TUN TUN TUN.
La puerta de la habitación de Roy sonó suavemente ante los dudosos nudillos del maestro, y su voz tampoco sonó más alto que los golpes.
Pablo: - ¿Roy? ¿Estás allí? -
Roy: - Ah, maestro. Adelante. - Su voz se escuchó desde el interior, pero sonaba demasiado animada para alguien que supuestamente estaba deprimido.
El ongree presionó sobre el panel al costado y la puerta se abrió, revelando al padawan muy entusiasmado haciendo lagartijas, aunque con los ropajes del templo puestos.
Roy: - ¿Cómo están los muchachos? Escuché que perdimos a buenos hombres en Passana. - Comentó como si quisiera evitar una conversación no muy agradable.
Pablo: - Eh... Si. Tienes razón. Perdimos a buenos hombres... Como todas las guerras. Pero... los clones están bien. -
Roy: - ¿No le resulta incómodo decir eso? - La pregunta tomó al ongree por sorpresa.
Pablo: - ¿Decir qué? -
Roy: - ¨Clones.¨ No lo se. No me agrada llamarlos así. -
Pablo: - Pero... Eso es lo que son. ¿Cómo más podrías llamarlos? -
Roy: - Hombres. -
Fue una respuesta certera, y algo confusa, pero su significado era bastante claro. Tanto, que el propio Pablo no pudo evitar una leve sonrisa al escucharlo, sobre todo porque el padawan no dejaba de hacer lagartijas desde que él entró a su habitación. Sería una pena amargar un ambiente tan ameno con un tema tan desagradable, pero ya eso era algo que no se podía seguir extendiendo.
Pablo: - Roy... tenemos que hablar. -
Al escuchar esas palabra, Roy se detuvo en media lagartija, como si su mente se hubiese quedado en blanco. El padawan realmente no quería tener esa conversación, pero entendía que ya no podía seguir ocultando su verdadera naturaleza. Al menos no de su maestro pues, después de todo, él ya sabía la verdad.
Roy se puso de pie, y a pesar del ejercicio, no tenía una sola gota de sudor en sus manos o rostro, tampoco estaba agitado, ni su respiración era irregular, cosa que causó una gran duda en el ongree.
Pablo: - No quiero parecer dezcortes pero... ¿Por qué hacer ejercicio? Quiero decir... -
Roy: - ¿Para que un cyborg necesita hacer ejercicio? - Preguntó algo irónico.
Pablo: - Si. No quise ser tan rudo. -
Roy: - Está bien. Supongo que no es normal ver algo así muy a menudo. -
El padawan suspiró profundamente antes de dar unos pasos y sentarse sobre su cama, hacía lo posible por salir de esa situación sin tener que dar muchos detalles, pero al ver a su maestro sentarse en una silla que tenía frente a un buró para estudiar entendió que esa iba a ser una larga plática de la cual no podía escapar. Eso lo hacía sentirse... incómodo.
Roy: - Digamos que... la prótesis que uso son algo... fuertes para mi cuerpo... Bueno... para lo que queda de él. -
Pablo: - ¿Fuertes? ¿Cómo que fuertes? ¿No se supone que las prótesis deben ajustarse al paciente? ¿Cómo fue que permitieron los médicos algo así? Que irresponsabilidad. -
Roy: - Eh...No exactamente... Digamos que fue... una petición mía. -
Pablo: - ¿Cómo que una petición tuya? -
Roy: - Digamos que las que me pusieron originalmente no... respondían como yo quería. Mi cuerpo en si es un prototipo. Y es algo agresivo con el usuario. Por eso debe ejercitar los músculos que me quedan constantemente, o estos simplemente se... desacoplarán... Por decirlo de una forma no muy grotesca. ¡Pero hey! ¡Dan muy buenos resultados! -
Pablo estuvo a punto de regañarlo por tal imprudencia. Roy era joven y tenía que crecer mucho para someterse a tanta tensión. Pero a pesar de tener la razón, no quería discutir con su padawan. No en ese momento. No en ese lugar.
Pablo: - Bueno... Si crees poder con ello... Está bien. Hablé con el maestro Yoda y me contó algunas cosas, y puede que otras no, así que no voy a preguntarte cosas que no quieres responder. pero hay algo que necesito saber. ¿De donde sacaste un cristal kyber púrpura? ¿Y donde aprendiste el Vaapad? -
No eran preguntas fáciles de responder, y Roy sabía que decir la verdad puede que le trajese alguno que otro problema. Pues puede que hubiese... usado métodos no muy permisibles para adquirir tales cosas, pero en este punto decir una mentira solo empeoraría las cosas. Puede que Roy fuese algo joven e inmaduro, y aunque vivía ocultando la verdad, mentir era muy diferente. Así que el padawan suspiró profundamente, y habló.
Roy: - En mi... accidente... perdí mi sable de luz. Pero tras regresar al templo y retomar mi entrenamiento tuve que regresar a las cuevas de Ilum...
-Flash Back-
Un Roy mucho más joven viajaba en una nave Jedi por el hiperespacio. Su cuerpo aún le dolía, pues no se había acostumbrado del todo a sus partes cibernéticas, pero estaba dispuesto a seguir adelante a cualquier costo.
Debido a que esta era un evento especial, Roy era el único padawan presente, acompañado solamente por Huyang, el droide modelo Mark IV que ayudaba a los jóvenes padawan a construir sus sables de luz, y un maestro del templo, quien era el propio maestro Monn. Fue allí donde Roy conocería al maestro licántropo, y donde establecería una relación medianamente amistosa con el gruñón maestro.
Huyang: - Esto es increíble Huyang: - Esto es increíble. Un padawan regresando a Ilum por un nuevo crisyal Kyber. ¿Se puede saber cómo es que estos jóvenes de hoy en día pierden sus sables de luz así como si nada? Se nota que ya no los fabrican como antes. Sino pasarían días enteros cabizbajos. Igual que ese Skywalker... Niñato presumido... -
Monn: - Tranquilo Huyang. Los sables de luz también son armas. Es común que se afecten en combate. -
Huyang: - Los sables de luz son más que eso. Pero bueno. Ya discutiremos eso más adelante. Ya llegamos a Ilum. -
La nave descendió hacia la atmósfera del gélido planeta y se acercó lentamente hacia una enorme estructura que había sido tallada sobre la fria roca de la ladera de una montaña. Un enorme puerta que todos ya habían visto antes. Finalmente, la nave aterrizó serca de la entrada.
Monn: - Muy bien, padawan Monn: - Muy bien, padawan. Ya sabes el procedimiento. Recuerdo que el tiempo está en tu contra, así que no te entretengas. -
Roy: - Si, maestro. -
El joven cyborg se adentró una vez más en las oscuras cavernas del templo jedi, donde su destino y miedos serían juzgados una vez más. Recordaba la última vez que estuvo allí, cuando la Fuerza juzgó si sería lo suficientemente valiente como para enfrentar una figura de aspecto demoníaco con la forma de un antiguo sith, algo que logró hacer después de un tremendo esfuerzo. Pero ahora, con su nuevo cuerpo y su mente llena de dudas... La Fuerza tenía un juicio mucho más férreo para él.
Esta vez, el joven padawan no se enfrentaría a un ente malvado, ni a una peligroza zona de obstáculos, ni debería resolver un enigma para alcanzar una respuesta que marcara su existencia. Nada de eso. El joven padawan tendría que enfrentarese nada más ni nada menos que al enemigos más infalibles de todos. Está vez... tendría que enfrentarse a si mismo.
Tras adentrase en uno de los muchos estrechos pasajes del templo, Roy llegó a una oscura habitación, muy similar a la última vez que estuvo en ese lugar. El padawan ya se estaba preparando psicológicamente para enfrentar otra de esas ilusiones de la Fuerza, pues seguro sería otro antiguo Sith intentándolo tentar al lado oscuro. La idea incluso se le parecía aburrida, pero indescriptible fue su sorpresa cuando vió lo que la Fuerza tenía preparado para él.
Frente al padawan no se reveló un poderoso Sith del pasado o una bestia colosal, sino todo lo contrario. Era la silueta de un joven. Un joven débil y tambaleante. Uno que portaba una capa negra para ocultar su demacrado cuerpo. Sus ojos no eran amarillos ni mostraban rastro alguno de malda, sino miedo, terror y tristesa. Ese joven, no era más que un reflejo de si mismo. Era él.
Roy jamás pudo prevver algo así. Sus pedazos de carne y piel que aún le quedaban comenzaron a doler como nunca antes, pero la Fuerza nada tenía que ver con esto. Era el mismo rechazando la verdad que tanto lo atormentaba. La proyección de la fuerza de Roy se mantenía quieta, cabizbaja, temerosa. Alzó la mirada y sus pares de ojos marrones hicieron contacto. Entonces... la proyección habló con un tono cansado y demacrado.
Roy de la Fuerza: - ¿Por qué? ¿Por qué debemos sufrir tanto? - Roy no dijo nada, pues el nudo que tenía en la garganta le impedía hablar. - ¿Por qué nos condenaron a este martirio? ¿Acaso hicimos algo mal? Nosotros solo queríamos saber la verdad. ¿Y para que? -
Roy: - Yo... No lo se. -
Roy de la Fuerza: - No es justo. No es justo. No es justo. Nada de esto es justo. Nos duele. Nos duele. La carne duele. La máquina quema nuestra piel. Desgarra nuestra carne. ¿Por qué debemos seguir resistiendo esto? ¿De qué sirve tanto sufimiento? ¿Acaso no es mejor terminar de una vez por todas? ¿De ser... libres? -
Roy: - ¿Libres? ¿Libres de qué? -
Roy de la Fuerza: - De todo. De todo. Del dolor. Del sufrimiento. De la vergüenza. Somos monstruos. Somos una abominación. Nadie va a querernos si descubren la verdad. Nadie va a ayudarnos si descubren la verdad. Estamos solos... Solos... -
Roy: - Si... Tienes razón. -
Ante sus palabras, hasta la propia proyección de Roy de la Fuerza se estremeció. ¿Acaso ya se había rendido? Si eso era cierto... entonces todo lo que había pasado después del accidente hasta ese día no tenía ningún sentido. Había simplemente vivido por vivier. Aún así, Roy alzó la mirada, molesto y temeroso.
Roy: - Tienes razón. Mi cuerpo duele y me gerita por el descanso eterno. Cada días... Cada maldito segundo. Acabar con este dolor es una obción muy tentadora... Pero me niego a hacerlo. Me niego a rendirme tan facilmente... Este dolor que siento es una enseñanza, un recuerdo, una moraleja. Lo aceptaré como mismo acepto la felicidad o la tristesa. Este dolor es parte de mi ahora. Ahora... Y siempre. -
La mirada de Roy hacia su proyección de la Fuerza era única. Era la mirada de una bestia, un depredador que se negaba a rendirse. Estaba dispuesto a seguir adelante sin importar cuanto sufriría. Sería el mejor, y sus ojos lo decían claramente.
Roy de la Fuerza: - Pero... Eso... Eso sería el fin. Sin carne en nuestro cuerpo no podríamos ser uno con la fuerza. Dejaríamos de sentir su guía. ¿Cómo vamos a ser Jedis entonces? -
Roy: - Eso... No lo se. Pero voy a intentarlo. -
Ante tal vista, la propia Fuerza sonrió complacida, y la proyección de Roy se desvaneció como un polvo malva en el aire. Y justo detrás, dos brillantes luces captaron la atención del joven padawan.
Incrustrados sobre las paredes cristalinas del templo, dos critales Kyber clamaban por el joven Roy. Uno era de un colo azul celeste muy brillante, símbolo de su futuro como guerrero. El otro, brillaba con un color púrpura embriagador, símbolo de su aceptación por sus pesares y la conciencia del lado oscuro que en él recidía.
A diferencia de los padawans más jóvenes, Roy esta lo suficientemente instruido como para saber del significado del color de los cristales kyber, así que cuando vió esa brillante luz púrpura su cuerpo tembloroso se estremeció de miedo. Su existencia ya era mal vista dentro de la orden, imaginarse lo que pasaría si descubrían su peligrosa tensencia a las emociones negativas sería la gota que culmaría el vaso.
Roy tembló de miedo, pero no estaba dispuesto a negar lo que era, y si bien aceptó ambos cristales como parte de si mismo, jamás mostraría su lado más maduro a menos que fuese extrictamente necesario.
El padawan nunca supo con seguridad si fue capaz de ocultarle la verdad al maestro Monn, pero decidió actuar de tal forma. Una vez regresó a la nave, Huyang estalló en cólera cada vez que Roy destruía accidentalmente una pieza de su sable de luz. Pieza que guardaba para ensamblar su sable púrpura alejado de la vista de todos una vez las reparase.
Ese días, Roy supo la verdad. Ese día Roy le dijo un último adios a su conexión con la Fuerza, y empezó su camino como guerrero del lado luminoso.
