DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer pero todo lo demás es mío.
Grupo de Facebook: Feeling the Reading: Bella Bradshaw. Mañana actualizaré el grupo con imágenes del capítulo.
.
🌊 ❤️ 🌊
.
La primera semana es la que pasa más lenta. Intercambiamos whatsapps todos los días pero la diferencia horaria hace que sea complicado mantener una conversación constante.
La segunda y la tercera semana se hacen más livianas, tal vez porque ya nos hemos acostumbrado a su ritmo de sets y viajes.
Nuestro chat está lleno de fotos y vídeos de la India.
Él me dice que ojalá estuviera allí con él conociendo esos lugares, oliendo sus calles y viendo su cultura, y yo le respondo que ojalá estar allí o aquí pero juntos, sin echarnos de menos.
El pasado fin de semana quedé con algunas personas del grupo de amigos que conocí a través de una aplicación y a los cuales tenía abandonados desde hace semanas. Disfruté, me lo pasé bien y durante un ratito me olvidé de que mi novio estaba a miles de kilómetros.
Ahora estaba haciendo la compra en mi supermercado favorito porque Edward llegaba hoy de madrugada y quería poder ofrecerle un desayuno completo.
Su avión llegará cerca de las dos de la mañana y nuevamente se había negado a que le vaya a buscar al aeropuerto, así que pretendía esperarle despierta en el sofá viendo una peli acompañada de un buen café que me ayude a mantener los ojos abiertos.
Hice cena para dos por si tenía hambre al llegar y seguidamente me duché, me embarduné de crema hidratante con olor a monoï, me puse un conjunto de ropa interior negra, con encaje y transparencias y un pijama de camisa y pantalón.
Después de cenar y fregar los platos encendí una vela con olor a limón dulce mientras veía un reality en Netflix sobre compra venta de casas de lujo en Los Ángeles.
Intenté mantener los ojos abiertos pero a las doce y media de la noche me permití echarme una pequeña siesta de media hora poniéndome la alarma en el móvil.
No me despertó el sonido de la alarma si no el sonido de mi tono de llamada.
Me sobresalto y contesto carraspeando.
-Hola-
-Hola, estoy abajo.
-Voy.
Camino hasta el telefonillo y aprieto el botón con el dibujo de la llave para abrir la puerta del portal. Seguidamente abro la puerta de mi piso y corro al baño para peinarme un poco mientras Edward sube las escaleras.
Tengo marcas de la almohada en la cara y el pijama lleno de arrugas. Estupenda primera impresión.
Me cepillo el pelo y me enjuago la boca con agua brevemente antes de escuchar ruidos.
-Hola- digo sonriendo y saliendo del baño- has venido antes de lo previsto.
Edward lleva unas bermudas tipo cargo con una camiseta blanca.
-Bella, son casi las cuatro- dice riendo.
-¿En serio? Me he quedado dormida pero había puesto una alarma a la 1:30 para estar despierta cuando llegases…
-Calla- dice llegando hasta mí y besándome.
Por fin.
Sus manos a cada lado de mi cara, su pelvis contra mi abdomen, su cuerpo dándome calor a través de la ropa, su sabor y su olor invadiéndome.
Mis labios son insistentes contra los suyos y mis manos acarician sus brazos y pectorales.
-Te he echado tanto de menos- le digo susurrando mientras me separo de sus labios por unos segundos.
-No has sido la única.
Vuelvo a besarle y mis manos se cuelan por debajo de su camiseta acariciando su espalda baja.
Las suyas se mantienen en mi cara pero me atraen más contra él, pegándonos completamente.
Seguimos besándonos y tocándonos hasta que recuerdo que viene de un viaje de medio día de duración.
-¿Tienes hambre? He hecho cena para ti también- pregunto separándome lo suficiente como para mirarle.
Tiene cara de cansado.
-No, he comido en el avión. Solo me apetece darme una ducha.
-Te he dejado una toalla en el baño.
-Gracias- dice dándome un pico y caminando hasta la maleta que ha dejado al lado de la puerta.
Es una maleta enorme, no sé cómo ha podido subirla por las escaleras.
La tumba en el suelo y saca algunas cosas que se lleva consigo al baño.
Cojo mi móvil y reviso la alarma, he cambiado la hora pero no cuándo debía sonar y estaba programada para sonar únicamente de lunes a viernes, hoy en teoría es sábado así que por eso no ha sonado.
Apago la vela y la luz del salón para encender la luz tenue de la mesilla de noche de mi habitación.
Reviso Instagram, twitter y Facebook mientras Edward se ducha.
Sale de la ducha vestido solo con unos calzoncillos negros.
-He dejado la toalla colgada del mismo sitio donde estaba, ¿está bien ahí?- pregunta tumbándose a mi lado.
-Sí está perfecta- respondo girándome para mirarle de frente.
-¿Qué estás viendo?- pregunta cogiendo mi móvil-
-Solo Instagram- digo poniendo mi mano sobre su brazo.
-Mmmm a lo mejor deberías desbloquearme-
-Ya te desbloquee- le respondo riendo.
-Pero no me diste a seguir.
-Dámelo tú.
-Dátelo tú mismo- digo quitándole el móvil para buscarle dentro de la aplicación, no tardo mucho, es el primer usuario que sale al dar a la lupa. Una vez entro en su perfil con tick azul le devuelvo el teléfono.
Inmediatamente pulsa el botón azul y aparece como que le estoy siguiendo.
-En realidad te estoy haciendo un favor, sé que has estado viendo mis stories desde el anonimato.
-No es anónimo si lo hago desde mi cuenta ¿sabes?
Me río y le doy un beso en la mejilla.
-¿Qué tal el vuelo?
Suspira.
-Largo pero tranquilo- bosteza.
-No has podido dormir- afirmo tocándole la zona de debajo de los ojos.
Él coge mi mano entre las suyas y besa la yema de mis dedos.
-No he querido dormir en el avión porque quería dormir aquí contigo, intentar evitar el jet lag.
-Entonces durmamos.
-Sí por favor- pide volviendo a bostezar.
Extiendo mi mano para apagar la luz de la mesilla y me giro con la espalda de Edward pegada a mí.
Es la primera vez que dormimos realmente juntos en mi cama y no pienso dar por hecho nada referente a él nunca más. Así que para mí esta noche es importante porque es la primera de muchas.
A la mañana siguiente me despierto demasiado temprano, aun no son ni las nueve y casi podría jurar que Edward no se ha movido ni un centímetro.
La persiana está bajada así que la habitación está a oscuras y no puedo verle.
Me despego de él poco a poco y cojo el móvil con la pantalla iluminada para guiarme a salir de la habitación cerrando la puerta tras de mí.
Tras ir al baño cojo de nuevo el móvil donde guardé una receta para hacer hoy de desayuno.
Gofres con queso, bacon y salsa holandesa.
Cuando he terminado todas las elaboraciones entro de nuevo a la habitación para despertar a Edward pero no lo logro.
Solo consigo que se gire y que duerma boca abajo.
No intento despertarle más porque ayer era tarde cuando nos fuimos a dormir.
Hago tiempo viendo la tele, viendo el móvil… pero tengo hambre así que desayuno sin él.
Limpio un poco en casa, pongo una lavadora y saco el lavavajillas pero Edward sigue dormido.
Decido entrar a la habitación sigilosamente, coger ropa, cambiarme en el salón y bajar a dar un paseo.
Dejo una nota en la encimera junto a su desayuno y salgo asegurándome que llevo el móvil, los air pods y las llaves.
El tiempo aún es cálido y me permite disfrutar del calor del sol sobre mis piernas y mis brazos.
Camino unos 12 kilómetros, me tomo otro café, compro una revista en un quiosco y vuelvo a casa casi a las dos de la tarde.
Edward sigue dormido.
Intento despertarle pero tampoco lo logro esta vez.
Frunzo el ceño y salgo para hacer la comida.
Lleva casi 12 horas dormido, ¿debería preocuparme?
Preparo una ensalada de pasta con atún enlatado, maíz, tomate, cebolla, aceitunas negras y queso feta.
Como frente a la tele viendo las noticias intentando mejorar mi entendimiento del catalán.
Me quedo dormida en el sofá y cuando me despierto son casi las seis de la tarde.
El plato que sigue sucio encima de la mesa junto a la botella de agua que ya no está fría y el vaso que he utilizado.
Me levanto y camino hasta la habitación, estoy convencida de que se ha tenido que despertar y levantarse al menos para ir al baño.
Abro un poco la persiana dejando entrar los rayos de media tarde y permitiéndome tener visión dentro de la habitación.
-Edward- digo tocándole el brazo.
Repito la acción dos veces más hasta que finalmente sus ojos se abren.
-Cariño son las seis.
Frunce el ceño y con ojos adormilados se gira hacia la fuente de luz, la ventana.
Parece completamente desorientado.
-¿Y Garret?- pregunta con voz rasposa.
-No lo sé- me río levemente- ¿estás bien?
Se queda mirándome y poco a poco parece que va teniendo consciencia sobre dónde está y con quién.
Suspira y se pellizca con los dedos el puente de la nariz.
-Estamos en Barcelona- dice más para sí mismo que para mí.
-Sí-
Abre sus ojos y retira la mano de su nariz.
-Hola- sonríe.
-Hola- bajo a darle un beso suave- ¿te encuentras bien?
Asiente mientras su mano se mueve hasta mi nuca y me atrae contra él para besarme de nuevo.
-Parecías un poco desorientado hace un momento.
-Es lo que hace viajar tanto- suspira- ¿qué hora es?
-Las seis.
-¿De la tarde?- pregunta abriendo los ojos desorbitadamente.
Asiento.
-Mierda, perdón- dice sentándose en la cama.
-No hay nada que perdonar.
-Llevamos tres semanas sin vernos y cuando finalmente estamos juntos tiro un día a la basura durmiendo- se mortifica pasándose una mano por el pelo.
-Necesitabas dormir.
-También necesito estar contigo.
-Y lo estaremos, haremos algo esta noche si no estás muy cansado.
-Lo siento- repite.
-No estoy enfadada pero sí preocupada.
-¿Por qué?
-Has dormido 14 horas seguidas y aun así no te ves totalmente tú. Ese viaje te ha destrozado.
Edward se ríe y me tira contra él haciendo que me siente a horcajadas con la sábana entre medias de los dos.
-He estado en muchas ciudades, he recorrido un país muy extenso y además he hecho seis sets. No es lo normal, pero cuando hago gira es así.
-No me gusta, no me gusta que estés tan cansado- digo con la vista fija en su barbilla que acaricio suavemente con mis dedos.
-Es mi trabajo nena-
-Lo sé- suspiro.
Me besa la nariz y me coloca un mechón de pelo detrás de la oreja.
-¿Qué te apetece hacer esta noche?
-Estar contigo- respondo rápidamente haciéndole reír.
-¿Qué te apetece hacer conmigo esta noche?- reformula su pregunta.
-Muchas cosas indecentes y algunas decentes- respondo riéndome.
-Primero las decentes- dice comenzando a besarme el cuello.
-Si me besas ahí no voy a poder hacer nada decente- confieso cerrando los ojos.
Entonces para y vuelve a mirarme.
-Salgamos a algún sitio. Puede ser un sitio pequeño alejado del centro donde nadie te reconozca y puedas estar tranquilo.
-Cariño… no soy Justin Bieber, no soy tan reconocible- se ríe- podemos ir al centro.
-¿Seguro?
-¿Qué es lo peor que puede pasar? Alguna foto con fans y quizás algún periodista que sea mi fan, no pienses que los del Hola saben quién soy- se ríe.
-Lo peor que puede pasar es que vengan decenas de tías buenas a hacerse una foto contigo y a mí me toque hacer de fotógrafa y sonreír mientras toquetean a mi novio.
Ambos soltamos una carcajada y nos besamos.
-Cuando eso pase mira fijamente mis manos y acuérdate de cuando y como te tocan a ti- susurra contra mi boca.
Remoloneamos un poco más en la cama y luego nos levantamos para ducharnos y arreglarnos.
Yo voy primero a la ducha y luego me entretengo haciéndome ondas en el pelo con la plancha. Me termino de maquillar en el espejo de mi habitación marcándome mucho los ojos con eyeliner y máscara de pestañas. Me apetece ponerme pintalabios rojo pero sé que va a terminar emborronado por toda mi cara y la de Edward en cuanto nos besemos así que lo cambio por un labial nude.
El tiempo sigue siendo cálido aunque las hojas ya empiezan a caer, decido que si no me pongo este vestido hoy, no podré hacerlo hasta el verano que viene así que saco del armario uno de los vestidos que compré en Ibiza este verano y que aun no he estrenado. Es de raso y blanco, para mitigar el frío usaré un blazer negro y sandalias de tiras de tacón.
Edward me sorprende entrando a la habitación completamente vestido con un pantalón de vestir negro, una camiseta blanca, americana beige y deportivas blancas.
-¿Dónde te has vestido?
-En el salón, ahí dejé la maleta anoche.
-Métela a la habitación.
-Después, ahora mi prioridad es otra- dice poniéndose detrás de mí.
Nos miramos el uno al otro a través del espejo y miro y siento su mano en mi cintura.
-Joder eres guapísima- sonríe.
-Tienes suerte- le respondo con chulería.
-Créeme, lo sé.
-¿Vamos?
-Sí- digo poniéndome la chaqueta y el bolso.
Cuando llegamos al vestíbulo veo nuestra imagen de refilón en el espejo y decido inmortalizar el momento.
-Hagámonos una foto- le pido agarrándole de la mano.
-¿Aquí?
-Sí, aquí, en casa-
Edward es un modelo buenísimo, se nota que tiene experiencia y se conoce a sí mismo para salir bien en las fotos.
Se coloca detrás de mí y disparo diferentes fotos con el móvil.
-Me gusta esta- digo enseñándole la última foto que nos hemos hecho.
Ambos salimos mirando al espejo pero riéndonos de forma natural.
-Vamos- dice él agarrando mi mano y abriendo la puerta del portal que da acceso a la calle.
Paramos un taxi a pocos metros de la puerta y le indico que vaya hacia el barrio de El Born.
Aun es de día así que damos un paseo por el puerto, cenamos en un pequeño restaurante que nos pillaba de paso, no miramos ninguna reseña pero su crema catalana es de lo mejor que he probado estando aquí.
Finalmente vamos caminando hasta el parque de la Ciudadela donde nos sentamos frente a la cascada monumental para que mis pies descansen de los tacones.
Con el sonido del agua rodeándonos continuamos la charla que hemos iniciado en el restaurante, hablando de nuestra niñez.
-¿Quién fue tu primera novia?- le pregunto riendo.
-Tú- dice tocándome la frente con dos dedos.
-No, yo seré la última que tengas pero ¿y la primera?
-Mia Clark, tercero de primaria. Era guapa, rubia y más alta que yo. Y antes de que me lo digas, sí, ya sé que te referías a la primera novia formal, esa fue Alexa cuando ya había comenzado a ser dj.
-Me hablaste de ella, hace cuatro años.
Él asiente con la cabeza.
-¿Le tienes resentimiento?- pregunto temerosa.
Lo ideal es no tener sentimientos por tu ex, sentir indiferencia, cuando hay odio u amor es porque las puertas no se han cerrado del todo o no se han cerrado bien tras la ruptura.
-No, se lo tuve pero ya no. Más que resentimiento era envidia, ella eligió tener una vida estable y yo no tuve elección.
-Sí la tuviste.
-Cuando quise darme cuenta ya estaba demasiado metido en este mundo como para salir. Y me gustaba, por eso me quedé.
-Si no hubieras sido dj nunca nos hubiéramos conocido.
Nos quedamos mirando a los ojos un momento cada uno pensando en sus y si…
-¿Y después de Alexa?- pregunto.
-Después de ella viniste tú ese verano en Ibiza- me responde mirándome.
-¿Y después de mí?
Se queda mirándome pensando la respuesta.
-Dos chicas-
-¿Llegaste a enamorarte de ellas?- pregunto con temor.
¿Estoy a punto de descubrir que lo nuestro no es tan único?
-No- responde con rapidez- Como contigo con nadie- dice cogiéndome la mano pero evita mirarme a los ojos.
-Estás ocultándome información- le digo medio en broma medio en serio pero cuando él no sonríe sé que no tiene nada de broma.
-Sí, no quiero mentirte pero no quiero estropear esta noche.
-¿Por qué la ibas a estropear? Es el pasado y ahora estás conmigo- intento tranquilizarle a él y de paso también a mí.
-Una era modelo.
-¿No sería Irina Shayk?
-No- se ríe.
-Menos mal, no hay humano que compita con ella.
-No sé quién es esa- confiesa riendo.
-Mejor, ¿quién fue tu novia modelo?
-No sé si la palabra novia se adapta a lo que fue. Estuvimos quedando unos meses y durante un par de ellos fuimos exclusivos.
-O sea sí, era tú novia, a efectos prácticos sí.
-No, porque no había los sentimientos que había que tener. Por ninguna de las partes.
-¿Quién es?
-Bella…
-Escúchame Edward, estás aquí conmigo hoy después de todo así que hablar del pasado no va a hacer que hulla. Tú tienes más motivos que yo para huir y aquí estás.
Me mira evaluándome.
-Blanca Padilla, es española.
-¿Estuviste en Ibiza con ella?
No sé por qué pero al decir su nacionalidad lo único que se me viene a la cabeza es que haya repetido con ella lo mismo que conmigo.
-Jamás en Ibiza, en otras partes del mundo pero en Ibiza jamás.
-¿Viajabais juntos?
Mi cabeza está a mil por hora porque de repente me siento en un estatus social y económico tan diferente a Edward. Siempre he sido consciente de quién es él y lo que implica pero ahora al ver lo que puede hacer con otra mujer que tenga su mismo nivel económico me da vértigo.
Yo no puedo viajar recorriendo el mundo porque primero mi trabajo no me lo permite y segundo mi sueldo entero no puede ir destinado a billetes de avión y estancias en hoteles, aún así dudo que diese de sí para tanto.
-No, pero ella por su trabajo y yo por el mío a veces coincidíamos en los mismos lugares.
-Ya- digo con la vista fija en la fuente.
-Bella me prometiste no huir- me dice agarrándome de la barbilla y haciendo que le mire.
-Y aquí estoy- respondo agarrando su mano entre las mías.
-Mentalmente no y eso me asusta- le miro fijamente y suspiro.
-Bueno no es que tenga precisamente una autoestima baja pero me imagino a mi novio con una modelo viajando por el mundo porque ella se lo puede permitir y yo no y da rabia. Pertenecemos a estatus sociales diferentes.
-No lo hacemos- dice obligándome a levantarme del banco. Extrañada me pongo de pie pero lo único que él quiere es que me siente en su regazo.
Al mismo tiempo me viene una conversación a la cabeza que llevo años sin recordar.
-¿Te acuerdas cuando me dijiste que podrías llevarme a comer al restaurante más caro de la isla cada día y aun así podrías comprar la villa en la que vivíamos?
-No- dice frunciendo el ceño.
-Fue cuando yo volví de Londres para pasar el verano contigo. Yo no puedo permitirme el mismo nivel de vida que tú, espero que lo entiendas, y tampoco me gusta que me paguen todo así que estar conmigo implica vivir más… ¿austeramente?
Edward se echa a reír conmigo entre sus brazos.
-Bella yo vivo austeramente la mayoría del tiempo. Es cierto que el dinero no es un problema para mí y a veces compro cosas caras, caprichos, pero en mi día a día visto con ropa de zara, como comida rápida y no viajo por placer, nunca, viajo por trabajo, ellos pagan mis viajes. No soy ningún snob.
-No he pensado nunca que lo seas.
-Ese último comentario tuyo iba dirigido a un snob. Estaba preocupado de hablarte de esta chica por las comparaciones pero nunca pensé que iban a darse en esta dirección. Búscala en google.
-No lo necesito.
-Búscala por favor, hace cinco minutos no quería que lo hicieras y ahora soy yo el que te lo pide, de locos.
Saco mi móvil del bolso. Lo desbloqueo y entro en el buscador para teclear su nombre.
-¿Así?- pregunto para que me diga si está bien escrito el apellido.
-Creo que sí- responde mirando a la pantalla.
Le doy a la lupa y mi pantalla se llena de fotos de una morena, alta y delgada.
Pincho en una de ellas al azar.
-¿Tenía que ser modelo de Victoria's Secret?- pregunto mirando una foto en la que sale desfilando.
Veo más fotos y caigo en la cuenta de las palabras de Edward sobre las comparaciones.
-Madre mía Edward…-digo cayendo en la cuenta.
-Estaba enfermo- dice escondiendo su cara en mi cuello.
-Esta chica es…
-Es muy parecida a ti.
-Tenemos rasgos diferentes pero el pelo, los ojos…
-Ya.
-¿Cuánto estuviste con ella?
-Tres meses o así.
La chica, Blanca, es bastante parecida a mí. Cabello castaño, corte de pelo similar, ojos marrones, la cara… no sé, éramos muy parecidas.
Este nuevo dato hace que cambie mi perspectiva hacia ella. Ya no tengo envidia de que esté al mismo nivel socioeconómico que Edward.
-¿Me vas a mirar raro a partir de ahora?
-No- respondo besándole para confirmar mis palabras.
-Yo me sentí atraído por ella porque se parecía a ti y tú te sientes intimidada por ella cuando no hay color entre vosotras, es de risa.
-Es de risa eso pero no lo que te decía sobre que somos diferentes.
-Bella, pienso gastarme todo el dinero que necesite para estar contigo. Si mi estatus económico hace más fácil llevar una relación a distancia lo usaré a nuestro favor y me gustaría que tú también lo usaras. No te pido que uses un avión privado para hacerte fotos y subirlas a Instagram para presumir pero sí te pido que lo uses para verme, para hacérnoslo más fácil a los dos.
-Vale- acepto sin más- si los dos obtenemos un beneficio como pareja entonces vale.
-Bien- dice antes de besarme.
-¿Cuándo estuviste con ella? ¿Después de mí?
-Eres implacable- responde riendo- no, había pasado ya un año o más.
-Vaya que te pegué fuerte- le digo riendo.
-Muy fuerte y que así siga- responde antes de besarme- ¿y tú?
-Mmmm no he tenido muchos novios después de ti, solo Leo. Ya te dije que tardé mucho tiempo en poder estar con otro chico después de ti.
-¿Quién fue el afortunado?
-De afortunado nada, fue un polvo horrible. No sé quién fue.
-Bella no mientas…
-No miento. Fue una noche en mayo, volvía a hacer calor y fui con los de la oficina a un concierto.
-¿Repetías patrones?
-No, no sé- acepto finalmente- había rechazado a muchos chicos y esa noche salí con la mentalidad de olvidarme del todo de ti. Ya había habido un después de ti en casi todo pero no en el sexo, así que dije que de esa noche no pasaba. No recuerdo su cara ni su nombre, llevaba una camiseta amarilla. Fuimos al coche de su amigo y cuando se introdujo en mí dejó de sentirse correcto. No lloré allí por orgullo pero lloré en casa, por primera vez el sexo me había hecho sentir mal- suspiro.
-Recuerdo lo que me dijiste cuando nos volvimos a ver en esa fiesta en Ibiza el año pasado.
-¿Qué dije?
-Cuando volví a estar dentro de ti dijiste ''encajas en mí''- cita.
-Sí, es cierto, el sexo contigo es como un engranaje perfecto. No hay momentos incómodos, ni reajustes…- ambos nos reímos antes esta expresión.
En ese instante tiemblo, no sé si de frío o recordando el momento.
La mano de Edward frota mi brazo dándome calor.
-Vámonos a casa- me pide palmeando mi rodilla.
Me pongo en pie y me doy cuenta de que mi pie izquierdo se ha quedado dormido.
-No sé andar Edward- digo riéndome en medio del parque agarrada a su brazo.
Él se ríe de mí y se aleja.
-¡Ayúdame!-
Es complicado andar con un pie dormido y tacones finos de 8 centímetros.
Después de un par de minutos intentando que la sangre circule por mi pie logro recuperar su sentido del todo.
Edward intenta darme la mano pero se la rechazo juguetonamente.
-Ahora no me hace falta- le digo fingiendo molestia y caminando a su lado.
-Me da igual, quiero ir así contigo y si tú no pues te aguantas- ríe.
Se acerca a mí y pasa su brazo derecho por detrás de mis hombros llevándome consigo.
Solo resisto unos segundos en elevar mi mano derecha y entrelazarla con la suya que está sobre mi hombro.
Me giro a darle un beso y él lo profundiza todo lo que puede.
Caminamos en silencio hasta la salida del parque donde hay taxis parados y nos subimos a uno. Doy la dirección de mi casa y me recuesto en su pecho.
Cuando llegamos a casa nada más abrir la puerta del portal me quito los tacones y subo con ellos cogidos de la mano.
Mi casa nos recibe con su característico olor a hogar.
Nos desvestimos cada uno por nuestro lado y en ropa interior camino al baño.
-Voy a desmaquillarme- le digo a Edward que está doblando su ropa encima de una silla.
-Vale.
Me esmero en quitar todo el maquillaje de ojos, en lavarme los dientes y recogerme el pelo.
Cuando salgo del baño la estancia ha cambiado su iluminación.
No hay luces, hay velas.
-¿Edward qué es esto?- pregunto entrando en mi habitación.
-Ven- dice dándome la mano.
Le sigo sin dudar y me pone de pie frente a la cama.
-¿Sabes la relación entre la India y el sexo?- me susurra al oído poniéndome la piel de gallina.
-Mhm- afirmo mordiéndome el labio.
-Allí hay templos dedicados únicamente al sexo. Te he traído unos regalos. Este es el primero- me indica dándome una caja envuelta en papel de seda.
Lo abro y hay una tobillera que recorre el tobillo y va hasta el dedo del pie. Toda ella recubierta de brillantes.
-Es preciosa- digo girándome para darle un beso.
-Póntela-
Me siento en la cama y me pongo la tobillera que resplandece en mi pie bajo la luz de las velas.
-Me encanta pero dime que no son diamantes.
Edward se ríe y me pone de pie junto a él de nuevo.
-Solo te diré que no la dejes a la vista de miradas golosas.
Vuelvo a mirarme el pie y me mareo un poco al pensar cuánto dinero puedo llevar ahí colgando.
Los labios de Edward me sacan de mi mareo momentáneo rápidamente.
Mi mano va a su polla cubierta solo por la tela de su ropa interior.
Me gira para desabrocharme el sujetador y se arrodilla detrás de mí para bajarme el tanga y dejarme únicamente con la tobillera.
Su nariz y su lengua recorren la cara posterior de mi pierna hasta llegar a su punto de unión con la otra. Noto la nariz de Edward juguetear con mis labios externos y su boca deja un beso mojado sobre éstos.
Cierro los ojos disfrutando de la sensación.
Mi mano va hacia atrás buscándole y cuando le encuentro le acaricio sobre la tela.
-Túmbate- me dice al oído.
-Le hago caso y me tumbo boca arriba en la cama.
-Boca abajo- me dice sonriendo.
-¿Seguro?- le digo separando mis piernas y mirándole fijamente para luego bajar la vista al bulto que hay en sus calzoncillos.
-Eres una provocadora- sonríe y me junta las rodillas para dejar de mostrarme ante él.
-Solo contigo-
-Estupendo entonces. Gírate.
Le hago caso y me tumbo boca abajo en la cama.
Noto su peso sobre mí.
Pone cada pierna a cada lado de mi cadera, sentado a horcajadas juntos donde acaban mis glúteos.
Se estira hacia la mesilla, lo noto.
-Cierra los ojos.
Ahora solo percibo su presencia a través del oído y del tacto.
Escucho como manipula algo y como se apoya en mí.
Su ropa interior se ha ido y su polla me roza la espalda baja.
Algo cae sobre mi espalda, gotea.
No puede ser él, su respiración no está acelerada.
-Es aceite para masajes, otro regalo indio. Tiene propiedades estimulantes, hará que te excites.
-¿Más?
-Más sí- responde con una sonrisa, se nota en su voz.
Sus manos recorren mi espalda y la parte superior de mis hombros, se deslizan con facilidad gracias al aceite.
Tras una gran barrida por mi espalda, sus manos van a mi culo y masajean mis glúteos.
Echa un poco más de aceite en el valle entre mis glúteos y pasa un dedo por ahí hacia abajo llevando aceite a mi vulva.
Suspiro.
Repite el movimiento con suavidad.
Luego lo repite pero no con su dedo si no con su polla.
Gruño cuando juega con mi vulva sin abrirla.
-Métela- le regaño sin abrir los ojos.
Él solo se limita a reírse.
Vuelve a pasar su polla por toda la superficie, como antes.
La tercera vez noto como se para a acariciar la entrada de mi ano.
Luego dejo de sentir la cabeza de su polla para sentir su dedo.
-No Edward- digo tensándome.
-¿No?
-No, por el culo no- le digo girándome a mirarle.
Frunce el ceño.
-Ya lo hemos hecho antes.
-Ya pero…. Hace mucho- digo volviendo a tumbarme boca abajo.
-¿Hace mucho? ¿Es que no has vuelto a tener sexo anal?
La habitación se queda en silencio.
-No- susurro- no he tenido la confianza con nadie como para hacerlo.
-Pero conmigo lo hiciste y yo estoy aquí- me dice acariciándome la espalda con cariño.
-Sí pero…. Hoy no ¿vale?
-Vale pero confía en mí. No habrá sexo anal hoy pero no me pares, por favor.
-Vale-
Sé que en el fondo todo lo que me haga Edward me gustará pero el sexo anal no me llama la atención especialmente. No me veo capaz de albergar su pene en mi recto, no tanto por su largo pero sí por su ancho. Ya lo hice una vez pero no sé si sería capaz de repetirlo.
Ningún hombre después de él ha intentado el sexo anal conmigo de nuevo. Para Leo eso era una aberración y con los otros no había confianza suficiente.
Los labios de Edward sobre la parte de atrás de mi cuello me traen de nuevo al presente.
Suspiro ante el contacto de sus labios y de su pecho contra mi espalda.
Sus manos acarician mis costados rozando el lateral de mis pechos.
Los besos van bajando por toda mi columna vertebral hasta mi coxis.
Elevo las caderas sin querer y ambos nos reímos.
-Espera un momento- me dice.
Dejo de sentir su peso sobre mí y escucho como sale de la habitación. Vuelve a los pocos segundos.
-Sube- me pide tocándome la lumbar.
Le hago caso y noto como coloca algo rugoso debajo de mí.
Extrañada abro los ojos y miro qué es; una toalla enrollada que permite que mi cadera se quede elevada sin esfuerzo por mi parte.
-Cierra los ojos- me vuelve a pedir colocándose donde estaba antes.
Sus manos vuelven a acariciar mi espalda, mis glúteos, mis brazos…
Sus besos se vuelven mojados sobre mi piel repitiendo el mismo camino de antes solo que ahora no paran en mi lumbar.
Él separa mis glúteos con ambas manos en cada uno y su boca continúa besándome hasta que llega a la entrada de mi ano y la acaricia con su lengua.
Gimo sin querer.
-¿Esto te gusta?
-Mhm-
Su boca vuelve a mi entrada acariciándola con la lengua y con sus labios.
Mis caderas se mueven hacia arriba sin querer.
Su dedo se une a su boca acariciando alrededor de la zona rugosa.
Juega un poco más ahí y luego su boca baja hasta mi vulva. Separa mis labios vaginales con la lengua poco a poco. Introduce la punta y yo abro un poco más mis piernas para que acceda mejor.
Su lengua se introduce en mí completamente y luego se suman sus dedos.
Mis caderas se mueven buscando la fricción que la toalla puede dar a mi clítoris.
Sus dedos continúan acariciándome el interior de mi vagina pero su boca vuelve a mi entrada anal.
-Edward- gimo contra la almohada.
Ahora entiendo porque solo he compartido el sexo anal con él, porque se toma su tiempo, me excita, me lleva al límite tal y como está haciendo ahora y en el punto en el que me encuentro haría cualquier cosa, todo me apetece.
Un dedo de la otra mano comienza a jugar de nuevo con mi ano, apretando, acariciando la superficie resbaladiza por el aceite y su saliva.
-Mételo- le pido gimiendo.
-¿Segura? Me has dicho que no querías-
-Segura. Quiero más-
-Dime cómo lo sientes-
Noto su dedo haciendo presión en mi entrada y luego la presión aumenta.
-¿Te duele?-
-No.
Voy sintiendo cada vez más presión y asumo que es su dedo introduciéndose más y más.
Los dedos que están en mi vagina vuelven a moverse y siento todo mucho más.
-Joder Edward- gimo.
Él solo se ríe.
El placer va aumentando y mi mano busca su polla que está a uno de mis costados.
Le masturbo con suavidad.
De repente saca todos sus dedos de mi interior y se vuelve a poner sobre mí.
La cabeza de su polla tantea mi vagina y se introduce poco a poco en mí.
Ambos gemimos cuando su pelvis choca contra mi culo.
Él empieza a moverse hacia adelante y hacia a atrás, saliendo y entrando de mí.
-Así cariño- le digo elevando mi brazo y acariciándole la cabeza.
Giro mi cabeza y nos besamos mientras continúa moviéndose.
Luego nos separamos y él se apoya de rodillas sobre la cama haciendo que yo me quede en la posición del perrito.
Embiste contra mí mucho más fuerte y la habitación se llena del sonido acelerado de nuestra respiración y de nuestras pieles chocando una contra la otra.
Su mano izquierda abandona mi cadera y vuelvo a sentir su dedo sobre mi ano.
Lo vuelve a introducir y lo deja ahí quieto mientras su polla entra y sale de mí.
-Me gusta mucho- le digo con la respiración entre cortada.
-Tu culo… Dios- susurra.
Siento que me voy a correr muy pronto.
Un par de embestidas más y me corro dejándome caer sobre la cama pero Edward es implacable y sigue entrando y saliendo de mí.
Para el momento en el que él se corre cayendo sobre mí yo ya me había corrido dos veces.
Nos recuperamos un poco y él se sale de mi interior tumbándose a mi lado.
-Uff- dice riéndose.
-Uff- repito acariciándole el pelo que está un poco mojado por el sudor.
Nos besamos con tranquilidad abrazándonos y acariciándonos.
-¿Te ha gustado?- le pregunto.
Él se echa a reír.
-¿Gustado? Mucho más que eso.
-Haces conmigo lo que quieres, mi cuerpo es completamente tuyo- le digo volviendo a reír.
-Solo es mío en la medida en la que tú me dejes poseerte.
-Completamente, ya lo sabes- digo pasando una pierna por encima de su cadera.
-Contigo es diferente a todo lo demás, me siento contigo de una forma que no sé explicar.
-Es igual para mí, contigo es todo tan intenso, quiero darte todo- confieso.
Edward me vuelve a besar con más intensidad colocándose sobre mí de nuevo.
-Te quiero- le digo entre besos así como él a mí.
Entre besos y sentimientos confesados entre susurros mis piernas vuelven a separarse y él vuelve a introducirse en mí, donde pertenece.
No hay nada lujurioso esta vez, solo amor.
-Te amo- me dice cuando vuelve correrse en mi interior.
Edward se acuesta sobre mi pecho, mis manos jugando con su pelo y así nos quedamos dormidos.
.
.
.
¡Hola! Os he traído un regalo navideño. Espero que estéis teniendo unas felices fiestas y que disfrutéis de esta versión de Edward y Bella más casera. ¿Os gusta cómo va consolidándose la pareja? Edward ha tenido dos novias estos años, ¿quién será la segunda?
Quería subir hoy el capítulo sí o sí porque este último mes ha sido extremadamente estresante y no quería esperar más ahora que he tenido unos días para escribir. Perdón por no enviar adelantos pero a cambio os subo el capítulo completo. El próximo capítulo lo subiré muy pronto porque ya está escrito.
Muchas me preguntáis si el final está cerca y la respuesta es no. Hemos conseguido que finalmente estén juntos, ahora que ya lo están no va a ser todo flores y corazones, recordemos que tienen una relación a distancia que no puede ser para siempre, un divorcio sin resolver, Edward un trabajo un tanto peculiar, familias y amigos en común que no conocen… están en la fase de luna de miel donde solo se trata de ellos pero quiero mostraros como enfrenta esta pareja el salir de su burbuja personal.
Dicho esto espero leer vuestras impresiones en los reviews y esta vez sí enviar el adelanto correspondiente. Muchas gracias por leer.
