DISCLAIMER: Los personajes pertenecen a Stephenie Meyer pero todo lo demás es mío.

Grupo de Facebook con imágenes del capítulo: Feeling the Reading: Bella Bradshaw.

.

🌊 ❤️ 🌊

.

La vuelta a la oficina fue bastante dura.

Todo el mundo deseando feliz año y con la energía de haber empezado de 0 una nueva cuenta atrás para mejorar.

Yo sin embargo estaba enfadada y contrariada por todos aquellos que expresaban felicidad cuando yo no estaba nada feliz.

Por suerte al tercer día trabajando retomé las riendas de mi vida y volví a ser la de siempre.

Cuando se cumplieron dos semanas desde que había vuelto de Los Ángeles comencé mis propósitos de año nuevo y me apunté a un gimnasio que me pillaba cerca de la oficina.

El primer día fue fantástico y salí reventada a la calle donde estaba lloviendo a mares y hacía un frío espantoso.

Llamé a Edward mientras volvía hasta casa en bus y me sorprendió que me colgase.

Lo volví a intentar y de nuevo me colgó.

Le escribí un whatsapp diciéndole que me llamase cuando pudiera y me dejó en visto.

Me estaba enfadando su actitud.

Nosotros no hacemos eso.

Nos prometimos no ignorarnos.

Subo a mi piso con pasos rápidos y nada más entrar sé que algo va mal porque la luz de mi habitación está encendida y estoy segura de que la apagué antes de salir esta mañana.

Camino con cautela, sin hacer ruido, hasta las puertas correderas para ver el interior.

Si hay ladrones en mi piso y grito los vecinos me oirán, pienso para mí.

Además voy vestida con ropa de deporte, puedo correr sin problemas.

No deben de ser ladrones muy experimentados si han entrado a una casa en la que lo más valioso es mi móvil y mi portátil que siempre llevo conmigo.

Salvo que… ¡la tobillera que me regaló Edward!

Estoy segura de que cuesta cuatro cifras y está en el cajón de mi mesilla.

Con temor me asomo y cuando miro me relajo completamente.

-Hola nena- me dice Edward sentado en la cama al lado de su maleta.

-¿Qué haces aquí?- pregunto sonriendo.

-No tenía nada más que hacer en Los Ángeles- responde- ven a darme un beso- pide poniéndose de pie.

Tiro la mochila del gimnasio al suelo y me lanzo contra él besándole.

-¡No me creo que hayas venido ya!

-¿Quieres que me vaya?- pregunta pegándose a mí.

-No, quiero que te quedes- le digo besándole de nuevo.

-He usado la llave- me confiesa.

-Me encanta que lo hayas hecho. ¿Por eso no me cogías el teléfono?

Asiente.

-Iba a estropear la sorpresa.

-Me ha gustado tu sorpresa-

-¿Vienes del gimnasio?

Asiento.

-Me gusta como te quedan las mallas- me dice dándome un cachete en el culo.

-Oye…- le regaño riendo.

Nos besamos de nuevo y me separo de él.

Es tentador tenerle en mi cama pero ambos escuchamos su estómago rugir y le urjo a que cenemos ya aunque sea temprano.

No es como que tengamos que ponernos al día porque hablamos a diario pero sí me cuenta que al final los últimos arreglos del disco no le han llevado tanto tiempo como esperaba y ha podido liberarse antes.

Por suerte tengo comida ya preparada en el frigorífico y Edward me insiste en que a él no le importa comer sobras.

Así que cenamos temprano y luego nos tumbamos en el sofá descansando.

No necesito tiempo para acostumbrarme a esto.

Me es fácil cambiar mi rutina habitual.

Levantarme con Edward en vez de sola.

Desayunar juntos.

Irme a trabajar y quedar para comer con él en algún restaurante cerca de mi oficina.

Ir al gimnasio juntos.

Llegar a casa y preparar la cena.

El sexo de antes de dormir.

O el sexo a media noche cuando él ha tenido que irse a trabajar y llega de madrugada.

Las duchas compartidas o las luchas por ver quién se mete antes en el baño por las mañanas.

Los fines de semana sin salir de casa, vestidos solo en camiseta y ropa interior mientras yo preparo el desayuno y él pincha música en su pequeña mesa de mezclas portátil.

Nuestro armario ya no está dividido por zonas, su ropa y la mía están mezcladas.

Mi salón se ha visto aún más reducido porque compré una mesa de estudio para que él pudiera trabajar con su portátil. Ahora también hay cascos y altavoces.

¿Quién diría que los temas que él pone ante miles de personas fueron creados un domingo vago en mi salón vestidos ambos en ropa interior y sin peinar?

Edward viajó a Nueva York para lanzar algunas canciones de su nuevo disco el último fin de semana de enero y luego viajó a Dubai para varios shows que yo seguí en directo en youtube como buena fan.

No se sintió como otras veces cuando él se había ido porque allá donde mirase había algo suyo.

Su ropa, su champú, su colonia, incluso en mi nevera había cosas que estaban ahí porque él adora comerlas aunque yo no pueda ni olerlas.

De repente me di cuenta de que mi piso ya no era mi piso si no nuestro piso.

En algún punto habíamos comenzado a vivir juntos y había sido una progresión tan natural, tan fácil que no me había dado cuenta.

Y sobre todo me hacía tan feliz tenerle conmigo cada día que hasta las cosas que me molestaban las pasaba por alto.

Edward tenía la costumbre de planchar la ropa, las sábanas, las toallas… absolutamente todo y yo no, de hecho ni si quiera tenía una plancha en casa.

Un día volví de trabajar y había una plancha en la habitación.

Desde entonces mi ropa estaba impoluta, sin una arruga, él se encargaba de eso.

Aunque a veces me exasperaba que tuviera que tenerlo todo tan ordenado y doblado.

Le oía suspirar cuando entraba a la habitación y veía la ropa que yo había dejado sobre la silla.

A cambio él tenía que cederme 30 minutos al día. 30 minutos en los que yo estaba tirada en la cama, con la puerta cerrada, haciendo la nada y sin hablar con nadie.

Habíamos llegado a ese acuerdo un miércoles en el que me vino la regla y todo me sentaba mal. Discutimos por una tontería y me metí en la habitación para calmarme.

Necesitaba tener tiempo ''fuera'' para mí.

Él no lo necesitaba porque por las mañanas estaba solo y tenía tiempo para él sin distracciones.

Pero en general la convivencia era maravillosa y estábamos aún más enganchados el uno del otro que antes si cabe.

A finales de febrero nos fuimos un fin de semana entero a los Alpes franceses para que Edward participase en Tomorrowland Winter.

Aprovechamos para esquiar y compartir cena con otros amigos djs como Martin Garrix o Armin Van Buuren.

Edward decidió declinar la oferta del festival y escoger otro alojamiento para nosotros mucho más acogedor y romántico donde no se quedaba ningún otro dj y nos proporcionaba más intimidad.

El sábado por la mañana subimos a esquiar a las pistas fáciles.

Yo llevaba años sin esquiar y no estaba muy segura de si recordaría hacerlo. Sobre todo si recordaría frenar o levantarme del suelo.

Cuando vi que mi cuerpo sí recordaba esquiar le incité a Edward para que subiéramos a las pistas más difíciles.

Una vez allí vimos que algunos de nuestros amigos estaban esquiando y nos unimos a ellos.

Todo fue genial hasta que al subir al telesilla para regresar al hotel me tropecé con las botas y me hice daño en la rodilla.

Martin fue el primero que me ayudó a levantarme intentado no reírse.

Armin directamente se partía de risa.

Y Edward se acercaba a mí serio pero conteniendo la risa.

Cuando les aseguré que estaba bien todos nos reímos y bajamos al pueblo.

Habíamos quedado para comer en un restaurante típico antes de las actuaciones de los chicos esta tarde pero cuando me desnudé para darme una ducha vi que tenía un corte en la rodilla y que la zona comenzaba a ponerse morada.

Salí del baño buscando a Edward que estaba viendo la tele tumbado en la cama y al tocarme la rodilla me dolió mucho.

-No he apretado-

-¡No lo hagas!- le digo apartándome de su toque.

Así que me agarra del tobillo intentando que flexione la rodilla y cada vez me duele más.

-Vamos al médico-

-No hace falta, tengo ibuprofeno en la maleta.

-Bella…

-No tenemos tiempo.

-No seas cabezota, siempre igual. Vamos al médico a que te revise y vea si tienes algo roto.

-Pero si ha sido una caída tonta- le intento convencer.

-Pero el color de tu pierna no es tontería- me señala la zona amoratada.

Entro en razón y tras ducharnos Edward pide un taxi que nos lleva a un centro de salud.

Doy gracias a que conozco el idioma porque Edward no entiende nada y el médico no sabe inglés.

Tras casi dos horas y una radiografía, el médico me indica que tengo desgarrado el tendón de la rótula y que necesitaré hacer reposo.

-No podré ir contigo al escenario- me quejo de vuelta al hotel.

-No pasa nada cariño, habrá más actuaciones- me promete besándome la frente.

-Pero hace mucho que no te veo en directo, me apetecía.

-Te haré una sesión en directo solo para ti cuando volvamos a casa- me asegura besándome.

-No es igual.

Ambos nos reímos.

Edward me pone hielo en la rodilla y comienza a prepararse.

Le deseo suerte con un beso y luego me quedo sola viendo la tele.

Tenía preparada una sorpresa esta noche para él pero va a tener que esperar.

Como yo no podía esquiar, adelantamos nuestra vuelta a Barcelona al domingo por la mañana.

Una vez en casa Edward me compró una rodillera en la farmacia y me obligó a llamar a la oficina para pedir teletrabajar.

Así durante una semana estuve descansando la zona y siendo atendida por el mejor enfermero de la zona.

Algunos de sus tratamientos no eran muy ortodoxos, sobre todo aquellos que se concentraban en el hueco entre mis piernas.

No podíamos practicar sexo porque yo no podía flexionar la rodilla pero eso no nos impidió jugar de otras maneras.

Habíamos comprado unos billetes para ir a Londres el segundo fin de semana de marzo.

Mi rodilla estaba mejor, había vuelto a trabajar de forma presencial y seguía teniendo cuidado cuando caminaba pero con ayuda de la rodillera casi podía hacer de todo.

Quería que mis padres conocieran a Edward así como también mis amigos.

Les había pedido que liberasen la agenda ese sábado para poder estar todos juntos e increíblemente había sido posible.

Edward estaba nervioso por conocer a mis padres, lo notaba.

Así que había decidido hacérselo más fácil y en vez de quedarnos en su casa habíamos cogido un hotel.

Tampoco podía asegurarle que todo fuera tan sencillo como lo fue con su familia porque recuerdo las palabras de mi padre cuando les hablé de él.

Así que sentados en el avión en primera clase le pedí que hablase conmigo.

-No estés nervioso- le pido poniendo mi mano sobre la suya-

-No lo estoy- me sonríe apretándome la mano.

-Estás raro desde hace días y creo que es por conocer a mi familia.

Él suspira y mira al techo.

-Es solo que una parte de mí siente que es muy pronto.

Frunzo el ceño.

-¿Por qué es muy pronto para conocer a mis padres y no a tu madre?- pregunto seria.

-Porque hace tan solo un año ibas a su casa con otro hombre que era tu marido.

-Pensaba que no te importaba que no haya conseguido el divorcio aún- le respondo fría retirando su mano de la mía- no es como si yo no quisiera tener ya el divorcio.

-Bella cariño, no es así. A mí no me importa, ni me acuerdo de que legalmente estás casada, pero a ellos creo que sí. Me da la impresión de que no han procesado aún tu divorcio y ahora llevas a alguien nuevo.

-Yo no lo veo así. O sea soy feliz, muy feliz contigo y quiero que ellos sean testigos de esa felicidad. Si están anclados en mi pasado ese no es mi problema.

-Son tus padres. Son importantes para ti.

-¿A dónde quieres llegar?- digo enfadada.

-Solo quiero hacer las cosas bien. No quiero apresurarnos a que me conozcan, que lo hagan a su ritmo, no quiero imponerles mi presencia.

-¿Y me lo dices ahora?

-No estoy diciendo que no vayamos a conocerlos. Solo que yo creo que quizás es pronto para ellos pero tú quieres que me conozcan y nadie mejor que tú conoce a tus padres así que confío en ti y espero que todo salga bien.

-Yo… sí, mis padres son importantes para mí y tú eres lo más importante para mí ahora así que quiero que os conozcáis.

-Lo sé, sé que es importante para ti y por eso estoy aquí- me dice cogiéndome la mano.

Apoyo la cabeza en el respaldo del asiento y miro por la ventana del avión.

¿Y si estoy cometiendo un error?

¿Y si estoy exponiendo a Edward a una situación incómoda?

He hablado con mis padres y ellos saben que vamos obviamente.

No pusieron ningún problema pero es cierto que tampoco nos ofrecieron quedarnos a dormir con ellos.

Un nudo se apodera de mi estómago y comienzo a tener miedo de aterrizar.

Llegamos a Heathrow a las siete de la tarde. Fuimos a hacer el check-in al hotel, nos duchamos, nos cambiamos de ropa y pedimos un taxi hasta la casa de mis padres.

Cuando paramos frente a la fachada dudo de si abrir la puerta o no.

-Bella espera- me pide Edward antes de llamar al timbre.

Veo incertidumbre en su mirada.

-Prométeme una cosa. Salga bien o salga mal esto, no vamos a dejar que sea un problema entre los dos. Yo estoy contigo, no con tu familia.

-Te lo prometo- le digo antes de besarle.

-Estoy nervioso- afirma riendo contra mis labios.

-Yo también- le digo besándole de nuevo.

La puerta se abre cuando nuestros labios están unidos aún y el sonido de la garganta de mi padre nos da la bienvenida.

-Papá- sonrío abrazándole.

-Hola Bells- dice abrazándome de nuevo.

Nos separamos y pongo una mano en el brazo de Edward.

-Papá este es Edward, mi novio- les presento- Edward, mi padre Charlie.

-Encantado- dice mi novio dándole la mano.

Tras las presentaciones pasamos dentro.

-¿Dónde está mamá?- pregunto sorprendida de que no esté en la puerta.

-Está en la cocina poniendo la mesa. Podéis dejar los abrigos aquí- dice abriendo la pequeña puerta que da acceso a una habitación donde guardamos los abrigos y los zapatos.

Cuando nos quitamos los abrigos mi padre nos invita a pasar al salón y él se sienta en el sofá de dos plazas obligándome a sentarme separada de Edward.

-¿Qué tal el vuelo?- nos pregunta amable.

-Bien, la verdad.

-Edward, eres de Estados Unidos ¿cierto?

-Sí, de Los Ángeles- sonríe mirándome.

-¿Y cómo os conocisteis?

-¿Por qué no esperamos a que mamá venga? Así lo contamos de una vez- interrumpo.

-Claro- dice mi padre.

Nos sumamos en un silencio incómodo.

-Voy a buscarla, no sé por qué tarda tanto.

Normalmente se reciben a las visitas a la vez.

Camino hasta el comedor donde veo la mesa ya puesta y luego entró a la cocina donde la veo con el teléfono en la mano.

-¿Mamá?

-Oh, hola cariño- dice sonriendo y dejando el móvil para venir a saludarme.

-Hola mamá- la abrazo- ¿te queda mucho? Edward está aquí y quiero que lo conozcas.

-No, ya he acabado. Vamos a conocer a Edward- dice quitándose el delantal y saliendo detrás de mí de la cocina.

Mi madre es más afectuosa que mi padre con Edward.

Intercambian algunas preguntas y luego pasamos al comedor.

Edward se ofrece a ayudar a mi madre a traer la comida pero ella se niega.

No solemos usar este comedor normalmente salvo cuando vienen visitas pero la disposición de los platos es diferente.

Algo que suele hacer mi padre y no me gusta nada es asignar sitios. Siempre le he dicho que cada persona debe sentarse donde quiera pero él no me hace caso así que indica que yo me siente a su lado y Edward al lado de mi madre mientras que él se sienta en la cabecera.

-Papá- le miro seria pero él se hace el desentendido y se sienta.

Pido perdón a Edward solo vocalizando con mis labios y él niega restándole importancia.

Quiero sentarme a su lado.

No sé cómo va a salir la noche y quiero poder confortarle con mi toque si algo sale mal.

Mi madre viene con una cazuela de horno y ya sé lo que es.

-Es el plato favorito de Bella- dice sonriendo mientras deja la comida en la mesa.

-Pastel de carne- adivino.

No sé cómo tomármelo.

Es cierto que mi madre me ha preparado mi plato favorito pero también es cierto que es un plato muy simple para tener invitados.

La cena transcurre bien.

Edward les intenta explicar en qué consiste su trabajo y mi madre se interesa por los lugares donde ha estado.

Cuando llega el momento del postre me viene un flashback que hace años que no recuerdo.

La noche que presenté a Leo a mis padres fue diferente.

La cubertería era la que usamos para las celebraciones, había dos copas diferentes, mucha más variedad de comida y recuerdo el postre tan elaborado que mi madre preparó.

Ahora usamos los platos que usamos a diario, hay tan solo una copa, la comida es casera pero simple y el postre es comprado.

El nudo que tengo en el estómago se acrecienta.

No puedo terminarme la tarta.

-¿Y os conocéis desde hace mucho?- pregunta mi madre a Edward.

-Sí, es una cosa que nos llama la atención- dice mi padre.

Edward me mira.

¿Qué contamos y qué no?

-¿Importa?- pregunto enfadada.

-Es una pregunta normal- se defiende mi madre.

-Bella- me llama Edward.

-No, no es una pregunta normal. Queréis saber si llevamos conociéndonos el tiempo suficiente como para tomarnos en serio o si por el contrario solo llevamos unos meses y esto es algo pasajero.

Mis padres se miran entre sí sorprendidos.

-Lo sabía- digo poniéndome en pie-

-No puedes culparnos. Te casaste, nos hiciste aceptar a alguien nuevo en la familia como uno más y luego te divorciaste, te has ido a vivir a miles de kilómetros y no entendemos cómo…

-¿Cómo he superado tan rápido a Leo?- adivino.

-Como has procesado el duelo- dice mi madre- no nos has contado nada sobre cómo te has sentido. Y lo siento Edward porque esto no es por ti pero ahora vienes con otra pareja, nos dices que eres feliz y queremos que lo seas pero no nos das nada, solo impones. Y estás tan cambiada… hace mucho tiempo que no vemos a nuestra hija, la de antes.

Me río sin gracia.

-¿Cómo viví el duelo? Como viví esa relación querrás decir.

-Bella- me pide Edward.

-¿Por qué Leo tiene que estar siempre en todo? Me asfixia que siempre que vengo a Londres él tenga que estar presente de una forma o de otra. Me parece una falta de respeto terrible que habléis de él con Edward delante- les critico.

-¿Tú sí sabes que Bella está casada no?- le dice mi madre girándose a mirarle.

-Edward sabe todo mamá-

-Bella cuéntaselo- me pide Edward poniéndose en pie y caminando hasta mí- ellos solo quieren saber. Si sabiendo todo no lo entienden entonces es su problema pero no es justo pedirles que me acepten sin tener toda la información- me dice solo para mí.

Le miro y pongo mi mano en su brazo.

-Es que no creo que se lo merezcan. Lo habría hecho si hubieran estado a la altura pero desde el minuto uno no ha sido así. Papá abres la puerta y no saludas, mamá te quedas en la cocina haciendo tiempo con el móvil para no estar con nosotros, luego veo cuánto os habéis esmerado en poner la mesa y en preparar la cena. Me siento avergonzada.

-¿Qué le pasa a la cena?-

-Nada salvo que la compares a lo mucho que os esmerasteis cuando vino Leo a cenar la primera vez a casa.

Mi madre al menos tiene la decencia de apartarme la mirada.

-Os estáis equivocando. El lugar que le distéis a Leo deberíais dárselo a Edward o al menos intentarlo. Leo no fue nada para mí en comparación con Edward.

-Muy bien pero es que nosotros no lo entendemos. No entendemos que nos digas esto cuando a Edward le conoces de hace unos meses y con Leo estuviste años- me explica mi padre.

-Es que a Edward llevo años conociéndole. Conocí a Edward hace casi cinco años en Ibiza, estuvimos juntos entonces y yo ya me enamoré de él ahí. No supe reconocer el sentimiento entonces o no quise y nos separamos, no volvimos a saber nada el uno del otro. Luego vino Leo y lo que viví con él no se parece en nada a lo que viví con Edward. Nunca le quise como le quiero a él. Así que si vamos a hablar de tiempo Edward gana por goleada, y si vamos a hablar de la intensidad de los sentimientos también gana. Quiero irme- le digo a Edward.

-Claro cariño- dice pasándome un brazo por detrás de los hombros.

-Pero Bella…- comienza mi madre.

-No me apetece seguir hablando con vosotros. Siempre que vuelvo a casa me sacáis el tema de Leo y no quiero. Sois vosotros los que estáis anclados en el pasado pero yo no. Yo ya no estoy ahí, estoy aquí, con Edward, soy feliz y solo quería que lo vierais por vosotros mismos pero os da igual porque no es Leo. Siento mucho haberte traído aquí- le digo a mi novio poniendo mi mano en su cara- vámonos- salimos del salón cogidos de la mano para ponernos los abrigos y abandonar la casa de mis padres.

-Lo siento- digo cuando ya estamos fuera parándome en mitad de la calle y empezando a llorar.

-Nena no es culpa tuya- me abraza.

-Sí lo es- digo con mi frente en su pecho.

-He entendido una cosa ahí dentro. Lo que me contaste de que te sentías presionada por tu entorno para seguir adelante con Leo, para encajar en lo que esperaban de ti. Tus padres tienen una visión de ti que no es real. Esperan cosas de ti que tú no eres. Quieren que seas simple y normal pero no ven que tú no eres así, tú eres extraordinaria, tan independiente, tan segura de ti misma… Y cuando te casaste con Leo cumpliste sus estándares renunciando a los tuyos, luego te divorciaste y te mudaste a otro país, no pueden ni entenderlo. Y para colmo me traes a mí que encajo perfectamente contigo pero no con la Bella que ellos visualizan, un tío que no viste de traje para trabajar, que viaja constantemente, que viene de otro país, que tiene tatuajes y que su trabajo no es en una oficina. No soy material de marido para su hija.

Me río entre lágrimas.

-Ellos no han pasado página, siguen teniendo la foto de tu boda en el salón- me confiesa.

Niego con la cabeza incrédula.

-Siento que hayas tenido que ver eso.

-Yo siento que ver a tus padres sea un recordatorio constante de una etapa de tu vida que no quieres recordar.

-No quiero saber nada más de ellos.

-Vale. Vámonos-

Esperamos a un taxi un par de calles más abajo de la casa de mis padres.

Cuando llegamos al hotel Edward me desviste, me pone el pijama y se mete conmigo en la cama abrazándome.

Nos mantenemos en silencio pero no hace falta decir nada, solo con saber que él está conmigo basta.

No duermo mucho.

Las lágrimas mojan la almohada y cuando me levanto al baño veo que tengo la cara roja e hinchada.

No me apetece moverme de la cama en todo el día pero Edward me recuerda que he quedado con mis amigos.

-Te están esperando- me dice intentando sacarme de la cama.

-Pero no quiero ir. He tenido suficiente de Londres ya.

-Cariño son tus amigas.

-¿Y si tampoco están a la altura?- confieso mi miedo.

Edward se ríe y me besa.

-Entonces nos iremos directamente a Barcelona. Pero me da la impresión de que no va a ser así, ellas ya saben de mí.

Asiento.

-Solo comer y luego volvemos aquí- le pido.

-Lo que quieras- dice retirando las sabanas y sacándome de la cama para ducharnos.

Reservé en un restaurante italiano del centro y cuando llegamos todos están ya allí.

-¡Por fin!- expresa Victoria cuando nos ve.

Se levanta y me da un abrazo. Seguidamente también abraza a Edward y le saluda como si ya le conociera.

Sonrío ante su interacción.

Luego se presentan los demás y son mucho más amables que mis padres ayer.

Nos sentamos juntos por supuesto.

Rosalie a mi lado y al otro Edward que a su vez está al lado de James.

La comida es distendida.

Nadie pregunta.

Nadie juzga.

Solo Emmett le pide entradas para Tomorrowland a lo que Rosalie le prohíbe ir.

Me levanto un momento para ir al baño y Victoria viene conmigo.

-¿Habéis discutido o algo antes de venir? Tienes mala cara.

-No pero ayer le presenté a Edward a mis padres y la cosa no fue bien.

Victoria sube las cejas y me pide más información.

-Joder pero su hija eres tú no Leo- dice después de escucharme.

-Estarían más felices de que fuera Leo. Él tiene cualidades que yo no.

-¿Cómo cuáles?

-Él es familiar, abierto, consulta sus decisiones con su familia, les hace partícipes, no le importa que sus padres se entrometan en su vida y yo no. Yo soy más cerrada.

-Tal vez no lo serías si tus padres no fueran tan cerrados de mente. A mí Edward me gusta, le veo muy pendiente de ti y sé que le quieres por toda vuestra historia.

-Mucho, le quiero mucho.

-No es fácil cortar con la familia Bells, pero tampoco darte una y otra vez contra el muro que ellos imponen hacia ti.

-Lo sé. Es solo que yo siempre contaba con ellos, siempre sentía que ellos estarían ahí y ahora no. De un día para otro me siento huérfana y tan decepcionada con ellos…- cuento volviendo a llorar.

-Tranquila- me abraza.

-Siento que Londres me desestabiliza. Cada vez que vengo me pongo mal por una cosa o por otra.

-Aquí nos tienes a nosotras-

-Y sois lo único bueno que me queda aquí.

-No tienes por qué ver a tus padres cuando vengas. Mi casa es tu casa.

-Lo sé- sonrío- ¿vamos a la mesa? No quiero que James emborrache a Edward.

-Ay eso es complicado, mi marido es un liante- me dice riendo abriendo la puerta.

Cuando volvemos efectivamente James está rellenando la copa de Edward otra vez junto a la de Emmett.

-¿Todo bien?- me pregunta mi novio poniendo su mano en mi pierna.

-Sí- sonrío- podemos quedarnos más.

-Me gustaría sí. Tus amigos son divertidos- me confiesa riendo.

-Lo serán más aún si no paras a James rellenando tu copa- me río y él conmigo.

Después de comer Rosalie insiste en que vayamos a su casa a jugar a algún juego de mesa.

Estoy a gusto así que accedo y nos montamos en el metro.

Una vez dentro Rosalie comienza a sacar bebidas y comida de picoteo.

Emmett saca varios juegos de mesa y terminamos jugando a varios.

Cerca de la hora de la cena James y Victoria salen de casa para traer la cena mientras los demás recogemos un poco el salón que con la emoción de juego está patas arriba.

-¿Edward una cerveza?

-Solo si es alemana- acepta la oferta de Emmett.

-¿Ves Bella? Así es como sé que este es el indicado, por fin alguien que bebe cerveza.

Me río y niego con la cabeza.

Leo odiaba la cerveza, solo bebía vino.

Cenamos todos juntos sentados en el suelo de manera informal y nos tomamos una última copa antes de despedirnos.

-Me gusta Edward- me dice Rosalie cuando nos despedimos.

-¿Me tengo que poner celosa?- digo bromeando.

-No idiota- me responde riendo- me gusta para ti. Encajáis. Y tengo que confesarte que tenía mis reservas por toda vuestra historia hace años y lo pronto que empezaste con él tras la separación pero viéndoos juntos os entiendo. Nunca te he visto tan cómoda con nadie, si hasta os habéis dado un beso delante de todos.

-Las parejas se besan- me encojo de hombros.

-Pero tú no, tú no sueles ser afectiva en público.

¿No lo soy?

-Sí lo soy.

-No, nunca lo has sido y no pasa nada pero quizás es que no lo eras porque no te sentías tan cómoda con nadie como con Edward- me sonríe.

-Edward es mi Emmett- le digo haciendo la broma.

-Entonces ya sabes, en unos años tendrás un anillo en tu dedo y un bebé en la habitación contigua.

Ambas nos reímos negando.

-Sabes que no- le respondo.

-Lo sé, sé que no es tu estilo.

Nos despedimos con un abrazo y caminamos de vuelta al metro junto a James y Victoria. Una vez allí también nos separamos de ellos porque cada uno tiene que coger una línea diferente.

-¿Estás mejor?- me pregunta sentándonos en el vagón.

-Sí, me ha venido bien estar con mis amigas- le confieso apoyando mi cabeza en su hombro- ¿qué te han parecido? ¿Podremos irnos de viaje juntos alguna vez o no quieres volver a verlos?

Edward se ríe levemente.

-Podremos irnos de viaje sí. James es terriblemente peculiar y gracioso y Emmett es más formal pero igualmente gracioso. Victoria es muy extrovertida y sincera, Rosalie es más seria pero ambas son buenas amigas para ti.

-Lo son.

-Me alegra haber venido a Londres y conocer algo más de ti.

-Yo hubiera deseado que no conocieras a mis padres.

-Yo sí aunque mi percepción de ellos es negativa y no por lo referente a mí si no por como te tratan a ti.

-No quiero pensar en ellos- digo recostándome un poco más contra Edward mientras él me abraza contra su pecho.

.

🌊 ❤️ 🌊

.

¡Bueno bueno con los Swan! Como se han lucido con Edward. Que aunque les costase aceptar que Bella ha pasado página podrían haber disimulado un poco. Al menos sus amigas están felices por ella y aceptan su nueva relación. ¿Qué hacemos con Renee y Charlie? ¿Creéis que aceptaran que han cometido un error con Bella o se quedarán fuera de su vida para siempre? ¿Quitarán la foto de la boda de Bella del salón? Pobre Edward que ha tenido que ver a su novia casada con otro…

Y Edward regresando antes de tiempo para darle una sorpresa. No sé si queda muy claro en el capítulo pero han convivido juntos algo así como dos meses, ¿será una convivencia definitiva? ¿Qué pasará cuando comience la temporada fuerte de actuaciones?

Deseando leer vuestras impresiones del capítulo.

Como siempre review = adelanto pero los adelantos los tenéis que buscar en los mensajes privados de tu perfil dentro de la plataforma de Fanfiction porque no llegan al email personal.

Hasta el jueves que viene ;)