Megumi y HanaYasha volvieron a Konoha, cayendo en el jardín de la residencia Higurashi.

La Hanyou no paraba de jadear y temblar, encontrándose arrodillada y apoyando las palmas de sus manos sobre la nieve que cubría la hierba.

La guardiana se sentía culpable por haberla sometido a tanto estrés en tan poco tiempo. Por ello, extendió su garra plateada y su mano izquierda, moviéndolas con gracia en el aire, e invocó su fuego blanco en el cuerpo de la joven, reconfortándola.

Atónita, HanaYasha la vio por encima de su hombro derecho. Pasado un minuto, las llamas desaparecieron. Ya no tenía dolor, pero continuaba sintiéndose abrumada por lo ocurrido con sus compañeros.

No solo habían fracasado en su misión y en volver sanos y salvos a la aldea. También le había dado de nuevo al hombre enmascarado el placer de deleitarse con su sufrimiento y agonía.

-Hay algo más que debes de saber. - le advirtió Megumi, volteando hacia la casa. - Pero yo no soy la persona que debe decírtelo.

HanaYasha la imitó, comprendiendo que debía preguntárselo a sus padres. Asintiendo, se puso de pie y caminó hacia el pasillo exterior.

La guardiana, luego de ver como abría y cerraba tras su espalda la puerta corredera, creó un portal con su garra plateada y se marchó a su dimensión.

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-¡HanaYasha! - la llamó Kagome, abrazándola en cuanto la vio en el comedor.

InuYasha la siguió, sosteniendo en su mano derecha una vela, sujeta a un candelero de bronce.

-¡No sabes el susto que nos diste cuando no te encontramos en tu habitación! - aseguró, derramando unas pequeñas lágrimas. - ¡Incluso tu hermano y Guren salieron a buscarte!

Permaneciendo con una expresión gélida en su rostro, la joven se deshizo de su agarre y se sentó en la silla cabecera.

-¿Dónde está Sasuke? - interrogó seriamente, apoyando su brazo izquierdo en el borde de la mesa.

InuYasha y Kagome intercambiaron una mirada, asintiendo. Corrieron hacia las puertas y las ventanas más próximas y las cerraron con seguro. También subieron a la segunda planta, bloqueando las puertas de las habitaciones. Al bajar y volver con su hija, se sentaron frente a la mesa. El Hanyou colocó el candelabro en medio de ellos. La llama titilaba, distorsionando sus sombras en las paredes.

-Ocurrió... - comenzó la sacerdotisa. - dos semanas después de que Itachi y Taichi fueran enterrados y de que a ti te internaran en el hospital...

FFFFF

-3 años antes-.

Acompañado por los copos de nieve que caían por esos días, Sasuke acudía con frecuencia al cementerio y, de ahí, se iba al hospital, llevando un lirio azul en sus manos.

Gracias a las viejas conversaciones que solía tener con Itachi, recordó que esa era la flor favorita de HanaYasha. Y pasando un día por el campo de entrenamiento, vio que un gran conjunto de ellas crecían entre los árboles, brillando con el rocío matutino. Así que, antes de volver a su camino original, no dudaba en pasar por ahí y llevarse uno.

Y si no podía encontrar, su plan B, era acudir con Ino, quien, cada vez que lo veía entrar por la puerta, lo recibía con una gran sonrisa, entregándole de inmediato un pedido ya preparado. Eso lo agradecía bastante, debía admitir.

Atravesando las puertas de cristal del hospital y saludando a la ninja médico que atendía en la recepción, entró sin problemas al pasillo y caminó tranquilamente hacia la habitación de su sensei. Continuaba siendo tan oscura y fría, como la primera vez que entró con sus compañeros. Aún seguía sin poder creer que no lo habían juzgado cuando "se rompió".

Lo que lo hizo pensar que, el amuleto que HanaYasha le había dado, si funcionó después de todo.

Sonrió levemente. Dejó el lirio en un florero de cristal, que había en la mesita de noche y acercó una de las sillas en la pared, hacia la orilla derecha de la cama, tomando asiento.

-Hoy... pude hacer un tercer chidori. - comentó en voz baja. - También, mi abuelo me contó que pronto nos asignarán a un nuevo maestro, para seguir realizando misiones. - hizo una pausa, volteando hacia su mirada inexpresiva y dormida. - Si te soy sincero... prefiero tenerte a ti como mi sensei. Así que, tienes que despertar pronto y evitarlo, ¿Si? - avergonzado por sus palabras, agachó la cabeza. - Lo siento. Solo estoy pensando en mí. Pero, por lo menos... - apretó los puños sobre sus piernas. - ...dame una señal de que volverás pronto.

Cuando decidió levantar la mirada, vio sorprendido como uno de sus dedos se movía. Estaba reaccionando... ¡A sus peticiones, a su voz! Sonriendo aliviado, se levantó de su silla y se acercó a su frente, dándole un pequeño beso.

-Te prometo que regresaré mañana. - le dijo al oído.

Apartándose, devolvió la silla a la pared y salió del cuarto.

PPPPP

-¡Sasuke!

Parado en medio de una calle vacía del distrito Uchiha, con el atardecer asomándose en el horizonte, el mencionado volteó. Danzou lo miraba con su semblante sombrío.

-Qué bueno que te encuentro, muchacho. Hay una propuesta que me gustaría hacerte.

Confundido, el menor lo interrogó con la mirada.

-Quiero que te unas a Raíz y te conviertas en ANBU.

FFFFF

-Cuando tu bisabuelo Danzou la reclutó en Raíz, dejó de reír y su mirada se volvió fría y distante. - al instante, recordó una conversación que tuvo hace tiempo con su madre. - Algo que también les pasó a Itachi y a Taichi.

-¿A mi hermano también?

-Convertirte en ANBU es un compromiso que requiere la completa ausencia de las emociones. Itachi, habiéndolo experimentado de primera mano, lo comprendía perfectamente. Pero los demás no.

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-Por cinco años, HanaYasha y Taichi se quedaron encerrados en la oscuridad de Danzou. - unas antiguas palabras de Itachi también hicieron eco en su memoria. - Fueron testigos de muchas muertes e injusticias. Pero, por las órdenes de su líder, no podían hacer otra cosa más que soportar en silencio.

FFFFF

-No.

-¿Qué? - Danzou frunció el ceño.

-No, bisabuelo. - dijo con seguridad. - No quiero convertirme en ANBU.

-¿Aunque tuvieras la oportunidad de encontrar al asesino de tu hermano? - cuestionó, sorprendiéndolo. - Una vez que seas aceptado, te daré los recursos y la información que necesites para vengar a Itachi, a Taichi y a HanaYasha.

-¡Danzou!

Fugaku apareció de repente y se interpuso entre ellos.

-¡¿Ahora qué demonios pretendes?! - inquirió, furioso.

-Darle a tu hijo la oportunidad que tú jamás le brindarías.

-¡Ni se te ocurra llenarle la cabeza de tonterías! ¡Mientras yo viva, no permitiré que lo manipules como lo hiciste con Itachi!

-La decisión es de él, Fugaku. No tuya. - le recordó con arrogancia, haciéndolo gruñir. - ¿Y bien, Sasuke? ¿Lo harás?

-Mi respuesta sigue siendo no.

El anciano entornó su ojo izquierdo.

-¿Estás seguro?

Sasuke asintió.

-Pero qué desperdicio de potencial. Estoy seguro de que hubieras hecho grandes cosas en mi organización. - apoyándose en su bastón, se giró sobre sus talones. - Ojalá no te arrepientas después de esto.

Y con esa última frase dejada en el aire, se marchó.

-No lo escuches, hijo. - comentó Fugaku con más tranquilidad, mirándolo. - Hiciste bien en rechazarlo.

Sasuke lo vio atónito. Entonces, volteando a su brazo derecho, vio con curiosidad el paquete que llevaba envuelto en papel.

-¿Qué tienes ahí? - preguntó.

-Son unas cosas para InuYasha y Kagome. ¿Te gustaría acompañarme a dárselas?

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Llegando a la mansión del clan Higurashi, Fugaku le pidió a Sasuke que lo esperara afuera de la entrada, ya que el asunto que trataría con los padres de HanaYasha, sería breve.

El chico asintió y, quedándose de pie y con su mano izquierda guardada en el bolsillo de sus pantalones negros, vio como su padre atravesaba el umbral y cerraba la puerta corrediza.

Ya en el interior del comedor, el Uchiha hizo una reverencia, presentando sus respetos al matrimonio Higurashi, antes de entregarles el paquete que tenía en sus manos.

Kagome se aproximó y lo tomó en sus manos, quitándole los papeles de encima al ponerlo sobre la mesa.

Se sorprendió mucho al encontrarse con un haori azul oscuro; con el símbolo del clan Uchiha tejido en la parte de la espalda, junto con un pergamino.

Tomando este último objeto, leyó la inscripción. HanaYasha era la única que podía abrirlo.

-Estaba en las ropas de Itachi. - explicó Fugaku. - Ninguno de nosotros pudo descifrar de qué se trata.

-¿Se lo preguntaste a Yahiko y a los demás? - cuestionó InuYasha.

-No supieron explicarme.

-¿Y esta prenda? - interrogó Kagome, tomando el haori en sus manos.

-Mikoto lo tejió para HanaYasha. Quería que la usara una vez que se "casara con Itachi". Pero como supo que su cumpleaños está cerca, decidió terminarla antes.

Sonriendo, la mujer dejó la prenda de vuelta en la mesa y se apresuró en ir a un mueble cercano, sacando algo de uno de los cajones.

-Un amigo nuestro, vino de visita estos días y nos trajo muchas castañas asadas. - comentó, volviendo con Fugaku y entregándole en sus manos un saco pequeño y amarillo. - Por favor, acéptalas en agradecimiento.

El Uchiha asintió de nuevo. Hizo una reverencia para despedirse y salió de la residencia, marchándose con su hijo de vuelta a su distrito.

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A la tarde siguiente, Sasuke se había quedado bastante tiempo en el campo de entrenamiento, olvidándose por completo que debía ayudarle e su madre a preparar la cena.

Sin embargo, cuando llegó a su casa y pasó al vestíbulo, una perturbadora presencia le dio un escalofrío completo en su espalda. Aquel sentimiento, le resultó tan inquietante como sus encuentros pasados con los Youkai.

Tragó saliva. Sacó un kunai de su bolsa de herramientas y activó su sharingan. Con lo que podía ver, confirmó por las malas su sospecha. Pero, ¿Cómo era posible?

Se supone que la barrera de Kagome-sama debía mantenerlos a raya... aunque, había raras ocasiones en las que los demonios se salían con la suya y entraban de todas formas.

Frunció el ceño. Ahora era un buen momento para demostrar su valía y hacerle saber a los demás que no era un cobarde.

Sin embargo, al ver lo que había pasado hace apenas unos minutos, soltó el kunai y comenzó a temblar.

Su madre yacía tirada en el piso... con un hombre enmascarado parado junto a ella.

-Qué pena. - le dijo el desconocido, extendiendo su brazo derecho a él y atrayéndolo a su mano. - Unos segundos más y la habrías salvado.

-¿Qué hizo? - se preguntó Sasuke, atónito. - ¿Me levantó del suelo? ¡¿Cómo?!

Usando la misma técnica, lo lanzó por las puertas corredizas, destruyéndolas con su cuerpo y haciéndolo rodar por la tierra. Segundos después, la casa comenzó a quemarse, aterrándolo.

-¡Sasuke!

En eso, su padre llegó con él, agachándose a su altura.

-¡M-Mi mamá está adentro! - exclamó, reaccionando.

De pronto, ambos escucharon un grito del interior.

-¡Mikoto!

Fugaku entró corriendo a la casa. Con el viento acariciando su rostro y sus mechones, el chico miraba asustado y atónito, como otras casas comenzaban a quemarse de la nada.

En ese instante, decidió levantarse como le fue posible y correr de vuelta a la residencia. En la sala envuelta en llamas, observó como su padre era levantado por el misterioso hombre, cuya máscara retiró por un segundo, para enseñarle su verdadera identidad.

-Tú eres... - dijo sorprendido, recibiendo en su pecho un tubo de metal.

-¡Papá! - gritó Sasuke, realizando algunos sellos con sus manos para invocar el chidori y abalanzarse al sujeto.

No obstante, este fue más rápido, tirando a Fugaku sobre Mikoto, para luego darle una patada y enviarlo a una pared.

Convaleciente en el piso, el muchacho intentó levantarse, pero el hombre era más rápido y fuerte, sujetándolo de su camisa negra de cuello alto, para levantarlo unos centímetros del piso.

Sasuke se quejaba y pataleaba, tratando de soltarse. Para su desgracia, el enmascarado no tuvo piedad con él, atravesándole el pecho con su mano izquierda. Ladeando la cabeza hacia atrás, ya no pudo moverse.

-¡Fugaku, Mikoto!

De pronto, InuYasha apareció por la pared, destruyéndola con colmillo de acero. Cuando vio lo que estaba pasando con Sasuke, no dudó en acercarse al desconocido y tratar de cortarle el brazo con su espada.

Pero antes de poder acercarse, este saltó, dejando ir al menor, por lo que, sin dudarlo, el Hanyou lo atrapó en sus brazos y le colocó su camisa de las ratas de fuego para protegerlo.

-¡Maldito infeliz! ¡¿Qué demonios pretendes?!

Aprovechando el exceso de humo y fuego, el enmascarado consiguió escapar, dejando a InuYasha con una gran furia creciendo en su pecho. Saliendo de la casa, dejó a Sasuke con Kagome y Ayame, y luego, sacó los cuerpos del matrimonio Uchiha.

"Todo fue muy extraño".

"Pasó tan rápido que, por un segundo, Sasuke creyó que lo sucedido fue una pesadilla".

"Sin embargo, al despertar en el hospital, se dio cuenta de que sus problemas, no hacían otra cosa más que crecer".

"Y empeorar".

-¡Mocoso estúpido!

Danzou Uchiha lo tomó de sus ropas y lo tiró de su cama, aterrándolo más, confundiéndolo más.

-¡¿Cómo te atreves a seguir vivo después del desastre que ocasionaste?!

Furioso, levantó su mano izquierda contra él. Sin embargo, para la gran extrañeza de ambos, InuYasha se interpuso, llegando de pronto y agarrando con fuerza el brazo del mayor.

-Si te atreves a ponerle una mano encima, te juro que te dejaré peor de lo que ya estás. - advirtió con frialdad, sacándolo de quicio.

-¡Danzou!

Tsunade, parada en el umbral de la puerta, miró al aludido con desaprobación, al igual que Jiraiya, parado a su izquierda. Kagome, abriéndose paso, entró con prisa para arrodillarse junto a Sasuke.

-¿Estás bien? - le preguntó, ganándose una afirmación nerviosa de su parte.

-¡Suéltame ya, maldito monstruo! - ordenó Danzou. - ¡Ahora que Fugaku y Mikoto ya no están, no tienes ningún derecho a interponerte entre mi bisnieto y yo!

-¡JA! De hecho, si lo tengo. - confirmó, con una sonrisa de lado.

-¡Desde este momento, Sasuke estará bajo la protección del clan Higurashi! - avisó Tsunade, desconcertando al mayor de los Uchiha.

-Fue votación unánime de todos los líderes, así que, si no quieres meterte en problemas por desafiar nuestra autoridad, vete de aquí, Danzou. - sugirió Jiraiya, mirándolo serio y con los brazos cruzados.

Gruñendo y frunciendo el ceño, el anciano consiguió soltarse del agarre de InuYasha, caminando despacio hacia la puerta del cuarto para irse.

-Hay que estar alertas. - advirtió Tsunade. - Ese viejo es muy rencoroso y podría intentar otra cosa contra Sasuke.

-¿Qué pasó? - cuestionó el muchacho de repente, llamando la atención de todos. - ¿Dónde están mis padres? ¿Y el abuelo Orochimaru?

-Hubo un incendio. - explicó InuYasha. - No quedó nada del distrito Uchiha y... solo sobrevivieron 5 personas, incluyéndote.

-Orochimaru y Shisui están delicados de salud, pero están vivos. - agregó Tsunade.

-Entonces... - jadeando intranquilo, el menor apretó los puños. - mis padres...

Al verlo tan mal, Kagome lo tomó en sus brazos y lo refugió en su pecho.

-Lo lamento tanto, Sasuke. - le susurró con dulzura, escuchando acongojada sus lamentos y sollozos.

Tal y como tanto lo temía, se había quedado solo.

Fin del capítulo.