Cbt1996: ¡Hola, linda! No los destruí, de verdad, tenme fe mi Cindy jajaja. Rin es una caja de sorpresas, ya verás. Los niños, ellos están bien por ahora, no me condenes antes de tiempo, jajaja.

Sango se cegó con tanto dolor por sus amigas, y ya sabe, a estas alturas, que Inuyasha es inocente igual que sus amigas. Pero, por Kami, lo que Kagome hizo contra su vida a Sango la cegó, y no podemos culparla, ¿verdad? Y ese golpe que le dio a Inuyasha... Mentiría si digo que no lo disfruté a concho, jajaja.

Miroku tiene una manera de pensar muy distinta a la de Inuyasha, y eso se verá en cada capítulo que veamos.

Y es que no te conformas con nada, mija. Estoy dando paso a Naraku y Kikyo, pero aun así, ¿me quieres sartenear en la cabeza? Jajajajaja.

Muchas gracias por tu review, linda. ¡Saludos!

Kayla Lynnet: ¡Hola, linda! Bien, respiro y exhalo, ahora sí. A responder este review kilométrico, jaja.

1. ¡Haaa! Pero acepta que tú también querías venganza, así que yo no soy la única culpable, ¡ya lo dejaste por escrito! Jajaja.

2. Bueno, lo de Mirsan... Hay un dicho: "todo lo bueno se acaba", ¡ok, no, mentira! Claro que no, linda. Ellos ahora están separados, pero no por mucho, de verdad, créeme.

3. Hasta ahora, Sango y Naraku han sido quienes están poniendo paños fríos en este infierno que se les cayó encima a sus pobres amigos, pero verás que tanto Sango como Naraku son dos pilares muy fuertes en este grupo, y en este capítulo lo verás más.

4. Miroku... falta poco, y lloro por eso.

5. Kayla, ¿de verdad me crees capaz de hacer algo en contra de esos dos angelitos que son Shippo y Sota? Tus palabras me duelen, me hieren y me lastiman... ¡Ok, no, jajaja!

6. El departamento que vendió Miroku, linda, el de soltero ya está vendido. Y lo de Inuyasha... ¡no fui yo! Fue esa maldita venganza que no quería que hicieran, pero ellas así lo decidieron. Y tú sabes que cuando los personajes se toman el guion, pues se lo toman.

7. Esta semana no seré yo quien gane ese puesto, ¡jajajajaja! Será Cindy María Teresa, ¡para que lo sepas! Jajajajajajaja.

8. Lo de las pastillas... pues Sango llegó a tiempo, ¡bravo por Sango! Y ahora sí, linda, ya no hay más drama, ahora sí viene lo bonito, te doy mi palabra.

9. Yo igual sufro con mi Mirsan, ¿sabes? Lloro mucho por eso, porque ellos no tienen nada que ver, pero aun así están sufriendo. Igual como yo sufro con ellos, ¡haa! Por Kami, cómo duele.

¡Saludos, linda!

Karri Taisho: ¡Hola, linda! De verdad que me dolió la reacción de Inuyasha en su hogar, fue algo fuerte.

Sango vale oro, todas queremos una Sango en nuestras vidas.

Miroku, así como Sango, son los consejeros de nuestra pareja favorita, Inukag, pero no sabían lo que les esperaba con todo esto.

Rin es un ángel por donde la mires, pero si hay algo por lo que Rin, sin pensarlo, daría la vida, es por sus pequeñitos. Así que ojo con eso, linda.

Naraku es un amor, tiene un corazón tan grande que es capaz de esperar por su amada. No todos hacen eso, es tan divino.

Inu y Kag No hay manera de alejarse el uno del otro, porque tienes muchas cosas que los unen. Es difícil no volverse a verse.

Sango, cegada por el dolor, le plantó cara a Inuyasha, pero todo salió mal. Llegó Miroku y ¡zaaaa! su relación se terminó, pero ustedes saben el amor que le tengo a mi Mirsan. Por eso hay que tener solo un poquito de paciencia para ver el arco iris en la vuelta de la esquina y dejar atrás esta tormenta.

Saludos, linda.

Eline Higu Taisho: ¡Hola, linda! Bella, me hizo tan feliz saber que estás leyendo mi fic, linda, y que ya llegaste al capítulo 23. Muchas gracias por leer y por el apoyo, bonita.

El lemon de Inukag, ¡siii! Yo igual lo disfruté escribiéndolo, pero el final fue triste. Tenía que ser así para poder avanzar, linda, pero pronto sabremos más sobre ese tema, jiji.

Y sobre Mirsan... Pues era algo que tenía que llegar tarde o temprano, y ahora ellos igual están sufriendo, pero las cosas empezarán a tomar un giro en la historia, ya verás, linda.

Una vez más, gracias por leer.

¡Saludos, bella!


Capítulo 24

Noticias nuevas

Perspectiva de Inuyasha

- ¿Sesshomaru? ¿Pero tú no llegabas mañana?

- Terminé antes con mis trámites y adelanté el vuelo, llegando hoy en la madrugada. Y ¿qué es lo que me encuentro en la empresa a primera hora? Un escándalo en la entrada con una de tus amantes.

- ¡Ella no es nada de Inuyasha! - levantó la voz Miroku.

Y mi hermano lo miró serio.

- Como sea, amante o no, hizo un escándalo.

- No es su amante, es mi novia, o al menos eso éramos hace unas horas. - susurró Miroku para sentarse de nuevo.

- ¿Qué quieres, Sesshomaru?

- ¿Qué quiero? No te hagas el idiota. ¿Qué pasó? Porque… - se calló para ver a Miroku y volver a hablar. - La supuesta novia de Miroku te golpeó.

- ¡No me golpeó! - le grité.

- Ah, ¿no? ¿Y esa herida en tu hocico? ¿Te lo hizo alguna secretaria hambrienta de sexo o qué?

- Ya no tiene secretaria, tiene secretario. - susurró Miroku.

- ¿Y a mí qué mierda me importa eso? ¡Solo quiero que me aclaren el puto problema de esta mañana o tendré que hablar con los empleados y revisar las cámaras, ¿acaso?!

- No hace falta, Sesshomaru. Te contaré, pero después no quiero hablar del tema.

- Habla.

- La novia de Miroku engaña a mi amigo y le grité, y ella se volvió loca.

- ¡Inuyasha! - me gritó Miroku.

- ¿Qué dije?

- ¡No voy a permitir que hables así de Sango y menos que digas mentiras. Eso no fue así!.

- Te engañó, eso es verdad, ¿o no?

- ¡Pero no de la manera en que le estás pintando las cosas a tu hermano, idiota!.

- Es lo mismo.

- ¡Claro que no!

- ¡¿Se pueden callar los dos y decirme de una puta vez la verdad?! - dijo Sesshomaru.

Los dos lo miramos, pero fue Miroku quien habló.

- Bien, yo te diré.

- Miroku. - le advertí.

- Inuyasha, Sesshomaru es tu hermano, merece saber la verdad.

- ¿Qué verdad? ¡Ya habla, maldita sea, Miroku!

Miroku me miró a mí y yo lo fulminé con la mirada.

- Haz lo que quieras, Miroku. - le solté, ya cabreado, mientras escuchaba cómo el idiota de mi amigo se iba de lengua.

Perspectiva de Miroku

- Y eso fue lo que pasó. Y por eso Sango golpeó a Inuyasha. - terminé de relatarle a Sesshomaru. Le conté todo, absolutamente todo.

Y por unos segundos, la oficina se quedó en silencio.

Perspectiva de Sesshomaru

No podía asimilar lo que Miroku me acababa de decir. A Inuyasha le hicieron lo mismo, otra vez.

Miré a mi hermano, di unos pasos hacia él para hablarle y él me miró también.

- Inuyasha. - susurré.

- ¿Qué?

- Inuyasha, ¿cómo fuiste tan idiota de hacer esa burrada con esa señorita llamada Kikyo? ¡¿Qué mierda tienes en la cabeza?!

- ¡¿Qué?!

- ¡¿Eso es toda tu justificación?! Esa señorita llamada Kagome hizo mal y espero no verla nunca porque lo último que quiero es tener problemas con la abogada Higurashi. Pero tú también tienes culpa de esto. ¿Cómo le hiciste eso a esa señorita, humillarla de esa manera?

- Oye, Sesshomaru…

- No, Inuyasha, aquí tanto tú como ellas tuvieron culpa, y espero que por tu error no me traigas problemas legales a la empresa, ¿te quedó claro?

- Sesshomaru, ¿tú conoces a la señorita Higurashi? - me preguntó Miroku y yo lo vi incrédulo.

- ¿De verdad me haces esa pregunta? - le dije.

- Bueno, no más decía…

- Sesshomaru, ¿de dónde conoces a Kagome? - me preguntó mi hermano mientras me frotaba la sien.

¿Cómo puede ser que trabaje con dos idiotas?.

Miré a Inuyasha para responder.

- La señorita Kagome Higurashi es abogada.

- Eso ya lo sé.

- Inuyasha, mejor cállate porque cada vez que hablas demuestras tu diminuto cerebro.

- ¿Qué?

- ¡Higurashi es la mejor abogada de Japón, idiota!. Pero no solo eso, su carrera ha sido todo un éxito. Jamás ha perdido un caso, haciendo ganar a sus clientes, que por cierto son empresarios muy importantes del país y de varios países más.

- ¿Qué? - repitió Inuyasha.

- Higurashi, si le da la gana, puede darnos pelea, idiota. ¡¿Sabes quién tiene a esa mujer en un altar como una persona importante para ella?!

- ¿Quién?

- ¡El señor Doriko, maldito idiota!. ¡¿Sabes qué pasaría si llegamos a perder a ese socio multimillonario?! Nos quedaríamos sin capital en el extranjero. ¡Inuyasha, te voy a matar, maldito!. ¡Hay miles de mujeres en el mundo, ¿por qué te metiste con ella?! ¡Maldita sea! -golpeé la mesa con rabia mientras pensaba con frustración.

Llevo diez años haciendo negocio con el señor Doriko, diez años, y fue lo más difícil que me ha costado en mi carrera. Ese hombre es muy arisco con sus socios, pero yo logré hacerme socio de él, y ahora diez años de trabajo se van a ir a la mierda por este idiota.

Miré al descerebrado de mi hermano para seguir hablando.

- Ese hombre solo vive para ver cómo su abogada favorita sigue ganando casos sin perder ninguno. ¡Maldición!

- Sesshomaru…

- ¡Cállate, Inuyasha, y escúchame muy bien! Si te atreves a acercarte o a hacer alguna idiota venganza contra ella, te voy a dar la paliza de tu vida. No voy a botar 10 años de trabajo por tu culpa, por no poder tener a tu amiguito dentro de tus pantalones. ¡¿Te quedó claro?! Y tú, Miroku, esta amenaza también va para ti: aléjate de esa señorita.

- ¿Y yo por qué tengo que alejarme de Sango?

- ¡Porque es amiga de Higurashi, maldito idiota!. Hay miles de mujeres allá afuera, busquen a cualquiera, pero menos a una que tenga algún vínculo con la abogada Kagome Higurashi. Ah, y para que sepan más de su exitosa carrera, 16 de nuestros socios más importantes la conocen y la tienen en un altar al igual que el socio Doriko. Y vamos a ver cuántas personas más la conocen, claro, excepto a los dos idiotas que tengo aquí enfrente mío. Ya están advertidos: aléjense de ella. ¿Les quedó claro?

No esperé respuesta, solo me di la vuelta y me fui a mi oficina.

Perspectiva de Inuyasha

Me quedé sin palabras, mientras mi mente era un caos. Claro que sabía que Kagome era abogada, pero jamás investigué de ella y tampoco sabía lo buena que era en su trabajo. Pero si lo que dijo Sesshomaru es verdad, ¿por qué no me destruyó por ese lado? ¿Por qué hacer toda esta farsa de que me amaba?

- Inuyasha.

Salí de mis pensamientos para ver a Miroku.

- ¿Qué pasa?

- ¿Qué harás ahora con lo de la señorita Kagome?

- Eh, ya escuchaste al idiota de mi hermano. Y, por otro lado, tampoco quiero saber nada de ella, así que me da igual. ¿Y tú qué harás? Te aconsejo que te alejes de esa novia que tienes.

- Que tenía, ¿acaso no escuchaste que Sango me mandó al diablo?

- Es lo mejor, Miroku, aléjate de ella.

- Yo sabré qué haré, Inuyasha. Voy a mi oficina. Cuando lleguen los españoles, me avisas.

- Como quieras.

Lo vi caminar hacia la puerta e irse. Me senté en mi silla y me froté la cara. Jamás me imaginé que la carrera de Kagome fuera tan exitosa y tan popular. Miré mi computador y no lo pensé dos veces. Lo abrí y me metí al navegador para buscar a la abogada Kagome Higurashi.


3 días después

Perspectiva de Sango

Ya habían pasado tres días desde que rompí con Miroku, y me sentía fatal. Por suerte, Kagome ya había salido de ese estado de depresión y hoy decidió ir a trabajar. Yo me estaba cambiando en el cuarto de invitados; decidí quedarme a vivir con Kagome por unos dos meses. La razón era que no confiaba en que ella hubiera salido del todo de su depresión y también porque no quería ver a Miroku. Él sabía dónde vivo.

A la clínica iba a volver pasado mañana; ojalá él no vaya. Sonreí con tristeza.

Qué tonta soy, tal vez él ni me ha buscado estos días. Tal vez me odia por la venganza que hicimos contra Inuyasha.

Solté un suspiro. Tenía que salir a despejar mi mente un rato, así que me cambié. Me puse unas calzas negras y una playera apretada de deporte. Hacía días que no iba al gimnasio, así que hoy iría, pero primero tenía que ver a Kikyo. Ya pasaron varios días, así que era hora de hablar con ella. De seguro estaba enojada conmigo también por saber todo y no contarle nada, pero todo eso tengo que aclararlo hoy mismo. Tomé mi bolso, mis llaves, y salí del departamento de Kagome.

Cuando llegué abajo, subí a mi auto y me fui a ver a Kikyo. Al llegar, subí al edificio y me encontré con Naraku saliendo del departamento.

- Sango, ¿qué haces aquí? - me saludó con un abrazo y un beso en la mejilla.

- Vine a ver a Kikyo.

- Ya veo, justo estaba preocupado de que se quedara sola.

- ¿Cómo está?

- Bien, ya va al trabajo hace dos días, eso le distrae mucho.

- Ya veo. Kagome también decidió ir a trabajar hoy. Eso me alegra mucho.

- Yo hablé con Kagome hace unos minutos. Me iré a ver con ella.

- Ya veo, te deseo mucha suerte. Y por favor, entiende a Kagome, Naraku.

- Claro que la entiendo, no te preocupes. Pero tú, ¿cómo estás? Te ves decaída.

- Es un cuento largo, ¿sabes?

- ¿Quieres que nos juntemos para hablar?

- ¿Te parece mañana, cuando Kagome se vaya a trabajar y Kikyo también?

- Sí, me parece perfecto.

- Bien, ahora voy a entrar para ver a Kikyo.

- Suerte, amiga.

- Gracias.

Me despedí de Naraku y él entró al ascensor mientras yo caminaba a la puerta. Solté un suspiro y toqué el timbre. Unos cuatro segundos después, la puerta se abrió.

- Sango.

- Hola, Kikyo. ¿Puedo pasar?

Ella no dijo nada, pero se hizo a un lado para que yo entrara.

- Gracias. - dije y entré.

Ella cerró la puerta y caminamos a la sala.

- ¿Qué quieres, Sango?

Bien, esto será difícil.

Pensé, y luego hablé.

- Vengo a platicar sobre cómo pasaron las cosas.

- ¿Las cosas? - la vi soltar una risa burlona. - ¿Kagome te mandó?

- Kikyo, tú sabes que a mí nadie me manda, así que no empecemos con esos juegos, por favor.

- ¿A qué viniste, Sango?

- Sé que en estos momentos a mí también me ves como una traidora y...

- ¡No me digas qué sabes más, amiga Sango! - me interrumpió.

- Kikyo, dejemos el sarcasmo a un lado, no somos niñas para empezar con eso. Hablemos como dos personas adultas.

- ¡¿Cómo me pides hablar contigo cuando tú y ella se burlaron de mí a mis espaldas?!

Cerré los ojos por el dolor de cabeza que estaba teniendo. Kikyo era terca, pero no me estaba ayudando en nada su actitud, sumado a que yo igual tengo mis propios problemas.

- ¿Y? ¿no vas a hablar, Sango? Te quedaste callada.

Abrí los ojos para verla y acercarme a ella.

- Kikyo, sé que no te dije nada de lo que estaba pasando, pero no fue con mala intención. Lo que pasó es que...

- Yo te diré lo que pasó, Sango. Kagome, cuando vio a Inuyasha, se olvidó de todo y lo único que quería era acostarse con él. Y tú te quedaste callada. Dime, ¿por qué, Sango? ¿Acaso tú también te fijaste en él? ¿Llegaste a un acuerdo con Kagome? ¿Primero ella se acuesta con él y después tú? ¿Fue eso?

No soporté más lo que Kikyo estaba diciendo. Le di una tremenda bofetada que le hizo girar la cara mientras el lugar quedaba en silencio, hasta que yo misma lo rompí.

- ¡En tu vida me vuelvas a decir algo así, Kikyo! ¡En tu vida!. ¡¿Sabes?! ¡Sí cometí el error de callar para así ganar tiempo, para que ni tú ni Kagome salieran dañadas de esta mierda de venganza, pero las cosas se salieron de control y pasó lo que pasó con Kagome e Inuyasha!. Yo no sé si a ti lo que más te duele es que Kagome se haya enamorado de él o que Inuyasha haya cambiado por ella, pero por cualquiera de las dos razones sé que estás en todo tu derecho de estar enojada con nosotras. Pero eso no te da el derecho de hablarme así. ¿Sabes? No eres la única que está sufriendo, ¿lo sabías?. Kagome igual está mal y yo perdí también al único hombre del que de verdad me enamoré porque, por cosas del destino, me enamoré del mejor amigo de Inuyasha Taisho sin saberlo, y ahora lo perdí por esta maldita venganza. Él me odia y eso me está matando. ¡¿Crees que eres la única que sufre, Kikyo?! ¡Dejé a Miroku por ustedes!. ¡No peleé su amor y todo por ustedes, por mis dos amigas!. ¡Porque si estoy con él, jamás podré sacar a Inuyasha de sus vidas y ustedes seguirían sufriendo por él. Y por ustedes dejé ir a Miroku! ¡y tú me hablas así!.

Terminé de decirle con mi cara llena de lágrimas.

- Sango...

- ¡Sango, nada, Kikyo!. ¡A mí no me pongas entre la espada y la pared!. Yo no voy a elegir un bando, a las dos las quiero como a mis hermanas. Y no voy a dejar a ninguna de las dos. Mi apoyo es para las dos, Kikyo, para ti y para Kagome, ¿te quedó claro?

Vi cómo sus ojos se nublaron por las lágrimas y agachaba su cabeza avergonzada para soltar sus lágrimas.

- Sango, yo...

- Shh, ya, ven acá. - la tiré hacia mí y la abracé con toda mi fuerza. - Kikyo, eres mi amiga y me duele verte así.

- Sango... - sentí cómo ella me abrazó también y las dos lloramos. - Sango, tengo tanto dolor...

- Lo sé, lo sé, todas estamos sufriendo, créeme. Esta venganza acabó con todas nosotras. Pero te pido que me perdones, Kikyo. Jamás quise mentirte, solo estaba buscando la forma de que ni tú ni Kagome salieran lastimadas.

- Pues no sirvió mucho callar, Sango.

- Lo sé, amiga, pero si me dejas explicarte todo...

Kikyo se separó de mí para verme con seriedad.

- Te perdono, pero solo con la condición de que jamás me hables de ella, te lo suplico.

- Kikyo...

- Por favor, Sango.

- Está bien, será como tú quieras. - le dije, para abrazarla otra vez, y ella me correspondió el abrazo.

Mientras, me quedé pensando.

Kikyo me perdonó, pero aún no a Kagome. Vaya, esto me tomará más tiempo del que pensé, pero no me daré por vencida. Lucharé hasta que ellas vuelvan a ser amigas otra vez.

Y con ese juramento cerré mis ojos y me quedé ahí, abrazada con mi amiga.

Perspectiva de Miroku

Estaba viendo el techo de mi oficina como si fuera lo más interesante del mundo. Llevaba días buscando a Sango, pero no la encuentraba. Fui a su departamento y no está ahí, y a la clínica tampoco.

- ¿Dónde estás, Sango? - susurré con dolor.

Quiero hablar con ella, pero también quiero verla. No puedo soportar pasar los días sin ver su rostro.

Puse mi vista en mi teléfono y lo tomé; me metí a la galería y busco las pocas fotos que le tomé. Me quedé en una donde la tenía abrazada a mí mientras ella sonreía. Se veía tan hermosa y feliz.

¿Cómo se puede disfrazar la felicidad?

Algo me decía que Sango no fingía cuando estaba conmigo.

Maldición, estos sentimientos no los puedo tener yo solo; ella también tiene que sentir lo mismo. No puedo equivocarme tanto con Sango.

- Mi bella Sango, ¿Dónde estás? - volví a susurrar, para quedarme ahí viendo esa bella foto de ella.

Perspectiva de Inuyasha

Cerré mi computadora para levantarme y servirme un trago. Caminé a la ventana de mi oficina para ver la vista de la ciudad de Tokio, y el recuerdo de la búsqueda llegó a mi mente.

Flashback

Me puse a leer.

Abogada Kagome Higurashi: Una exitosa abogada reconocida nacional e internacionalmente.

A sus cortos veinticinco años de edad, ha llevado grandes casos de empresarios muy reconocidos y millonarios.

En su lista está gente muy importante como...

Dejé de leer por un segundo para tragar saliva. El idiota de Sesshomaru tenía razón: no solo nuestro socio multimillonario la conocía, sino que 16 socios más la conocían y hablaban maravillas de ella. Volví a leer los nombres de mis socios en esta lista:

1 Tanaka

2. Suzuki

3. Sato

4. Takahashi

5. Yamamoto

6. Nakamura

7. Kobayashi

8. Watanabe

9. Ito

10. Yamazaki

11. Shimizu

12. Mori

13. Kato

14. Inoue

15. Hashimoto

16. Yamada

Todos ellos hablaban de lo gran abogada que era y de lo orgullosos que estaban de ella.

Kagome Higurashi no solo es conocida por su gran belleza, sino por su gran talento para ganar los casos sin tener piedad con nadie.

Dejé de leer para tomar un respiro, y una sonrisa sin querer se me formó en los labios.

- Sí que eres talentosa, Kagome Higurashi.

Pero la sonrisa se me borró de inmediato cuando me di cuenta de lo que hacía.

- ¡¿Cómo puedo sonreír por esto?! Lo que tengo que hacer es maldecirla por lo que me hizo, no admirarla. ¡Maldita sea! —maldije en voz alta, cerrando la computadora y frotándome la sien.

Fin del flashback

Si eres tan buena abogada, ¿por qué no vengarte de mí como abogada, Kagome? ¿Por qué tuviste que elegir este método?

Pensé con dolor.

Ya habrían pasado días desde que la vi por última vez, y me sentía tan extraño. A veces tenía ganas de verla, pero después me reprochaba a mí mismo.

- Lo que tengo que hacer es odiarla, odiarla con todo mi ser, pero maldición... —maldije, tomando mi chaqueta y saliendo de mi oficina para dirigirme a la sala de juntas. Necesitaba despejar mi mente o me volvería loco.

Perspectiva de Kagome

Me llevé mi taza de café a los labios para beber un poco, y luego la dejé en la mesa. Puse la vista en la puerta de la cafetería y vi entrar a mi primo. Me levanté para saludarlo.

- Hola.

- Hola, Kag. ¿Cómo estás? Estaba muy preocupado por ti. - me dijo, abrazándome con preocupación.

- Lo sé y lo siento, no fue mi intención que...

- Shhh, ya, Kag, no te dañes más, ¿sí? He estado en contacto con Sango todos los días para saber de ti.

- Lo sé, gracias. Sentémonos y hablemos, ¿sí?

- Claro.

Nos sentamos en las sillas y Naraku le hizo una seña a la mesera para pedir un café.

- Y cuéntame, Kag, ¿Cómo te sientes? ¿Estás mejor?

- Sí, ya me siento mejor, Naraku. - le respondí, mientras pensaba.

Lo mejor es que él no sepa de mi intento de suicidio.

- ¿En qué piensas, Kag?

Salí de mis pensamientos para verlo.

- En nada especial. Dime, ¿Cómo está Kikyo?

- Pues no te voy a mentir, ella estaba muy mal, pero cada vez está mejor. Ya hasta va al trabajo.

- ¿Tuvo problemas con su jefa?

- No, nada importante. Ya sabes cómo es esa señora, pero al final sabe que no puede hacer nada sin Kikyo.

Sonreí, porque era cierto. La señora Midoriko se volvía loca cuando no tenía a Kikyo cerca.

- Prima, tú...

Miré a Naraku para escucharlo.

- Dime.

- Pues tú...

Lo vi soltar un suspiro antes de hablar de nuevo.

- ¿Tú estás enamorada de Taisho?. - me quedé callada por unos segundos. - Kag, no te estoy juzgando, solo quiero que confíes en mí. Tanto Sango como Rin y yo queremos ayudarlas a las dos.

Cerré mis ojos mientras juntaba valor, y cuando los abrí le respondí a mi primo:

- Sí, amo a Inuyasha. Me enamoré de él como no tienes idea, y ese es mi castigo por haber jugado con él y traicionado a...

- Kag. - me interrumpió. - Tú no traicionaste a nadie. Inuyasha no era novio de Kikyo. Solo no pudiste cumplir con una promesa que le hiciste. Eso no es traición, como tú lo estás viendo. Por favor, no te tortures más, ¿sí?

- Pero...

- Pero nada, mi niña fea.

- Odio que me llames así.

- Lo sé. - me sonrió.

Y yo también le sonreí. Lo vi levantarse de su asiento para acercarse a mí y abrazarme.

- Kag, ni tú ni Kikyo están solas. Todos nosotros vamos a ayudar a que Kikyo te perdone y sean las amigas que siempre han sido.

- ¿Tú crees que eso pase?

- ¿Tú quieres que Kikyo sea tu amiga otra vez, Kag?

- Sabes que sí, Naraku. Es lo que más deseo.

- Bien, entonces solo nos queda convencer a Kikyo de eso.

- Naraku...

- Ya, prima, no te atormentes. Todo saldrá bien, solo dale tiempo, ¿sí?

Solté un suspiro mientras era abrazada por él.

- Está bien, niño feo. Le haré caso, le daré tiempo a Kikyo para que me perdone.

- Así se habla. Y no me digas así, ¿vale?

- ¿Cómo? ¿niño feo?

- ¡Oye! - me apretó la mejilla.

- ¡Shh, no hagas eso! - le hablé algo fuerte, haciendo que varias cabezas nos observaran. Me sonrojé por la vergüenza mientras mi primo se reía caminando hacia su asiento. - Naraku, odio cuando haces eso.

- Lo sé, pero las ganas me ganaron. - me respondió con una sonrisa.

Y yo sonreí igual.

- Así es como las quiero ver, a las dos sonriendo, Kag.

Y mi sonrisa creció.

- Gracias, Naraku. Gracias por estar con las dos, de verdad, gracias.

- No tienes nada que agradecer, tonta. Eres mi prima, como mi hermanita, y Kikyo... pues, Kikyo...

- La mujer que amas, ¿verdad?

- Pues sí, no lo puedo negar a estas alturas. Y, pues, el otro día ella me besó.

- ¿Qué? - dije sorprendida.

- No te emociones, prima. Kikyo está triste, y no me podía aprovechar de eso, así que interrumpí el beso para darle su espacio. Pero...

- ¿Pero...? - dije con mucha curiosidad.

- Pero estoy decidido a ganarme el corazón de Kikyo, no importa el tiempo que me lleve.

- Naraku... - susurré, conmovida por sus palabras.

Él me sonrió y yo le devolví la sonrisa, como hacíamos siempre que hablábamos de Kikyo.

Kikyo.

Pensé con tristeza.

¿Qué tengo que hacer para que me perdones, hermana?

Justo en ese momento le llegó un mensaje a Naraku.

- ¿Quién es? - pregunté.

- Ah, es del trabajo. Quieren hablar conmigo ahora.

- Pues ve, yo igual tengo que ir al trabajo ahora.

- Bien, entonces vamos. - me dijo, sacando dinero de su cartera y dejándolo en la mesa.

Nos levantamos y nos fuimos. Afuera de la cafetería nos despedimos y, cada uno en su auto, nos marchamos a nuestros respectivos trabajos. Pero cuando iba en camino decidí ir a una parte antes de ir a trabajar.

Cuando llegué a mi destino, bajé del auto y entré al edificio. Entré al elevador y, cuando las puertas se abrieron, salí y me dirigí a la puerta del departamento de Koshó. Era el momento de hablar con ella. Suspiré fuerte antes de tocar el timbre.

- ¡Ya voy! - escuché desde adentro.

Cuando la puerta se abrió, ella se quedó viéndome.

- ¿Kag?

- Hola, Koshó. ¿Puedo pasar?

- Cla... claro, pasa.

- Gracias.

Cuando entré, vi que también estaba Asuka ahí.

- Hola. - dije.

- Hola. - me respondió, algo seria.

- Kag, me alegra verte. - fue Koshó quien me lo dijo.

Y yo me sentí algo aliviada.

- Gracias.- le susurré.

- Eh, pues nosotras íbamos al trabajo. Kikyo ya va en camino.

- ¿Cómo está ella? - pregunté, algo dudosa.

- ¿De verdad te interesa? - me respondió Asuka, mientras caminaba hacia nosotras.

Yo solo agaché la cabeza sin responder, pero fue Koshó quien habló.

- Asuka, ¿Qué te pasa? Kag también es nuestra amiga. No podemos elegir a una, eso no es de amigas. Las dos nos necesitan, ¿es que no escuchaste lo que nos dijo Sango? Por favor, no seas así con Kag.

Levanté la cabeza para verlas a las dos, y ahora fue Asuka la que agachó la cabeza, avergonzada.

- Lo siento, Kag, es que... uff, Kag, yo te dije que no caigas en sus redes, ¿por qué no me hiciste caso?

- ¡Asuka! - otra vez Koshó la regañó.

Pero yo la interrumpí.

- No, Koshó, déjala, ella tiene razón. Asuka, estás en todo tu derecho de pensar eso, pero solo estás viendo el problema de un lado, y la acusada tiene derecho a una apelación para aclarar las cosas. Amiga, ¿me darás ese derecho?

Ella me miró y, después de soltar un suspiro, me respondió:

- Está bien, te escucho. Pero, por favor, no me hables en modo de abogada, porque siempre terminas ganando conmigo.

Y yo sonreí por mi pequeña victoria.

- Gracias. - dije.

- Bien, llamaré a Kikyo para decirle que algo nos cayó mal en el desayuno y que nos demoraremos una hora en llegar. ¿Te parece bien, Kag? - me dijo Koshó.

- Me parece bien, gracias.

- Bien, te escucho, Kag.

Nos sentamos y empecé a relatarle todo lo que pasó con la maldita venganza.

Perspectiva de Sango

Llegué al gimnasio después de hablar con Kikyo. Me sentía un poco menos estresada por haber conseguido su perdón, pero no iba a estar tranquila hasta que ella y Kag volvieran a ser las paces. Caminé hacia la pera y empecé a darle unos golpes mientras subía la velocidad. Practiqué por quince minutos y luego me dirigí a un lugar más apartado de los demás, aunque por lo que veía, no había mucha gente.

Pero algo me llamó la atención: tres hombres que estaban ahí no me quitaban la mirada desde que llegué.

Qué raro.

Pensé. De hecho, jamás los había visto antes aquí. Caminé hacia los sacos y, cuando llegué, ellos también se acercaron, pero no me quitaban los ojos de encima, cosa que me hartó. Me di la vuelta para encararlos.

- ¿Ustedes qué tanto me ven? ¿Tengo algo en la cara o qué?

- Vaya, chica lista. - dijo uno de los hombres.

- Y bonita también. - le siguió el otro.

- También puedo ser una pesadilla para ustedes, así que si no van a decir nada, largo.

- ¡Wow! Qué arisca nos salió la muchacha. - me respondió uno de ellos, acercándose a mí.

Y yo le di la cara.

- ¿Tienes algo que decirme, imbécil? Porque no ando de buen humor para aguantar a tres idiotas como ustedes.

- Qué lástima que tengamos que lastimar ese bello rostro, pero órdenes son órdenes.

¿Qué dijo?

Fui rodeada por los tres hombres.

- Linda, trata de no gritar porque será peor para ti.

Y eso fue todo, mi poco genio que tenía se fue a la mierda. Le sonreí con altanería para responderle al tarado.

- No te preocupes, no gritaré, pero espero que ustedes tampoco lo hagan cuando les dé la paliza de sus vidas.

- Bella y graciosa, así me la recetó el doctor, ¿sabes?

- Pues ahora el doctor te recetará algo para que no seas tan idiota.

Me puse en guardia para pelear. El tipo frente a mí se acercó y me dio una patada en el estómago, pero logré poner las manos y eso me hizo retroceder, lo que permitió que el que estaba detrás de mí me sujetara por la espalda. Grave error.

Utilicé ese impulso para empujarme hacia adelante y, con mis pies, golpear al que se me acercó por el frente, haciéndolo retroceder. Luego me agaché para que el que me tenía sujetada por detrás ya hacerlo pasar por encima de mí, dejándolo tirado en el suelo. Rápidamente me dirigí hacia el tercer tipo; sin darle tiempo, levanté mi pie para darle una patada en la mandíbula, dejándolo también tirado.

Me dirigí al primer tipo para continuar con él. Intentó darme un puñetazo, pero logré sujetar su mano, inmovilizándolo al instante. Aproveché para darle tres puñetazos y luego lo giré por encima de mí, haciéndolo caer al suelo. Justo en ese momento, uno de los otros se acercó por detrás, pero alcancé a ponerme derecha, moviendo mi cabello para que no me tapara la vista. Él intentó darme un golpe, pero lo recibí con otro golpe, para luego hacerle una llave, torciéndole el brazo hacia atrás para que se arrodillara. Pasé mi cuerpo detrás de él para hacerle otra llave más dolorosa, rodando por el suelo con él y, al mismo tiempo, inmovilizándolo. Yo quedé debajo de él, sujetándolo con mis piernas, mientras con mis brazos le apretaba el cuello para inmovilizarlo completamente.

- ¡Habla! ¡¿Quién te envió?!

- ¡Shhh!

- ¡Habla!

Pero justo otro de los idiotas se aceró, haciendo que soltara a su compañero inmediatamente. Intentó golpearme, pero yo me agache y lo golpee en sus bolas, provocando que se arrodillara de dolor. Aproveche el momento y golpee su nuca, dejándolo inconsciente.

Vi que el otro bastardo tomó una pequeña pesa de mano, con la intención de tirármela por la cabeza, pero logré esquivarla a tiempo.

- ¡Hijo de puta - le grité, corriendo hacia él para golpearlo en la cara y darle una patada entre las piernas.

Esa nunca falla.

Pensé, noqueándolo al caer.

- Perfecto, sólo queda uno. - puse mi vista en él y el bastardo retrocedió.

- Señorita...

- Señorita tu madre, ¡dime quien los mando! ¡Y si no me lo dices juro que aquí mismo perderás todos tus dientes! - le grité.

- No puedo decirlo.

Caminé hacía el y recogí la pequeña pesa que el otro había lanzado y la apunté hacía él. Asintió.

- Bien, ahora dime quién te envió.

- Si lo hago, me correrán...

- Si no hablas, te romperé la maldita mandíbula y terminarás en el hospital por un buen tiempo, ¿Qué elijes? - me acerqué, con toda la intención de golpearlo, pero él confesó.

- La señorita Shima nos envió.

- ¿Qué? - me sorprendí.

- Si... fue ella, yo... yo le dije que podía meter en problemas a su padre pero no me escucho, le juro señorita, es la verdad.

No podía creer hasta donde era capaz de llegar la locura de esa mujer, y el pensar que estuvo a punto de casarse con Miroku provocó que una ola de rabia me envolviera, pero una voz me interrumpió justo antes de que explotara.

- Sango. - me di la vuelta y vi al dueño del gimnasio.

- Hola Tobi.

- Sango, linda, ¿Qué pasó aquí?

- Pues, ya ves, una chica no puede venir tranquila a hacer deporte porque nunca faltan los pervertidos. - le mentí a mi amigo. - ¿Verdad? - miré al sujeto en el suelo.

- Si... si, perdón señorita, no volverá a suceder.

- ¡Claro que no volverá a suceder! - gritó Tobi caminando hacía él y pescándolo como un costal viejo, lo arrastró hacia mi. - Sango, te pido perdon, pero esto no volverá a pasar. - lo miró. - ¡Y tú pídele perdón de nuevo!

- Per... perdón, no fue mi intención.

- Si vuelvo a verlos se van a arrepentir, ¿les quedó claro?

- Si señorita.

- Sango, yo me encargaré de ellos, te ofrezco una disculpa por haberlos dejado entrar a mi gimnasio.

Y yo le regalé una sonrisa sincera.

- No te preocupes, no pasa nada, de hecho yo ya me voy, nos vemos después, ¿si?

- Claro linda, ve con cuidado mientras yo me encargo de estos idiotas, ¿vale?

- Claro.

Se llevó al idiota y a otro de los desmayados. Tobi era un gran amigo y un gran deportista, tenía una altura de dos metros y veinte centímetros y una musculatura que daba miedo. Parecía una especie de gorila... no, mas bien un King Kong.

Caminé hacía mis cosas con la intención de tomarlas y retirarme mientras pensaba:

Esa enferma desquiciada de Shima va a saber quién es Sango Taijiya y se va a arrepentir de haber nacido.

Perspectiva de Kagome

- Y eso es todo lo que pasó. Ahora queda en ustedes si me perdonan o no. - les dije con tristeza y miedo de perderlas a ellas también. Bajé la cabeza

Pero sentí cómo era envuelta en un abrazo y, cuando levanté la vista, era Koshó la que me abrazaba.

- Kag, amiga, no tengo nada que perdonarte. Las dos son mis amigas, y haré todo para que volvamos a ser ese grupo que habíamos sido siempre, te lo prometo.

- Gracias. - le respondí, para abrazarla también.

Después, las dos quedamos viendo a Asuka por unos segundos que para mí fueron eternos. Pero ella me sonrió y se lanzó hacia mí para abrazarme con lágrimas en los ojos.

- Kag, eres una tonta. Estuviste a punto de tomar todas esas pastillas que dejé en tu casa. ¿Sabes el dolor que nos ibas a causar?

- Lo sé, perdón. - le respondí mientras la abrazaba y lloraba también. - Asuka, ¿me perdonas?

- Tonta, no tengo nada que perdonarte. Estaba algo molesta, solo eso, perdón si te hice sentir mal. Y claro que cuentan conmigo para que Kikyo te perdone y volvamos a ser como éramos siempre, amiga.

- Gracias. - susurré con los ojos cerrados, pero feliz de haber recuperado a mis amigas.

Sin embargo, necesitaba recuperar a mi hermana para que todo volviera a la normalidad, y me juré que, como fuera posible, la iba a recuperar.

Continuará...


Si llegaron hasta aquí, gracias.

Crédito de la ortografía a la bella autora, Cbt1996. ¡Gracias, linda!