Todo de mí

Escrito por bobalon, traducido por Fox McCloude

Disclaimer: Gotoubun no Hanayome y todos sus personajes son propiedad de Haruba Negi. La historia le pertenece a bobalon, yo solo tomo crédito por la traducción. Todos los derechos reservados.


Capítulo 15 — El tú de ayer


Escritorios curvos descendían por todo el teatro. Filas de asientos vacantes para cuerpos que bajaban como gotas, llenando lentamente el cuarto a medida que pasaban los minutos. Entre cada murmullo y cada risa que hacía eco por los salones, los estudiantes bien descansados y rejuvenecidos lentamente comenzaban a retomar sus vidas ocupadas. Las vacaciones de verano habían llegado a su final, y otro semestre académico daba inicio. Otra estrofa y otro paso para la canción y el vals que representaba la vida de un estudiante de la Universidad de Tokio.

Otro asiento acababa de ser ocupado. En los lentos minutos que iban pasando, Fuutarou sólo podía cuestionarse por qué se había molestado en venir a su primera conferencia tan temprano. Al venir tan pronto se había encontrado con un teatro en silencio y sin un alma, vacío de cualquier otra presencia excepto por él por lo que parecían horas. Sin pensar mucho comenzó a juguetear con laptop. Matar un poco de tiempo antes de la conferencia normalmente no habría sido problema para el chico obsesionado con los estudios (a menudo lo utilizaba para repasar notas y ver futuras lecciones), pero difícilmente habría algo para esperar cuando la primera clase ni siquiera empezaba.

En realidad, Fuutarou tenía sospechas de sí mismo, y de las razones que lo trajeron al salón de clases tan temprano. Estos últimos días previos a su cuarto semestre se habían, lamentablemente vuelto muy monótonos. Aburridos y sin eventos notables. Un deseo aburrido de cambiar una rutina por otra, una que mantuviera su mente ocupada un poco más, si acaso le ayudaba a dejar de contar los días. Ya habían transcurrido casi tres meses desde que Ichika se fue de Japón, y sin importar cuántas veces Fuutarou creía que se habría acostumbrado a ello, siempre quedaba esa sensación de anhelo que llenaba estos días tan tranquilos. Bostezó cansinamente. Incluso ahora, no pudo evitar buscar algo de confort en revisar sus más recientes conversaciones.

Fuutarou (enviado ayer a las 12:53 a.m.): "¿De verdad las filmaciones avanzan así de rápido? Pareciera que el trabajo nunca termina."

Ichika (enviado a las 12:59 a.m.): "Mm… sí, se podría decir eso. Cielos, déjame decírtelo, de verdad te mantienen OCUPADÍSIMO aquí. Al principio apenas podía seguir el ritmo, pero creo que ya agarré el hilo a estas alturas. Ya terminé de protagonizar dos películas de estudiantes."

Fuutarou (enviado ayer a las 1:02 a.m.): "Me alegro de escuchar eso, ¡y felicidades! Sólo espero que no estés sobre exigiéndote con nada, Ichika."

Ichika (enviado a las 1:03 a.m.): "Te preocupas demasiado por mí, Fuutarou-kun. Es realmente dulce de tu parte. Estoy TAN feliz de que sea domingo. ¡Día completo de holgazanear, aquí voy!"

Fuutarou (enviado ayer a las 1:03 a.m.): "¿No habías dicho antes que ibas a salir con Sasaki-san el domingo? El museo fílmico, ¿verdad?"

Ichika (enviado a las 1:05 a.m.): "…"

Ichika (enviado a las 1:06 a.m.): "Rayos. Tienes razón. Ugh… eso significa que tengo que alistarme. Perdóname, mi preciosa camita, tendrás que esperarme un poco más…"

Fuutarou (enviado ayer a las 1:09 a.m.): "Ja. Supongo que me equivoqué al preocuparme de que no descanses bien. Sigues igual de holgazana que siempre."

Ichika (enviado a las 1:11 a.m.): "No lo entiendes. Mi cama y yo estamos prácticamente casadas."

Fuutarou (enviado ayer a las 1:12 a.m.): "No puedo creer que de verdad siento celos de una cama. "

Ichika (enviado ayer a las 1:15 a.m.): "Oh, más te vale que así sea. Nada me hace más feliz que pensar que mis dos cosas favoritas están peleándose por mí :)"

Ichika (enviado ayer a las 1:15 a.m.): "Aunque… el pensamiento de volver a casa y verlos a ambos esperándome tampoco suena mal …"

Ichika (enviado ayer a las 1:20 a.m.): "Puedo ver cuando estás tecleando, ¿sabes?"

Fuutarou (enviado ayer a las 1:21 a.m.): "Es que… no importa. No te daré la satisfacción."

Ichika (enviado a las 1:25 a.m.): "¡Oh! ¡Me olvidé de darte la buena noticia! Una de mis instructoras me dio una calificación muy alta por mi desempeño vocal. Resulta que soy toda una cantante. ¡Hasta se sorprendió de que no lo intentara antes!"

Fuutarou (enviado ayer a las 1:29 a.m.): "Es cierto. Casi se me había olvidado. El entrenamiento vocal también es parte de tu currículum, ¿verdad? No creo haberte oído cantar antes."

Fuutarou (enviado ayer a las 1:31 a.m.): "Felicidades por el halago de tu instructora."

Ichika (enviado ayer a las 1:32 a.m.): "Hmph."

Fuutarou (enviado ayer a las 1:34 a.m.): "¿?"

Ichika (enviado ayer a las 1:36 a.m.): "A diferencia de ALGUNOS profesores que he tenido, la mía sabe cómo halagar a sus estudiantes por su duro trabajo."

Fuutarou (enviado ayer a las 1:37 a.m.): "…"

Fuutarou (enviado ayer a las 1:37 a.m.): "…lo siento."

Ichika (enviado ayer a las 1:39 a.m.): "Muy tarde para disculpas, Fuutarou-kun. Aunque…tal vez si eres amable y me suplicas lo suficiente, podría darte una pequeña serenata privada cuando tengamos un video chat de nuevo ;)"

Fuutarou (enviado ayer a las 1:39 a.m.): "…La verdad eso se me había ocurrido por un momento, y me encantaría oír tu voz."

Ichika (enviado ayer a las 1:40 a.m.): "Entonces ya sabes qué hacer, Fuutarou-kun~"

Ichika (enviado ayer a las 1:40 a.m.): "Suplica."

Ichika (enviado ayer a las 1:45 a.m.): "¡Es broma! ¡Solo bromeo! ¿No te dije que puedo ver cuando estás tecleando y borrando tu mensaje? ¿En serio estuviste pensando tanto? ¡Jaja!"

Fuutarou (enviado ayer a las 1:47 a.m.): "*Suspiro…*"

Fuutarou (enviado ayer a las 1:48 a.m.): "Es sólo que me encanta la idea, ¿está bien?"

Ichika (enviado ayer a las 1:50 a.m.): "¡Mmk~! Sólo por ser tú, Fuutarou-kun, y porque eres muy dulce, haré una excepción. ¡Más te vale que no te rías, eso sí!"

Fuutarou (enviado ayer a las 1:51 a.m.): "No lo haré. Lo prometo."

Ichika (enviado a las 1:55 a.m.): "Por cierto, ¿no estás despierto algo tarde? ¿No me habías dicho que el primer día de tu semestre iniciaba mañana?"

- Discúlpame, ¿está ocupado este asiento?

Antes que Fuutarou se diera cuenta, los murmullos y el revuelo por todo el salón se habían incrementado. Más estudiantes y menos asientos vacíos para igualar los minutos que se le habían pasado sin que él se diera cuenta. Fuutarou no estaba seguro de qué clase de cara estaba haciendo mientras miraba la pantalla de su teléfono, pero se sintió bastante avergonzado como para siquiera darle la cara a la persona. – N-no… – dijo finalmente mientras apartaba sus cosas. – Perdón, siéntete libre de…

La mirada en la cara de Fuutarou se quedó rígida al momento de mirar, una vez que pudo ver a su nueva vecina de escritorio con la boca todavía abierta de par en par. Una cabellera larga y negra que caía por debajo de sus hombres, acomodada detrás de una oreja y sujeta con una horquilla. Enmarcada debajo de ella estaba una sonrisa divertida y algo traviesa que igualaba la mirada en sus grandes y redondos ojos. La chica lo saludó con un despreocupado movimiento de su mano. – Hey, extraño.

- Tú eres… – Fuutarou tosió abruptamente, casi levantándose de su asiento. – ¡¿Ta-Takebayashi?!

La chica de cabello oscuro le sonrió mientras se sentaba junto a él. – Wow, esta vez sí pudiste recordarme, ¿eh? Siempre estás lleno de sorpresas, Fuutarou.

Fuutarou desvió ligeramente la mirada, suspirando. – Esa es mi línea. No me esperaba encontrarte en este lugar, Takebayashi.

- ¿Así de sorprendido estás? – Ella sonrió, inclinando la cabeza encima del escritorio para poder seguir la mirada de Fuutarou. – ¿Qué? ¿Acaso creíste que tu antigua hermana mayor (y que por cierto, fue la que te enseñó a ti) no sería capaz de llegar hasta la Universidad de Tokio? – Se rio juguetonamente. – Me insultas.

- No es a lo que me refería.

- Lo sé, sólo estaba bromeando. – Takebayashi se echó para atrás, mirando el teatro de conferencias mientras más estudiantes iban entrando y sentándose. Todavía faltaba algo de tiempo para que iniciara la conferencia de manera oficial, y tenían mucho con qué ponerse al día. Ella se puso a acariciar la cubierta de su texto de Microbiología. – Parece que volvemos a ser compañeros de clase.

- Sí, supongo que sí.

- ¿No se siente algo nostálgico? Hasta algo emocionante. Lo único que faltaría es que Sanada también estuviera aquí.

- ¿Sanada? Oh, es cierto. ¿Ustedes dos todavía andan juntos todo el tiempo? ¿Cómo ha estado?

- ¡Le ha estado yendo muy bien! Bueno, al menos lo estaba la última vez que hablé con él. Hace ya un par de días.

Fuutarou alzó una ceja. – ¿No está aquí contigo? Pensé que lo estaría.

- ¿Hmm? – Takeyabashi le dirigió una mirada similar. – No, ¿por qué iba a estarlo?

- Bueno, pensé que como ustedes dos… – Fuutarou se contuvo la lengua. Él sabía bien los problemas que podrían surgir por decir cosas sin pensar. ¿Era muy extraño el pensamiento de asumir que sus dos excompañeros de clase habían estado saliendo todo este tiempo? Eran prácticamente inseparables; incluso fueron a la misma preparatoria. Aunque, entre más pensaba Fuutarou en ello, menos sentido parecía tener. Ya habían pasado años desde entonces. ¡Años! Incluso en secundaria, había asumido que los dos eran perfectos uno para la otra. Quién sabría la clase de tópicos potencialmente embarazosos que podría sacar si decía algo como "Bueno, ¿ustedes dos están juntos o algo así?"

- ¿Nosotros dos…? – repitió Takebayashi tras él.

- Ya que ustedes dos… dijeron que siempre habían estado en la misma clase y todo eso. Me imaginé que irían a la misma universidad… o algo así.

Para alivio de Fuutarou, Takebayashi se rio. – Oh, ¿era eso? Nah. Sanada asiste a la Universidad de Kioto. Siempre dijo que era la universidad donde soñaba estudiar, y le quedaría más cerca de casa. ¡Bien por él al lograrlo!

- Supongo que eso tiene sentido.

- Pero no me malentiendas; echo de menos al chico. Siempre me preocupé si podría sobrevivir allá afuera por su cuenta, pero se las arregla bien.

- Todavía te preocupas mucho por la gente todo el tiempo, ¿no?

- ¡Por supuesto! – replicó ella con confianza. – ¿Cómo si no iba a llamarme la hermana mayor de nuestro grupo?

- Tampoco es que seas mucho mayor que yo… – Fuutarou suspiró. Luego miró hacia el libro de texto debajo de la palma de Takebayashi. – Hablando de cosas nostálgicas, acabo de recordar la clase que ambos vamos a tomar. Así que, terminaste eligiendo la ciencia después de todo. ¿Todavía tienes planes de convertirte en veterinaria?

- ¡Whoa, de verdad lo recuerdas! – Parecía bastante conmocionada. – Me impresionas.

- Bueno, siempre te gustaron mucho los animales. ¿Recuerdas aquella vez que encontramos a ese pájaro herido durante el período de descanso?

- ¿Lo hicimos? No puedo recordar.

- Yo sí. Te rehusaste a volver a clase hasta que lo lleváramos a la enfermería, pero para cuando llegamos allí, la enfermera de la escuela no estaba. Terminaste obligándonos a mí y a Sanada a que te ayudáramos vigilando mientras tú tratabas de curarlo. – Cruzó los brazos con una extraña sensación de autosatisfacción. – Y los tres nos metimos en problemas por eso.

- Whoa, ahora ese es un recuerdo antiguo. – Takebayashi se rio de manera ligeramente dudosa. – Es un poco embarazoso ahora que pienso en ello. No puedo creer que casi se me haya olvidado, me sorprende que a ti no.

- ¿Cómo podría olvidarme? Cuando alguien como tú, que nunca se perdería un segundo de clases, se atrevería no sólo a faltar un día, sino que nos amenazara para que hiciéramos lo mismo. Como una especie de delincuente.

Takebayashi hizo un puchero. – Oh, eso es gracioso viniendo de ti. Difícilmente fue así.

Fuutarou se rio. – Pero hey, al final, pudimos ayudar a ese pajarito. Bueno, supongo que tú fuiste la que más le ayudó. No me sorprende en absoluto que hayas seguido con esto, luego de todo este tiempo. – Sus ojos se vieron atraídos hacia la ventana, siguiendo el suave vaivén de las ramas de los árboles, y las bandadas de aves que acababan de emprender el vuelo. Pensó con afecto en esas chicas, esas hermanas tan tercas que trabajaban igual de duro que él, cada día que pasaba. – Nunca fuiste del tipo que se daba por vencida fácilmente. Ese era tu sueño después de todo, Takeyabashi.

- Je. – Takebayashi negó con la cabeza. – Como dije, "siempre lleno de sorpresas", Fuutarou...

La mirada en el rostro de Takebayashi se suavizó mientras observaba a Fuutarou. Algo en sus ojos le recordó mucho del pasado, de esos días que se habían desvanecido tanto tiempo atrás. No era que realmente fuese sombrío o lamentable, sino más bien algo intermedio. Algo que le recordaba a su tiempo juntos cuando eran niños ingenuos, llenos de ideales, donde nada en el mundo podría haber cortado sus ambiciones.

Los botones de cerezo que habían florecido hacía cuatro años, su graduación de secundaria. Una de las muchas encrucijadas que habían tenido en aquellos días tan cortos de su adolescencia. Un tiempo que siguió poco después los últimos momentos de su ceremonia…

- ¿Qué vas a hacer ahora, Fuutarou? – le preguntó entonces Takebayashi, justo antes de que sus caminos se separaran. – ¿Seguro que estarás bien por tu cuenta? Tu hermana mayor no puede evitar preocuparse por ti, ya lo sabes.

- ¿Por quién me tomas, Takebayashi? – El Fuutarou más joven se cruzó de brazos. – Voy a estar bien, incluso sin tenerte a ti para que me estés mandando. Sólo observa; puede que hayas obtenido mejores calificaciones que yo durante los finales de nuestro último año, ¡pero definitivamente te voy a superar algún día!

Takebayashi se rio. – No todo tiene que ser una competencia, Fuutarou. Ya me siento orgullosa de que tus calificaciones hayan mejorado tanto. Aunque, tal vez sea sólo un poco, pero echaré de menos regañarte. ¡Sólo un poco!

Fuutarou rodó sus ojos. – ¿Lo ves? Ya lo sabía.

- No, pero en serio. Es sólo que… espero que dondequiera que vayas, y lo que sea que decidas hacer, te sientas satisfecho, Fuutarou. Que seas feliz con todo por lo que te has esforzado. Así que… solo para poder estar tranquila, ¿qué vas a hacer ahora, Fuutarou?

- ¿A qué te refieres?

- ¿Cuál es tu sueño? – le preguntóTakebayashi a Fuutarou. – Ahora que lo pienso, creo que nunca me lo dijiste realmente.

Los vientos que soplaban se llevaron los últimos pétalos que caían junto con las memorias. Por un tiempo, Fuutarou sólo pudo observarlos hasta que eventualmente todos se esparcieron. Otro día de primavera. Otra memoria de primavera antes de que todos tuvieran que crecer.

Su antiguo yo miró hacia lo alto de las nubes. – Lo que quiero es…

- … y por lo que parece – continuó la Takebayashi del presente – tú también continuaste aferrándote a tu sueño. Y lograste llegar hasta aquí. Todo lo que puedo decir es, felicidades, Fuutarou.

Una pequeña sensación de autosatisfacción se enterró en esas simples palabras, y él respondió lentamente. – Sí. Gracias, Takebayashi.

La sonrisa en el rostro de Takebayashi se tornó aún más cálida. Ya lo había descubierto cuando lo visitó durante el festival de su escuela, pero Fuutarou Uesugi de verdad había cambiado. Había crecido.

- ¡Ahora, dejemos eso de lado! – Takebayashi no quiso dejar espacio para el sentimentalismo, volviendo su voz a un tono amigable y alegre. Se le acercó un poco, mirando con mucha intensidad los detalles de su cara. – Dime algo, ¿cuándo ibas a contarme que asistías a la misma universidad que yo? ¿Por qué esperaste tanto para decirme hola?

- Actúas como si yo tuviera manera de saberlo. – replicó Fuutarou. – ¡Ni siquiera sabía que estábamos en la misma escuela hasta hace unos minutos! Además, no tenía manera de contactarte, aunque lo supiera.

- ¡Eso es tan típico de ti! – Takebayashi hizo otro puchero. – ¡Nada de redes sociales, o dirección de email, y tampoco me dijiste a dónde te ibas a mudar! ¿Sabes lo difícil que se me hizo contactarte? Tuve que andar todo el camino al festival de tu escuela sólo para ver cómo estabas.

. Nadie te pidió que…

Takebayashi se le acercó más, como si estuviera lista para atraparlo si trataba de escapr. – ¿Y cuándo planeabas decirme que te habías conseguido una novia?

- Yo… – hizo una pausa. – Espera un minuto, ¿ya lo sabías?

- Tenía mis sospechas, a juzgar por la forma en cómo esas chicas me miraron cuando fui a visitarte. – La mirada en el rostro de Takebayashi parecía demasiado divertida por el pensamiento. – Pero wow, unas quintillizas, ¿eh? ¿Quién habría imaginado que nuestro pequeño Fuutarou habría cambiado tanto que…?

- Te voy a pedir que te detengas allí. – Fuutarou levantó una mano. – He tenido que explicar esta situación a demasiadas personas, demasiadas veces. Francamente, ya estoy harto de que…

- Es esa actriz, ¿verdad? – lo interrumpió Takebayashi. – ¿La quintilliza de cabello más corto? ¿Fue ella a quien elegiste?

Fuutarou se detuvo. – S… sí. Espera, ¿cómo lo supiste?

- Porque me choqué con ella un día.

- ¿Te chocaste con Ichika? Espera, no. Podrías equivocarte, después de todo son quintillizas. – Se detuvo a pensar por un momento. – Tal vez estás pensando en las que vendían los panqueques en nuestra clase, Itsuki o Nino. No recuerdo haberte presentado a ninguna de ellas luego de…

- Oh, no fue durante el festival. – lo corrigió Takebayashi. – Eso fue… veamos… me parece que fue… ¿en otoño? El año pasado durante septiembre, estoy segura.

- ¿Septiembre…? – Fuutarou alzó una ceja. Ese fue un otoño muy particular para él. El otoño del año pasado debió estar entre su primer y segundo semestre. Más todavía, ella había dicho que fue en septiembre. Eso debió ser en el tiempo que él e Ichika se habían estado quedando en Tokai. – Espera, eso no tiene ningún sentido. Septiembre debió haber sido durante el descanso, así que…

De pronto se congeló al pensamiento. – No… no me… digas. Takebayashi, tú…

Takebayashi sonrió de manera traviesa. – Ah, ahora lo recuerdo. Acababa de volver de mis lecciones suplementarias durante la tarde, y para mi sorpresa, había un chico muy ruidoso y muy animado gritando a los cuatro vientos desde la azotea como si fuera un delincuente. – Takebayashi se apoyó sobre sus codos, disfrutando de cada instante que la cara de Fuutarou se disolvía en pánico. – ¿Qué fue lo que dijo en ese momento?

- No lo hagas…

- *Ejem*. – Estiró los dedos, colocándolos muy cerca de la comisura de sus labios. – "¡Es una maldita MIERDA!", ¿o algo por el estilo…?"

Fuutarou abrió su boca, pero nada excepto unos ruiditos ahogados salieron de ella. Quería refutarlo, negarlo, y trivializarlo, pero no había nada que pudiera hacer que no fuese mentir descaradamente. La memoria de aquel día todavía estaba muy clara en su mente (cada momento de satisfacción y que lamentaba), incluyendo aquel beso que lo dejó sin aliento, que se fue junto con las travesuras de otoño.

- ¡Espera! Todo eso fue…

- ¡Muy bien, todo el mundo! Sentados, sentados. – Una figura de autoridad se colocó en el podio de la sala. – Bienvenidos todos a un nuevo semestre. Esta es la clase de Introducción a la Microbiología, y yo soy el Profesor…


(-0-)


El calor de las luces de otoño se esparcía sobre las ramas encima de ellos. Hojas de color ocre se esparcían por lo amplio de los terrenos del campus, siendo apartadas con cada paso que ella daba. En las desasosegadas rutinas que formaban parte de su vida como estudiante universitaria, siempre sintió que era una pena no poder siempre encontrar el tiempo para disfrutar del aire del otoño, especialmente cuando sus clases suplementarias llegaban hasta el caer de la tarde.

Un día de otoño al atardecer, Takebayashi lo recordaba vívidamente, hacía ya un año.

- Ugh… me muero de hambre. – gruñó mientras miraba la pantalla de su teléfono. Eran las7:08 p.m. – Todavía no me acostumbro a que las clases se extiendan hasta tan tarde. Para cuando llegue a casa, ya estaré muy cansada para cocinar. Ni siquiera he salido a comprar comida…

Se la pasó moviendo el dedo sin pensar mucho por su teléfono. En momentos como éste, casi parecía que las aplicaciones de su teléfono sabían exactamente cómo provocarla, llenando su buzón de noticias con fotos de la cena de sus amigos, junto con videos de cocina y publicidad de pedidos a domicilio. Suspiró cansada. Tenía sentido, ya que era viernes por la noche, y la mayoría de los estudiantes se darían un gusto con los lujos de las vacaciones de verano. Salir a cenar, a ver una película, pasar el rato con sus amigos. En cuanto a ella y su exageradamente diligente ser, se había tomado la libertad de programar unas cuantas clases suplementarias que tenían lugar entre semestre y semestre, todo con tal de aliviarse un poco el horario para los siguientes. Después de todo, estaba haciendo dos carreras en paralelo, y entre más tiempo pasara en la universidad, más se acumularían sus préstamos.

Pero entre más miraba las promociones ofrecidas en la pantalla, más tentada se sentía Takebayashi a explorar las posibilidades. – Supongo que ha pasado mucho desde la última vez que ordené algo para llevar… – murmuró para sí misma mientras se alejaba del edificio de la Facultad de Ciencias. – Debería darme un gusto de vez en cuanto. ¿Qué podrá sonar bueno ahora m…?

Un murmullo distante llegó hasta sus oídos. Extrañamente, sonaba como que venía desde muy arriba de ella. ¿Una ventana abierta en los pisos superiores? No, eso no tenía sentido; sólo los pisos inferiores debían tener clases.

- … si no te vas a molestar por nada de eso…

La mirada de Takebayashi finalmente se fijó en la azotea del edificio. – Whoa. – dijo para sí misma. – ¿Qué onda con ese tipo allá arriba? No estará pensando en hacer alguna locura, ¿verdad…?

Unos cuantos estudiantes esparcidos también fijaron su atención allá arriba. Takebayashi entrecerró los ojos. Al caer la noche era difícil de ver, pero había algo muy peculiar en su voz. Algo extrañamente familiar por lo poco que alcanzaba a distinguir de su apariencia, pero Takebayashi no lograba ubicarlo del todo…

- No puede ser… – La esquina derecha del labio de Takebayashi comenzó a temblar. Una sola carcajada salió de ella a pura fuerza mientras observaba incrédula. – No hay forma de que ese de allí sea…

La voz hizo eco por todo el campus vacío. – ¡Es una maldita MIERDA!

Y en cuanto al resto de su memoria, Takebayashi sólo podía recordar una secuencia muy caótica. Parecía que había alguien más con el chico sobre la azotea. Una chica que parecía estar mucho, mucho más molesta que él. Sus palabras Sus palabras fueron como una tempestad desatándose, una secuencia de frustración y temperamento, cortando el aire sin pensar ni que le importase quienquiera que estuviera escuchando. Siguió haciendo eco, como una melodía distante que Takebayashi ni siquiera pudo comprender, excepto que se sentía extrañamente aliviada de no ser el objetivo de la ira de esta chica. Eventualmente, uno de los guardias de seguridad nocturna del campus llegó a la escena de la conmoción.

La curiosidad siempre fue uno de los hábitos más culposos de Takebayashi. Sería un desperdicio irse ahora, especialmente luego de que el pensamiento le vino a la cabeza. ¿De verdad era él allá arriba? ¿Exactamente qué estaría pasándole por la cabeza? ¿Y quién era esa chica que estaba con él? Todo simplemente sumaba más razones para sentir curiosidad.

Eventualmente, más guardias de seguridad del campus se metieron. Ella observó mientras se rascaban sus cabezas y le fastidiaban el plan, separándose y echándose atrás por cada detalle que no lograban comunicar. ¡Hasta dejaron la puerta del frente totalmente desatendida!

- ¡Estás bajando el ritmo! – gritó una voz. – ¡Vamos! ¡no es que yo sea Yotsuba, al menos sígueme el paso! ¡Whoa!

Fue sólo por un breve momento, pero Takebayashi pudo recordar unas cuantas cosas sobre esta chica. Sus ojos eran de un profundo azul, y se abrieron rápidamente cuando frenó de golpe para no chocar contra ella. La chica tenía cabello corto y rosa, con un mechón más largo del lado derecho, y un solo pendiente en la oreja. Su cara definitivamente se veía familiar, ¿pero por qué exactamente?

- ¡L-lo siento! – se disculpó la chica pelirrosa rápidamente, algo corta de aire.

- Es… está bien. – replicó Takebayashi. – Me pareces algo familiar…

- ¿Huh?

Antes que pudiese preguntar más, otra voz, que había perdido todo su aliento y bajándose con cada paso adicional, habló arrastrando las palabras detrás de ella. - Me… voy… – decía entre jadeos – a… morir…

Rápidamente, la chica se había dado la vuelta agarrando al muchacho que arrastraba por la mano. Fue entonces que Takebayashi se dio cuenta: definitivamente, y sin ninguna duda, era Fuutarou Uesugi.

- ¡Deja de hablar y sigue corriendo! – gritó Ichika. – ¿Por dónde debemos ir?

- La… ¡la izquierda!

Y tan rápido como cruzaron caminos, los dos habían desaparecido bajo el ruido de unas pisadas muy apresuradas. Takebayashi apenas pudo encontrar tiempo para pensar en lo que acababa de suceder antes que otro par de pisadas viniera en dirección a ella.

- ¡Disculpa! – Uno de los guardias que los perseguían se había aproximado a Takebayashi. – ¿Viste a un par de estudiantes corriendo en esta dirección? ¿Un chico y una chica?

- Oh uhh… – Takebayashi desvió la mirada. Sin pensarlo mucho, señaló en la dirección opuesta. – Vi a dos personas corriendo por allá abajo. ¿Sucedió algo?

- No… no lo creo. Solo queríamos hacerles algunas preguntas… – El guardia del campus sacudió su cabeza. – No, ya no importa. Gracias, y por favor ten cuidado de camino a casa.

Sin darse cuenta, Takebayashi había estado reprimiendo una sonrisa. Una sonrisa retorcida, enterrada bajo la palma de su mano. Se sintió aliviada de que el guardia de seguridad tuviera prisa, o de lo contrario el repentino ataque de risa que le dio la habría hecho ver sospechosa. En el fondo, siempre se había preguntado qué tanto habría cambiado Fuutarou Uesugi, cuánto había dejado atrás a su antiguo ser y cuánto era simplemente haber crecido y madurado. Para bien o para mal, su pequeña y corta reunión en el festival le había dejado mucho en qué pensar.

Tal vez sólo se lo imaginaba, pero justo antes que Fuutarou y esa chica salieran huyendo, Takebayashi podría jurar que vio a su viejo estudiante corriendo con una gran sonrisa en su rostro. Difícilmente se le podría ocurrir una razón, pero Fuutarou tenía aspecto de estarse divirtiendo. Como si una parte del Fuutarou Uesugi que vivía en su memoria, y el niño que se separó de ella, no hubiese cambiado en absoluto.

Un chico tonto y problemático, un verdadero delincuente, incluso a día de hoy. Un desastre del que otra chica tendría que cuidar. Y Takebayashi no pudo evitar reírse de eso.

- … ¡y no pude creer lo que estaba viendo! – La Takebayashi del presente apenas pudo resistirse al impulso de reírse mientras recordaba ese lado de aquella noche tan peculiar. Tenía los brazos abrazando su estómago mientras caminaba. – ¡H-hasta se lo conté a Sanada, y él no dejaba de repetir que me lo estaba inventando! Yo… yo… aguanta, n-necesito aire. Es que no… ¡no puedo dejar de r-reírme!

Fuutarou hundió su cara en la palma de su mano. Luego del primer día de clases más largo que jamás hubiera tenido, de alguna manera había terminado acompañando a Takebayashi dando una caminata por el campus de la escuela. Una parte de él quería alejarse de ella lo más posible, especialmente por la cantidad de veces que lo miró durante la conferencia. Claramente podía imaginarse la sonrisa burlona oculta detrás de su palma y sus nudillos, pero no se atrevió a decirlo durante clase. Pero tal como él lo recordaba, Takebayashi difícilmente lo iba a dejar escapar tan fácilmente.

- Ese no era… – murmuraba Fuutarou. – …ese no era yo realmente. No estábamos en nuestros cabales. Sólo nos… dejamos llevar por algo. Lo digo en serio.

- Sí. Ajá, claro. – Takebayashi finalmente se calmó. – Cielos, incluso después de todo este tiempo, ¡sigue siendo muy gracioso!

- Tomaría mucho tiempo explicarlo. Sólo créeme, por favor.

- Oh, ya que no me mentirías, Fuutarou. Sólo estoy bromeando. – Continuaron caminando sin rumbo por el campus. Ninguno de los dos tenía clases inmediatamente después de Introducción a la Microbiología, así que Takebayashi sugirió que fueran por algo de tomar en los terrenos del campus.

- Entonces… tu novia de verdad es increíble, ¿eh? – Takeyabashi continuó caminando junto a él, bajándose un trago de té frío burbujeante. – He estado siguiéndola aquí y allá en las redes sociales. Nunca creí que me toparía con una actriz joven y popular de ese modo.

- Ichika definitivamente es talentosa. – replicó Fuutarou. – ¿Has visto alguna de sus películas?

- No muchas, realmente. Sí fui a ver El Acertijo Carmesí cuando salió por aquí con algunos de mis amigos. Película fantástica, por cierto. ¡De verdad se voló la barda por allí! Me tuvo al filo del asiento todo el tiempo.

- Ja. – resopló Fuutarou con desdén. – Esa es la única de la que todos hablan. Si de verdad quieres verla brillar, te puedo recomendar unas cuantas.

- No veo por qué no. – Takebayashi se encogió de hombros. – Las clases apenas están iniciando, así que tengo tiempo libre en mis manos. Aunque, escuché que ahora está trabajando en el extranjero, ¿no es así? ¿Cómo sobrellevas eso tú?

- ¿Hablas de la larga distancia? – Fuutarou pensó por un momento. – Ya han pasado… casi tres meses, y nos las arreglamos bien.

- ¿En serio? ¿Tres meses? – Takebayashi lo miró sorprendida. – Eso es una locura. ¡Escuché de uno de mis amigos que está ganando mucha popularidad allá en occidente! ¿Ya está protagonizando películas en tan poco tiempo?

Fuutarou asintió. – Es parte de su entrenamiento. La academia donde se enroló es muy famosa por todo el mundo. Hacen que sus estudiantes acumulen créditos de graduación dándoles audiciones para papeles en conjunto con sus estudios. La mayoría son películas independientes, pero aun así, está trabajando muy duro.

- Whoa. Eso suena más difícil que cualquier cosa que tenemos que hacer. – Takebayashi se bajó otro trago de su té de burbujas. – Pero ¿no es difícil mantener las cosas estables con una relación? ¿Y encima de todo que sea en el extranjero?

- Las zonas horarias siempre nos dan problemas, pero siempre nos las arreglamos para encontrar tiempo de conversar. Funciona bien para los dos.

- Eso dices, tratando de no bostezar. – Takebayashi le chocó el hombro con el suyo, sacándole la pajita de la boca. – ¿Seguro que estás durmiendo bien, Fuutarou?

- ¿De qué estás hablando?

- No te hagas el tono. Si tuviera que adivinar, debes haber estado quedándote despierto hasta muy tarde estos días para mantenerte al día con ella, ¿no? ¿A qué horas te vas a dormir? ¿A la 1:00, tal vez las 2:00 a.m.?

- Estás asumiendo cosas. Me encuentro perfectamente bien.

Takebayashi negó con la cabeza, y procedió a regañarlo. – "Bien" no es la palabra que yo usaría para describir a alguien que tiene ojeras en su primer día de clases. Deberías saber lo brutal que será para la división superior de ciencias.

Fuutarou desvió la mirada, antes de responder quedamente. – ¿Así de obvio?

- Bueno, para mí lo es. – Se encogió de hombros. – Sigues igual de terco que siempre, ¿lo sabías? Todavía me acuerdo de nuestro segundo año en secundaria, cuando de repente empezaste a tomar mis tutorías con seriedad. Apenas podía creerlo, pero estabas imparable. Hasta te descubrí en la biblioteca unas cuantas veces, dormido como un bebé.

Fuutarou gruñó. – No me lo recuerdes…

- Es lo mismo una y otra vez, Fuutarou. Es decir, me alegra que quieras ser un buen novio y todo eso, pero ¡también tienes que cuidar tu propia salud! Cualquier novia que se precie lo entendería.

Se sentaron en una banca cerca de allí. Luego de exhalar un suspiro cansado, Fuutarou dijo: – Sí… soy plenamente consciente de eso. Es sólo que… la extraño demasiado. Ichika ya varias veces me ha regañado por eso, pero no puedo evitarlo. Quiero pasar todo mi tiempo con ella cuando sea posible.

- Ya veo… – Takebayashi se reclinó hacia atrás. – Entonces, me sentiría mal regañándote más.

- No, está bien. Sólo estabas tratando de cuidarme, así que gracias…

- Hey, Fuutarou – lo interrumpió ella – ¿acaso es que… te sientes muy solo?

Fuutarou se ahogó con sus propias palabras, mezclando muy pobremente su shock con una fuerte tos. Eso fue increíblemente directo de ella. – ¿D-de qué hablas? ¿Yo? ¿Solo…?

- Sí, ¿lo estás? – Takeyabashi lo miró fijamente, y la expresión de sus ojos se veía igual de curiosa como siempre. Casual y un poco insensible en su pregunta, se terminó otro trago lento de su té de burbujas. Definitivamente esperaba una respuesta, pero mientras él mascullaba tratando de responder en silencio, a Takebayashi no le importaba sacudir un poco más sus pensamientos. – Quiero decir, me preocupaba que no hicieras muchos amigos cuando entraras a la preparatoria. Nunca fuiste el chico más amigable con los demás para empezar, y de alguna manera empeoraste cuando sólo te empezaste a preocupar por los estudios. Por eso me sentí aliviada cuando conocí a esas chicas en el festival. Parecían realmente cercanas contigo.

- Yo… – Fuutarou respondió muy lentamente. – Quiero decir, no es que sean mis únicas amigas. De hecho, tengo un amigo que también estudia aquí.

- ¿Oh, de verdad? Debo haberme equivocado entonces. ¿Salen a divertirse a menudo?

- De vez en cuando. Él está en una carrera diferente, y ha hablado de unirse a una fraternidad este año, así que tal vez nos veamos menos a partir de ahora.

- ¿Y? ¿Has hecho otros amigos aparte de él?

Fuutarou soltó un suspiro de lamento. Nunca había formado esos pensamientos en una razón antes. Días monótonos y sin eventos nunca fueron algo que él creyera que serían un problema en su vida, pero se había equivocado más veces de las que estaba dispuesto a admitir. Una vez que dejó de lado el pensamiento de llevar una vida solitaria, Fuutarou se había vuelto vulnerable a los sutiles dolores del corazón que venían con la ausencia. La partida de Ichika fue una cosa, pero era que hubiese empezado hacía tres meses. Siempre volvía a casa a un apartamento vacío, comía comida que nunca se podría comparar con la de Raiha, y a veces olvidaba que su padre ya no irrumpiría al azar en su cuarto de nuevo, avivando ese diminuto espacio.

- Supongo… – admitió Fuutarou. – Sin Ichika, Raiha, mi papá y el resto de ellas por aquí… supongo que he tenido demasiado tiempo libre últimamente…

No debió sorprenderse en absoluto cuando oyó a Takebayashi reírse junto a él. – ¿Ya lo ves? ¿Tan difícil es ser honesto? – dijo ella. – Perdón, no debería reírme. Te entiendo completamente, Fuutarou. La buena noticia es que nuestras carreras empezarán a moverse más rápido muy pronto, así que podrás volver a ocuparte con los estudios.

Fuutarou cruzó los brazos. – Digo, supongo que eso es algo…

- A menos, por supuesto – continuó Takeyabashi – que eso no sea exactamente lo que quieres. – Un pequeño brillito destelló en su ojo mientras cogía su teléfono. – Hey, sé que esto sonará como una sugerencia muy rara, pero ¿has considerado… tal vez…?

Fuutarou se giró dándole una mirada muy extraña. ¿Qué estaría sugiriendo Takebayashi, y por qué de pronto él se sentía algo ansioso?

- … ¿tal vez, adoptar un gato?

- ¿Huh…? – La mirada de su rostro se quedó fija en confusión. – Espera, ¿quieres decir como una mascota…? – La miró como esperando una respuesta rápida, pero la mirada en el rostro de Takebayashi le decía que esperaba una respuesta sincera. – Eso que es… extraño.

Takebayashi empezó a desplazar la pantalla de su teléfono. – Lo sé, lo sé, pero pensé que tal vez podría mencionarlo. Verás, trabajo a medio tiempo en un refugio a unas cuantas paradas del campus, y hemos tenido bastantes adopciones de otros estudiantes universitarios que viven solos. – Se acercó más a Fuutarou, mostrándole la pantalla de su teléfono. Era el sitio web de un refugio animal, completo con fotos vibrantes de mascotas y sus dueños, y varios artículos concernientes a adopción y cuidado.

Trozos de su pasión se filtraban por su tono de emoción, lista para terminar de decir lo que pensaba antes que Fuutarou tuviera una remota posibilidad de rechazarla. – Un gato adulto es bastante independiente comparado con un perro, así que no tendrás que preocuparte por dejarlo solo cuando estés en clase o en el trabajo. Los que cuido son los más dulces del mundo y merecen un buen lugar. Oh, debería preguntar primero, ¿tu apartamento permite mascotas?

- ¿Mascotas? Yo… creo que sí. Estoy bastante seguro que la chica que vive unos cuartos por debajo de mí tiene un gato, así que… – se interrumpió a sí mismo. – Espera, ya nos estamos adelantando un poco aquí. Nunca he pensado en tener una mascota antes.

- Bueno, ¿por qué no empezar ahora? – siguió presionando Takebayashi, más persistente que nunca. – Vamos, no suena tan mal, ¿verdad? ¡Piénsalo! Seguro podrías ser un buen cuidador.

Fuutarou se quedó pensándolo con mucha cautela. – No lo sé… supongo que no suena mal.

- ¿Verdad? Y si todavía no te convence, el refugio ofrece un programa de apoyo.

- ¿Qué significa eso?

- Es como una adopción temporal. – explicó Takebayashi. – Es una forma de hacer que los animales se acostumbren a vivir en una casa, así para cuando sean adoptados, se puedan acostumbrar a sus nuevas familias de manera más fácil. Por supuesto, ya que estarías ofreciéndote de voluntario para cuidar uno, nosotros ofrecemos las provisiones necesarias como comida, inyecciones, y chequeos de salud. ¡No te costaría prácticamente nada!

Si Takebayashi fuese también una vendedora disfrazada, Fuutarou podría admitir que tenía talento para ello. Otro hábito particular suyo en lo que también era buena; sabía exactamente cómo hacer que la gente se interesara en algo. – Pero… – empezó a decir Fuutarou de manera reacia – dijiste que sería algo temporal, ¿verdad? ¿Después qué pasaría?

- Ah… – Takebayashi señaló en su dirección. – ¿Tienes miedo de encariñarte demasiado?

- Un poco, supongo.

- Whoa, eres más honesto de lo que pensé que serías. – Se rio complacida. – Bueno, si una familia decide adoptar un gato que estés cuidando, no podrás hacer nada al respecto. Después de todo no serías más que un cuidador. Pero, ya que es una manera muy común de hacer un "período de prueba" antes de comprometerte a adoptar, ¡son sólo unos pasos sencillos antes de convertirte en un dueño permanente! ¡De hecho, se me acaba de ocurrir el compañero perfecto para ti!

Takebayashi le enseñó su teléfono. Era una página web de su sitio de trabajo mostrando las adopciones disponibles. Ésta en particular era un felino de pelo corto, cuyo pelaje de color crema se mezclaba con manchas oscuras en su hocico, patas y cola. Sus ojos eran de un azul hielo. Incluso había una foto de la propia Takebayashi sosteniendo al susodicho gato para sus fotos en la galería, con una sonrisa radiante en el rostro. Aunque el gato no parecía nada divertido con la foto.

- ¡Rescatamos a este pequeño hace un mes! – continuó Takebayashi. – Me recuerda bastante a ti, ¿sabes? Su nombre es Tappi y es la cosita más dulce del mundo. Es un poco solitario comparado a los otros gatos, así que eso es algo que ustedes dos tienen en común.

Fuutarou suspiró. Por alguna razón, se sentía como si todos se hicieran esa imagen de él en sus mentes, pero corregirla difícilmente parecía valer la pena. – Ignoraré esos comentarios. Entonces ¿éste se llama Tappi?

- ¡Sip! Escogí su nombre yo misma. Es lindo, ¿verdad? Le queda como anillo al dedo.

- ¿De qué manera?

- Quiero decir, sólo míralo. ¿No te recuerda algo? – Takebayashi sacudió la bebida que tenía en la mano. Un vaso de plástico de té de leche medio vacío, con algunas perlas de tapioca negra en el fondo. – ¿Entiendes? ¿"Tappi"? ¿Tapioca? Muy lindo e ingenioso, aunque lo diga yo.

- Supongo que sí. – Fuutarou se encogió ligeramente de hombros. Entre más daba vueltas el pensamiento en su mente, más se daba cuenta de que se encontraba viendo los ojos como cristales del gato, que extrañamente se veía más con aspecto de té con leche. – Todavía es un poco repentino, pero creo que lo pensaré, Takebayashi. ¿Crees que puedas enviarme algunos artículos que pueda leer? Para saber todo lo que pueda.

- ¡Esa es una buena idea, de hecho! Estaba pensando que podrías darme tu información de contacto mientras te tengo aquí, en caso de que vuelvas a desaparecerte de mi vista.

- No voy a huir, y además, seremos compañeros este semestre…

Así que intercambiaron sus informaciones de contacto. – Sabes, debo admitir que en parte lo sugerí en broma. – admitió Takebayashi. – Pero me hace feliz que te lo estés considerando, Fuutarou. Pero no olvides hacer más amigos por tu cuenta, ¿me oíste?

- Sí, claro que te oí. – se rio a medias Fuutarou. – Nos veremos en clase, ¿de acuerdo?

- Suena bien. Cuídate, Fuutarou.

Se pusieron de pie y tomaron caminos separados. Algunos soplos del viento frío del otoño sacudieron las ramas sobre la cabeza de la chica, dejando que las hojas ocres cayeran sobre el abrigo de Takebayashi. Muchos otoños como éste habían pasado en los largos años desde la última vez que vio a Fuutarou. Muchos otoños para muchos años. Desde los otoños antiguos que siguieron a su graduación, pasando por el Festival del Amanecer, hasta aquella noche fatídica, y otra vez de regreso a su cuarto semestre como estudiantes universitarios. Cada vez, Takebayashi nunca se imaginaba que aprendería un poco más sobre el chico que solía llamar su estudiante.

Miró hacia atrás, viendo la espalda de ese chico tan peculiar alejándose del campus. En cierto momento en su tiempo como compañeros, Takebayashi se había considerado la persona más cercana a Fuutarou Uesugi. Siempre hubo algo sobre él. Algo sobre ese tenue brillo que ella veía en sus ojos, y esa inquietud que tenía consigo mismo. Tal vez fuera por eso que sintió la necesidad de llamarse a sí misma su hermana mayor, de mantener un ojo sobre él. De alguna manera, sentía que tenía que estar allí en caso de que se derrumbara un día.

Pero ahora, parecía que realmente tenía un mal hábito de preocuparse más de la cuenta. Takebayashi miró hacia arriba, más allá de las rendijas entre las hojas del otoño y los brillitos de luz solar que pasaban por ellas. Jamás había conocido a Naoko Uesugi. Sólo la vio en algunas fotografías y escuchó una historia o dos cuando Fuutarou finalmente se lo contó. Aunque fuese sólo una suposición a ciegas (sostenida únicamente por el pensamiento pasivo en el que a veces sin razón se ponía a dar vueltas), Takebayashi sabía que el hijo que esa mujer habría dejado prematuramente atrás era alguien de quién ella se habría sentido orgullosa.

Después de todo, Fuutarou Uesugi lo había dicho con orgullo aquel día.

Tan vívido y sólido como el día que recordaba, bajo los cerezos en flor de hacía cuatro años. Como si todo hubiera sucedido ayer.

- ¿Cuál es tu sueño? – le preguntóTakebayashi a Fuutarou. - Ahora que lo pienso, creo que nunca me lo dijiste realmente.

Los vientos que soplaban se llevaron los últimos pétalos que caían junto con las memorias. Por un tiempo, Fuutarou sólo pudo observarlos hasta que eventualmente todos se esparcieron. Otro día de primavera. Otra memoria de primavera antes de que todos tuvieran que crecer.

Su antiguo yo miró hacia lo alto de las nubes. – Lo que quiero es… estudiar medicina. Por mi mamá.

Esta historia continuará…


Notas del traductor:

¡Buenos días, gente! Bien, luego de mucho rato, tenemos otra actualización para este fic. Cada capítulo se pone mejor, aunque siempre por razones distintas. Si el anterior fue mientras vemos a Ichika haciendo una nueva amiga fuera de Japón, aquí una vieja amiga regresa a la vida de Fuutarou mientras él se quedó atrás. En sus notas finales de este cap bobalon mencionó que le encantan los personajes de tipo "hermana mayor" (quizás por eso ama tanto a Ichika), y supo darle un rol a Takebayashi aquí. En estos momentos Fuutarou necesita una amiga que lo apoye en su ausencia (alguien afuera de las quintillizas, porque ellas también extrañan a su hermana), así que queda bien para ese rol. Y menos mal no la metió como una potencial rival para hacer drama, que ya he visto mucho eso últimamente.

De nuevo, sin reviews no hay agradecimientos. Parece que el fandom en español de las quintis está algo apagado aquí, pero bueno, qué le vamos a hacer. Hasta la próxima vez, ¡sayonara!