Todo de mí

Escrito por bobalon, traducido por Fox McCloude

Disclaimer: Gotoubun no Hanayome y todos sus personajes son propiedad de Haruba Negi. La historia le pertenece a bobalon, yo solo tomo crédito por la traducción. Todos los derechos reservados.

Capítulo 12 — Mientras esté ausente


Treinta pisos de avaricia y elegancia. Paredes cortinadas de cristal y piedra pulida eregidas alrededor de un pilar de concreto, de manera tan imponente que todos los edificios que lo rodeaban se veían humildes en comparación. Una sola mirada rápidamente consumiría los billetes y monedas necesarios para llamar a este lugar hogar, ascendiendo con cada piso hasta que el cuello se cansaría por doblarse hacia atrás.

Era una vista algo desalentadora, pero a la vez extrañamente agradable. El edificio Pentagon. En cierto punto, Fuutarou frecuentaba este complejo de apartamentos tan a menudo que podría considerarlo un segundo hogar. Aunque había pasado un largo tiempo desde la última vez que puso un pie adentro, recordaba cómo estaba ordenado todo. El cuarto más lejano en el piso alto, cómo estaban colocados los muebles y la cocina, y las revoltosas chicas que vivían dentro de esas paredes. Recordaba también lo rápido que sus caras se enfurruñaban cuando Itsuki era la primera en recibirlo en esa puerta. Recordaba el agradable aroma de la cocina de Nino, en yuxtaposición con la esencia de las sobras quemadas que (para vergüenza de Miku) todavía estaban en el aire. Recordaba el retumbar en el piso de los pasos de Yotsuba, y lo extraño que era que Ichika fuese capaz de dormir aun con todo eso a su alrededor.

El pensamiento le resultaba divertido. Pensar que hubo un tiempo en que no quería otra cosa que se acabaran esos días. Recolectar su paga de la manera menos dolorosa y más tranquila posible. Nada más, nada menos. Ahora, sin embargo, podía admitir que una arraigada nostalgia lo invadía cuando pensaba en esa sala llena de vida en el piso más alto. Como si a una parte de él no le importase volver a aquellos días, aunque significara volver a ser el reacio tutor de cinco desastres ambivalentes.

Aunque, y por mucho que el pensamiento fuese de ida y vuelta, había algunas cosas que nunca cambiarían. Algunas cosas que nunca se podría sacudir de encima, una faceta con todo que los había vuelto amigos y compañeros. Fuutarou se jaló la correa de su mochila, sintiendo ese peso familiar de libros de texto y cuadernos en su interior, y presionó el botón del intercomunicador.

- ¿Hmm? – zumbó una voz desde el altavoz. – ¿Uesugi-sensei? ¿Es usted?

Había pasado algo de tiempo desde la última vez que lo llamaron así, y admitiéndolo, todavía no se acostumbraba del todo. – Sí, soy yo. ¿Eres tú, Ichika?

- Adivina. ¿No eres capaz de identificarme solo con mi voz?

Fuutarou suspiró. – No estoy para jugar este juego contigo. Si no eres Ichika, ¿puedes al menos decirle que ya estoy aquí para nuestra sesión de estudios? Como sea, solo déjame entrar, ¿quieres?

- Bu, no eres divertido. – La voz detrás del intercomunicador se rio, y Fuutarou se dio cuenta algo tarde que la voz definitivamente pertenecía a Ichika. – Fuutarou-kun, ¿te importaría esperar un poco? Todavía me estoy preparando, así que no podré abrirte la puerta.

- ¿Preparándote? Pero si ya es más de mediodía. ¿No puede alguna de tus hermanas dejarme entrar?

- ¿Una de mis hermanas? ¡Oh! Acerca de eso, las demás ahora mismo están afuera, así que ahora solo estoy yo. Itsuki y Nino acaban de salir así que probablemente te topes con ellas. Podrán dejarte entrar. Como sea, tengo que volver a mi cuarto para vestirme. ¡No tardaré mucho, lo prometo!

- ¿Entonces tengo que quedarme aquí esperando? – gruñó Fuutarou. – Vamos, tuve que hacer toda la caminata hasta aquí, ¿no puedes solo dejarme entrar?

- Fuutarou-kun, debo decirte que lo único que llevo encima es mi toalla. A menos que ¿no será esa la razón por la que tienes tanta prisa de subir? ¿Y luego de escuchar que estoy aquí sola?

- ¡Ichika—! – Fuutarou ahuecó la mano sobre el altavoz, pero fue demasiado tarde. Una pareja mayor detrás de él, que casualmente se había aproximado en ese momento, no pudo más que ofrecerle unas risitas disimuladas al avergonzado chico en la entrada del edificio. No alcanzó a ver la mirada en sus ojos, pues había desviado su propia mirada al suelo cuando se apartó del tablero electrónico. – P-perdón… – se disculpó con una reverencia. – Pueden pasar.

Fuutarou sabía que era mejor no volver a intentar eso. Si lo que Ichika había dicho era cierto, entonces no habría nadie para responder el intercomunicador. Así que decidió esperar. Por lo menos, eso le daría algo de tiempo para repasar en su cabeza los planes para las lecciones del día.

El vaivén de las hojas verdes formaba unas sombras desveladas sobre su cuaderno abierto. Su mano lentamente se deslizaba por el papel, sintiendo las arrugas de las viejas páginas debajo de sus dedos. Cruces y círculos rojos decoraban los papeles, y el impaciente tutor solo podía sacudirse la cabeza al mirar el nombre escrito tan limpiamente en la parte superior: Nakano, Ichika.

Antes que Fuutarou lo supiera, ya había transcurrido un mes completo. Ese era el corto tiempo que la institución de actores le había dado a Ichika para prepararse, antes de irse a estudiar al extranjero. Por mucho que le doliera, lo más que podía hacer por su pareja era apoyarla de la mejor manera que sabía hacerla.

Tutorías, instrucciones y guía. A través de ese vasto océano, un nuevo mundo esperaba a esa inmensamente talentosa actriz a quien orgullosamente llamaba su novia, y las lenguas que llevaban tenían palabras que apenas podrían comprender. Sería un arduo trabajo por delante. Así, por cinco noches a la semana, y contando las cuatro semanas pasadas, Fuutarou e Ichika habían pasado sus tardes sumergidos en los libros y practicando conversaciones habladas. Después de todo, Ichika necesitaría toda la ayuda que pudiese conseguir para mejorar su inglés.

Y el día de hoy marcaba su última sesión de estudios. Una sesión presencial, con todo lo demás anteriormente hecho a través del video chat.

- Bueno, hablando del diablo. – interrumpió una voz su breve nostalgia. Atravesando la entrada del frente, Fuutarou notó que Itsuki y Nino acababan de salir del edificio. – Buenas tardes, Fuu-kun. ¿Qué haces allí sentado? ¿Ichika no debería haberte dejado entrar?

- Ichika estaba ocupada con… algo, supongo. – Fuutarou se estiró cansinamente mientras volvía a ponerse de pie. – Lucen bien ustedes dos. ¿Van a alguna parte?

- De compras. – replicó Itsuki, jalando la correa del bolso que colgaba de su hombro. Era bastante grande, lo suficiente para cargar muchas cosas. Ambas llevaban uno cada una. – Tendremos mucho que hacer para la fiesta de despedida de Ichika. Haremos su favorito: Shiokara.

- … el calamar se ha estado fermentando en el congelador desde hace un mes. – Nino arrugó la nariz ante la mención de eso, y admitiéndolo, Fuutarou se sentía igual. El pescado crudo era algo que ni su estómago podría soportar, y ni siquiera luego de que Ichika lo obligó a darle una probadita en algunas de sus citas podría convencerlo de cambiar su opinión.

Itsuki miró entre sus caras, alzando una ceja curiosa. – Oh, vamos, ustedes dos. ¿Cómo pueden no estar emocionados? El Shiokara es tan delicioso, especialmente cuando Nino lo hace, ¡y hace mucho tiempo desde la última vez que lo hicimos!

- Itsuki, eso es porque la última vez que lo hicimos no pudimos quitar el olor del congelador por semanas. – Nino suspiró, pasándose los dedos por las puntas de su cabello. – Pero si es por Ichika, supongo que no tengo opción, ¿verdad? Ya pasamos por todo ese problema para prepararlo.

Presionó entonces un dedo en el pecho de Fuutarou, con una sonrisa maliciosa formándose en su rostro. – Y tú, Fuu-kun, te vas a comer hasta el último bocado que te demos, ¿entendiste?

- Si es por Ichika. – Fuutarou repitió las palabras, haciendo su mayor esfuerzo por ocultar cualquier indicio de rechazo en su voz.

Itsuki notó el último de los libros que Fuutarou estaba empacando. – Estudioso como siempre, ¿verdad, Uesugi-kun? ¿Todo eso es solo para estudiar inglés?

- Sí. Todo lo que hemos cubierto durante el último mes.

- A veces me olvido lo apasionado que puedes ser con los estudios. Quiero decir, ¡mira lo gruesos que son esos libros y cuadernos! No me extraña que Ichika se vea muerta de cansancio últimamente. – Itsuki recordó aquella vez de hacía varios meses, cuando volvió a ser su estudiante, y de inmediato sintió un escalofrío ante el pensamiento. – Imagina tener que sufrir todo un mes de aquellas lecciones. Día tras día… la tortura… Pobre Ichika.

Fuutarou rodó los ojos. – Podría sobrevivir sin el sarcasmo, Itsuki. Además, deberías haber visto sus habilidades de conversación cuando iniciamos. Esto fue por su propio bien.

- *Ejem*. – Nino cruzó los brazos. – ¿No te olvidas de alguien más que estaba ayudando a Ichika con su inglés mientras estabas muy ocupado? No te creas que te puedes llevar todo el crédito.

- Ni siquiera soñaría con eso, Nino. – replicó él. – Se notaba que sabías lo que hacías. Gracias de nuevo por habernos ayudado. – Como alguien que anteriormente había sido su tutor, Fuutarou estaba más que familiarizado con las fortalezas de la segunda quintilliza. El Inglés resultó ser su mejor materia en la escuela, y por eso no dudó en enlistar su ayuda. El interés de Nino por los medios de entretenimiento occidentales proveyó no solo una fortuna de conocimiento lingüístico, sino también un breve entendimiento de cosas que ningún libro de texto podría haberle dado. Escenarios sociales, habilidades conversacionales aplicadas.

Los shows de cocina favoritos de Nino proveían largos comentarios sobre un conjunto de habilidades que habían pillado su interés. Con el tiempo, Nino se encontraría siguiendo recetas sin necesidad de usar los subtítulos o traducciones. Las redes sociales y blogueros viajeros le proveían un vistazo a la vida moderna de quienes vivían al otro lado del mar, y las diferencias culturales entre Norteamérica y Japón. Antes de darse cuenta, Nino e Ichika habían llevado la mayor parte de sus interacciones en los días recientes hablando solo en inglés. Por supuesto, había un límite de cuánto se podría aprender de ese modo, pero Fuutarou no podía más que sentir orgullo por la iniciativa de ambas.

- Bueno, no sé mucho al respecto – dijo Itsuki – pero Ichika de verdad suena como si hubiese mejorado mucho. Así que buen trabajo. A ambos.

- Gracias. – replicó Fuutarou. – Como sea, creo que ya le he dado suficiente tiempo. ¿Será que alguna de ustedes dos me puede dejar pasar al edificio?

- Claro. – dijo Nino. – ¿Puedes, Itsuki?

- Sí. Sígueme por aquí, Uesugi-kun. – Sacó la tarjeta de acceso del apartamento de su cartera. Pero antes de dejarlo entrar, Itsuki cubrió la ranura metálica con la palma de la mano y se giró hacia Fuutarou.

- ¿Pasa algo? – Fuutarou alzó una ceja.

- … solo estudiar, ¿verdad? – Su voz salió como un murmullo muy quedo, demasiado para entenderle.

- ¿Qué dijiste?

- Solo estás aquí para estudiar, ¿verdad? – repitió Itsuki. – Lo digo en serio. Más te vale que muestres algo de responsabilidad mientras estás aquí. Ichika tiene mucho que hacer en este momento. Tiene que estar concentrada y no… ¡no se puede poner a jugar!

Partes del rostro de Itsuki se habían tornado algo rojas, y parecía que apenas si podía mirarlo a los ojos. Fuutarou no estaba seguro de dónde o cuándo vino todo eso, pero en este punto, solo quería poder entrar. – C… ¿claro? ¿No es por eso que estoy aquí?

- Bien. – Itsuki asintió, y luego volvió a hacerlo. Despidiéndose con la mano, su viejo tutor acababa de desaparecer por las puertas y hacia el interior del Pentagon. Desde allí, ya no había más que un breve ascenso por el elevador, donde Ichika lo esperaba pacientemente.

Cuando Itsuki regresó, Nino se encontraba allí, con una mano en la cadera y alzando una ceja. – ¿Qué fue todo eso?

- ¡Ugh! – Itsuki se revolvió su pelo, como si eso pudiese de algún modo disipar los pensamientos. – ¡Es que no me puedo sacar esa estupidez que dijo Yotsuba de mi cabeza!

- ¿Esa "estupidez" que dijo Yotsuba?

- Ya sabes… eso que dijo hace unas semanas. Cuando Ichika… visitó a Uesugi-kun en su apartamento. – De nuevo, Itsuki volvió a sacudir frenéticamente su cabeza. Recordaba aquel escalofriante "¡¿Ehhhhh?!'" que resonó en su apartamento aquel sábado por la noche. Recordó la mirada sorprendida en los rostros de Yotsuba y Miku mientras marchaba rápidamente bajando las escaleras, preguntándoles si todo estaba bien. Algo que Itsuki pronto se arrepentiría de haber preguntado. – E-esas cosas no son asunto nuestro. Ahora, todo lo que puedo pensar es que, si esos dos se quedan solos, entonces…

- Estás dándole muchas vueltas otra vez, idiota. – Nino le dio un toque a su hermana menor en la cabeza. – Vamos, tenemos compras por hacer, así que olvídate de eso.

- Bueno, quiero decir, si Uesugi-kun e Ichika… bueno, si acaso él… si acaso ella… ya sabes, si… entonces eso significaría… ¿significaría que básicamente Uesugi-kun nos vio a todas…?

- Te dije… – Una frialdad aguda envolvía las palabras de Nino, y la mirada fulminante de sus ojos disuadió a Itsuki de decir una palabra más. – Olvídate. De. Eso.

Itsuki rápidamente cerró sus labios, asintiendo a modo de disculpa. Las dos continuaron lado a lado por la calle en silencio. Aunque ya habían disipado la conversación, ni Itsuki ni Nino pudieron suprimir del todo los pensamientos ahogados que provocaron un ligero tinte rosa en sus mejillas. Tal vez fuese porque eran quintillizas. Tal vez fuese una especie de fuerza invisible e inexplicable que dejaba respuestas a preguntas que ninguna de ellas quería hacer. En momentos como éste, era mejor distraerse con las tareas que debían hacer, y cualquier otro pensamiento intrusivo podía ser dejado de lado para después.

(-0-)

A treinta pisos de altura, y tras un corto viaje a través del lobby y en el elevador, Fuutarou se encontró enfrente de la ya familiar puerta. Un breve resplandor de oro recorrió el borde de la placa con el nombre "Nakano" grabado lustrosamente. Fuutarou pasó el dedo por el borde de cada letra grabada, como si quisiera recordar con afecto los días pasados, antes de presionar el timbre.

El ruido fue suave, pero pudo escuchar los pasos aproximándose a la puerta, seguidos de un "¡Ya voy!" en tono juguetón al acercarse. Nada fuera de lo ordinario en lo que a él concernía. Eso fue hasta que sus oídos captaron un detalle peculiar. Había una extraña pesadez en los pasos detrás de la puerta: eran sonoros, como si hicieran eco adentro de la puerta. Era como el sonido de unos tacones planos golpeando contra el suelo, ¿pero qué razón podría tener Ichika de llevar zapatos solo para ir a abrir la puerta?

No pudo pensar ni por un segundo más pues la puerta en ese momento hizo click y se abrió. – Sorry for the wait! (1) – Ichika le respondió en inglés. Una sonrisa juguetona se curvaba hacia sus mejillas al ver la lenta realización en la cara de su tutor, pasando de la mirada seca que siempre pintaba su rostro, a como sus ojos dorados lentamente se ensanchaban al verla de pies a cabeza.

De pie en el umbral de la puerta se encontraba una imagen tan viva como la recordaba, aunque el pensamiento de verla fuera de sus memorias despertó deseos en él que nunca se imaginó que existían. Ichika llevaba una chaqueta negra con bordados blancos alrededor de los bordes, el cuello y los bolsillos. Debajo estaba una camiseta blanca cuyo botón superior había sido intencionalmente desabotonado, una falda verde que terminaba apenas a pocos centímetros de la mitad de sus muslos. Alrededor de su cintura estaba un suéter amarillo que apenas caía un poco por debajo de su falda. Y al final de la larga sección expuesta de sus piernas había un par de medias blancas sobre un par de zapatos escolares marrones.

El uniforme de la preparatoria Asahiyama. Su viejo uniforme escolar.

Y entre más seguía mirando Fuutarou, más se daba cuenta de lo perfecto que seguía quedándole.

- ¿No vas a entrar…? – La sonrisa de Ichika se ensanchó aún más. El resquicio entre las partes desabotonadas de su camiseta se volvió más tentador cuando ella se inclinó hacia adelante, y su voz se volvía aún más coqueta mientras se acercaba más a él. Y solo entonces fue que Fuutarou se dio cuenta que su boca colgaba ligeramente abierta, pues Ichika le había levantado el mentón con la punta del dedo. – … ¿Uesugi-sensei?

- ¡I-Ichika! ¿Por qué estás…? – El primer pensamiento de Fuutarou fue mirar por encima del hombro, como si hubiese hecho algo malo.

- Ahh… ¿o sea que te gustan estas cosas, hmm? – Ichika le guiñó el ojo, colocando ambas manos sobre su pecho. La mirada en sus ojos se entrecerró como si estuviera eligiendo las partes de su cuerpo donde el avergonzado chico había fijado su mirada por más tiempo. – Naughty boy.(2) – dijo en inglés.

- ¡Ichika! – Fuutarou volvió a gritar, aunque esta vez, su voz se quebró un poco por la vergüenza. Se sentía como si vapor salieran de sus orejas entre más balbuceaba sus palabras, pero nada que saliera de su boca tenía sentido.

- Oh, es verdad. – Se aclaró la garganta. Sus manos rápidamente lo jalaron de las muñecas, atrayéndolo hacia esa cautivadora esencia de su perfume. – Quiero decir, Uesugi-sensei.

La puerta se cerró detrás de él.

Apenas tuvo tiempo de protestar, pues Fuutarou se encontró tropezándose con sus propios pies entre más adentro caminaba. Ichika tenía un agarre mortal en su muñeca, como si se rehusara a soltarlo aunque significara que se las rompería. – ¡Espera, espera! – gritó Fuutarou, pero ella lo ignoró totalmente. – ¡Ichika!

Entraron en la sala. En cierto momento, Ichika le había dado un tirón para ponerlo frente a ella y despojarlo de la mochila en su espalda. Los pesados libros retumbaron en el piso cuando la mochila fue arrojada a un lado. Y parecía ser que Ichika todavía no terminaba. Con un paso torpe tras otro, Fuutarou se fue dando tumbos hasta que se tropezó con el talón, o mejor dicho, que lo empujaron. Cayó de espaldas sobre los suaves cojines del sillón, todo mientras escuchaba las risitas juguetonas detrás de él.

Y luego, ella se le montó encima.

Los muslos de Ichika le apretaban fuertemente los costados, y se sentó sobre su regazo como si quisiera impedir que se sacudiera. Cuando sus ojos se giraron hacia arriba, lo primero que vio fue esa mirada lujuriosa y llena de deseo en sus ojos color zafiro, y cómo se lamía los labios mientras presionaba su mano contra el pecho de él.

Por un solo momento, la mirada en los ojos de la chica cambió. Cuando el empujón de sus caderas forzó un gruñido indecente a salir de los labios de su amante; el mismo momento en que una repentina corriente en su espalda la hizo enderezarse, instintivamente haciéndola poner los codos contra sus costillas.

Entrecerrando su mirada, Ichika se acercó a él. Ella se había dado cuenta allí mismo y en ese lugar, de lo fácil que era ver cuáles partes de él podían o no mentir. Ella sentía a las partes honestas de su cuerpo. Sus dedos se deslizaron por detrás del cuello de su camisa, jalando ligeramente la tira negra de su sostén. – Siempre he soñado con hacer esto contigo… – dijo Ichika en un arrullo cariñoso. – …Sensei.

La mirada en los ojos de Fuutarou se ensanchó a lo más que jamás había estado. Los pensamientos corrían por su cabeza a toda velocidad, y entre más se dejaba llevar por las palabras, menos lograba resistirse su cuerpo. El sentir el peso del cuerpo de ella contra el suyo, los deseos infinitos que salían por los cortos días que habían pasado separados. Las manos de ella guiaban las de él a rodearle la cintura, y él tan fácilmente se lo permitía. Por alguna razón inexplicable razón, el nombre se escapó de su boca. – ¡N… N-Nakano-san…!

Y entonces, repentinamente, un ruido de una lata siendo abierta y el siseo de la bebida carbonatada hizo que sus miradas sonrojadas se congelaran. Vino a poca distancia detrás de ellos… desde la mesa de la cocina.

Una lata de refresco de matcha, acababa de ser abierta detrás de ellos. Y la quintilliza había estado inocentemente parada allí todo el tiempo.

- ¡—Miku! – gritaron ambos a la vez. Se giraron hacia ella, luego se vieron entre sí, y luego otra vez a Miku, alejándose rápidamente una del otro. Ichika se puso de pie, enderezando su falda con una risita nerviosa. – C-creí que tú… ¡creí que ya te habías marchado!

El refresco traqueteaba entre sus manos, derramando un poco de su contenido por el borde abierto de la lata. – Y-y-yo… – La avergonzada quintilliza movía sus ojos de un lado al otro, mirando a todas partes excepto por el obvio espectáculo de intimidad que tenía enfrente. Si tan solo fuera tan fácil para Miku ignorarlo, ya que empezó a tartamudear crudamente. – Yo… me olvidé de algo, así que volví. Uhm… T-te llamé, pero creí que te estabas duchando y ahh… yo estaba… – Parecía que Miku acababa de acordarse de la lata fría que llevaba todo ese tiempo. – ¡Esto! ¡Quería sacar esto antes de volver a salir! ¡Matcha Soda!

La tercera hermana permaneció allí por un buen rato, sosteniendo su soda como si se la presentara a una audiencia. Silencio era todo lo que llenaba su espacia, atrayendo respiraciones agitadas de sus bocas abiertas. Por alguna razón, Fuutarou sentía como si fuese su responsabilidad hablar. Se puso de pie, levantando una mano. – H-hey, Miku. Ha pasado un tiempo, ¿eh?

Dio un paso al frente. En cuanto lo hizo, Miku dio uno hacia atrás. Cautelosamente. – Uhm… – dijo Fuutarou. – Mi…

- ¡Mejor me voy! – exclamó Miku. – ¡P-perdón por interrumpirlos! ¡Haré de cuenta que no vi nada!

- ¡Espera! – Fuutarou alargó la mano. – ¡Las cosas no son así! Solo estábamos…

Miku inhaló profundamente, al sentir su fuerte agarre alrededor de su muñeca. – ¡Está bien! ¡Está bien! Eso es… normal para las parejas, ¿verdad? Ya están en esa edad. Ja… ja…

- ¡Solo estaba jugando con él, Miku! – Ichika rápidamente se le unió, enrollando sus dedos alrededor de la misma mano que Fuutarou había agarrado. – ¡En serio! ¡Pensé que sería divertido ver cómo reaccionaría Fuutarou-kun! Ambas sabemos que él no tendría las agallas para hacer algo así, ¿verdad? Es Fuutarou-kun, después de todo.

Fuutarou lanzó una mirada de reojo discretamente, pero al menos ahora sabía que no era el momento de refutar eso.

- No, no, no. – Miku sacudió su cabeza nerviosamente. Con cada paso que daba hacia la puerta, más tenía que esforzarse por soltarse del agarre combinado de ambos. – Está bien. Quiero… quiero decir, ya lo sabemos desde hace tiempo.

- ¿Saber qué? – El pobre intento de Ichika de fingir una risita inocente podría a cualquier actriz en vergüenza, y aun así no parecía disuadir a su hermana menor. – ¿De qué estás hablando? Ustedes son tan…

- En el teléfono. – la interrumpió Miku. – Quiero decir, Yotsuba y yo… escuchamos por accidente y pensamos que… ya saben, si ustedes dos ya… – Miku no se molestó en terminar la oración. En vez de eso, tomó ventaja de la lenta confusión en sus caras para escurrir los dedos y soltarse. Su rostro ya se había puesto algunas tonalidades más rojo. Antes de que ninguno de los dos pudiera decir otra palabra, Miku se puso los auriculares en las orejas y rápidamente corrió hacia la puerta, disculpándose por última vez. – ¡P-perdónenme! ¡Olvidaré lo que vi!

- ¡Miku! – la llamaron ambos, pero ya estaba en la puerta, dejándolos a ambos a solas en el apartamento.

Por un momento, Fuutarou e Ichika permanecieron en silencio. Un silencio lento y dudoso. Con cada segundo que pasaba, la mirada en sus rostros cambiaba, y ambos se llevaron las palmas hacia sus frentes, restregándose los dedos por el pelo, y con tonalidades de rojo intenso de oreja a oreja. El primero que finalmente habló fue Fuutarou, mascullando bajo sus dedos doblados. – Espero que estés feliz contigo misma, Ichika."

- ¡¿Y-yo?! – Ichika rápidamente alzó el tono. – ¡Yo no era la que estaba haciendo ruidos extraños!

- ¡¿Ruidos extraños?! ¡Bueno, pues discúlpame si no todos esperan que lo manoseen de esta manera así de la nada! ¡¿Cómo no te diste cuenta que Miku volvió a casa?!

- ¡Estaba en la ducha! ¡Y no actúes como que no estabas disfrutando el juego también, Fuutarou-kun! Si hasta me llamaste "Nakano-san" al final. – Como si fuera por instinto, Ichika se le había acercado aún. Su mejilla rozó aún más contra él, mientras arrastraba un dedo hacia el pecho. El tono rojizo que aún quedaba en sus mejillas, sin embargo, fue muy lento para seguirle su iniciativa. – Estabas más que listo para tomar el control, ¿verdad? ¿Qué planeabas hacer con esta pobre e indefensa estudiante tuya? Eso no está nada bien, Uesugi-sensei.

- Por favor… por favor ya basta. – El chico se volvió a sentar, enterrando su cabeza entre las manos. Los lóbulos de sus orejas y sus mejillas estaban ardiendo al rojo vivo, como si se fuese a desinflar y a encoger fuera de la existencia. – No sé qué se apoderó de mí. Por favor olvídate de lo que dije. Y además, tú misma lo dijiste. Solo estabas jugando conmigo, igual que siempre lo haces.

- ¿Hmm? ¿Estás seguro de eso? – Ichika se sentó junto a él, chocando sus hombros entre sí. – Ahora ya estamos solos, ¿no? Tal vez si me agarras y me tiras en el sofá, podemos continuar donde lo dejamos…

Sus caras estaban muy cerca. Desde donde estaban sentados, Ichika podía ver claramente cada detalle de su cara que reaccionaba con la sicalipsis enterrada en su semblante. Rápidamente le robó un beso en los labios.

Rígido. Sin provocación ni cambios. Cuando se separaron, todo lo que quedó fue una sensación de vacío. Como si algo hubiese sido robado del lugar donde estaban. Una tos forzada escapó de la boca de Fuutarou mientras miraba hacia la distancia. – El humor está… umm…

- … algo muerto, ¿eh? – se rio Ichika.

- No es como que deberíamos haber hecho nada, de todos modos. – suspiró Fuutarou. Recogió la mochila que había sido arrojada tan descuidadamente hacia el suelo, desempolvándole la tela. – ¿En serio te tomaste tantas molestias solo para sacarme una reacción? Se supone que hoy tenemos que estudiar.

- Ahora nunca lo sabrás, ¿verdad? – Ella sonrió pícaramente. – Y siempre es lo mismo, siempre, el estudio esto, el estudio lo otro, cuando se trata de ti, ¿no, Fuutarou-kun? Vamos, hemos estado pasando casi todas las noches de este mes en eso. Por fin puedes ver a tu linda novia vistiéndose y arreglándose solo para ti, ¿y todo lo que quieres es estudiar?

- Más o menos. – Fuutarou dejó caer una libreta sobre la mesa de la sala. La mirada seria en su rostro era más difícil de tomar a la ligera cuando se veían en persona, como pronto Ichika lo recordaría. – Un mes difícilmente sería tiempo suficiente para ponerte a un nivel básico de conversación. Ojalá hubiéramos tenido más tiempo, así podríamos haber abierto los textos avanzados.

- ¡Oh vamos! No he parado de trabajar mi trasero aquí. – gruñó Ichika. – ¿No podemos tomárnoslo con calma el día de hoy? ¿No puedo recibir ese regalo de despedida del autor más maravilloso y guapo de todo el mundo? Hasta me aseguré de que mis hermanas estuvieran todas afuera. Solo para nosotros.

El lomo delgado de una libreta golpeó ligeramente a Ichika arriba de su cabeza. – Así que era eso, ¿huh? Debí imaginar que tarde o temprano ibas a tratar algo como esto para escaquearte de una sesión de estudio. Muy escurridizo de tu parte.

- Ja, ja… – Ella se encogió nerviosamente de hombros. – Me pillaste. ¿En serio me volví tan torpe?

- Tenía una corazonada, supongo. – Gentilmente, Fuutarou le acarició su corto cabello, riéndose a placer para sí mismo. – Solo que me acordé de lo problemática que fuiste cuando eras estudiante. ¿Cuántas veces crees que tuve que trabajar alrededor de tu horario, solo para hacer que te sentaras y estudiaras? Algunas cosas nunca cambian. Pero, deberías saber que tomo los estudios muy en serio, Ichika. Ahora que estamos en persona, me puedo asegurar de que no te pondrás a holgazanear. Ahora, levántate. Tenemos mucho por repasar.

Ichika soltó un suspiro medio desganado, y entonces sonrió. – Algunas cosas nunca cambiarán, ¿huh? Muy bien, como quieras. Dame todo lo que tengas.

Pasaron las horas de hojear más de cien páginas de libretas. Desde los antiguos papeles de exámenes llenos de errores en su segundo año en Asahiyama, hasta los capítulos finales del último libro de texto de inglés. Nada cercano a una fluidez completa, pero impresionante a pesar de todo. Las palabras de la lengua extranjera asimiladas con la suya propia, confiada en cada fonema que salía hasta la punta. Cuando el estricto tutor recitaba una pregunta, la esforzada actriz respondía con igual empeño.

- …pleased to meet you. My name is Nakano Ichika.

»…how much does this bottle of water cost?

»…excuse me, which way is the nearest bus stop?

»…I would like a check, please.

»…sorry, I do not understand the question. Could you please repeat that?

»…it is 4:47 pm.

»…where is the restroom around here?

»…goodbye. I will see you tomorrow!

»…thank you! I am truly flattered, but I already have a boyfriend. (3) Listo. ¿Ya estás feliz? Deberías ver esa cara arrogante que tienes ahora.

Una luz ambarina y cálida dibujaba largas sombras por la sala del apartamento. Su última sesión de estudios se había prolongado hasta muy entrada la tarde. Fuutarou regresó de la cocina, cargando dos latas de café. – Muy bien, hemos hecho un buen progreso. ¿Crees que deberíamos enfocarnos en…?

Su voz se ralentizó cuando rodeó el sofá. Descansando con su cabeza tirada sobre un hombro, Ichika parecía de repente haberse quedado profunda y tranquilamente dormida. Las tiras de su cabello rosa caían sobre su cara, y el suave y constante ritmo de su respiración urgió a Fuutarou a sentarse con cautela junto a ella. No pudo evitar sentirse algo culpable. No era que disfrutara ser tan estricto, simplemente era la única manera que conocía de hacerlo. Ahora finalmente asimilaba los pensamientos, los últimos días que podrían pasar de este modo, y ahora todo lo que quedaba era una sensación permanente de anhelo. Como si ya hubiese empezado a contar los días.

Fuutarou suavemente colocó a Ichika recostada de lado, dejando a la exhausta actriz descansar la cabeza sobre su regazo. – ¿Fui demasiado duro contigo? – murmuró Fuutarou. Pasó sus dedos por sus mechones de cabello corto. Más de la expresión llena de paz de su amante se revelaba con cada tira de pelo que quitaba, y no se dio cuenta del tiempo que se quedó allí sentado, completamente sin aliento.

- Lo siento… – susurró Fuutarou hacia su rostro dormido. – Te has esforzado al máximo, Ichika. Sé que lo has hecho. Siempre te esfuerzas al máximo en todo lo que haces, y yo… quería tomar esto tan seriamente como tú lo haces con tu carrera de actuación. Ahora que lo pienso, probablemente me dejé llevar un poco, ¿verdad? – Continuó acariciando suavemente su cabello. No pudo evitar pensar en todos los recuerdos que compartieron en esta sala. – ¿Qué fue lo que me dijiste aquella vez, Ichika? ¿Que un buen tutor debería halagar más a sus estudiantes?

El atardecer en la distancia se fue apagando mientras sus ojos se desviaban hacia el balcón. Miró hacia las nubes y el cielo naranja que derramaban luz sobre la sala, serpentinas de colores que colgaban sobre la mesa de la cocina, y la pancarta decorativa en la que se podía leer en letras gruesas "¡Buena suerte, Ichika!" con un garabato de una carita guiñando el ojo. Bandejas de comida y bebidas alineadas sobre la mesa del comedor. Globos inflados y esparcidos por todo el piso.

Y junto a la pared, Fuutarou vio la pila de maletas y bolsos amarillos ya empacados.

- Nunca hay suficiente tiempo… – continuó Fuutarou con ternura. Apartó algunos mechones que le cubrían la oreja. – Ichika. Sé que arrasarás con todo allá. Sé que lo harás. Siempre has sido la que brilla con más fuerza, pero tienes que recordar que también debes cuidar de ti misma. Asegúrate de arreglar ese terrible horario de sueño tuyo, y siempre asegúrate de comer lo suficiente. No te preocupes, todo será grandioso. Yo siempre voy a estar aquí, deseándote suerte. Siempre. Todos los días. Y… estoy orgulloso de ti, Ichika. Estoy increíblemente orgulloso de ti.

- Fuu…tarou-kun… – Ichika se retorció ligeramente en su regazo.

- ¿Todavía seguías despierta?

Ichika asintió débilmente, sin alzar el cuello ni abrir sus ojos. – Mientras esté ausente… cuida de las demás por mí, ¿de acuerdo? Itsuki… Miku también. Nino… y Yotsuba… Todas son buenas chicas, y también se están esforzando al máximo, y yo… no puedo evitar preocuparme por ellas. Su hermana mayor… no estará por aquí un tiempo. Cuídalas… cuídalas bien. Por mí…

- ¿Qué cosas dices en un momento como este? – Fuutarou suspiró. – Siempre siendo la mayor. Siempre preocupándote por los demás… ¿no deberías primero preocuparte por ti misma?

- Lo sé, lo sé… – murmuró Ichika con tristeza. – Pero… ¿me lo prometes…?

Fuutarou echó atrás su cabeza, cerrando sus ojos. – Lo prometo, Ichika.

Esta historia continuará…


Notas del traductor:

¿Qué tal, gente? Bien, antes que nadie diga nada, la razón de dejar algunas líneas en inglés es para darle mayor efecto a la conversación. Pero para evitar quejas, y si es que hay alguien demasiado flojo para buscar el traductor, aquí lo que significan todas las líneas:

(1) "¡Perdón por la espera!"

(2) "Muchacho travieso."

(3) "…gusto en conocerte. Mi nombre es Ichika Nakano."; "… ¿Cuánto cuesta esta botella de agua?" "… Disculpe, ¿en qué dirección está la parada de autobús más cercana?"; "…Quisiera un cheque, por favor."; "…Lo siento, no entiendo la pregunta. ¿Podría por favor repetirla?"; "…Son las 4:47 pm."; "…¿Dónde está el tocador por aquí?"; "…Adiós. ¡Nos veremos mañana!"; "…¡Gracias! Me siento halagada, pero ya tengo novio."

Ahora sí, ya salido de esas líneas, a comentar del capítulo. Después de lo intenso que fue el anterior, creo que está bien que nos traigan un capítulo más relajado, relativamente hablando. Wow, Ichika se la rifó poniéndose su viejo uniforme de preparatoria, no muchas chicas pueden ponérselo luego de graduarse y que todavía les quede bien, y se le notaba que a Fuutarou le gustó. Miku, te amo, ¿pero tenías que interrumpir el espectáculo justo cuando se empezaba a poner bueno? Ah, qué remedio. Qué rápido se enteraron las demás que Fuutarou e Ichika ya habían tenido su primera vez; aunque espero que Maruo no se entere o de lo contrario no habrá fuerza en el universo que proteja a Fuutarou de su ira.

Supongo que no tengo mucho más que decir. En el próximo vendrá sin duda la despedida de los amantes, y mejor será que me prepare con los pañuelos porque presiento que voy a llorar como magdalena. No hay comentarios así que no hay agradecimientos, así que hasta la próxima, ¡sayonara!