DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer pero todo lo demás es mío.
.
🌊 ❤️ 🌊
.
-Buenos días- dice llegando hasta nosotros.
La reconozco, es la chica de anoche, la que acababa de echar un polvo.
Ahora lleva el pelo recogido en un moño informal, un vestido rosa y los pendientes y pulseras de color blanco resaltan sobre su piel bronceada. Parece una surfista.
-Buenos días, ¿mi beso?- pregunta pasando ambos brazos por el cuello de Edward y dándole un beso en la mejilla.
Edward se gira sonriente y le da un pico en los labios mientras le susurra un buenos días.
Ella se va a la barra de dentro a servirse un café mientras mis ojos no se despegan de Edward.
Él no levanta la vista de su café.
No estoy comprendiendo nada pero mi cuerpo al parecer sí porque en un segundo ha descendido como diez grados de temperatura y ahora mismo estoy congelada.
Congelada y petrificada.
Mientras tanto la chica vuelve y repara en mi presencia.
-Hola, no nos conocemos, soy María- dice simpática.
-Bella- respondo cordialmente de vuelta.
No bebo más café ni termino mi tostada porque se me ha cerrado el estómago.
Quizás no estoy más de diez minutos más ahí pero son suficientes.
Edward y María se dan la mano por encima de la mesa.
Ella le sonríe cada diez segundos y creo que si no fuera por mi presencia él le respondería de igual manera.
Hasta reconozco que son una pareja entrañable si no fuera porque el chico que la conforma me afecta de mil maneras que no sé identificar.
Principalmente siento celos y envidia. Ella está viviendo lo que viví yo hace cuatro años y no es exactamente eso lo que me molesta si no el saber que ya nunca volveré a vivirlo. Que estar aquí en esta villa, con David y su novia rodeada de djs no es mi mundo, que no me corresponde.
Me excuso para volver a la habitación a recoger mis cosas y largarme cuanto antes de aquí.
Así se debió de sentir Edward cuando te vio con Leo en Londres, me dice una vocecita mientras subo la escalera.
Pues es una mierda se sensación.
No me he dado cuenta de que David me sigue hasta que estoy casi en la última planta.
-Bella, no te vayas. Eres mi invitada.
-Te iba a decir que tenía que trabajar pero te voy a ser sincera, no me siento nada cómoda ahí abajo- confieso.
-¿Es por Edward no? Pensé que lo vuestro era agua pasada- frunce el ceño.
-Lo es-
Lo era hasta antes de ayer digo para mí misma.
-Sé que ese verano os dio muy fuerte al uno con el otro pero luego tú te marchaste y Edward nos dijo al mes o así que ya no sabía nada de ti. Entiendo que te escueza ver a tu ex pero ¿significa tanto que no puedes quedarte a comer?
-No, tienes razón. Me quedaré a comer. Es solo que la primera impresión ha sido un poco fuerte-
-Lo sé. A mí aun me pasa con mi ex cada vez que la veo- me sonríe intentando empatizar.
-Gracias David.
-Voy a decir a Jessica que te deje algún bañador y así te das un chapuzón con nosotros en la piscina.
Asiento mientras él se va de nuevo escaleras abajo.
Vuelvo a la habitación donde tengo mi bolso y mi móvil.
Necesito hablar con Victoria.
Llamo y espero a que me coja el teléfono pero nunca responde.
Oigo como llaman a la puerta.
Tengo tantas ganas de que sea una persona como de que no lo sea.
-Adelante- digo poniéndome de pie.
-Bella- dice Edward entrando a la habitación- te debo una explicación.
-No me debes nada a mí- respondo calmada.
-¿Entonces por qué has venido a esconderte aquí?
Le miro a la cara y no veo nada de arrepentimiento por su parte.
Quizás no deba tenerlo conmigo pero sí con su novia.
-Me mentiste, la villa del otro día no es tu casa- le reprocho.
-No, no lo es. Solo la alquilé para que grabarais en ella.
-¿Por qué no me lo dijiste cuando te lo pregunté?
Él se encoge de hombros.
-Es un sitio como otro cualquiera para poder grabar, no quería que se grabara en mi residencia real.
-¡No me interesa que se haya grabado allí o aquí! Me interesa saber por qué no fuiste sincero, justamente te pregunté por ello el otro día.
Compartimos una mirada profunda y entiendo todo.
-Pensaste que aun así lo iba a meter en la cinta. Menudo concepto tienes de mí eh…- digo girándome dolida.
-Bella…
-¿Sabe tu novia que vas besándote y metiendo la mano debajo de las bragas de otras chicas?
-No es mi novia, es solo una chica- explica como si nada.
-La chica del verano ¿no? Yo también fui la chica de un verano, sé cómo es- digo con ironía.
No había caído en ello pero en ese momento me di cuenta de que yo no era única en el club, ni especial. Había sido solo la chica de ese verano, pero después de mí Edward compartió lo mismo con muchas otras, sus amigos fueron amigos de otras, la chica que le felicitaba al finalizar cada set como un beso fueron muchas otras. Muchas otras fueron lo mismo que yo y eso me cayó como un balde de agua fría.
-No sé por qué precisamente tú sientes el derecho de reclamarme nada. ¿Leo recuerdas?- dice un poco enfadado.
Un escalofrío me recorre la espalda cuando pienso en mi ex marido.
-Quizás no tenga ningún derecho, es cierto, pero no sé por qué me molesta.
-No es mi problema. No está bien besarme con una chica al mismo tiempo que estoy con otra pero ese no es un conflicto que te atañe a ti, sino a ella y a mí.
-Muy bien- digo dolida.
No permitiré que lo note.
-No lo hice premeditadamente, no era una venganza- dice saliendo de la habitación.
Una lágrima recorre mi mejilla izquierda.
Me siento muy vacía y triste en este momento.
Lo que ha pasado en la última media hora ha cambiado toda la historia que viví con Edward.
Siempre he recordado esa etapa de mi vida con mucha nostalgia, Edward me hizo sentir especial, me hizo sentir la única chica en el mundo ese verano. Y ahora me doy cuenta de que no.
De hecho conozco a una de las chicas de verano de Edward, la tengo justo abajo.
Me siento muy defraudada por Edward en este momento.
Quizás no tenga derecho pero mis sentimientos de ira y decepción son tan grandes que no puedo mantenerlos a raya. Mañana podré. Mañana podré ser racional de nuevo y meterlos en una cajita donde no me molesten pero hoy no puedo, me superan.
Bajo un poco después a la piscina. Hay más gente que en el desayuno pero no conozco a nadie.
Jessica me ofrece un bañador y una toalla.
Me mira diferente pero no me dice nada.
Edward no está en ninguna parte pero su novia sí.
De hecho hay un momento en el que se tumba en la hamaca que está a mi lado.
-Adoro Ibiza en verano- me dice sonriente.
-Sí, yo también- digo mirando las copas de los pinos que rodean el jardín.
-¿A qué te dedicas?
-Trabajo en publicidad y marketing. Ahora mismo estoy con un proyecto para el Barcelona Beach Festival.
-Edward trabaja ahí, me lo dijo- me dice orgullosa de sí misma por recordar algo de su trabajo.
-Sí, también trabajo con Edward. Estamos grabando un documental.
-¿Estás aquí para grabar el documental? Genial, yo tengo un canal de youtube y cerca del millón de seguidores en Instagram. Si pudiera salir aunque fuera unos segundos en la cinta… eso daría mucha proyección a la película.
-Lo siento pero ya hemos acabado de grabar- la sonrío falsamente.
¿Que su presencia va a dar mucha proyección a un documental en el que se han invertido millones de euros y sale gente famosa de verdad y no influencers? ¡Venga ya! ¿Quién se cree?
-¿Te importaría hacerme unas fotos? Tengo que promocionar esta crema de sol y con las manos pringadas de crema no quiero coger el iphone.
¿En serio Edward se está follando a esta pava?
De repente me siento mucho mejor porque parecía la chica ideal pero resulta que al menos en madurez le gano por goleada. Y aunque está mal competir entre mujeres, siempre hay cierta competencia con la nueva novia de tu ex.
-Claro- digo cogiendo su iphone.
Diez minutos después y más de cien fotos disparadas estoy a punto de tirarle el iphone a la piscina.
Mi salvación llega gracias a David que viene pidiendo ayuda para cocinar una paella.
Me ofrezco voluntaria pese a no tener ni idea.
En la cocina estamos solos los dos siguiendo un tutorial de youtube en español para hacer la paella. Nos ponemos al día contándonos qué ha sido de nuestra vida hasta que la puerta se abre y Edward entra.
No dice nada y nadie habla.
Coge una botella de agua de la nevera y se va.
-Ay Bella...- me dice David con cariño.
-¿Qué?
-Que carita has puesto al verle. ¿Segura de que es agua pasada?
-Sí.
-¿Segura segura? Mira que hace cuatro años tenías a uno de los djs más importantes del mundo comiendo de tu mano y tú le diste carpetazo, ¿sabes cuántas chicas hubieran querido estar en tu lugar?
-Yo no estaba con Edward por su profesión ni por ser famoso- me defiendo.
-Lo sé. Pero estabais muy guay juntos y parece que os gustabais de verdad el uno al otro, más allá del sexo me refiero. Y pese a tener al chico y gustarle y que te guste tú lo dejaste ir.
-No había más opción para nosotros en ese momento- digo cortando los pimientos en cuadraditos.
-Ya- responde él volviendo a reproducir el video.
Contra todo pronóstico la paella tenía buena pinta y estaba buena.
Edward y yo tuvimos cuidado de sentarnos en el mismo lado de la mesa pero a extremos opuestos. Así no teníamos que cruzar miradas.
Después de comer y de tomar café me despedí de todos para volver a mi hotel.
Mi vuelo de vuelta salía a las once de la noche y tenía que recoger la maleta.
Di un abrazo a todos menos a Edward y a María que habían desaparecido dentro de casa.
Seguro que están follando, pienso mientras salgo de la villa.
.
De camino al hotel en el taxi saco mi móvil y busco a María la influencer española. Es complicado dar con su cuenta debido a la gran cantidad de chicas llamadas María. Así que voy a la cuenta de Edward y busco entre las 300 cuentas que sigue a alguna María pero no veo nada. Casi sin esperanzas la busco entre los casi diez millones de seguidores de Dj Üll y aparecen unas 100 Marías.
Estoy a punto de darme por vencida cuando veo a una María con cuenta oficial, con check azul. Tiene que ser esta. Arroba Maríafrubies.
Evidentemente, su última foto subida al feed es la que yo misma la he hecho esta tarde anunciando un protector solar de Hawaiian Tropic. Ha sido subida hace dos horas. También veo que tiene contenido subido a las historias, me da reparo que me vea cotilleando su perfil y que piense que ahora soy su fan, o peor, que se lo cuente a Edward y este vea que estoy stalkeando a su nueva chica.
No obstante la curiosidad me puede así que me fijo en que tiene cerca de 800.000 seguidores, algo lejos del millón del que ella presume, pero los suficientes para que revisar quién ve tus historias sea tedioso.
Pincho en su foto de perfil rodeada por un círculo rosa y veo un vídeo suyo con más amigas ayer por la tarde en Café Mambo, salen bailando y cantando mientras Edward sale al fondo sobre la plataforma. Puede pasar perfectamente por un vídeo de cualquier asistente. La siguiente historia es de esta mañana, es una foto de la piscina vacía, después hay otra foto de la paella que yo misma he cocinado y la última es de hace tan solo media hora pero es una foto de sus piernas en la hamaca tomando el sol.
Reviso su feed, vive en Madrid, es española, lleva una vida de influencer con fotos extremadamente retocadas, poses estudiadas, asistencia a eventos patrocinados y colaboraciones con diferentes marcas. Es guapa, eso debo reconocérselo. También me sorprende ver que tiene 30 años, es mayor que yo aunque no se le note al hablar.
Antes de abandonar su perfil reviso de nuevo que Edward no la sigue y eso me alivia. No sé por qué dado que es una tontería pero recuerdo que ese verano él sí me dio follow back, después yo le bloqueé para no ver nada suyo y ahora no nos seguimos.
Llego al hotel sobre las siete de la tarde, recojo mi ropa y dejo la maleta en la puerta.
Hoy quiero salir a cenar fuera y despedirme de Ibiza, no sé cuándo volveré.
Justo frente a la playa d'Embossa encuentro un restaurante de comida india, turca y tailandesa llamado Mumak. En el interior todo está cubierto de madera, de bambú, abundan las plantas y del techo cuelgan telas de diferentes colores. También hay shishas en la terraza. Mirando la carta me resisto a pedir el clásico pad thai o caer en el error de pedirme tacos mexicanos en un restaurante tailandés, pido kadhai gosth, un plato de cordero que nunca he probado.
Como sola intentando concentrarme en los sabores en lugar de en el ambiente tan romántico que me rodea. Creo que salvo yo y un grupo de chicos todos los demás están en parejas. El ambiente que merezco después del día de hoy, pienso con ironía.
El camino al aeropuerto por el paseo marítimo con las ventanillas bajadas del taxi es mi momento de despedida con la isla.
Siento que esta isla siempre ha tenido algo que me ha atraído, no sé el qué, pero hoy no lo encuentro. Hoy no me siento triste por irme, quizás incluso algo aliviada.
El vuelo sale con retraso, llego a Barcelona a las 0:30 y a mi casa una hora después.
Estoy tan cansada que decido irme a dormir sin deshacer la maleta. Esperaba dormir del tirón pero me desperté a las tres de la mañana después de soñar con Edward.
Hace mucho tiempo que no sueño con él, una vez estando aun casada con Leo, pero nada más. Ahora soñaba como besaba a María en la piscina, solo que no era en la villa de David sino en la que creí que era de Edward. En realidad la chica era yo esa tarde en la piscina, bañándome en ropa interior, solo que no era mi cara si no la de ella y esta vez Edward no huía.
A las 7 me levanto sin haber descansado lo que quería.
Estoy entretenida trabajando hasta la hora de comer que todo lo de Edward vuelve a mi mente. Siento como poco a poco la desilusión que sentí en el momento cambia por ira y enfado. Pero no con él sino conmigo.
¿Quién te mandó hacerte ilusiones con un dj?
¿Alguna vez te dio indicios de que te quería o tú lo imaginaste?
Deja de romantizar lo que vivisteis hace años, es agua pasada.
Deja de pensar en él. Punto.
Todas estas afirmaciones las hago en mi cabeza para mí misma.
A las cuatro de la tarde mi mente se vuelve racional y me empodero a mí misma.
No necesitas a nadie para ser feliz salvo a ti misma. Has sabido ver que estabas en un matrimonio sin futuro y lo has puesto fin, sin hacer caso a lo que la gente piense de ti por separarte nueve meses después de la boda, si has podido con eso podrás recuperarte de la decepción con Edward. Eres fuerte.
Pero a las siete de la tarde mi cabeza no paraba de recordarme cosas con él. Momentos que hacía años que no volvían a mi cabeza.
Una tarde en la playa tirados en la arena sobre la toalla, uno al lado del otro.
Compartir una ducha de madrugada después de Ushuaïa.
Salir de dicha discoteca de su mano por las escaleras de servicio.
El calor de su pecho en mi espalda viendo el atardecer desde la proa de un barco volviendo de Formentera.
Su mano en mi muslo bajo la mesa esperando a que nos traigan la comida.
La ilusión en su voz al enseñarme un tema nuevo en el coche por primera vez.
A las ocho estaba completamente triste y nostálgica, justo como aquella vez al final del verano en Londres. Echando de menos todo lo que compartía con él sabiendo que no podía tenerlo, ahora también sabiendo que nunca volvería a vivir algo así. Ni con él ni con nadie. Podrá ser mejor o peor pero sin duda no sería igual.
Ese vacío en el estómago va desapareciendo poco a poco a medida que avanza la semana y hago planes.
Contrariamente a mi manera de conocer gente, el jueves me descargo tinder y el viernes quedo con un chico para tomar un café. No espero nada de esta cita, si así se le puede llamar, tan solo no pasar una noche de viernes sola en casa viendo la tele. Hay que evitar estar a solas con tu mente.
Quedamos en un bar del barrio del Born, está lleno de gente paseando, hay música en directo y el ambiente te hace sentir acompañada.
Le reconozco casi nada más entrar, es pelirrojo, pelo corto pero con mechones largos y ojos claros. Está sentado en la barra pero yo diría que es más o menos de mi altura.
-Hola- digo sonriente- ¿Guillermo?
-Sí- responde sonriéndome de igual forma- ¿Bella verdad?
Asiento a la vez que me siento en el taburete de su lado.
La conversación comienza hablando sobre comida, me pregunta qué quiero tomar y qué quiero como aperitivo junto a la cerveza. Me cuenta que no es de Barcelona si no de otra ciudad española, Toledo. Me enseña fotos, me parece muy bonita.
Tras dos cervezas me pregunta si quiero cenar y le digo que sí. Es un chico simpático, español y que habla bien inglés. Cenamos en ese mismo bar de forma informal y entonces comienzan las preguntas personales.
-¿A qué te dedicas?- le digo cogiendo un trozo de pan.
-Soy músico, toco el bajo en un grupo de música- expresa orgulloso.
Otro músico, genial. Pienso con ironía.
Me enseña vídeos en youtube del grupo, está bastante bien. De hecho también parecen ser conocidos porque el vídeo fue tomado en un concierto y en el público hay cientos de personas. Cantan canciones de pop y suena bien.
-Supongo que ligarás un montón tocando en el grupo-
Él se ríe.
-¡Que va! Yo soy el bajo, nadie se fija en el bajo, solo en el cantante o como mucho en el guitarrista.
Ambos nos reímos de su comentario.
-¿Y tú? Eres muy guapa para estar soltera.
-En realidad estoy divorciada.
-¿Cuántos años tienes?- pregunta sombrado.
-27.
-Eres muy joven, seguro que superas pronto a tu ex.
Mi ex.
No pienso mucho en mi ex desde hace semanas.
Otro ex de hace más tiempo ha llenado mi cabeza desde hace unas semanas.
-Sí, claro.
La conversación cambia de lado, me habla de sus relaciones pasadas y del por qué cree que se acabaron.
Cuando terminamos de cenar salimos a dar un paseo por las cálidas calles del Born que siguen atestadas de gente.
Hablamos, nos reímos, no está mal.
Pero cerca de la una de la madrugada mientras comemos un helado me besa.
Y mi estómago se cierra.
Él lo nota y se aparta.
-Perdón, me dejé llevar, me has dicho que llevas poco tiempo divorciada seguramente sea pronto para ti.
¿Es pronto para estar con otro hombre después del divorcio?
No me sentí así el otro día en la piscina con Edward, no sentía que era pronto ni tarde. Me apetecía y punto y con Guillermo no me apetece. Pero eso no se lo voy a decir.
La situación se vuelve incómoda después del beso y decidimos despedirnos.
No me he sentido cómoda con Guillermo ni para un beso y una parte de mí me lo recrimina. Esa parte que está entre las piernas. Hace años podría haberme acostado con él perfectamente sin necesidad de sentirme preparada o no, siempre estaba preparada porque no había sentimientos de por medio. Ahora necesito sentir algo para acostarme con la gente.
Con Leo había atracción y cariño, lo que confundí con amor.
Con Edward había mucha atracción y pasión, siempre había tensión sexual entre nosotros.
Tenía que llegar a un punto donde estabilizar a la Bella sexual con la Bella emocional. Porque mientras una me decía ábrete de piernas, echa un polvo y disfruta del sexo ahora que estás soltera, la otra me decía que no, que ahí no era, que cerrase las piernas y fuese selectiva con los hombres.
Y quizás cualquier otro día no hubiera encontrado ese punto pero justamente hoy a la una y media de la mañana lo encontré. Era una tienda pequeña con luz rosa de neón que salía desde la ventana y la puerta que estaba abierta.
Entré y me sorprendí dado que para ser un sex shop daba la imagen de ser una tienda dedicada a la muñeca Barbie. Todo era rosa, las paredes, el suelo, el mostrador… todo.
Había más gente cotilleando los diferentes objetos que había repartidos por la tienda.
Un grupo de chicas reía en una esquina al mismo tiempo que sujetaban una especie de mando alargado de color blanco y dorado con un agujero en un extremo.
Había productos de todo tipo, lencería, lubricantes, juegos eróticos, preservativos y por supuesto vibradores.
Me llama la atención una especie de huevo grande, no sé qué es.
La chica viene a preguntarme si necesito algo y me ve tan fascinada mirando el huevo que me explica lo que es.
-Es un huevo masturbador para hombre- me dice sin reparos- esto se abre- explica señalando una ranura, se pone lubricante y se inserta el pene, se cierra y al moverlo con la mano aporta mucho placer.
-Ya veo- digo mirando el inocente huevo.
-¿Está buscando algo para usted o para su pareja?
-Para mí- digo convencida.
Ver el huevo me ha dado agallas para comprarme con consolador.
-¿Vaginal o clitorial?- pregunta llevándome a la otra parte de la tienda.
Hay decenas de aparatos, largos, estrechos, redondos, en forma de anillo, pero me llama la atención uno con forma de conejo.
-¿Ese qué hace?- pregunto señalando una caja.
-Es lucas, un vibrador con forma de conejito. Esta parte se inserta- me explica señalando la zona en forma de pene- de aquí se agarra- apunta a la zona inferior, el mango- y esto de aquí con forma de orejitas de conejo vibra y estimula el clítoris. Es uno de los más vendidos.
-Me lo llevo- digo sin dudar.
La acompaño hasta la caja donde me mete el vibrador en una bolsa de color negro y en ese momento agradezco que sea discreta, sin nombres, ni logos, ni dibujos que puedan dar a entender lo que hay dentro.
-¿Te puedo hacer una última recomendación? Úsalo con este lubricante- dice dándome un bote- es mucho mejor cuanto más resbale- me aconseja sonriente- y además es efecto calor, hay que probarlo.
Finalmente salgo de la tienda con un vibrador y un bote de lubricante rojo efecto calor.
Voy contenta a casa, como si tuviera a alguien esperándome allí pero no, tengo un orgasmo esperándome allí que no depende de ningún pene.
Ya en mi casa decido hacer todo un homenaje a mi primer vibrador.
Me sirvo una copa de vino blanco, apago la luz, abro las ventanas para que entre el fresco y me desnudo lentamente frente al espejo.
Solo en tanga me subo a la cama y abro la caja. Ésta viene precintada y el vibrador está envuelto en varias capas de plástico.
Es rosa.
Pulso el botón de encendido y el sonido suave de la vibración llena el ambiente. Toco las orejas del conejito con el pulgar y me parecen bastante suaves, no creo que eso logre estimularme nada.
Apago el aparto y doy un sorbo a la copa de vino antes de quitarme el tanga y quedarme completamente desnuda.
Agarro el lubricante, le quito el precinto y echo un poco en mis dedos índice y corazón. ¿Cuánto necesito?
Me tumbo en la cama boca arriba, abro las piernas, cojo el vibrador y esparzo el gel por la punta del mismo.
Me acaricio con la otra mano la ingle, el abdomen hasta llegar a mi pecho. Paso el dedo haciendo círculos por mi pezón, eso y la brisa que entra por la ventana hace que mis pezones se pongan erectos.
Con cuidado acerco el conejito hasta la entrada de mi vagina, pongo un poco más de lubricante sobre mi piel y empiezo a sentir el efecto calor.
Le introduzco poco a poco sin dificultad y cuando está casi dentro lo enciendo.
Comienza a vibrar y siento como me estimula tanto el clítoris como el punto G.
-Dios- digo mordiéndome el labio.
Lo muevo hacia fuera y hacia dentro de mi vagina.
Siento como crece el placer poco a poco. El cosquilleo se va haciendo presente en la parte baja de mi vientre.
Aprieto las paredes de mii vagina contra mi nuevo juguete y lo dejo insertado hasta el fondo.
Benditas orejas de conejito pienso justo antes de correrme.
Grito cuando me corro sin importarme tener la ventana abierta.
Tengo la respiración agitada y cuando me recupero un poco apago el vibrador y lo saco de mi vagina.
Me río mientras lo miro y sigo sintiendo espasmos en mi vagina.
Los 60 euros mejor invertidos de mi vida.
Esa noche lo vuelvo a usar dos veces más hasta que me encuentro suficientemente saciada. Cuando me voy a dormir duermo de un tirón, sin sueños ni recuerdos.
.
🌊 ❤️ 🌊
.
¡Hola! Antes que nada… TODOS LOS PERSONAJES QUE APARECEN SON REALES:
-María: En Instagram Mariafrubies
-Guillermo: Bajista grupo Taburete.
Más imágenes en el grupo de facebook
Bueno parece que Bella está bastante desilusionada pero no porque Edward tenga pareja sino porque le da nostalgia sobre lo que ella vivió hace unos veranos. Edward no le dijo dónde vivía realmente porque es muy cerrado con su privacidad y no besó a Bella estando con María por venganza.
¿Qué os ha parecido la chica de Edward? ¿Qué creéis que va a pasar ahora? ¿Os gusta la Bella empoderada y autónoma? Ha dejado claro que no necesita a nadie para complacerse.
Espero leer vuestras respuestas y teorías en los reviews que como ya sabéis cada review recibirá un adelanto del próximo capítulo.
¡Muchas gracias por viajar a Ibiza conmigo un capítulo más!
