Tenjiku, Inui había congeniado bastante con los miembros de las otras pandillas, sobre todo con los de TōMan, en cuanto a Tenjiku, realmente tenía buena comunicación con Mucho y a Izana lo conocía desde antes, por lo qué, no había cambiado mucho su relación con este, sin embargo, con varios de los miembros de TōMan si hubo un cambio considerable. Y justo por ello, es que el rubio natural se acercó al rubio de farmacia. —Pah-chin, ¿Qué pa... — Su pregunta quedó inconclusa y al aire al notar algo en las manos del contrario.
El mencionado volteó al oír su sobrenombre. —Oh, Inupi… — El chico corpulento trató de ocultar el trío de muñecos de felpa que llevaba en sus manos. —¡No es lo que piensas! — Gritó con el rostro colorado.
Inui soltó una leve risa, pues hasta cierto punto le recordaba a él cuando su hermana les obsequió a él y a Kokonoi un par de nutrias de felpa. —Tranquilo, ni que te fiera acusar de algo. — Comentó ya estando cerca del contrario.
Pah-chin soltó un largo suspiro. —Yo…
Inui sonrió. —¿Son para Mori? — Preguntó, no le sería raro, después de todo, no era secreto para nadie que Pah-chin había iniciado una relación con Yumi Mori.
Pah-chin de coloró del rostro para finalmente a sentir. —El plan inicial era comprar solo dos, de esa forma… — Sus mejillas se pusieron más rojas.
Inui volvió a sonreír. —Ella tendría uno y tú el otro, ¿cierto? — Pah-chin asintió, aquello le generó cierto sentimiento de nostalgia, pues como ya se había dicho, él y Kokonoi compartían un par de nutrias que Akane les había dado. —¿Um? — El rubio noto una pequeña incongruencia, si el plan de Pah-chin era darle kno a Mori y otro conservarlo él… ¿por qué había un tercer muñeco de felpa?
Pah-chin pareció entender el tren de pensamiento del contrario. —La vendedora… fue bastante convincente… — Dijo apenado, recordando que aunque él sólo quería dos peluches, la vendedora le metió tanta labia que logró que este comprará los tres. —Al final… no pude decirle que no… — Soltó un largo suspiro, lamentando su poca resistencia, Inui por su parte rió quedito ante la reacción del chico.
¡Brrr!
Ambos rubios abrieron sus ojos con sorpresa al oír el sonoro rugir de un estómago, estómago que no le pertenecía a Inui.
—¡Haz de cuenta que no oíste eso! — Dijo Pah-chin, cubriendo son los peluches su estómago, mientras seguía ejecutando aquel ruido. El rostro de Pah-chin se empezaba a poner cada ve más rojo de la vergüenza.
—Toma. — Le extendió la bolsa con alimentos que le había dado la señora antes.
Pah-chin miró la bolsa. —¿Qué es eso?
—Comida, obviamente. — Dijo moviendo su mano, dándole a entender que tomará la bolsa. —Anda.
Pah-chin tomó la bolsa y la abrió, encontrándo así con una buena variedad de aperitivos, justo lo que su estómago necesitaba. —Pero… — Miró con duda a Inui.
—Tranquilo, yo estoy bien. — Mentira no era, había comido bastante bien antes de salir de casa, y esa noche había quedado en ir con Kokonoi a cenar, así que, la comida no le era necesaria en ese momento.
Pah-chin sonrió. —¡Pues gracias, Inupi! — Su plan inicial era salir con Mori, darle el peluche e ir a comer algo, se había jodido todo por la vendedora y su labia, pero ahora estaba salvado gracias al rubio natural. —¡Oh, ya se! — Dijo entregándole el tercer peluche, un unicornio psicodélico con lentejuela reversible. —¡Toma! — La sonrisa de Pah-chin hizo que Inui se sintiera mal por sólo pensar en rechazar el peluche, así que, al igual que con la anciana, lo recibió.
Ahora iba de nuevo tomando su rumbo, está vez con un unicornio psicodélico con lentejuela reversible. Bien, a sus 19 años aún conservaba con cariño el pingüino que le regaló Kokonoi cuando eran pequeños, así como la nutria que le dió Akane, en términos de tener peluches, realmente no le afectaba tener uno más, además, no era feo, pero…
—Si Koko lo llega a ver… quizás se ponga celoso. — Kokonoi y los celos a veces iban tomados de la mano, si bien el pelinegro no era un tóxico de lo peor, si solía molestarse un poco cuando Inupi recibía atenciones o detalles de otros, más cuando en el último año, al rubio le llovían pretendientes… de ambos géneros.
Por esa misma acera venían caminando Takashi Mitsuya y Hakkai Shiba, quiénes, aunque no lo decían aún a todos los demás, también estaban en una relación, misma a la que se oponía Taiju, pero que después de una regañiza de Yuzuha, empezó a aceptar, al final del día, Mitsuya cuidaba de Hakkai y correspondía a los sentimientos del último, así que… no había más que agregar ahí.
—Oh, Inupi… — Le saludó Mitsuya con una sonrisa.
—Hola. — Respondió Inui deteniéndose frente a la pareja. —¿Una cita? — Preguntó con cierta picardía, cosa que hizo que las mejillas de Hakkai se tiñeran de rojo, mientras que Mitsuya sonreía más, dejando en claro que se trataba de eso.
Hakkai miró el unicornio que llevaba Inui. —¡Ah, mira Taka, es como el peluche que le gustó a Mana el otro día! — Señaló el animal de felpa.
—¿Este? — Preguntó Inui alzando el unicornio.
Mitsuya lo vio con sorpresa. —¡Oh, es verdad! — Justo había ido a comprarlo, pero para su mala suerte se había agotado. Inui le extendió el peluche a Mitsuya. —¿Eh? — El chico de cabellos lilas ladeó la cabeza.
—Tomalo. — Dijo sin dudas. —Es un regalo para tu hermanita, ¿no? — En su rostro se posó una sonrisa, al final del día, él también tenía una hermana y aunque la suya era mayor que él, bien sabía la satisfacción de darle un gusto a su hermana, más grande sería esa satisfacción en Mitsuya ya que él era le mayor y era un gran ejemplo de hermano.
Mitsuya dudó por unos segundos, pero finalmente accedió y tomó el muñeco. —Gracias, Inupi, me has salvado. — Dijo con gratitud.
Nuevamente Inui retomaba su camino rumbo al cibercafé para obtener toda la información posible de aquel café biblioteca.
—¡Inupi! — La voz de Mitsuya le hizo voltear atrás. —¡Que bueno que te alcance! — Dijo apoyando sus manos en sus rodillas para recuperar el aliento.
—¿Qué pasa? — Preguntó al ver tan apurado al pelilila.
Mitsuya se reincorporó, mostrando su usual sonrisa. —¡Toma, es de la buena suerte! — Le mostró una piedra de tonos amarillos, rojizos y naranjas.
Inui abrió los ojos, aquella piedra le parecía muy bonita. —Estoy seguro que a Koko le gustará. — Tan pronto como ese pensamiento cruzó por su mente, sus mejillas se tiñeron de rojo.
Aquello no pasó desapercibido para Mitsuya. —Si le gustan las piedras, creeme que está le ayudará bastante, aleja las malas energías, es buena para quienes tienen negocios, y Koko es realmente un buen negociante.
. . . .
La semana se pasó volando, Inui había preparado casi todo para ese día.
1 de Abril el clima estaba a 5C. Por lo que más de un Tokiota, gentilicio para los habitantes de Tokyo, llevaban una chaqueta encima.
En la casa de los Inui, estaban ambos hermanos, Akane estaba por graduarse de la universidad y había ido a casa de sus padres por las vacaciones.
—Sei… — El tenue susurro de su hermana, proveniente de la puerta de su habitación capturó su atención.
—¿Si te lo entregaron? — Se sentía culpable al pedirle esos favores a su hermana, pero, ahora que ella tenía la mayoría de edad, habían cosas que podía hacer y él no, como hacer reservaciones en algún hotel.
Akane asintió contenta, para ella no era secreto que Kokonoi y su hermano tenían una relación, tampoco le era secreto que ya habían dado "otro paso" en lo suyo, y ella era fiel creyente de que prefería saber a su hermano encerrado en su habitación, aplaudiendo sin manos con el pelinegro, que el que estuvieran en quién sabe dónde, corriendo quien sabe que peligros, por lo qué, al saber que su hermano estaba planeando algo para el cumpleaños de su cuñadito, decidió echarle una mano con "eso". —Toma, no van a pedir nada más que esto, así que estate tranquilo. — Dijo revolviendo el cabello de su hermano, aprovechando el hecho de que este estaba sentado en su cama, tratando de controlar los nervios, pues no le había dicho nada a Kokonoi. —Ah… antes de que se le olvide… — La voz de su hermana, le hizo olvidar la pequeña molestia que le generó que la misma le revolviera el cabello.
—¿Qué es…? — Ni bien pudo terminar su pregunta cuando vio que lo que su hermana puso en su otra mano, era una cajita de condones y un lubricante a base de agua. —¡Akane! — Sus mejillas estaban totalmente coloradas.
La mencionada rió y salió de la habitación de su hermano, justo en ese momento el timbre de la puerta sonó. —¡Yo atiendo! — Dijo la rubia, yendo escaleras abajo.
Llegó a la puerta y abrió, encontrándose a Kokonoi, mismo que llevaba un pantalón negro con una cadena del lado izquierdo, lo más probable es que fuera de mero adorno, así mismo llevaba una camisa blanca con rayas negras, sobre está llevaba un suéter de crochet negro y una cazadora color gris con detalles dorados internos, así como borrega en la gorra, se notaba que era bastante cálida, también llevaba unos zapatos deportivos tipo bota negros con detalles grises, así como una bufanda de crochet vino. —¡Buenos días, Hajime! — Saludó como si nada al pelinegro.
—Buenos días, Akane. — Devolvió el saludo.
—Anda, pasa, Seishu no tarda en bajar. — Dijo haciéndose aún lado, dejado al chico pasar.
—Gracias. — Entró a la casa de los Inui, los padres de Akane no se encontraban esa mañana, por lo que ese día no tuvo una ronda de preguntas sin fin por parte de Hiroto, el patriarca de los Inui, no era que le molestarán las preguntas, de hecho, le causaba cierta gracia que su suegro lanzará indirectas bien directas.
Inui bajó a la sala donde estaba el pelinegro platicando de cualquier cosa con su hermana, antes ver eso le generaba inseguridad, pero ahora no, por el contrario, le tranquiliza a verlos convivir amenamente, sin embargo el clima le estaba jugando una mala. —¡Achú! — Estornudó después de haber tratado con todas sus fuerzas no hacerlo.
—¿Inupi? — Le llamó Koko al ver al rubio con la nariz ligeramente roja. —¿Te has vuelto a resfriar? —Se levantó del sofá y caminó hasta el rubio, tomando el rostro del chico entre sus manos. —Déjame ver. — Le ofreció un pañuelo, en ese momento aprovecho para ver con detenimiento al rubio, este llevaba unos pantalones de mezclilla ligeramente rasgados, un suéter de cuello de tortuga color crema, ideal para ese clima, zapatos negros, una cazadora como la suya, solo que la del rubio era nega con detalles morados. —¡Demonios! ¡Tenía que usar esos pantalones! — Inconscientemente se mordió el labio inferior al notar que una de las rasgaduras del pantalón del rubio quedaba cerca de la parte interna del muslo, zona que a él le encantaba acariciar, ni que decir se besar y dejar una ligera marca de sus dientes, a sus ojos, Inui era extremadamente guapo, sin importar que trajera puesto, no cambiaba su opinión, sin embargo, ese día le daba la impresión de que estaba más atractivo que de costumbre. —Lo mejor será no salir, el aire está frío… — Si bien le preocupaba la salud de su novio, lo cierto es que ahora quería hacer algo más con él, obvio, no en la casa de sus suegros.
—¡Ni hablar! — Respondió de tajo el rubio.
—¡¿Qué?! — Alzó una ceja, como si no creyera haber oído bien.
Inui tomó las llaves de su moto. —Hermana… — Miró a la rubia.
Esta asintió y les sonrió. —Que se diviertan~. — Soltó con cierta picardía, cosa que hizo que el rostro de Seishu se colorará de nuevo.
Kokonoi sintió raro el tono de Akane, miró a la rubia que no dejaba de sonreír de forma cómplice, después miró a Seishu. —¿De qué me perdí? — Preguntó algo confundido.
—De nada, vamos. — Seishu le tomó de la mano, y salieron de la casa.
—Inupi…
—Sube. — Indicó el rubio, el pelinegro no dijo nada, e hizo lo que el rubio le indicó.
—¿A dónde vamos? — Preguntó una vez que el rubio subió a la moto.
Inui le dedicó una sonrisa. —Vamos a ese Café Biblioteca que mencionaste antes. — Kokonoi abrió los ojos, realmente no se esperaba eso. —Oh, por cierto… — Metió su mano en la bolsa izquierda de su cazadora, sacando la piedra que le había dado Mitsuya días atrás. —Toma, es para ti. — Las mejillas de Inui se tornaron ligeramente rosas.
Los ojos de Kokonoi brillaron al ver aquella piedra. —Una Cornalina… — Tomó la piedra, para después mirar al rubio. — Gracias… — Se acercó un poco al rubio, dándole un tierno beso en la mejilla.
Inui no lo sabía, pero aparte de lo que Mitsuya le había dicho de aquella piedra, también era una piedra a la que se le asociaba la pasión.
El rubio encendió su moto y dió marcha a su destino, estaba feliz por ver qué aquel pequeño detalle le había gustado a Kokonoi, este último se abrazó de la cintura del rubio, por lo general no lo hacía, solía sujetarse del asiento, pero últimamente, le resultaba más cómodo.
Ya habían pasado unos diez minutos desde que habían iniciado su viaje. Kokonoi miró el camino algo extrañado. —Inupi… ¿a dónde vamos?
—Ya te dije, iremos a esa cafetería… y también a unas aguas termales.
Kokonoi recargó su frente en la espalda del otro. —Estás yendo en dirección opuesta… — Lo quiso hacer ver cómo un reclamo, pero lo cierto es que se estaba burlando del rubio.
—¡¿Qué?!
—¡Eso, vas en dirección contraria, la cafetería queda en Kanagawa, y estás yendo hacía Kashiwa! — Rió bajito.
—¡Mierda! — Soltó el rubio sintiendo las mejillas arderle de la vergüenza. —¿Por qué no me dijiste desde un principio?
Kokonoi despegó su frente de la espalda del chico. —¡Ah, ¿o sea que ahora es mi culpa?! — Fingió estar ofendido. —Tu saliste muy seguro, por eso no te dije nada en un inicio.
—¡Pues a la otra, vas avisando! — Dio vuelta en una calle para tomar el rumbo que debería.
El pelinegro por su parte rió ante la evidente vergüenza de su novio. —Qué novio tan distraído tengo. — Comentó afianzando más su agarre en la cintura de Inui. Este detuvo un poco la moto. —¿Um? — Miró al rubio. —¿Qué pasa, Inupi?
—¿C-cómo dijiste? — Preguntó en tono bajo.
Kokonoi miró extrañado al rubio. —Dije que tengo un novio muy distraído… — Entendió que era lo que había tomado desprevenido al rubio. —Ah… ya… — Busco recargar su mentón en el hombro izquierdo del rubio. —¿Te sigue poniendo nervioso que te llame "mi novio"? — Sus labios habían quedado muy cerca del lóbulo del rubio, por lo que el cálido aliento del chico le erizó la piel. —Es lo que somos, ¿no? — Parecía que lo hacía a propósito. —Yo soy tu novio, y tú eres el mío, somos novios. — Sopló en el oído de Inui, haciendo que este diera un leve sobresalto.
—¡No hagas eso!
—¿Decir que eres mi novio? — Sabía que no se refería a eso, pero quería molestar al rubio.
—¡Eso no! — Sus mejillas se pusieron más rojas. —De hecho, me hace feliz que lo digas… — Kokonoi no lo vio, pero el rostro de Inui era una poesía al amor correspondido. —Me refiero a que me soples en el oído…
Kokonoi sonrió con picardía. —Eso no es lo que dices cuando lo hace…
¡RUUM!
Inui dió un arrancón que obligó al otro a callarse y sujetarse. —¡¿Qué crees que haces Inupi?! — Ahora si le estaba reclamando.
—¡No hables de eso en la calle! — Ahora hasta las orejas del rubio estaban rojas de la vergüenza.
Kokonoi rió, le encantaba molestar al otro y saber que lo ponía nervioso le generaba bastante satisfacción, más el saber que era el único que podía ponerlo en ese estado con esos comentarios.
Pasaron unos cuarenta minutos más, cuando Inui volvió a estornudar.
—Salud. — Kokonoi trataba de ver al rubio por uno de los retrovisores.
—Gracias. — Inui sorbió por la nariz, realmente no quería darle importancia a sus estornudos, pero estos empezaron a ser más frecuentes y junto con ello la sensación de escurrimiento nasal.
—¡Achú! — El rubio volvió a estornudar.
Ahí Kokonoi ya no pudo seguir tratando de verlo, era evidente que no estaba bien el otro. —Inupi… Te resfriaste, ¿verdad?
—Estoy bien, no te preocupes.
—Haz una parada en esa tienda. — Inui no preguntó, sólo obedeció, deteniendo su moto frente a la tienda. Kokonoi bajó. —No tardaré. — Entró a la tienda y unos minutos más tarde salió con una bolsa. —Vamos a dónde puedas descansar un poco. — Subió de nuevo a la moto.
—Ya te dije que…
—No te estoy preguntando.
Inui miró feo al otro, pero no le discutió. Llegaron al parque Chibikko, Inui aparcó la moto, ambos bajaron, el parque Chibikko estaba cerca del mar, por lo que tenían una vista de lo mas hermosa.
—Ven. — Kokonoi tomó de la mano a Inui y se lo llevó hasta una de las bancas que daba al mar, ahí, hizo que el rubio se sentará, para posteriormente sentarse a su lado. —Ya tienes días con el resfriado, ¿cierto? — De la bolsa sacó un paquete de pañuelos, entregándoselo a Inui, así como sacando una lata de cocoa caliente. —Bebelo.
Inui tomó los objetos entregados por su novio, se sonó la nariz. —No es nada, ya te dije.
Kokonoi frunció el ceño. —¡Estás conduciendo, con el clima frío, todo el aire te está dando en la cara, ¿y dices que no es nada?! — Antes de que Inui pudiera decir algo, Kokonoi pegó su frente a la de él. —Y encima tienes algo de temperatura… Inupi… no tienes que forzarte a nada… — Lo que inicialmente era una expresión de reclamo, pasó a ser una de preocupación.
Aquello le sentó mal a Inui. —No me estoy forzando.
—Inupi… lo de ir a ese café es por mi cumpleaños, ¿no es así? — El rubio le evadió la mirada. —¡¿Ves como si te estás forzando?!
Inui le miró inmediatamente. —¡NO ME ESTOY FORZANDO A NADA, ¿QUÉ TIENE DE MALO PLANEAR ALGO PARA MÍ NOVIO POR SU CUMPLEAÑOS?! — Ahora era el turno de Kokonoi para sonrojarse. —Voy a estar bien, no te preocupes… no quiero que un estúpido resfriado arruiné esto… — Susurró mirando la lata de Cocoa en sus manos.
—Inupi…
—Ayer fue que empecé con los estornudos, pero sólo fue por un rato… y no tuve temperatura, así que… — Miró a los orbes oscuros, mismos que le veían con auténtica preocupación. —No te preocupes. — Acarició la mejilla del pelinegro. —Lo digo en serio.
Kokonoi terminó accediendo, destapando la lata de café que había comprado para él.
—Koko…
—¿Si?
—¿Hay alguien que no te agrade? — Sólo quería tener de qué platicar, mientras bebían lo que Kokonoi había comprado.
—Takemichi Hanagaki. — Respondió sin reparo alguno.
Inui volteó a verlo. —¿Por?
Kokonoi le dió un trago largo a su café. —Por ingobernable. — Soltó mientras aún cubría sus labios con la lata.
Inui miró con detenimiento al otro, algo le decía que había algo más. —¿Cómo que "ingobernable"? Literal, Hanagaki es la persona más dócil que conocemos…
Un tic se hizo presente en una de las cejas de Kokonoi. —¿Desde cuándo acá, "dócil" es tu forma de referirte a Hanagaki? — Inui entrecerró los ojos al ver la expresión de molestia en Kokonoi.
Inui no agregó nada más, sólo sonrió. —¿Acaso está celoso de Hanagaki?
Hace tiempo, Kokonoi le había contado que había sido Takemichi quien le había sacado del incendio, y aunque pasaron varios días del incendio, cuando Inui se encontró con Takemichi sintió que este era un niño del cual confíar al 100%, y aunque en un inicio no parecía nada más que una amistad, a Kokonoi poco a poco le empezó a incomodar la cercanía de Takemichi e Inui, cosa que con el paso de los años no hizo más que asentarse en él, y que, una vez que aceptó que Inui era más que su mejor amigo, le siguió poniendo de nervios que Takemichi tuviera tantas confianzas con el rubio natural, y eso era algo que no pensaba admitir en voz alta. A eso se le sumaba el hecho de que Takemichi si bien no era alguien que se imponía por su fuerza física, si lo hacía por su fuerza de voluntad, la cual era increíblemente inquebrantable, y eso le hacía alguien difícil de controlar, más cuando se le metía una idea.
Ambos terminaron sus bebidas e Inui se puso de pie. —Hora de seguir. — Anunció brindándole su mano al pelinegro para que este se levantase de la banca, caminando hasta la moto de Inupi.
Iban acercándose cuando notaron que había un tipo rondando la moto del rubio. —¿Necesitas algo? — Preguntó el dueño de la moto.
—¿Eh~? — El sujeto miró a Inui como si este fuese poca cosa. —¿Está Yamaha RZ350 te pertenece? — Preguntó burlón.
—¿Algún problema con ello? — Inui alzó una ceja, mientras que Kokonoi empezaba a sentir lástima por el pobre infeliz que tenían frente.
—Creo que a esta belleza… — Tocó el asiento de la moto. —Le iría bien un dueño que esté a su altura, y no un chamaquito caguengue.
Kokonoi alzó ambas cejas mientras Inui se tronaba los nudillos. —¡Uy, no! — Soltó sonriendo de lado. —Ya hiciste enojar a Inupi… espero no mueras…
El tipo soltó una carcajada típica de un hablador. —¿Qué va hacerme ricitos? ¿Agarrarme a besos como tanto se rumorea? — Aquel comentario hizo que Kokonoi pusiera mala cara, le daba igual que la gente los tachará de gays, sí, eran dos chicos en una relación, y si la gente tanto quería señalarlos adelante, a los dos les chupaba un huevo, pero si algo le molestaba, era que insinuaran que por ser dos chicos con preferencias distintas a la normativa social en automático les tacharan de promiscuos.
—¡Suficiente, llama a una ambulancia, porque vas a necesitarla! — La expresión de Inui era sombría.
Kokonoi iba a darle una lección al tipo, pero cuando vio a Inui caminar hacia el otro, se limitó a recargarse en la baranda cerca de la moto. Observó cómo el sujeto de peinado ridículo subestimaba a su novio. —Oficialmente… llama… — ¡PUM! —Maste… — Kokonoi dejó de recargarse y caminó hasta Inui, un sólo puñetazo del rubio fue suficiente para dejar K.O al imbécil aquel. —Espero que no se despierte en un buen rato, más no que lo hayas matado. — Notó que el rostro de Inui aún reflejaba molestia. —Oye… Inupi…
—Jamás haría algo así… — La molestia de Inui, fue que el sujeto insinuó que él podría ser infiel, cosa que jamás pasaría. Kokonoi le tomó de la mano, haciendo que este volteara a verlo. —Koko, yo jam…
La frase del rubio quedó a medias, pues Kokonoi había tomado el rostro del chico con su mano izquierda, atrayendolo al suyo para besarlo, haciendo que Inui le tomara de la cintura y respondiera al beso. —Sé que no lo harías… no tienes que preocuparte por lo que diga un imbécil como él. — Volvió a depositar un suave beso en los labios del rubio.
—¿Nos vamos? — Preguntó Inui, soltando la mano derecha de Kokonoi para abrazarlo, este sonrió y asintió con la cabeza, besando de nuevo al rubio.
Se separaron para subir a la moto. —Espera, Inupi. — El rubio volteó a verlo, Kokonoi se acercó a él y cerró la cremallera de la cazadora ajena.
—¿Qué haces?
—Si vas a seguir manejando, procura cubrirte lo más que puedas del frío. — Dijo terminando de subir el cierre hasta arriba, para después despojarse de su bufanda y colocándola en el cuello del rubio, asegurándose de que está le cubriera la boca y nariz.
—Koko…
—Te dejas puesta la bufanda y la cazadora cerrada o nos devolvemos. — Sentenció mirando con seriedad al otro.
Inui sólo soltó un leve suspiro y asintió con la cabeza. — Pero… te vas a enfermar.
—Voy detrás de ti, sólo basta con que cierre mi cazadora y ya. — Terminó de acomodar la bufanda en su novio y procedió a cerrar su cazadora. Inui se bajó un poco la bufanda, Kokonoi iba a regañarlo por ello, pero no pudo al ser besado por el otro, finalmente Inui acomodó la bufanda y ambos subieron a la moto.
Encendió la moto y retomó su camino, Kokonoi metió sus manos por debajo de la cazadora del otro, sin embargo, terminó metiéndole incluso debajo del suéter de cuello de tortuga, tocando directamente la piel de Inui, y como si no hubiese sido suficiente, afianzó su agarre en la cintura de este.
Aquella acción hizo que Inui tuviera flashbacks de sus encuentros íntimos con Kokonoi. —¿Por qué tiene que agárrame así en estos momentos? — Su mente comenzó a mostrarle imágenes de él frente a un espejo mientras Kokonoi arremetía detrás de él sujetándole la cintura justo como lo sujetaba en esos momentos.
—Perdona, no traigo guantes. — Kokonoi no recibió respuesta alguna. Sin embargo Inui estaba sintiendo su cuerpo caliente por aquellas imágenes, no sólo de esa vez, sino que también le llegó a la mente una ocasión en la que Kokonoi estaba abajo, mientras él arriba daba pequeños saltos, penetrandose así mismo mientras sentía como el otro clavaba sus uñas en su cadera. —Inupi, ¿seguro que estás bien? — Sintió el cuerpo del chico ligeramente caliente.
—Maldita sea me estoy excitando… — Un escalofrío le recorrió la espina dorsal al sentir como los dedos de Kokonoi se clavaban en su cintura, aunque la verdadera intención del otro era llamar su atención, no alterar las hormonas del rubio. —Demonios… sí me sigue sujetando así… voy a querer hacerlo apenas lleguemos.
Kokonoi, hartó de ser ignorado, le dió una ligera patada a Inui, haciendo que este perdiera un poco el control de la moto. —¡Hey! — Gritó el rubio logrando evitar tener un accidente. —¡Tonto, estoy manejando, ¿por qué me pateaste?!
—¡Me estás ignorando! — Reprochó Kokonoi.
—¡Eso no es verdad!
—¡¿Ah, no?! — Repuso el otro. —¿Qué fue lo que te pregunté hace un momento? — El rubio no supo qué decir. —¡¿Ves como si me estabas ignorando?!
—¡No te estaba ignorando, sólo me distraje! — Se "defendió".
—¿En qué estabas pensando? — Volvió a clavar sus dedos en la piel ajena, cosa que hizo que Inui diera un sobresalto, mismo del que Kokonoi fue consciente. —¿Um? ¿Acaso Inupi…? — Una sonrisa malévola se posó en los labios del chico. —Oye… Inupi… — Susurró tratando de acercar sus labios al oído ajeno. —Estabas pensando en "eso", ¿verdad? — Paseó sus dedos por el vientre del otro, generándole otro sobresalto. —Pervertido~. — Arañó suavemente aquella piel, como generalmente hacía cuando lo hacía suyo.
—¡Cállate! — Ordenó Inui, sintiendo su cuerpo caliente y no por la temperatura que le estaba empezando a provocar el resfriado, sino por las acciones del otro. —¡Deja de hacer eso! — Soltó el manubrio del lado izquierdo, llevando esa mano a dónde Kokonoi tenía la suya, deteniendo las caricias que el pelinegro le estaba brindando el su vientre.
El contrario rió ante esa acción. —Chofer… no debe soltar el manubrio, o hará que se le pare algo más… — Era claro, Kokonoi ya estaba haciéndolo a propósito.
—¡Deja de decir tonterías! — Apretó su agarré en la mano de Kokonoi. —Conforme siga así, olvidaré por completo la cafetería y me lo llevaré al hotel… — Y bañarse en las aguas termales no iba a ser parte del plan si el pelinegro seguía provocándole, pese a que si era la idea original. Kokonoi calmó sus manos, total, podría seguir provocando al rubio en cualquier momento. Inui volvió a tomar el manubrio con su mano izquierda, no pasó mucho cuando logró divisar a alguien. —¿Ese de ahí no es Hanagaki?
Kokonoi miró hacia donde miraba Inui, notando que cerca del Departamento de transporte portuario Nissin Co., Ld, estaba el mencionado. —¿Qué hace él hasta acá? — Takemichi que era ajeno a todo fue visto de forma fea por Kokonoi. —Sí, acelera, no quiero que nos vea. — De hecho, no quería que viera a Inui.
—Um… Tachibana viene con él… — Aquello hizo que Kokonoi mirará de nuevo, apenas y lograba identificar a Takemichi, su vista no era realmente buena, pero se negaba a usar lentes.
—¡¿Espera, qué haces Inupi?! — Cuestionó al ver que el rubio se estaba dirigiendo al otro par. —¡Inupi! — Su reclamó cayó en oídos sordos.
—Hanagaki. — Llamó Inui al otro, una vez que estuvo cerca de ellos. —Tachibana, hola.
La castaña volteó al oír su apellido. —Oh, Inui, hola. — Devolvió el saludo con una amplía sonrisa. —Oh, Kokonoi, hola también. — Saludo al pelinegro al notarlo.
Kokonoi no podía ser grosero con Hinata, y no porque no se le diera ser mamón con la chicas, sino que Hinata desde que le conoció jamás había sido grosera con él, y si algo tenía Kokonoi era educación. —Hola, Tachibana, Hanagaki. — Saludo no muy de buenas al chico.
—¿Qué hacen por acá? — Preguntó Inui.
Takemichi se sonrojó, aquello hizo molestar a Kokonoi, sin embargo el motivo del sonrojo del rubio de farmacia era que estaba en una cita con Hinata. —Pues… invite a Hina por un café y bocadillos, y había oído que había una cafetería por acá, muy buena, pero creo que me he perdido. — Confesó rascándose la cabeza, haciendo que su sonrojo se potenciará. El oír la palabra "cafetería" puso en alerta a Kokonoi. —¿Y ustedes, qué hacen acá?
—Na…
—Vamos a una cafetería con biblioteca. — Kokonoi le dió un apretón en la cintura a Inui, lamentablemente, este ya había abierto la boca de más.
—¿Una cafetería con biblioteca? — Repitió Hinata. —Pues si es la que está cerca del Inamuragasaki Onsen Spa… pues aún está algo retirada… — Comentó la castaña.
—La cafetería a la que quiero llevar a Hina no es tan lejos, pero no recuerdo dónde quedaba. — Confesó con pena Takemichi.
Inui se acomodó un poco en su moto, haciendo que las manos se Kokonoi le acariciaran de nuevo en el vientre. —M..gh… — Los otros dos miraron al rubio al oír aquel quejido.
—Inui… ¿Estás bien? — Preguntó Hina al ver el sonrojo en el rostro del chico.
—Ah, si, no es nada, tranquila, em… en cuanto a lo de la cafetería… Hanagaki… ¿Acaso es Tully's Coffee? — Al oír el nombre del negocio, Takemichi asintió con la cabeza. —Pues no están tan lejos.
—Inupi… ¿Podrías llevarnos? — Pidió Takemichi.
Kokonoi iba a negarse, pero nuevamente Inui le ganó. —Seguro, he ido ahí varias veces con mi hermana, me se el camino y además, realmente tienen buenos bocadillos. — Afirmó, dió marcha en su moto siendo seguido por Takemichi y Hinata, que iba atrás, sujetando a su novio igual que Kokonoi a él, salvó que Hinata no estaba acariciando a Takemichi. Se hicieron 8 minutos en las motos cuando pudieron llegar a la cafetería. —Aquí es. — Obviamente Kokonoi e Inupi no bajaron de la moto.
—¡Oh, muchas gracias Inupi! — Takemichi estaba realmente salvado. —Nos vemos luego. — Se despidió Takemichi y Hinata sólo se despidió de ellos moviendo su manita.
—Nos vemos. — Se despidieron Inui, y Kokonoi, retomando su camino, pues aún les esperaba un buen tramo.
Kokonoi mantuvo sus manos quietas, cosa que le pareció sospechoso a Inui. —Koko, ¿estás enojado? — El otro no respondió. —¿En serio te pone tan celoso Hanagaki? — El pelinegro volvió apretar la cintura de Inui. —¡Koko! — Estaba haciendo una lucha interna por evitar que su compañero se endureciera.
—Inupi… ¿Y si vamos a otro lado? — Volvió acariciar el vientre del rubio. —Creo que podríamos…
—¡Ni hablar! — Soltó de tajo.
—¿Por qué? ¿Acaso no quieres? — Preguntó recargando su frente en la espalda del otro y bajando lentamente su mano izquierda a la hebilla del cinturón del rubio.
El rostro de Inui se volvió a poner colorado. —¡No es que no quiera! — Tragó saliva con dificultad. —Sólo espera… ¿si?
Kokonoi gruñó por debajo. —¿Por qué chingados tenía que acordarse del café hoy? — La idea de pasar su cumpleaños con su novio le era más que suficiente para disfrutar de ese día, claro que agradecía que el rubio fuese considerado y le quisiera dar el gusto de ir a aquella cafetería, pero ahora se había puesto algo hormonal. Y por las reacciones del rubio, pudo notar que este también estaba así, lo cual era bueno, porque ambos querrían intimar, el hecho de que Inui se empecinara en llevarlo a la cafetería, definitivamente era porque este ya lo había decidido desde antes, y cuando a Inui se le metía algo en la cabeza, no cedía ni retrocedía.
Pasó un buen rato, hasta que empezaron a divisar la cafetería, Kokonoi había sacado sus manos de la ropa de Inui, bueno, aún las mantenía de bajo de la cazadora del rubio, pero ya no estaba acariciando la piel de este.
—Llegamos. — Anunció Inui, aparcando su moto. Ambos bajaron, el lugar se veía más amplio de lo que se esperaban, era un edificio de dos pisos, y amplios ventanales.
Ambos entraron al establecimiento, siendo recibidos por una camarera. —Muy buenas tardes. — Saludó la chica de cabellos oscuros. —¿Quieren mesa en la zona de cafetería o en la zona de biblioteca?
El mal humor de Kokonoi se esfumó al oír la segunda sugerencia. —En biblioteca, de ser posible. — Habló Inui.
—¡Muy bien! — Respondió la chica. —Acompañe a la barra, ahí podrán encargar la bebida y los bocadillos que gusten… ¿o sólo vienen a la biblioteca? — Preguntó cayendo en cuenta que ni bien les había hecho la introducción como era debido. Inui miró a la chica y rió un poco, cosa que hizo que Kokonoi le tomará sutilmente de la mano, marcando territorio. Aquello no pasó desapercibido por la chica, misma que sonrió al ver aquello. —Son una pareja tan linda~. — Pensó enternecida.
—Venimos por lo que hace tan llamativo este lugar. — Comentó Inui.
—¡Me parece perfecto, pues como dije, acompáñenme! — Guió al par de jóvenes hasta la barra de la cafetería, ahí les mostraron a el menú tanto de bebidas como de bocadillos, ambos chicos hicieron sus elecciones y la orden fue dada. Los guió al segundo piso, ahí les llevo entre los amplios estantes llenos de libros hasta una de las mesas que estaba cerca de un gran ventanal, era una mesa de madera para dos, ambos chicos tomaron asiento. —Pueden tomar el libro que deseen, en unos momentos más les traeré sus órdenes. — Hizo una leve reverencia y se marchó, dejándolos solos.
Kokonoi estaba realmente fascinado con el lugar. —La biblioteca pública tiene muchos libros, pero muchos de los que ví aquí no los he visto allá. — Comentó mirando al rubio.
—Y tú ya querías ir a otro sitio. — Se burló Inui, quitándose la bufanda y dejándolas en el respaldo de su silla.
Kokonoi entrecerró sus ojos. —No te la hago de emoción sólo porque estás malito. — Se levantó de su asiento y tomó a Inui le la mano, haciéndolo levantar. —Ven conmigo… — Inui no entendió, se dirigieron al baño, el primer pensamiento de Inui era que tendrían que lavarse las manos, era lo normal, no deberían comer con las manos sucias.
Una vez que entraron al baño se dirigieron a los lavamanos, hasta ahí todo, bien, hasta que Inui trató de lavarse las manos y fue acorralado por Kokonoi. —¡¿Eh?! — Sus labios fueron sellados por los del pelinegro, mismo que no perdió el tiempo y comenzó a colar sus manos por debajo de la ropa del rubio. —K-koko…mmm… — Jadeo entre besos, abrazó a su novio sintiendo el deseo de despojarlo de la ropa, pero debía mantener el control, no era el lugar ni el momento. —E-espera… — Trató de alejar al otro más no espero que Kokonoi le abriera la cazadora para poner pasear mejor sus manos por debajo de su suéter, llegando a los pezones del rubio, mismos que estaban reaccionando ante las caricias.
¡Chiiiir!
La puerta se abrió y ambos chicos se separaron, Inui entró a uno de los cubículos para tratar de regular su respiración así como acomodarse un poco la ropa, Kokonoi por su parte se lavó la cara y las manos mientras sonreía gustoso. El primero en salir del baño fue Kokonoi, quien aprovechó para tomar uno de los libros de las estanterías, tomó justo uno que le traía gratos recuerdos de cuando estaba en la primaria.
Pasaron unos cuantos minutos cuando llegó la mesera que les había recibido cuando llegaron, se extraño al encontrar al pelinegro sólo, más no dijo jada innecesario. —Aquí están sus órdenes. — Dejó en la mesa el café negro de Kokonoi, así como el té con leche que había pedido Inu. Con un asentimiento por parte del chico, la muchacha se retiró.
Kokonoi tenía el hábito de leer rápido, desde pequeño había sido bueno con la lectura, cuando Inui apareció, el pelinegro apartó la vista del libro, encontrándose con el nada nuevo rostro de Inui sonrojado. —Te tomaste tu tiempo. — Comentó con burla. —Me hubiese gustado ayudarte con "ello". — Insinuó lo que no era imposible, que Inui se hubiese tocado en el baño para calmarse. —¿Te fue difícil evitar hacer ruido?
Inui tomó asiento. —Lo hiciste a propósito, ¿verdad? — Trataba de mantener la serenidad, pero no podía, en primer lugar, porque no, no se había tocado en el baño, tentado estuvo, pero se conocía lo suficiente como para saber que mantener silencio no era algo que él pudiese hacer. Kokonoi sonrió, no lo iba a negar, ni tampoco se iba a detener. Inui iba a reclamarle hasta que notó el libro que el otro estaba leyendo. —"El principito". — Al igual que el otro, aquel libro le trajo gratos recuerdos, le dió un trago a su té con leche para después recostarse en la mesa. —¿Vas a leerlo sólo para ti? — Preguntó sobando la pierna del otro con su pie.
Aquello generó un sobresalto en Kokonoi. —¿Te las estás cobrando? — Preguntó mirando con cero disimulo las ganas que le tenía al rubio.
—¿De qué hablas? — Fingió inocencia, mientras se llevaba una galleta de mantequilla a la boca. —¿Y bien? — Volvió acariciar la pierna del otro. —¿Vas a leer sólo para ti?
Kokonoi sonrió. —Sí, conociéndote, vas a quedarte dormido a media lectura.
—No es cierto.
—Lo hacías en la primaria y también lo hiciste en la secundaria.
—Cuando los profesores hablaban, sí, pero cuándo tú estabas leyendo en voz alta siempre ponía atención. — Confesó con un leve sonrojo.
Kokonoi no se esperaba eso, su expresión era de sorpresa. —¿Es en serio? — El rubio asintió. Kokonoi no supo si creerle de inmediato.
—Ya te lo he dicho, me has gustado desde que teníamos 10 años… y que gusta mucho tu voz, incluso antes de darme cuenta que estaba enamorado de ti… tu voz era lo único que captaba toda mi atención. — Permaneció recostado en la mesa, sin apartar la mirada del otro, incluso con aquella confesión.
Kokonoi sonrió enternecido al oír aquello, dió un trago a su café y comenzó a leer en voz alta, no muy alta para evitar molestias a los demás, pero lo suficiente como para que Inui le pudiese oír.
La lectura era amena y fluida, Inui por momentos cerraba sus ojos, pero estaba totalmente atento a la voz de su novio, las únicas pautas en esa lectura era para beber el café, té, en el caso de Inui e ingerir algunos bocadillos, así se les fue la mañana y entró la tarde, tan entretenidos estaban que no se percataron ya habían pasado más de tres horas.
Ambos salieron del negocio. —Se hizo tarde ya. — Comentó Kokonoi mirando la hora en su celular.
—Ya sé. — Tomó de la mano a Kokonoi y lo llevó hasta su moto. —Sube.
—Inupi… está empezando hacer más frío, no creo que sea buena idea que manejes. — La bufanda que llevaba el rubio en las manos, pasó de nuevo a su cuello, pues parecía que Inui se encontraba mejor. —Usala… — Reprochó, tratando de detener las manos del rubio.
Inui sonrió. —Estoy bien, además… no vamos a regresar a casa, así que no estaré conduciendo por mucho tiempo.
Kokonoi lo miró con duda. —¿Qué quieres decir?
—Sube, ya verás. — La sonrisa de Inui era cálida, por lo que Kokonoi no se opuso y subió a la Yamaha RZ350.
Una vez que ambos subieron, Inui la puso en marcha, el viento corría más frío que antes y aquello preocupaba a Kokonoi, sin embargo, tal y como dijo el rubio, no fue mucho lo que tardaron en la moto, cuando Inui la aparcó en el estacionamiento de un nuevo establecimiento.
Kokonoi abrió los ojos al reconocer el lugar. —Inamuragasaki Onsen… — Sintió las vibraciones de la moto detenerse.
—Te dije que no conduciría por mucho tiempo. — El rubio le miró por uno de los retrovisores. —Además, está es sólo una parada, así que no te preocupes, que no manejare cuando la temperatura haya descendido más. — Añadió para poco después después bajar ambos de la moto. —Vamos. — Ahora era su turno de llevar de la mano al otro.
Ambos entraron al establecimiento, a diferencia de la cafetería, aquí si debían acatar el protocolo tradicional oriental, por lo que al apenas entrar se dirigieron a las gavetas donde podían dejar su calzado y tomar unas pantuflas de ellas. Una vez hecho eso, Inui entrelazó sus dedos con los de Kokonoi y le volvió a guiar, esta vez fueron hasta la recepción, dicho lugar estaba decorado con un estilo muy tradicional, las gavetas de las llaves de los vestuarios posaban detrás del mostrador y encima de este había una pequeña campana, ahí les atendió un caballero de unos 30 años.
—Buenas tardes, sean bienvenidos a Inamuragasaki. ¿Cuentan con reservación? — Notó que ambos estaban tomados de las manos, en un inicio se sintió incómodo, para él eso era "raro", sin embargo como una persona verdaderamente profesional, no dejó que sus prejuicios hicieran sentir incómodos a los jóvenes.
Inui habló. —Buenas tardes, en efecto. — Sacó de una de las bolsas internas de su cazadora dos tickets pertenecientes al establecimiento, en dónde estaba incluído: Baño, alquiler de toallas (facial y corporal).
El caballero tomó ambos tickets verificando así que eran legítimos. —Muy bien. — Caminó hacia su espalda, sacando de dos de las gavetas dos llaves, una de cada gaveta. —Estos son sus vestidores, disfruten del Onsen.
—Gracias. — El rubio tomó las llaves y se dirigió junto a Kokonoi escaleras arriba.
Llegaron a la entrada de los baños, Inamuragasaki Onsen tenía la peculiaridad de tener dos baños, cuatro si tomamos en cuenta que hay interior y exterior, Fujimi no yu, el exterior permitirá a los visitantes observar el Monte Fuji en todo su esplendor, en el baño interior se podía observar un poco menos, el otro, Oshima no yu, del cual el exterior te permitía ver el monte Fuji, pero para ello deberías ponerte de pie y en cuanto al interior, pues era aún menor la visión, estos baños tenían el detalle de que cambiaban, es decir habían días en los que el Fujimi no yu era para hombres y por ende el Oshima no yu para mujeres, y días en los que era lo contrario, por lo qué habían las mismas posibilidades de disfrutar del baño Fujimi no yu y su vista tanto para hombres como para mujeres.
Ese día, estaban de suerte, pues el Fujimi no yu estaba disponible para los hombres, entraron al baño y se encaminaron a los vestidores, ahí se quitaron su ropa y se colocaron las toallas, guardaron diligentemente sus pertenencias en las gavetas, no era la primera vez que se veían desnudos y tampoco sería la última.
Caminaron juntos, tomados de la mano aún hasta las duchas, al ser los únicos en el establecimiento en ese momento, la vergüenza rápidamente se apoderó de ambos, pues a diferencia de la cafetería, ahí no habría alguien… por el momento, que les pueda interrumpir. Se quitaron las toallas y abrieron las regaderas, ambos chicos habían mojado su cuerpo por completo mientras sus rostros se coloraban, más no estaban seguros si era por el calor de las duchas o porque la mente de ambos estaban haciéndoles jugadas con recuerdos íntimos.
Kokonoi miró por el reojo a Inui, notando que este le estaba viendo directamente, sin disimulo alguno. —¿I-Inupi? — Pasó saliva con dificultad, la mirada del rubio no tenía libido alguno, pese a estar teniendo flashbacks íntimos. —¿Qué pa…? — Su pregunta quedó a medias, pues el rubio había sellado sus labios con los propios, a diferencia del beso que se habían dado en los baños de la cafetería, este era lento, con delicadeza, el pelinegro cerró sus ojos y correspondió lentamente al beso, sin acelerar el ritmo, dejando que el rubio le guiase en todo momento, por supuesto habían pequeñas pautas, pero el beso cada que era retomado no cambiaba, al menos no en cuánto a ponerlos hormonales, sino que cada vez se volvía más lento, las tierno.
Cuando el beso llegó a su fin, Inui sonrió y frotó suavemente su nariz en la de Kokonoi. —Te amo. — Susurró, no porque no quisiera que alguien le oyese, sino porque sólo le interesaba que Kokonoi le escuchará.
—Y yo a ti. — Respondió en un susurro el pelinegro.
Ambos terminaron de ducharse, claro que aprovecharon para tocar al otro, aunque las caricias no pasaron más allá de lo que quizás alguien pudiera considerar como "ayuda". Una vez que terminaron de ducharse, se pusieron la toalla, cubriendo sus partes íntimas y se encaminaron al Fujimi no yu exterior. Apenas entraron al baño, pudieron ver el monte Fuji.
—Que hermoso… — El comentario de Kokonoi fue en un tenue susurro, pero al estar todo callado y ellos dos ser los únicos ahí, fue escuchado por Inui.
El rubio apretó un poco su agarre. —Me da gusto saber que te gusta. — Tomó el rostro de Kokonoi entre sus manos y le dió un casto beso, cargado de ternura, misma que sólo Kokonoi y Akane le conocían.
Ambos se quitaron las toallas y entraron al agua, ambos soltaron un suspiro a causa de lo cómoda y agradable que resultaba la temperatura. Kokonoi recargó su cabeza en el hombro de Inui y entrelazó sus dedos a los del rubio, manteniendo sus manos debajo del agua.
—No tenías que tomarte tantas molestias.
—No es ninguna molestia… además… quería que esté día fuese uno de los mejores para ti.
—¿Uno de los mejores? — Kokonoi despegó su cabeza del hombro del rubio y le miró.
Inui asintió. —Pretendo que tengas más días así, tranquilo, haciendo lo que te gusta… — Pegó su frente a la del otro. —Estando feliz. — Comentó con los ojos cerrados y sonriendo con ternura.
—Soy feliz estando contigo, no hay necesidad de hacer nada más. — Comentó Kokonoi, despegando su frente de la ajena y buscando los labios del rubio para besarlos de nuevo.
El tiempo se les había ido volando, habían incluso estado en el sauna, ahí de encontraron con un señor que había llevado a su hijo, tuvieron una plática amena con ambos, cosa que hizo que la tarde se les fuera rápido, ahora, ambos jóvenes se habían colocado sus ropas e iban escaleras abajo para entregar las llaves y por supuesto, Inui tenía que pagar el tiempo del estacionamiento, cosa que realmente no le afectaba.
—Inupi…
—Tranquilo, te prometo que la siguiente es la última parada. — Nuevamente invitó a Kokonoi a subir a su moto.
—No.
—¿Eh?
Kokonoi se quitó la bufanda y comenzó a ponerla en el cuello de Inui, justo como lo había hecho en la mañana. —No subiré si no te dejas esto puesto.
—No vamos muy lejos, lo prometo. — Inui le sonrió como siempre hacía para que confiara en él.
Kokonoi entrecerró los ojos. —Me da igual.
Inui sonrió derrotado, si bien su novio era terco, también debía aceptar que se veía adorable cuando se preocupaba por él y encima que no podía negarle sus caprichos y menos el día de su cumpleaños. —Bien, tú ganas. — Dejó que el otro le acomodará la bufanda.
De nuevo subieron a la moto e Inui arrancó, recorrieron un poco el camino de regreso, pero justo como Inui había dicho, no fueron tan lejos, nuevamente el rubio aparcó su moto, está vez el establecimiento era un hotel. Ambos entraron, y como antes, fueron atentos por un caballero.
—Buenas tardes, ¿quieren dos habitaciones o tienen reservaciones?
—Tenemos reservación. — Respondió Inui, Metió su mano a otra de las bolsas de si cazadora, sientiedoeeo pequeño bote de lubricante, así como la caja de condones que Akane le había dado. —¡Mierda, olvide dejarlos! — Por supuesto que le gustaba hacer el amor con su novio, pero no quería que Kokonoi pensara mal de él, su rostro se puso rojo, rebuscó un poco en la bolsa, dando con el ticket de reserva, lo sacó, pues eso era justo lo que él le había encargado a su hermana.
El señor asintió reconociendo y validando la reserva. —Un momento por favor. — Llamó a uno de los empleados. —Lleva a los jóvenes a su habitación. — Le entregó una llave.
Kokonoi ladeó la cabeza. —Supongo que vamos a estar juntos, pero… ¿por qué el rostro de Inui se puso rojo de golpe?
El empleado los guió a una de las habitaciones que se situaba en el segundo piso, se trataba de una habitación doble estándar, abrió la puerta y le entregó la llave a Inui. —Si necesita cualquier cosa, por favor use el servicio a la habitación. — El rubio asintió, Kokonoi entró a la habitación, y aquello fue aprovechado por Inui para solicitarle algo al empleado, este asintió y se retiró.
El rubio también entró a la habitación, viendo cómo Kokonoi le veía con cierta burla. —¿Qué pasa? — Preguntó el rubio, retirando la bufanda y colocándola con cuidado en el perchero que estaba cerca de la puerta, mismo en el que ya posaba la cazadora de Kokonoi, así mismo que quitó su propia cazadora y la puso dónde mismo.
Kokonoi no dijo nada, se acercó al chico y le besó, estaban en un hotel, sólo ellos dos, en la misma habitación, y encima se la había pasado provocando al otro, si bien pudo estarse quieto en el Onsen, en la privacidad de aquella habitación podía hacer el amor con su novio, ¿no?
Al final de cuentas, Kokonoi quería hacerlo con él desde la mañana que le había visto con el pantalón rasgado, mismo que incluso cuando el rubio iba manejando le venía tentando al ver cómo la piel del rubio se marcaba e incluso sobresalía cuando la presión en la piel aumentaba, sobre todo cuando Inui paraba la moto.
Inui abrazó a Kokonoi y correspondío nuevamente al beso, mismo que poco a poco empezó a volverse demandante, el pelinegro ni siquiera le consultó, sólo lo guío hasta la puerta que daba al par de camas, ahí llevó al rubio a una de ellas, misma en la que le recostó mientras él se mantenía arriba. Metió una de sus manos debajo del suéter del rubio y comenzó a pasear descaradamente la misma, subiendo hasta el pecho del rubio, acariciando uno de los pezones, acción que le sacó un leve gemido al rubio.
Kokonoi sonrió. —Que bien sonó eso, y apenas estoy empezando. — Susurró sobre los labios ajenos, se separó sólo para quitarse su suéter negro, arrojándolo a la otra cama.
Inui le sujetó de la cadera, tenerle encima de él era algo que jamás podría superar y menos viendo lo sexy que lucía con las mejillas encendidas, la respiración agitada y aquella camisa a rayas que lo hacía ver tan elegante y llamativo, justo como a Kokonoi. —¡Controlate Seishu! — Se reprendió así mismo mientras aferraba sus dedos en la cadera ajena. Se mordió el labio inferior.
—¿Te gusta lo que ves? — Preguntó el otro, volviendo apoderarse de los labios del rubio, haciendo que el beso ahora fuese ruidoso, sabía que eso le aumentaba el libido al rubio y no iba a desaprovechar aquella información. —Inupi… — Susurró en el oído ajeno. —Voy hacer que supliques… — El rubio iba a burlarse pero Kokonoi no le dió tiempo, le subió el suéter lo suficiente como para exponer los ya erectos pezones del chico. —Provecho… — Se dijo así mismo, bajando hasta aquellas protuberancias, paseando su lengua por el pecho de Inui, obligando a este a apretar los dientes. Llevó una de sus manos a uno de los pezones, comenzando a hacer círculos sobre el, presionandolo entre sus dedos, mientras que atendía con su lengua el otro, mordisqueando, lamiendo y succionando el mismo mientras oía cómo su novio soltaba pequeños gemidos.
—K-koko… e-es-esper…ah~. — Arqueó un poco su espalda al sentir como el pelinegro había mordido un pezón y pellizcado el otro a la par y con la misma fuerza. —¡Koko! — Sujetó la nuca del mencionado con su mano izquierda, mientras que con la derecha apretaba el trasero de este. —No tan fuerte… — Pidió pasando saliva. Empezó a sentirse ansioso.
¡Toc! ¡Toc! ¡Toc!
Llamaron a la puerta, Inui soltó un suspiro de alivio, mientras que Kokonoi soltaba un bufido de fastidio. —Yo atiendo. — Dijo Inui, mirando la clara cara de molestia del otro. —Te ves adorable haciendo mala cara. — Se burló.
Kokonoi le dió una última lamida en el pezón. —Voy a cobrarme esto. — Se levantó y bajó el suéter del otro, bajando ambos de la cama, se rascó la cabeza con molestia. —¿Qué no es obvio que no queremos que nos molesten?
Inui se acomodó la ropa y abrió la puerta, por ella entraron varios empleados con bastantes platillos, mismos que fueron colocados en la mesa, eran varios y variados, el último de los empleados entró con un pequeño pastel de chocolate decorado con detalles dorados y una vela con la edad de Kokonoi, siendo esta 19 años.
Los empleados se retiraron del lugar, Inui regresó a la habitación, pero está vez con la bufanda en sus manos.
—¿Inupi? — Kokonoi alzó una ceja al ver al rubio con la bufanda en las manos.
—No preguntes, sólo confía en mí. — Pidió el otro colocándole la bufanda en los ojos. —No te la vayas a quitar. — Aseguró la prenda y guío al otro afuera de la recámara, dejándolo de pie cerca de la mesa.
—¿Ya me puedo destapar los ojos? — Pregunto al no sentir al rubio cerca.
—Aún no, espera un momento. — Encendió la vela del pastel y se paró frente a Kokonoi con el pastel en manos. —¡Ahora sí! — Kokonoi sonrió y se quitó la bufanda de los ojos, encontrándo a Inui frente a él con un pastel de cumpleaños. Aquello le tomó por sorpresa, miró a Inui, este le sonrió con cariño. —¡Feliz cumpleaños, Koko! — Alzó un poco más el pastel dejando que la vela de este le quedará un poco más cerca del otro.
Kokonoi sintió sus mejillas arder, le devolvió la sonrisa a Inui y sopló la vela. —Gracias, Inupi… — Miró a la mesa, misma que estaba repleta de comida. —La mayoría son mis platillos favoritos. — La sonrisa en su rostro se marcó más al notar aquél detalle.
El rubio dejó el pastel en la mesa y abrazó a su novio, siendo correspondido por el otro. —No tienes por qué agradecer. — Susurró en el oído ajeno, regalándole un beso en la mejilla, y otro en los labios. Kokonoi bajó sus manos hasta el trasero del otro, acariciándolo con lentitud. —O-oye… — Se tensó al sentir las manos ajenas acariciarle.
—Te has lucido este día. — Susurró en el oído del otro. —Y aún así estoy esperando algo más… — Lamió el lóbulo ajeno, haciendo que el otro soltará un leve gruñido. —Ya no pienso seguir esperando, ¿oíste? — Buscó los labios ajenos, besándolo despacio, jugando con su lengua sobre los labios de Inui.
¡Brrr!
El estómago de ambos hizo protesta, pues sólo habían estado ingiriendo líquidos y las galletas en la cafetería, ya era tarde y no habían probado más alimento, por lo qué no era de extrañar que sus estómagos hicieran aquella demanda, tomando en cuenta que en la mesa había comida que no solo lucía exquisita, sino que también olía como tal.
Inui rió, si no era una, era otra, pero algo les interrumpía. —Después resolvemos lo "otro". — Dijo refiriéndose al asunto de la recámara. Kokonoi hizo un ligero puchero, quería comerse a su novio, pero tampoco quería desmayarse a medio acto por no haber comido. —Te ves adorable. — Inui tomó el rostro del otro entre sus manos y le beso. —Tranquilo, vamos a estar aquí toda la noche. — Le tomó de la mano y lo guío hasta la mesa.
—Ese es por ahora mi único consuelo. — Era broma y a la vez no.
—Qué dramático te pones a veces. — Se burló del otro. —Bueno, tu decide entonces, ¿lo hacemos y en lugar de venirnos nos vamos, o mejor comemos, pasamos el rato y después lo hacemos con energía y tiempo a nuestra entera disposición?
Kokonoi quiso mantenerse serio, pero no pudo al oír el comentario de Inui. —En lugar de venirnos nos vamos. — Repitió la frase de Inui y se cubrió el rostro tratando de ocultar que se estaba riendo.
Inui también empezó a reír por su comentario. —Bueno, ¿y no? — Miró como Kokonoi se descubría el rostro mientras seguía riendo.
Ambos rieron por unos segundos antes de comenzar a comer, apenas eran las 5 de la tarde, era tarde para apenas estar comiendo, pero aún era temprano para el otro tipo de celebración que quería Kokonoi, por su puesto, platicaron de varias cosas, así como algún que otro comentario para mantener la hormona encendida.
Ese día Inui le había dado más de lo que Kokonoi podía haber querido, técnicamente fue todo un día juntos, la piedra de Cornalina que le entregó en la mañana y definitivamente se convertiría en una de sus piedras favoritas, la vista del mar en el parque Chibikko, aunque esa parada fue porque se había preocupado por la salud del rubio, el paseo en moto desde Shibuya hasta Kanagawa, la vista a aquella cafetería con biblioteca que había anhelado conocer desde hacía bastante tiempo, el baño en el Onsen y encima en el Fujimi no yu, en el cual pudo disfrutar de un relajante baño en agua termal, así como contemplar el monte Fuji, y ahora una deliciosa comida en un hotel de 4 estrellas, bien, cualquier lugar estaba bien siempre y cuando estuvieran juntos, aún así el que Inui se hubiese esmerado en todos esos detalles era algo que aunque le dijera "gracias", no era suficiente, y tampoco sabía si algún día podría agradecerle lo suficiente por todo.
—¿Koko? — La voz del rubio llamo su atención.
—¿Si?
Inui miró a detalle al chico frente a él. —¿Pasa algo? — Kokonoi negó con la cabeza. —¿Querías hacer o ir a otro sitio? — El ratoncito que tenía en la cabeza comenzó a correr creyendo que había olvidado algo.
—No, ya te dije, cualquier plan está bien siempre que estemos juntos. — Afirmó. —Nunca he tenido problema con nada que tenga que ver contigo, ni decir que eres mi mejor amigo, sigo sin tener problemas con ello, con lo único con lo que tenía problemas antes… era con la idea de ser sólo eso para ti. — Miró por un momento el plato que tenía frente a él, para después mirar a Inui. —Por fortuna, puedo decir que eres mi mejor amigo, mi confidente…
—El amor de mi vida. — Completó Inui la frase, porque justo lo que Kokonoi le estaba diciendo, era lo mismo que él sentía.
Kokonoi ladeó la cabeza. —¿Por qué le tienes que quitar las palabras de la boca? — No era un reclamó.
Inui sonrió. —Porque las grandes mentes piensan igual, ¿O no? — Se inclinó un poco hacia el frente para depositar un tierno beso en la frente del otro.
Ambos disfrutaron de la compañía del otro, y de lo que habrá pasado dentro de la recámara, sería cosa que solo ellos dos sabrían a detalle, lo único que sí era claro era que entre todo ello, hubiera confesiones y afirmaciones de amor mutuo.
