Capítulo 5

2013

El equipo estaba en la comisaría desde primera hora de la mañana, todos menos Hotch y Strauss. El jefe de Unidad había llamado a Rossi y le había dicho que se fueran adelantando, que ellos irían más tarde. También le había ordenado que llamara a García y comenzara a investigar a Jeremy Murphy.

-Buenos días, mis vengadores del crimen. Siguiendo las órdenes del gran jefe, he buscado información sobre el homenajeado, también conocido como Jeremy Murphy.

"Tiene cuarenta y seis años recién cumplidos, dueño de una empresa de valores de propiedad intelectual fundada con un amigo de la universidad a los veinticinco años; casado y con dos hijos. Colabora con varias organizaciones. Vamos, un modelo de hombre.

-¿Y qué hay de su época del instituto? -preguntó Emily. A todos les parecía demasiado perfecto.

-Vale, un momentito…-durante unos segundos, que se hicieron eternos, sólo la oyeron teclear-. De acuerdo, ya lo tengo. Sabemos que fue el quaterback del equipo de fútbol americano durante cuatro años, notas excelentes durante todo el instituto, salió con un par de chicas y fue nombrado rey del baile en el baile de graduación con su novia de ese momento. Parece que tiene un expediente impecable -hizo una pausa de unos segundos mientras seguía tecleando-. Oh, espera, aquí parece que hay algo.

Todos se miraron entre sí, esperando que su analista comenzara a hablar de nuevo.

-En Octubre de 1984, una chica de quince años llamada Jane Anderson se suicidó tomándose un bote de pastillas. Dejó escrita una larga carta, en la que contaba, que justo un año antes, en una fiesta en el bosque, Jeremy Murphy y tres compañeros del equipo habían abusado sexualmente de ella y de tres amigas más. En esa fiesta también estaban dos animadoras, justo antes de que todo empezara. Y al final de la carta, dejó escrito el nombre de los chicos y sus amigas. Eliza Smith, Sarah Jonhson y Erin Lincoln. Anda, que coincidencia, se llama como…

-Es que esa niña era yo -todos miraron a Strauss, que acababa de entrar en la sala.


1984

Durante ese año, ninguna había dicho nada, pero era obvio que lo sucedido en el bosque las había cambiado a todas.

Jane se había vuelto mucho más tímida y retraída de lo que ya era. Eliza, que siempre había sido un poco altiva y prepotente, ahora apenas hablaba con nadie, excepto para gritarles que todos eran horribles, que ya nadie valía la pena. Y Sarah y Erin, intentaban sobrevivir sin que los de a su alrededor se dieran cuenta de lo que había pasado.

Las cuatro habían hecho piña, puesto que lo peor de todo, es que habían tenido que seguir en el equipo de animadoras, como si lo sucedido no hubiera ocurrido jamás. Era muy duro ver a sus atacantes casi cada día. Intentaron dejarlo, sin dar demasiadas explicaciones, pero las amenazas de Melissa, que lo sabía, las hizo recular.

El peso del secreto y su frágil personalidad, hicieron mella en Jane, que no pudo más y justo un año después del suceso, se suicidó.

Puesto que dejó sus nombres escritos en una larga carta, junto con el de los cuatro chicos, fueron interrogadas por la policía. Aún así, no dijeron nada. El problema, que el rumor ya estaba extendido. Ellas intentaron pasar desapercibidas mientras los verdaderos culpables se convertían en víctimas de un rumor completamente verdadero.


2013

Cuando ella terminó de hablar, el silencio invadió de nuevo la habitación. Hotch estaba de pie justo detrás de ella, con una mano en el respaldo de la silla y acariciando con el pulgar su espalda.

-García, busca información sobre el resto de los hombres. Necesitamos saber qué ha sido de su vida y dónde están ahora -pidió Reid.

-Rápida como el viento.

Durante los siguientes minutos, escucharon de la voz de su analista informática qué había sido del resto de jugadores de fútbol. Los tres iban a asistir al evento que iba a organizar el instituto, y que Hotch había dado orden de que no suspendieran, puesto que tal vez, el sudes hiciera acto de presencia.

-Vamos a interrogarlos a los cuatro. No podemos hacer nada con lo que hicieron hace treinta años, pero tal vez podamos averiguar algo. Es evidente que el sudes está matando a jugadores y animadoras que está usando como sustitutos. Puede que esa noche no fuera la única que hicieran algo así -dijo Hotch mirando a su equipo.

-Se me ocurre…-todos miraron a Prentiss cuando habló. Strauss se levantó para mirar por la ventana-. ¿Y si miras también donde están Eliza Smith y Sarah Jonhson?

Hotch se dio cuenta que Erin pareció desinflarse. ¿Sería alguna de sus amigas la culpable de las muertes?

-Eliza no está en el país. Lleva muchos años viviendo en España. Estuvo ingresada en una clínica mental a los diecinueve años, después de sufrir una crisis de ansiedad en una clase en la universidad. Estuvo varios meses, y cuando salió, fue cuando decidió irse. Vivió en varios países europeos y finalmente se instaló en España.

-Parece que nunca lo superó -comentó JJ en voz baja.

-Y Sarah…no aparece mucho. Se graduó en enfermería, consiguió un trabajo en Minnesota y ya. Ni matrimonio, ni hijos ni nada. No hay más información relevante. Por no tener, no tiene ni una multa.

-Erin, ¿no habéis mantenido el contacto? -quiso saber Rossi.

Ella inhaló y exhaló profundamente antes de darse la vuelta. Luego centró su vista en Rossi.

-No. Una vez que nos graduamos del instituto perdimos el contacto. A lo largo de los años habremos hablado tal vez tres veces, nada más. La llamé la semana pasada, cuando me llegó la invitación, pero no me cogió el teléfono.

Unos minutos después, el equipo se había puesto en marcha. Hotch había repartido las tareas, y sólo habían quedado Reid y Strauss en la comisaría. Ambos estudiaban en silencio todo lo que tenían, aunque la mente de Erin se negaba a dejar de pensar en el pasado.

-Voy a ir por un café, ¿quieres uno? -rompió el silencio cuando ya no podía aguantar más.

Reid levantó la cabeza de los papeles que estaba mirando, sorprendido por el sonido de su voz.

-No, muchas gracias. El café de esas máquinas es horrible, debería estar prohibido -intentó bromear él.

-Ya, pero necesito algo que me despeje la mente. Supongo que tomarme algo incomible lo hará durante unos minutos -esbozó una ligera sonrisa antes de salir.

Erin miraba pensativa cómo salía el café cuando una voz a su espalda la sobresaltó.

-Así que no era sólo un rumor -se dio la vuelta para ver a Paul mirándola.

No parecía enfadado, ni tampoco había compasión en sus ojos, sólo era un viejo amigo preocupado por su amiga.

-No. Sucedió de verdad -respondió bajando la cabeza.

-¿Y por qué no me dijiste nada, Erin? Podría haberte ayudado a sobrellevarlo. O partirle la cara a esos capullos.

-¿Y de qué habría servido? Fue durante una fiesta que Eliza se emborrachó y comenzó a decir cosas, pero nadie la creyó. El rumor vino igual que se fue. Eso fue un poco antes de que tú llegaras, dos años después de que todo ocurriera. Ni siquiera la carta que dejó Jane sirvió para que alguien nos creyera.

-¿Por qué no dijisteis nada en su momento?

-No era tan fácil. Sabes quiénes eran los padres de Jeremy y Melissa ¿verdad? La influencia que tenía esa gente en el pueblo, o ellos dos en el instituto…nadie nos hubiera creído, Paul. Simplemente, seguimos adelante como pudimos.

-¿Y cómo se puede seguir después de eso?

Erin no respondió, pero apartó la mirada. Paul se acercó y la abrazó. Primero tensa, pero luego se relajó. Unos segundos después, el teléfono de Erin vibró en su bolsillo.

-Lo siento, tengo que cogerlo -se separó de él y metió la mano en el bolsillo.

-Por supuesto. Nos vemos luego.

Paul se fue y Erin sacó el teléfono. Frunció el ceño cuando no reconoció el número.

-Strauss.

-Veo que has vuelto al sitio que nos jodió la vida.

Erin sintió un escalofrío recorrer su espalda al escuchar la voz.

- ¿De verdad has podido hacer vida normal, Erin? ¿Has podido olvidar todo lo que nos hicieron esos cabrones?

-Por supuesto que no, pero hay que intentar seguir adelante, y no tomarse la justicia por su mano.

-¿Y me lo dices tú, que trabajas para el gobierno?

-Yo no he matado a nadie, Sarah -Erin tragó saliva, sabía que no debía provocarla cuando estaba en juego la vida de Carol, pero necesitaba saber con certeza que ella era a quien estaban buscando.

Sarah calló, y Erin miró el teléfono creyendo que había colgado. Cuando volvió a hablar, lo hizo con tanta frialdad que Erin sintió otro escalofrío.

-Al menos yo hago algo, por Jane y por todas las chicas que alguna vez han vivido algo así. No soy una cobarde como tú.

Y colgó. Erin respiró hondo y volvió a la habitación, donde había visto que el equipo estaba reunido de nuevo.

-Me acaba de llamar Sarah. Ella es el sudes que estamos buscando.

Continuará….