El ff estará conformado por viñetas pequeñas que tendrán continuidad cronológica. No esperen una gran trama o drama muy elaborado. Esta es una idea que tengo desde hace muchísimo tiempo y quizá algo que me ayude con el hecho de que no me puedo sacar de la mente el 5986. Así que, en resumidas cuentas, el fic es irreverente y no se debería esperar nada lógico de él. Eso es para mera satisfacción personal y por si alguien está aburridx buscando leer. Está escrito con la intención de ver desde un punto de vista realista las cosas, pero también desde un punto de vista tonto (?).

advertencias antes de leer

plot: Gokudera es un músico independiente y pese a su personalidad, es popular. Sin embargo, un día explota e insulta a la prensa y a sus fans. Para arreglarlo, tendrá que sumarse a una cultura que odia. Para su suerte, Haru Miura está ahí y es igual de rara que él.

pairings Gokudera Hayato/Haru Miura —Bianchi/Reborn, Tsuna/Kyoko. Viñetas de mínimo 800 caracteres y máximo (en ocasiones) 2,000. Historia desarrollada en universo alterno con referencias de cultura pop y literarias. Es rated T por groserías, situaciones criminales, críticas misceláneas pero también porque puede contener smut en un futuro. Los personajes pueden tener ooc pero espero poder desarrollarlo en un punto donde sea justificable. En cierto punto, estoy segura que escribiré viñetas independientes del mismo universo sobre otros personajes implicados, pero en sí todo es alrededor de Gokudera, por lo que esperen mucha antipatía.


konnichiwa, señor Rochester!

Parte 1. El cuñado

—Pensé que me contrataste para hacerte ganar dinero, no para ser tu niñero y aguantar berrinches.

Gokudera Hayato miró hacia la puerta, mordiendo el filtro de su cigarro con furia. Dejó el libro que tenía entre sus manos abierto un poco menos de la mitad y se levantó del sillón. Dio unos cuantos pasos hasta estar cara a cara.

—Les dije que no voy a hacerlo —espetó, pronunciando de manera clara y forzada sus palabras—. Varias veces. Ahora te lo digo a ti: no lo haré, idiota.

"El idiota" se encogió los hombros y lo miró con indiferencia. Gokudera lanzó un poco de humo directo a su cara, con la expresión fruncida por el enojo.

—¡No pueden obligarme!

—Es verdad —admitió él—, no podemos obligarte. Es tu decisión y es tu carrera, tu vida. Pero piénsalo así, Hayato. Si tu carrera, tu vida, dependiera de una decisión afirmativa ante una petición desagradable, ¿realmente responderías que no?

Gokudera guardó silencio y dio una última calada a su cigarro. Lo aplastó dentro de un cenicero semi lleno de colillas sobre la mesita.

—Siéntate, Reborn —dijo en un suspiro y se dedicó a servir dos vasos de whisky con hielo. Reborn se sentó en el sillón contrario al de él después de desabotonar su traje negro.

Gokudera puso ambos vasos en la mesa y se sentó. Estuvieron un buen momento en silencio, los dos mirándose: Gokudera ya tenía una expresión serena aunque frustrada, y Reborn veía con una fortaleza fría e inquebrantable.

Ambos tenían varios años de conocerse. Reborn había sido prometido de su hermana y se convirtió, poco después, en su representante. Gokudera estaba seguro que él y su hermana tenían todavía una relación pero en secreto y de amor-odio o tipo alguna mierda rara masoquista con juegos de rol a pesar de haber roto públicamente. Bianchi había llorado mucho enfrente de la familia, pero su duelo duró menos de tres días. Él siempre se mostró escéptico acerca de los dos casándose: Bianchi era una mujer adicta a los negocios y al trabajo estilo Donald Draper y Reborn no se quedaba atrás aunque su estilo fuese más anónimo; era un excelente pensador sobre el dinero. No había pasado ningún inconveniente entre los tres durante todo ese tiempo.

Por ello Gokudera confiaba en las propuestas de Reborn, pero esta era particularmente difícil de aceptar.

—Sí sabes lo que esto puede herir a Tsuna, ¿verdad?

—Todos tenemos cosas que perder, Hayato. Tsunayoshi ha perdido su oportunidad muchas veces por estúpido —al decirlo, Reborn trató de oprimir una risa bebiendo de su whisky—. Mmh, así que no tendría porqué molestarse contigo. A fin de cuentas, será una mentira. Farsa, ¿sí sabes lo que significa eso? Acción realizada para fingir o aparentar. Directo del diccionario.

—Puto imbécil —masculló. Bebió de un sorbo todo el contenido de su vaso. —¿Será de solo una vez? ¿Esa noche?

Reborn acarició una de sus patillas, sonriendo.

—Pues depende de cuál sea la primera impresión que dejes, Hayato. Si te crees tan hábil, quizá es hora de que lo demuestres, ¿no? Demuestra cómo vuelves locas a las nenas.

Él era hábil en muchas cosas, pero no en lo que se requería en esta ocasión.

—¿Ella sabe? —preguntó.

—Lal Mirch ha aceptado en su nombre una generosa cantidad de dinero para ayudarnos en esta época oscura. El terroncito de azúcar lo sabe, pero no te lo dará gratis —antes de que renegara, Reborn lo calló—. Debes aparentar ser un perfecto caballero y no el imbécil que eres siempre. Estás en la cuerda floja, Hayato, y tendrás que esforzarte. Quizá con esto aprendas a pensar más en lo que dices la próxima que te molestes con el público. ¿No dijiste que todos eran una, y cito, "bola de pendejos que no debían de meterse en tu puta vida privada, con un carajo"?

Él había dicho eso en cámara. Error, por supuesto. El video había salido hasta por televisión nacional. Por internet, tardó menos de tres horas en estar por todas partes. Ahora todos lo consideraban un tipo agresivo, antipático y tóxico por sus comentarios y haber tirado tres cámaras de paparazzi que terminaron completamente destruidas.

Había quedado como Gokudera había sido desde siempre, cuando a los diez años formó su personalidad. Siempre quejándose y prefiriendo la soledad.

—¡Lo decía porque es verdad, carajo!

Hasta que se convirtió en una estrella, en un músico reconocido en Japón, su segundo pero mejor hogar, aunque recipiente de todas las costumbres más extrañas y solapadoras del mundo.

—La verdad no te da dinero, scemo —Reborn se levantó y señaló con los brazos el espacio donde estaban—. ¿Y este penthouse? Las pinturas que cuelgan en las paredes, el cuero negro de tus sillones. Tu colección de viniles, de libros. Esa vista —apuntó al gran ventanal que daba a la gran ciudad, donde ya se veía, a través de la cortina, ocultándose el sol entre los edificios—. Diferente a Nápoles, pero grandiosa. Todo esto lo tienes gracias a ellos. Los que te tienen comprado y tienen expectativas en ti. ¿Quieres volver a vivir de los éxitos de Bianchi o del dinero de tu padre? ¿Quieres volver a tu vida aburrida en Italia solo porque no quieres coquetear públicamente con Kyoko Sasawaga?