Todo de mí

Escrito por bobalon, traducido por Fox McCloude

Disclaimer: Gotoubun no Hanayome y todos sus personajes son propiedad de Haruba Negi. La historia le pertenece a bobalon, yo solo tomo crédito por la traducción. Todos los derechos reservados.

Capítulo 4 — Temporada de despedidas


Y así, estos días de relajarse pronto llegarían a su final.

Los cerezos estaban floreciendo a pleno. Pétalos blancos y rosas revoloteaban por el aire y cubrían la tierra. La primavera, una temporada tanto de comienzos como finales, de bienvenidas y despedidas. En este mes de marzo, los estudiantes de tercer año en la preparatoria de Asahiyama se estaban reuniendo con sus seres queridos en los meticulosamente decorados terrenos de la escuela para concluir estos días de adolescencia. Para ellos, era la temporada de su propia graduación, y sus propias despedidas.

Era una última oportunidad de volver a sentirlo todo. Escuchar el sonido de tus propios pasos en los largos corredores. Mirar afuera y ver la vista familiar del aula de orientación. Sentarse en el patio donde cientos de otros estudiantes se paseaban sin rumbo hablando de sus días de juventud, sabiendo que algún día todo esto sería una simple memoria.

- Una última vez. – dijo Fuutarou quedamente para sí mismo. A pesar de que sabía desde hacía mucho que llegaría este día, había una extraña sensación pesándole en el pecho. Como si todo hubiese llegado demasiado pronto, o más bien, que una parte de él llegaría a extrañar esta parte de su vida. En estas últimas dos semanas y meses desde el Festival del Amanecer, Fuutarou había tenido algunos problemas para cerrar este capítulo de su vida en silencio.

Primero, y aunque no era una sorpresa, estaba el chismorreo. Dios, cómo odiaba el chismorreo. Incluso más cuando fue su nombre el que salió de las bocas de sus metiches compañeros de clase. Desearía que aquellos que habían descartado los rumores (por lo ridículos que sonaban) hubieran mantenido la misma actitud hasta que hubiera terminado la graduación, pero esos entrometidos compañeros rápidamente lo rodearon asfixiándolo de preguntas al irse haciendo más frecuentes los rumores. Sí, en efecto se le confesó a Ichika Nakano durante la noche final del festival. No, no estaba bromeando. Sí, sonaba todavía más loco que ella le dijo que sí. A él. A Fuutarou Uesugi de la clase 3-1.

El solo pensar en ello de nuevo le hizo rechinar los dientes. ¡Por supuesto que no podía mantener el rostro serio cuando le preguntaban eso! Por supuesto que no podía evitar hacerles una cara de fastidio a aquellos que se reían o lo veían como si estuviera loco o algo así.

Pero, lo que hacía las cosas todavía más embarazosas era que cuando la propia Ichika tuvo que enfrentarse a esos rumores. Sin importar cuántas veces se lo preguntaban, Ichika no dudaría en mostrar una gran sonrisa, diciendo de lo más confiada "¡Pero claro que sí, estamos saliendo!" como lo diría cualquier persona joven enamorada. Supuso que eso era ser una gran actriz. No tenía problemas en decir cosas como esa en voz alta.

Ahora que pensaba en esas situaciones vergonzosas, estaba esa pequeña confrontación que tuvo con Maeda poco después de que los rumores se soltaron. Como alguien que nunca había tenido peleas con un amigo, Fuutarou solo se anticipaba a lo peor cuando se trataba de confrontar a Maeda. Entre ellos no era un secreto que Maeda le había echado el ojo a Ichika durante un tiempo. Fue lo suficiente como para hacer que se le revolviera el estómago un poco. Aunque no llevaban tanto tiempo de ser amigos, ¿qué clase de amigo sería Fuutarou por confesársele a la misma chica?

Para su sorpresa, la conversación que tanto temía resultó ser poco más que un intercambio nominal.

- ¿Huh? ¿Y por qué iba a estar enojado?fue lo que dijo Maeda mientras él, Fuutarou y Takeda compartían un almuerzo en la azotea, el día posterior al festival. Ya me lo presentía de todos modos. Digo, Nakano-san ya me había rechazado antes. No creí tener mucha oportunidad luego de eso de todos modos.

- ¿En serio? – preguntó Fuutarou. – ¿Cuándo pasó eso?

- En segundo año, antes de nuestro viaje. Le pedí que bailara conmigo durante la fogata en el último día, pero dijo que ya había prometido bailar con alguien. ¿En serio no lo recuerdas?

- ¿Recordar qué? – Fuutarou alzó una ceja. Recordó que se había enfermado durante el último día de su viaje en segundo año, pero no recordaba que Ichika hubiese ido a bailar con nadie durante esa fogata. – ¿Acaso bailó con alguien?

- ¡Dijo que había prometido bailar contigo, duh!

Oh, eso sí que se le había olvidado. Esa no era Ichika a quien se lo había pedido, sino Miku disfrazada de ella. No era que hubiesen prometido bailar de ninguna manera; él solo estuvo allí tratando de sacar a Miku e Ichika de una situación incómoda, pero por supuesto, no tenía sentido sacar eso a colación. Además, no era como Ichika realmente hubiera querido bailar con él en ese momento…

¿Verdad?

- Cierto... – le respondió Fuutarou. – Pero lo que quise decir, es que no te culparía si estabas algo molesto conmigo. Incluso me preguntaste sobre esas chicas durante el festival, y no te di una respuesta directa entonces. No quiero que las cosas queden incómodas entre nosotros.

- Bueno… la verdad no lo sé, Uesugi. – Maeda se echó para atrás. – Quiero decir, sí, llevaba tiempo admirándola. Pensaba que había algo especial porque creía poder verla más claramente que a las demás quintillizas, pero fuera de eso, no creo que realmente supiera nada de ella. No como tú, al menos. Si sirve de algo, solo quiero que Nakano-san sea feliz, y como tu amigo, también que tú lo seas. No te pongas a sudar por pequeñeces; estoy muy feliz por los dos.

- Sí, Uesugi-kun. – se unió luego Takeda. – Todos somos amigos aquí. Nuestra amistad vale mucho más que algo tan pequeño como eso, ¿sabes?

- Pero, Uesugi, quiero que al menos le digas a Nakano-san que... – Maeda empezó a moquear entre palabras, casi como si estuviera por romper en sollozos si no tuviera la fuerza de voluntad. – Dile que… no importa lo que pase… yo siempre… siempre la apoyaré, ¡y que siempre seré su fan número uno!

- Ya, ya, Maeda-kun. – se rio Takeda.

Fuutarou cerró sus ojos. Aún había mucho que necesitaba aprender sobre lo que significaba tener amigos. Y aquí estaba, pensando que ya había aprendido todo lo que necesitaba.

En esta amplia y vacía sala, Fuutarou finalmente oyó el sonido de una puerta que se abría haciendo eco por las filas de pupitres. Cruzó los brazos, encarándolas de frente. – Se tomaron su tiempo.

Una solitaria fila era todo lo que separaba a Fuutarou de las quintillizas. Un cuarto para almorzar en la escuela vacío, sin nada del revuelo de las voces que normalizaban su día a día escolar.

- Allí estás. – Nino fue la primera en hablar mientras todas entraban.

- ¿Qué está pasando? – dijo Yotsuba mientras espiaba dentro de la sala vacía.

- Recibimos tu mensaje, Fuutarou-kun. – dijo Ichika con un ligero bostezo. – ¿Por qué teníamos que vernos tan temprano en la cafetería? La ceremonia de graduación no empezará hasta dentro de dos horas más.

Fuutarou alzó una mano. – Paren sus preguntas, por favor, enseguida llegaré a eso. Por ahora, ¿las cinco serían tan amables de dar un paso al frente?

- Creo que ya lo hemos hecho muchas veces. – dijo Itsuki. – Nos dijiste que viniéramos aquí de la nada, lo menos que puedes hacer es decirnos la razón.

El chico suspiró. – Solo háganlo, ¿quieren? Hacer algo como esto no es fácil para mí, y tener que llamarlas al otro extremo de la sala no me lo hará más fácil.

- Vamos, Itsuki. – dijo Miku dándole un empujoncito. – Escuchémoslo.

Todas se encontraron en el centro de la sala, lo suficientemente cerca para ver la mirada en los rostros de los demás. Especialmente la de Fuutarou. Aunque esa postura alta con sus brazos cruzados sobre el pecho mostraba una expresión ligera de duda, no estaba totalmente avergonzado, pero tampoco totalmente serio.

Fuutarou respiró profundamente.

- Antes de decir nada más – comenzó a decir Fuutarou – quiero primero expresarles una cosa a todas ustedes. Ichika. Nino. Miku. Yotsuba. Itsuki. Como su tutor, estoy muy orgulloso de todas y cada una de ustedes.

Todas parecieron sorprendidas. Fue casi una pena para Fuutarou que ya se esperaba que cualquier gesto amable de parte suya fuese recibido con una mezcla de confusión, defensa, y algo de sorpresa. Pero antes que pudieran cuestionarlo, continuó: – Todas han tenido sus propios desafíos en el pasado, pero han llegado hasta aquí gracias a su duro trabajo. Finalmente llegaron a su graduación.

Puso una mano sobre la mesa que estaba junto a él, donde había una pila de cinco marcos, junto con cinco pines de metal.

- Y no creo haber sido lo bastante claro, así que lo diré de nuevo: estoy muy orgulloso de cada una de ustedes. Puede que sus calificaciones no sean nada especial, pero nadie más en esta escuela sabe de lo duro que tuvieron que esforzarse ustedes cinco para llegar hasta aquí. Por eso… – Recogió el primer marco que estaba junto a él. No tenía sentido ponerse a tartamudear con sus palabras, no ahora. – Por eso, pienso que las cinco se merecen una ceremonia propia solo para ustedes. Antes de nuestra graduación oficial. No es mucho, pero… como su tutor solo quería expresar lo orgulloso que estoy de todos sus logros.

Al principio hubo silencio. Un silencio de muerte. Como si sus palabras no fuesen apropiadas para la boca de la que salieron, pero sin duda eran tan genuinas que no necesitaron que las repitiera. Las chicas se voltearon a ver entre ellas, ofreciéndose sonrisas unas a otras y luego a Fuutarou.

- ¿Qué? ¿Eso era todo lo que te preocupaba? – Ichika le guiñó el ojo. – Por supuesto que aceptamos, Uesugi-sensei.

- De hecho, deberíamos ser nosotras quienes te agradezcamos. – continuó Nino. – Has hecho mucho por nosotras.

- Tener nuestra propia ceremonia de graduación… – dijo Miku. – Eso no suena mal en absoluto. De hecho, suena muy divertido.

- ¡Le entro! ¡Le entro! – Yotsuba alzó la mano. – ¡Por favor siga hablando, Uesugi-sensei!

- No tienes que ser tan vago con eso… – murmuró Itsuki. – ¿Qué razón tendríamos para declinar? Después de que te hayas tomado la molestia de preparar esto para nosotras.

Fuutarou se contuvo de mostrarse demasiado alegre. Desde el comienzo, él era su tutor y ellas eran sus estudiantes. Ahora, cuando esa parte de su relación estaba a solo minutos de llegar a su final, el tutor debía enfrentar a sus pupilas con ecuanimidad. – Entonces… – Levantó con orgullo el primer marco. – Yotsuba Nakano, por favor acércate.

- ¿Huh? ¿Yo? – Yotsuba se señaló a sí misma.

- No pronuncié mal tu nombre, ¿verdad? – le dijo en un tono obviamente sarcástico. – ¿A dónde se fue todo ese entusiasmo?

- No creí que me llamarías a mí primero… – Yotsuba se rio nerviosa. – Y… bueno, no creí que me llamarían para nada, de hecho.

Fuutarou sacudió su cabeza. – Hoy también es tu día, Yotsuba. Ahora, por favor un paso al frente.

Le entregó a Yotsuba el marco que sostenía en su mano, ofreciéndole una sonrisa cálida. – Felicidades, Yotsuba.

Era un trozo de papel sencillo, pero cuidadosamente bien diseñado, colocado limpiamente dentro de un marco de plástico negro. Un certificado, un diploma hecho a mano, con las palabras completamente escritas a mano con gran esmero y precisión. Unas enormes letras formaban su propio nombre, en negrita y centrado. En una letra más pequeña había una dedicatoria a su recipiente, detallando sus logros.

- ¿Mayor mejora? – Yotsuba leyó las palabras en voz alta. – ¿Esto es…?

- No se rían. – les dijo Fuutarou a todas. – Sé que los premios como este son algo que hacen los niños de escuela primaria. La idea me la dio Raiha. Insistió en que sería una buena idea y me ofreció su ayuda. Puede que parezca tonto, pero…

- ¡No! – Yotsuba lo interrumpió de un grito. Fuutarou no lo había notado antes, pero unas lágrimas se habían formado rápidamente en los ojos de la chica. – ¡Siempre voy a atesorar esto! ¡No porque sea mi primer premio que haya recibido en la escuela, sino porque vino de ti, Uesugi-san! ¡No, Uesugi-sensei! – Miró de nuevo el trozo de papel, una y otra vez leyendo las líneas. – Lo guardaré, siempre. Lo colgaré en mi cuarto… haré una copia para mi escritorio… hasta lo pondré en mi currículum…

- Eso no lo hagas. No tiene esa clase de valor.

- Pero aun así… – Yotsuba empezó a moquear. – Muchas gracias, Uesugi-sensei… No había pensado mucho en esto anoche, pero ahora, me doy cuenta de que finalmente llegué aquí. – Apoyó el marco contra su rostro, tan cerca que casi le aplastaba la frente y la nariz. – Mamá… por fin lo logré…

Fuutarou, y el resto de las quintillizas, sonrieron cálidamente.

Yotsuba se irguió, dándose la vuelta para encarar a sus hermanas. – ¿Saben algo? Cuando era pequeña, hice una promesa. Quería ser una buena estudiante, y conseguir un buen trabajo. Por mamá… quería hacerlo porque vi lo duro que la estaba pasando mamá por nosotras. Pero ahora que soy mayor, me doy cuenta que mamá habría querido que nosotras siguiéramos nuestros sueños más que nada. Igual como Ichika se está convirtiendo en actriz ahora. Cuando era pequeña, y aunque suene un poco cliché, yo siempre soñé con… ser una novia.

La chica sonrió, mirando el rostro de Fuutarou. Por un momento, ella pudo ver a ese chico de aspecto perdido en Kioto, y luego volvió a ver la cara de Fuutarou Uesugi. – Pero ahora, me doy cuenta de que los sueños no están escritos en piedra. Los sueños pueden empezar en cualquier lugar, y a veces, un nuevo sueño puede tomar su lugar. Algo diferente, otro lugar donde encontrar la felicidad. Mi sueño ahora es... ¡encontrar mi nuevo sueño! Algo que pueda lograr por mí misma. Igual como Miku encontró su propio sueño. No sé lo que será, pero ahora siento que puedo hacerlo. ¡Puedo poner mi mente en lo que sea, y lo lograré! ¡Y todo gracias a ti, Uesugi-sensei!

- ¡Bien dicho! – Fuutarou le puso la mano sobre la cabeza a Yotsuba. Era un toque cálido y benevolente. Un halago que tantos años estuvo buscando, y Yotsuba quiso saborear cada instante de él.

Cada instante, por breve que fuese, de él, antes que Fuutarou le diera un rápido tirón al lazo de Yotsuba.

- Pero no te vayas a adelantar más de la cuenta, Yotsuba. – la regañó Fuutarou. – Que no se te olvide que tu boleta estaba llena de ceros cuando comenzamos, y tuvimos que dar todo lo que teníamos solo para evitar que tú reprobaras. Lo lograste por los pelos esta vez, pero solo porque se acabó la preparatoria, no significa que debas ponerte a olgazanear.

- ¡Ayayayay! – Yotsuba se puso las manos en la cabeza. – ¡Eso duele, Uesugi-sensei! ¡No me lo jales!

- ¿Acaso tienes este lazo pegado a la cabeza o algo? ¿Cómo es posible que esto duela?

La sala se llenó de murmullos y risas, animando el ambiente. Una vez que llegó el momento, Yotsuba volvió con el resto de sus hermanas, encarándolo de nuevo.

- Pero… eso no es una mala idea, Yotsuba. – dijo Fuutarou. – De hecho, me parece una excelente idea.

- ¿Qué cosa? – preguntó Miku.

- Anunciar sus sueños para el futuro. Aquí mismo y ahora. Como dijo Yotsuba, no tiene que ser algo escrito en piedra, sino más bien el siguiente paso. Nuestro contrato decía que las ayudaría a graduarse de preparatoria, pero como su mentor, sería un desperdicio ver que se vaya todo al traste si no veo un futuro brillante para mis estudiantes. Por eso, cuando las llame para que pasen al frente, quiero que cada una comparta sus sueños.

- ¿Eh? – dijo Itsuki, algo avergonzada en su tono. – ¿Por qué tan de repente? Eso es mucho pedir en este momento.

- ¡Yo creo que es una gran idea! – dijo Yotsuba.

- Porque fue tu idea. – replicó Nino. – Ahora él es quien está diciendo que deberíamos hacerlo todas.

- ¡Vamos, es lo menos que podemos hacer! – dijo Ichika dándoles un codazo. – Sigue siendo nuestro profesor, después de todo. Vamos a concederle esta última petición.

- Muy bien, porque ahora es tu turno. – interrumpió Fuutarou. – Ichika Nakano, ¿podrías por favor dar un paso al frente?

- ¿Ah, yo? – Ichika estiró los brazos, y luego se paró derecha, antes de avanzar. Se encontraron formalmente frente a frente, maestro y estudiante, mientras Fuutarou le entregaba el certificado.

- Felicidades, Ichika.

- Gracias, Sensei. – Miró el papel en sus manos, repitiendo las palabras. – Logros académicos

- Por obtener la mayor nota en el examen final. – explicó Fuutarou. – Por mantenerte muy diligente con tus estudios mientras que priorizabas tu carrera y apoyabas a tus hermanas. Como estudiante, como hermana mayor, has ido más allá de las expectativas. Todos te estaremos observando, sabiendo que seguirás brillando fuertemente. Este premio te pertenece a ti y a nadie más, Ichika. Buen trabajo.

Ichika sonrió ampliamente. – ¡Sí, Uesugi-sensei! ¡Haré que tú, y todos los demás se sientan orgullosos! – Se dio la vuelta para encarar a sus hermanas. – Mi nombre es Ichika Nakano. En cuanto a mi sueño… bueno, puede que suene algo egoísta, pero siempre soñé con algún día convertirme en una actriz notable de la era. Me encantaba ver películas desde que era pequeña, y nunca olvidaré la primera vez que vi a mi actriz favorita en dos películas diferentes. Era como si fuese una persona totalmente diferente, y desde entonces, siempre quise ser como ella. No porque fuese rica, o porque tuviera fans por todas partes, o porque se podía ver su cara a dondequiera que fueses, sino porque… en una entrevista, dijo que la actuación era cómo aprender a mentir. Aprender lo profundas y complejas que son las emociones humanas, y lo que significa tenerlas. Quiero aprender a hacer eso. Quiero experimentar y expresar todo, las diferentes clases de felicidad, tristeza, amor e ira que le pertenecen a un corazón.

Ichika miró hacia el suelo, y luego al frente, donde estaban sus hermanas. – Pensé que quedarme en la escuela interferiría con mi carrera. Que estaría mejor yéndome por mi cuenta yo sola. Pero ahora, que estoy aquí con todas ustedes… estoy segura de que tomé la decisión correcta. Gracias, Uesugi-sensei, por dejarme ser su estudiante. Gracias por dejarme estar aquí con todos ustedes el día de hoy. Les prometo que nunca los decepcionaré.

Hizo una reverencia, y como si fuese una ovación para una actriz, sus hermanas la recibieron de vuelta con una ronda de aplausos.

- ¡Todas estamos apoyándote, Ichika! – gritó Yotsuba.

- No te olvides de nosotras cuando llegues a lo más alto, ¿está bien? – sonrió Nino.

- Esa es nuestra actriz número uno, para todos aquí. Ahora… – Fuutarou se aclaró la garganta. –Miku Nakano, por favor un paso al frente.

- Claro… – Miku asintió, caminando lentamente. Miró las delgadas líneas que separaban las baldosas en la sala de almuerzo mientras cruzaban sus zapatos. Los extremos de las patas metálicas de las sillas que los rodeaban. El eco de las pisadas en la enorme sala que fuera de eso permanecía en silencio.

- Alza la frente, Miku. – Fuutarou colocó una mano sobre su hombro, sujetando con la otra el certificado. – No hay razón para que mires al suelo. Te has ganado esto, felicidades.

- Excelencia… escolar… – leyó Miku.

- Por ser la estudiante con el desempeño más consistente de principio a fin. – dijo Fuutarou. – Ichika puede haber sido la que obtuvo las notas más altas en el examen final, pero tú, Miku, has demostrado excelencia desde el principio. Tuviste el mayor promedio en todas las materias, exámenes y tareas. Siempre lo tuviste en ti, y con algo más de confianza, no me habrías necesitado en absoluto. No sigas agachada tanto tiempo, Miku. Te has ganado esto. Yo lo sé, y tus hermanas también lo saben.

- Para mí… – Miku sostuvo el marco ligeramente. Hubo una pausa breve antes de darse la vuelta para encarar a sus hermanas. – Mi nombre… – Hizo otra pausa, esta vez para tomar un largo y profundo respiro. – Mi nombre es Miku Nakano. Yo… ¡quiero estudiar gastronomía! Sé que no es una escuela tradicional a la que la mayoría de los estudiantes de preparatoria querrían ir después de graduarse, pero ya decidí que es lo que quiero hacer. Todos ustedes ya lo saben, pero yo nunca fui buena para cocinar, y todavía tengo un largo camino por recorrer. Mis galletas no siempre quedan crujientes, mi carne a veces queda quemada y cruda al mismo tiempo, y todo lo que hago siempre se desploma, pero aun así, entre más dificultades tenía, más aprendía a amarlo. Aprendí a ser más testaruda, a no darme por vencida, y lo que significa tener un sueño en el cual poner todo tu corazón y alma.

Miku se volteó a ver a Fuutarou. – Fuutarou… no, Uesugi-sensei. Usted fue la primera persona para quien quise cocinar. La primera persona que me dio el valor para volver a intentarlo una y otra vez. Alguna vez, usted fue mi sueño, Uesugi-sensei, y su felicidad junto con ello. Ahora, solo ha cambiado un poco. Por ti, por mis hermanas, por papá, y por mamá… quiero esa misma felicidad de cocinar para las personas que llevo en mi corazón, una y otra vez.

- Muy bien, Miku... – Fuutarou trató de ocultar una mirada de vergüenza dando un giro rápido. Eso no fue bueno. No se podía negar la admiración y respeto de su estudiante por él. Ese era el tipo de persona que era Miku.

- ¡Aw, miren eso, logró que nuestro Sensei se sonroje! – se rio Ichika.

- ¡No es justo, Miku! – le llamó la atención Nino. – Se supone que hoy solo somos sus estudiantes.

Miku se rio para sí misma, uniéndose de nuevo con sus hermanas. – Perdón. Por alguna razón, hoy me sentí un poco más atrevida.

- *Ejem*, continuando. – dijo Fuutarou para atraer su atención. – Nino Nakano, ¿quieres por favor dar un paso al frente?

- Creo que es mi turno. – Nino de inmediato se adelantó. Fue extraño; en cierto momento, Nino no pudo evitar visualizar este día. Deshacerse de los regaños, de los sermones, de las largas horas desperdiciadas estudiando. Ahora que lo encaraba con ambas manos sujetando el certificado, solo podía desear que hubieran tenido más tiempo en su ignorante juventud.

- Felicidades, Nino.

- Gracias, Uesugi-sensei. – asintió. – Así que un premio por Motivación de liderazgo, ¿eh?"

- Por estar siempre allí para tus hermanas. Todas ustedes estuvieron juntas en esto desde el principio, y juntas terminaron siendo fuertes. Puede que a veces seas un poco arisca, pero hace falta alguien que sea tan honesta y de carácter fuerte como tú, Nino, para sacar lo mejor de todos nosotros.

- Bueno, entonces no tengo más opción sino aceptar. Ahora, eso solo nos deja… – Nino sostuvo el marco detrás de su espalda mientras encaraba a sus hermanas. Sus dedos se sujetaron con fuerza al delgado plástico. Aunque no lo admitiría de dientes para afuera, había un inmensurable orgullo que venía con este gesto, uno que ni siquiera con su diploma oficial de preparatoria le ganaría.

Nino cruzó los brazos por debajo de su pecho. – Nino Nakano. Universidad de cuatro años. Bachiller de Ciencias en Manejo de Negocios.

Hubo una breve pausa.

- ¿Qué? ¿Eso no les basta? Está bien admitiré que quería seguir a Fuu-kun, digo, a Uesugi-sensei a dondequiera que fuese, pero hasta yo tengo que ser algo realista. Mis calificaciones de ninguna manera me llevarán a la mejor universidad de todo Japón; diablos, no creo que me lleve hasta el top 100, pero todos tenemos que empezar en alguna parte, ¿no? Ahora que se acabó la preparatoria, he tenido tiempo de pensar en lo mucho que he intentado vivir en el pasado. En lo mucho que deseé que pudiéramos vivir en el mismo lugar por siempre, en esa casa que hicimos nuestra. Nosotras cinco… no, nosotros seis. Pero, ya no más desear vivir en el pasado. No más tratar de mantener las cosas como siempre. Ahora solo miraré al frente, ¡y los reto a que intenten detenerme!

Se volvió hacia Fuutarou. – Nuestra madre una vez dijo que, si no fuese profesora, le habría gustado abrir un café algún día. Miku y yo estuvimos hablando, y ya que ella decidió ir a una escuela culinaria, necesitará tener a alguien que evite que las cosas se vayan a pique- Y esa persona voy a ser yo. He hecho mi tarea, así que sé que no va a ser fácil. Tendré que mejorar en matemáticas, aprender a manejar un negocio, y tengo que mantenerme en forma para estar por delante de la competencia. Eso significa que los estudios no terminarán en un futuro cercano, supongo. Solo mientras… ¿eh? Uesugi-sensei, ¿estás… llorando?

- No... no lo estoy. – Fuutarou se estaba sosteniendo una manga contra la nariz. – Es solo que… me conmueve escuchar que una de ustedes de verdad irá a la universidad…

- ¡Ponte serio, Fuu-kun! – La chica puso los brazos en jarras. – ¡Estoy hablando cien por ciento en serio aquí!

- Sé que lo estás. – dijo Fuutarou. – Perdón, es solo que me sorprendí un poco. Universidad o no, escuchar los sueños de cada una de ustedes es más de lo que podría pedir como su mentor. Todos te deseamos el mayor de los éxitos, Nino.

- Es la primera vez que oigo que quieres tomar ese lugar que mamá dejó por nosotras. – dijo Itsuki. – Siempre había dicho que era "un simple sueño tonto" que tuvo cuando era joven.

- Bueno… – Nino le echó una mirada a Miku. – Miku y yo pensamos en esto hace apenas unos días.

Miku asintió. – Al principio, pensamos en pedirle a papá ayuda para comenzar, pero al final, decidimos que sería mejor que tomemos un préstamo. Trabajar desde cero, para que nos ganemos cada centavo. Estoy segura de que mamá se sentiría orgullosa. Puede que suene algo ambicioso, pero pienso que tenemos una oportunidad de lograrlo.

- Ya veo… – dijo Itsuki.

- Lo siento. Probablemente deberíamos haberlo mencionado para que ustedes lo supieran. – dijo Nino. – Especialmente tú, Itsuki. Tú fuiste la que siempre dijo que si mamá abría un café, habrías querido trabajar en él por el resto de tu vida. Tal vez deberías unírtenos. Las tres definitivamente podríamos hacer un buen trabajo.

- No, está bien. – Itsuki negó con la cabeza y sonrió. – Es cierto, siempre me he aferrado mucho a mamá. Siempre quise hacer todo lo que ella hacía, e ir a dondequiera que ella fuese. Creí que eso sería suficiente. Ahora ya no está, pero estoy segura de que dondequiera que esté, estará feliz de que esa parte de sus sueños sigue viviendo dentro de ustedes dos, y además...

Itsuki miró hacia el frente. – Mamá habría querido que yo también siguiera mi propio sueño, ¿verdad?

Los ojos de Fuutarou se encontraron con los de ella, y sonrió. Le indicó que era su turno. – Por último, pero no menos importante… Itsuki Nakano, ¿quieres por favor dar un paso al frente?

- Por supuesto. – Itsuki asumió su lugar frente a él, levantando la mirada hacia Fuutarou como cualquier estudiante lo haría con su más respetado instructor.

- Fue aquí, ¿verdad, Itsuki? – Colocó una mano sobre la mesa de almuerzo. – El lugar donde comenzaron todos nuestros problemas. Aquí mismo en esta mesa de almuerzo, en ese día particular, me senté con una chica maleducada con un almuerzo para una sola persona digno de un festín.

- Así que elegiste este lugar específicamente para la ocasión, ¿verdad? Ya decía yo que se veía peculiar. – Itsuki hinchó las mejillas. – Y si mal no recuerdo, el que fue maleducado fuiste tú, Uesugi-kun. Incluso me llamaste…

- ¡Oi, Itsuki! – Yotsuba la llamó desde atrás. – Hoy es Uesugi-sensei, ¿recuerdas?

- Uesugi...sen... – Itsuki hizo una pausa, luchando por encontrar la voluntad para decir las palabras. Su cara se puso tan roja como los mechones de su cabello mientras chasqueaba los dientes una última vez. – ¡Ugh! ¡Uesugi-sensei! Ya, ¿están felices?

La superficie plana del marco del certificado dio un toquecito ligero sobre la frente. Fuutarou seguía de pie frente a ella, con una mano en la cintura. – Solo estaba bromeando, Itsuki. Puede que a veces seas una estudiante problemática, pero nunca tuve dudas en que fueras una estudiante seria. Felicidades, Itsuki.

Itsuki sostuvo el marco en sus manos. – Esfuerzo… sobresaliente…

- Por siempre dar todo lo que tienes, sin importar lo pequeñas o triviales que sean las cosas. Por nunca darte por vencida, sin importar lo que se te cruce en el camino. Siendo ambos estudiantes, apenas podíamos llevarnos bien. Como tu mentor, no tengo nada que darte excepto halagos y reconocimiento por todo tu duro trabajo.

- Yo... – Itsuki tomó un profundo respiro. A través del su espesa cabellera roja-naranja podía ver el brillo en sus ojos. – Mis disculpas, Uesugi-sensei. Pero no puedo aceptar esto.

La respuesta vino casi al unísono. – ¿Huh?

- ¿Qué quieres decir, Itsuki? – preguntó Fuutarou.

De nuevo, Itsuki volvió a respirar. – Mi sueño es ser algún día profesora. No porque mamá lo haya sido y quiera convertirme en ella, sino porque mamá era una profesora que me inspiraba. Uesugi-sensei, usted es un profesor maravilloso, pero para mí, mamá fue siempre la profesora ideal. Ahora ya no está, y hay muchas preguntas que quiero hacerle. Quiero saber cómo entender a los estudiantes, cómo hacer que confíen en mí, y…

Itsuki bajó la mirada hacia el piso. – ... y quiero saber si alguna vez se arrepintió de convertirse en una. Una vez me dijiste que ser profesor significa muchas cosas. Que habrá algunos estudiantes brillantes y otros problemáticos. Habrá veces en que será agotador, y que parecerá que no vale la pena, pero incluso sabiendo eso, ¡quiero hacerlo! Para mí eso es lo que significa enseñar. Por eso…

Se volvió hacia Fuutarou con la misma mirada de determinación en los ojos. – Por eso es que aún tengo mucho que aprender. Yo también iré a la universidad. Así como estoy ahora mismo, no he sido otra cosa que una estudiante testaruda y egocéntrica que solo sabe darse de golpes a la cabeza constantemente. Sé que en el fondo mamá nunca se arrepintió de su decisión, y yo tampoco lo haré. Lo que intento decir es… es…

Inclinó su cabeza, devolviéndole el certificado a Fuutarou. – Uesugi-sensei, aún hay mucho que puedo aprender de usted. Comparado con ser una estudiante, sé muy poco de lo que significa ser una profesora. Por eso es que siento que no estoy lista para graduarme como su estudiante, y tampoco estoy lista para recibir esto de usted. Por favor, Uesugi-sensei, continúe enseñándome un poco más.

Fuutarou se quedó callado, mirando la cabeza inclinada de una de sus más preciadas pupilas, y luego las miradas de las demás detrás de ella. Era inútil. Las mentes de las quintillizas siempre mantenían su manera de pensar igual, y podía ver por el ligero cambio de miradas asombradas, para convertirse en sonrisas cálidas, que todas esperaban la única respuesta posible.

Suspiró, y le puso una mano sobre la cabeza a Itsuki. – ¿Cómo podría rehusarle algo a una pupila tan dedicada? Muy bien. – Cogió de vuelta el certificado final de las manos de ella. – Déjame advertírtelo: no va a ser fácil, Itsuki. Seré más estricto contigo que antes. ¿Algún problema con eso?

- Ninguno en absoluto. – sonrió Itsuki, todavía sin estar lista para enseñar la gama de tonos rojos que estaban llenando su cara.

- Entonces, con todo lo dicho y hecho… – Fuutarou cruzó los brazos, mirando los rostros de todas. –Ichika. Nino. Miku. Yotsuba. Itsuki. Una vez más, felicidades por llegar hasta aquí. Por mi honor como tutor, y desde el fondo de mi corazón, estoy muy orgulloso de cada una de ustedes.

Fuutarou hizo una lenta reverencia.

- Ahora vamos… es hora de prepararnos para la verdadera ceremo—

Cinco pares de pisadas resonaron en su dirección. Apenas pudo ver por un segundo antes de que cinco fuerzas individuales se le echaran encima por todo el cuerpo. Brazos estirados y abiertos, acariciándolo con calidez y ternura, todos rodeándolo en un fuerte y abrumador abrazo. El ruido que salió de la melodía sin tono de cinco desastres idénticos que llegaron de golpe a su vida.

- ¡Gracias, Sensei! – gritaron todas a la vez.

- ¡Todas te vamos a extrañar!

- ¡Más te vale que vengas a visitarnos a menudo!

- ¡No será lo mismo sin ti!

- ¡Buena suerte en la Universidad de Tokio!

- ¡No te atrevas a olvidarte de nosotras!

- ¡Mantente siempre en contacto!

- ¡Asegúrate de decirnos dónde te quedarás para que podamos visitarte!

- ¡Tráenos a casa un montón de regalos de Tokio!

Fuutarou luchó para evitar caerse de espaldas. – Ustedes, quintillizas… Tokio no va a ser lo mismo sin ustedes cerca.

Se hizo todo un revuelo de cabellos enredados y telas. Aromas mezclados de perfume, ropa recién lavada, champú y acondicionador. Seis voces, cada una más fuerte que la anterior. Un desorden tan caótico, que no pasaría mucho antes que Fuutarou terminara cayéndose al suelo, arrastrándolas a todas con él en un colapso rebosante de alegría. En medio de ese desorden, tan claras como el día, había cinco sonrisas igual de genuinas, mientras cada una clamaba por su nombre.

- Fuutarou-kun.

- ¡Fuu-kun!

- ¿Fuutarou?

- ¡Uesugi-san!

- Uesugi-kun.

Se pasó la manga de su cárdigan por los ojos. – Podría haber sido cualquiera – dijo Fuutarou – pero… me alegro tanto de haber sido yo. Estoy muy feliz de haberlas conocido, y de haberme convertido en su profesor. Maldición… – No tenía forma de ocultar las lágrimas que bajaban por su rostro. La pesadez que obstruía su garganta, arrastrándole cada una de las palabras y ardiéndole como el fuego.

- Gracias. Muchas gracias… a todas.

Esta historia continuará…


Notas del traductor:

Ah cielos, empiezo a preguntarme si vale la pena hacer estas traducciones, cuando nadie se toma el tiempo para comentarlas. ¿Qué sucede? ¿Por qué tan flojos, gente?

Bueno, qué más da. Como pueden ver, este capítulo se centró en la ceremonia de graduación. No la formal, sino una más personal, solo entre Fuutarou y las hermanas. Pienso que fue una excelente idea, ya que no solo se gradúan de preparatoria, sino de ser estudiantes de él, y él tiene la oportunidad de hacerles ver su progreso y lo orgulloso que está de todas. Sin duda un toque muy original y que me habría gustado ver en canon, y de hecho me estoy planteando seriamente la posibilidad de hacer algo como esto cuando mi fic principal llegue a este punto en el tiempo. Por supuesto, lo haré a mi manera, no pienso copiarme descaradamente de esto. Una última cosa, ¿soy el único que escuchó sonar en su cabeza el opening de la primera temporada en el último fragmento cuando las hermanas llaman a Fuutarou una tras otra?

En fin, creo que no me queda más que decir. Lo digo en serio, gente: si esto les gusta díganlo, y si no también. ¿Cómo se supone que le voy a retransmitir a bobalon lo que piensan de esta historia si no me dicen nada? No vale la pena traducir si la gente no muestra interés, ¿saben?