DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer pero todo lo demás es mío.
.
.
Tras esa primera noche empezamos a establecer una rutina de amigos. Ese domingo comimos juntos en su villa y cuando aterricé en Barcelona le escribí un whatsapp avisándole de que ya había llegado. Ese mensaje fue seguido por otros tantos más, día a día, hasta hoy.
Las conversaciones siempre eran banales, cotidianas, yo le contaba lo que hacía y él a mí también.
Estaba contenta y conforme con la relación que habíamos establecido hasta ahora pero la sombra de quedarnos en el terreno de la amistad siempre estaba planeando sobre mi cabeza. Además no sabía cuándo íbamos a volver a vernos.
Pasó una semana más entre conversaciones rutinarias hasta que tomé el valor de plantear yo una cita.
Con ayuda de google busqué algún plan que estuviera bien, que fuera entretenido, no fuera típico de parejas y que no fuese muy formal. Más allá de los planes turísticos, había un concierto de Coldplay. Yo no era muy fan del grupo, me sabía las canciones más conocidas y nada más pero era un plan que encajaba con mis expectativas.
¿Qué haces el finde del 23? ✓✓
La respuesta de Edward fue mandarme una foto de su calendario semanal: ''Evento privado, Mónaco''
¿Por qué?Pregunta
Podríamos hacer algo. Si quieres
Adjunto la última coletilla para darle una salida fácil si así lo necesita.
Tarda unos minutos en responder pese a verle en línea.
Vale
¿En Barcelona? Pregunta él.
Sí
Respondo finalmente pese a que he estado a punto de decir ''lo que tú quieras''
El evento en Mónaco es el sábado por la noche así que podría ir a Barcelona el domingo por la mañana Me informa.
Perfecto
La putada es que el concierto de Coldplay es el sábado por la noche así que vuelvo a estar con planes a 0.
Antes incluso de terminar la conversación con Edward por hoy empiezo a buscar otras alternativas.
La fuente de Montjuic descartada por la sequía
Ir por el centro descartado porque reconocerían a Edward en cualquier bar
Visitar la Sagrada Familia no, muy turístico
Estoy sin ideas y empiezo a agobiarme.
Hasta que de camino al trabajo paso por una de esas oficinas de alquiler de vehículos y se me abre un mundo de posibilidades.
Teniendo un coche podemos ampliar el círculo de opciones un poco más y busco pueblos cercanos a Barcelona donde haya algo interesante que ver y comer.
Sitges es el sitio que más me convence.
Además saliendo de Barcelona capital es menos probable que Edward sea reconocido.
¿Te importa si vamos a un pueblo cerca de aquí?
Edward está en su casa de Los Ángeles así que no creo que me responda rápidamente porque allí son las tres de la mañana.
De hecho no es hasta casi las ocho de la tarde que recibo su respuesta.
Estoy abierto a cualquier plan, pero mándame la ubicación
Quedamos en Barcelona, te recojo del aeropuerto y conducimos hasta Sitges Le cuento.
La respuesta de Edward es un emoji con el pulgar hacia arriba en señal de estar de acuerdo.
La noche de antes mientras Edward trabaja en Mónaco, preparo mi capazo de rafia con un bikini, una toalla XXL, un sombrero, sandalias y crema solar. Dejo sobre la mesa un vestido blanco, largo y vaporoso que me llega hasta los pies. También llevo un cambio de ropa por si me apetece meterme en el mar.
El coche de alquiler está aparcado a unas calles de mi casa, elegí un mini de tres puertas blanco básicamente porque es el coche con el que empecé a conducir en Londres, el coche de mi madre y que he usado toda mi vida hasta que Leo me dejó uno de los suyos. Me trae muy buenos recuerdos.
El vuelo de Edward llega a las 9:30 de la mañana así que me pongo el despertador a las 7:00.
A la mañana siguiente me levanto un poco antes de que suene la alarma así que me permito prepararme un gran desayuno y salir a comérmelo a la terraza.
A las 9:30 estoy aparcada fuera del aeropuerto, envío la ubicación a Edward de donde está el coche tal y como acordamos anoche. Aun así me bajo de éste y me apoyo en el capó a esperarle.
Casi a las 9:50 veo como un hombre alto, con gorra y gafas de sol con una mochila a la espalda camina hacia mí mirando el teléfono. Me hacen falta dos segundos para saber que es Edward.
-Hola- digo sonriendo y quitándome las gafas.
-Hola- responde haciendo lo mismo que yo.
Nos saludamos con un abrazo.
Abro el coche y yo camino hasta la puerta del piloto mientras que él lo hace hacia el del copiloto.
Veo que maneja muy bien lo de doblar el asiento para poder dejar su mochila en los asientos de atrás.
Me ve que le estoy mirando con curiosidad y sonríe.
-Tengo uno como este- me confiesa mientras se sienta a mi lado y cierra la puerta.
-¿En serio?-
-Sí, en Los Ángeles, color negro.
-En un coche como este yo aprendí a conducir por Londres, es el coche de mi madre.
-¿Y has alquilado este para terminar de aprender a conducir?- pregunta con sorna.
-Idiota- digo riendo mientras le doy un breve empujón- ponte el cinturón y estate atento, a ver si te enseño algo sobre nociones de conducción.
Edward se sigue riendo cuando arranco el coche e introduzco la dirección de Sitges en el GPS.
Durante el trayecto la conversación fluye con igual de naturalidad que por whatsapp, me cuenta qué tal el vuelo y un poco sobre su evento privado en Mónaco ayer.
Cuando estamos buscando un parking en Sitges Edward sigue hablando de los excéntricos coches que estaban ayer aparcados frente al hotel donde trabajó.
Nada más bajar del coche un sonido hace que nos echemos a reír.
-Te suenan las tripas, ¿no has desayunado?- le pregunto sacando mi capazo de rafia del maletero.
-He tomado un café hace –dice mirando la pantalla de su móvil- tres horas.
-¿Desayunas y empezamos a hacer turismo?- propongo caminando hasta la salida.
No nos complicamos demasiado y vamos a la cafetería que está justo frente a la salida del parking. Tiene bocadillos y dulces industriales pero nos vale.
Edward se pide otro café con un bocadillo de jamón mientras yo tomo un zumo y un muffing de manzana.
El primer sitio al que vamos es a la iglesia de San Bartolomé y Santa Tecla, subimos por las escaleras que llevan hasta la entrada y disfrutamos el romper de las olas contra la fachada lateral de la iglesia.
Luego caminamos por el paseo marítimo hasta los jardines de Terramar. Una vez dentro seguimos el curso del agua repleto de nenúfares.
Son cerca de las dos de la tarde pero ninguno tiene hambre suficiente como para parar a comer así que decidimos volver a caminar por el paseo marítimo y visitar el Palau de Maricel.
Una vez en el interior me quedo fascinada por su decoración, es como estar en un patio árabe. Decorado con azulejos de diferentes y llamativos colores, con un claustro encerrado entre finas columnas que acaban en arcos y con vistas al Mediterráneo, siento por un momento que no me encuentro en Europa.
Edward y yo nos hemos separado brevemente para poder observar la belleza de este museo sin distracciones.
Me acerco a una de las columnas y me quedo embobada con la vista hacia el mar brillante por el sol.
Una pareja choca conmigo suavemente y me saca de mi ensoñación. Cuando me giro veo a Edward a unos pasos de mí sujetando el móvil a la altura de los ojos.
-¿Qué haces?- pregunto sonriendo y separándome del mirador.
-Nada- sonríe bajando el móvil.
-¿Te gusta?-
-Es precioso, gracias. Sin ti no lo hubiera conocido- me dice guiñándome un ojo.
Siento un calor subir hasta mis mejillas así que me giro para que no vea mi sonrojo.
Cuando salimos ambos comentamos que ahora sí tenemos hambre pero son las cuatro de la tarde y he vivido lo suficiente en España como para saber que a esta hora no nos darán de comer en ningún restaurante.
-Tengo una idea- digo abriendo la aplicación de comida a domicilio que uso en mi casa.
-¿Comer en la calle?- pregunta mirando la pantalla de mi móvil.
-Comer en la playa- digo señalando al mar- tengo una toalla más grande que mi sala de estar y podemos pedir que nos traigan algo de comida aquí. También podemos aprovechar para descansar, bañarnos…
-Me gusta el plan- dice quitándome el móvil de la mano.
Le regaño entre risas y le pido que me devuelva el teléfono.
-Hagámoslo simple- me sugiere- una pizza.
-Me encanta la pizza. Pero no hay ninguna pizzería abierta- me quejo mirando la aplicación.
-Domino's- propone.
-¿En serio?
Se encoge de hombros indicando que por qué no.
Edward se decide por la buffalo con pollo y yo por la margarita con tomate, pimiento y aceitunas negras.
Ponemos la dirección del paseo marítimo y mientras llega la pizza vamos a una pequeña tienda de productos gourmet. No buscamos nada en concreto pero necesitamos algo de beber y todos los supermercados están cerrados.
Yo llevo la cesta de la compra y Edward va echando los productos que considera aptos para comer en la playa.
Ahora mismo llevamos hummus, picos de pan, piña cortada y envasada, uvas, arándanos, queso ya partido, un paquete de galletas y vino blanco para beber en los vasos de plástico que también hemos comprado.
Volvemos a la playa, eligiendo un sitio donde podamos ver con claridad llegar al repartidor y extendemos la toalla XXL que fácilmente medirá cuatro metros cuadrados.
-No exagerabas cuando dijiste que era más grande que tu sala de estar- me comenta Edward mientras me ayuda a colocar las cosas que hemos comprado sobre la toalla con estampado de mandalas- aunque parece más una alfombra que una toalla.
-En realidad no es mía, es de mi amiga Victoria- digo mirándole para ver si la recuerda- se la dejó hace unas semanas cuando vino de visita. La tuvo que dejar aquí porque no le cabía en la maleta.
-¿Vino?- pregunta sacando la botella del capazo.
-Por favor- acerco ambos vasos, el suyo y el mío.
El vino blanco y espumoso burbujea entre nosotros y doy un gran sorbo, me moría de sed.
-Mmm es bueno para costar 10€- dice saboreándolo.
-¿Te parece poco?
-No es caro- dice mirándome confundido.
-Yo ceno con un vino de 2'50 de supermercado y está mejor que este- Siento que he sonado demasiado a la defensiva.
-No he probado nunca el vino de tu cena, así que te daré la razón a ciegas- dice poniéndose en pie.
-¿A dónde vas?
Me señala la parte asfaltada que pega al paseo marítimo donde una motocicleta acaba de aparcar.
-Las pizzas han llegado- dice caminando por la arena.
Nos separan unos 20 metros así que no me corto en mirarle la espalda, las piernas y por supuesto el culo mientras camina.
Coge las pizzas con una mano y con la otra saca el móvil para pagar.
Sonrío porque ya me he adelantado y he pagado nada más pedirlas a través de la app.
Cuando vuelve lo primero que hace es regañarme por pagar.
Comemos las pizzas mirando al mar en silencio.
Al final la primera que se acaba es la mía, la vegetal, pese a la reticencia de Edward al pedirla.
-¿Qué vas a hacer mañana?- me pregunta comiendo una uva.
-Trabajar, limpiar el frigorífico, llamar a mi madre… ser una adulta funcional- me río mientras me tumbo acariciando mi abdomen que está lleno.
Edward también se ríe mientras sigue comiendo.
-¿Por qué?- pregunto poniéndome una mano en la frente para verle bien.
-Quería pedirte algo pero si no te parece bien o te incomoda o no quieres no pasa nada- dice mirando el contenedor de arándanos.
-Dime.
-No me apetece cogerme un avión esta noche, ¿podría quedarme en tu casa? Si no quieres no pasa nada, hay mil hoteles en Barcelona.
-Edward pues claro que puedes- digo poniendo mi mano sobre su antebrazo.
-Las cosas no tienen por qué cambiar…
-Lo sé, tranquilo. Te lo hubiera propuesto yo misma- digo acomodándome aún más sobre la arena- ¿qué vas a hacer tú?
-Coger un avión a Ámsterdam.
-¿Tienes shows allí?
-Tengo una invitación de Armin Van Buuren a su programa de radio A State Of Trance.
-Pero ese programa es los jueves.
-¿Y tú como lo sabes?- pregunta sorprendido.
-Porque soy fan- sonrío.
-Sí, es el jueves pero queremos hacer alguna canción nueva juntos así que voy a estar con él toda la semana.
-Mhm- digo disfrutando de la brisa del mar.
Es septiembre y prácticamente tenemos la playa para nosotros pese al buen tiempo. Ya no hace tanto calor como en pleno verano así que podemos permitirnos estar en la playa sin sombrilla.
-Te vas a quedar dormida-
-No- sonrío con los ojos cerrados.
-Ya- dice riendo.
.
Lo siguiente que siento es el sonido del mar y las risas de unos niños a lo lejos. Hace más aire, ya no es una brisa, es viento.
Abro los ojos y veo a Edward frente a mí, también dormido.
Giro mi muñeca y miro la hora, pasadas las ocho de la tarde.
-Edward- susurro.
-Edward- vuelvo a repetir poniendo una mano en su pecho.
Una de sus manos atrapa la mía sobre su pecho pero sigue dormido.
-Edward- digo riendo con la voz más clara.
Esta vez sus ojos se abren un poco pero en seguida se vuelven a cerrar de nuevo.
Me río y le empujo un poco con el otro brazo.
-Despierta, tenemos que irnos- susurro.
Sus ojos se abren de nuevo, parpadea, mira alrededor y vuelve su mirada a mí de nuevo.
-Hola- dice con voz rasposa.
-Hola- sonrío mirándole.
Entonces mira nuestras manos que siguen unidas en su pecho que es donde se dirige también mi mirada.
Sé que el contacto físico que estamos teniendo ahora mismo es cruzar una línea, pero me da igual.
Su mano suelta mi mano en su pecho y acaricia mi brazo hasta subir a mi hombro.
Él se gira sobre sí mismo lo justo para estar frente a frente.
Nos miramos durante unos segundos y soy yo la que agarra con fuerza la tela de su camiseta para impulsarme lo suficiente como para besarle.
Un toque.
Casto.
Me separo cerrando los ojos.
Él me vuelve a atraer contra sí mismo y vuelve a juntar nuestros labios.
Sus labios están abiertos, también los míos.
Ya no es tan casto.
Sus labios comienzan a moverse, su lengua entra en mi boca.
Su mano deja mi hombro y se posa en mi cadera, bajando poco a poco.
Siento el calor subir por mi cuerpo.
Su mano toca mi culo completamente.
Gimo y suspiro contra su boca.
Él vuelve a girar sobre sí mismo de nuevo esta vez poniéndose casi sobre mí.
No voy a poder parar esto, no voy a querer pararlo si continuo.
-Espera Edward, espera- digo moviendo mi cabeza hacia un lado.
Edward se separa de mí y los dos nos incorporamos.
-Lo siento- susurra.
-¿Tú? He sido yo la que empezó- aclaro.
-Pero yo he…
-Habría continuado, creeme, ojalá besarnos toda la noche Edward pero…
-Pero…
-Tú sabes y yo sé que no nos va a valer con un beso. Si nos besamos vamos a terminar teniendo sexo y creo que no debemos ir por ahí.
Edward frunce el ceño.
-Si tenemos sexo vamos a volver a basar todo en él y yo no quiero eso esta vez. Aspiro a mucho más contigo que a solo acostarnos y si lo hacemos es posible que no lleguemos a nada. No quiero que haya sexo hasta estar seguros de lo que vamos a ser. No quiero sexo sin compromiso- termino diciendo mirándole.
-Vale-
-¿Vale?
-Te respeto y respeto tu idea del sexo sin compromisos pero Bella, el sexo nunca ha sido el problema.
-Lo sé- digo poniendo mi mano en su hombro- pero siempre hemos empezado por ahí. No quiero repetir patrones porque quiero que esta vez salga bien, por favor.
-De acuerdo- dice aun serio.
Recogemos en silencio y revisamos que no nos hayan robado nada en el rato que nos hemos quedado dormidos.
Edward tira las cajas vacías de pizza a un contenedor y el resto de la comida está en mi capazo así que ambos tenemos las manos libres.
-¿Esto está bien?- pregunto agarrándole la mano.
-Eso está muy bien- responde atrayéndome contra él para darme un beso en la sien.
Caminamos de la mano hasta el parking y dejamos atrás Sitges y el momento incómodo tras el beso en la playa.
Cuando llegamos a Barcelona nos recibe un pequeño atasco que nos hace avanzar tan solo un kilómetro en diez minutos.
-Tranquila no tenemos prisa- me dice Edward poniendo su mano en mi muslo.
Es un toque que conozco, es algo muy de él, algo que solía hacer conmigo con asiduidad.
Sonrío y vuelvo la vista a la carretera.
Tampoco tenemos suerte encontrando aparcamiento y tenemos que caminar un poco más de lo previsto desde donde dejo el coche hasta mi casa.
Una vez allí subimos hasta mi piso.
Lo primero que hago es abrir la ventana de la terraza para que entre aire fresco, hace demasiado calor aun dentro de las casas.
-¿Puedo darme una ducha?- Pregunta Edward dejando su mochila en el suelo.
-Edward- sonrío- puedes hacer lo que quieras siempre que no me preguntes pidiendo permiso como si estuvieras aquí de prestado.
-Pero lo estoy- dice riendo y levantando las manos.
-En mi casa no. Haz lo que necesites, siéntete cómodo- le guiño un ojo- trae- digo cogiendo su mochila del suelo y metiéndola a mi habitación.
Abro también la ventana del dormitorio porque hace mucho calor.
Edward saca varias cosas de su mochila: su portátil, cambios de ropa, dos gorras…
-Te traeré una toalla- digo saliendo de la habitación.
Camino hasta el baño donde tengo una toalla extra guardada en el armario y vuelvo a la habitación para dársela.
Pillo a Edward bajándose los pantalones y quedándose solo en calzoncillos.
Se gira cuando me oye entrar y puedo ver su cuerpo de frente al completo.
-Gracias- dice cogiendo la toalla de mis manos.
Se ha dado cuenta de que me he quedado mirando y que me ha gustado.
Sale de la habitación camino al baño y oigo como se cierra la puerta.
Yo hago lo mismo que él, vacío el capazo guardando los restos de la comida en el frigorífico y el cambio de ropa vuelve al armario.
Me quito el vestido y las sandalias.
Me tienta la idea de esperar en ropa interior a que Edward salga del baño para estar ambos iguales en tema de provocación pero él lo ha hecho sin querer y hace dos horas le he pedido que nos mantengamos castos, así que la provocación no debe estar presente aún.
Me quito el sujetador y me pongo un top que uso para estar en casa junto a unos shorts de pijama.
Edward sale de la ducha con la toalla amarrada a la cadera.
-El baño es todo tuyo- dice cogiendo una camiseta de la mochila.
Me doy una ducha rápida sin mojarme el pelo y salgo directamente vestida con la ropa de dormir.
Edward está sentado en el sofá revisando su teléfono.
-¿Algo que te has perdido?
-No me he perdido nada salvo un par de mensajes de Garret y una llamada de mi madre- responde bloqueando el teléfono y dejándolo encima de la mesa.
-Me alegro- contesto caminando por la cocina- ¿qué te apetece cenar?
-Ese vino de 2'50 y lo que sea. ¿Quedaba hummus?
Me río por lo del vino y saco hummus, picos de pan, queso, fuet, chorizo y hago una pequeña ensalada de tomates cherry y atún enlatado.
Hacemos una cena informal de picoteo mientras vemos la tele y comentamos el programa de parejas en primeras citas que están echando.
Es casi la una de la mañana cuando me levanto del sofá y le digo a Edward que me voy a dormir.
Él se queda un poco más viendo la tele.
Me meto en mi lado de la cama y me duermo rápidamente.
A la mañana siguiente me despierto sola en la cama pero la almohada y las sábanas están arrugadas al otro lado.
Me giro y apoyo la cabeza en el otro lado de la almohada, huele a Edward.
Con mucha pereza me siento en la cama, me estiro y me levanto.
Abro la puerta corredera y veo a Edward en la cocina.
-Buenos días- dice sin levantar la mirada.
-Buenos días- digo caminando hacia él- ¿qué haces?
-Intento hacer café- dice pulsando el botón de la cafetera de cápsulas.
-Es que tiene truco- digo apartándole y presionando un rato el botón- hay que aguantar un poco.
El sonido del café golpeando contra el vaso llena la habitación.
-¿A qué hora te fuiste a dormir ayer?
-Poco después que tú- se gira a mirarme- pero estabas tan dormida que no te enterarías.
-Confirmado, no me enteré- sonrío.
-Pero he dormido estupendamente, no te has movido ni un centímetro- me guiña un ojo.
Estoy a punto de responderle que en la cama suelo moverme mucho pero tiene un doble sentido sexual y prefiero callármelo para mí.
-¿A qué hora te vas?- Digo colocando los cafés en la isla de la cocina.
-¿Me echas?- pregunta con sorna.
-¡No!- me río.
-He comprado el vuelo para las 16:00 horas- me dice.
-¡Vaya, justo salgo a esa hora de trabajar! No puedo llevarte al aeropuerto.
-No hace falta que lo hagas.
-¿Por qué no te quedas con el coche? Déjale en el aeropuerto, en la oficina de alquiler de vehículos que tienen allí.
-No hace falta Bella.
-Insisto.
-Y yo insisto en que no- dice antes de morder una manzana.
-Vale, vale. Como tú quieras.
-Vente a Ibiza- dice.
Me río porque lo propone como si fuera algo cotidiano.
-¿Cuándo?
-En dos semanas. Es el cierre de las discotecas y hay mucho ambiente en la isla.
-No sé…- digo con la mirada perdida en la mesa.
-Bella, si no nos vemos esto no va a ir a ninguna parte- me afirma.
-Soy consciente de ello. Por supuesto que quiero verte pero justo tengo un vuelo a Londres el martes 30, no sé cómo organizarme.
-Bueno si no puedes no pasa nada. Podemos vernos en otro momento- propone.
-No, me apetece ir a Ibiza- digo convencida- pero tengo que cambiar el vuelo a Londres y volar directamente desde Ibiza.
-Eso es genial- sonríe- y antes de nada, no cojas hotel por favor, ya has visto cuantas habitaciones tiene la casa de David.
-¿Seré la invitada del invitado?- me río.
-No es así y lo sabes. El cierre de las discotecas en Ibiza es casi como la fiesta del fin de verano pero en septiembre. Algunas incluso cierran más tarde. Así que solemos juntarnos allí casi todos, como en familia.
-Me gusta esa idea- afirmo.
-¿Le digo a David que vas?
Afirmo con la cabeza.
Luego nos separamos, yo entro al baño a lavarme los dientes y maquillarme para ir a trabajar mientras que él llama a Garret.
Cuando salgo del baño Edward está completamente vestido y toda su ropa está de vuelta a la mochila.
-Edward no, quédate- le digo caminando hasta el armario.
-Pero tú te vas.
-Sí, pero tú quédate aquí. No son ni las ocho de la mañana.
-¿No te importa? ¿No te importa dejarme solo y que cotillee por tu casa?- pregunta sonriendo y caminando hacia mí.
-No tengo nada que ocultar- digo con la imagen de los cajones casi vacíos de la parte derecha del armario.
-¿Segura?
-Segurísima- me giro para elegir la ropa que llevaré hoy.
Lo hago sin querer, estoy casi de espaldas a Edward cuando me quito la ropa de dormir y me quedo delante del armario solo con un tanga.
Elijo unos pantalones largos de lino y un top del mismo material con un blazer color salmón.
Cuando estoy vestida me giro de nuevo y Edward está mirándome.
Ninguno decimos nada pero ambos notamos la tensión.
Tras el minuto incómodo termino de meter las cosas en el bolso y me giro para despedirme de él.
-Me voy ya- digo rodeando la cama.
-Que tengas un buen día- dice antes de acercarse a mí y abrazarnos a modo de despedida.
-Avísame cuando vayas a embarcar- le pido separándome de su cuerpo y dándole un apretón en su bíceps.
Él asiente con la cabeza.
Me giro para salir de la habitación y cuando abro la puerta me despido de nuevo de él con la mano.
Es un lunes completamente infernal. No sé si porque estamos estancados con el proyecto actual o porque simplemente sé que Edward está en mi casa, a veinte minutos andando, mientras que yo estoy en una oficina reunida desde hace hora y media con todo mi equipo sin lograr avanzar.
Edward me manda una foto a las dos de la tarde desde el aeropuerto asegurándome de que no ha cotilleado en mis cajones durante mi ausencia.
Me río mirando la pantalla hasta que recuerdo lo que tengo en el cajón de mi mesilla en una bolsa de tela.
Mi vibrador rosa.
Espero que haya cumplido su palabra y no haya rebuscado en los cajones porque me daría vergüenza que lo descubriera. Aunque pensándolo bien, ¿no soy una mujer lo suficientemente adulta, empoderada e independiente como para determinar cuándo y cuántos orgasmos me apetece tener? Absolutamente sí.
El problema, pienso analizándome a mí misma, es que el uso de juguetes sexuales aún está visto como el último recurso al que acceden las personas que no tienen la oportunidad de tener sexo con otra persona.
Yo no estoy necesitada, estoy liberada, pienso para mí misma.
Y Edward lo sabe, me recuerda una voz en mi cabeza.
Así que en el caso de que haya visto el juguete tan solo ha constatado el hecho de que soy adulta y dueña de mi propio placer.
Cuando pienso que mi lunes ya no puede ser más lunes me encuentro un sobre en mi buzón al llegar a casa.
El remitente es de Inglaterra y sé perfectamente qué es.
Hace unas semanas al volver de Ibiza sentí que no todo en mi vida estaba tan encauzado como debería.
Estaba separada pero no divorciada.
Legalmente seguía siendo una mujer casada.
Por este motivo decidí hablar con los abogados de mi padre y asesorarme sobre el proceso. Este sobre contiene toda la documentación e información relativa al proceso de divorcio.
Me preparo un café con hielo mientras leo los papeles y apunto en un papel lo más relevante.
Cuando termino de leerlo me quedan tres cosas claras:
La primera que es necesario justificar una razón por la que la ruptura es irreparable y entre esas razones se encontraba el adulterio, comportamiento irracional, separación con consentimiento de al menos dos años o sin consentimiento de al menos cinco años.
La segunda es que salvo que quiera pagar una cantidad ingente de dinero tendré que ir presencialmente a cada parte del proceso.
Y la tercera es que el divorcio no puede tener lugar si no ha pasado al menos un año desde que se contrajo matrimonio.
Cuando termino de leer me encuentro muy nerviosa o ansiosa.
En primer lugar porque enfrentarme al divorcio es volver a enfrentarme a Leo y solo pensar en él es como teletransportarme a hace unos meses, no es una sensación para nada agradable.
En segundo lugar porque es un proceso largo el cual aún no puedo ni comenzar ya que no ha pasado un año desde la boda.
Y en último lugar es que no se siente correcto arrastrar a Edward a esta situación. Debería haber esperado, debería ser una persona completamente libre antes de haber vuelto a contactar con él, no es justo.
No me siento bien y decido salir a pasear.
Pasear y hablar con Victoria. Mi amiga será capaz de calmarme.
Cuando le cuento todo lo necesario para divorciarme ella como siempre me responde llena de calma.
-Paso a paso Bella-
-Son muchos pasos- digo mientras camino de vuelta a casa.
-La verdad es que sí, de haber sabido lo que conlleva un divorcio tal vez ni me hubiera casado- bromea.
-¿Tú y James? Moriréis casados- respondo.
-Eso es lo que yo suelo pensar pero si me preguntas ahora mismo cuando hace tan solo diez minutos que acabamos de discutir pues el divorcio suena genial- continúa bromeando.
-¿Ha sido por algo serio?
-Ha sido por su madre. Se piensa que su hijo sigue teniendo doce años y puede venir a mi casa a decirme a mí como hacer las cosas.
Me río porque la relación de Victoria con su suegra daría para varias temporadas de alguna serie de humor.
-Mi suegra no tiene remedio pero lo tuyo sí Bella- devuelve el tema de conversación- habla con Edward y sé transparente con él en el proceso, él sabe que estabas casada. Y respecto a lo demás poco a poco, un año pasa rápido y tampoco es como si tuvieras que pasar todo ese año encerrada en el juzgado con Leo.
-¿Ya? ¿Y lo de las causas? ¿Qué mierda de causas son esas? ¿Una relación solo puede romperse por cuatro motivos? Pues si así fuera la serie de Sexo en Nueva York no tendría más de dos temporadas.
-¿Qué vas a alegar?
-No lo sé.
-Adulterio- suelta sin anestesia.
-No estaba casada aún- me defiendo.
-¿Y qué? ¿Cuál de las otras causas pueden valer? Todas te las puede rebatir Leo.
-No, no, no. No quiero pensar en Leo complicando el proceso, bastante duro será ya.
-Vas a tener que hablar con él.
-Ya…- digo frente a la puerta de mi portal.
Mi amiga comienza a despedirse pero siento la imperiosa necesidad de decírselo.
-Victoria- la interrumpo- no fui sincera.
-¿Cómo?
-No fui lo suficientemente valiente como para decirle a Leo que había estado con otro.
-No me jodas tía…
-Sí…
-¿Y por qué coño no lo hiciste en su momento? Todo se sabrá tarde o temprano Bells.
-No quería hacerle daño, no quería exponerme a su juicio…. No sé. Fui cobarde.
-Mucho. Ahora vas a tener que ser valiente. ¿Venías a Londres dentro de unas semanas no?
-Sí, por el cumpleaños de mi padre.
-Igual es buen momento para comenzar el proceso.
Cuando cuelgo a mi amiga me siento más tranquila pero también más amedrentada.
No sé cómo evitar ser comida por la ola de errores que cometí en mi pasado.
Y mucho menos sé cómo hacer para que esa ola no arrastre mi futuro con Edward consigo.
.
.
.
¡Hola de nuevo! ¿Alguna pensaba que esta historia se iba a quedar sin final? ¡Pues no! Perdón por tardar tanto en subir los capítulos pero no tengo casi tiempo para escribir así que voy haciéndolo poco a poco.
¿Qué os ha parecido? ¿Qué tal los veis como amigos? ¿Creéis que se quedarán en el terreno de la amistad o pasarán al siguiente nivel cuando Bella viaje a Ibiza? Vuelve Leo chicas, Bella sigue siendo una mujer casada y hasta que no hable con su todavía marido no estará libre para estar con Edward. ¿Creéis que esto afectará a su relación?
Como ya sabéis review = adelanto (esta vez sí, lo prometo, que ya tengo el capítulo siguiente medio escrito) y las imágenes del capítulo las subiré mañana al grupo de Facebook (Feeling the reading) porque ya es muy tarde en España.
Nos leemos
