Pese a que la llamada había finalizado me quedé con el teléfono pegado a la oreja, inmóvil, congelada.

-¿Qué pasa?- pregunta Edward con voz rasposa detrás de mí.

-Nada- susurro sin girarme.

-Es muy temprano para que te llamen.

Siento un nudo en la garganta que me impide tragar. Me duele la tripa y tengo las manos frías.

-Bella…- me llama poniendo una mano en mi hombro.

Intento recomponerme pero no puedo.

Suelto una lágrima sin querer.

-Bella- me gira para mirarme a la cara- ¿qué pasa?- pregunta preocupado.

Otra lágrima sale despedida por mi mejilla al ver su cara de preocupación.

Se lo voy a contar, claro que sí, pero ahora no.

Ahora solo me lanzo a sus brazos y le abrazo.

Él me abraza de vuelta y se deja caer en la cama conmigo sobre su pecho.

Paso unos minutos escuchando el bum bum de su corazón disfrutando de su mano jugando con mi pelo.

-¿Me lo cuentas?

-Era del trabajo, bueno para un trabajo. Tengo la entrevista el lunes en Londres.

Hay un silencio ensordecedor durante unos instantes que para mí se sintió como si fueran horas.

-¿Eso es bueno no?

-Sí- susurro levemente.

Estamos en esa posición unos minutos más hasta que Edward se levanta.

-Vamos a desayunar- me dice poniéndose en pie.

La casa aún está en silencio, nadie se ha levantado aun.

Me visto con una camiseta básica y unos shorts de algodón para bajar a desayunar al jardín donde Edward está poniendo dos tazas de café bajo la máquina de cápsulas.

-¿Leche de almendras?- me pregunta mientras me siento.

-Sí, gracias.

Mientras se hacen los cafés yo corto un poco de fruta en un plato y sirvo dos vasos de zumo. De naranja para mí, de uva para Edward.

Después de casi dos meses con él sé que odia la naranja y el kiwi así como es incapaz de comer huevo cocido o huevo poché.

-Quema, ten cuidado- me avisa poniendo el café frente a mí.

Nos sentamos uno al lado del otro mientras comemos en silencio.

No es algo usual entre nosotros.

El nudo en mi garganta no tiene pinta de querer irse así que me bebo el café a pequeños sorbos y no como nada.

Edward frunce el ceño cuando me levanto a lavar la taza del café pero no dice nada.

-Ey Belly- me saluda Tim saliendo al jardín.

-Hola- le intento saludar sonriente antes de adentrarme en la casa.

Me cierro en la habitación y cojo mi teléfono móvil, el cual de repente se ha convertido en un objeto odiado y portador de malas noticias, para meterme en skyscanner y comprar el billete.

-Joder- susurro al ver que solo hay un vuelo para mañana a las cuatro de la tarde.

Tenía intención de cogerle por la noche y poder pasar aquí todo el día.

Le compro a regañadientes y me descargo el pdf con la tarjeta de embarque en el móvil.

Me meto a la ducha más por inercia que por otra cosa y al salir están llamando a la puerta.

Es Kate.

-Hola- dice entrando sonriente.

-Hola- saludo sonriendo igualmente.

Cierra la puerta con cuidado de no hacer ruido y camina hasta mí.

-Edward me ha pedido que venga a hablar contigo, dice que no estás bien de ánimo. ¿Qué pasa?

-Me tengo que ir Kate. Tengo que irme a Londres mañana- digo volviendo a llorar.

Me abraza y me intenta reconfortar.

-Oh joder, lo siento. Y estás triste por separarte de Edward.

-De Edward y de todo esto- digo señalando la habitación- nunca me he sentido mejor conmigo misma que en estos meses.

-No pienses que tu felicidad está reñida a un lugar Bella. Si eres feliz aquí podrás seguir siéndolo allí, además yo también me iré en un par de semanas. Vivo en Reading pero podremos quedar.

Asiento.

-Me gustaría.

Hablamos un poco más antes de que abandone la habitación y cuando estoy sola llamo a Sissy. Tengo que despedirme de ella.

-No me jodas tía, ¿pero ya? Si aún es agosto- se queja cuando le comunico la noticia.

-Lo sé, supongo que el lunes será la entrevista y la semana que viene empezaré a trabajar si me cogen.

-Pero si no te cogen vuelves- me pide riendo.

-Necesito trabajar- le digo triste.

-Puedes empezar a trabajar en octubre.

Me río ante su entusiasmo.

-Ojalá tuviera un trabajo a medida en el que pudiera decidir cuándo trabajar y cuando no. Desde luego que el verano iba a durar más de tres meses- me río.

-Bueno hazme un hueco esta tarde para despedirnos y vamos a la playa. Hasta las 8 no entro a trabajar.

-Eso está hecho, a las cuatro ¿qué tal?

-A las cuatro- me confirma alegre.

Me visto y me seco el pelo antes de sacar la maleta de debajo de la cama donde la metí cuando volví a Ibiza.

-¿Qué haces?- pregunta Edward entrando a la habitación.

-La maleta, es obvio- respondo sin mirarle.

Me giro hacia el armario donde empiezo a sacar ropa y la pongo sobre la cama para irla doblando.

-Para- me pide poniendo una mano sobre la mía.

-Tengo que irme- le digo mirándole a los ojos.

-Lo sé pero… espera.

-¿A qué?- pregunto sonriendo.

-No sé, pero es que…- continua contrariado.

-No me lo hagas más difícil. Bastante me está costando irme ya.

-Vale te diré esto solo una vez. No quiero que te vayas- me pide.

-Ni yo quiero irme pero tengo que hacerlo- le digo dejando la ropa que tenía en mi mano sobre la cama de nuevo.

Nos miramos sabiendo que no hay alternativa. Ya no hay opción a alargar más el verano.

Suspira y levanta la cabeza hacia el techo.

-La vida real es una mierda-

-Lo es- digo llegando hasta él y abrazándole.

Me abraza de vuelta y me besa suavemente la frente varias veces mientras yo entierro la nariz en su cuello.

-¿Qué pasa si no consigues el trabajo?

Me río sabiendo hacia donde van sus pensamientos.

-Sissy me ha dicho lo mismo. No lo sé Edward, porque tengo que trabajar.

-Ya- dice aun abrazados- Tim quiere hacerte fiesta de despedida.

Me río.

Tim no necesita mucho para organizar una fiesta.

-No, no quiero.

-¿Qué quieres hacer?

-Despedirme de Ibiza como se debe. Quiero ir a la playa, quiero ir a Ushuaïa, bailar, reír, bañarme en la piscina y estar contigo. Eso es todo- sonrío mirándole a los ojos.

-Vale- responde Edward besándome- Ushuaïa esta noche, playa más tarde y vamos a pasar juntos todo el día- me promete.

-Sí- respondo de acuerdo.

El resto de la mañana meto aquellas cosas que ya no voy a usar en la maleta como camisetas y ropa de playa, algunos bikinis y casi todos los zapatos menos las chanclas y las cuñas de tacón que me han acompañado cada noche en Ushuaïa.

Edward y yo vamos a la cala Vadella, su favorita. Pasamos ahí toda la mañana hasta la hora de comer que Sissy se une a nosotros.

Casi lloro otra vez cuando me despido de ella pero la prometo que hablaremos seguido.

Por la tarde llegamos a casa con el tiempo justo de ir a Ushuaïa.

Es mi última noche aquí y quiero vivirla a tope sin alcohol de por medio. Quiero recordar todos los detalles a la perfección.

El set de Edward comienza tal y como comenzó la primera vez que le escuché, con la canción ''Don't you worry child'' y una vez más la piel se me puso de gallina. Cerró el show con ''Sunny Days'' de Armin Van Buuren recordándome la noche en Hï y por supuesto subí a felicitarle con un beso cuando todo acabó.

Una vez en casa, en nuestra habitación, subí a quitarme la ropa mientras Edward bebía agua en la cocina.

Mi móvil sonó con una notificación de whatsapp.

Edward

Fruncí el ceño y abrí el mensaje.

¿Sigues despierta? Pues tráete bañador ✓ ✓

Me río antes de tirar el móvil sobre el colchón y desnudarme para ponerme el bañador blanco que usé la primera vez que vine a su casa.

Edward está de pie al lado de la piscina, él también lleva bañador y la parte de arriba ha desaparecido.

-¿Un baño nocturno?- me propone.

-¿Dónde están tus amigos?- pregunto como esa noche.

-No están- dice sonriendo y acercándose a mí.

-Entonces esto puede irse- digo bajando el tirante del bañador.

-¿Directa al grano?

-Me estorba- repito las palabras que él también dijo una vez.

Completamente desnudos ambos nos lanzamos a la piscina y nadamos un poco hasta llegar al borde que da directamente al mar.

Edward me abraza por atrás.

-Voy a echarte de menos- le digo mirando la oscuridad de la noche.

-Yo también. No sé qué voy a hacer cuando me toque irme a dormir solo.

Sonrío porque en esa frase ha dicho mucho más de lo que parece.

Y Edward nunca dice cosas por decir.

-Llamarme- propongo.

-Lo haré- susurra besando mi hombro.

No puedo hacer más promesas que esas. No puedo pedirle que venga a verme o que yo iré a verle porque sé que una vez pise suelo londinense todo cambiará.

-¿Tú hasta cuando estás?

-Hasta dentro de tres semanas. Luego he de viajar a Nueva York, comienza la gira americana.

Asiento con la cabeza.

Me giro y le miro a los ojos.

-Quiero que me hagas tuya una vez más.

Edward sonríe antes de besarme.

-Cuidado con como suena eso, pude que me guste más de lo que debería- dice riendo.

Me rio y le beso a la vez que bajo una mano para tocarle su pene.

Le acaricio con suavidad por debajo del agua mientras escucho como la respiración de Edward se vuelve arrítmica.

-Siéntate- le digo señalando el borde de la piscina donde una vez yo también estuve sentada con él entre mis piernas.

Se mueve hasta hacer lo que le pido y sin más dilación le introduzco en mi boca.

Las manos de Edward están sobre mi cabeza pero no marcando el ritmo, simplemente creando más contacto entre nosotros.

Su pene cada vez está más duro dentro de mi boca.

Su punta está brillante y rosa.

Alzo la mirada cuando vuelvo a introducirle en mi boca para ver su reacción.

Abre la boca, gime y cierra los ojos.

Paseo la lengua por toda su longitud hasta los testículos que también acaricio suavemente con ella.

No quiero que se corra en mi boca, no esta vez al menos, así que paro y hago que baje del borde de la piscina.

Estando ambos sumergidos en el agua sus manos no pierden el tiempo en ir hasta mi sexo y acariciarlo suavemente. Alzo la pierna y la enrosco en su cadera para sentir su pene cerca de mí.

Muevo la cadera en sentido ascendente y descendente, masturbándole contra mi clítoris.

-Me voy a correr si sigues así- me avisa.

-Quiero que lo hagas. Dentro de mí- susurro a su oído.

Acto seguido Edward empuja su pene hacia mí y se introduce hasta el fondo de una asentada.

-Ah- gimo.

-Te sientes tan bien- comenta antes de empezar a moverse.

Esa noche con él entrando y saliendo de mí mientras nos besamos me corro. Bajo las estrellas y con el sonido del mar de fondo.

Él también se corre, dentro de mí tal y como le pedí.

-¿Vamos a la cama?- propongo.

No tengo intenciones de que sea la última vez esta noche.

No dormimos hasta quizá las tres de la mañana.

Al día siguiente me desperté antes que él y contrario a lo que pensé no estaba triste.

No tenía tiempo que perder con tristezas.

Me duché y terminé de guardar la ropa en la maleta mientras Edward continuaba dormido.

Salí de casa para despedirme de la playa desde un acantilado que quedaba cerca y me prometí volver. No sabía cuándo ni cómo pero iba a volver.

Hice la promesa bañada por la luz del sol y sintiendo la sal en el aire que se pegaba a mi piel.

Volví a casa al mismo tiempo que llegaban Tim, David y Kate.

-¿Qué hacéis todos aquí?- pregunto llegando al desayunador.

-Edward nos invita a comer porque te vas. Vamos a echarte mucho de menos Bella- me dice Garret.

-Y yo a vosotros- digo emocionándome de nuevo.

Les abrazo a todos y prometo estar en contacto con todos de una u otra manera.

Es extraño pero siento que son mi familia pese a conocerles solo desde hace dos meses. Yo que soy una persona a la que le cuesta abrirse a nuevas amistades había establecido lazos irrompibles con estas personas.

Edward organizó la comida pero por supuesto no cocinó. Pidió varias y diferentes paellas y comimos todos juntos en el jardín como era costumbre.

A mitad de la comida comencé a sentirme triste de verdad, iba a echar de menos estos momentos.

Las bromas de Tim.

Los piques de Garret.

La bondad de David.

La dulzura de Edward… bueno iba a echar de menos todo de Edward. Desde comer a su lado con su mano sobre mi muslo o rodeando mis hombros hasta su manía por el orden y la limpieza.

Le miré mientras reía hablando con Tim y capturé mentalmente esta imagen en mi memoria.

Sobre las dos de la tarde me despedí de todos y fui a la habitación junto a Edward para meter todo en la maleta.

-¿Si me dejo el cepillo de dientes me le llevarías a Londres?- pregunto con él en mis manos.

Edward se ríe y se acerca a mí.

-¿Qué quieres ahora Bella?- pregunta serio.

Es la pregunta. ¿Qué quiero ahora con él?

-No lo sé, es todo tan complicado.

-El cierre de las discotecas es el segundo fin de semana de octubre, ven, yo te pago el billete- me propone poniendo sus manos en mis hombros.

-Edward…

-No te voy a ofrecer una relación porque tú no quieres y porque yo no puedo. Me gustaría ser ese chico para ti pero tú mereces mucho más que ratos robados.

Trago y mis ojos vuelven a llenarse de lágrimas.

-¿O es lo que quieres?- pregunta sosteniendo mi mentón.

Niego.

-Me gustaría estar en un mundo alternativo, donde yo confíe en las relaciones y no tenga miedo a sentir y donde tú no estés viajando de continente en continente.

-A mí también me gustaría- sonríe.

-Pero tampoco puedo subirme al avión y darle carpetazo a todo lo que hemos vivido. Simplemente no. Ha sido el mejor verano de mi vida- río entre lágrimas.

-Yo no quiero eso, eres demasiado importante para mí como para hacerlo. Quiero poder hablar contigo, al menos eso.

Asiento.

-¿Vamos a llamarnos?- me pregunta.

-Bueno yo voy a llamarte- le aseguro sonriendo.

-Yo también- me promete besándome de nuevo.

Quiero volver a estar con él, quiero volver a sentirle, a tenerle.

-Bella- me advierte al notar la manera en la que le beso.

-Una última vez por favor- le pido.

Quizás no sea la última vez más romántica del mundo porque es rápida y apresurada. Ni si quiera nos desnudamos completamente pero es la última vez y necesito recordar todo. Como me siento, el olor, las caricias, las sensaciones, la suavidad de sus manos en mis pechos, sus gemidos y sobre todo necesito llevarme algo de él conmigo. Sé que lo tengo cuando noto como se derrama en mi interior.

Nos besamos sin querer separarnos pero tengo un avión esperando por mí.

Me visto apresuradamente al igual que él y salimos corriendo hasta el BMW.

Creo que Edward ignoró varias leyes sobre límite de velocidad en la carretera pero me da igual.

Aparca en el parking del aeropuerto y me acompaña hasta el detector de metales.

-¿Me llamas cuando llegues?- me pregunta.

-Te llamo- le prometo antes de besarle.

-Adiós Bella- me dice pasando una mano por mi pelo y mi cara.

-Adiós Edward- le respondo agarrando la maleta.

Solo le miro una vez más antes de pasar el control y comenzar a correr porque la puerta de embarque cierra en diez minutos.

Él se queda ahí en medio de la terminal con los brazos cruzados viendo como paso al otro lado. Y aunque no quiera creerlo sé que el control de metales es la primera separación física de muchas otras.

Esta vez en el avión no lloro, pero lloro en Gatwick mientras espero a que la cinta saque la maleta. No puedo parar de llorar.

La gente me mira raro pero me da igual.

Sigo llorando en el tren que me lleva hasta la estación Victoria donde me esperan mis padres.

Desentono en la ciudad.

Llevo un vestido blanco ibicenco y las cuñas de tacón cuando aquí está lloviendo y aunque no hace frío esta no es la ropa ideal.

-¡Pero Bella qué morena estás!- me dice mi madre en cuanto salgo de la estación.

-¿Qué tal cielo?- pregunta mi padre.

-He tomado mucho el sol mamá y está todo bien papá, aunque triste por dejar Ibiza.

-¿Solo Ibiza o te has echado algún novio?- me pregunta sonriente mamá.

Si tú supieras….- pienso para mí misma.

-Ibiza en general, he hecho buenos amigos allí- respondo subiendo al coche.

Nada más llegar a casa mi padre quiere ponernos a revisar todo para la entrevista del lunes. Él es dueño de una empresa de publicidad pero decliné trabajar para él porque no quiero que me tachen de ''hija de…''. Descarto la opción inmediatamente, solo me apetece estar sola en mi habitación.

Una vez tumbada en la cama llamo a Edward.

-Hola- digo en cuanto descuelga.

-Hola nena- responde sonriente- ¿qué tal el vuelo?

-Triste pero bien-

-¿Qué tal Londres?

-Gris, está lloviendo mucho. Nada que ver con Ibiza-

Edward se ríe.

-Te has dejado el cepillo de dientes.

-Ya, es para que me lo traigas- comento riendo.

Edward se ríe al otro lado pero no contesta.

-Tendrás que esperar a noviembre, es cuando tengo un show en Oxford. No es Londres pero es lo más cercano.

-Te echo de menos- me aventuro a decir.

-Y yo-

La línea queda inundada por el silencio durante unos instantes y no lo soporto.

-Tengo que irme a trabajar- me dice.

-Claro, hablamos mañana.

-Luego te escribo-

Nos despedimos y me pongo a pensar qué he hecho.

No tenía más opción que venir a Londres, ni si quiera tengo más opción con Edward, él me lo ha dicho. Me duele aceptarlo pero es lo que hay.

Paso unos días horribles, el que inventó eso del periodo de adaptación no tenía ni idea de la vida.

Ni si quiera quiero quedar con mis amigas.

Increíblemente lo que me saca de la tristeza es el trabajo.

Me encanta, me llena, me entusiasma, me motiva a levantarme cada día.

Las llamadas con Edward cada vez son más cortas y menos frecuentes. Los recuerdos de lo vivido siguen teniendo un peso invaluable en mi corazón pero la realidad actual es muy distinta.

Una noche a últimos de octubre tomo la decisión casi sin ser consciente.

He salido con algunos compañeros del trabajo a tomar algo y estoy feliz. Estamos riendo y hablando de tonterías pero soy feliz.

Entonces el teléfono se ilumina.

Es Edward llamando.

Hace un mes hubiera salido corriendo fuera del bar para hablar con él.

Ahora ya no. Porque cada vez que hablo con él me pongo mal y quiero estar bien.

Quiero dejar de echar de menos, de vivir deseando estar en otro lugar, rodeada de otras personas y siempre añorando.

Quiero apreciar, valorar y ser feliz con la vida que llevo ahora.

Así que no puedo hacer otra cosa que deslizar el dedo por la pantalla hacia la izquierda, hacia el icono rojo.

Y ese fue el primer paso.

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.

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NO MATEN A LA ESCRITORA!

Lo siento pero la relación de Edward y Bella acaba aquí, si tenéis alguna queja se lo decís a ella que es la que ha rechazado la llamada.

¿Qué os ha parecido la despedida? ¿Qué os hubiera gustado que pasara? Y ¿qué creéis que va a pasar a partir de ahora?

Lo que siempre va a estar es Ibiza y para disfrutar de los lugares de la isla que aparecen en la historia solo tenéis que formar parte de mi grupo de Facebook (link en mi perfil de fanfiction) y si queréis sentir que estáis en Ushuaïa podéis escuchar la lista de reproducción en Spotify de la historia (link en el grupo de facebook).

Nos leeremos en el próximo capítulo. Controlad la ansiedad por lo que va a pasar.