DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer pero todo lo demás es mío.
Grupo de Facebook con imágenes del capítulo: Feeling the Reading: Bella Bradshaw.
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El resto del mes de noviembre y diciembre pasa como un flash porque todos los días son iguales. Lo único positivo que he sacado de todo esto ha sido sentirme más unida a mis compañeros de trabajo con los cuales he comido y cenado casi todos los días.
Ha habido días donde me he venido abajo al sentir que estaba perdiéndome parte de mi vida como cuando mis amigas se fueron de viaje juntas a Nantes para ver a Lauren o cuando Edward volvió a ganar el premio al Dj número uno mundial del ranking dj Mag, el más relevante de la industria.
El trabajo me ha robado mucho tiempo estos meses e incluso me ha robado salud porque notaba que la ropa me estaba más holgada y tenía la cara más angulosa.
Anoche por fin cerramos la puerta de la oficina hasta el año siguiente y nos despedimos de los compañeros deseándonos feliz navidad y feliz año nuevo.
Ahora estoy en el aeropuerto de Gatwick esperando al tren que hace conexión con el metro.
Hace dos días mandé una maleta directamente a la casa de Edward en Los Ángeles. Él me había dado la idea para que no tuviera que volar con dos maletas así que la maleta con ropa de clima cálido estará en algún punto entre el océano Atlántico y la costa este de Estados Unidos y la maleta con ropa de invierno venía conmigo.
Estaba deseando llegar a casa de mis padres y descansar. Dormir sin despertador, levantarme y tener comida casera recién hecha y que mi única preocupación sea no aburrirme.
Me apetecía celebrar la Nochebuena con mis padres solos en casa, pasear por Oxford Street viendo las luces y meterme a Harrods solo para ver bolsos de marca y abrigos de piel que nunca podré permitirme comprar.
Mis padres me recibieron en la estación Victoria con el coche y de ahí fuimos a su casa.
Mi madre me puso ''pie'' de ternera con champiñones para cenar acompañado de puré de patatas.
-¡Qué delgada estás! Estás fea de delgada- me critica mi madre mientras cenamos.
-Gracias mamá ahora me siento mejor- digo metiéndome un poco de pastel en la boca.
-Se te notan los huesos de la cara- comenta mi padre.
-Lo sé, este último mes no he tenido tiempo ni de respirar así que mucho menos para comer.
-Pues ya puedes empezar a ponerle solución a eso desde hoy. De hecho deberías quedarte aquí hasta Nochevieja y así comerías como es debido.
-Ya tengo comprados los billetes para el día 26.
-¿Pero cuál es la prisa de volver a Barcelona?- pregunta mi madre.
Es el momento de que mis padres sepan que Edward está en mi vida.
-No me voy a Barcelona, me voy a Los Ángeles.
-¿A Estados Unidos?- pregunta sorprendido mi padre.
Asiento.
-¿A qué? Si tus amigas están aquí.
-He conocido a alguien- confieso.
-¿Un chico?- pregunta alegre mi madre.
Asiento.
-¿Un Yankee?- pregunta mi padre.
Sé que no es muy fan de los ''americanos''.
-Un Yankee sí papá.
-Vale y tu amigo ese está en Los Ángeles ¿haciendo qué?
-Vive allí.
-¿Y cuándo le has conocido?
-Hace tiempo.
-Pero si te has ido a Barcelona en abril, no has tenido tiempo de conocer a nadie.
No quiero contarles aun toda mi historia con Edward así que decido darles pequeñas píldoras poco a poco.
-Le conozco y punto. Y no es mi amigo es mi pareja.
Ahora los ojos de mis padres sí que se salen casi de sus órbitas.
-No llevas ni un año divorciada- contradice mi padre.
-¿Y qué?- respondo a la defensiva.
-Nada- dice mi madre en tono conciliador callando a mi padre- solo que nos sorprende que vayas a cruzar un océano y medio país para ver a un chico que apenas conoces pero ya eres mayor para hacer lo que tú consideres.
-Exacto, ya soy mayor y sobre todo soy feliz, muy feliz. Algún día le conoceréis y lo entenderéis- sonrío.
-No seas tan pasional, no lo digo a crítica si no como consejo. Si eres feliz estupendo pero no te cases con él hasta saber qué es lo que realmente quieres- me dice mi padre.
-No voy a casarme con él- me río.
La boda es algo que no está en nuestros planes ni a corto ni a largo plazo.
Sobre todo porque yo sigo casada.
Mi padre levanta las manos en señal de que respeta mi decisión.
-Edward es lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo-
Ambos asienten aun no muy convencidos.
Sé que no quieren mostrar sus sentimientos pero que no entienden cómo puedo tener pareja tan pronto cuando hace solo unos meses seguía casada y a su juicio felizmente casada.
Los días siguientes los paso haciendo visitas, haciendo compras, quedando con mis amigas y pasando tiempo con mis padres.
Nochebuena es una celebración familiar y tranquila llena de comida al igual que Navidad donde comemos principalmente las sobras del día anterior.
El día 26 es el Boxing Day en Inglaterra así que salgo dispuesta a comprar un regalo a Edward y otro para sus padres.
No tengo mucho tiempo porque Rosalie ha organizado una segunda navidad en su casa esta vez con amigos. Así que nos juntaremos todos a comer y a pasar la tarde allí.
Después de comer, Rosalie, Victoria y yo hacemos videollamada con Lauren que sigue en Francia y aprovechamos para hablar de nuestras cosas mientras los maridos ven la televisión.
-¿Qué te pasa con James?- le pregunto a Victoria apoyada en la encimera de la cocina.
-Que su madre- comienza a decir pero antes de continuar cierra la puerta de la cocina para que él no nos oiga- se presentó el otro día en mi casa con una docena de tuppers para celebrar la Navidad cuando yo llevaba toda la santa tarde cocinando- confiesa indignada.
-¿Tú cocinando?- le dice Rose mirándome con intención.
-Sí, estoy aprendiendo, lo juro. Asé pato y me salió bueno pero esta señora tiró mi esfuerzo por el váter y tuvo que plantar su cordero asado en medio de mi mesa. Mis padres alucinaban y discutí con James por no pararle los pies a su mami. Así que mientras no sepa darme mi lugar frente a ella él no tendrá lugar en mi vagina.
Todas nos reímos.
-Tienes suerte con la madre de Emmett- le dice Victoria a Rose.
-Sí, ella siempre ha respetado nuestra intimidad- dice Rosalie.
-Yo voy a conocer a los padres de Edward esta semana- les informo.
-¡Ay ojalá te toquen buenos suegros! Pero aunque fuesen malos no tienes problema porque tienes un océano entre vosotros- me anima Victoria.
Ambas nos reímos.
-En realidad llevo tanto sin verle que me dan igual sus padres.
-¿Mucho?
-Mes y medio- suspiro.
-¿Quién visitó a quién la última vez?- pregunta Rose.
-Ambos, fuimos una noche a Paris al cumpleaños de su amigo, al día siguiente nos despedimos y hasta hoy.
-¿Cómo fuiste y volviste a Paris tan rápido?- pregunta mi amiga con el ceño fruncido.
-En su avión privado- les digo con un poco de vergüenza.
-No me jodas- expresa Victoria sorprendida -¿Y cómo es?
-Pequeño- digo recordando lo poco que podíamos movernos.
-¡Te has puesto roja!- recalca Rose riendo.
-¡Te le has tirado en el avión!- adivina Victoria.
Me río y sé que no voy a poder volver hacia atrás y hacerles creer que no pasó nada.
-He echado un polvo a 10000 metros de altura sí- confieso.
-Zorra- me dice Rosalie.
Me río y ya metidas en el tema sexual continuo porque tengo una duda que no ha salido de mi cabeza ni de mi buscador de google estas semanas.
-En París me pasó una cosa- comienzo a decir- estábamos en ello y me corrí.
Las dos se ríen.
-Es el objetivo ¿no? Correrse.
-Pero no correrme normal, a chorros- susurro avergonzada.
-¿Hiciste squirt?- pregunta Victoria emocionada.
-Sí, creo, no sé. Edward dice que eyaculé y yo creo que me mee.
Ahora reímos las tres.
-A mí nunca me ha pasado- comenta Victoria- pero dicen que puede ocurrir.
-A mí sí me ha pasado- responde Rosalie- dos veces y no fue a chorros pero definitivamente algo salió de mí y mojó la cama. Pero no fue con Emmett así que no quiero que se entere- susurra en voz baja.
-Como os envidio, yo negando sexo a mi marido y vosotras teniendo macro orgasmos- se queja Victoria.
-O sea que es posible que no sea simplemente porque no pude controlarme y me hice pis encima- concluyo.
-No, mira- dice Rosalie sacando su móvil.
Se mete en una página porno y pone en el buscador ''squirt''.
Hay miles de videos de mujeres eyaculando.
Estamos ensimismadas viendo como una mujer suelta un gran chorro de su vagina cuando una garganta se aclara detrás de nosotras.
-Si habéis terminado con el porno, Sophia tiene hambre y no quedan biberones, tienes que darle el pecho- dice Emmett a Rose.
Cuando sale de la cocina las tres nos reímos.
-Bella, tanto si te meas como si eyaculas mientras tú disfrutes sigue. A Edward no pareció importarle ¿no? Pues eso- me dice Rose yendo detrás de su marido.
Llamo a Edward de camino a casa de mis padres y me cuelga para inmediatamente hacer una videollamada.
Hablamos todo el camino hasta que llego a mi destino.
Mis padres se despiden de mí repitiéndome una y otra vez que tenga cuidado, que los llame nada más llegar a Los Ángeles y que intente alimentarme mejor.
En un ataque de histeria mientras preparaba las maletas para estar dos semanas fuera de casa y coger tres aviones, decidí que no iba a pasarme casi 12 horas en un asiento en turista y cambié el asiento a primera clase. Este cambio me permitió abordar el avión sin esperas y obtener un asiento medianamente decente para poder dormir.
Me había descargado la aplicación de Netflix en el móvil y estaba terminando de ver la serie que empecé junto a Edward hace casi dos meses. Él ya la había terminado y le he prohibido que me hable del final, no quiero spoilers.
También duermo un par de horas pero no es un sueño profundo ni reparador, más bien duermevela.
Nos dan dos veces de comer y la comida no está muy mala para ser de avión.
Las últimas dos horas son horribles, me duele la espalda, el culo, el cuello, el aburrimiento se apodera de mí así como también el dolor de cabeza.
Cuando el avión toca suelo estoy a punto de chillar de la emoción a la vez que me anoto a mí misma comprarme algún tipo de somnífero para el viaje de vuelta.
La felicidad por haber salido de la lata con alas dura poco, muy poco, porque nada más acceder a la terminal TTBTI del aeropuerto LAX me doy cuenta de que mi móvil con SIM europea no funciona. Tampoco existen las cabinas telefónicas así que no puedo llamar a Edward tal y como habíamos previsto y estoy tan cansada que siento como si deambulara borracha por el aeropuerto.
Respiro hondo para coger algo de claridad mental y bajo al primer piso para recoger mi equipaje de la bodega del avión.
Cuando salgo de la zona de recogida de equipajes y atravieso las puertas automáticas veo un montón de gente con carteles esperando a sus seres queridos.
¡Cómo me arrepiento de haberle dicho a Edward que me espere en el parking en su coche!
Busco con la mirada las señales que cuelgan del techo indicándome como salir al parking pero alguien se interpone en mi visión.
-Hola nena- me sonríe Edward camuflado en una sudadera gris con la capucha subida, la gorra puesta y las gafas de sol cubriéndole los ojos.
No pierdo el tiempo en saludos y le abrazo con efusividad colgándome de su cuello.
-¡Por fin!- exclamo sonriendo sin separarme de él.
Me pone de vuelta en el suelo solo para besarnos.
-¡Cuánto te he echado de menos!- le digo entre besos.
-Aun no me creo que por fin estés aquí- me responde separándose de mí para mirarme.
Le doy otro beso para probarle mi presencia y le sonrío.
-¿Qué tal el vuelo?- me pregunta.
-Infernal pero ha merecido la pena solo por este momento. No he podido llamarte porque mi móvil no funciona aquí.
-Lo sé, me he dado cuenta en cuanto me has escrito diciendo que estabas subiendo al avión. Tengo una tarjeta SIM para ti aquí- me dice sacándose del bolsillo de la sudadera una tarjeta nueva metida en un paquete de plástico.
-Gracias por pensar en todo- le digo cogiendo la tarjeta.
-Vamos a casa- me responde agarrando la maleta con una mano y poniendo la otra en mi espalda baja.
Caminamos hasta el parking donde está aparcado su coche.
-El coche que me dijiste- le comento sonriendo y acariciando el capó.
-El mini negro igual que el de tu madre sí- responde abriéndole y caminando al maletero.
Introduce mi maleta en la parte de atrás mientras yo me subo en el asiento del copiloto y él rápidamente se une a mí en el asiento del piloto.
-¿Dónde está tu casa?- pregunto poniéndome el cinturón.
-Yo vivo en el distrito de Hollywood Hills.
-¿Se ve el cartel de Hollywood desde tu casa?- pregunto emocionada.
-No cariño- ríe poniendo su mano en mi pierna mientras el coche arranca- pero iremos allí. Estás cansada- me dice mirándome brevemente.
-Estoy rara, no sé, el jet lag o algo, me siento como desconectada de la realidad.
-El jet lag- confirma él saliendo del parking- durará unos días.
-¿Qué hora es?-
-Las once de la noche.
-No puede ser- respondo sacando mi teléfono móvil donde efectivamente la pantalla marca las 23:15- pero si he subido al avión a las siete de la tarde.
Edward se ríe ya incorporándose a la carretera.
-Es un vuelo de doce horas, más dos de diferencia horaria. En Londres son las ocho de la mañana. En casa podrás descansar, comer, ducharte… tu maleta ha llegado esta mañana.
-Menos mal sí- susurro recostándome contra el reposa cabezas del asiento.
Pasamos unos segundos en silencio y me giro a mirar el perfil de Edward iluminado por los controles del salpicadero.
Estiro mi mano y le quito la gorra que aun lleva puesta.
-Mejor así- le digo en voz baja acariciando su pelo.
Me acerco a él todo lo que el cinturón de seguridad me permite y le beso el cuello.
-Estás aún más guapo- le digo.
Él suelta una carcajada.
-Será por pasarme 16 horas diarias en el estudio estas últimas semanas.
-Espero que no, porque en los próximos días no vas a volver a pisarle- le respondo riendo y él se une a mí.
Cuando salimos a la autovía su mano agarra la mía y juntos sujetamos la palanca de cambios.
Nuestras manos se separan cuando comenzamos a ascender por una estrecha carretera con un carril para cada sentido y sin arcén.
Edward me indica cuando pasamos por la casa de alguna estrella de cine o cantante famoso pero lo cierto es que no se ve nada desde la carretera, tan solo la verja exterior de cada casa.
A mitad de la cuesta para el coche y pone el intermitente izquierdo antes de girar en esa dirección.
El coche se coloca frente a una rampa de hormigón que termina en unas puertas de garaje con el número 11075 escrito en vertical en un lateral.
(Todas las fotos de la casa ya están en el grupo de Facebook)
Las puertas se abren automáticamente y el coche asciende por la rampa permitiéndome ver la fachada de la casa.
-¡Qué pequeña!- expreso mirando por la ventanilla.
Edward se ríe.
-Me ha costado hacerte espacio, 8500 pies cuadrados no dan para mucho.
Frunzo el ceño mirándole.
-¿Por qué no usáis las medidas normales?
-Sois vosotros los que no usáis medidas normales- se ríe metiendo el coche en el garaje- pero para que te hagas a la idea son casi 800 metros cuadrados.
-¡Vaya!
-Es solo una casa.
-Mi piso entero de Barcelona cabe en tu garaje y aun así sobra espacio.
-Bella, es solo una casa. Tu piso de Barcelona me encanta. No quiero que me mires con otros ojos cuando veas mi residencia.
-¿Con qué ojos?
-Con ojos de que somos diferentes, de que vivimos en diferentes mundos, lo que me dijiste esa noche frente a la fuente.
-Bueno es evidente…
-Ésta ahora también es tu casa- me interrumpe poniéndome un dedo en mis labios- y eso no ha cambiado quién eres, ni tus valores, ni tus sentimientos ¿me equivoco?
Niego con la cabeza.
-En mí tampoco lo hizo cuando me mudé. Vamos- dice dándome un pico y bajándose del coche.
Al cerrar las puertas del coche se activan automáticamente las luces del garaje permitiéndome ver qué hay en su interior.
Hay otros dos coches, un Suv Cadillac enorme de color negro y un Porsche cabriolet 911 de color blanco.
-Ya no tengo jet lag- digo caminando hasta el Porsche descapotable y acariciándole.
Edward se ríe tras de mí.
-Es mi bebé, mi última adquisición y tristemente no tengo casi tiempo de conducirlo.
-Es precioso.
-Es el coche con el que soñaba cuando era un adolescente.
Me giro a mirarle y sonrío.
-Enséñame tu castillo- le pido llegando hasta él y dándole la mano.
Igual que en el aeropuerto, Edward lleva mi maleta con una mano y con la otra me guía por el espacio.
-Esa puerta de ahí da directamente a la casa pero quiero que la primera vez que la veas sea entrando por la puerta principal así que vamos- me explica saliendo del garaje.
El diseño de la casa es muy moderno, líneas rectas, colores blanco, negro, gris y marrón.
Subimos las escaleras de la entrada y Edward abre la puerta de cristal con los bordes en hierro negro.
-Bienvenida a tu casa- me guiña un ojo mientras me deja pasar.
El recibidor da directamente a la sala de estar y a la cocina. Techos altísimos, paredes completamente cubiertas de cristal, dos alturas, piso cubierto de madera y mármol, muebles blancos y un gran espacio diáfano.
-Es tan… luminosa y abierta. Me gusta- digo girándome a mirarle.
-Ven- dice agarrándome la mano y llevándome a la cocina también decorada en tonos blancos, con grandes ventanales y una isla enorme.
Pasamos por un pasillo dejando un baño a un lado y entramos en una habitación que rompe totalmente con la estética.
-Esta era en teoría la habitación principal de la casa, pero a mí me gusta dormir en el piso de arriba y necesitaba un sitio donde trabajar así que coloqué aquí mi estudio.
El suelo es de madera pero está cubierto por una alfombra de color blanco, al fondo hay tres sillas estilo gamer y una encimera con tres grandes pantallas rodeadas de altavoces redondos de diferentes tamaños empotrados en la pared. Debajo de las pantallas se encuentra una gran mesa de mezclas y a cada lado hay ecualizadores junto a un teclado.
Un lateral del estudio también tiene un ventanal que cubre toda la pared donde se encuentra un sofá blanco. Al otro lado hay una estantería llena de cds y vinilos y un pinchadiscos estilo vintage. Nada más abrir la puerta a la derecha y cada uno en su debido soporte hay un bajo, una guitarra eléctrica y un teclado de piano.
-Tu sala de juegos-
-Sí y no te preocupes por el ruido porque hice que la insonorizaran. Aquí no se escucha nada. Sigamos.
-¿Por qué tienes que ir a un estudio teniendo este en casa?
-El estudio donde he estado trabajando estas semanas es el de grabación. Yo aquí creo la melodía pero no puedo grabar.
-No lo entiendo- digo parándome en mitad del pasillo.
-Puedo crear un tema, producirle y ponerle directamente en un festival por el tipo de salida de audio que tienen pero para conseguir la calidad que necesita una canción en youtube, spotify, vinilo, cd… necesita pasar el control de un estudio de grabación que tienen herramientas más precisas.
-Lo entiendo un poco más pero no del todo.
-Mañana te lo enseño- termina la conversación dándome un beso en la frente.
Continuamos el house tour saliendo del estudio y volviendo al recibidor donde están las escaleras de madera en forma curva.
Nada más subir las escaleras no hay un pasillo como tal, hay una pasarela con barandilla de cristal que cruza la sala de estar por arriba.
-Este es un cuarto de invitados y este otro- dice enseñándome dos puertas que están abiertas y veo dos camas de matrimonio con dos mesillas y nada más de decoración- esta es la habitación dedicada al despacho pero que a mí se me quedaba pequeña y la verdad no le doy mucho uso, puede ser tu despacho si necesitas trabajar- miro desde la puerta que se trata de una pequeña habitación con un espejo, una estantería pequeña y una mesa de piedra y cristal color verde menta de diseño.
-El cuarto de lavado- continúa abriendo otra puerta y enseñándome un pequeño espacio con lavadora y secadora.
Continuamos avanzando por el pasillo hasta la puerta del final que se encuentra cerrada.
Edward la abre y me deja pasar.
-Y esta es nuestra habitación- me informa quedándose tras de mí- estoy a punto de cambiar los sillones. Tengo encargada una chaise longue que irá ahí- dice señalándome una de las sillas que está junto a la chimenea- e iba a encargar un cabecero nuevo pero he preferido esperarme para que lo elijas conmigo.
-¿Quieres que yo decida en tu casa?- me giro a mirarle sorprendida.
Él camina hasta mí sonriendo y pone ambas manos en mis mejillas obligándome a mirarle.
-Nuestra casa Bella y sí, quiero que decidas conmigo qué cosas cambiar porque quiero que te sientas cómoda, que la sientas tuya.
Me río mientras paso mis manos por encima de las suyas.
-Esto me recuerda a cuando te quedaste en mi piso por primera vez y te insistí en que dejarás de pedirme permiso para hacer lo que quisieras.
Ambos nos reímos recordando ese momento.
-Quiero vivir contigo aquí. El tiempo que pasemos los dos aquí, quiero que lo sientas como si fuera vivir juntos.
-Edward, la casa me da igual. Siempre que estoy contigo me siento en casa, da igual si es en Ibiza, Barcelona o Los Ángeles. Tú eres hogar- le confieso besándole.
Yo quiero continuar el beso y tumbarnos en la cama pero él no está de acuerdo.
-Aún me quedan un par de cosas por enseñarte.
Caminamos hacia el lateral de la habitación donde hay una puerta. Al traspasarla nos encontramos en medio del pasillo del vestidor con un lateral de estanterías vacío a un lado y otro lateral con estanterías llena de ropa de Edward.
-Esa parte es mi armario y esa la tuya. Como ves tu maleta ya está ahí- dice señalándome una esquina donde está mi maleta color negro contrastando con los muebles blancos- y si avanzamos por esta otra puerta está en baño privado de la habitación.
-¡Vaya! Creo que esta es mi zona favorita de la casa- expreso entrando al baño y maravillándome con él.
A mi izquierda hay una esquina cubierta de espejos, con dos lavamanos individuales de mármol y muebles de madera. A mi derecha una ducha recubierta de mármol de aproximadamente cuatro metros cuadrados y frente a la ducha unas escaleras también de mármol que terminaban en un jacuzzi con un espejo de fondo. Es un baño enorme, mi piso entero cabe aquí.
-Este no estaba- me comenta Edward caminando hasta el inicio de las escaleras del jacuzzi- pero me encapriché y lo puse yo. De hecho había pensado en que cenases algo y luego nos diéramos un baño antes de ir a dormir, ¿te parece buena idea o prefieres una ducha rápida?
-Un baño en el jacuzzi suena genial- sonrío.
Volvemos a nuestra habitación cruzando el vestidor y Edward corre las cortinas dejándome ver un ventanal de aproximadamente tres metros de largo que va desde el techo hasta el suelo.
Manipula un lateral de la ventana y ésta se abre convirtiéndose en puerta corredera y dando acceso a una terraza pequeña con dos sillas que da directamente al patio interior y a la piscina.
-¿Tienes piscina?- pregunto asomándome a la barandilla.
-Y jacuzzi exterior- dice poniéndose tras de mí y encerrándome entre su cuerpo y la barandilla- esa es la piscina y ese el jacuzzi- me señala con el dedo- y esa zona de ahí es la de barbacoa- me dice señalando una parte del patio donde hay un porche con muebles de cocina exterior, un asador de carne, mesas y sillas- ahora hace frío para bañarse pero a partir de abril hago más vida en el jardín que en el salón.
-Me gusta mucho tu casa cariño- le confieso girándome y besándole.
-¿Necesitas algo más?
Niego antes de volver a besarle.
-Vamos dentro, hace frío.
Una vez dentro cierra la puerta que da a la terraza y cogidos de la mano bajamos al primer piso donde no paro de mirar hacia arriba maravillándome con las lámparas y los techos.
-Es un poco tarde para cenar pero no quiero que te vayas a dormir con el estómago vacío- comenta caminando hasta el frigorífico.
-¿Vas a cocinar para mí?
Él se ríe mientras saca cosas del frigo.
-No sé cocinar casi nada pero domino el microondas.
-Te ayudo.
-No, tú no cocinas hoy, eres mi invitada.
-Decídete, soy tu invitada o esta también es mi casa- le digo riendo y llegando hasta él.
Suspira riendo sabiendo que ha perdido la batalla.
Hacemos una ensalada y salteamos algunas verduras que Edward ya tiene cortadas.
-¿Cómo te alimentas cuando estás aquí solo? ¿Pides comida a domicilio?- pregunto sirviendo las verduras.
-No- responde abriendo el vino- contraté a una empresa que viene a casa y me trae comida casera ya preparada. Tampoco tengo tiempo de cocinar.
-¿Tus padres viven cerca?
Niega con la cabeza sirviendo el vino.
-En Santa Bárbara, a una hora y media de aquí.
Cenamos poniéndonos al día sobre estos meses aunque sabemos todo lo que ha hecho el otro y tal y como dijimos tras la cena estrenamos el jacuzzi.
-¿Podemos pasar del traje de baño?- pregunto en el vestidor arrodillada delante de las maletas abiertas.
Oigo a Edward carcajearse en el baño junto al sonido del agua.
-¿Tenías pensado ponértelo?
Lo pienso por un momento y me doy cuenta de que esta vez no voy a meterme a ningún jacuzzi público ni de algún amigo, es el jacuzzi de mi novio y no hay necesidad de usar bañador.
Edward me avisa de que ya está lleno y cuando entro al baño él ya está dentro del jacuzzi cubierto de agua hasta el pecho.
-Huele genial- digo entrando al baño en ropa interior.
-He echado un aceite esencial de Monoï. ¿Puedes hacerme un favor?
Asiento.
-Abre ese mueble de ahí, saca la Tablet y acércamela.
Hago lo que me pide y miro como pone una lista de reproducción en spotify.
Una canción comienza a sonar por toda la habitación, es una canción con un ritmo muy… ¿erótico?
-Por supuesto en el baño de un dj hay altavoces integrados en el baño.
-Por supuesto- me guiña el ojo.
Edward me devuelve la Tablet y la dejo en el mueble donde estaba.
Camino hasta el primer escalón del jacuzzi y con su vista en mí me bajo el tanga y me desabrocho el sujetador.
Totalmente desnuda me meto en el agua, cabeza incluida.
-Ven aquí- me dice Edward abriendo sus brazos y sacándolos por el borde del jacuzzi.
Le hago caso y me acomodo en su pecho.
-Estos últimos días se me han hecho insoportables sin ti. Mi mente sabía que iba a verte pronto y el tiempo parecía no pasar- me confiesa.
-Ha sido demasiado tiempo sin vernos-
-Demasiado.
-Sentí mucho no poder celebrar contigo que hayas vuelto a ganar el premio a mejor dj del mundo.
Edward se ríe contra mi piel.
-No me gusta celebrar esas cosas.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Porque no, no sé, nunca lo he hecho.
-Es un premio a tu trabajo y a tu esfuerzo.
-Hago mi trabajo porque me gusta, hago canciones porque me gustan. Yo soy el primero que quiere escuchar una canción que tenga determinados ritmos y por eso la creo, luego solo me limito a compartirla.
Me giro a mirarle.
-Yo estoy orgullosa de ti, de que tu trabajo se vea reconocido. Yo sí quiero celebrar tu triunfo- le pido.
-Celebraremos el próximo- me promete besándome.
Continuamos bañándonos, relajados, hablando hasta que los dedos se nos arrugan.
Salimos del jacuzzi y nos envolvemos en toallas color marrón super suaves.
Una vez en la habitación ambos nos quedamos mirándonos.
La chimenea está encendida y baña la estancia de un bonito color naranja.
Camino hasta él que está sentado en el borde de la cama y me coloco entre sus piernas de pie.
-Quiero que me hagas el amor en nuestra cama por primera vez- le pido besándole.
Continuamos besándonos hasta que las toallas desaparecen y completamente desnudos nos movemos al centro de la cama con él sobre mí.
No hay juegos.
Solo el deseo de conectar.
De que él esté dentro de mí.
De que yo le permita perderse en mi interior.
Es una noche importante, es la primera vez que estamos juntos en su casa, la primera vez que estoy en su mundo, en su entorno.
Así que nunca cierro los ojos porque no quiero perderme ningún detalle.
Quiero recordar la primera vez que me hizo suya en su habitación bañados por la luz naranja del fuego, con el pelo aun mojado y su respiración incontrolada contra mi oreja derecha.
Mis gemidos, sus gemidos.
La tensión en mis piernas rodeando su cadera.
Mis uñas rompiendo la piel de su espalda.
Sus dientes mordiendo mi clavícula.
El último embiste de su cadera contra mi pelvis y su excitación quedándose en mi interior.
El temblor de mis piernas que se niegan a soltarle al ritmo de los temblores de mi vagina.
Su risa camuflada en besos por toda mi cara recuperando la respiración.
-Te amo, ¡joder cuánto te amo!- exclama antes de besarme.
Nos separamos y nos metemos dentro de la cama abrazados.
Nos dormimos rápidamente pero el jet lag aparece a las seis de la mañana junto con mis ganas de hacer pis.
Cuando vuelvo a la cama veo a Edward durmiendo pacíficamente con sus brazos extendidos hacia el hueco donde antes estaba yo.
Le miro y además de percibir lo atractivo que es me doy cuenta de que he cruzado la línea.
La línea de no retorno.
Y no me da miedo haberla cruzado, todo lo contrario, deseo seguir avanzando hacia delante, hacia él.
Pero me asusta pensar que alguna vez esto termine.
Solo llevamos tres meses juntos y ya no sabría cómo retomar mi vida sin él.
Sé que nunca voy a querer dejarle, siempre será mejor estar juntos que separados aunque las cosas sean difíciles, sé que si esto alguna vez termina no será por mi parte y eso me aterra. Me aterra darme cuenta de que lo que más me dolería en la vida sería que esto acabase y que la decisión de acabar no estaría en mis manos. Dependo completamente de él.
-Bella- le oigo susurrar.
Me giro a mirarle esperando encontrarme con sus ojos pero me doy cuenta de que sigue dormido.
Sonrío tumbándome a su lado y le acaricio el mechón de pelo que siempre se le viene a la frente.
Le doy un beso suave en los labios y me doy la vuelta para volver a dormir.
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¡Hola, aquí os dejo este capítulo lleno de amor!
Finalmente han estado mes y medio sin verse sí pero ahora Bella está en Los Ángeles y van a pasar juntos más de una semana.
Si aún no has visto las fotos de la casa de Edward en el grupo de FB, ¿a qué esperas? Y si no tienes FB puedes buscarla en google poniendo ''11075 Los Angeles California'', a las que ya habéis visto la casa ¿qué os parece? ¿pensáis que pasarán más tiempo en Los Ángeles, en Barcelona o en Ibiza?
Como Bella ha dicho, ya ha cruzado la línea, ya no hay punto de retorno, ahora Edward va a estar en su vida siempre estén juntos o no ️️️ Muchas estáis esperando conocer a los padres de Edward, pero ¿qué pasará con los padres de Bella que parece que no llevan muy bien que haya conocido a alguien nuevo tan rápido?
Espero leer vuestras respuestas y opiniones sobre qué pasará con estos dos en los reviews. Como siempre review = adelanto.
¡Gracias por viajar conmigo en cada capítulo (ahora a Los Ángeles)!
