-Charlie POV-
Al entrar a mi oficina, lo primero que captó mi atención fue un disco reposando sobre el escritorio, acompañado de una nota: "Podrías encontrar algo interesante". Mis ojos barrían los cubículos de mis compañeros en busca del responsable mientras el sonido del teléfono me sacaba de mi ensimismamiento.
— Whitlock me encargó dejar un disco en su oficina. Un joven se presentó para entregarlo, como no estaba, lo dejó conmigo. — La voz de Marie resonaba desde el auricular, tranquilizándome al instante.
— Gracias, acabo de dar con él. ¿Hay alguna otra novedad? — respondí, agradecido por su información.
— Nada por el momento.
Concluí la llamada. ¿Quién podría haber enviado aquel disco? ¿Había algo sospechoso en ello? ¿Algún indicio relacionado con el maniático que había ocultado las fotos de Bella en los periódicos? Con el corazón latiendo en la garganta, encendí la computadora y coloqué el disco en su lugar.
Una lista de videos se desplegó en el monitor, revelando grabaciones de las cámaras de seguridad de la tienda de los Newton. Mis manos temblaron al verla después de tanto tiempo. Allí estaba ella, como siempre, en su propio mundo, con el pequeño Newton revoloteando a su alrededor.
Saqué mis notas, buscando algún comportamiento extraño en ella o el rubio, algún indicio que indicara si él era el responsable. Adelanté el video hasta que le vi irse, dejándola sola.
— Ese hijo de... — respiré antes de irme a la carpeta de las declaraciones de Michael Newton.
No era la primera vez que testificaba algo, estaba la otra chica: Chloe Mitchell.
— Pero que... — murmuré, otra trabajadora de Newton's Olympic Outfitters.
Necesitaba revisar las declaraciones de los demás Newton. Miré de nuevo al monitor, la grabación seguía. Era Bella hablando a la nada, le subí el volumen, su voz apenas se escuchaba, pero en definitiva estaba hablando con alguien.
— No te he visto en la escuela. Aunque bueno, en realidad no llevo mucho tiempo aquí, llegué hace poco, aún no termino de conocer a la gente de aquí. Soy Bella, por cierto.
Anoté el nombre de la chica desaparecida como un caso pendiente que ver, de nuevo. Avancé más el video hasta su finalización. Las cámaras de seguridad exteriores mostraban a Bella al teléfono. Hubo un momento en el que se quedó mirando fijamente la puerta mientras alguien se acercaba por detrás.
Edward Cullen. Su rostro se transformó en horror al verlo.
Un golpe resonó en mi escritorio cuando los vi alejarse juntos. Todo el tiempo que habían pasado juntos, cuando antes parecían odiarse. ¿Por qué Bella había visto a Carlisle el día del incidente... si no era para encubrir a su hijo de alguna fechoría? Sentí como si un cubo de hielo me hubiera caído sobre la cabeza. ¿Y si él era el responsable todo este tiempo?
Tomé el teléfono, esperando en la línea hasta que Marie respondió.
— Necesito que busques en los archivos las declaraciones de Michael Newton sobre las desapariciones de Isabella Swan y Chloe Mitchell. Además, indaga sobre los hijos del doctor Cullen que asisten a la misma escuela. — Repasaba la última escena de las grabaciones en el monitor. — Llama a la escuela, diles que recibirán una orden para que nos envíen el expediente completo de Edward Cullen. Necesito toda la información para esta tarde. Diles que iré personalmente a revisar algunos asuntos. Gracias.
Sin esperar su respuesta, colgué y me puse la chaqueta antes de salir de mi oficina.
Caminaba por los pasillos escolares en dirección a la oficina del director cuando me topé con el casillero de Bella, decorado en su memoria. Al contemplar su fotografía, un nudo se formó en mi garganta. Aparté la vista hacia las esquinas del pasillo para evitar que las lágrimas inundaran mis ojos.
No aquí.
Una cámara de vigilancia apuntaba en mi dirección. Quizás allí podría encontrar más respuestas. Después de todo, la mayoría de los casos involucraban a estudiantes. ¿Por qué no había pensado en eso antes?
¿Acaso está diciendo que este operativo finalmente dio con un sospechoso después de tanto tiempo sólo porqué su hija se vio afectada?
El recuerdo de la voz de aquella reportera se burlaba en mi cabeza.
Choqué con uno de los alumnos. Maldición.
— Lo siento. — me disculpé distraído, apenas distinguiendo la delgada figura. Una de las amigas de Bella. — Ana, Andrea, Amelia... — balbuceé, intentando reconocer a la chica de lentes que me miraba nerviosa.
— Angela, Angela Webber. — me corrigió con un hilo de voz apenas audible.
— Claro, claro. Disculpa. — dije antes de que se despidiera y prácticamente huyera de allí. El uniforme imponía respeto entre los jóvenes.
Llegué a la oficina del director. Las secretarias estaban ocupadas con unos documentos, fue una de ellas quien me sonrío.
— Pero miren a quien tenemos aquí, al mismismo jefe de policías, Charlie Swan. — Lucy se burló, intentando volver a su típico humor.
— ¿Cómo sigues?
— Mejorando, ¿y tú? ¿alguna novedad de Bella?
— No por el momento. — tosí incómodo. — ¿Puedo? — pregunté señalando la puerta de la oficina.
Ella asintió.
— Le informaré al personal de seguridad y mantenimiento para que consigan esas grabaciones lo antes posible — dijo Phillip, adoptando una postura muy oficial, recargándose sobre su escritorio como si fuera el presidente del país. — Lo que sea necesario para contribuir a la búsqueda de su hija. Usted hace una labor extraordinaria por la seguridad de nuestra comunidad.
Le observé con una mezcla de agradecimiento y cansancio, asintiendo antes de levantarme de mi asiento. Llevaba años lidiando con personas como él, siempre tratando de elevar mi ego y el de mis hombres. Meses atrás, Hank me había contado los comentarios que surgían en sus reuniones sobre cómo ya debería retirarme, insinuando que el pueblo estaba en decadencia. Estaba harto de eso.
Marie había dejado un par de carpetas sobre el mueble, con los nombres tecleados a máquina. Necesitaba terminar unos reportes antes de sumergirme por completo en la investigación. Todos en la oficina ya se habían retirado, como era habitual; la comisaría se había convertido en mi segunda casa. Ya no tenía sentido volver a lo que ya no se sentía como hogar. Antes del regreso de Bella, tenía una rutina con mi soledad: preocuparme solo por verla en fechas festivas, enviar dinero para su regalo de cumpleaños y Navidad, y retomar poco a poco la amistad con Reneé por el bien de ella y los viejos tiempos.
Ahora, nada de eso tenía sentido. Bella estaba desaparecida, quizás muerta; Reneé había vuelto al psiquiatra para intentar sobrellevar su vida medicada. Por lo menos ella tenía compañía, tenía a Phill.
Saqué mi celular para llamar a Hank y reservar un espacio para mí en la barra de bebidas de The Carver. No me gustaba considerarme alcohólico, pero era lo que necesitaba para seguir adelante un día más, para vivir otro día más. No necesitaba explicar nada ni profundizar en incómodos saludos; bastaba con una llamada y un:
— Lo mismo de siempre para el jefe. — respondió desde la otra línea, con la vieja música del restaurante perforándome el oído.
Envié el documento al correo de Marie antes de apagar la computadora. El sonido del teléfono de la estación llamó mi atención. Me estiré antes de caminar hacia su escritorio. A esa hora, solo podía significar una cosa: una llamada reportando un robo, un vecino molesto quejándose. Algo rutinario. Llamaría a uno de mis chicos de confianza para que se ocupara de eso. Yo tenía un trago que tomar, un cigarrillo que fumar y una conversación que, esperaba, lograría despejarme durante un par de horas.
— ¡Necesitamos una patrulla en la escuela de mi hija! — me gritaron al teléfono, una madre desesperada. — No está en la escuela, no fue a sus actividades extracurriculares, ni siquiera está en casa de su amiga. ¡Angela no está!
Hubo un leve forcejeo antes de que una voz masculina tomara la llamada.
— Por favor, llevamos horas sin saber nada de ella. Angela Webber, estudiante de Forks High School. Chica morena de lentes, estatura baja y delgada. Habla su padre, Isaac Webber. Necesitamos saber algo de ella, mi esposa y yo estamos en la escuela.
— Charlie Swan al teléfono, jefe de policía. No se muevan de allí, llegaré de inmediato.
Encendí la radio de la patrulla, con la mano temblorosa, sintiendo que volvía a vivir el horror de la desaparición de Bella cuando alerté al equipo.
— ¡Atención, atención! — anuncié, mi voz resonando con urgencia a través del comunicador. — Su presencia inmediata en Forks High School y en la residencia de los Webber. Información urgente: una chica ha desaparecido. Repito, una chica ha desaparecido. Por favor, respondan y diríjanse a estos lugares de inmediato para comenzar la búsqueda. Manténganse en contacto por radio para coordinar acciones. Esto es una prioridad.
Apreté con fuerza el volante mientras la patrulla se movía con rapidez por las calles, con las luces intermitentes destellando en la oscuridad de la noche.
— Luce cansado. — dijo Jasper, estirándose. Habíamos registrado toda la escuela con el intendente, pero no había rastro de nada. Los Webber habían regresado a casa, donde otra parte del equipo esperaría con ellos alguna señal de Angela. — todo este desastre solo lo ha deteriorado... Tal vez debería tomar un descanso, más permanente, pasar la página, olvidar a Bella...
Al escuchar esas palabras, sentí como si un puñetazo me golpeara en el estómago. No podía explicar lo que sentía. Por un segundo, un escalofrío recorrió mi espalda. Aún no podía descartar a Edward como principal sospechoso, pero tal vez debería ser más observador, más cauto, y agregar otro nombre a la lista de sospechosos.
