Roy era un guerrero confiable en batalla. El mejor de su tipo en muchos aspectos, pero fuera del enfrentamiento carecía de seguridad sobre si mismo. Si bien no le costaba interactuar con otros seres inteligente, no era el que iba por la vida haciendo amigos tras cada esquina. Era reservado y sobre todo, confiaba muy poco en los demás. Todo lo contrario a su maestro.
Pablo, a pesar de tener un aspecto aterrador para muchos, era probablemente uno de los Jedi más carismáticos de la orden. Su carácter amigable llegaba a las personas con mucha facilidad, aún así, en cuanto a las artes del aprendizaje de los caminos de la Fuerza respectaba, era estricto y de mente cuadrada. Motivos por el cual le costaba tanto trabajo conectar con su padawan. El maestro Yoda se debió haber divertido mucho cuando asigno a estos dos como maestro y aprendiz sin lugar a dudas. Después de todo, eran como agua y aceite.
Roy restregó sus ojos con pesar y se apresuró a responder la llamada del comunicador, el cual estaba apoyado sobre la mesa de noche justo al lado de su cama.
Roy: - ¿Si? -
Oficia: - Teniente Roy, el general quiere verlo en la sala de entrenamiento. -
Roy: - Enterado. -
Oficial: - Buena suerte, teniente. Cambio y fuera. -
Menuda forma de empezar el día. Apenas se levantaba y ya lo esperaban para entrenar, y ni siquiera podía desayunar. Pero bueno, eso en parte era culpa del propio joven por no programar una alarma y despertase a media mañana. Supuso que dormir tanto no siempre el bueno.
Roy se aseó rápidamente y se dirigió a la sala de entrenamiento, donde su maestro, Pablo-Jill, lo esperaba sentado en pose de meditación. El jedi no dijo nada cuando notó su presencia, ni siquiera cuando el sonido de la compuerta al abrirse y cerrarse indicaban su llegada. Roy simplemente se aceró y se sentó frente a su maestro, con cuidado de no hacer ruido. No sabía si estaba esperando o meditando, en cualquier caso, siempre era mejor esperar pacientemente.
Pablo: - Dime, joven padawan... ¿Qué crees que significa ser un Jedi? -
Roy: - "Los Jedi prestan ayuda para apoyar y defender a los débiles; Se necesita compasión, ya que es una de las mejores herramientas de un Jedi. Las reglas de compromiso incluyen nociones tales como comprender la oscuridad y la luz en todas las cosas, aprender a ver con precisión, abrir los ojos a lo que no era evidente y ejercer precaución, incluso en asuntos triviales. Sobre todo, los Jedi cumplieron con su deber con la República y abrazaron la Fuerza."
Pablo: - Mmmm... Una respuesta propio de los libros de texto. Pero eso no fue exactamente lo que te pregunté. Te pregunté que TÚ crees que significa ser un Jedi. -
El joven se cruzó de brazos y lo pensó por un momento. No podía pensar en otra respuesta más allá de los conocimientos que tenía de los libros del templo. Aunque... Habían unas palabras que nunca olvidaría.
Roy: - "Gurdianes de la Paz" -
Pablo: - Eso es correcto, mi joven padawan... Sigues repitiendo frase de libros pero... entiendo que esas son las enseñanzas que debemos seguir. -
Roy: - Maestro, no entiendo a que punto quiere llegar con esto. -
Pablo por fin abrió los ojos desde que Roy se sentó a su lado. Su mirada era neutra, carente de total expresión o emoción, pero poco a poco fue dejando escapar una leve sonrisa. El jedi se puso de pie y caminó alrededor de su alumno, sus pasos eran lentos pero constantes, una situación que ponía al joven humano algo nerviosos.
Pablo: - Tu mismo lo dijiste, joven padawan. La misión y sentido de ser de los Jedi es ser "guardianes de la paz." El cómo o qué métodos usar para obtener la par no están descritas, aunque siempre evitamos usar el camino de la violencia. Algo que, en estos tiempos de guerra, es casi imposible de lograr. La Fuerza es la mayor aliada de los Jedi, pero también de los Sith, así como el propio sable de luz... -
Roy: - Maestro, no pensará que yo... -
Pablo: - No dije nada, joven padawan. - Su interrupción fue dura y contundente. - El sable de luz es nuestro último recurso ante una situación poco ordinaria. Pero... - Hizo una pausa dramática se volvió a sentar frente a su pupilo. - Si vas a ser un gran espadachín... Me aseguraré que seas el mejor de todos. -
La cara de joven no tenía comparación. Su asombro y desconcierto por igual eran perfectamente visibles en su rostro ante la sonrisa completamente sincera de su maestro. Pablo-Jill no mentía. Nunca lo hizo y nunca lo hará. Si esas fueron sus palabras, entonces así lo iba a hacer. Comenzando ya mismo. El jedi se puso de pie una vez más, y le alejo un poco, encendiendo su sable de luz a medida que se ponía en pose de combate.
Roy: - Maestro... ¿Usaremos los sables de luz para entrenar? -
Pablo: - ¿Qué ocurre padawan? ¿Asustado? Pensaba que eras más que eso. -
Roy: - No estoy asustado... Es solo que...
Pablo: - Ah. La duda. La duda en un combate es un enemigo incluso más poderoso que tu propio adversario. -
Roy: - Si... Lo se. - Se puso de pie y agarraba su sable de luz azul. - Es solo que... ¿No es muy precipitado? -
Pablo: - ¿Precipitado? Ja. Menuda modestia para alguien que fue capaz de detener a todo un batallón de droides por si solo? -
Roy: - ¿Cómo es que...? -
Pablo: - ¿Que lo se? Esto es la guerra chico. Hay informes que nadie puede falsificar. Y todos los oficiales del 194th y del 212th coinciden en sus opiniones. Asi que venga... Demuéstrame de lo que realmente eres capaz. -
Una sonrisa desafiante se asomó al rostro del padawan, al menos una sonrisa que Pablo pudo identificar como verdadera. Con un cuerpo tan pequeño y ágil, movimiento rápidos y acrobáticos, no era muy difícil establecer un combate en la mente del maestro. El Ataru. Un clásico entre los padawan más intranquilos, pero sumamente letal cuando se perfecciona a un grado tal que se convierte en parte de uno mismo. El propio maestro Yoda era un maestro de esta forma, y Pablo pudo identificar de inmediato cierto parentesco. ¿Acaso el propio Yoda le había enseñado personalmente al joven Roy?
A pesar de tener una velocidad y agilidad muy superior para un humano de su edad, Roy estaba lejos de alcanzar la maestría, y una pose rígida como una montaña fue capaz de frenar el ataque descendente del sable de luz de su oponente. Una vez más, su golpe fue mucho más potente que el que Pablo esperaría para alguien de su edad, pero la dureza de su agarre sobre la empuñadura de su arma tampoco mostraba una competencia común.
"El Ataru es un gran estilo, sin lugar a dudas, uno que los humanos no suelen dominar dado su propia anatomía "El Ataru es un gran estilo, sin lugar a dudas, uno que los humanos no suelen dominar dado su propia anatomía. Pero estás más que claro que esa no fue la técnica que usaste para bloquear cientos de disparos al mismo tiempo, joven padawan. ¿Soresu tal vez? ¿O acaso algo más? ¿Qué más esconde de mi, mi joven pupilo?" Pensaba el maestro Jedi para si mismo.
El ritmo del combate fue marcado por el propio Roy. El joven era el que intentaban encontrar un brecha en la defensa del maestro, pero alguien que domina las formas dos y tres rara vez cae en trucos baratos como fintas o un buen juego de pies. Sobre todo cuando Pablo mantienen una forma de combate tan defensiva como la que llevaba a cabo para bloquear todos los ataques del padawan.
No paso mucho tiempo para que Roy de diera cuenta de esto, e incluso el propio Pablo se sorprendió al ver lo rápido que su padawan cambiara a un estilo de combate diferente. El Shien/Djem So era muy diferente a lo que había visto con anterioridad. Los movimientos de Roy ya no eran acrobáticos, sino todo lo contrario. Sólido como una roca, pero demasiado agresivo para los gustos de un Jedi tan conservador como Pablo era.
Los golpes de Roy ahora eran casi el doble de potentes, algo que parecía imposible para alguien con su complexión física Los golpes de Roy ahora eran casi el doble de potentes, algo que parecía imposible para alguien con su complexión física. Pablo tuvo que ceder terreno y retroceder después de cada tajo del padawan o sería superado en fuerza física. Era incluso más fuerte que muchos de los maestros Jedi contra los cuales Pablo había entrenado, y eso que Roy ni siquiera estaba usando la fuerza para potenciar sus ataques. Era pura fuerza bruta, moldeaba peligrosamente con técnica y entrenamiento.
Mantenerse a la defensiva ya no era una opción, y ambos lo sabía. Esta vez Pablo intentó atacar con una estocada, pero Roy logró desviarlo para contratacar, aun así, esto no tomo de imprevisto al Jedi, logrando detener con suma precisión los tajos de su alumno, repitiendo el proceso una y otra vez mientras compartían un forcejeo para probar cual de los dos era mas fuerte. Para sorpresa del maestro, su alumno lo superaba.
Aún así, Roy seguía siendo un joven, y tras treinta minutos ya comenzaba a sentirse fatigado. O al menos lo suficientemente cansado para que Pablo diese por terminado el combate, aunque hacía todo lo posible por mantenerse firme a pesar de que él también estaba fatigado.
Pablo: - Nada mal, joven padawan. Puedo ver que los informes de los clones no se equivocaban. -
Roy: - Gracias... maestro. -
Pablo: - Aún así, aún queda mucho por aprender. Descansa por hoy. Necesito tiempo y... ayuda para trazar un entrenamiento adecuado para ti. -
Roy: - Piensa contactar al maestro Yoda. -
Pablo: - No. El maestro Yoda me dejó bien en claro que debía averiguar como entrenarte por mi cuenta. Pero no voy a mentirme, yo mismo conozco mis limitante. -
Roy: - Entonces... ¿Va a desobedecer una orden? -
Pablo: - Viniendo de ti no se si es un elogio o un insulto. - Comentario perspicaz que logró sacar una risa en ambos, una risa verdadera. - No no. Voy a preguntarle a alguien mucho más joven de hecho. Alguien que es casi tan cabeza dura como tu. -
Roy: - Valla... No pensaba que había alguien que pudiese retarme. -
Pablo: - ¿¡Retarte!? - El maestro rió tan escandalosamente que hasta el propio Roy se asustó un poco. - Mi joven padawan. Tus acciones son travesuras comparadas con la de Anakin Skywalker. Aún no se como Obi-Wan aún se mantiene cuerdo a su lado. Él tiene una padawan también, supongo que algún consejo de él me sería de utilidad. -
Roy: - Ella es Ahsoka. Era mi amiga en el templo. ¿Cree que pueda hablar con ella después? - La cara del joven mostraba una ilusión... preocupante.
Pablo: - Sin apegos... joven padawan. -
Roy: - Lo... lo siento... maestro. -
Pablo: - Está bien. Vete a tu cuarto. -
Roy: - Pero... -
Pablo: - Ve. -
La respuesta de su maestro fue contundente. Realmente quería volver a hablar con su vieja amiga del templo, pero supuso que ese día no iba a poder ser. Aún así se retiro de la sala de entrenamiento con los hombros caídos.
Pablo, en cambio, podía sonreír con satisfacción viendo a su alumno retirarse. Costo tiempo y esfuerzo, y muchos cambios en su forma de pensar, pero al fin sintió que pudo conectar con su padawan de alguna manera. Conectar en serio. Pudo ver una parte de la fachada que Roy ocultaba a todos. Un joven misterioso que aún guardaba muchos secretos. Secretos que Pablo debía descubrir poco a poco.
