Todo de mí

Escrito por bobalon, traducido por Fox McCloude

Disclaimer: Gotoubun no Hanayome y todos sus personajes son propiedad de Haruba Negi. La historia le pertenece a bobalon, yo solo tomo crédito por la traducción. Todos los derechos reservados.

Capítulo 3 — Dulce café


El aroma de la fogata. Trozos de chispas ardiendo. Murmullos distantes de cientos de voces. Risas y llantos por igual. Una última noche, y un último festival para celebrarlo todo.

Para Fuutarou, se sentía extraño recordar un tiempo donde descartaba un placer tan simple. Una labor superflua y obligatoria desperdiciada en reunir y apilar una torre de troncos, solo para verla arder más tarde. ¿Acaso las cosas siempre habían sido tan desagradables, ahora que lo veía en retrospectiva? O más bien, ¿solo estaba siendo demasiado duro con su yo del pasado?

Sin embargo, con estos días que iban y venían, no pudo evitar darse un pequeño gusto con las memorias que había hecho ahora. Memorias de la noche anterior, que transcurrían en un movimiento continuo. Lo cerca que todos se habían reunido alrededor de la fogata. Gritos alegres y risas de todos aquellos que se hicieron amigos. Un coraje desbordante que brotaba de sus compañeros de clase, que mostraban sus corazones al pedirles a esa persona especial que bailase con ellos.

Por mucho que saborease esa noche, Fuutarou se preguntaba, ¿había hecho lo mejor que podía? Después de todo eso, seguía siendo difícil confrontar a esas cinco hermanas durante la fogata. Nada más que sus saludos ordinarios, burlas y picarse entre sí, antes de eventualmente distanciarse por el resto de la noche. Parecía que era la mejor idea dejarles a esas cinco compartir el final del festival juntas. Entrometerse lo había hecho enredarse más de la cuenta en todo el desastre desde el inicio, por lo que haría bien en aprender a contenerse un poco aunque fuese por una sola noche. Como fuera, Takeda y Maeda eran compañía más que suficiente.

Pero eso era solo una memoria ahora. La normalidad de su vida diaria había retornado, mientras Fuutarou ahora se recostaba de espaldas sobre los pisos de tatami en su pequeño apartamento. En estas horas recientes, Fuutarou Uesugi se había familiarizado muy bien con las líneas de las baldosas del techo. Hasta la más pequeña de las manchas, y este pequeño techo había servido como un fondo borroso y distante para el teléfono que sujetaba frente a sus ojos.

Dos botones que nunca se imaginó que podrían ponerlo tan nerviosos. "Llamada" y "Correo", ambos fijados al nombre de un contacto específico.

Nakano, Ichika.

- Has estado así desde que llegaste anoche, Oniichan.

Sobre sus cejas estaba colgando el enorme mechón con forma de pluma del cabello de Raiha. Su pequeña hermana se encontraba de pie, mirándolo con expresión confusa y los ojos entrecerrados. – ¿Qué te sucede?

- No es nada, Raiha. Solo estoy un poco cansado.

- ¡Eso no suena a que sea nada! – Raiha se arrodilló junto a él en el suelo. Te conozco bien, Oniichan. Siempre te quedas haciendo lo mismo; es obvio que pasó algo. ¡Vamos! ¡Cuéntame, cuéntame!

- Tch. – Fuutarou chasqueó los dientes. – Ya te lo dije, Raiha, no es nada. Déjame tranquilo.

- Tú… – comenzó a sollozar.

Fuutarou contuvo el aliento. Ese ligero aumento en su voz, sabía demasiado bien lo que significaba cuando empezaba a utilizar ese tono.

- Tú… ¿no vas a hablar con tu hermanita…? ¿De verdad no confías en mí?

Se rodó sobre su lugar en el suelo, para lo que le serviría. En este pequeño apartamento de una sola habitación, compartido entre su padre, su hermana y él, no era como que se pudiera ir a encerrarse en su propio cuarto.

- Solo déjalo en paz, Raiha. – les dijo su padre, Isanari Uesugi.

- ¡Pero creo que está escondiendo algo! ¡No es justo!

Fuutarou exhaló un suspiro de alivio. – Gracias, pa…

- ¡Por supuesto que esconde algo! – Isanari azotó con su periódico la pequeña y apretada mesa en el suelo. – Es un estudiante de tercero de preparatoria que apenas acaba de tener su último gran evento antes de la graduación. De ninguna manera puede ser "nada". Yo también tuve su edad en algún momento, ¿sabes?

- ¿Eh? ¿Tú también lo crees? – dijo Raiha. – ¿Cómo qué?

- ¿Y qué otra cosa podría tener un chico como él para preocuparse? – Isanari se rio fuertemente. – ¡Problemas de chicas, por supuesto! La pregunta es, ¿acaso lo rechazaron?

- ¡Papá!

- ¡¿Eso es cierto, Oniichan?

- ¡No, no lo es!

- ¿Invitaste a salir a alguna de las quintillizas? ¡¿A quién, a quién?!

- Ya eres un hombre, Fuutarou. – dijo Isanari entre bocados de arroz mientras comía. – Sé más honesto con tus sentimientos. No hay por qué avergonzarte.

- ¡¿Te dieron al fin tu primer beso?!

- ¡Ya dejen de molestarme! – Fuutarou se irguió, azotando su brazo sobre la mesa. – Como si no tuviera nada mejor en qué perder mi tiempo que preocuparme por cosas como esas. Tal vez a otros colegiales les guste hacer de eso el centro de sus vidas, pero yo no soy tan ingenuo. Lo de anoche fue solo una pérdida de tiempo enorme. Sabía que debía haber vuelto a casa y ponerme a estudiar.

Su pequeña habitación cayó en el silencio.

- Bueno… – dijo Raiha después de un rato. – Pensaba que te estabas divirtiendo mucho más últimamente, Oniichan, así que pensé que algo debía haber pasado. Pasar tanto tiempo con tus amigos en el festival… confesarte a la chica que te gusta… – Raiha se rio inocentemente. – Tienes razón. Todo eso suena demasiado normal para ti, Oniichan.

Fuutarou desvió la mirada. ¿Normal? Eso era cierto. Desde que tenía memoria, Fuutarou había valorado su propio status quo. Días y días que pasaba con la nariz metida entre las páginas de libros y cuadernos. Condicionados a hacer solo eso y nada más.

Isanari presionó los nudillos contra su mejilla, mirándolo con una sonrisa de no estar convencido. – ¿Es así? – le dijo. – Bueno, entonces eso es todo. – Se puso de pie, y luego cogió el abrigo que colgaba junto a él. – Vámonos, Raiha. Tenemos que hacer las compras.

- Oh. – Fuutarou comenzó a ponerse de pie. – Déjame ir por mi abrigo también.

- Tú te puedes quedar, Fuutarou. – dijo Isanari. – Ya lo dijiste, tienes que ponerte al día con tus estudios, ¿verdad? Mejor ponte manos a la obra. Seremos solo nosotros, Raiha. Ahora ve por tus zapatos.

- ¡Está bien! – Raiha caminó hacia la puerta del frente. – ¡Nos vemos después, Oniichan!

- Todavía puedo ir, no es que no…

La puerta se cerró mientras hablaba, dejándolo solo en su apartamento.

- Diablos… – masculló Fuutarou para sí mismo, dejándose caer cansinamente en el suelo. Dejó salir un largo suspiro de frustración. – ¿Qué diablos pasa conmigo? ¿De verdad tenía que mentirles de ese modo? No es como que deberían estar metiendo las narices en mis asuntos de todas maneras…

De nuevo, Fuutarou sostuvo el pequeño teléfono frente a sus ojos. Qué tontería, ingenuidad estúpida. Entre más esas palabras del pasado sonaban en su mente, menos convincentes parecían.

En ese momento, solo había una cosa que quería.

- ¿Hola?

Fuutarou se quedó tendido en el suelo en silencio.

¿Acaso era un idiota?

¿Era un COMPLETO idiota? ¿Cómo podría haberse estado todo ese tiempo debatiendo sobre si debía marcar el botón de llamada, y luego darse cuenta de que no tenía nada con qué iniciar? De hecho, difícilmente se molestaba en llamar a nadie si no era por buenas razones. Solo había un total de nueve contactos en su teléfono (Raiha, su padre, las hermanas Nakano, Takeda y Maeda), pero viendo el registro de su actividad reciente, bien podrían haber sido solamente Raiha y su papá.

Aunque, ¿llamar a alguien solo por querer hablar? Difícilmente estaría a ese nivel con Maeda y Takeda, mucho menos con la chica a quién le abrió su corazón la noche anterior. ¿Qué más habría para llenar este incómodo silencio? Unos sonidos ahogados escaparon de su boca, como si años de estudiar de manera diligente de alguna manera fallaran en formar las palabras más simples.

Oyó una risita de parte de su interlocutora.

- ¿Por fin me llamas, Fuutarou-kun? ¿Te encuentras bien?

- ¡Ichika! – balbuceó Fuutarou finalmente. – Tú… me respondiste.

- Claro que lo hice. Me llamaste, ¿no? Realmente sabes cómo dejar a una chica esperando.

- Tú… podrías haberme llamado también, ¿sabes? Tienes mi número.

- Pensaba hacerlo, pero estaba un poco ocupada esta mañana. Asuntos que atender con el trabajo, y bueno… – Escuchó una risita provocadora del otro lado del teléfono. – Aunque me agrada imaginarte, recostado sobre tu espalda, tratando de reunir el valor para llamarme.

Fuutarou contuvo el aliento.

- Por tu silencio, ¿he de asumir que acerté? ¿De verdad lo hice?

- No, yo solo… – El chico suspiró. – Eso no tiene importancia, Ichika. ¿Qué tal si empiezo de nuevo? Me encuentro… bien. ¿Qué tal tú?

- Wow, escucharte tratando de iniciar una conversación casual es casi raro. ¿Te sientes bien o…? ¡Es broma! Solo bromeaba; no puedo evitarlo. Me doy cuenta que estabas a punto de decir algo ahora. Pero… me alegra escucharte, Fuutarou-kun. Desearía que hubiéramos podido pasar más tiempo juntos luego del festival.

- Sí… – Fuutarou bajó la mirada. – Lamento haberme ido tan de repente. Pensé que tú y tus hermanas querrían pasar algo de tiempo con…

- ¡Oi, Fuu-kun! – se coló otra voz en la conversación. – Sí puede escucharme, ¿verdad?

- ¿Ni—Nino? ¿Por qué estás…?

- Oh, olvidé mencionarlo: estás en altavoz.

- ¡¿No podrías haberlo mencionado antes?! – gritó Fuutarou. – ¿Quién más está allí?

- Hola, Fuutarou…

- ¡BUENOS DÍAS, UESUGI-SAN!

- Aquí habla Itsuki. Yotsuba, no tienes que gritar de ese modo.

Fuutarou frunció el cejo. – Debí imaginarlo.

- Perdón, perdón. – se rio Ichika. – Ya es un poco tarde esta mañana, pero estamos desayunando. Nino y Miku no pudieron ponerse de acuerdo, así que ambas están cocinando.

- Bueno, no habría estado mal que me avisaras.

- ¿Por qué? ¿Tienes algo demasiado embarazoso para decir enfrente de todas, hmm?

- En la mesa no, por favor. – salió al paso la voz de Itsuki. – No quiero que se me arruine el desayuno por tener que oír la voz de Uesugi-kun.

Fuutarou sintió un tic en sus ojos. – Por qué tú pequeña…

- ¡Oi, Fuu-kun! – interrumpió Nino. – ¿Por qué apenas viniste a vernos en la fogata? No estarás acobardándote para estar con nosotras, ¿verdad?

- Eso no…

- Vi a Uesugi-san echándonos miradas. – intercedió Yotsuba. – ¿Por qué no viniste a pasar el rato con nosotras? ¡Queríamos verte!

- ¿De verdad? Eso suena algo escalofriante… – dijo Itsuki.

- Hey. – dijo Fuutarou. – ¿No me pueden dejar decir al menos una palabra…?

- Nino, ¿ya terminaste con el batidor? Lo necesito para mis huevos.

- Todavía no, Miku. Hay uno de sobra en aquel cajón de allá. Yotsuba, ¿puedes ayudar…?

- ¡DÉJAMELO A MÍ!

- Por cierto, Itsuki-chan, ¿no viste ese nuevo sostén que compré en alguna parte? Creo que se me mezcló con tu lavandería.

- ¡Ichika! ¡¿Se te olvida que Uesugi-kun sigue en la línea?! Podría estar oyéndote.

- Oh, ups, tienes razón. Me equivo…

- Yotsuba, estás moviendo demasiadas cosas. Haces mucho ruido.

- ¡YA CASI LO ENCUEN…!

Fuutarou cortó la llamada.

Honestamente, ¿qué otra cosa estaba esperando? Al llamar a una de ellas bien podría llamarlas a todas, especialmente en un día libre. Esperar hablar en privado ya era pedir demasiado. Aún no sabía cómo iría la conversación en primer lugar.

Por otro lado, escuchar todo ese clamor y confusión fue extrañamente aliviador. El confort del status quo. Esas cinco hermanas y él mismo. Las estudiantes y su profesor.

Fuutarou se preguntaba, ¿había realmente necesidad de todo esto? Su mente todavía no se había establecido pacíficamente luego de todo lo sucedido. Parecía que las cosas estaban cambiando demasiado rápido, y nunca en su vida se había quedado Fuutarou con tantas preguntas sin responder por tanto tiempo. Tantas incertidumbres sobre lo que significaba amar a alguien.

¿Acaso era lo bastante maduro para esto?

El zumbido de su teléfono repicando contra la mesa lo sacó de sus pensamientos.

- Perdón por eso, Fuutarou-kun. – dijo Ichika. – Las cosas se empezaron a descontrolar un poco aquí.

- Bueno, eso no me sorprende. ¿No ibas a empezar a desayunar con tus hermanas? Odiaría tener que arruinar el apetito insaciable de Itsuki.

- No creas que te está oyendo, si es lo que intentabas hacer. – se rio Ichika. – Regresé a mi cuarto antes de llamarte de vuelta. ¿Querías hablar de algo?

- No tenías que hacer eso. No quisiera hacer esto difícil para ti.

- ¿A qué te refieres?

- Bueno… – Fuutarou se jaló el cuello de la camisa. – Ya sabrán que te fuiste para hablar conmigo, ¿verdad? En privado, quiero decir. ¿No sería algo… ya sabes, extraño hablar de este modo?

- ¿Entonces qué crees que lo haría mejor? ¿Esperar una o dos semanas a que lo superen? ¿Un mes? ¿Un año? ¿Debo asegurarme que mis hermanas no estén cerca si queremos hablar?

- No quise decir eso, Ichika.

- Eres demasiado amable, Fuutarou-kun. ¿Por qué crees que eso sería extraño? Porque en este momento, creo que tú eres el único que piensa eso.

Fuutarou se quedó callado por un momento. – No sé cómo ponerlo, pero es que me sentí algo… sorprendido que ustedes cinco tengan una mañana normal. Que se lleven bien como siempre, y todo eso. No lo sé. Se me hace muy raro que eso me sorprenda, ¿eso tiene algún sentido? Como si…

- Creíste que porque elegiste a una de nosotros habría algo de tensión, ¿es eso?

- Yo… no, yo no… – Fuutarou bajó la voz lentamente.

- ¿Fui demasiado directa?

- No, solo me dio algo de vergüenza. Me hizo sentir que estoy siendo muy arrogante cuando lo pones de esa manera. – se rio Fuutarou. – Pero… sí tienes razón.

- En serio que te complicas con todo, ¿no es así? Y yo aquí recordando que te la pasaste colmando de tantos halagos a esas hermanas mías. Ya deberías saberlo: Nino no se oculta nada, Miku no es tan frágil, Yotsuba siempre será tu aliada, e Itsuki-chan siempre será una de tus mejores amigas, te guste o no. Así que vamos, deja de ser tan estirado.

- Ustedes… – Fuutarou sacudió su cabeza, sonriendo. – Sí, tienes razón. Creo que me he estado preocupando por nada.

- Todas estamos esperando para verte de nuevo.

Hubo una breve pausa.

- Especialmente yo, Fuutarou-kun. – murmuró Ichika.

Fue como si un viento helado le soplara por detrás de la espina. Fuutarou se mordió el labio, pero no fue suficiente para enmascarar la breve excitación en su aliento, o el silencio sin palabras que vino después.

- Con tu respuesta se me hace muy fácil imaginarme tu cara. – se rio Ichika.

- Suenas a que estás gozando demasiado con esto.

- Podría decirse. Aunque lo estoy diciendo en serio. Te diré que puedo ver que las demás se sintieron algo decepcionadas de que no pudieras pasar más tiempo con ellas durante el festival. Yotsuba y Nino incluso dijeron cosas como "¿Desde cuándo Uesugi se volvió tan popular con la clase? ¿Es que nosotras no somos suficientes para él? Yo que tú me cuidaría de ellas mañana.

Mañana. Por alguna razón, ese día se veía extremadamente lejano en la mente de Fuutarou. La mañana siguiente señalaría el inicio de otra semana escolar, un retorno a la normalidad en la vida de un estudiante de preparatoria.

Por supuesto, algo tan grande como un evento como el Festival del Amanecer sería el tema de conversación en los próximos días. Aunque lo había ignorado todo hasta ese momento, no era poca cosa asumir que los nuevos romances estaban prestos para el chisme en eventos como éste. Las noticias viajaban muy rápido, y no pasaría mucho antes de que los estudiantes más metiches estuvieran encima de él.

Ichika Nakano y Fuutarou Uesugi. La más carismática y popular de las quintillizas Nakano (especialmente entre los chicos de su año) de algún modo terminó con el solitario callado y obsesionado con los estudios de su año. Oh, y por supuesto, Maeda también dijo que estaba un poco enamorado de Ichika. Eso sería una conversación muy extraña.

Mañana sería el día. Mañana sería el día que los volvería a ver a todos, para quitarse de encima los rumores extraños, y para responder todas las preguntas molestas.

Mañana sería el día que vería nuevamente a Ichika.

- ¿Fuutarou-kun? ¿Sigues allí?

- Hey, Ichika.

- ¿Huh?

- No tienes planes, ¿verdad? Vamos a vernos en alguna parte. Hoy mismo.


(-0-)


Cuestionarse a sí mismo no era algo a lo que Fuutarou creyó acostumbrarse hasta este punto. Pensar en una cosa, y luego decir otra. Tenía tiempo más que suficiente como para pensar bien las cosa, y aún así, aquí estaba. Cuatro paradas de tren, y 1250 yenes gastados en transporte. En las calles concurridas del distrito de suburbios, donde los sonidos de miles de diferentes pisadas resonaban en la plaza. Donde el placer y la libertad eran todo lo que reinaba durante las tardes. Se quedó de pie quiero, mirando ocasionalmente de reojo a las tiendas cercanas. Ya había pasado muy de largo el punto de cuestionarse a sí mismo, pero una minúscula parte de sí mismo no pudo evitar rascarse la cabeza al mirar el lugar que eligió como punto de encuentro.

Para empezar, a él no le gustaba mucho el café.

- Lamento la tardanza. – dijo Ichika. – ¿Te hice esperar mucho?

- ¿Qué se considera "mucho"? – preguntó Fuutarou. – Si hablas de la hora que acordamos vernos, llegué un poco antes de la una. Ya casi son las dos ahora.

- Bueno, me tomaste por sorpresa al pedirme que viniera, Fuutarou-kun. – Ichika hizo un puchero. – No es como que pueda salir en camisón y sin maquillarme. Deberías sentirte afortunado de que me tomé mi tiempo solo por ti.

- ¿De verdad eso tarda tanto? Suena a que es un enorme fastidio.

- ¿En serio? ¿Eso es lo primero que me dices luego de que querías verme? Lo menos que podrías darme es un cumplido por lo linda que me veo. – Ichika suspiró. – Aunque, creo que debería esperar eso de un chico que difícilmente pone atención a los rostros de la gente.

- Lo dices como si fuera fácil poner atención a cinco rostros idénticos… – Fuutarou se rascó detrás de la cabeza. – Pero, uhm...

Había algo de verdad en lo último que dijo Ichika. Difícilmente le ponía atención a la apariencia de otros. Las tendencias de moda, coordinación de la ropa, cambios en peinado, o cualquier otra cosa. Si no fuese por ese tono de invitación suyo, Fuutarou no tendría la confianza de darle una mirada algo más discreta. Ichika llevaba un suéter amarillo con los hombros descubiertos inclinado hacia un lado, exponiendo las tiras delgadas y negras de su top. Llevaba un cinturón negro sujetando unos jeans delgados, y botas de tacón alto negras. Encima de su nariz llevaba ese par de gafas gruesas negras, un accesorio que según ella le haría ver más inteligente, pero ambos sabían que eran falsas.

Un atuendo casual para salir, eso pensaría Fuutarou. Las ropas parecían ser nuevas, elegidas cuidadosamente para la ocasión. Ahora que el pensamiento había entrado en su mente, tal vez lo que él llevaba era demasiado simple. Un cárdigan gris sobre su camiseta blanca abotonada, un cinturón marrón oscuro sobre unos pantalones negros. ¿No era esto lo que siempre llevaba? Pensándolo bien, no era muy diferente de su uniforme escolar, y sin duda alguna, Ichika lo habría visto así muchas veces.

Y ahora que ella estaba tan cerca de él, se preguntó, ¿qué era esa esencia tan agradable en su perfume que mantenía su atención fija en ella todo el tiempo? ¿Qué era eso que le daba a sus labios un tinte y brillo tan sutiles que solo la hacían ver mejor al hacer ese puchero con los labios?

Diablos, ¿cuánto tiempo había estado mirándola?

- Bueno… no sé mucho de la moda y eso, pero tú… – Fuutarou se cubrió la mitad inferior de su cara con la mano. – Te ves… realmente bien hoy, Ichika.

Ichika sonrió ampliamente para ocultar el tono rojizo en sus mejillas. – ¿Ya lo ves? No fue tan difícil, ¿verdad? Ahora vamos, busquemos un asiento.

Ella giró la cara por un momento. Recibir un cumplido no era algo nuevo por Ichika. Halagos de sus colegas, y admiración de sus iguales. Incluso en algún punto durante los últimos meses, ella y sus hermanas llegaron a experimentar algunos halagos de Fuutarou, su mentor, tutor y amigo.

Pero hoy, Fuutarou no era su mentor. Era una cita improvisada, y esa mirada tímida suya le pertenecía al chico a quien amaba. Eso por sí solo era más que suficiente.

Los dos ingresaron al café juntos. Era la primera vez que Fuutarou entraba en un lugar como este. Ya desde el inicio, notó cuanto movimiento había en esta tienda tan pequeña. De ida y vuelta se escuchaban los asientos siendo movidos y las pisadas de gente entrando y saliendo. Las charlas cercanas y distantes de muchas voces simultáneas por encima del lento y calmante ritmo de un jazz.

- Me sorprende que hayas elegido verme en un lugar como este. – dijo Ichika. – ¿Nunca fuiste alguien que tomaba café, si mal no recuerdo?

- Sabe demasiado amargo. – dijo Fuutarou en tono monocorde. – Las bebidas son extrañas y confusas. Todo cuesta demasiado. No estoy seguro de por qué estos lugares son tan populares. No puedes estudiar en absoluto con este ambiente.

- Se te está saliendo tu lado de solitario gruñón, Fuutarou-kun. Vamos, solo pruébalo. Incluso te lo pagaré. ¿Qué quieres?

- De verdad que no tienes que hacerlo. No necesito nada, en serio.

- No, déjame invitarte. Acaban de pagarme, y además sería muy raro si pido algo solo para mí.

- Yo... no sé si me sentiría cómodo con eso, en realidad. – dijo Fuutarou. – Me refiero a que pagues por mí. No me gusta deberle nada a la gente, y ya te debo demasiado, ¿no es así?

- Por supuesto. Una vez que seas exitoso, ¿verdad? – dijo ella maliciosamente. – Pero hacer que me debas un poco más tampoco suena del todo mal.

- Honestamente, tus tarifas suelen ser muy altas. ¿Segura que eres así de buena como actriz?

- ¡Hey! ¡Retira eso ahora mismo! – Ichika le jaló la manga, mirándolo con un gesto fruncido. – Acabas de decir algo muy atrevido justo ahora. Para que lo sepas, me enorgullezco mucho de mi trabajo como actriz. Pagas por calidad.

- ¿Acaso las actrices como Tamako-chan son muy populares últimamente, o algo así?

- ¡Tamako no es mi único rol, para que lo sepas! – Ichika se sonrojó, recordando el tiempo que pasaron juntos en el café donde Fuutarou trabajó. Cuando se trataba de su trabajo, a Ichika le gustaba mantener un poco de privacidad sobre ciertos roles, y nada le avergonzaba más que el hecho de que Fuutarou solo la había visto en aquel personaje. Por ese pequeño temblor en el labio que apenas formó una sonrisa en los labios de Fuutarou, si Ichika no lo supiera mejor, casi creía que ahora era Fuutarou el que estaba jugando con ella. – Ya he interpretado más roles desde entonces, como…

Una tos dura interrumpió su pequeña discusión.

- ¿La linda parejita ya está lista para ordenar? – El cajero de turno los saludó con una sonrisa forzada.

Fuutarou se dio la vuelta, ocultando el rojo de su cara con vergüenza, aunque todo lo que podía ver era que se estaba agotando la paciencia de los que estaban en la fila detrás de ellos.

- Solo consíguenos un asiento, Fuutarou-kun. – se rio Ichika. – Nada amargo, ¿está bien?

Luego de un rato, Fuutarou se encontró acurrucándose en el asiento de una mesa junto a la ventana. Cierto que había algo de ruido irritable que venía con un lugar tan concurrido como este, pero con suficiente tiempo el ruido se desvanecería en el fondo. No era una biblioteca, pero había algo de confort en la atmósfera, especialmente cuando pasaba su tiempo acompañado. Recostó su cabeza, cerrando los ojos. La calidez del aire de adentro, mezclada con el despertador aroma de los granos de café.

- ¿Cansado? – Ichika finalmente se unió a él, colocando dos bebidas sobre la mesa.

- Aún puedo pagar por el mío. Fui yo el que te pidió que salieras, después de todo. ¿Cuánto te debo? – Estuvo a punto de coger el recibo, pero Ichika rápidamente lo quitó de la mesa.

- Nop. – sonrió ella, arrugando el recibo entre sus manos. – Hoy seré yo quien pague, y no me deberás ni un yen. Considéralo un regalo de esta actriz de tercera clase para ti.

- Ya sabes que solo estaba bromeando con eso. Te he visto lo suficiente como para saber que eres una gran actriz.

Ella le dio una sonrisa de complacencia. – ¿Y esto? ¿Estás halagándome? Qué dulce que seas mi fan.

- Bueno, tuve que ir a ver por mí mismo lo que te hacía saltearte tantas sesiones de estudio. Por todas las veces que nos cancelaste, estaría más sorprendido si no fueras una buena actriz.

- Cielos… – Ichika hizo un puchero. – Realmente no sabes dar cumplidos normales, ¿sabes? Muchos chicos morirían por salir con una hermosa actriz. Hmph, creo que retiro mi anterior generosidad. – Acto seguido, deslizó las dos bebidas hacia su extremo de la mesa.

- Adelante. Eso significa que puedo pagar la mía.

- No, ahora las dos son mías. Puedes ir tú mismo y ordenar otra.

- ¿Hablas en serio? ¿Te vas a tomar las dos? ¿Quién eres, Itsuki? – Fuutarou se detuvo por un momento, echándole una mirada suspicaz en la cara. – Espera un minuto… ¿acaso ustedes dos…?

- ¡No! – exclamó Ichika. – ¡Claro que soy Ichika! ¿Cómo rayos puedes confundirnos en este punto?

Los dos se fulminaron uno al otro con la mirada desde los lados opuestos de la mesa, pero ninguno fue capaz de mantenerlo. En poco tiempo, todo lo que pudieron hacer fue reírse. Reírse de lo mezquino que fue su pequeño intercambio. Reírse por el placer y la alegría que les daba la compañía del otro. Como siempre había sido entre ambos. Fuutarou a veces lo olvidaba, pero pasar el tiempo con Ichika era muy relajante, libre de preocupaciones. Alguien que le mantenía la cabeza en su lugar. Ahora que estaban saliendo, se preguntaba, ¿qué tan diferente sería a esos momentos?

De manera similar, Ichika esperaba que Fuutarou se mantuviera igual. Por cómo estaba ahora, a comparación del chico con el que se encontró en el pasado. Aunque Fuutarou había cambiado mucho desde entonces, seguía presente el hecho de haberse enamorado de su tutor poco sociable y temperamental en su mismo año. Si podían mantener sus momentos de este modo, Ichika no querría nada más de él.

- Vamos, solo acepta una bebida. – dijo Ichika. – Se va a derretir si no te la tomas rápido. Quiero saber lo que piensas.

- Bueno… entonces, gracias. – Fuutarou cogió una de las bebidas. Dos vasos de plástico con una tapa transparente con forma de domo, con un remolino de crema rociada de sirope encima. – Eh… ¿cuál es la mía? ¿Son iguales?

- Hmm... no, no lo son. Déjame ver. – Ichika lentamente se inclinó encima de la mesa. Con una mano, se puso el mechón de su cabello detrás de la oreja, y lentamente puso los labios sobre la pajita. – Mhm... – Ichika se quedó pensativa un momento, probando el sabor remanente en sus labios con su lengua. – Sip. Esta es la tuya.

Fuutarou se contuvo de darle una respuesta, no queriendo ofrecerle satisfacción antes de tomar un sorbo despreocupado. Era muy dulce. Frío. Una equilibrada mezcla de hielo, azúcar y café que sabía más como un helado que un café.

Pero todo en lo que podía pensar era en la punta cálida de la pajita de plástico, que ahora estaba atrapada en sus labios, y el sutil sabor dulce y textura lisa del lápiz labial de Ichika que ahora estaba compartiendo.

- ¿No hay reacción? – Ichika apoyó su mejilla en la palma. – Pensé que al menos te iba a emocionar solo un poco.

- Por eso no lo hice. No siempre puedo darte la satisfacción.

Ichika se rio. – Sabes, realmente es muy divertido estar contigo, Fuutarou-kun.

- Yo también me estoy divirtiendo, Ichika. – le sonrió. – Es… es muy raro acostumbrarse a esto. A estar saliendo juntos, quiero decir.

Ella negó con la cabeza. – No, quise decir que siempre es divertido estar contigo, Fuutarou-kun. Estoy feliz de que estemos saliendo, pero incluso si solo hubiéramos quedado como amigos, lo único que me pondría triste sería que no pudiéramos pasar tiempo juntos de esta manera.

- Sí… – Fuutarou miró por la ventana. – Pronto nos graduaremos, ¿verdad?

Ichika asintió. – Es gracioso que empecemos a salir en serio justo ahora. Cuando todo pareciera estar llegando a su final.

- ¿Crees que las cosas irán bien así? Vas a estar mucho más ocupada ahora que te has vuelto más popular como actriz. Y en cuanto a mí…

- ¿Te vas a ir a Tokio?

- ¿Ya lo sabías?

- Tenía un presentimiento. – Ichika tomó un sorbo de su propio café de frappé. – ¿Qué? Digo, ¿se suponía que pensara que nuestro tutor, un friki de los estudios que quedó de tercero en el ranking a nivel nacional, no fuese aceptado en la mejor universidad de todo Japón? No estoy sorprendida en lo más mínimo. ¿Ya le contaste a las demás?

- Todavía no… no sabía cuál sería la manera de decírselos, pero sentí que debía contártelo a ti primero. Aunque, me vendría bien algún consejo.

Durante un rato, Ichika solo se mantuvo sonriéndole a Fuutarou. Tenía las mejillas presionadas contra sus nudillos, y la sonrisa juguetona en su rostro ladeado fue suficiente para que Fuutarou reconociera cuándo le estaba haciendo un mimo. – ¿Qué pasa? ¿Dije algo raro?

- No fue algo raro. – Ichika se rio. – Es solo que me acordaba del día que éramos completos extraños. Cuando nos tomaba algo de tiempo empezar a llevarnos bien. ¿Quién habría pensado que Fuutarou Uesugi estaría tan preocupado por decir adiós? – Se rio de nuevo. – Creo que tienes una mala costumbre de pensar demasiado las cosas, Fuutarou-kun. Te preocupa cómo se sentirán, ¿verdad? Crees que estarán tristes y decepcionadas, pero el que estés sentado preocupado por todo eso, demuestra que tú te sentirías igual, si las cosas fueran al revés. Si ellas están tristes, déjalas. Eso es lo que significa tener amigos que se preocupan por ti.

Fuutarou se inclinó contra su silla. – Sí… supongo que tienes razón.

- Aunque – continuó Ichika – seguro que habrá muchas chicas lindas en Tokio, especialmente para un estudiante joven y recién ingresado a la universidad que apenas está aprendiendo a contenerse. Solo no se te olvide la que está aquí, ¿de acuerdo? – Ichika le guiñó el ojo.

Él suspiró, pero no pudo evitar sonreír. – Podría decir lo mismo de ti. Una actriz sin duda conocerá a muchas personas, más actores y actrices que seguro también serán muy atractivos. Ya le diste un beso a alguien en el set, ¿verdad?

- Siempre puedo rechazar los papeles que involucren demasiada intimidad. Es muy común que lo hablen con las parejas o cónyuges de los actores. Algunos no se sienten cómodos con la idea de verlos en actos románticos, aunque solo sean escenas actuadas, y eso es comprensible.

- Hmm... – Fuutarou frunció las cejas. – Tampoco creo que sea así. Rechazar ofertas de trabajo cuando empiezas a ser popular no parece una buena idea, y no creo que eso me haga sentir mejor. Aunque, jamás había pensado en cómo me haría sentir eso. Ese beso que tuviste fue con otra actriz, y técnicamente, no estábamos saliendo entonces, así que no creo que realmente cuente. – Se puso pensativo por un momento. – Hmm...

- ¿Oh? ¿Acaso preferirías que solo me bese con otras chicas? ¿Es eso lo que te gusta, Fuutarou-kun? – Ichika presionó los nudillos de ambas manos contra sus mejillas, acercándosele más con una sonrisa provocadora. – ¿Hmm? ¿Hmmmmm?

- Ponte seria, Ichika. – El chico la alejó, presionando dos dedos contra su frente. – Una parte de mí siempre estará preocupada, pero más que nada, como tu tutor, y como tu… no…vio… – Su voz se tornó algo queda, y echó una mirada como si estuviese siendo cauteloso con cada rostro visible a su alrededor, por si hubiese alguien que los reconociera. – Quiero verte brillar. Quiero verte hacer lo que amas, y quiero poner toda mi confianza en ti. Así que adelante.

- Gracias, Fuutarou-kun. – Le sonrió cálidamente. – Pero si de verdad quieres estar tan seguro, podrías incluso proponerme matrimonio aquí mismo. ¿Quién sabe? Hasta podría decirte que sí.

- No seas ridícula. ¿Proponerte matrimonio? ¿Apenas cuando empezamos a salir?

Ichika se rio. – Dejando de lado las bromas, yo también confío en ti, Fuutarou-kun. Aunque estés muy lejos en Tokio, no me preocuparé en absoluto. Siempre estaré pensando en ti.

- Bueno, para que conste… – Fuutarou se rascó detrás de su cabeza – no creo que tengas mucho de qué preocuparte. Ya sabes que yo no soy precisamente un galán, y prácticamente agoté toda mi suerte con las mujeres durante este último año, de todos modos.

Ichika se rio. – Nop, no se trata de eso. Confío completamente en ti, ¿y quieres saber por qué?

- ¿Por qué?

Ella le sonrió a través de la delgada pajita de plástico, todavía sujeta por sus labios. – Porque te amo, Fuutarou-kun.

Sin importar cuántas veces más la viera, Ichika nunca se cansaría de esa mirada en el rostro de Fuutarou. Y solo necesitaba esas dos simples palabras para sacársela.

Esta historia continuará…


Notas del traductor:

¿Cómo están, gente? Bien, para los que no estén informados, y en caso de que no hayan visto mi nota reciente en Forma del Corazón, mi abuelita falleció hace una semana por complicaciones del Covid, lo que me ha dejado pausando mis actividades online regulares fuera de lo esencial (como las tareas de la universidad). Dicho eso, la buena noticia es que para esta traducción ya había terminado hasta el octavo capítulo, por lo que decidí que continuaré publicándolas semanalmente, ya que no es tanto problema al estar terminados. Estoy escribiéndole un tributo a mi abuelita como forma de terapia, por lo que el resto de mis historias, traducidas u originales, seguirán pausadas por lo menos durante una semana más, así que les pediré paciencia a todos con futuras actualizaciones, ¿de acuerdo?

Ahora con el capítulo, aquí vemos lo que se podría llamar la primera cita de Fuutarou e Ichika. Algo muy sencillo, y se puede notar que el chico todavía es inexperto y se encuentra tanteando este nuevo terreno donde acaba de entrar. También está entrando otro asunto importante, y es que por motivos obvios (Fuutarou yéndose a la universidad, Ichika en su carrera de actuación) los dos van a tener que llevar una relación a distancia. Ya todos conocen ese dicho de "amor de lejos, felices los cuatro", pero tengo la total certeza de que lograrán sobrellevarlo. Aparte de esto, en futuros capítulos verán que incluso estando juntos todavía tendrán cosas que superar para llevar su relación, algo de lo que muchas comedias románticas pecan al terminar la historia cuando los protagonistas se vuelven pareja, en vez de mostrarnos los desafíos que tienen que sortear ya cuando están oficialmente juntos. Y eso es lo que vuelve interesante esa historia.

Sin más que decir, me despido hasta la próxima. Y oigan, ¡no sean mezquinos con los reviews! En este momento me vendría muy bien recibir comentarios alentadores, ¿saben?