DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer pero todo lo demás es mío.

.

🌊 ❤️ 🌊

.

A la mañana siguiente me levanto con resaca.

No es de las malas, es de las que se te pasan con un café y un poco de aire fresco.

Realmente hoy no tendría por qué ir a la oficina dado que al haber trabajado en fin de semana, el lunes podría tomármelo libre pero mi estado mental no es el mejor para quedarme en casa así que aquí estoy, en mi despacho frente al ordenador repasando la entrevista que hice en UNTOLD.

Montse se une a mí después de la comida y entre las dos terminamos de escoger y editar todos los clips que queremos meter en la cinta.

Mis compañeros quieren salir a tomar algo después de trabajar pero yo alego que estoy cansada, lo cual es cierto, pero el motivo principal es porque necesito ir a hacer la compra y porque como cada lunes mi madre me llamará en un rato para hablar y ponernos al día.

Llego a casa, me doy una ducha y me pongo unos shorts, una camiseta blanca de manga corta y unas deportivas. Cojo el móvil, las llaves y las bolsas reutilizables para ir al supermercado.

Cuando estoy volviendo del mismo me arrepiento de haber comprado tantas cosas, quizás es el cansancio que me invade o el calor pero tengo que pararme varias veces en medio de la calle a descansar. Cuando llego a mi portal estoy agotada, tanto es así que se me caen las llaves al suelo cuando las sacaba para abrir.

-¡Joder!- digo frustrada agachándome a por ellas.

Cuando me pongo de pie otra vez noto a una persona detrás de mí. Que se espere mi vecino, pienso para mí.

-Bella- me llama el ''vecino''.

Reconozco la voz, claro que sí, pero me niego a creer que es él hasta que me giro a mirarle.

Es Edward.

Lleva unas bermudas blancas, camisa azul cielo y deportivas blancas.

-¿Qué haces tú aquí?- pregunto con cara de pocos amigos.

Está bien si ya no vamos a estar el uno en la vida del otro, pero por favor que me deje en paz para poder cerrar ese ciclo.

-Ayer no actué bien, hay cosas que me gustaría aclararte.

-No sé si quiero darte la oportunidad de que me decepciones aún más- le confieso sinceramente.

¿Puedes demostrarme aún más cuán equivocada estaba contigo Edward?

Se pasa una mano por el pelo y se quita las gafas de sol.

¡Vaya ojeras!

-Fui un cabrón ayer pero me gustaría arreglarlo, en la medida de lo posible- me pide- podemos subir a tu casa o ir a otro sitio.

Me quedo mirándole, evaluándole.

De verdad que siento temor por lo que pueda decirme, por cómo me puede afectar lo que vaya a contarme.

Ya he aceptado que no es la persona que yo creía que era. Bueno no lo he aceptado al cien por cien, pero puedo con ello, puedo superarle, solo necesito tiempo.

¿Y le dejo subir a mi casa? Mi casa de Barcelona es mi santuario. Aquí no ha entrado ningún hombre, aquí solo he sido yo misma. No sé si quiero recordar a Edward cada vez que mire a mi sofá.

-¿Eres dj Üll?- se acerca un chaval a preguntarle.

Edward me mira esperando una respuesta.

-¿Puedo hacerme una foto contigo?- pide emocionado.

En ese momento decido dejarle pasar a mi casa. Edward observa como introduzco la llave en la cerradura del portal y abro la puerta metiendo una bolsa con el pie hacia dentro.

-Lo siento, hoy no- le sonríe y le toca el hombro amistosamente.

Da un paso hacia adelante y coge la otra bolsa que traía en mi mano. Sujeto la puerta abierta para que pase y luego me espera para que vaya delante y le guíe.

Mi piso no tiene ascensor así que hay que subir los tres tramos de escaleras a pie.

Cuando llegamos a mi planta, giro a la izquierda y me paro frente a mi puerta.

-Pasa- digo entrando.

-¿Dónde te dejo esto?- dice refiriéndose a la bolsa.

-Ahí- señalo la encimera de la cocina- Tengo que guardar las cosas en el frigorífico y luego tendrás toda mi atención, pero tengo prisa- le repito su frase de ayer.

Me giro de espaldas a él mientras noto su mirada en mí mirándome colocar la compra en los diferentes estantes del frigorífico.

Cuando termino cierro la puerta del frigorífico con más fuerza de la necesaria y me giro a encararle. Tiene los brazos cruzados sobre el pecho y eso hace que la camisa le marque los músculos de los brazos mucho más.

-Tú dirás- digo sentándome en un taburete a un lado de la isla de la cocina. Le señalo a él el taburete frente a mí al otro lado de la isla pero lo declina.

-Estoy tan enfadado contigo- dice descruzándose de brazos y dándose media vuelta.

-Si has venido a hablarme con indiferencia y desdén, ya te adelanto que puedes irte Edward. Con la conversación de ayer tuve suficiente porque si alguien está enfadada aquí soy yo.

-No, tú estarás muy enfadada pero yo también lo estoy, tengo motivos.

-¿Cuáles?- pregunto esperando una respuesta sincera.

Quizás sí me interesa conocer de dónde viene toda su hostilidad.

-Ahora mismo estoy muy enfadado contigo por presentarte ayer en mi tráiler sin avisar y soltarme todo eso. Yo ya había aceptado que fui un chico más en tu larga lista de conquistas y que no representé nada para ti más allá de diversión un verano. Lo acepté hace tiempo- me confirma mirándome- así que no tenías ningún derecho a presentarte ayer y venir a hacerme cuestionarme todo de nuevo. No fue justo Bella.

-Y yo ya estoy aceptando que para ti también fui la chica de ese verano. Nada más. Me diste alojamiento a cambio de sexo. Estamos iguales.

-¿Ves? ¿Por qué hablas así? ¿Por qué dices palabras indiferentes con tono de molestia? Si yo para ti no signifiqué nada y tú para mí tampoco, ¿por qué te molesta?

-¿Cómo no me va a molestar?- pregunto alzando la voz enfadada- te lo dije ayer, tú no fuiste un simple polvo, sí significaste mucho para mí- confieso en voz alta.

-Es difícil de creer cuando tus acciones no van acordes a tus palabras- me reprocha.

-¿Acciones?- pregunto confundida.

Edward se gira completamente y camina hasta la ventana de mi salón. Pasan varios minutos sin que ninguno diga nada y luego se vuelve hacia mí.

-Creo que ayer viniste a hablar conmigo sin coraza, por fin, y yo desaproveché esa oportunidad. Por eso estoy aquí hoy. Voy a quitarme la coraza y te voy a pedir que tú también te la quites, que seamos sinceros y vulnerables, que aclaremos todo. Necesito colocar todas las piezas referentes a ti en su lugar para poder cerrarte, para que salgas de mi cabeza de una vez y poder seguir sin ese peso.

Escuchar que Edward quería ''cerrarme'' era agridulce. Por un lado yo quería también ''cerrarle'' pero por otro lado no quería serle indiferente.

-De acuerdo. ¿Con sinceridad?- pregunto.

-Por mi parte con absoluta sinceridad, tanto para las cosas buenas como para las malas.

Asiento.

-Empiezo yo- me ofrezco. Edward asiente y se sienta en mi sofá a escucharme- hace cuatro años fui a Ibiza con mis amigas. No tenía novio, rehusaba por completo todo lo relacionado con las parejas y aunque ligaba con bastantes chicos realmente yo solo buscaba sexo. No llamaba al día siguiente, no le agregaba a Instagram y en un par de semanas me había olvidado de su nombre. Mis amigas se reían pero yo estaba conforme con eso, los hombres para mí eran solo para llenar una necesidad física.

-Entonces te conocí esa noche en Ushuaïa- sonrío al recordar todo- y al día siguiente nos acostamos en la habitación del hotel- él asiente también recordando- Yo estaba en mi elemento, un chico guapísimo, una conexión sexual brutal desde el minuto 0, estando de vacaciones. Era el pack completo de lo que quería en ese momento- me río- me llevaste a tu casa, la piscina y luego el quedarme a dormir contigo. Eso para mí era algo prohibido, ¿quedarme a dormir con el chico con el que había estado? Jamás, ¡qué incomodidad al día siguiente! ¿qué espera la otra persona? Pero contigo no me sentía así, nunca me sentí incómoda ni que esperabas algo de mí que no fuera a darte. ¿Carpe Diem no?

-Pasé mucho tiempo contigo en mis vacaciones, me gustabas, me llenabas, estaba muy a gusto pero me tenía que ir de vuelta a Nantes. Me fui y estando de vuelta no paraba de pensar en la isla, en ti, en lo bien que había estado… hasta tal punto que cogí un avión sin decírselo a nadie y volví a Ibiza para estar contigo- él sonrío mirándome y por un momento viaje al pasado, a esa noche en la que yo salí del baño de la habitación y él volvía cargado de bolsas, su sonrisa al verme y la mía de vuelta- y sí, la isla me encanta, la música me fascina y la fiesta me vuelve loca, pero lo más importante de ese verano fuiste tú. La conexión que tuve contigo no… no se puede explicar, ni repetir, no he vuelto a conectar con nadie de esa manera. Contigo viví la vida al máximo, día a día, sin más planes que el ¿qué hacemos esta noche?, y todos los planes fueron maravillosos, desde ir a Ushuaïa a verte pinchar hasta quedarnos en casa cocinando en el jardín.

-Yo sabía que seguramente no había sido la única chica con la que hubieras hecho todas esas cosas pese a que tú, hasta ese momento, sí habías sido el único con el que había compartido ese grado de intimidad. Fuiste lo más cercano que tuve a un novio en ese punto. Y yo asumí que si tú compartiste todo eso conmigo es porque algo tenía que tener, algo, no sé. No hablo de sentimientos pero sí pues conexión o algo, me negaba a pensar que tratases a todas las chicas así, que compartieras tanto de ti con todo el mundo. Pero el verano se acabó y yo tenía que volver a Londres a trabajar.

-Y se acabó todo, sin mirar a atrás- me dice desde el sofá.

-No, sin mirar atrás no. Tú aquí no estabas y no sabes cómo me sentí, pero desde luego que mi vida no fue a mejor cuando volví a Londres. Estaba tan triste, te echaba tanto de menos a ti y a todo lo que te rodeaba a ti. No paraba de mirar vuelos de vuelta a Ibiza cada día- digo riendo- ''aunque sea solo un fin de semana'' me decía a mí misma- recuerdo en voz alta- de hecho iba a trabajar y luego me metía en mi habitación en la casa de mis padres a encerrarme en mi mente que era donde seguía estando feliz. No interactuaba con mis compañeros del trabajo, apenas con mis amigas y mis padres, era como si me negase a vivir cosas nuevas en mi nueva vida por si fueran a borrar las experiencias pasadas que tuve contigo. El momento más feliz del día era cuando nos llamábamos pero a la vez era el peor, porque yo sabía que todo lo que ansiaba y echaba de menos estaba a un vuelo.

-En resumen, me estaba aislando, estaba dejando de lado mi vida por otra vida que se había acabado. Porque tu vida y la mía eran incompatibles, o sea no había opción, fue maravilloso pero se acabó, no había más hilo de dónde tirar. Y ahí fue cuando te bloquee y borré tu número. No lo hice con rencor, ni con intención de borrarte de mi mente, lo hice porque estaba desarrollando una dependencia emocional hacia ti increíble, estaba metiéndome en un terrible agujero negro. Además yo recuerdo pensar ''tú aquí y él allí, seguirá de fiesta, feliz, quizás haya estado con otras chicas y tú triste esperando a que te llame'' y ese fue el catalizador. No me arrepiento de haberlo hecho, de verdad que estaba muy mal en ese punto, pero quizás debería haberte escrito y haberte explicado el por qué necesitaba tomar distancia de ti.

-Si me hubieras escrito o llamado te habrías encontrado a un chico que estaba echándote de menos, que se iba a dormir solo en una cama que solía compartir contigo y que cada noche se preguntaba cómo hubieran sido las cosas si no hubiera sido dj- confiesa mirándome.

Trago en seco y aparto la mirada de él para que no vea las lágrimas que se acumulan en mis ojos ante la imagen que ha puesto en mi cabeza.

-¿Qué tal si nos ceñimos a los hechos y dejamos los ''y si…''? Por favor- le pido minutos después- ¿me cuentas tu versión de ese verano?

Asiente y se pone de pie.

-Respóndeme una pregunta. ¿Cuándo crees que me fijé en ti?

-Pues la primera noche que fui a Uhuaïa- respondo con seguridad.

-Mmm sí pero en tu cabeza estarás recordando el momento cabina, cuando te vi en la zona de detrás del dj- asiento- te había visto antes. Estabas en la zona VIP con tus amigas y con unos chicos, pensé que erais un grupo de parejas, y te escuché decir ''me habéis mentido, este dj no es tan bueno''- Edward se ríe recordándolo- estabas confundiendo al telonero conmigo, escuché luego a uno de los chicos aclarártelo. Me picaste, estaba en la mesa de al lado tomando algo con Garret y en mi cabeza cambié todo el cierre de ese set. Recuerdo que pensé que eras guapa y que llevabas un vestido blanco.

Asiento recordando ese vestido que aún conservo.

-Luego me olvidé de ti y me metí de lleno en la sesión, en las últimas canciones me giré y te volví a ver bailando, sonriendo, disfrutando con tus amigas. Y luego coincidimos en la barra.

-Y me subiste a la cabina- le interrumpo.

-Sí- dice sonriendo- estabas flipando, estabas alterada.

-Sí- me río recordando ese momento. Hace mucho que no pienso en ello pero ahora viene a mi mente con claridad.

-Luego lancé mi ''cebo''- dice haciendo comillas en el aire- te invité a que vinieras al día siguiente y viniste. Cuando te propuse que me esperases me dijiste que sí, sin dudarlo, como diciéndome ''pues claro ¿a qué te crees que he venido?''

-Fui con esperanzas pero no con certezas- le confieso.

-Esa noche fue espectacular, recuerdo pensar ''¡vaya chica más sexy, sensual y erótica, al mismo tiempo'' y sí, es verdad que las primeras citas fueron sexo, sexo y sexo porque contigo era increíble. Me sentía tan… conectado contigo. Y cuando te fuiste de vuelta a Francia me dije bueno pues ya está, has conocido a alguien con quien has tenido gran conexión pero se acabó. Pero sentía la necesidad de seguir hablando contigo por whatsapp, de no cerrar completamente esa puerta, y entonces volviste. Cuando me convertí en dj a un nivel más o menos alto acepté que mi ritmo de trabajo iba a impedirme establecer vínculos estrechos con personas que no formasen parte de mi entorno laboral. Los excesos estaban saliendo de mi vida en ese momento pero había estado muy mal unos meses antes. Tampoco tenía una autoestima terriblemente fuerte en ese punto.

Frunzo el ceño, ¿qué clase de autopercepción es esa?

-Volviste y me hiciste cambiar de opinión sobre mí mismo. Ya no me veía de la misma manera porque si una chica que era preciosa, inteligente, empática, que había conocido mundo, que sabía divertirse y que seguro que tenía a diez tíos detrás cada día, había vuelto para pasar conmigo el resto del verano sería porque yo tendría más valor como persona más allá de ser dj.

-¡Pues claro Edward!- le interrumpo enfadada.

Me mira y se empieza a reír por mi efusividad.

-Perdón- digo tapándome la boca.

-Está bien- dice sonriendo- ese verano cada vez pasaba más tiempo contigo, al principio solo por las noches, luego mañanas y noches, después todo el día. No me cansaba de ti, y parecía que tú tampoco de mí. Las chicas se volvían locas por mí cuando estaba arriba en cabina pero cuando las mostraba una mínima parte de mi mundo, huían. Un tío que se pasa el día reunido con otros djs y que está metido en el estudio durante horas para crear una base no es divertido. No te intimidaron mis amigos ni su fama, te hiciste amiga de ellos, aceptaste que nuestra casa parecía una casa de citas cada noche- se ríe- no subiste ni una sola foto a Instagram sobre nosotros, pese a que ello te hubiera hecho ganar dinero, y parecía que disfrutabas de formar parte de mi mundo.

-Lo hacía- confesé.

-Recuerdo todas las noches bajarme de la cabina, darte un beso e irnos a casa comentando el set. Cuando la adrenalina de estar en un escenario se diluía tú estabas ahí, conmigo, podía compartir contigo mi lado profesional y personal. Y no era por el sexo, de verdad que no, era por la familiaridad, la confianza, la seguridad.

-Hubo un punto de quiebre, cuando una noche no viniste a casa a dormir y yo pensé que estabas con alguien más. No podía ni imaginar el momento en el que vinieras a casa y estuvieras diferente conmigo. Me hiciste sentir muy mal conmigo mismo cuando hablamos ese día y recuerdo que me dijiste que no tenía que hacerte pagar a ti por los errores de otras chicas. Y tenías razón no te merecías pagar los errores de otras chicas y yo tenía que recordar que tú eras un 10 y las otras un 3. Nos dimos exclusividad a partir de ese día y no me hacía falta nada más que mirarte para saber que conmigo eras feliz y todas las demás chicas que intentaban algo conmigo pasaron a ser como…árboles, estaban pero no existían para mí. Recuerdo que Tim me decía ''esta sí, esta sí'' refiriéndose a ti claro. Y desde ese momento yo deje de pensar en límites de tiempo, de relación y de lo que fuera, dejé las cosas fluir y disfruté al máximo. De verdad llegué a pensar que no te irías. O no tan rápido al menos. Estaba tan bien contigo que te hubiera propuesto mantener lo que fuera que teníamos a distancia.

-Pero…- interrumpo.

Esa opción nunca estuvo sobre la mesa ese verano.

-Pero tú no querías ni oír hablar de parejas, compromisos y sentimientos Bella. Si te hubiera dicho eso habrías salido corriendo de la isla. Me habrías bloqueado mucho antes.

-No- digo negando.

-Lo repetiste muchas veces- me recuerda.

-Pero contigo fue… diferente. Llevábamos todo el verano tratándonos como una pareja.

-Eso lo dices ahora pero con 24 años no eras ni parecido a lo que eres hoy.

-Era idiota, desde luego, negaba mucho la realidad.

-Sí, creo que sí. Pero yo respeté las líneas rojas que tú marcaste.

-Aun así deberías habérmelo propuesto.

-Dejemos los ''y si'' a un lado, ¿vale?- me pide repitiendo mis palabras.

Asiento y le dejo continuar.

-Cuando te fuiste fue un duro golpe. Yo no me aislé de los demás como tú pero te echaba de menos también. No estaba precisamente feliz y sabía que si las circunstancias hubieran sido otras, si mi trabajo fuera otro, quizás te habrías dignado a darme una oportunidad. Podría salir mal o bien, iba sin garantías, pero al menos lo sabríamos. Cada día te iba notando más distante, más fría, cada vez me contabas menos cosas de ti. Las llamadas de media hora se convirtieron en llamadas de 5 minutos o en whatsapps de buenos días, buenos días, qué tal, buenas noches. Se acabó mi trabajo en Ibiza, volé a Los Ángeles y a la semana de estar allí me bloqueaste. No lo entendí en un primer momento, creo que no lo he llegado a entender hasta ahora que me has contado tu versión. El que cada vez estuvieras más fría y el bloqueo final lo atribuí a una nueva persona en tu vida.

-Lo siento.

-Ahora es igual- dice encogiéndose de hombros.

-No estuve con nadie más hasta casi un año después- confieso.

Edward me mira alzando una ceja.

-No me mires así, no sentía feeling con nadie. Y aun así fue un desastre.

En silencio recuerdo ese momento, una noche de mayo, un chico con camiseta amarilla, no recuerdo su cara ni su nombre. No obstante no puedo borrar la desazón que se me quedó en el cuerpo cuando se corrió sobre mi estómago, el vacío, el preguntarme a mí misma por qué había hecho eso si realmente no quería. La presión que me puse a mí misma en ese momento para avanzar, para volver a hacer sin él todas las cosas que había hecho alguna vez con él.

Los recuerdos casi me hacen volver a sentir el conflicto interno que sentía conmigo mismo en esa etapa.

-¿Bella?- la voz de Edward me obliga a levantar la vista del frutero que adorna mi mesa y posarla en él.

-Perdón. Tengo sed, ¿quieres algo?- ofrezco levantándome del taburete y abriendo la nevera.

-Agua fría si no te importa- me pide levantándose del sofá.

Sirvo dos vasos de agua fría y le acerco uno.

-Gracias- dice mirándome antes de dar el primer trago.

Cuando yo he dado varios tragos y el silencio empieza a incomodarme vuelvo a hablar.

Esta vez me siento en el sofá a su lado pero cada uno a un extremo.

-Conocí a Leo en una reunión laboral en Londres. Él dice que se fijó en mí al instante, yo solo le veía como un cliente más hasta que su insistencia y perseverancia me hicieron aceptar un café, luego una cena, después un viaje de fin de semana…

-Luego una boda- dice mirándome de reojo.

Me río.

-Edward yo no sé lo que es estar enamorada, sé lo que es estar cómoda. Estuve muy a gusto con Leo cuando éramos novios. ¿Me llenaba de emoción verle y compartir con él mi vida? Yo creo que me llenaba de emoción el ser capaz de vivir algo así porque él fue el primero. Desde que era adolescente fui testigo de cómo mis amigas se enamoraban de uno y otro, luego vi cómo formaban parejas estables, se casaban, tenían hijos… y yo llegué a aceptar que eso no era para mí y que nunca viviría algo así porque soy fría, lo sé, lo acepto, te dije muchas veces que no creía en las relaciones y los compromisos y era por eso, porque yo no estoy hecha para eso…

-¿Por qué no?- me interrumpe girándose a mirarme.

-Porque no. Porque no me veo renunciando a algo que quiero hacer solo porque a la otra persona no le guste. La regla del 50/50 no va bien conmigo. No se me da bien ceder y para que una relación funcione hay que ceder frente al otro, hay que hacer concesiones y yo no sé ni quiero hacerlas. Así que Leo con su insistencia me demostró que podía llegar a experimentar una relación de pareja estable, me dio la oportunidad, y nunca cambié mi actitud para agradarle ni nada de eso, así que me decía a mí misma ¿y por qué no? ¿por qué negarte a compartir techo con él? ¿por qué no ir más allá juntos?

-No que yo sea un experto en relaciones amorosas pero creo que así no funcionan las cosas.

-Ahora lo sé.

-¿Lo aprendiste cuando te divorciaste?- me pregunta con ironía.

-Cuando me prometí. Había estado cómoda hasta ese momento con Leo, no enamorada pero cómoda. Cuando cumplí 27 me pidió matrimonio, en una fiesta de cumpleaños sorpresa, delante de mis amigos, mi familia, la suya… Hay que tenerlos bien puestos para rechazar esa propuesta delante de toda la gente que te mira como la pareja perfecta, yo no los tuve. Esa noche mi amiga Victoria me dijo que nada iba a cambiar con la boda y me aferré a ese pensamiento, solo tenía que volverme a plantear la pregunta ¿por qué no? ¿por qué no casarte con él si ya vivís juntos? Y creo que dentro de mí sabía que no era la decisión correcta, de repente todo el mundo me empezó a llenar de expectativas de las que yo no quería ni hablar. En mi despedida de soltera realmente me sentí como si hubiera empezado el tiempo de descuento de mi vida, cuando me casara iba a dejar de ser yo misma, de hacer lo que me diera la gana. Me sentía presionada hasta por mis amigas por eso me encontraste esa noche en Ibiza con Ellie Guilding, ella fue mi vía de escape en esos meses, solo trabajando me dejaban en paz.

-Esa noche cuando volvimos a coincidir- me giro a mirarle y veo que tengo toda su atención- algo hizo clic en mi cabeza y tomé conscientemente todas las decisiones que me llevaron a volver a estar contigo. Todo esto que te estoy contando ahora de forma contextualizada y dándote una razón para ello es producto del paso del tiempo, en ese momento yo no veía con claridad, no había una razón lógica, solo actuaba por impulsos. Si me hacía sentir cómoda, si me hacía sentir dueña de mi misma, entonces adelante, así funcionaba yo en ese momento.

-¿Te hizo sentirte bien engañar a tu prometido así no estuvieras enamorada de él?- pregunta enfadado levantándose del sofá y caminando hasta la mesa de la cocina.

-No. No lo vas a entender- digo negando con la cabeza y tragando en seco.

-Es verdad, no creo que entienda esa falta de valores, no en ti. Otro de los motivos por los que estoy tan cabreado o defraudado contigo es porque pensaba que eras una persona de ideas y valores claros. Te recuerdo tan transparente Bella, que nada tiene que ver con una persona que engaña a su próximo marido.

-Sí engañé a mi prometido contigo pero durante esos días dejé de engañarme a mí misma Edward- le grito en respuesta.

Nos quedamos mirándonos sin hablar durante minutos.

-Tenías razón, no lo iba a comprender- dice girándose y apoyando ambas manos sobre la encimera de la cocina. Solo puedo ver su espalda.

Tras otro largo minuto de silencio en el que busco las palabras exactas para poderme expresar, por fin hablo.

-Contigo ese verano en Ibiza ha sido la etapa de mi vida más feliz y a la vez que más libre y segura de mí misma me he sentido. Y cuando nos vimos en esa fiesta yo estaba muy perdida y desconectada de mí misma, estaba a años luz de la Bella que tú conociste, te acabo de explicar el por qué. Así que volver a Ibiza, verte y hablar contigo fue como volver a ese verano, a sentirme yo, a estar a gusto conmigo misma, y no me arrepiento- confieso- No fui justa con Leo pero no me arrepiento porque hice lo que se sintió correcto para mí. Y ahora puedes llamarme zorra otra vez, egoísta y lo que tú quieras, porque me da igual, no puedo pedirte que me entiendas pero al mismo tiempo me gustaría que lo hicieras, que entendieras que no actué con maldad y que engañar a Leo contigo fue desengañarme a mí misma.

-Siento que fuera contigo, sé que eso más tarde se interpuso en tu trabajo cuando empezaste en el Linx, pero ya puestos a decirnos todo creo que no hubiera podido pasar con nadie más. No engañé a mi entonces prometido a la primera oportunidad que tuve, lo hice únicamente contigo porque eres tú, por todo lo que representas para mí.

Edward se gira y me mira profundamente. Me está evaluando.

-Creo que te entiendo, algo mejor al menos. No obstante, me hubiera gustado que me lo dijeras. Me cabrea que decidieras por mí que yo no era merecedor de saber toda la verdad, no me dejaste elegir, me pusiste en una situación comprometida sin yo saberlo.

-Estuve a punto de decírtelo, nada más levantarme al día siguiente.

-¿Qué te lo impidió?

-Tú, follándome en la silla de tu estudio- le miro y sé que ambos estamos recordando ese momento- ¿cómo hubieras reaccionado?- no tenía pensado lanzarle esa pregunta.

-No lo sé- dice rascándose la nuca- En ese momento estaba muy metido en que te había vuelto a ver y habíamos vuelto a reconectar. Tengo hambre, ¿te importa si pedimos algo para cenar? Podemos cenar y seguir con la conversación luego- propone y estoy de acuerdo.

Pedimos algo rápido, unas pizzas. La cena tarda en llegar media hora y entre que voy al baño, Edward habla con Garret por teléfono y luego ponemos la mesa, no hay lugar a momentos incómodos.

-¿Te vas a Ibiza?- pregunto colocando unas servilletas de papel al lado de cada plato.

Le he escuchado algo sobre la isla hablando con Garret.

-Mañana a primera hora, ya no quedaban vuelos para esta noche.

El timbre suena justo a tiempo.

Cenamos en silencio, metidos cada uno en nuestra cabeza.

Sobra casi media pizza que Edward envuelve en papel film y la mete en el frigorífico mientras yo lavo los platos.

-Es tiempo de tus respuestas- le digo secándome las manos.

-Lo sé- dice volviendo a sentarse en el sofá.

.

.

.

¡Hola de nuevo! Capítulo súper esclarecedor sobre Bella, tenían que tener esta charla en algún momento. La cuestión es ¿qué pasará después? ¿Qué ocurrirá cuando ambos pongan las cartas sobre la mesa? Falta la parte de Edward que va en el próximo capítulo.

Como respondí a una de vosotras en un review, esta historia no es solo de amor entre los protagonistas, también es de amor propio y de crecimiento personal de Bella.

-El capítulo tiene poquitas imágenes pero aun así las subiré al grupo de Facebook: ''Feeling the Reading: Bella Brashaw'' así se llama.

-Ya sabéis que review = adelanto. Eso sí solo puedo enviaros el adelanto por fanfiction si estáis logueadas en vuestras cuentas si no imposible.

¡Muchas gracias y nos leemos en el siguiente!