DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer pero todo lo demás es mío.
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Al día siguiente me levanta el sonido del teléfono. Uno de los cámaras tiene que volver a la península hoy mismo por enfermedad de un familiar. Hoy solo seremos dos trabajando.
Decido salir a desayunar fuera del hotel y aprovechar un rato en la playa antes de volver a trabajar.
Elijo desayunar en un bar del paseo marítimo. Me pido un café, tostadas con tomate y jamón ibérico y un zumo. Un desayuno andaluz según pone en la carta.
No tengo demasiado tiempo pero me gustaría ver otra playa además de la D'Embossa así que miro como llegar a Cala Bassa en transporte público. Nunca he estado y google me la pone como una de las mejores calas de la isla.
Al parecer no soy la única porque cuando me bajo del autobús la playa está llena.
Hay un beach club con el mismo nombre que la cala así que decido no pensar en el precio y cojo una cama con sombrilla. La playa es preciosa, arena blanca, agua turquesa y está rodeada de pinos. No me extraña que esté en el top ten de las calas de Ibiza.
Tomo el sol, me baño, hago una videollamada a Victoria e incluso me tomo una sangría.
Son las dos de la tarde cuando vuelvo al hotel para cambiarme de ropa y vestirme para trabajar.
La cuestión es que una blusa con vaqueros no pega con la isla ni con mi humor ahora mismo, así que peco de informal y me pongo un vestido blanco ibicenco con un bolso de rafia.
Al igual que el día anterior el taxi me recogió primero a mí y luego a mi compañero para volver a casa de Edward.
Esta vez no estaba el hombre de seguridad si no una mujer, mucho más antipática a decir verdad.
Edward nos esperaba en el jardín con la comida preparada.
-He pedido que nos traigan algo de comer, espero que no hayáis comido aun.
Niego con la cabeza antes de sentarme a la mesa.
-¿Qué es? ¿Paella?- le preguntó a Edward.
Desde luego el color y el olor es el mismo, incluso está en una paellera pero no hay arroz.
-Es fideúa, parecido a la pella pero con fideos. Prueba- dice echándome una ración en mi plato.
Lo pruebo y los sabores me transportan de nuevo a hace cuatro años atrás.
Está muy buena.
Después de comer Edward nos lleva hasta su estudio improvisado y grabamos como comienza a crear un tema desde cero.
Yo nunca le había visto hacerlo pero era fascinante. Tanto que se hicieron las seis de la tarde y ninguno habíamos salido del estudio.
Fue el teléfono de mi compañero el que nos hizo darnos cuenta de la hora.
-Es tu jefa- me dice dándome el teléfono.
-¿Ona? ¿Todo bien?- pregunto en catalán.
-Sí, todo perfecto. Solo llamo para informar a tu chico de que su compañero no va a poder volver así que hemos enviado un sustituto y debe estar llegando ya al puerto.
-¿Venía en barco?
-Sí, así que si uno de los dos pudiera ir a buscarle os lo agradecería.
-Estamos con Edward- la explico.
-Lo imagino, pero es el sobrino de uno de los jefes así que ya sabes…
-Comprendo.
Si tienes enchufe, tienes trato preferente.
Cuelgo la llamada y les digo que tengo que irme a buscarle.
-No, yo iré. Compartimos habitación de hotel así que supongo que tendrá equipaje- me dice mi compañero.
-Pero tú estás grabando-
-Podemos tomarnos un descanso.
-Podemos- concuerda Edward.
-Está bien, pero por favor tarda lo menos posible.
Llamamos a un taxi para que venga a recogerle y cuando estamos solos no sé qué hacer.
-Piquemos algo- propone Edward.
-De acuerdo- no tengo hambre pero tampoco sé qué hacer ni qué decir, así que comer algo suena como una buena escapatoria.
Vamos de nuevo al interior y abre la nevera para sacar diferentes embutidos.
-Ahora que vivo en Barcelona como jamón casi todos los días- le digo mientras abro un paquete de jamón ibérico.
-Pues verás cuando pruebes el fuet- dice cogiendo un embutido en forma de barrita de color blanco.
Corta un par de cachos sobre la tabla de madera y me los acerca.
Como uno y tengo que darle la razón, está muy bueno, es adictivo.
-¿Ves?- dice al ver mi cara al probarlo.
-Te doy la razón- sonrío.
-¿Cuánto tiempo llevas en Barcelona?- pregunta.
-Muy poco, dos meses o así.
Asiente con la cabeza.
-¿No vives con nadie?- le pregunto.
-¿Cómo?
-Hace años compartías villa con otros djs.
-Ah, no, este año no- me dice apartando la mirada para coger más pan.
Comemos en silencio.
-¿Cuánto crees que tarden en venir?- me pregunta mirando el reloj en la pared.
-Aun media hora al menos.
-¿Qué quieres hacer? ¿Alguna pregunta para la película? ¿Te dejo el portátil para que trabajes? ¿Un baño en la piscina?
-Un baño en la piscina- digo rápidamente.
-Iré a por unas toallas- dice poniéndose en pie.
-Bueno espera, me he anticipado, no tengo bañador aquí- señalo mi ropa.
-¿Y? No hay nada que no haya visto antes- responde antes de salir de la cocina sin darme opción a responder.
Es la primera vez que hacemos alusión a que hubo una vez que estuvimos juntos, que estar desnudos no nos daba vergüenza y que nuestros cuerpos encajaban el uno en el otro cada noche.
Edward baja con un par de toallas colgadas del brazo. Me da a elegir una y salimos al exterior.
Caminamos hasta la piscina y nos quitamos la ropa.
Yo me quedo en ropa interior, él en bañador.
Mientras que él se tira directamente al agua yo busco la escalerilla para sumergirme poco a poco.
-Eres una gallina- dice riéndose de mí.
-Está un poco fría- digo bajando hasta que el agua cubre mi cadera.
Siseo y aguanto para ir bajando un poco más.
-Está caliente- me contradice.
Me giro a mirarle mal pero llevo las gafas de sol puestas así que dudo que haya visto mi gesto.
Todo se complica cuando el agua llega a mi ombligo.
Respiro hondo aguantando el contraste de temperatura cuando siento unas manos en mi cintura que me tiran hacia atrás y me sumergen del todo, cabeza incluida.
-¡Edward!- le regaño cuando vuelvo a la superficie.
-Te he hecho un favor, ibas a tardar tanto que cuando por fin te hubieras metido entera el chico habría vuelto.
La verdad es que sí, pero no iba a reconocérselo.
Nado un poco para entrar en calor y cuando me canso me apoyo en el bordillo mirando el mar.
Hay algunos barcos alrededor.
Edward ha empezado a hacer largos buceando.
Pasados unos minutos he dejado de oír chapoteos así que me giro a mirar y está tumbado flotando boca arriba, relajado.
Es mi oportunidad para devolverle lo de la escalera.
Me acerco sigilosamente y antes de que pueda darse cuenta de que estoy a su lado hundo su cabeza con mi mano bajo el agua.
Le pilla tan de sorpresa que al ir a hablar traga agua y su cara es graciosísima.
No puedo parar de reír.
-¡Qué graciosa!- dice llegando hasta mí.
-Espera Edward, lo siento, espera- digo entre carcajadas.
Noto como me coge de nuevo pasando los brazos por detrás de las rodillas, literalmente estoy en sus brazos.
Me sigo riendo y cuando me vuelve a sumergir bajo el agua trago agua al igual que él.
No conforme con hacerlo una vez me sumerge hasta tres veces.
Hasta que cojo fuerzas, y oxígeno, para abrazarme a su cuello y que no pueda bajarme.
-¡Para por favor!- le pido sin soltarle.
Él me suelta las piernas, vuelvo a posición vertical y sus manos se posan en mi cintura.
Ambos tenemos la respiración acelerada pero su calor traspasa mi piel y contrasta con el frío del agua.
Supongo que eso fue lo que me dio valor para despegarme lo justo de su cuello como para hacer lo que quería hacer desde ayer por la noche.
Acerco mis labios a los suyos y mis manos abandonan sus hombros para posarse a cada lado de su cara.
Sus manos sin embargo bajan hasta mis glúteos, señal de que puedo enroscar mis piernas en su cadera.
Me lleva hasta una de las paredes de la piscina donde me clava su erección contra mi pelvis.
Una de sus manos se mete bajo mi braga y acaricia mi clítoris.
Me separo de sus labios para gemir suavemente.
Yo también bajo mi mano hasta su polla y noto que está dura por encima del bañador.
Sé a dónde nos va a llevar esto.
Cuando mi mano se introduce dentro de su bañador escuchamos la puerta y unas voces acercarse.
-Mierda- dice separándose de mí.
Me quedo recuperando la respiración poco a poco mientras que él sale del agua directamente subiéndose al bordillo de la piscina y entra rápidamente a la casa.
Cuando salgo del agua me da tiempo a taparme con una toalla antes de que mis compañeros lleguen a la entrada de la villa.
Tengo la ropa interior empapada así que ponerme el vestido no es una opción.
Envuelta en la toalla camino hasta el interior de la villa justo cuando Edward sale.
Él está completamente cambiado de ropa.
-Toma- dice dándome un albornoz.
-Gracias.
Cambio la toalla por el albornoz en medio de la cocina justo cuando ambos entran.
-¿Qué te ha pasado?
-Me he caído a la piscina- miento.
El resto de la tarde se hace lento y pesado.
Estoy enfadada con mis compañeros por interrumpirnos, quiero quedarme a solas con Edward y hablar de lo que acaba de pasar.
No obstante es imposible quedarme con Edward a solas porque mi nuevo compañero parece su mayor fan y está casi babeándole encima.
A las nueve de la noche un taxi nos espera fuera.
No quiero irme pero no quiero que mis compañeros sospechen nada.
Cuando llego a mi hotel camino de un lado para otro de la habitación pensando en si llamarle o no.
Le veré mañana en Café Mambo pero antes de eso me gustaría hablar con él.
Duermo muy intranquila esa noche, sobre todo porque no me atreví a escribirle ni llamarle, ni él tampoco lo hizo.
Café Mambo es un café como su nombre indica pero con dj. Al igual que hace años cuando vine a ver a David Guetta, Edward estará pinchando en una plataforma sobre el agua a la orilla del mar.
Obviamente nos movieron a la zona vip del set, que era nada más y nada menos que en un barco al lado de la plataforma.
No había hablado con Edward, tan solo le había visto de lejos.
Pantalones cortos, camiseta gris y gafas de sol.
Ahora de hecho podía ver su espalda mientras comenzaba a sonar la música.
No tenía tanta energía para bailar como otros días así que a los diez minutos más o menos me senté en la popa del barco.
-¿Me parece que tú y yo nos conocemos?- me pregunta una voz a mi lado.
Me giro y me cuesta reconocerle al principio.
Se ha cortado el pelo, está más fuerte y la cara le ha cambiado.
-¿David?- digo sin poderlo creer.
-¿Bella verdad?
-Sí- digo emocionada.
Nos acercamos para abrazarnos y saludarnos igual que unos viejos amigos.
-¿Qué tal? ¿Qué haces por aquí?
-Trabajo, estoy filtrando y grabando contenido para la película del Barcelona Beach Festival.
-¡Qué interesante!
-¿Y tú?
-Vacaciones. Bueno en realidad reuniones de negocios pero esta semana en concreto vacaciones- me dice sonriente.
En ese momento una chica aparece y se sienta en su regazo.
Nos miramos intentando adivinar la una quién es la otra.
-Es Bella, una antigua amiga- le explica David.
-Jessica- me dice ella con un fuerte acento.
Nos damos un apretón de manos y vuelvo a mirar a David.
-Me ha encantado verte David, de verdad, pero tengo que volver al trabajo.
-Claro. ¡Oye Bella! Pásate por casa mañana, comemos juntos, ya sabes comida con amigos.
-Me encantaría pero no quiero molestar.
-No molestas- me dice esta vez Jessica- piénsatelo pero aquí todo el mundo es bienvenido- dice entregándome un papel con el nombre de una villa.
-Muchas gracias. Pasarlo bien- digo despidiéndome.
Me guardo el papel en el bolso y vuelvo a la proa donde están mis compañeros.
El set de Edward termina y volvemos a tierra en una lancha motora. Quizás es coincidencia o no pero justo donde aparca la lancha me vuelvo a encontrar con David y Jessica.
-¿Ves Bella? Esto es el destino que quiere que te tomes algo con nosotros- me dice David.
Jessica se ríe y le da la mano.
Parece que ha visto que no soy ninguna amenaza para su ligue y no hace falta sacar el hacha de guerra conmigo.
Entramos en el café y los tres nos pedimos mojitos.
Hace años que no bebo uno.
Un mojito sigue a otro y cuando me quiero dar cuenta ya no sé los que llevo. Estoy bailando con Jessica a la orilla del mar y David ha desaparecido hace un buen rato.
Mis compañeros también están por ahí bebiendo copas, los he visto antes en compañía de unas rubias.
Cuando comienza a anochecer David regresa y me convence con seguir la fiesta en su villa, al final sí que voy a ir a comer y todo.
Cuando llegamos me sorprendo por varias cosas:
La villa está en medio de un pinar, en medio de la nada.
Es enorme.
Está llena de gente.
Cuando vamos entrando observo que todas las paredes están cubiertas con focos de color azul que refleja en todas las superficies blancas del jardín.
Por supuesto hay una piscina llena de chicas en bikini y la música suena por todas partes.
-¡Vaya vosotros sí que sabéis montar una fiesta!-
-Vamos a la cocina, ahí está el alcohol- me dice Jessica guiñándome un ojo.
La sigo dentro de la casa.
Todo está decorado de manera moderna en tonos claros.
Me sirve una copa con mucho hielo, ron y limón.
Le doy un trago y solo sabe a alcohol.
-¡Madre mía Jessica!
-Es ron cubano, de mi tierra- me explica.
Ahora que me fijo bien en ella es cierto que tiene rasgos cubanos y el acento lo confirma.
Salimos a la zona de la piscina donde la fiesta está en plena ebullición.
Bailo sobre una cama balinesa. Conozco a mucha gente, casi todas chicas.
No recuerdo cuando ha sido la última vez que me lo he pasado así, bebiendo sin pensar en un mañana, solo disfrutando del momento.
Sobre las cinco de la mañana quiero irme a casa, quiero pedir un taxi pero Jessica no me deja.
-No, no, no, tú te quedas. Hay tres habitaciones libres, una es tuya.
-No es necesario, hay miles de taxis en esta ciudad.
-Eso no es verdad- me rebate.
-Bueno donde sea, pero tengo que irme a dormir-
-Vamos- dice agarrándome del brazo.
-Tenéis una casa muy bonita- digo de camino a donde sea que me lleve.
Subimos las escaleras hasta la primera planta y nos cruzamos con una chica en bragas y con una camiseta gris que claramente es de hombre.
Es más o menos de mi altura pero mucho más delgadita y morena.
-María no sabía que habíais llegado, ¿por qué no estabais abajo?- Jessica habla con ella en español pero yo lo entiendo todo.
-Queríamos estar juntos, ayer no nos vimos en todo el día y el jueves se va a Bélgica.
-Disfrutad- dice guiñándola un ojo.
Pasamos a su lado pero no sin antes mirarla por última vez.
Sin necesidad de haber escuchado su conversación sabía que esa chica acababa de echar un polvo. Lo llevaba escrito en la cara y en el pelo.
Subimos a la última planta y me conduce a una habitación con terraza.
-Oh dios es perfecta- digo tirándome en la cama.
Jessica se ríe.
-Descansa Bella, estás en tu casa. Ah y no te vayas antes de comer mañana.
-Emjm.
Me quito el vestido y las sandalias pero no me molesto ni en quitarme el poco maquillaje que llevo hoy antes de meterme en la cama.
A la mañana siguiente me despierta la claridad entrando por la ventana y el sonido de los pájaros.
Necesito un par de minutos para centrarme y recordar todo lo que ocurrió ayer para llegar hasta esta cama.
Me levanto para buscar mi móvil, hoy es domingo y es mi día libre así que no tengo porque tener llamadas de mi jefa pero nunca se sabe.
La habitación tiene ducha privada así que hago uso de ella y cuando salgo me siento una persona totalmente nueva.
Me hago una trenza que recojo en un moño bajo para mantener mi pelo bajo control y vuelvo a usar la misma ropa de ayer.
Siento un deja vu a medida que voy bajando las escaleras y escucho a gente desayunando en el jardín.
Cuando salgo veo que solo hay unas cuatro personas y a dos de ellas ya las conozco, David y Jessica.
-Buenos días- digo acercándome a la mesa.
Al sonido de mi voz noto como una cabeza se gira bruscamente a mirarme.
Tengo que mirar dos veces para cerciorarme de que estoy viendo bien.
-¿Bella qué haces aquí?
-Yo la invité- dice David tranquilamente.
-¿Y tú?- le pregunto a él mientras tomo asiento.
-Él vive aquí- me dice Jessica riendo.
Frunzo el ceño y le miro fijamente.
Esta no es su villa, de hecho le pregunté sobre compartir la villa con más gente y me dijo que no.
Su mirada se pierde en su plato de huevos revueltos y eso ya me da la pista de todo.
Me mintió.
La otra persona en la mesa es un chico bastante joven que no conozco.
Ellos tres se ponen a hablar de otras cosas hasta que una chica sale por la puerta.
-Buenos días- dice llegando hasta nosotros.
La reconozco, es la chica de anoche, la que acababa de echar un polvo.
Ahora lleva el pelo recogido en un moño informal, un vestido rosa y los pendientes y pulseras de color blanco resaltan sobre su piel bronceada. Parece una surfista.
-Buenos días, ¿mi beso?- pregunta pasando ambos brazos por el cuello de Edward y dándole un beso en la mejilla.
Edward se gira sonriente y le da un pico en los labios mientras le susurra un buenos días.
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¡Hola! Menudo final, ¿cómo lo vais asimilando? Como algunas adivinaron la chica con la que Edward se tomaba fotos en el capítulo anterior no era una simple fan. ¿Qué va a pasar ahora? ¿Qué debería hacer Bella? ¿Cómo va a reaccionar Edward con ambas en casa?
Quiero saber vuestras teorías por favor. Cada review recibirá un adelanto como ya sabéis.
Las imágenes, incluida la nueva chica de Edward, ya están en el grupo de facebook. ¿Queréis conocerla?
Muchas gracias por leer y por acompañarme a Ibiza un capítulo más ❤️ ❤️ ❤️
