DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer pero todo lo demás es mío.

AVISO: Es una historia muy sexual, sobre todo en los primeros capítulos.

.

.

.

Por primera vez desde que llegué a Ibiza el cielo estaba nublado y amenazaba con llover.

Eran las 6 de la mañana cuando tuve que levantarme a cerrar la puerta de la terraza porque estaba entrando frío. Volví a la cama pegándome a Edward buscando calor.

Desperté sobre las 9 y como novedad el desayuno hoy tenía lugar en la mesa de la cocina. Volvía a estar lleno de gente pero conocía a casi todos; amigos de Tim, representantes de Tim y de David, directores de giras, productores, otros Djs y hoy para mi sorpresa estaba Kate.

Saludé a Edward que estaba enfrascado en una conversación con Garret y Max, el representante de David y me senté en el desayunador a hablar con Kate.

Más tarde en la habitación Edward me propuso un plan para el día de hoy: hacer turismo por la parte antigua de la ciudad.

-Pero va a llover, me quejo.

-Por eso mismo, no habrá turistas atestando las calles- me explica.

Cogimos un todoterreno hasta llegar al centro de la ciudad denominado Dalt Vila y una vez allí seguimos el camino de ascenso a pie.

Sabía más o menos como era el casco histórico de la ciudad porque se ve desde el puerto. En la parte baja hay casas blancas y según vas ascendiendo las casas son de piedra caliza hasta llegar a la catedral de Ibiza.

Lo primero que hicimos fue subir una pequeña cuesta atravesando la muralla de la ciudad que data del siglo XVI. El muro tendrá más de 10 metros de altura seguramente y se fundía con los colores amarronados de la piedra que también cubría el suelo.

-Esto son calzadas romanas- le explico a Edward apreciando las calles empedradas.

-Me resulta fascinante cada vez que conozco un sitio tan antiguo, pensar que alguien pudo estar pisando las mismas piedras que yo hace cientos e incluso miles de años me pone la piel de gallina- confiesa.

Le sonrío estando de acuerdo con él.

La entrada a la ciudad lo hacemos por el Portal de ses Taules, una puerta en medio de la muralla que para pasar por ella hay una especie de puente levadizo con cadenas, como en la época medieval.

Estar dentro de Dalt Vila es como transportarte a otro lugar, no tiene nada que ver con la Ibiza de clubs, discotecas, playas y fiesta. Es un viaje en el tiempo hasta el siglo XVI.

Las estructuras arquitectónicas cuentan con numerosos arcos y columnas de estilo medieval.

Después de casi una hora andando, escalando, llegamos hasta la catedral siguiendo las calles empedradas y empinadas de la ciudad.

La catedral es de estilo gótico y barroco. Construida en la misma piedra que la muralla que rodea la ciudad, consta de una torre y una nave rectangular.

Las calles tienen un encanto especial, pero sin duda si me tengo que quedar con algo de la visita de hoy serían las vistas que hay desde este punto de la ciudad. Se puede apreciar una panorámica de toda la bahía ibicenca.

-¿Bonito eh?- pregunta Edward a mi lado apoyado sobre el poyete.

-Mucho- respondo quitándome las gafas de sol.

No hace sol pero hay mucha claridad y me molesta.

-Se nota que fue una ciudad defensiva y estratégica en la historia española-

-¿Has estudiado?- le pregunto.

-He leído mucho sí- sonríe mirándome.

Nos quedamos unos minutos más allí haciéndonos fotos y disfrutando de las vistas.

Bajamos tranquilamente hasta la plaza de Vila donde hay numerosos bares y restaurantes que deberían estar atestados de gente pero hoy debido al tiempo están casi vacíos.

-¿Te apetece comer?- me pregunta Edward parándose en medio.

-Tengo algo de hambre, aunque no demasiada-

-Vamos a pedir unas raciones aquí- dice señalando un restaurante al lado de la calle.

Nos sentamos en las mesas del exterior y pedimos agua para beber y para comer salmorejo, carpaccio de salmón y lubina a la plancha con una salsa de tomate.

-Mmm- digo probando el carpaccio.

Edward se ríe de mi reacción placentera ante el sabor del plato.

-¿Tienes báscula en casa?- pregunto cuando estamos casi acabando de comer.

-No, ¿por qué?

-Estoy segura de que he engordado desde que estoy aquí. He dejado de lado el gimnasio totalmente y no paro de comer cosas ricas.

-No has engordado, ya te lo digo yo.

-¿Y tú como lo sabes? ¿Tienes una tanita visual?

-Mejor que eso, tengo estas- dice refiriéndose a sus manos- te he tocado por todas partes y de todas las maneras, sabría si algo ha cambiado.

Me río por su conclusión.

-Debería controlarme un poco más.

-Estás muy buena, no te hace falta control-

-¿Es un halago?

-Ya lo sabes- responde guiñándome un ojo.

Mientras compartimos un coulant de chocolate blanco de postre su móvil suena devolviéndonos al mundo real.

Escucho como Edward responde serio.

-¿Cómo? Pero si tenemos alquilado el estudio de Nueva York para finales de septiembre. (…) Ya (…) Dile que se pase en dos horas o así (…)

Cuelga el teléfono un poco enfadado.

-¿Qué pasa?

-Trabajo. Tengo un tema pendiente con un colega y se ha presentado en casa para acabarle.

-¿Así sin más?

-Tal cual lo oyes. Teníamos fecha para hacerlo en septiembre en Nueva York pero aprovechando que ambos estamos en Ibiza ha pensado que sería una genial idea hacerlo ya- me dice frustrado.

-¿Le conozco?

-Nicky Romero.

-Ni idea- respondo metiendo el móvil en el bolso.

Tras una pequeña pelea por ver quién paga la cuenta termino pasando mi tarjeta por el datafono.

Caminamos de vuelta al coche dados de la mano mientras bajamos las calles empedradas que resbalan un poco por la lluvia.

Al llegar a casa tenemos que dejar el coche fuera porque el camino de entrada está lleno de todoterrenos negros.

Cuando entramos al jardín vemos a varias personas, todos hombres, bajo el porche donde está la mesa que usamos para desayunar.

-Edward- saluda uno de ellos cuando nos ve acercándonos.

Es un chico alto y delgado con el pelo corto, ojos azules y barbilla afilada.

-Nicky- sonríe Edward abrazándole.

Nada más romper su abrazo el chico se lanza contra mí y me rodea con sus brazos.

Estoy tan sorprendida que no sé cómo reaccionar.

-Oh, hola- digo cuando me suelta.

Miro a Edward que nos observa serio a un metro de nosotros.

-Nicky- se presenta ofreciéndome su mano.

-Bella- respondo apretándosela de vuelta.

-Bueno ya que tienes tantas ganas de trabajar, pongámonos manos a la obra- dice Edward apoyando una mano en su hombro y conduciéndole al interior.

Cuando pierdo a ambos de vista camino hasta el desayunador donde está Tim y Garret junto a otros chicos del equipo de Nicky.

Nos saludamos y hablamos brevemente hasta que me despido y vuelvo a nuestra habitación.

Edward tiene el portátil y en la tele solo hay programas en español, así que cojo uno de los libros que están en las estanterías del salón y que nadie ha leído jamás porque tienen función decorativa principalmente.

Ibiza Bohemia es un libro de fotografías de rostros famosos que han venido a la isla desde los años 30. Era interesante ver cómo ha cambiado todo desde entonces pero el cansancio puede conmigo y termino dormida boca abajo con la cabeza sobre el libro.

Me despierto al sentir besos suaves en mi cuello. Edward está sobre mí pero sin apoyar su cuerpo sobre el mío. Tiene una mano a cada lado de mi cabeza y los brazos extendidos.

-Mmm hola- sonrío adormilada girándome para verle- me he quedado dormida.

-Sí- sonríe antes de besarme suavemente en los labios.

-¿Ya has acabado?-le pregunto alzando una mano y acariciando su pelo.

-Pfff- expresa dejándose caer a mi lado en la cama.

-¿Ha ido mal?- le digo girándome para verle.

-Hemos hecho cosas interesantes pero Nicky es lo más indeciso que hay en este mundo.

-Bueno mañana seguro que acabáis- intento animarle.

-Aun no se ha ido, insiste en que salgamos a cenar fuera todos juntos.

-No pareces nada entusiasmado- me río.

-No me apetece- confiesa mirándome.

-Pero es trabajo- le recuerdo-

-Suenas como Garret- se queja.

Me río y asiento de acuerdo con él.

Cada vez que surgía algo que a Edward no le apetecía, Garret siempre estaba por ahí recordándole que es trabajo y debe hacerse.

-¿Tú vas a venir?

-Sí estoy invitada sí-

Él asiente.

-Pues venga vamos a ducharnos- le digo tirando de él para que se levante de la cama.

Entre risas consigo quitarle la camiseta y él a mí desatarme el nudo del vestido.

Gano yo la batalla por ver quién mete a quién en la ducha cuando le doy un empujón y acaba debajo del chorro de agua el primero. No obstante se cobró su deuda mojándome el pelo que tenía recogido en una coleta alta porque no quería lavármelo.

Seguíamos picándonos uno a otro cuando llegamos al salón donde estaban todos los demás.

-¡Qué guapa Bella!- me dice Nicky levantándose del sofá y viniendo hasta mí.

Su galantería barata me incomoda un poco pero al fin y al cabo es compañero de Edward así que debo mantener la cordialidad.

Sonrío y le agradezco sus palabras.

Llevo un vestido corto granate con lunares blancos. Bastante sencillo.

El viaje al restaurante lo hicimos en diferentes coches. Edward y yo íbamos con Tim y Garret mientras que David iba con Nicky y sus respectivos representantes.

Llegamos al restaurante Amante situado en cala Llonga. Era increíble de bonito.

El restaurante ocupaba toda la playa de la cala, tenía varias alturas, en la primera había camas y un cine al aire libre, en el segundo piso se encontraban mesas y sillas de madera con linternas de papel donde la gente disfrutaba cocteles y por último en el tercer piso estaba la zona de comedor con mesas y sillas en tonos claros.

Lo más impresionante eran las vistas. Desde aquí tenías una visión completa de la cala y del mar Mediterráneo que junto a los tonos del atardecer y los de las bombillas doradas creaban un escenario increíblemente romántico. Sin duda el nombre del restaurante no era coincidencia. Se respiraba un ambiente de relax e intimidad.

Nicky era quien había reservado así que fue él el que encabezaba el grupo hasta nuestra mesa.

Aleatoriamente o no, Nicky se sentó frente a mí mientras Edward lo hizo a mi lado. Junto a Tim, sentado frente a Edward, estuvimos charlando sobre el lugar hasta que el camarero nos trajo la carta.

Estuve revisando la gran oferta en pescado y marisco pero estaba indecisa entre dos platos.

-¿Por cuál no te decides?- me pregunta Edward sonriente pasando un brazo por detrás de mi silla.

-El tartar de atún o el pulpo a la brasa con sobrasada- confieso.

Edward revisa la carta conmigo y me ofrece una solución.

-Yo me pido el tartar, tú el pulpo y compartimos ambas cosas.

-¿Sí? ¿Ibas a pedirte algo de eso? No quiero que lo pidas solo por mí- le aclaro.

-Iba a pedirme el arroz negro con vieira pero me da igual.

-¿Seguro?- pregunto cerrando la carta.

-Sí- sonríe.

-Gracias- digo antes de besarle suavemente.

En respuesta Edward me aprieta la pierna por debajo de la mesa colando la mano por debajo del vestido. Ahí la deja hasta que llega la comida.

Agradezco el haber podido probar ambos platos porque estaban buenísimos, no sabría por cuál decidirme. Quizás por el pulpo ya que es algo que no como a menudo y el sabor de la sobrasada era delicioso.

-¿Sabes? Esto me recuerda a la primera vez que fui a tu casa- le confieso a Edward señalando la masa naranja en el plato.

-Tengo buenos recuerdos de esa noche- sonríe.

Le sonrío de vuelta antes de volver a centrarme en comer.

A lo largo de la cena noté como entre Tim y Nicky peleaban para intentar hacer el comentario más gracioso o más sarcástico mientras que los demás estábamos expectantes esperando la siguiente broma.

Después del postre y del café Edward y yo nos levantamos de la mesa para ir hasta la barandilla donde se escuchaba el sonido del mar por encima de las voces de las personas y el ruido de los cubiertos al golpear los platos.

-Este sitio parece cargado de magia- comento.

-Lo está. Mira donde está situado, entre laderas montañosas y con acceso directo al mar- me explica desde atrás pegado a mi espalda. Estoy encajada en su cuerpo pues tiene un brazo a cada uno de mis costados sobre la barandilla.

-¿Qué te parece el sitio que he cogido Bella? ¿Es o no es bonito?- pregunta Nicky llegando hasta nosotros por sorpresa.

-Sí, mucho- le contesto girándome a mirarle.

-El dueño es un buen amigo mío, siempre que quieras venir me avisas y te consigo mesa.

No supe que responder a eso.

-¿Puedes dejar de intentar ligar con ella? Al menos si estoy yo delante córtate un poco- le regaña Edward.

-Vamos Edward… no te pongas celoso, tan solo digo cosas que son ciertas. ¿Tú sientes que intento ligar contigo Bella?- me pregunta directamente.

Me siento muy violenta y miro a Edward y a Nicky alternativamente. Las miradas no son muy amigables que digamos y la tensión se apodera de mí.

Gracias a dios Tim llegó para aligerar los ánimos y yo aproveché para huir al baño.

No me gustaba sentirme como un caramelo por el que se pelean dos niños.

Cuando regresé estaban pagando la cuenta y todos estaban en pie así que fui junto a Edward y le di la mano para bajar las escaleras hacia la salida.

En el coche Tim me dio conversación todo el tiempo haciéndome reír mientras Garret y Edward permanecían callados viendo su teléfono.

Al llegar a casa cada uno se fue a su habitación.

Edward continuaba sin decir una palabra y ya me estaba empezando a preocupar.

Salí del baño tras cepillarme los dientes y quitarme el vestido. Llevaba únicamente un tanga. Me tiré encima de él que estaba sentado en la cama.

-¿Qué haces?- pregunta riendo cuando escuchamos la cama golpear la pared.

-Quitarte esa cara- le digo antes de besarle.

-Lo siento, me molesta ese tío. No es tu culpa por supuesto pero llevaba así todo el día- me confiesa tumbándose y poniendo sus manos en mi cadera mientras yo permanezco a horcajadas sobre él.

-Él no debe preocuparte, solo yo y ahora mismo estoy aquí contigo donde me apetece estar-vuelvo a besarle inclinándome hacia él y aprovecho para ir desabotonando su camisa.

Seguidamente bajo la cremallera de su pantalón mientras doy suaves besos sobre su reciente tatuaje.

Sus manos agarran con suavidad mi cabeza mientras sus dedos acarician con suavidad mi cuero cabelludo. Me separo lo imprescindible para bajarle los pantalones y la ropa interior hasta que su pene está totalmente descubierto.

Me lo introduzco con cuidado en la boca, aun no está duro, y lo saboreo jugando con mi lengua. Lo saco de mi boca para acariciar sus testículos con la punta de mi lengua.

-¿Así?- pregunto con voz inocente.

Sé perfectamente que le gusta y si me quedara alguna duda su reacción física me lo confirma.

-Todo lo que haces con esa boca me encanta- me dice agarrándome la barbilla.

Vuelvo a introducirme la punta de su pene en la boca mientras le acaricio de arriba abajo con la mano.

Oigo su respiración y sus gemidos que hacen que yo también me excite.

Voy a dejar que se corra en mi garganta de nuevo.

Cuando siento que está a punto de correrse me separó de él y cambio de postura.

-Ponte de pie- le ordeno.

-¿Por qué?- pregunta excitado y confundido.

-Tú hazlo y quítate el resto de la ropa.

Mientras hace lo que le pido me tumbo en la camba boca arriba con la cabeza en el extremo de la misma.

-Ya veo por donde vas- dice divertido llegando hasta mí.

Edward está detrás de mí, mi cabeza choca contra sus piernas y su polla oscila delante de mis ojos a escasos centímetros. La agarro con las manos y me la vuelvo a introducir en la boca.

-Mierda en esta posición no voy a aguantar mucho más- me indica.

Sonrío y le guiño un ojo mientras sigo con su pene en mi boca.

En un movimiento inesperado Edward se sube a la cama sin salirse de mi boca y se pone sobre mí haciendo el clásico 69.

No tardo en sentir sus manos sobre mi tanga, jugueteando con él.

-Espera, espera, espera- digo intentando pararle.

-No-

-Llevo puesto un tampón, la regla aun no ha acabado.

-Oh cariño ahora mismo eso es lo último que me preocupa. Estoy tan cachondo que la regla, el tampón y todo lo demás me da igual. Sigue- me ordena.

Me siento incómoda pero a la vez confiada, siento que con Edward no hay límites ni prejuicios y sobre todo siempre me hace disfrutar sin importar mis circunstancias.

Vuelvo a introducirme su pene en mi boca sintiendo su dureza a la vez que sus manos retiran el tanga lo necesario como para que su boca toque mi clítoris.

Solo usa la punta de su lengua sobre mi bola de placer pero aun así el cosquilleo es muy placentero.

Antes de lo que me esperaba o quizás un poco atontada por el placer que Edward me daba con su lengua él se corrió.

-Ah- gritó preso del placer mientras varios chorros caian en mi boca.

Intenté tragar todo lo que pude pero no daba abasto. Cuando su orgasmo terminó me aparté de él para ir al baño.

Me limpié los restos y me enjuagué la boca.

Cuando regresé a la habitación él estaba en la cama recuperando su respiración.

Me acerqué hasta él para besarle.

-Siento no haberte avisado- se disculpa colocando un mechón de pelo tras mi oreja.

-No te preocupes-

-Tú no te has corrido- dice tocando mis piernas en sentido ascendente- ¿quieres que coja una toalla?

-Yo voy- digo poniéndome en pie y volviendo al baño.

Cojo la toalla de ayer que es oscura y me quito el tampón.

-Túmbate- me pide.

Extiendo la toalla sobre la cama y me tumbo en ella boca abajo.

Edward comienza besando mis nalgas-

-Me haces cosquillas-me río mientras muevo las caderas por la sensación.

-Bien- dice subiendo hasta mi omoplato para bajar dándome besos suaves hasta el final de mi espalda.

Estoy expectante porque nunca ha hecho esto.

Sus besos cada vez se van acercando más a mi sexo y mentalmente me estoy diciendo a mí misma que no sea mojigata, que le deje hacer lo que quiera mientras yo lo disfrute pero no estoy preparada para sentir su lengua en mi ano.

Sus manos están en mis nalgas abriéndome para poder tener una visión total de mi agujero.

-Edward- susurro y gimo.

-Shh concéntrate en sentir-

Su lengua besa mi culo y lo lame. Es placentero sin duda.

Siento un cosquilleo en la zona al igual que en mi bajo vientre, tanto es así que sin querer estoy restregándome contra la toalla para conseguir fricción en mi clítoris.

La zona está resbaladiza por la saliva, por eso no le cuesta introducir un dedo en mi ano.

-¿Estás bien? ¿Se siente bien?

-Se siente perfecto- digo girándome a mirarle.

El dedo se mueve levemente en mi interior dilatándome.

A la vez su lengua continúa acariciándome.

Estoy sintiendo otro nivel de conexión con él en estos momentos. Siento que compartir mi primera vez de forma anal es unirnos para siempre de alguna manera. Él es mi primero.

-¿Quieres que siga o lo dejamos aquí?- me pregunta jugueteando con mi entrada aun.

-Sigue, quiero compartir esto contigo- respondo seria mirándole fijamente.

Él sonríe y me besa.

Saca su dedo de mi interior y se pone en pie hasta llegar al baño de donde sale con un bote azul con forma fálica y un envoltorio plateado.

-¿Qué es eso?

-Lubricante, no quiero que te duela.

Veo como se acaricia a sí mismo intentando poner el pene duro de nuevo.

-Igual deberíamos haber empezado por ahí hoy- me dice cuando no logra una erección.

-Ven aquí- susurro indicándole con un dedo que se acerque.

Cuando vuelvo a tenerle cerca lo introduzco de nuevo en mi boca.

-¿Sabes? Me pone muy muy cachonda chupártela- le confieso.

-Me gusta cuando estás muy muy cachonda. Te la meto y siento la presión, el calor, la humedad, es la puta gloria- dice moviendo su pelvis contra mi boca.

Su pene ya está duro de nuevo y aunque estoy disfrutando viendo como le doy placer me la saco de la boca para seguir con el sexo anal.

-Ponte esto debajo- me pide dándome un cojín.

Me lo pongo justo donde apoyo mi pelvis y así mi trasero está mucho más expuesto.

Mientras me coloco escucho como rasga el condón y se lo pone.

La boca de Edward vuelve a besar mi ano y lo siguiente que noto son dos dedos suyos bañados en lubricante colándose en mi interior.

Siento un pinchazo, no estoy acostumbrada a tanta presión. Un dedo sí, dos no.

-Edward- me quejo.

-Lo sé, pasará-

Con el dedo pulgar acaricia el anillo externo que cubre mi entrada.

-Avísame cuando deje de doler.

Asiento con la cabeza.

Pasan unos minutos hasta que ya no siento ardor y esa es la señal para que Edward se suba encima de mí y coloque su punta en mi entrada.

-Si me dices que pare lo haré cuando quieras-

Noto como presiona con su punta en mi entrada pero no entra así que necesita más lubricante.

-¡Ah!-gritó de dolor cuando la punta por fin está dentro.

Una de mis manos va hacia atrás para intentar contenerle y que no siga avanzando.

-Cariño esto es lo peor- me consuela acariciando mi espalda.

-Me duele- confieso con una lágrima rodando por mi cara.

-¿Me salgo?

Respiro hondo y niego con la cabeza.

Quiero hacerlo, quiero conseguirlo.

-Pero no te muevas aun- respondo respirando hondo

-Tranquila cielo- me dice besando mi espalda y acariciándome para tranquilizarme.

No logro acostumbrarme del todo pero aun así le pido que siga.

Empuja un poco más y esta vez el dolor no es tan grande como cuando me metió la punta.

Él sisea de placer.

-Estás muy apretada-

Nos quedamos así un par de minutos más con Edward acariciándome y cuidándome.

-Puedes moverte- le pido.

Noto su pene salir un poco y volver a entrar, apenas es perceptible, quizás son solo dos centímetros.

Quiero aguantar por él, quiero conseguirlo pero creo que han pasado solo cinco minutos cuando le pido que salga.

-Claro- dice saliendo poco a poco con cuidado.

Cuando está fuera del todo me gira para abrazarme y besarme.

-Gracias nena- dice contra mi boca.

Sonrío y asiento, aun me duele y siento mi entrada rara.

No ha sido muy desagradable pero tampoco placentero y me siento un poco frustrada.

-Vamos a ver qué hacemos por aquí- dice abriendo mis piernas y poniendo su boca contra mi vagina.

-Eso me gusta más- digo abriendo mis piernas- mmm.

Me come el coño casi hasta que me corro.

-Métemela.

Se quita el condón con rapidez tirándolo a algún lado de la habitación.

No necesita más para introducirse en mi interior hasta el fondo.

Empuja con fuerza haciendo que la cama golpee la pared.

Siento todo su cuerpo encima de mí, piel con piel, me aporta mucho calor y en mi interior su polla hace que mi vagina esté ardiendo.

-Ya, ya- le digo minutos después.

-Espera- me pide besándome.

-No puedo- gimo cerrando los ojos y dejándome atrapar por las sensaciones del orgasmo.

Edward se corre minutos después sobre mi abdomen.

Nos besamos mientras nuestras respiraciones se normalizan y sonríe.

-¿Qué?-pregunto.

-Nada-

-Ya…-exclamo desconfiada.

-Me siento diferente después de hacer el anal contigo.

-Yo también, me siento más compenetrada contigo. Ya no creo que haya partes de mi cuerpo que no hayas tocado- exclamo riendo.

-Me siento exclusivo, afortunado…-susurra besándome la clavícula- lo único que puede mejorar este momento es que me prometas que lo repetiremos pronto.

-No sé….

-¿Te ha dolido mucho?

-Al principio sí pero no es por el dolor.

-¿Entonces?

-Es que me lo habías vendido como algo placentero y yo no… he sentido placer. Ni punto de comparación con el sexo vaginal-

La cara de Edward es seria y atenta. Está pendiente de todo lo que le digo.

-Sí, eso puede deberse a que es la primera vez. Igual que la primera vez vaginal, duele y no suele ser muy placentera.

-Supongo- digo no muy entusiasmada.

-Sabes que no vamos a hacer nada que no quieras. Nunca- me promete agarrándome la barbilla para mirarme fijamente.

-Lo sé- sonrío convencida.

Antes de dormir nos damos una ducha y nos metemos juntos a la cama como cada noche.

.

.

.

Bueno ¿qué os ha parecido? Hemos tenido un poco de todo en este capítulo, momentos románticos, Edward celoso y por supuesto sexo que en esta pareja no puede faltar. Pocas cosas les quedan ya por hacer en la cama a estos dos.

Muchas gracias por leer, como agradecimiento a vuestros reviews ya sabéis que siempre os envío un adelanto del siguiente capítulo.

AVISO. Las localizaciones de este capítulo son de otro mundo así que no podéis no ver las fotos y vídeos que subiré al grupo de Facebook (link en mi biografía de fanfiction). Este capítulo tiene 24 fotos que tienen que ser vistas por vosotras, así os sentiréis en Ibiza.

También os recomiendo que echéis un ojo a esta cuenta de Instagram: amanteibiza, es el restaurante donde cenan y es una preciosidad. Ya sabéis que todos los lugares que aparecen en la historia son reales, así que si queréis ir a Ibiza y hacer el tour de la historia es posible jajaja

Nos leemos la semana que viene, ¡besos!