-Bella POV-

Me observé en el espejo antes de pasar el desmaquillante, aún traía puesta la ropa negra del funeral. Aún podía recordar ver a la distancia a Sam aferrado al ataúd, tratando de evitar que lo pusieran bajo tierra. Volví mi atención a mi reflejo, el maquillaje lograba cubrir bastante bien el aspecto enfermo que había adquirido los últimos días.
Jake no era la primera ni sería la última persona que caía en el inofensivo engaño de fingir frente a mis compañeros sobre mi estado y salud. Jessica y Angela eran fáciles, no pasaba tanto tiempo con ellas últimamente, incluso Charlie, se la pasaba encerrado en su trabajo. Por otro lado, Mike y Edward eran más observadores a cada mínimo movimiento que hacía, con ellos tenía que esforzarme más.
Parte de mi cansancio, además del trabajo se lo debía a las recurrentes pesadillas, eran tan repetitivas que a veces me costaba diferenciarlas del mundo real. En gran parte de ellas aparecía Jasper asechándome desde la oscuridad, en mis lugares habituales, escuela, trabajo, casa; como si esperara por mí. Era angustiante.
Abrí la puerta del pequeño mueble del lavabo y saqué el medicamento prescrito de Charlie, el doctor Cullen se lo recetó hace unos días para el insomnio y los ataques de ansiedad cada vez más frecuentes que intentaba ocultarme. Tomé la dosis y lo guardé de nuevo, él no se daría cuenta hasta dentro de unos días cuando recordara que debía tomarlos.
Volví a la habitación, viendo los libros y anotaciones esparcidas por el suelo de la tarea, vi el reloj en mi buró, casi las doce; los recogería mañana. Me puse el pijama y me dejé caer en la cama, tomando la frazada.

Bajé a la sala, Charlie había dejado la ropa traída de la tintorería sobre los sillones apiladas unas sobre otras. Busqué mi chamarra café, pero por más que movía los ganchos de las prendas no la encontraba.
Podría jurar que me están perdiendo la ropa, dije moviendo prenda por prenda estoy segura que envié más.
Charlie se asomó desde la cocina.
— Yo veo todo igual.
Negué y tomé un viejo cárdigan que Renée había insistido en que llevara.

Subí a mi habitación para terminar de alistarme, Edward no tardaría en llegar. Era extraño como nuestra convivencia consistía en actuar con tanta naturalidad y comodidad, como si nos conociéramos desde hace mucho tiempo, una forma extraña amistad.
— ¡Ya llegó tu novio! canturreó Charlie desde la cocina.
— Maldición.
Terminé de guardar los libros y plumas apresurada. Moví una de las almohadas para tomar la última libreta, un collar cayó, confundida lo recogí, era un relicario de cobre cubierto con unas manchas oscuras. Lo abrí y tenía dos fotografías: Sam y Emily. Lo cerré asustada.
— ¿Quieres que lo pase? pregunta Charlie.
No respondí, vi hacia los muebles para un posible escondite, pero no quería que Charlie lo encontrara, no del todo convencida lo puse en la mochila.

Corrí hacia la cocina para quitarle la tostada que Charlie estaba a punto de comerse.
— No entiendo porque te compré un carro si de igual forma ese chico Cullen terminaría siendo tu coger desde que sale el sol hasta que se oculta.
Lo miré y me arrepentí de mis siguientes palabras desde que abrí la boca:
— Nadie te obligo a regalármelo. Pero no parecía molestarte cuando tu policía favorito pasaba tiempo conmigo.
Escuché el bufido de Charlie, se levantó de la silla.
— La próxima vez tendré la plática con ese chico.
No dije nada, le di la espalda y salí.

Edward me extendió la mano para ayudarme a salir del auto, al salir noté las miradas en nosotros. Como era costumbre traté de alejarme para que tomáramos caminos separados, él se reunía con sus hermanos y yo me encontraba con Jessica o Angela en los casilleros antes de entrar a clases. Él me detiene, le observo confundida.
— Tranquila, no se acabará el mundo si entramos juntos cerró la puerta a mis espaldas además, creo que Mike ya nos ha visto las últimas noches lo suficiente para que el rumor se esparciera.
— ¿Qué rumor?
Vi hacia la entrada, Mike estaba observándonos, trató de disimular y fingir hablar con la chica que pasaba a su lado. No del todo convencida terminé cediendo, me sentía nerviosa, él pareció comprenderlo porque me ofreció su mano, la acepté y lo seguí a la entrada principal.

Estaba sentada a su lado en la mesa del laboratorio, Edward continuaba siendo mi compañero para la clase de Biología. El maestro continuaba balbuceando cosas sobre la clase, no estaba poniéndole nada de atención, vi por la ventana a mi lado para distraerme, algo llamó mi atención.
— ¿Bella? susurró Edward.
No respondí, miraba fijamente hacia el estacionamiento. A lo lejos pude distinguir a Jasper, el corazón se me aceleró, llevaba a una morena del brazo forzándola a avanzar. Vi a los demás en el estacionamiento seguir su camino.
¿Por qué nadie hace nada?
Me acerqué lento a la ventana, sin importarme si eso me costaría una llamada de atención del maestro. Los dos empezaron a discutir, Jasper parecía molesto. Comenzó a jalarle del brazo orillándola al bosque. La chica lucía aterrada, volteó hacia mí, hacia la ventana por la que veía. Me levanté de golpe haciendo que toda la clase se callara, caminé apresurada hacia la puerta.
— Tengo, tengo que ir al baño. dije apresurada, una vez fuera del aula corrí por el pasillo en busca de la salida.
Escuché a Edward detrás de mí, llamándome, pidiéndome que me detuviera, pero seguí hasta llegar a la puerta, la empujé con todas mis fuerzas y salí en busca de la chica, de Jasper. El estacionamiento estaba vacío, no había nada de gente.
— No lo entiendo. susurré.
Él se detuvo a mi lado, confundido.

Más tarde, caminaba con Angela por la biblioteca por un proyecto que nos habían asignado en la clase de Historia, no podía quejarme, esto me servía para despejarme. Mi mente seguía enviándome pequeños fragmentos del estacionamiento, de Jasper, de la chica y de como eso lucía similar a lo que me pasó a mí.
Creo que deberíamos dividirnos para conseguir todo esto. dijo Angela trayéndome al presente, observaba atentamente la lista que nos había dado la bibliotecaria.
Tomé el papel y lo partí en dos, le di una mitad, ella asintió.

Me moví de pasillo en pasillo, cada uno atestado de libros. No me fue nada fácil encontrar algunos de los títulos que coincidían, hasta que...
— ¡Te tengo! celebré en voz baja.
Saqué un tomo grueso con las letras doradas resaltadas. El espacio que ocupaba el libro en el estante del otro lado estaba vacío, era como ver por una pequeña ventana vacía. Del otro lado estaba una chica rubia, concentrada en su lectura, un hombre de cabellera rubia y rizada se detuvo frente a ella cubriendo mi pequeño espacio de visión.
Entonces lo escuché.
Su voz. Estaba a una corta distancia de mí, sentí pánico, pero no podía moverme, no quería hacer ruido.
Iniciaba una conversación con ella. Volví a colocar el libro en su lugar con cuidado, intentando hacer el menor sonido posible. Observé fijamente el librero dejando escapar el aire cuando logré mi tarea, volteé hacia el pasillo a mi derecha más relajada.
Grité al ver a la misma chica rubia, su piel ahora lucía pálida y el cabello mojado pegado a su cara, a su cuello y sus hombros, tenía moretones azules en distintas partes de su cuerpo fácil de notar.
Cuidado. dijo con un hilo de voz.
Salté cuando me tocaron la espalda, a mi lado izquierdo estaba Angela sosteniendo una pila de libros.
— ¿Estás bien? preguntó al ver mi reacción.
Volteé de nuevo a mi derecha, no había nada. Quité de nuevo el libro y la abertura por la que hace un minuto había visto a la chica, estaba oculta con otro libro acomodado por el otro lado del librero.
— ¿Bella? pregunta Angela confundida.
— Si, si estoy bien, respondí agitada ¿Encontraste los libros?
Ella asiente y me empuja hacia las mesas de estudio. Busqué de nuevo a la chica, un rastro, lo que sea, pero no había nada.

Edward estacionó el auto frente a mi trabajo. Me sentía en un constante estado de alerta, esperando que pasara otro incidente como en la escuela. Tal vez el medicamento de Charlie comenzaba a afectarme, ahora parecía estar alucinando, debía devolverlo lo antes posible.
— ¿Bella? me llamó, volteé a verlo ¿Estás bien?
— Si ¿por qué no habría de estarlo?
— Has estado algo pensó bien en que palabra utilizar distraída. ¿Es acaso él quien te tiene así? ¿Ha intentado acercarse últimamente?
— ¿Qué? No, no de hecho no lo he visto. mentí. Ni siquiera yo sabía si lo había visto realmente.
Él vio la tienda, después a mí.
— ¿Estás segura que quieres trabajar hoy?
— Si, esto me distrae, lo...lo necesito.
Él asiente, pero sé que no es la respuesta que esperaba. Apaga el auto y baja rodeándolo para abrirme la puerta.
— Bien, volveré a la misma hora.
— Está bien.

Estaba recargada sobre el mostrador mientras Mike seguía parloteando sobre el último partido que vio, me limitaba a asentir cada que esperaba una señal de aprobación. Tomo su teléfono y maldijo cuando se dio cuenta de la hora.
— Bella eh, este día saldré temprano. captó mi atención, Mike nunca hacía eso Eric insistió en que vaya con él al boliche.
Ya era hora de que Mike respirara del trabajo.
— Espero que se diviertan.
— Deberías venir con nosotros, yo podría decirles a mis padres que...
— Ya tengo planes al salir. mentí.
— Claro, tu y Edward... no pensaba aclararle la situación Bien, veré si puedo conseguir a alguien que venga a cubrirme de último momento para que no hagas el cierre sola.
Salió corriendo hacia su auto, no pude evitar reír, en ocasiones me recordaba a una caricatura. Tomé el atomizador y una de las toallas y caminé hacia los estantes comenzando a limpiar.

Estaba terminando con el último cuando la campanilla sonó, entró una chica apresurada repitiendo una y otra vez:
— Lo siento, lo siento por llegar tan tarde.
¿Sería el reemplazo que Mike había mencionado?
La miré, confundida. Vestía el uniforme de la tienda, siguió balbuceando un par de cosas que no logré entender, estaba algo retirada de mí, avanzaba directamente hacia el almacén a dejar su mochila.
Me acerqué al mostrador a guardar las cosas, la chica salió del almacén repitiendo la misma frase.
— En serio, lo siento por llegar tarde.
— ¿Tu eres el reemplazo? pregunté, lucía confundida Quiero decir... si cerrarás conmigo hoy.
— Por supuesto dijo con una cálida sonrisa. Se sujetó el cabello Bien, ¿qué hay que hacer?
Observé la tienda preguntándome lo mismo, era un día tranquilo entre semana realmente no había muchos pendientes, miré la puerta de cristal y los ventanales.
— ¿Por qué no los limpias? Ya sabes por dentro y fuera, tengo que llenar unas cosas.
Ella asintió, le puse las cosas sobre el mostrador, caminó hacia la puerta y comenzó con su tarea. Tomé la carpeta con el inventario, adelantaría un par de tareas por Mike.

Pasé por los percheros contando la ropa y anotando, de vez en cuando volteaba a verla para asegurarme de que estaba cumpliendo con su parte. Toda ella emanaba energía, lucía tan alegre, tan activa, tan inquieta. Era como un pequeño rayo de sol en el oscuro y frío pueblo de Forks.
— ¿Antes trabajabas aquí? pregunté dándole la espalda continuando en lo mío.
— Aún lo hago, Mike nunca la había mencionado pero solo por temporadas, ya sabes por la escuela.
Pasé al mueble donde estaban dobladas las sudaderas.
— No te he visto en la escuela. Aunque bueno, en realidad no llevo mucho tiempo aquí, llegué hace poco, aún no termino de conocer a la gente de aquí. reí al olvidar decir lo más importante Soy Bella, por cierto.
— Y yo Chloe. ríe también, hasta su risa era de lo más bonita Si te veo por los pasillos no dudaré en saludarte.
Asentí, aunque de seguro ella no podía verme.

— ¿Sabes que nos vendría bien? Una bebida caliente. Iré por algo a la cafetería está cerca, ¿quieres algo?
No podía decir nada, ya casi terminaba nuestro turno y no veía ningún posible problema o reclamo por parte de Mike. Terminó la pregunta ya a medio camino de la tienda, reí y negué.
— No, gracias.
Vi de nuevo la carpeta para asegurarme de que no había olvidado nada.

Chloe se divisó de nuevo desde el estacionamiento, pero sin el café. Entró a la tienda con una gran sonrisa. Me recargué sobre el mostrador.
— ¿Tuviste éxito?
— Nada me convenció. caminó hasta quedar a un lado de Bella Pero, vi al chico más guapo en la cafetería.
Fingí curiosidad como lo había hecho antes con Jessica cuando me contaba sobre sus citas. No me sorprendería que ellas se llevarían bien si fueran amigas. ¿Ya se conocerían? Si no, debía presentarlas. Cuando volví mi atención a ella ya iba por media historia.
— Y me invitó a salir, al terminar el turno se le escapó una risita, estaba emocionada.
— ¿Irás?
— ¡Obvio! Si tu lo hubieras visto en persona tampoco pensarías en ignorar esa invitación.
— Esta bien reí te voy a creer.

Vi la hora en la computadora, Edward no tardaría en llegar.
— Chloe, saldremos un poco antes para que tengas tu cita, pero no le digas a los Newton.
— Será nuestro secreto.
Fue por sus cosas, aún alejándose no dejaba de balbucear cosas sobre el guapo chico de la cafetería, era sorprendente la manera en que su cabeza ya maquinaba toda una historia antes de siquiera conocerlo bien.

— Puedes irse si quieres le dije. Estaba poniendo el candado sobre la puerta, la última tarea.
— ¡Gracias! Vendré a contarte como terminó esto.
Escuché como se alejaba, no sin antes terminar con un:
— Espero que nuestros futuros hijos hereden ese bonito cabello dorado que tiene. ¡Adiós!
Reconocí el sonido del auto de Edward, aún no entraba al estacionamiento pero se distinguía a lo lejos, más en este ambiente silencioso.
No pude evitar sonreír, la energía de Chloe era contagiosa, a pesar de apenas conocerla, desee que todo saliera bien, que no le rompieran el corazón. Observé el vidrio de la puerta de la tienda y la ventana, confundida pasé el dedo por el cristal , tenía polvo, lucía sucio al verlo más de cerca.
— Pero qué...
El timbre del celular me asustó, era Mike.
— ¡Me has sacado un susto!
Escuché la risa desde la otra línea, y a Eric celebrar, Mike le gritó que se callara y pareció alejarse porque el ruido de fondo disminuyó.
— ¿Cómo te sentiste en tu primer cierre sola? preguntó animado. Sentí como si un baldazo de agua helada me cayera encima.
— ¿Qué?
— Si, lo siento, no pude conseguir a nadie de último minuto, mis padres ya tenían planes y...
Volví a ver en el cristal de la puerta, sentí un escalofrío al ver una silueta detrás de mí.
— Me tengo que ir. dije sin más y le corté la llamada.
Comencé a ver un poco borroso, las lágrimas distorsionaban la visión, pasé la mano por mis ojos secándolas. Allí estaba ella, detrás de mí, aún portaba el uniforme ahora con suciedad y el cabello mojado adherido a su cuerpo.
Viene por ti. — susurró Chloe.
Grité cuando sentí que me tocaron el hombro, volteé por inercia, era Edward.
— ¿Qué pasa? ¿Estás bien?
No me di cuenta que estaba temblando hasta que me acercó a él, estaba helado y posiblemente yo me encontrara en la misma temperatura. Me guio hacia el auto.
— Te llevaré con Carlisle.
Vi de nuevo hacia la entrada, la busqué en el reflejo de la puerta, no había nada.