DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer pero todo lo demás es mío.
Grupo de Facebook: Feeling the Reading: Bella Bradshaw.
.
🌊 ❤️ 🌊
.
Noviembre trajo consigo la lluvia y el viento, los días cada vez más cortos y a falta de un mes, también trajo consigo la Navidad.
Nuestra empresa estaba hasta arriba de campañas de Navidad, sobre todo perfumes y bebidas alcohólicas. Así que estaba viéndome obligada a trabajar horas extra, salía de casa de noche y cuando regresaba ya era de noche de nuevo.
Hablaba con Edward por videollamada a la hora del almuerzo e intercambiábamos algún whatsapp durante la tarde pero la comunicación empezaba a ser complicada cuando me pasaba horas y horas frente al ordenador rodeada de mis compañeros.
Así que me sorprendió cuando me llamó un martes a primera hora de la mañana.
-¿Cariño, qué pasa?- dije nada más coger la llamada.
-No pasa nada- se río y suspire.
-Es raro que me llames a esta hora, además estoy trabajando.
-No voy a quitarte más de dos minutos si dices que sí y cinco si dices que no- volvió a reírse.
-Vale- respondí un poco dudosa aun.
-Hoy es el cumpleaños de David y hace una pequeña fiesta para celebrarlo.
Escuchaba a Edward mientras escribía en un post it rosa ''felicitar a David'' para que no se me olvidase.
-Hace una fiesta en su apartamento de Paris, yo voy y quiero que vengas conmigo, si puedes y si quieres.
-En Paris- digo sorprendida- En Paris hoy.
-Sí nena, en París hoy.
-Cariño, la teletransportación no se ha inventado todavía- me río echándome hacia atrás en la silla de mi oficina.
Edward se ríe al otro lado de la línea.
-Este es el plan: acabo de venir a Ámsterdam como te dije así que esta tarde cogeré el jet hasta Paris pero si tú quieres venir te paso a buscar y vamos juntos.
Me vuelvo a reír con incredulidad.
-¡Edward que esto no es un taxi que podamos compartir!
Ambos nos reímos.
-Es una excentricidad, lo sé, no va contigo, también lo sé, pero vamos… son solo unas horas y podremos estar juntos. Llevamos una semana donde apenas podemos hablar y nuestro plan de vernos en Rotterdam también se ha venido abajo...
-Y me apetece mucho pero es que saldré sobre las seis de la oficina y mañana entro a las ocho- digo mirando el reloj que cuelga de la pared.
-Te recojo a las seis en la oficina y estaremos en Paris sobre las ocho, llegaremos de sobra.
-¿Y volver?
-Lo que tú quieras, podemos volver esta misma noche o dormir en Paris y volver mañana por la mañana.
Me mareo solo de pensarlo.
-No estoy acostumbrada a esto.
-Por favor- me pide.
-Está bien- digo sonriendo- tampoco es como si no me gustase el plan, es solo que la logística…
-Mientras no se enteren los ecologistas todo está bien- expresa riendo.
Hacer vuelos innecesarios en avión privado no es precisamente algo que haría una persona por cuidar su planeta.
Cuelgo la llamada sonriente hasta que me doy cuenta de que no estoy preparada para pasar la noche fuera. Ni si quiera tengo el móvil con más de un 40% de batería. Así que aprovecho el rato del almuerzo para coger un taxi, irme a mi casa y preparar una pequeña maleta con lo imprescindible.
Como un triste sándwich refrigerado frente al ordenador y me paso corriendo toda la tarde hasta las cinco y media cuando decido seguir trabajando pero bajando el ritmo porque estoy estresada.
A las seis en punto me llega un whatsapp de Edward diciéndome que está abajo esperándome.
Evito el ascensor pese a llevar la maleta y bajo corriendo las escaleras rezando para no encontrarme a Ona y que me mande más trabajo para hoy.
Tras las puertas de cristal veo un taxi parado con ambas luces de los intermitentes dadas. Corro hasta él y abro la puerta lanzándome al asiento trasero.
-¡Eh! ¿Qué pasa?- pregunta Edward sonriente antes de darme un beso.
-Nada- respondo fatigada- solo quería salir rápido antes de que Ona me cargue con otra reunión.
-Ya estás a salvo- dice colocándome el pelo tras la oreja.
-Ven- digo agarrándole detrás de la nuca para darle un beso en condiciones.
Nos besamos mientras el coche avanza y sus manos me sujetan por la cintura.
Mientras mis labios siguen pegados a los suyos lleno mis pulmones de su olor, mezcla de su perfume y su olor corporal que tanto me gusta.
-¿Qué tal estás?- me pregunta separándose de mí.
-Bien- sonrío.
-Tu cara no dice lo mismo y esta última semana también te he notado agobiada.
-Así es, es temporada alta de trabajo y por más tiempo que le dedico la carga del mismo no baja. Me vendrá bien esta escapada- respondo riendo y haciendo unas comillas en el aire con los dedos- pero no tengo regalo para David.
-No te preocupes por eso, entre nosotros no nos hacemos regalos.
El taxi conduce hasta el aeropuerto donde nos espera un pequeño avión.
-Nunca he subido a uno de estos, me siento Taylor Swift- le digo riendo mientras bajamos del taxi.
-Ven, te presentaré a la tripulación.
La tripulación se componía de dos mujeres y un hombre, la piloto, la copiloto y el auxiliar de vuelo. Todos muy simpáticos y amables.
Una vez nos adentramos en el aparato veo que se ha intentado crear un pequeño salón en el estrecho espacio.
Hay sofás reclinables individuales a un lado y al otro un gran sofá donde una persona puede tumbarse y descansar. También hay dos pequeñas mesas a los laterales y el baño está al fondo.
-Así que así es como viajan los números uno- digo sentándome en el gran sofá.
-Normalmente no es así, normalmente está lleno de hombres hablando, ensuciando y durmiendo. Nada cool- responde sentándose a mi lado- ¿quieres comer algo?
Niego con la cabeza.
-¿Dormir?
-Estoy demasiado emocionada por ir a Paris contigo en un jet privado como para poder conciliar el sueño.
-Nos dirigimos a pista de despegue- nos informa el auxiliar de vuelo.
Nos sentamos en los sofás individuales para ponernos el cinturón y me quedo en silencio mirando por la ventana hasta que el avión despega y Barcelona es solo un conjunto de luces.
Edward me saca de mi ensoñación besándome el cuello y haciéndome cosquillas.
-Ven- dice tirando de mí para movernos al sofá grande.
Él se tumba conmigo encima de él pasando su brazo por debajo de mi cuerpo.
Sus besos continúan acariciando mi cuello.
-Edward- susurro apartándome por las sensaciones- no estamos solos.
-No van a entrar aquí ahora.
-No puedo concentrarme en echar un polvo con tres personas detrás de esa cortina.
-¿No quieres unirte al Mile High Club?- me besa la oreja.
-¿Sexo en las alturas?
-Sí.
-¿Es una de tus fantasías sexuales?
-Contigo sí.
Su mano se mete por dentro de mi camiseta hasta tocar mi abdomen.
Me río y meto mi mano por dentro de su pantalón tocando su culo.
Minutos después tengo el botón desabrochado y la cremallera del pantalón bajada con la mano de Edward bajo mi tanga y su dedo en mi interior.
Intento disfrutar pero mi mirada no abandona la cortina color marrón por donde en cualquier momento puede entrar alguien.
Noto que Edward aleja su mano de mi interior.
-No estás cómoda-
-Sí, me está gustando pero no puedo evitar estar en guardia.
Edward mira hacia la cortina y se incorpora en el sofá.
-Olvídate de ellos, piensa en mí, en tu novio que llevas semana y media sin ver.
Me río.
-En tu novio que está así por ti- responde bajándose un poco el pantalón y sacando su polla levemente.
-¿Por mí?- pregunto con picardía acariciándole.
-Por ti y por esas fotos que me mandaste el sábado.
Me río recordando a qué fotos se refiere.
-Salí al escenario empalmado, no puede ser-
-No sabía que estabas a punto de subir al escenario, calculé mal el tiempo con el cambio horario.
-Yo creo que lo hiciste a posta- dice besándome con fuerza y restregando su polla contra mi abdomen.
Gimo contra su boca.
-Shhh- me regaña riendo- no queremos que nos pillen.
La verdad es que me empezaba a dar igual que nos pillasen.
Giro la cabeza hacia la zona de los sofás individuales.
-Vamos ahí- le digo señalando esa zona del avión.
Nos ponemos de pie y caminamos hasta los sofás. Hago que él se siente en uno de los sillones que están orientados hacia el otro lado de la cabina de tal manera que el respaldo nos permita ocultarnos.
Sus manos intentan bajarme el pantalón pero no se lo permito.
-¿No?- pregunta mirándome.
-Aún no- respondo arrodillándome delante de él.
El espacio es limitado porque la mesa lo dificulta todo pero logro bajarle aun más los pantalones y meterme su polla en mi boca.
Succiono y le acaricio con mi lengua mientras él sisea y se muerde el labio para no emitir ningún sonido.
Sus manos están enredadas en mi pelo y estoy segura de que tendré que llevar una coleta esta noche para arreglar el desastre que está haciendo en él.
-Quiero correrme- me avisa.
Vacío mi boca antes de hablar.
-¿Qué te lo impide?- le sonrío acariciándole los testículos.
-Tú-
-¿Yo?- me río.
-Sí, ven aquí- dice obligándome a ponerme de pie.
Sus manos van a las trabillas de mis pantalones vaqueros en cuanto estoy de pie a su lado, bajan poco a poco hasta la mitad de mis muslos y luego va mi tanga.
Miro la cortina esperando que nadie aparezca pero mi visión cae a mi cadera inmediatamente cuando noto la lengua de Edward en mi pubis.
Solo veo su cabeza mientras su lengua acaricia levemente mi clítoris.
-Vamos al baño- le pido en un susurro.
-Es muy pequeño- me responde separado su cabeza de mi cadera- aquí es mejor- dice riendo y palmeándose su regazo- Quítate los pantalones.
-No-
-Bella…- comienza a protestar.
-Shh- respondo bajándome la ropa hasta los tobillos y sentándome encima de él con su pecho en mi espalda.
La postura no es perfecta y que estemos a medio vestir ambos dificulta todo. Tenemos que reajustarnos varias veces en el asiento hasta que finalmente agarro su pene con mis manos y coloco la punta entre mis labios vaginales, Edward da el empujón definitivo para colocarse en mi interior.
Moverse tampoco es fácil así que Edward me ayuda a subir y bajar sobre él con sus manos en mis caderas y yo cojo impulso agarrada a los bordes de la mesa.
Intentamos no hacer ruido, de verdad, pero cuando él sube el ritmo y hace que me corra se me escapa un gemido muy alto. Así que cuando él se corre en mi interior su boca está mordiendo mi clavícula.
-Au- me quejo cuando las sensaciones del orgasmo se apaciguan.
Mi mano va hacia su mordida.
-Lo siento cariño- susurra dándome un beso en esa zona.
-Eres un salvaje- digo riendo masajeando la zona.
Mi cabeza gira hacia atrás para que podamos besarnos pero una pequeña turbulencia nos hace separarnos.
Me pongo de pie y me coloco la ropa de nuevo al igual que él.
Mentalmente pongo un check a la lista de sitios donde tener sexo: en un jet privado sobrevolando algún punto de los Pirineos.
El resto del vuelo lo paso sentada encima de él pero sin ninguna índole sexual, tan solo hablando y acariciándonos.
Cuando el auxiliar de vuelo entra para avisarnos de que comenzamos a bajar en altura voy al baño a retocarme el maquillaje y sí, mi pelo es un desastre.
Lo recojo atrás y lo sujeto con una goma que siempre llevo en mi muñeca.
-Cuando volvamos a tener conexión a Internet, igual es buena idea reservar en algún hotel para pasar la noche- me propone Edward según salgo del baño.
-¿Alguna recomendación?
-Lo que salga en Booking- ríe.
-Ahora lo vemos- contesto riéndome con él- entonces dormimos en Paris y mañana vuelta a Barcelona.
Asiente.
-No vamos a dormir mucho si tienes que entrar a las ocho a la oficina. Le diré a la tripulación que programe el vuelo para las 5:30.
Gimo de dolor solo en pensar en lo mucho que vamos a madrugar y lo largo que se me va a hacer el día.
-¿Y tú luego te vas a Países Bajos de nuevo?
Él asiente.
-Estaré allí hasta pasado mañana y después vuelta a casa.
-¿A Los Ángeles?
- A Los Ángeles donde tú vendrás en unas semanas.
-He pensado en llevar algún regalo a tu familia- le comento.
-No, no lleves nada.
-Lo cordial es llevar algo- discuto.
-Pero no es necesario.
-Yo creo que sí, es una obligación intrínseca, una norma social.
Edward se ríe.
-No. ¿Por qué sientes esa obligación?
-Porque quiero causar buena impresión a tus padres- confieso.
Edward vuelve a reírse.
-¿También te pondrás perlas y una falda por debajo de la rodilla?
-Edward- me quejo se burla.
-No seas boba, eres estupenda, eres perfecta para mí y eso es lo importante- resume antes de darme un beso en la mejilla- vas a encantarles a todos, me preocupa más la impresión que te lleves tú de ellos.
Subo las cejas sorprendida.
Estaba tan ocupada pensando en cómo gustar a su familia que no había caído en pensar que igual son ellos los que no me gustan a mí.
-Dudo que mi impresión sea mala.
-Bueno… tienen sus cosas- responde sin mirarme.
-¿Han espantado a tus anteriores novias?
-No- responde él- tú eres la primera a la que llevo así que…
-¿Nunca has presentado a una chica a tus padres?- exclamo sorprendida.
-Mi madre ya conocía a Alexa antes de ser mi novia, así que no hubo presentación oficial.
-Pero…
-Bella, no me importa lo que opine mi familia de ti, la única primera buena impresión que debe preocuparte es la mía y creo que ya sabes que esa es buena- responde guiñándome un ojo.
En ese momento se enciende la luz que nos obliga a ponernos el cinturón. Esperaba una fuerte sacudida cuando el avión tocase tierra pero fue un aterrizaje suave.
Tras despedirnos de la tripulación bajamos del pequeño aparato por unas estrechas escaleras y nos subimos a un coche azul oscuro que estaba esperándonos en la pista.
De camino a casa de David miramos hoteles y tenemos una pequeña discusión porque Edward se ha encaprichado de dormir en un hotel decorado estilo siglo XVI y la noche cuesta 300€. Yo creo que otro hotel un poco más lejos del centro y lujoso pero más austero por 100€ la noche es más que suficiente para las poco más de seis horas de estancia que vamos a tener.
Edward gana la discusión cuando me dice que ya ha pagado la reserva mientras yo buscaba otro hotel desde mi teléfono.
Recuerdo el momento en el que Carrie llega a París en Sexo en Nueva York y se maravilla de sus calles desde el coche, a mí personalmente París no me entusiasma demasiado pero su estilo me recuerda mi Erasmus, y al tiempo que viví en Nantes.
Entre las calles de la ciudad no vemos la torre Eiffel, tan solo logro deslumbrar el río Sena.
El coche para frente a un gran edificio con balcones antiguos y fachada color blanco con ornamentos.
-¿David tiene un piso aquí?- pregunto maravillada por el edificio mientras salgo del coche.
-Un dúplex sí- responde Edward agarrándome la mano y caminando hasta la puerta.
Saca el móvil para teclear un código que le da acceso al portal de edificio y le enseña la pantalla al portero.
Una vez éste ha escaneado el QR de la pantalla de Edward, nos acompaña muy serio a los ascensores, se sube con nosotros y marca el último piso.
Miro a Edward subiendo las cejas y este sonríe ante la actitud del hombre estrechamente proteccionista.
Se despide de nosotros brevemente y entiendo porque nos ha acompañado, porque el ascensor da directamente al interior del apartamento, sin puertas.
Caminamos hasta el salón guiados por las voces y vemos que hay unas veinte personas repartidas por la estancia. David está sentado en uno de los sofás con una copa de vino tinto en la mano mientras habla con otros dos amigos.
-David- silva Edward llegando hasta él.
-¡Por fin!- Se levanta sonriendo y camina hasta nosotros.
Nos saludamos con un abrazo y tres besos, siguiendo el estilo francés.
Le felicitamos y nos invita a ponernos cómodos.
Nos obliga a bebernos una copa de vino francés.
Hay más gente que Edward conoce, entre ellos una mujer rubia, muy joven, muy alta que está con un hombre más mayor que ella, moreno con ojos verdes.
-Bella, este es Michiel- me presenta poniendo su mano en la espalda baja- y su prometida Annika.
Nos saludamos con la mano y me uno a su conversación.
Él tiene un poco de acento al hablar lo que denota que no es su primera lengua mientras que ella es estadounidense.
David nos llama para que pasemos a otro comedor y comenzar a cenar.
-¿Ese no es Tiesto?- le pregunto en voz baja a Edward.
-Sí, lo es. Me alegra que empieces a reconocer a los que nos dedicamos a la música electrónica- sonríe.
-Bueno yo no diría tanto, solo que hace unas semanas vi una foto en la que tú salías con él y le he reconocido.
-¿Qué foto?
-Esta- digo sacando mi teléfono y yendo a su perfil de Instagram.
Tengo que bajar durante un rato hasta que la encuentro y se la muestro.
-Nena esa foto es de hace tres años, ¿cómo llegaste a ella?- pregunta cogiendo el teléfono entre sus manos.
-No lo recuerdo.
Sí lo recuerdo. Cuando estuve en Londres decaída por la prisión que me había impuesto Leo al no querer darme el divorcio pasé mucho tiempo mirando sus fotos.
-Me has estado stalkeando- adivina.
Me le quedo mirando hasta que ambos nos reímos.
-Sí y ¿qué pasa? Eres mi novio, puedo hacerlo.
-Puedes hacerlo- confirma riendo.
-Y si no me dabas permiso lo iba a hacer igual…- respondo volviendo a caminar hasta el comedor- pero una cosa- me giro hacia él antes de pasar por el arco que divide la estancia- ¿cuántos años se sacan?- pregunto curiosa.
-Bella no juzgamos- me dice serio.
-No lo hago.
-Sí lo haces porque si no, no estarías preguntando.
-No juzgo pero me resulta curioso, ella creo que es incluso más joven que yo y él a mí me saca fácil 15 años.
-No sé cuánto se sacan, ella sí es un par de años más joven que tú pero se quieren, van a casarse, están enamorados, es todo lo que nos importa.
-Vale, lo siento, no lo he hecho para ofenderte hablando mal de tu amigo.
-No es mi amigo pero las relaciones de pareja son complicadas, con nuestro trabajo aún más y si encuentras a una persona que te quiere y te acepta con el estilo de vida que llevamos creo que todo lo demás deja de tener importancia.
Me paro a pensarlo un momento y sé que tiene razón.
Incluso encuentro una similitud con nosotros, la diferencia de edad no importa para ellos así como mi estado civil no importa para nosotros.
-Vamos- me dice Edward conduciéndome al interior.
Nos sentamos uno frente al otro y precisamente Annika se sienta a mi lado.
Hablamos un poco durante la cena, de su trabajo y el mío, de cómo nos conocimos Edward y yo y de cómo se conocieron Tiesto y ella. De lo difícil que es compaginar sus dos trabajos y de cómo le pidió matrimonio.
Me cae bien.
El postre es una gran tarta cuadrada llena de velas que trae una persona con la cara cubierta con una máscara.
Creo que todos estamos más pendientes de la persona en sí que de la tarta y de David.
Al grito de ¡sorpresa! La persona se retira la máscara y veo que es Jessica.
David y ella se besan mientras los demás aplaudimos y nos reímos.
Al parecer Jessica estaba trabajando y en principio no podía venir a la fiesta pero al final lo ha conseguido.
Tras la tarta vino el champán y volver al salón donde habíamos estado al principio.
Edward está hablando con David y con otros amigos de éste último.
Así que decido salir a uno de los balcones desde donde se ve la torre Eiffel muy a lo lejos. Está iluminada.
Pasan pocos minutos hasta que Edward sale a hacerme compañía.
-Hace frío- comenta.
-Sí, lo hace- respondo poniéndome la chaqueta que me ofrece.
-¿Habías estado alguna vez en París?
-Sí, muchas- respondo abrazándole y apoyándome en su pecho- cuando viví en Nantes veníamos al menos una vez al mes.
-¡Cierto se me había olvidado por un momento! De hecho esos chicos con los que estaba hablando son amigos de David, son franceses, ellos no hablan inglés y yo no hablo francés así que era un poco difícil entendernos. Podría haberte llamado para que me hicieras de traductora.
-Podrías sí- sonrío.
-Dime algo en francés.
Me río porque es lo primero que te dice la gente cuando les confiesas que hablas otro idioma.
-¿El qué?
-Lo que quieras.
Pienso un minuto y no se me ocurre nada.
-Je t'aime par-dessus tout- susurro.
-No lo he entendido pero me ha gustado- confiesa besándome la sien.
Me giro para decírselo mirándole a la cara.
-Significa que te amo sobre todas las cosas.
Edward sonríe y me besa.
-Yo también te amo sobre todas las cosas- dice contra mis labios.
-Lo sé, créeme cuanto lo sé- digo volviendo a besarle.
El balcón vuelve a abrirse y nos giramos levemente a ver quién es.
Jessica sale mirándonos directamente.
-Yo preferiría que mantuvierais la decencia en mi casa.
El shock de su tono y su comentario nos pillan desprevenidos por completo.
-¿Jessica?- dice Edward extrañado.
-No estoy de acuerdo con vuestra relación y si tengo que soportaros al menos que no sea en mi casa.
-¿Soportarnos?- pregunto yo.
-¿Has bebido?- le dice Edward.
-No, estoy completamente sobria y perfectamente consciente de vuestra presencia aquí. Tal vez David esté de acuerdo con lo que hiciste pero yo no- dice la última parte mirándome solo a mí.
Me separo de Edward comenzando a enfadarme.
-¿Qué he hecho yo según tú?- le pregunto directamente.
-Sé tu historia, sé que estuviste con Edward hace años porque te molaba follarte a un dj en Ibiza. Sé que te aprovechaste de él y luego le dejaste tirado como un perro cuando el verano acabó. Sé que os reencontrasteis este verano en mi villa y no te importó que él tuviera una relación con otra persona, te metiste en medio, lo estropeaste e hiciste daño a mi amiga, volviste a ir a por Edward y lo conseguiste pero volverás a dejarle tirado cuando hayas sacado el provecho que tu hayas considerado. Él es idiota- dice señalando a Edward- pero yo no.
-Jessica no me jodas…- comienza Edward adelantándose hacia ella.
-No, no déjala- le paro poniendo una mano en su brazo- ¿qué puedo sacar yo de Edward? ¿qué objetivo crees que persigo?
-La fama, el dinero. Yo recogeré los pedazos cuando vuelvas a dejarle pero en mi casa no vas a engañarle. Tenías una mujer buena a tu lado y la dejaste por esta interesada- le recrimina a él.
-Te estás pasando- le advierto.
-¿Quién te crees tú que eres para meterte en mi vida?- le pregunta furioso Edward- ¿Cómo te crees con el derecho de hablarle así a mi mujer? ¿A caso te traté yo mal cuando empezaste con mi amigo? Porque recuerdo una actitud muy diva de tu parte en esos días.
-Eso no es cierto, quiero a David, muchísimo. Y te quiero a ti, eres mi amigo, no puedo ver como te haces esto a ti mismo.
-Lo que yo hago es cosa mía pero puedes estar tranquila porque nunca, ninguna chica, ha sido ni la mitad de lo que Bella es para mí. Y concretamente tu amiga María lo que quería de mí era de lo que falsa e injustamente le estás acusando a ella- responde señalándome- quería la fama, el dinero, la buena vida… Lo vi desde el primer momento, no soy estúpido como tú crees. La has jodido con nosotros Jessica. Vámonos- me pide agarrándome la mano.
Siento mucha ira en mi interior.
-¡No! Quiero hablar con ella- le digo a Edward enfadada.
-Ella no lo merece.
-Pero yo sí, no voy a permitir que una persona me ofenda así.
Me giro para mirar a la mujer que acaba de estropear un momento perfecto entre nosotros dos.
-No busco sacar ningún provecho de Edward. Me da igual lo que sea, podría ser carpintero o vendedor de pescado y le querría igual. No ha habido una persona en mi vida como él, por nadie he sentido tanto como por él. No he vuelto a su vida de forma temporal, si no permanente. Por último tus acusaciones me parecen de un nivel de mala educación intolerable y como su pareja le protegeré de amigas como tú que le ven incapaz de ser amado por quién es y no por lo que posee. Muy bonito Jessica.
Edward tira de mí y ambos salimos enfadados del balcón dejando a Jessica ahí.
Dentro la fiesta continúa sin más y tras recoger los abrigos llamamos al ascensor.
Es ahí cuando David nos encuentra.
-¿Os vais ya? ¿Y sin despediros?- pregunta en tono alegre.
Edward le dirige una mala mirada pero no le responde.
-No es buen momento- le respondo con una leve sonrisa.
No sé si David opina como Jessica y si me ve como una aprovechada pero por sus acciones conmigo en el pasado voy a darle el beneficio de la duda.
-¿Pasa algo?
-Habla con tu novia- le responde Edward antes de meternos en el ascensor.
.
🌊 ❤️ 🌊
.
¡Hola! Os dejo aquí el nuevo capítulo de Ibiza.
Parece que Bella no es bien recibida por la novia de David, no sabemos qué consecuencias tendrá para la relación de amistad entre David y Edward pero sin duda ha estropeado un gran momento entre nuestra pareja favorita. ¿Habrá guerra de novias?
Muchas gracias por continuar leyendo esta historia y viajando a Ibiza conmigo en cada capítulo.
Como siempre, review = adelanto y mañana publicaré las fotos del capítulo en el grupo de Facebook.
Y si le dais mucho amor a este capítulo es probable que a finales de esta misma semana haya capítulo nuevo ;)
