-Mike POV-
Frente a mí estaba su casillero repleto de imágenes que no sabía que le habían tomado, menos la cantidad de ellas, había pequeños osos de peluche pegados alrededor y flores, era tan extraño pensar el impacto de la desaparición de Bella.
— Ya la están dando por muerta. — murmuró Jessica a mi lado viendo la escena.
Por supuesto que la estaban dando por muerta. Después de todo, ninguna había regresado con vida antes. Una parte de mí se apagaba cada día más con la ausencia de noticias, con la falta de avances en su caso.
— ¿Vienes? — me preguntó Jessica, sacándome de mis pensamientos.
— Sí, en un minuto... — respondí, desviando mi mirada de nuevo hacia el casillero, recordando nuestra última conversación.
— ¡Me has sacado un susto!
No pude evitar reírme, Eric acababa de hacer la celebración por su chuza más graciosa que había visto, tanto que me distrajo de llamada y mi objetivo.
— ¡Cállate! — le grité, pero él continuó celebrando como si no me hubiera escuchado.
Me reí y caminé hacia un lugar más despejado y sin ruido para escucharla mejor,
— ¿Cómo te sentiste en tu primer cierre sola? — pregunté animado.
— ¿Qué?
Demonios, había olvidado avisarle que tendría que cerrar sola esa noche.
— Si, lo siento, no pude conseguir a nadie de último minuto, mis padres ya tenían planes y...
— Me tengo que ir. — dijo segundos antes de cortar la llamada.
— ¿Bueno? ¿Bella? — murmuré, mirando la pantalla de mi celular confundido.
¿Había cortado ella o se había ido la señal? Consideré en llamarle de nuevo, pero Eric me arrebató el teléfono de un segundo a otro.
— Pero ¿qué? ¿en qué momento?
Me tomó desprevenido.
— Soy un ninja. — dijo antes de salir corriendo con mi celular. Maldije antes de seguirlo.
Eric le presumía a Angela cómo me había ganado en el boliche la noche anterior, mientras Jessica intentaba seguirles la conversación. Yo estaba demasiado cansado para participar en su charla, tenía sueño y no había dormido bien.
Chocamos contra Eric cuando se detuvo repentinamente, y el grito de Jessica me sacó de mi ensimismamiento. Frente a nosotros se desplegaba una escena del crimen, tres cuerpos yacían en el suelo. Reconocí a cada una de ellas, pero fue Chloe, mi antigua compañera de trabajo, quien llamó mi atención. Sentí como se me revolvió el estómago al verla en ese estado, perdí el equilibrio, corrí hacia uno de los árboles más cercanos a vomitar.
— ¿Estás bien? — preguntó Jessica llegando a mis espaldas.
A pesar de tenerla cerca, la escuchaba como si estuviera a kilómetros de distancia. Mi atención estaba fija en Bella, quien se alejaba con los Cullen, aparentemente distraída, pero sin dejar de mirar hacia la dirección de los cuerpos. ¿Las conocía? Parecía imposible, dado que había llegado al pueblo hace poco.
La persona a su lado me miraba fijamente, Edward Cullen. La última persona con quien la vi.
— ¿Qué se supone que hacemos aquí? — preguntó Jessica, poniendo los ojos en blanco.
Observé la biblioteca preguntándome lo mismo. Los murmullos de los estudiantes inundaban el ambiente, hasta que se quedaron en silencio al entrar un grupo de policías, entre los alumnos de nos miramos en silencio, intercambiando miradas con cierto temor, pero todo se volvió real cuando entró Charlie Swan, tomando una lista de uno de sus compañeros que parecía ponerlo al tanto.
— Buenos días, la razón por la que están aquí es porque todos ustedes han sido parte de la vida de Bella, y sus palabras y acciones pueden ser cruciales para entender lo que pasó.
Por alguna razón, eso lo sentí muy personal.
— Michael Newton, Jessica Stanley y Angela Webber, por aquí — nos llamó un policía más joven.
Los tres nos levantamos nerviosos y caminamos hacia él, mientras el resto del equipo policial se dividía entre los otros estudiantes. Jasper Whitlock, así decía la placa en su uniforme. No podía tener más de veintidós años. Su porte era imponente, pero al mismo tiempo transmitía una calma sorprendente. El nerviosismo se desvaneció, y la conversación fluía entre nosotros tres mientras dábamos detalles clave sobre nuestra relación con Bella: qué tipo de interacción habíamos tenido con ella, con qué frecuencia la veíamos, si habíamos notado algo fuera de lo habitual, si había mencionado algo sobre irse de Forks.
La única diferencia de respuestas que Jessica y Angela dieron de las mías, fue que ella trabajaba para mi familia. Por lo cual el oficial Whitlock optó por liberarlas a ellas y extender el interrogatorio conmigo.
— ¿Cuánto tiempo tenía trabajando con ustedes?
— Solo un par de meses, era relativamente nueva.
Observé sus ojos, eran demasiado oscuros que no embonaban con su físico.
— ¿Notaste algo diferente la última noche que trabajó con ustedes?
— No, ese día fue el único en que no trabajamos juntos, pero ella era lo suficientemente competente como para trabajar sola. No, no noté nada diferente, mis padres no me dijeron nada.
— Recuérdame cuando dijiste que fue la última vez que la viste. — dijo sin dejar de escribir en sus notas.
— La siguiente mañana, cuando aparecieron los cuerpos.
Dejó de escribir.
— Cierto. ¿Estaba con su grupo de amigos?
— No — murmuré con la vista perdida — Estaba con Edward Cullen.
— Edward Cullen... el hijo de Carlisle.
Le observé confundido, su expresión había cambiado. ¿Acaso Edward podía ser un sospechoso de la desaparición de Bella? Después de todo los primeros días que Bella estuvo en Forks había una extraña interacción de odio de él hacia ella. Algo que se rumoreaba por los pasillos de boca en boca.
Jessica insistió en que la siguiera, tomándome de la muñeca para jalarme hacia el salón. Me detuve en seco cuando Edward Cullen pasó junto a nosotros junto con su hermana Alice. Ambos disminuyeron su ritmo al pasar por el casillero de Bella, pero no intercambiaron palabras antes de continuar su camino.
No pude evitar verlos con recelo. Edward me devolvió la mirada, helándome la sangre. Era como si pudiera leer mis pensamientos.
— Yo resolveré esto — murmuré para mí mismo.
— ¿Dijiste algo? — preguntó Jessica confundida.
— No fue nada. — dije zafándome de su agarre y continuar mi camino hacia el salón por mi cuenta.
Estaba en el trabajo reorganizando los estantes, debido a la ausencia de Bella, mi padre había decidido volver presencialmente al negocio, dejándome de nuevo como su auxiliar. No pude evitar sentirme incómodo cuando vi a mi padre sacar el cartel de "se busca empleado/a" de la bodega. Sabía que mis padres necesitaban llenar ese espacio, pero solo esperaba que no fuera tan pronto.
— Esto solo tomará un minuto, encárgate de la caja. — canturreo observando a la gente dentro de la tienda.
Asentí sin más y caminé de regreso a la computadora. Observé hacia las cámaras de seguridad en las esquinas, el recuerdo del interrogatorio se reproducía una y otra vez en mi mente, ¿había algo extraño con Bella la última noche? ¿Me había perdido de algo? Las cámaras de seguridad podían haber detectado algo... Si tan solo...
Observé a mi padre fuera de la tienda, el mueble en el que estaba recargado, el cajón a mi derecha donde se guardaban los discos con las grabaciones, solo tenía que ser cuidadoso.
De manera disimulada abrí lento el cajón, observando el orden de los discos, teniendo los más recientes al final, con mayor acceso. Mis padres actualizaban las grabaciones cada mes, por lo que estas últimas aún tenían a Bella como trabajadora.
En un movimiento veloz tomé los últimos siete discos, los dejé caer sobre mi mochila entreabierta, cerrándola de inmediato cuando el último disco cayó.
Para cuando mi padre volvió, la misión se había cumplido.
A la mañana siguiente, conduciendo por la entrada de la escuela me incorporé a la fila para encontrar estacionamiento disponible, aún había varios espacios, pero la fila avanzaba lento.
Suspiré y miré mi mochila sobre el asiento de copiloto, los discos se veían sobre mis libros, me llamaban, me pedían que los entregara. Me detuve de la nada, parando el tráfico estudiantil. Miré hacia el frente viendo como el auto de enfrente seguía avanzando, pero yo no lo hacía, miré de nuevo mi mochila, al frente y de nuevo a la mochila.
El claxon de los demás autos queriendo avanzar ejercieron presión.
— Maldita sea.
Tomé con fuerza el volante y avancé, pero hacia la salida del estacionamiento de la escuela, con dirección hacia la comisaría de Forks.
Caminé hacia el recibidor con prisa, donde la secretaria me detuvo al notar mi nerviosismo.
— ¿En qué puedo ayudarte, cariño?
— Necesito, entregar... necesito ver al jefe Charlie Swan... con urgencia. — aclaré mi garganta, mi mochila quemaba en mi espalda.
— Tranquilo, deja le llamo ¿podrías darme tu nombre?
— Mike, Mike newton. Soy amigo de su hija.
Ella sonríe y toma el teléfono marcando un par de botones, esperando respuesta.
— ¿Puedes tomar asiento? El jefe Swan tuvo que salir por una emergencia, puedes esperarlo si gustas... — parece que notó mi decepción — o si querías entregarle algo, puedo recibirlo y entregárselo en cuando vuelva.
Vi la hora en el reloj de pared, las clases ya habían comenzado, no le había avisado a nadie que llegaría tarde. ¿se preocuparían por mi ausencia?
Como si me hubieran leyendo la mente, mi celular comenzó a sonar: Eric.
Vi a la secretaria disculpándome al sacar el celular, salí de la comisaría para responder.
— ¿Dónde estás? Jessica ya no sabe cómo explicarle tu retraso al profesor, te va a matar cuando pongas un pie aquí. — dije por el otro lado de la línea.
— Lo siento, lo siento, surgió algo, pero ya voy de regreso y...
— ¡Hola! — dijo Angela, interrumpiéndome.
— Date prisa, Mike.
Una patrulla se detuvo frente a mí, asustándome. De ella bajaron dos oficiales, uno de ellos fue quien me interrogó en la escuela, Jasper Whitlock. Lucía cansado y cubierto de suciedad.
— Otro cuerpo. — le murmuró a su compañero.
— Y llegarán más; deberías abrigarte, estás muy helado.
— No es nada... además, — se calló cuando su amigo me señaló, ambos cambiaron de postura, volviendo a su porte de autoridad.
— Te espero adentro.
El oficial Whitlock se acercó a mí con cautela.
— Michael Newton de la escuela Forks —dijo observando mi mochila — ¿qué te trae a la comisaría en un día de escuela?
Dude un momento en si responder, pero algo en el me transmitía confianza, familiaridad. Era extraño.
— Necesito entregarle algo al papá de Bella.
— Yo puedo hacérselos llegar al jefe.
Extendió su mano, de manera instintiva abrí mi mochila con prisa, sacando la pila de discos con distintas etiquetas de fechas. Él me observó confundido, tuve que explicarle:
— Son grabaciones, grabaciones del trabajo, no sé si haya algo que pueda ayudarles con la investigación, pero... sentí que debía entregárselos.
— Has hecho lo correcto — dijo al tomar los discos — hay algo de policía en ti.
Balbuceo analizando los discos, las fechas.
Por alguna razón que no comprendía, lo sentí como una especie de llamado en mi interior.
¿Quería formar parte del personal de policía de Forks en un futuro? Aún no lo sabía, pero no descartaba la idea.
