Cuando quise darme cuenta era 23 de agosto. Casi final de verano. Casi la hora de abandonar la isla, y a Edward.

Era lunes, 6:30 de la mañana y como me había desvelado aproveché para salir a la terraza y observar la puesta de sol.

Mientras el sol salía la nostalgia se apoderaba de mí.

Sentía un nudo en la garganta y ganas de llorar solo con pensar en irme.

Quizás sea precisamente la nostalgia el motivo por el que no me separaba de Edward apenas. El tiempo de descuento había comenzado y tenía que aprovechar cada segundo con él.

El otro día Mylena volvió a pasar por casa y me habló de Sa Figuera Borda. Un rinconcito mágico en la isla compuesto por un acantilado lleno de agujeros con aguas cristalinas y con difícil acceso a pie.

En cuanto lo busqué en google supe que tenía que conocer ese lugar.

Quería dar una sorpresa a Edward y por ello aprovechando que estaba reunido en Ushuaïa me acerqué al puerto para alquilar un pequeño yate y pasar todo el día en alta mar.

El yate con servicio de comida costaba un riñón pero Edward no se merecía menos después de dejarme pasar todo el verano en su casa.

-Hola- dije llegando a casa ese día más tarde.

Tim y Edward estaban en el salón discutiendo con voz elevada.

-Llevan así casi una hora, por experiencia te digo que es mejor dejarlos- me aconsejó Garret.

-¿Por qué discuten?

-Porque son como un matrimonio y después de convivir juntos casi dos meses ya hay rencillas- me explica.

Edward y yo llevábamos conviviendo juntos poco más de un mes pero salvo la discusión del Hard Rock hotel no habíamos tenido más roces.

Discutiendo con Tim vi una versión de Edward que desconocía. Furioso daba autentico miedo, imponía bastante.

Decidí bajar a la playa hasta que fuera la hora de cenar tal y como hicieron los demás pues David y Garret también abandonaron la casa al ver el ánimo de los dos.

Estando allí llamé a Sissy para que viniera si podía y a la media hora estaba aquí.

-¿Estás bien?- me preguntó cuando me quedé de pie en la orilla de la playa contemplando el mar.

-Sí- respondo con una pequeña sonrisa.

-Eso no suena convincente.

Suspiro y decido confesar mi estado a alguien, mejor Sissy que Edward porque con él me pondría a llorar en cuanto me preguntase qué me pasaba.

-Se acaba el verano y tengo que volver a Londres- digo mirando las olas.

-Oh, la depresión posvacacional. Aún queda mucho verano, en Ibiza hasta octubre es verano- intenta animarme.

Sonrío con tristeza antes de volver a mirarla.

-Ibiza es genial, es mágica, pero no es la vida real.

-Bueno siempre puedes empezar a pensar en el verano que viene. Ibiza mantiene su magia intacta cada año- me conforta pasando una mano por mi brazo.

-No creo que vuelva al verano que viene, al menos no tanto tiempo como este.

-¿Por qué no? Edward trabajará aquí, eso seguro.

La miro seria y se da cuenta que Edward es la cuestión.

-Edward y yo somos una cosa de verano.

-¿Estás segura? Mira que os he visto juntos y eso no parece una cosa de verano, parece una relación formal. Si vivís juntos y todo-

-No es una relación formal.

-¿No estáis enamorados?

Niego con la cabeza un poco triste y un poco mortificada también.

-Quiero mucho a Edward, me hace feliz, pero de ahí a decir que estoy enamorada… No, no lo estoy.

-Y supongo que si te vas en unas semanas no quieres aventurarte a una relación a distancia aunque solo sea para ver si lo vuestro va a más o a menos.

Asiento estando de acuerdo.

-No creo en las relaciones convencionales donde ambos miembros se ven y conviven diariamente así que mucho menos en las relaciones a distancia. Siempre me han parecido un almacén de cornudos y cornudas.

Sissy se ríe de mi comentario.

-Bella disfruta del tiempo que te queda. Carpe Diem, ¿vale?- dice señalando su tatuaje en el brazo que precisamente reza eso- pero si yo estuviera tan guay con alguien como lo estás tú con Edward yo sí me arriesgaría. Igual no dura para siempre pero mientras dure y te haga feliz….

Las palabras de Sissy dan vueltas en mi cabeza varias horas incluso cuando ella ya se ha ido a trabajar y casi estoy sola en la playa porque la gente está recogiendo sus bártulos.

Cuando salgo de darme el último baño veo que hay una persona en mi toalla.

A medida que me acerco veo que es Edward.

Sonrío hasta llegar a él y saludarle con un beso.

-Mmm Bella salada- comenta riendo.

-¿Qué tal?- pregunto tumbándome sobre la toalla a su lado.

-Mal. Tim es gilipollas.

Me río ante su tono de niño pequeño que tiene una rabieta.

-¿Puedo saber el motivo de su gilipollez?- pregunto en tono de broma.

-No quiero hablar porque me voy a volver a enfadar.

-Nunca te había visto tan enfadado- le digo recordando las voces que inundaban la casa esta mañana.

-No me gusta enfadarme, muy pocas personas consiguen hacerlo pero Tim es especialista en ello. De todas formas siento que me hayas visto así.

-No pasa nada- le quito importancia poniendo una mano sobre su rodilla.

-¿Qué tal está el agua?

-Muy buena, date un baño-

-No tengo bañador.

-Pues en ropa interior, nadie se va a dar cuenta- le animo.

Edward se ríe pero finalmente acepta.

Se quita las bermudas y el polo que traía puesto para quedarse únicamente en calzoncillos blancos que contrastan con su bronceado.

¿Me quedo mirando más tiempo de lo correcto? Sí

¿Lo disfruto? También.

-¿Por qué no vienes conmigo?

-Acabo de salir. No me apetece.

Edward camina hasta la orilla y se sumerge poco a poco hasta que el agua le llega al cuello. Le veo nadar a lo largo y ancho de la playa.

Nunca le he visto hacer ejercicio aunque aparenta estar en buena forma.

Cuando sale del agua estoy tan ensimismada mirando como resbalan las gotas por su cuerpo que no me doy cuenta de que está a mi lado hasta que se tira con cuidado sobre mí mojándome de nuevo.

-¡Edward te mato!- grito- me has mojado otra vez.

Él se ríe a carcajas sin el menor intento de disimulo.

-No, en serio no tengo ropa de cambio aquí, voy a empapar los pantalones hasta llegar a casa.

La parte de los pechos hacia bastante tiempo que estaba descubierta. Casi desde el principio cuando venía sola a la playa venía sin la parte de arriba del bikini.

Gracias a eso había conseguido un moreno uniforme sin marcas antiestéticas.

-Aun puedo meterte al agua así que no protestes- me amenaza antes de pellizcarme un pezón.

-Au, eres un sinvergüenza- me quejo.

Ambos nos volvemos a reír por como ha sonado mi comentario, muy de señora escandalizada con la juventud.

-¿Mañana estás libre?- Le pregunto mientras se tumba boca abajo a mi lado.

-Por la noche no, ¿por?

-Tengo un plan- sonrío.

-¿Cuál?

-Sorpresa- le digo riendo y guiñándome el ojo.

-No puedes hacer eso, no puedes decirme que tienes un plan y no contarme cuál es- se queja.

-Tendrás que esperar- le digo antes de darle un beso.

Desde ese momento y hasta que llegamos a casa estuvo haciéndome preguntas intentando adivinarlo pero me mantuve fuerte y no le di ni una pista.

A la mañana siguiente me levanté antes que él para preparar las cosas para todo el día.

-Vístete- le digo mientras desayunamos.

Esta vez estamos los dos solos, no sé si los demás están fuera o si siguen dormidos.

-¿Vamos a salir?

Asiento.

-Y necesitamos un coche. Yo conduciré.

Edward sabe que adoro el BMW así que aprovechando que está en el garaje me deja conducirlo.

Nada más montarnos bajo la capota, conecto mi móvil al reproductor de música del coche por bluetooth y elijo una lista de reproducción.

-¿Qué clase de música es esta?- pregunta cuando empieza a sonar por todo el coche.

-Desde que estoy contigo solo escucho música electrónica pero la Bella de antes no paraba de escuchar reggaetón- le explico.

-No entiendo lo que dicen- se queja.

-No hace falta, tú solo escúchalo- le digo mientras Rauw Alejandro canta ''El efecto''.

Disfruto mucho conduciendo con el viento alborotándome el pelo y Edward riéndose de mí porque me equivoco con la letra de la canción constantemente.

-¿El puerto?- pregunta cuando estamos llegando y vemos los barcos amarrados.

-Sí, vamos a pasar el día en alta mar, quiero ver este sitio y solo tiene acceso en barco.

Le enseño la foto de Sa Figuera Borda en mi móvil antes de bajarnos del coche y caminar de la mano hasta donde quedé con Mario, el mismo patrón del barco que alquiló David para Formentera.

-Sin duda has logrado sorprenderme, no esperaba este plan por nada del mundo.

-Me alegro.

-¿Hay algún motivo en especial?

Que se acaba nuestro tiempo juntos y quiero pasar contigo cada minuto posible del día.

-Quiero conocer esa playa contigo- le digo.

Nos besamos mientras Mario conduce el yate fuera del puerto.

El paseo en barco dura mucho más que cuando fuimos a Formentera porque Sa Figuera Borda está al lado oeste de la isla, justo a la otra punta del puerto.

Rodeamos la isla de Ibiza apreciando Dalt Vila desde el mar así como también las playas y paredes rocosas que la rodean.

Tomamos el sol en la proa durante un rato y después charlamos con Mario que nos deja sostener el timón y nos da unas nociones de navegación. Es bastante sencillo la verdad.

Cuando nos acercamos a Sa Figuera Borda lo primero que vemos es gran cantidad de rocas y unas aguas azul turquesa. La playa está oculta por paredes rocosas de gran altura y destaca sobre todo la cueva que viene siento un gran boquete en una de las paredes rocosas que hace a modo de ventana o de puerta.

Mario nos explica alguna que otra curiosidad sobre el lugar y nos invita a darnos un chapuzón e incluso nadar hasta la orilla.

Le tomamos la palabra y llegamos a la orilla cubierta de rocas donde no hay nadie más salvo nosotros.

-Esto es impresionante- digo saliendo del agua y mirando hacia arriba.

-Totalmente de acuerdo contigo. Vamos a ver qué hay por ahí- me propone dándome la mano y señalando unas casitas varadero de madera que no sé cuál es su utilidad.

Caminamos con cuidado entre las rocas poniendo especial atención en no hacernos daño en los pies. Quizás este sea el momento de mi vida donde más he echado de menos tener unas chanclas a mano.

Cuando llegamos hasta allí vemos unas pequeñas escaleras que suben hasta arriba del acantilado.

-¿Vamos?

-No-

-Venga no seas miedica- le animo.

-Mira eso, no tiene ninguna estabilidad- expone asintiendo hacia la escalera con la barbilla.

-Si están ahí puestas es para usarlas, no creo que seamos los primeros.

-Si me caigo será culpa tuya- dice caminando hasta el inicio de las escaleras.

Subimos un tramo pero no todo porque es agotador, no obstante disfrutamos de las vistas desde las alturas.

Cuando bajamos de nuevo a la playa pasamos cerca de una hora nadando y tomando el sol, disfrutando de la soledad que nos ofrece este lugar.

Volvemos a nado al yate donde Mario está hablando por teléfono.

-¿Qué tal?- nos pregunta.

-Genial. Es todo lo que esperaba y más- respondo contenta.

-Es casi la hora de comer. Contratasteis servicio de comida a bordo así que iré en la moto de agua hasta la costa para traérosla.

-¿Nos quedamos solos?- pregunto asustada.

Yo nunca he manejado un barco, no sé qué hay que hacer.

Mario y Edward se ríen.

-Tardaré media hora o así. Voy a mover el barco mar adentro fuera de la zona de rocas y no te preocupes que no se va a hundir- ríe.

Ayudamos a Mario a sacar la moto de agua del barco al mar y nos quedamos mirando como se aleja de nosotros.

-¿Quieres nadar?- le propongo a Edward.

-No. Vamos a tomar el sol.

Nos movemos hasta la proa donde estábamos tumbados antes.

-¿Me ayudas con la crema?- le pido poniendo el bote en su mano.

-Claro- responde poniéndose en mi espalda.

Comienza esparciendo la crema por la parte superior de mi espalda, mis omoplatos, la clavícula… y poco a poco va descendiendo hasta llegar a mis crestas iliacas.

-Quítatelo- me pide desatando el lazo del bikini que va al cuello.

-Avísame si viene Mario- le pido dejando el trozo de tela a un lado y liberando mis pechos.

-Se acaba de ir, le queda un buen rato para volver- me intenta tranquilizar.

Se mueve para quedar frente a mí y continuar echándome crema por la parte superior de mi pecho.

Le miro sabiendo a donde van a ir sus manos en un momento.

-Es una zona muy delicada, hay que protegerla- me informa mientras saca más crema del bote y la pone en sus manos para seguidamente colocar una mano sobre mis tetas.

Las acaricia con suavidad poniéndome la piel de gallina.

Se ríe suavemente cuando me oye suspirar de placer.

Sus manos continúan bajando por mi cuerpo esparciendo crema hasta que llegan a mis bragas del bikini.

-¿Eso también va fuera?- pregunto curiosa.

-Todo fuera- me dice agarrando la tela y deslizándola por mis piernas las cuales he elevado un poco para facilitarle la tarea.

Totalmente desnuda y tumbada boca arriba dejo que Edward termine de echarme crema por mis piernas. Primero la derecha, luego la izquierda.

-Listo- dice cerrando el bote y quitándose los restos de crema mientras frota sus manos sobre sus muslos.

-Te falta una parte- le digo mientras me abro de piernas mostrándole todo mi sexo.

-Esa parte no la debe dar el sol- me dice poniendo la mano sobre mi pubis.

-Tú échame crema ahí- le pido.

-Voy a echarte de la mía que tiene una protección mayor- me dice moviéndose hasta estar entre mis piernas.

Frunzo el ceño porque él no ha traído nada.

Mi confusión llega hasta que pone su boca sobre mi clítoris y extiende la ''crema'' o sea su saliva con su lengua por mis labios.

Su lengua acaricia mis labios y el interior de mi vagina de manera suave y certera.

Me da suave lametones provocándome mucho placer.

Cuando siento que voy a correrme aparta su lengua de mí.

-No te corras- me pide poniéndose en pie.

-¿Dónde vas?- gimo frustrada.

Me pongo una mano sobre mis ojos para verle mejor y observo como se quita el bañador dejando salir su pene.

-Tengo que estar dentro de ti- me pide tumbándose sobre mí.

Nos besamos mientras siento como su punta juega con mi clítoris un poco.

Sonrío y levanto mis caderas para aumentar la fricción.

Acto seguido Edward se levanta y se apoya en sus rodillas para tener una visión completa de la zona donde nuestros cuerpos se están rozando.

Sujetando su pene con la mano lo frota contra mi clítoris haciendo crecer mi placer.

-¿Qué me haces?- suspiro.

-Ojalá pudieras ver lo que yo veo ahora- dice continuando su movimiento.

-Me gusta mucho-

-Lo sé, estás muy mojada- sonríe.

La punta de su pene se frota contra mi entrada un par de veces más.

-¡Dios que bonito!- dice con voz rasgada mirando hacia abajo.

No me esperaba que acto seguido bajase su cabeza para besar y lamer mi clítoris.

-Es el coño más bonito que he visto- me confiesa mirándome entre mis piernas- y probado- continúa justo antes de volver a lamerme.

Gimo por sus palabras y contraigo mi vagina sin querer.

Noto como se introduce poco a poco en mí.

-Te necesito- digo levantando mis piernas para que se introduzca más aún.

En respuesta comienza a moverse de forma salvaje entrando y saliendo de mí.

El roce es una locura y hace que me corra en pocos minutos.

-Ah, joder sí- grito con los ojos cerrados mientras mi orgasmo se apodera de mí.

Edward me besa mientras sigue bombeando en mi interior.

Cuando creo que se va a correr se sale y se pone de pie.

-Gírate- me ordena.

Aturdida por el orgasmo me pongo boca abajo expectante.

Vuelve a introducirse en mí desde atrás y gimo porque las sensaciones son diferentes en esta postura.

Su boca acaricia mi espalda, sabe que me encanta.

-Vamos a intentar el anal de nuevo- me propone.

Asiento de acuerdo.

Ahora mismo puedes pedirme lo que quieras y estaré de acuerdo.

Se sale de mi interior para ir a por mi crema de sol.

-¿Y tu bolso?

-Allí- digo señalando un punto al lado del timón.

Vuelve al minuto con su pene duro apuntándome.

Se coloca de nuevo en mi espalda y noto como esparce algo en mi entrada.

-¿Qué me estás echando?-

-Vaselina- me susurra colocando su punta en mi entrada- levanta un poco- me pide.

Levanto un poco mi culo dejando mi entrada totalmente expuesta a él.

Introduce un dedo en mi interior para prepararme y acto seguido noto su punta en mi orificio,

-Te prometo que no te va a doler- me susurra al oído antes de darme un suave beso en mi oreja.

Quizás es por la vaselina, por mi reciente orgasmo o porque es la segunda vez pero ahora no me duele.

-¿Bien?- me pregunta.

Asiento.

-Sigue- le animo.

Se introduce por completo en mí y cuando no me quejo comienza a moverse.

No me duele aunque tampoco me aporta placer. No obstante escuchar a Edward gemir siempre me ponía cachonda y esta vez no era diferente.

Sin casi pensarlo una de mis manos viaja hasta mi clítoris y comienzo a acariciarlo.

Ahora ya sí comienzo a sentir algo más de placer.

Sin decirme nada Edward me agarra de ambos brazos y me levanta. Me pone de rodillas al igual que él sin salirse de mi interior.

-Muévete- me pide.

Subo y bajo por su polla con su pecho pegado a mi espalda y mi culo golpeando su pelvis una y otra vez.

Sigo acariciándome cuando una se sus manos aparta la mía y continua él. Primero solo me frota y seguidamente introduce dos dedos en mí.

-¡Joder!- grito de placer.

Sus dedos están un rato dentro de mí pero los saca antes de que pueda correrme.

Me quejo y los sujeto con mi mano para que no los saque.

-Espera- me pide riendo y sacando sus dedos.

Sigo moviendo mi culo con su polla en mi interior y lo siguiente que siento es un objeto extraño metiéndose en mi vagina.

-Edward- le digo sorprendida.

-Disfruta- me ordena moviendo el objeto en mi interior.

Es más grueso que sus dedos y eso hace que me sienta completa y llena.

Los movimientos del objeto se aceleran al mismo tiempo que los de su polla.

Noto cuando se corre cuando su pecho se tensa contra mi espalda y su boca muerde mi cuello.

-Bella- gime una y otra vez en mi oído.

-Me voy a correr- digo continuando moviéndome.

Su pene en mi culo y el objeto en mi vagina me provocan un gran orgasmo.

Grito más que nunca e incluso hago una convulsión que me lleva a caer boca abajo sobre la tumbona.

El orgasmo dura mucho más de lo habitual.

Estoy agotada cuando siento a Edward saliendo de mi interior y tumbándose sobre mí.

Me giro para mirarle cara a cara y ambos nos reimos antes de besarnos.

-Creí que no lo soportaría- le confieso.

-Ha sido igual para mí- me responde besándome.

Mientras nos besamos una de sus manos baja hasta mi vagina donde saca el objeto que ha introducido anteriormente.

-¿Qué me has metido?- pregunto curiosa.

Levanta el brazo enseñándomelo y haciendo que me ría.

El tubo de la vaselina.

-Nunca más veré la vaselina del mismo modo.

Edward se ríe antes de volver a besarme.

-Gracias-

-¿Por qué?

-Por el placer, por dejarme conquistar tu culo por primera vez.

-Me ha gustado- le confieso.

-A mí también.

-Lo repetiremos- le prometo.

-Guardaré el tubo de vaselina entonces- me dice riendo.

Tomamos un poco más el sol desnudos y cuando oímos un motor acercándose nos volvemos a poner la ropa de baño.

Mario vuelve con comida variada que disfrutamos los tres charlando animadamente sobre la isla.

Nos convence para hacer un rodeo por la parte norte donde en su opinión están las mejores playas y calas de Ibiza así como también me convence para dar una vuelta en moto de agua.

Al principio Edward me acompaña y luego me atrevo a hacerlo sola.

El chute de adrenalina es brutal mientras surco el mar a toda velocidad.

Cuando volvemos al puerto siento como aun me tiemblan las piernas y los brazos.

-Gracias por el día de hoy- me dice Edward al oído mientras me arrincona contra un coche.

Le beso suavemente a modo de respuesta mientras le acaricio el lado derecho de la cara con mi mano.

-Ojalá poderlo repetir- expreso mi deseo al separarnos.

-Sí, ojalá…- concluye.

No hemos hablado nada del fin de mis vacaciones pero ambos sabemos que el tiempo corre en nuestra contra.

Le vuelvo a besar antes de separarnos para volver a nuestro coche.

Esta vez le dejo conducir a él y el reggaetón ha sido sustituido por la radio.

-Siento estropear el día tan perfecto que llevamos pero tengo que confesarte una cosa que no te va a gustar mucho- me indica aparcando el coche en casa.

-¿Qué pasa?

-Esta noche Kylie vuelve a casa para terminar el tema- me confiesa con pesar.

-Vale- respondo con tranquilidad.

-¿Te molesta?

-No me llena de felicidad saber que va a estar por aquí pero ya me contaste todo lo que pasó con ella y entiendo que es solo trabajo- confieso apoyando mi mano en su rodilla.

-¿Qué vas a hacer tú mientras?- me pregunta cogiendo la mano que tengo en su pierna.

-David me invitó a su set en Café Mambo. Kate también va.

-Te va a gustar ir allí. Es un café a la orilla del mar y el escenario de hecho está dentro de la playa. Además podrás ver la puesta de sol sobre el agua mientras escuchas la música y bailas. ¿Has visto algún vídeo?

-No, pero prefiero no hacerlo. Que me sorprenda- digo dando por terminada la conversación y bajándome del coche.

Una vez de vuelta en la habitación me di una ducha para quitarme la sal y la arena que tenía en todo el cuerpo. Me eché crema hidratante mientras admiraba mi piel morena y me vestí con unos shorts blancos sueltos y un pañuelo gris metálico anudado en el pecho (pinterest).

Cuando bajé a la cocina, Kate ya estaba en la mesa del jardín así que me uní a ella para picar algo antes de irnos.

-Ey que guapa- me alabó cuando me vio.

-Gracias, tú también- digo admirando su vestido.

-David está dentro con Edward y una mujer rubia.

-Ah sí, es Kylie, viene para trabajar con Edward.

O sea que la bruja ya estaba por aquí, pensé para mí misma.

Cerca de las seis de la tarde David salió para llevarnos a Café Mambo que está situado en el municipio de San Antonio de Portmany, al oeste de la isla.

Antes de irme entro de nuevo en la casa para lavarme los dientes, ponerme unas sandalias planas con tiras blancas y despedirme de Edward.

La puerta del estudio está cerrada así que llamo suavemente y abro lo justo para asomarme al interior.

Edward está sentado, Kylie está de pie y Garret está apoyado en la mesa de mezclas al lado de Edward.

Sonrío a todos a modo de saludo y camino hasta donde está Edward.

-Me voy- le digo dándole un beso sobre los labios.

-Vale. Pásalo bien- me sonríe a la vez que me da un suave cachetazo en el culo.

Abandono la habitación riéndome.

Me siento confiada pese a la presencia de Kylie. Sé lo que representa para Edward al igual que sé lo que yo represento para él. También la presencia de Garret me tranquiliza.

David, Kate y yo vamos hasta el café en uno de los todoterreno negros con el maletero lleno de maletines metálicos.

Café Mambo es un chiringuito de playa venido a más a pie del mar y al lado del espigón.

Tal y como dijo Edward al bode de la playa hay una plataforma sobre la que está colocada el escenario. Veo a David moverse de un lado a otro y cuando íbamos a por el segundo mojito la música comenzó a sonar junto a la voz de David preguntando ''¿Qué tal estamos Ibiza?''

La sesión fue fantástica, pinchó muchísimos temas actuales y muy conocidos como los de The Chainsmokers pero también algunos de sus clásicos como ''When the love takes over''.

Baile juntó a Kate muchísimo pese a tener los pies enterrados en la arena.

La gente era mayoritariamente británica así que pese a estar en Ibiza me sentía en casa.

Cuando el set de David acabó comenzó otro dj y así hasta que se hizo de noche.

Al volver a casa son casi las doce de la noche pero Edward continua encerrado en el estudio cuando llego.

Abro la puerta con cuidado y me asomo para ver que está solo.

Solo y dormido sobre la mesa frente dos pantallas y rodeado de varios tipos de teclado.

Sonrío con ternura y le beso en la mejilla para despertarle.

-Hola- susurro.

-Mmm- me responde.

-¿Vamos a la cama?- En el momento en el que pronuncio esas palabras Edward abre más los ojos asombrado de estar en el estudio aun- te has quedado dormido trabajando.

Asiente con la cabeza.

-Apago y nos vamos a dormir- me dice moviendo el dedo sobre el portátil.

-¿Qué tal ha ido?

-Mañana te lo cuento todo, ¿vale?- me promete bostezando.

Asiento y me río.

Lidero el camino hasta la habitación y en cuestión de segundos todo está bañado por la oscuridad.

Edward está dormido frente a mí y el sonido de las olas inunda la habitación.

Quizás la idea de Sissy no sea tan descabellada, quizás Edward y yo sí podemos intentar mantener lo que sea que tengamos cuando yo deje la isla.

Porque una cosa está clara, nunca me he sentido más a gusto que en este momento.

Me siento viva, feliz y siento que cada día lo aprovecho al máximo. No hay rutina ni cansancio.

Y sería muy injusto no dar a Edward el crédito que se merece en todo esto.

Sin él Ibiza no sería nada más que una isla con mucha música que llena los huecos vacíos que dejan las olas.

Edward me hace inmensamente feliz.

Me dormí pensando en cosas buenas pero demasiado pronto por la mañana el sonido de mi móvil me despertó.

Descolgué medio dormida y no pude entender bien al principio.

-Señorita Swan le llamo de la empresa Wieden + Kennedy hay una vacante y me gustaría entrevistarla para el puesto, ¿sigue interesada?- pregunta la mujer al otro lado.

-Sí- respondo sin pensar.

-Bien, a las nueve el lunes. Estamos en 16 Hanbury St

-Hambury St, Londres- susurro para mí misma sin creérmelo del todo.

Se acabó el verano.

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Bueno hemos llegado al punto crítico de la historia, ¿qué creéis que va a pasar? ¿Bella se queda o Bella se va? ¿Relación a distancia? ¿La relación se acaba y ya? Quiero conocer vuestras ideas acerca de lo que pase a partir de ahora.

Como siempre en el grupo de Facebook encontrareis las fotos del capítulo junto al vídeo de la sesión de Guetta en Café Mambo. Estar en ese grupo es como un billete a Ibiza ¿tú quieres ir? Pues únete.

Como siempre ya sabéis que review es igual a adelanto.

Nos leemos (y no seáis impacientes que todo se verá ;) )