Nada de Crepúsculo me pertenece, la historia es de Sthepenie Meyer y yo solo lo utilizo con fines de entretenimiento.
Summary: Secuela de pérdida en crepúsculo. Y de ese modo el león se casó con la oveja. ¡Qué oveja tan estúpida! ¡Qué león tan morboso y masoquista! ¿Qué hago resolviendo sus problemas?
Advertencia: Todos los personajes pertenecen a Meyer; excepto Hannah James, Danielle James, Charles Taylor y todos los personajes del universo de Hannah
Advertencia 2: Algunas frases originales del libro Amanecer aparecerán en la historia.
Epilogo
Inspirado en Ordinary world – Duran Duran
Cinco años después…
- ¡EJ! - reprendió la voz de Charles.
EJ corría de manera alocada por el parque, era muy parecido a su padre, pero había heredado mis ojos; le fascinaba llamar la atención de Charles cuando había aprendido algo nuevo, sabía que lo tomaría entre los brazos y lo llenaría de besos. EJ no se cayó ni una vez en su travesía, los ojos de Charles lo observaron con la misma fascinación, cuando lo vio por primera vez en la sala de partos.
Soltó mis dedos y camino con una sonrisa hacia nuestro hijo de cuatro años, quien reía divertido por haberle causado preocupación a su padre.
- ¿Lo viste? -pregunto Charles emocionado.
-Lo sé -dije acariciando su cabello rubio-. Aprende con mucha rapidez.
Una patadita se hizo sentir en mi lado izquierdo, mordí mi labio inferior para no soltar una palabrota frente a mi hijo y mucho menos en un lugar público; Charles poso su mano donde instintivamente yo había puesto la mía, sus ojos me observaron con preocupación. El último mes no había sido fácil, apenas si podía caminar por el parque.
- ¿Estas bien? -pregunto Charles sosteniendo a EJ con un brazo-. Si te sientes mal, podemos volver a casa.
- Estoy bien -dije con una sonrisa-. Además, EJ está feliz, no quiero arruinarle el día.
- EJ lo entenderá -replico Charles con seriedad-. Tu salud y la de la bebe están primero. ¿Cierto, Edward?
- Te quielo mami -dijo EJ estirando sus labios en un lindo puchero.
- ¿Saben una cosa? -les pregunte con una sonrisa.
- ¿Qué? -inquirió Charles con recelo.
- Isabella quiere un enorme helado de fresas -dije observando a un hombre que servía un helado en su puesto dentro del parque-. Se bueno y tráeme uno.
- Siempre te sales con la tuya -protesto Charles plantándome un beso-. Siéntate y no se te ocurra moverte.
EJ y Charles se fueron a donde un corro de gente rodeaban al señor de los helados, padre e hijo reían divertidos por lo intentos de EJ por salir corriendo, finalmente Charles cargo al niño para no perderlo de vista entre los compradores.
Mi vida había cambiado mucho desde el día que había muerto en los brazos de Edward, ya no tendría la oportunidad de volver a Forks, la puerta se había cerrado para siempre y seguramente, ellos también estarían tristes como yo. Nunca sabría que había ocurrido después de mi muerte, o que historia se inventaron para que mi desaparición no fuera sospechosa, como estaría Edward ahora que no estaba para molestarlo y fastidiarlo… extrañaba a los Cullen enormemente….
-Alice se va a disgustar -susurro una voz aterciopelada detrás de mí-. No te va a perdonar que llames Isabella a tu hija.
Me paralice en el asiento, pestañee varias veces y aun me encontraba en el parque cerca de casa, Charles y EJ hacían fila para comprar los helados y nada había cambiado, excepto que me pareció escuchar a Edward Cullen tras el asiento, lo más probable es que el estrés por el embarazo me estuviera afectando y estaba escuchando cosas que no venían al caso.
- ¿EJ? -pregunto de nuevo la voz detrás de mí-. ¿Qué significa?
- Edward Jacob -conteste apretando el borde del asiento-. Volvió a suceder… ¿cierto?, debe estar inconsciente después de dar a luz. Charles y EJ deben estar angustiados.
-Para tu información, no -dijo Edward sentándose a mi lado-. Sabes hoy es 31 de octubre. La línea entre la realidad y lo no real es tan delgada, que aquí estamos…
- ¿Estamos? -pregunte atónita.
- A tu izquierda -señalo Edward con su mano-. Veras a todos, inclusive Alice que esta que salta de la impotencia.
Lance una mirada hacia donde él señalaba. En una pendiente pequeña, todos estaban sentados sobre la hierba, parecía como una típica familia que había salido hacer un picnic por el despejado día. Esme y Carlisle estaban tomados de la mano con una expresión de absoluta felicidad, Emmett y Rosalie se encontraban recostados sobre un mantel de cuadros, adivinaban la forma de la nubes; un poco más cerca de la rubia, estaban Alice y Jasper, ambos miraban en dirección a Edward. La enana parecía disgustada por algo, sin embargo, sabía que estaba contenta de verme.
Jasper fue más osado, levanto el brazo para saludar. Y ahí, los vi después de cinco años; una niña de aproximadamente quince años estaba sentada al lado de un hombre de tez morena y cabello negro recortado, ellos voltearon sus cabezas en dirección del brazo del rubio vampiro. Los ojos de Jacob se pusieron como platos y se dirigían a un punto determinado de mi anatomía, seguramente le resultaba impactante verme con una enorme barriga, que apenas si me dejaba ver los pies, en esa escena faltaba una persona.
- Todavía sigo viva -dijo una voz de campanillas muy fina-. Pero veo que alguien, ha cambiado mucho desde la última vez que nos vimos.
-Se ha convertido en una hermosa madre -aporto Edward con una sonrisa torcida-. Ha decidido llamarla Isabella.
- Una excelente decisión -aprobó Bella sentándose al otro costado desocupado de la banca.
Respire hondo y por primera vez desde que había pisado el parque, me percate que había muchos niños con disfraces de todo tipo, incluso algunos adolescentes que pretendían pasar por un grupo de vampiros, esboce una sonrisa, siempre supe que era un bicho raro, de esos que no cambian con el paso de los años, si no que se vuelven más raros de lo que son, quizás les contara esta historia a mis nietos, claro si sobrevivía al nacimiento de Isabella.
- ¿Por qué no brillan? -pregunte mirando extrañada sus rostros.
- Una muy buena pregunta -contesto Edward con un tono sereno-. Porque, en Chicago, las nubes están tapando el sol. También el 31 de octubre nos disminuye el brillo.
- En pocas palabras -comente mirando a los Cullen-. No tienes la menor idea de eso.
- Siempre demasiado observadora -comento Bella con una sonrisa.
Me dedique a observar el resto de los Cullen, la verdad no habían cambiado mucho desde mi partida, me pregunte hasta cuando vivirían o si alguna vez, se plantearían morir como los mortales. Los únicos que lanzaban miradas hacia la banca donde estaba sentada era Alice y Jasper, se veía las inmensas ganas por acercarse, pero quizás temía que la gente me catalogara más loca de lo que estaba; Jacob me observaba con disimulo y algo de dolor, quizás continuara un poco confundido por la impronta a medias, quizás estuviera buscando respuestas a su problema, pero era evidente, que no se esperaba que yo fuera madre de un imperativo niño y de una bebe que venía en camino.
- ¿Cómo esta Charlie? -pregunte rompiendo el silencio.
- Ya sabes -dijo Bella un poco mortificada-. Para él, las separaciones son lo importuno de ser mortal; ha sobrellevado bien tu partida, quizás algunos días le dé por estar de mal humor.
- Dale un abrazo de mi parte -comente-. Extraño mucho sus silencios.
Edward soltó una sonrisa divertida.
- Ahora tu -proseguí con un tono acusador-. Me dirás la historia fantástica que te inventaste para tapar mi extraña muerte.
- A cambio -dijo Edward observándome con autoridad-. Tú me dirás, si ya resolviste eses pequeño misterio.
- Trato hecho -replique entre dientes.
El vampiro lanzo una mirada hacia los otros Cullen, quienes ni se inmutaron, claro excepto Alice que estaba enfurruñada y discutía con Jacob, ante la mirada divertida de Jasper y Renesmeé.
- La historia es simple -revelo Edward atrayendo mi atención-. Tu corazón sufrió un paro, un infarto fulminante que sucedió en la carretera que conduce a la casa de los Cullen, la versión oficial es que ibas a visitarnos.
- ¿Y la no oficial? -pregunte presa de la curiosidad.
- Ibas a darle calabazas a Jacob finalmente -aporto Bella.
Lance una mirada curiosa a Jacob, después de muerta ni siquiera lo dejaba en paz. Otra patadita en el costado izquierdo me hizo recordar, que seguramente Isabella no le hacía gracia que mirara otro hombre que no fuera su padre. Miré recriminatoriamente mi vientre y negué con la cabeza, mientras acariciaba el sitio donde Isabella estaba haciéndose sentir. Unos dedos helados también se posaron en el mismo sitio y acariciaron con delicadeza la zona, la bebe hizo un movimiento rápido y me golpeo en varias partes, como si estuviera sintiendo el frio de los vampiros.
- Es un bebe fuerte -comento Edward retirando su mano.
- Seguramente, será jugadora de futbol -replique aguantando las ganas de gritar.
- No quiere hacerte daño -prosiguió Edward con un tono suave-. Solo desea salir al mundo para ganarte, te ama completamente.
Las lágrimas se acumularon en mis ojos con rapidez, Edward hablaba como Charles, siempre diciendo que la bebe iba a quererme más a mí que a él, claro que siempre lo negaba y lo contraatacaba con su argumento, diciendo que EJ prefería pasar tiempo con él, porque yo no podía patear un balón con decencia.
- Como siempre desvías el tema -intervino Bella con una sonrisa.
- No puedo evitarlo -replico Edward con suavidad-. A casi todos les afecto tu muerte.
- ¿Quién no está incluido en el paquete? -inquirí arqueando las cejas.
-Newton y Jessica -contesto Edward con cierta molestia-. De no haber sido por Bella, te aseguro que no se hubieran enterado en su vida.
-Supongo que ni muerta pudimos limar asperezas -dije sin evitar poder sonreír-; me imagino que se preguntarían porque estoy enterrada en Forks y no en Chicago.
Edward y Bella intercambiaron miradas azoradas, los contemple con una ceja arqueada esperando una explicación y por si no lo habían notado, el estrés para una mujer embarazada era funesto.
- ¿Te acuerdas de esta historia que mencionaste una vez? -inquirió Edward vacilante-. ¿También sobre el cambio de vida?
- Si -conteste esperando respuesta.
Edward tomo aire, como si fuera a decir una noticia espantosa. Bella negó con la cabeza por todo el misterio, que el vampiro le ponía a la situación.
- El caso es que… -alcanzó a decir Edward.
- No trasladaron tu cuerpo, porque no había nadie esperando en Chicago por ti -dijo Bella de un tirón-. Un maniático asesino a tus seres queridos y por eso, fue que volviste a Forks.
Arquee mis cejas impresionada.
-Lo siento -se disculpó Edward.
- Impresionante -musite algo aturdida-. ¿Qué paso con mi historia de la futura boda entre Charles y yo?
- En realidad te casaste -confió Edward con un ligero cabezazo-. Solo que él murió dos meses después de la boda.
-Charles estará encantado con su final -dije con una sonrisa a medias-. Lástima que EJ no aparece en el relato.
- ¿EJ? -pregunto Bella frunciendo las cejas.
- En realidad, Isabella es mi segunda hija -aclare con un tono confidente y señale hacia donde se encontraba padre e hijo. Ambos hacían fila con cara de aburridos, había mucha gente-. El de cabello rubio es Edward Jacob, tiene cuatro años y le fascinan las historias antes de dormir, odia que la gente lo ayude y le trate como si tuviera meses de nacido.
- ¿Por qué? -indago Bella mirándome interrogante.
- ¿Lo llamé así? -inquirí y la vampira asintió-. Edward y Jacob fueron muy importantes para mi cuando estuve en Forks; fuertes, decididos, cabezotas, algo paranoicos, pero de un buen corazón. Quería un nombre significativo y que me recordara siempre a las personas que quise en mi otra vida. Tuve que convencer a Charles para añadir el nombre de Jacob.
- Alguna razón debió tener -menciono Edward aprobando la actitud de mi esposo.
- Muchas -conteste mirando sus ojos dorados-. No le cae del todo bien, porque te hizo la vida imposible en todos los libros, además por que le guste y no pudo hacer nada para regresarle la afrenta. Se identifica contigo en muchos aspectos.
Bella soltó una risa cantarina, haciendo que el asiento se estremeciera.
- Ya es suficiente para que me caiga bien -confeso el vampiro con una enorme sonrisa.
Negue con la cabeza, acaricié mi vientre y recordé que ahora era mi turno para contar la parte de mi historia. Una historia que no había sido sencilla, sino una cadena de secretos que se descubrieron en el momento menos pensado, ¿Por qué mi madre había tomado aquellas decisiones? ¿Cuándo pensaba decirme la verdad del enredo en que se convirtió nuestras vidas?, ya estaba demasiado grande para que la vida de mi padre me alcanzara y destruyera lo que era, al menos Alice y Seth tenían un padre maravilloso y sin un escabroso pasado que lamentar.
- Descubrí ese pequeño misterio -comente haciendo figuritas en mi redonda barriga-. ¿Sabes cómo?
- ¿Ahora eres detective? -pregunto Edward enarcando una ceja.
- No, trabajo asociada para el FBI como antropóloga forense -conteste prestando atención a mi blusa de rayas amarillas-. El mayor Harris llevo mi currículo y gracias a mis notas logre trabajar con ellos. Es un hombre muy bueno, siempre quiso que supiera la verdad sobre los traslados y las tantas veces que nuestra vida se convirtió en un laberinto sin salida.
- ¿Quién se lo impedía? -pregunto Bella confusa.
- Mi madre -respondí alzando los ojos y vislumbrando el horizonte-. Ella siempre ha creído, que mi padre nos buscaba para hacerle daño, nunca se imaginó que lo hacía para pedirme perdón.
- Por haber sugerido que no nacieras -concluyo Edward con un tono bajo y pesaroso.
Asentí en silencio, dos lagrimas escurrieron sin permiso y aterrizaron en mi camisa.
-Lo siento -comento Bella en un tono bajo.
- Mi padre ahora paga por sus errores -continue con un poco más de soltura-. Finalmente, se entregó a las autoridades. Su vida fue triste, vacía, peligrosa, clandestina y llena de intrigas; la primera vez que llegue a Forks fue gracias a él, ese día entro a mi casa, sabiendo que mi madre no estaba, quería contarme por que llevábamos una vida tan diferente al resto de la gente. Pero los agentes de Harris se lo impidieron, en el enfrentamiento me gane un golpe en la cabeza, dejándome dos semanas inconsciente en el hospital.
La mano de Edward se posó en la mía, dándome a entender que, a pesar de ser un fruto de mi imaginación, podía contar con él, porque Edward seguía siendo mi hermano mayor, sin importar que habitará en mi retorcida cabeza. Bella por su parte, paso sus dedos helados por mi cabello, tratando de apaciguar las fantasmas que me atormentaban.
- ¿Qué hacía tu padre para llevar una vida así? -pregunta Bella con voz suave.
- Hacia parte de un importante clan de la mafia -respondí bajando la mirada de nuevo a la redonda barriga-. Ellos exportaban hacía Europa, su trabajo era que nadie supiera cuando ellos enviaban cargamentos. Todo les iban bien, hasta que apareció mi madre, ella provoco la caída de su peligrosa banda.
- Eres mejor que tu padre -comento Edward con un tono férreo-. Has heredado la valentía de tu madre. ¿Cómo ella logro eso?
- Porque mi padre la engaño -conteste con un hilo de voz-. Se conocieron en un bar manejado por sus amigos, mi padre le dijo que era el barman del sitio. Ella se tragó el cuento un año entero, hasta el día que iba a decirle de su embarazo. Ese escucho una conversación sobre las coordenadas de la entrega; cuando él se fue con la excusa de recibir un pedido de licor. Mi madre fue al FBI a denunciarlo. Pensó que de esa forma las cosas cambiarían, mi padre se quedaría con ella para criarme, pero solo consiguió una sugerencia de aborto.
- Es una pena -dijo Bella con un tono conciliador-. Tu padre se ha perdido de algo espectacular, verte crecer como una mujer valiente y leal con sus amigos, dispuesta a todo por la justicia.
Le regale una sonrisa a Bella de agradecimiento, nadie podía condenar a otro, por las acciones individuales de cada persona, pero la sociedad no conocía de individualidades, la gente actuaba en masa, los pasados de unos y otros se salpicaban mutuamente.
- ¿Cómo terminaron siendo parte de protección de testigos? -pregunto Edward aun sin captar el punto.
- La mafia está en todas partes -conteste recordando las palabras de mi padre-. Luego de la confiscación del cargamento, los hombres que no cayeron en manos de la policía se dedicaron a investigar quien los había denunciado, dieron con el paradero de ella en Savannah, enviaron a mi padre para callarla, pero se topó con algo que le impidió llevar su cometido.
- Tu -dijo Edward con un tono contenido.
- Exactamente -coincidí-. Mi existencia nos protegió todo el tiempo, él nos persiguió a donde íbamos. Cuando mi madre se percató de ello y el peligro que corríamos, volvió a contactar al FBI y así, terminamos mudándonos de un lado a otro, huyendo de la supuesta retaliación de mi padre.
- ¿Retaliación? -pregunto Bella confusa.
- Él nunca intento nada en nuestra contra -aclare-. Él daba informes falsos a su organización, si mi madre moría, él tenía que hacerse cargo de mi o dejar que el gobierno me enviara de un hogar a otro, como ninguna de las opciones le parecía viable, nos protegió de sus amigos muchas veces y solo unas cuantas tuvo que ponernos en riesgo para continuar con la vigilancia. Yo crecí viéndolo en muchos sitios y de la misma manera.
- ¿Los hot dogs? -sugirió Edward asombrado.
- Ese era su disfraz -dije negando con la cabeza-. Al final se cansó del juego, decidió entregarse a las autoridades, más específicamente a Harris, también entrego a su banda criminal y muchos de sus cómplices. Protagonizo el mayor golpe a la mafia en la costa este. Lo que significo mucho enemigos. Ahora hace parte del programa y dentro de poco, rendirá indagatoria para que lo condenen por su delitos.
Los Cullen tenían el mismo gesto de asombro. La vida clandestina de los vampiros no era la única con emoción; los humanos también guardábamos secretos, algunos a veces eran demasiado pesados y le costaban la vida, otros como yo, ignorantes de la realidad que los perseguía, vivía entre mentiras tratando de mantener tu verdadera identidad.
- ¿Cómo te diste cuenta de todo? -pregunto Edward anonado por la historia.
- En el FBI -conteste soltando un suspiro-. Harris me incluyo en el caso, cuando me toco recoger la identidad de un cadáver, ese cadáver era un farol de la mafia; me documenté de todos sus integrantes y entre ellos descubrí a mi padre. Harris me conto la mayor parte de la historia, con la condición de que no debía contárselo a nadie, ya que, era un caso confidencial de la agencia.
- ¿Y la otra parte? -pregunto Bella con algo de impaciencia.
- Me la conto mi padre -revele observando como la fila de compradores en la heladería disminuía-. Lo visite en la cárcel, para hablar y hacerle saber el rencor que le guardaba, pero su historia me desarmo. Charles ofreció sus servicios para llevar el caso, sin embargo, él no quiso quitarme más partes de mi vida. Correría peligro si lo representaba en la corte, ya no quería causarme daño.
- Vaya -comento Edward sin creérselo.
- Una digna novela de Puzo – agregue con un suspiro.
- ¿Y ahora? -pregunto Bella cruzándose de brazos.
-Termino la pesadilla -conteste sintiéndome un poco vacía-. Al fin se cuál es mi verdadera identidad.
- Siempre he tenido curiosidad por saber -admitió Edward sin tapujos.
- Te va a encantar -le confié con un tono alegre-. Soy Hannah Elizabeth Walker Masen.
El silencio continuo a mi declaración. Edward me observaba con los ojos demasiado abiertos y su esposa con un notable interés. El hecho que yo fuera al país de la fantasía había sido como una sucesión de mensajes ocultos que me trasmitían mi identidad, desde el primer momento todo encajaba de algún modo.
La madre de Edward era una alegoría a mi segundo nombre; los vampiros representaban mi primer apellido, siempre yendo de un lugar a otro, siendo los pies su medio predilecto para movilizarse; Edward era el elemento más representante, supe su historia tanto tiempo, que nunca me imaginé que Harris utilizara una novela para revelarme mi origen, ahora entendía la aversión de mi madre por la historia.
-Ahora puedo estar tranquilo -comento Edward con un tono neutro-. Ese chico te ha hecho feliz, tienes una vida humana envidiable que muchos desearían. Eres feliz con lo que tienes y con eso me basta para continuar con mi vida.
-Deseo que siempre tengas una vida plena -dijo Bella depositando un beso frio en mis cabellos-. Que seas inmensamente feliz.
-Gracias -comente con una semana-. Espero que ustedes también lo sean.
Los ojos de Edward se pusieron un poco brillantes, quería llorar, pero no podía, en el aire se sentía como si fuera un funeral de nuevo; el vampiro nunca era bueno para las despedidas, éramos tan parecidos en muchos aspectos, como si fuera una copia mía en el mundo de las maravillas.
- "Hasta siempre, Dios sabe cuándo hemos de encontrarnos" * -recito Edward poniéndose de pie.
- "La bendita noche. Solo temo que todo lo que en ella ha pasado, no sea más que un sueño demasiado exquisito, para poder ser cierto" * -dije observando como sonreía por completar su frase como en los viejos tiempos.
Ambos vampiros se alejaron tomados de la mano, unos metros más allá los esperaban para emprender un regreso a su realidad. La sonrisa de un niño capturo mi atención, EJ venía corriendo hacía mi seguido de Charles y un enorme helado de fresas. Edward llego como un bólido de fuerza suave que se detuvo entre mis brazos, sus labios pequeños empezaron a darme sonoros y cariñosos besos, como si nos hubiéramos separado un buen tiempo.
Con la presteza de un niño de cuatro años, subió sin ninguna ayuda a la banca, sentándose pegado a mí y colocando su orejita en mi redonda barriga, acaricie sus cabellos dorados con amor, mi pequeño crecía con mucha rapidez. Charles llego unos segundos después con esa sonrisa que tanto me enamoraba, en cuanto estuvo a mi lado, sus ojos me transmitieron ese amor que parecía no tener un fin.
- Te extrañe -dijo poniendo un brazo alrededor de mis hombros.
- Yo también -dije apoyando mi cabeza en su hombro.
Este era mi perfecto cuadro de felicidad, no tenía que ser eterna para disfrutar cada día como si fuera el ultimo de mi existencia, ser humana tenía sus ventajas, pero sin duda, el amor era una de ellas.
Con el sol observándonos en el horizonte, nunca estuve más consciente de lo especial que era mi vida, porque no solo los vampiros eran afortunados en encontrar su mitad perfecta. Gente rara como yo, también tenía derecho a su mundo común.
FIN
*III escena, IV acto. Romeo y Julieta
**I escena, II acto. Romeo y Julieta
Hola a todos… espero que estén muy bien y hayan disfrutado de la lectura de este ultimo capitulo. Se que prometí que en la vacaciones terminaría; pero no me sentí con los ánimos de concluir. El calor en mi ciudad esta tan a tope, que sentarme durante mucho tiempo en la computadora es fatal.
Hoy después de tanto tiempo, por fin tuve los ánimos y ganas para concluir esta historia. Si, es el final después de muchos años de postergarlo. Sentí una ligera presión en mi pecho al finalizar las ultima partes, pero también un alivio por concluir un tema que me llevo mucho años en tomar la decisión de no dejarlo en una pausa definitiva.
Muchas gracias a todos… a los que me acompañaron en Fanfiction, esperando por tantos años que terminara la historia de Hannah, a los que no tuvieron que esperar tanto tiempo en Wattpad, créanme fueron privilegiados.
Gracias por su apoyo y sus mensajes. No se si vuelva a escribir de nuevo, ya me hice muy vieja en esto y creo que es momento de cerrar una etapa bonita que empecé cuando estaba finalizando la universidad. Así que ánimos a todos en lo que estén viviendo en estos momentos de sus vidas.
Hasta luego… hasta la próxima.
