Capítulo 7: Sueños eróticos.
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Indican alguna carencia o deseo en tu vida y no siempre tienen que ver con el sexo: Pueden ser señales de deseo de poder, de la necesidad de conectar con otra persona o con una parte de ti mismo que tienes abandonada o simplemente admiración por alguien.
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Hermione se encontraba inquieta en su cama, el pañuelo de Draco Malfoy aún sostenido entre sus manos. Las imágenes de lo ocurrido en clase de Pociones se reproducían una y otra vez en su mente, provocando un intenso calor en su pecho y un suave rubor en sus mejillas.
No podía creer. No, no era posible. Ella no se había enamorado de Draco Malfoy.
La chica intentaba negarlo con todo su ser, pero ese mismo lo traicionaba. A pesar de sus esfuerzos por mantener la indiferencia, los sueños que había estado teniendo con Malfoy habían logrado calar hondo en sus emociones. Y ese momento con el brujo en la realidad, fue la gota que derramó el vaso.
Aún así no iba a admitir a los cuatro vientos, la terrible verdad. Después de todo ella, no lo aceptaba. No podía aceptarlo.
Pero sobretodo no podía seguir teniendo esos sueños con la figura de Draco Malfoy.
Así que intento conciliar el sueño por sus propios medios, aunque eso significara enfrentar los pensamientos sobre Draco que se negaban a abandonar su mente por un par de horas.
Horas después de no poder conseguirlo, seguia resistiendose a tomar la poción de dormir. Consciente de que la toma de la poción para dormir solo había empeorado la situación.
Tenía varias teorías de que lo que estaba tomando no solo sea una poción para dormir, quizás era una poción que te inducía fantasías con Draco Malfoy. Tal vez sus ingredientes contenían un cabello suyo que de algún modo cayó en su caldero.
O solo eran sus propios sueños y la poción solo hacia realidad lo que más anhelaba -esperaba que no- porque eso significaba que anhelaba a Malfoy desde hace tiempo atrás. No, imposible.
Y muchas teorías más. Ideadas principalmente porque desde el primer momento no hizo una poción más de dormir o incluso comprarla. Lo sabía desde que había tenido esa "pesadilla" pero primero entro en negacion y luego luego de esas disculpas de Malfoy onirico, simplemente Hermione siguió tomando ese líquido, siguió hundiéndose en ese sueño lucido, siguió viendo y hablando con Draco onirico, conociendo más y más facetas de él. Construyendo un personaje que estaba empatizando, también sacándola de quicio, experimentando, y a la vez disfrutando su -no tan- odiosa y petulante compañia.
—No lo puedo creer —dijo Hermione en su mente—. ¿Yo me enamo...
Se frotó ya su emrañada cabellera, negando furtivamente con la cabeza con los ojos cerrados. Necesitaba dejar de pensar, y tratar de dormir.
Fue entonces que Hermione recordó el caramelo que Ron le había dado, pensando que tal vez eso le permitiría escapar de la presencia de Malfoy en sus sueños.
Con decisión, Hermione se llevó el dulce a la boca, sintiendo cómo se deshacía en su lengua. De pronto, el mundo a su alrededor se volvió borroso y una sensación de ligereza la invadió. Cuando abrió los ojos, se encontró en un espacio completamente diferente.
Yacía sobre una suntuosa cama de sábanas de seda, su cuerpo desnudo entrelazado con el de Draco Malfoy, quien la miraba con una intensidad abrumadora. Sus miradas se encontraron y Hermione sintió cómo una corriente eléctrica recorría su piel al contacto de las manos de Draco explorando suavemente cada curva de su cuerpo.
—Ah... —No pudo evitar Hermione jadear. Ante ese toque que le había dado en su punto sensible—. Ah...—volvió a repetir sintiendo una ola de placer en donde sus manos viajaban.
El ambiente se cargaba de una pasión contenida, de deseos que habían sido reprimidos durante demasiado tiempo. La parte racional de Hermione sabía que tenía que darlo fin, pero la parte emocional, no podía. No cuando Draco onirico la hacia sentir de esa manera.
—Draco...
—Me llamas por mí nombre —su cálido aliento cerca de su lóbulo, sus dientes mordisqueando ese sensible lugar—. Sigue llamándome, quiero escucharte...
Hermione escuchaba su voz ronca provocandola, incitando a querer sentir más. Tomándo su cabeza, acarició sus suaves y platinados cabellos, atrayéndola más a ella. Dejandose llevar por las caricias de Draco, correspondiéndolas con la misma devoción, mientras sus alientos se mezclaban en un beso lento y profundo que parecía consumirlos por completo.
—Te gusta aqui, Hermione. ¿Te gusto?
Hermione se encontraba atrapada en un mar de sensaciones abrumadoras. El cuerpo desnudo de Draco Malfoy se presionaba contra el suyo, provocando una electricidad que le recorría la piel.
Pese a sus -debiles- intentos por rechazar aquella unión, los besos ardientes de Draco la consumían por completo. Sus labios se movían con una pasión desbordante, devorando los suyos, mientras su lengua exploraba cada rincón de su boca.
—Ah... Ah... Draco, Ah... Draco...
Hermione se estremecía ante cada caricia, cada roce, cada mordisco y chupón que Draco dejaba en su cuello, marcándola como suya. Quería resistirse, una pequeñísima parte quería liberarse de aquella situación que la sobrepasaba, pero su cuerpo parecía traicionarla.
—No hace falta responder, Hermione —la bruja vio su sonrisa torcida—. Tu cuerpo habla.
En efecto, las caderas de Hermione se movían por voluntad propia, buscando un contacto más íntimo, una liberación a la creciente tensión que la dominaba. Los gemidos escapaban de sus labios, mezclados con las palabras entrecortadas que intentaban en vano detener a Draco.
¿De que?
Ella ya ni sabía, quería que pare. Pero no el acto en si, si no de que pare de confundirla.
Obviamente, él no se detenía, avanzaba implacable, su mirada gris ardiendo con una pasión desenfrenada. Sus manos recorrían cada curva, cada recoveco de la piel de Hermione, trazando caminos de fuego que la hacían perder la razón.
—Te amo, Hermione.
En un arrebato de entrega, Hermione se aferró a los hombros de Draco, clavando sus uñas en la piel nívea mientras su cuerpo se arqueaba buscando más contacto, más fricción, más de aquella deliciosa tortura.
Podía sentir la dureza de Draco presionando contra los muros internos de ella, provocando una descarga eléctrica que la recorría por completo.
Su corazón latía rápidamente con la confesión aún en el aire, vio sus ojos que la miraban fijamente, sus brillantes orbes grises la hacian sentir amada mientras no paraba de mover sus caderas llevándola a la cúspide de placer.
Ya no podía pensar, no podía razonar. Solo existían ellos dos, consumidos por un deseo que parecía consumirlos desde adentro.
En ese instante, Hermione supo que ya no podía negar la atracción que sentía por Draco. Todas sus barreras habían caído, dando paso a una entrega absoluta a las sensaciones que su cuerpo y su corazón experimentaban en ese sueño.
—Yo también te amo Draco...
