Advertencia: Algunos de los personajes de esta historia no me pertenecen, son de J.K.R., los demás, y la trama, son mi de pertenencia.

Capítulo 6

1.-

"La azotea"

La palabra no era exactamente lo que se imaginaba Hermione. Es decir, no es como si no hubiese visto una antes, en casa y, en algunas películas, donde todo era tan... diferente.

Bueno, al menos aquí había muebles... viejos. Muy, muy viejos. En uno de ellos, estaba sentado un chico que parecía ser muy mayor, por la contextura gruesa que tenía. Llevaba gorra y miraba un cuaderno donde anotaba algo que ella ignoraba, pero debía ser algo importante porque no se había dado cuenta de la presencia de Blaise, Draco y ella.

El muchacho sonrió, dejó de anotar y alzó la cabeza, con entusiasmo, iniciando un baile, que cortó de inmediato cuando reparó en ellos. La sonrisa, sin embargo, se ensachó más.

"¿Tú te crees que eres el demonio, que causa mis insomnios?

Te lo admito, te lo afirmo y te lo reinvidico: son mis traumas los que crecen, convirtiéndose en las heces, que reflejas de tu mente"

—¡Joder, tío, eso ha estado brutal! —dijo Draco, imitando un acento español -reconoció Hermione-, y se acercó al chico, cuando terminó de decir algo que ella no había entendido del todo, por no decir que nada. No sabía ni siquiera por qué Draco lo estaba felicitando, con unas palmadas en la espalda, cuando se sentó a su lado y le quitó el cuaderno, leyendo, en voz alta, otra cosa que menos entendió, pero que, igual, hacía que Draco sonriera, a medida que avanzaba y que se hubiera olvidado que ella estaba ahí, como una intrusa, sintiéndose de nuevo como si no perteneciera a ningún lado.

No sabía por qué Blaise la había traído a ese lugar, diciéndole que le iba a gustar, cuando él también pasó de ella y se sentó en el mueble, al otro lado del chico, escuchando, con los ojos cerrados, lo que decía su amigo, mientras sacaba un cigarrillo, abría un momento los ojos para encenderlo y, después, los cerraba de nuevo...

[...]

—¡Hey!

—Disculpa. —dijo Hermione cuando bajó las escaleras que daban hacia el piso que la llevaría a la calle, tropezándose con alguien al que no reconoció, lo que la hizo detenerse por un momento, después, quiso seguir su camino, pero, su primo, Blaise, la detuvo por el brazo.

—Sueltame, Blaise. —dijo, sin darle la cara, que la tenía toda mojada por lágrimas.

—¿Qué te pasa, Hermione? De aquí no puedes irte así como así. Y no te voy a soltar hasta que me digas que bicho te ha picado.

Hermione, entonces, lo encaró, molesta.

—Pasa que me dices que me traerás a un lugar donde me sienta cómoda y no es así. Primero esa chicas a las que no le entendí por qué me llamaron loca y luego me traes con tus amigo y se ponen a hacer no sé qué cosa, olvidándose de mí.

—Eso no es así, Hermione. —Draco se acercó a ellos, que también había seguido a Hermione y había escuchado lo que dijo—. Dejáme y yo hablo con ella, Blaise. Neville te está esperando para que lo ayudes con la pista para su lírica. —pidió y Julia dudó por un segundo si dejar a su prima con alguien desconocido para ella. Pero para él no. Le confiaría su vida a Draco de ser necesario y, si de algo estaba convencido, era de que su amigo encontraría las palabras exactas para su prima no se sintiera desplazada.

En cuanto Blaise dejó solos a Draco e Hermione, el primero, se sentó al pie de la escalera, invitándola tácitamente a ella, quien también se sentó.

—Te prestaría un pañuelo, pero no tengo. —dijo, Hermione no entendió —. Para que te seques la cara y te soples lo moco —explicó y ella sonrió, apenada, sonrojándose.

—Lo siento. —dijo.

—No tienes de qué —le contestó Draco—. Entonces... no entiendes nada.

—No.

—Daniela y Nairobi solo bromeaban.

—A mí no me lo pareció. Me parece que hablaban en serio, y no sé por qué, si yo solo quise ser amable.

—Dejáme ver si yo puedo explicártelo —esta vez, Draco intentó no tratarla como a una niña a la que solo le decías que todo iba a estar bien—. Al igual que tú, hay cosas que ellas no entiende. No entendieron por qué te presentastes con ellas así nada más.

Hermione abrió la boca para replicar pero la cerró. Así como lo decía Draco, lo entendía. Había actuado como una loca acercándose a dos desconocidas que no tenían nada que ver con ella. Pero solo quería encajar, y la emoción de hacerlo le había ganado. Se lo explicó a Draco.

—Comprendo. Pero no vuelvas hacerlo, ¿quieres? Te meterás en problemas. —Hermione ya sabía que sí, si no hubiera sido por Draco, no sabe que le hubieran hecho esas chicas, así que asintió.

—Ahora, dejando de lado eso, ¿por qué bajaste de la azotea?

Hermione se volvió a sonrojar. Luego de hablar un poco con Draco, sus emociones se habían calmado un poco, y se daba cuenta, que pudo haber sacado conclusiones apresuradas. Aun así, dijo:

—Porque todos estaban allí, imersos en lo suyo y se olvidaron de mí.

—Eso no es cierto, Hermione, ¿cómo podríamos olvidarnos de ti? Lo que pasa es que, cuando los chicos y yo hacemos música, nos perdemos en eso, que a veces ni nos damos cuenta que alguien más vino a la azotea. Y lo que hacen ellos es integrarse poco a poco. ¿entiendes?

Hermione asintió y Draco también lo hizo en reflejo.

—Ven —le ofreció su mano a la vez que se ponía de pie—. Volvamos a la azotea.

Los dos siguieron su camino y Hermione solo ahí escuchó la música que venía de arriba y que no se había dado cuenta cuando hablaba con Draco.

El chico de antes seguía cantando, mientras Blaise estaba sentado frente a una computadora donde salía un sonido muy movido. De repente, le dieron ganas de bailar, con un ritmo diferente, pero le dio pena y no lo hizo. Tenía que hacer algo con su miedo escénico, pero por ahora, solo se podía conformar con hacer lo que le dijo Draco: integrarse poco a poco, aunque no sabía cómo, ya que ella no cantaba.

Draco la guió hasta el mueble, donde estaba sentado el otro muchacho, quien bailaba, moviendo sus pies y la cabeza.

—Soy Harry. —le dijo, extendiendo su mano hacia ella cuando se sentó. En ese momento, quien debía ser Neville, dedujo Hermione, terminó de cantar.

—Hermione. —Dijo ella a Harry.

—Sí, mi prima hermosa, la que baila más cool de todo mundo.

Eso la hizo sonrojar aunque asintió sintiendo orgullo en su pecho, porque de verdad estaba segura que lo hacía muy bien.

—¿Bailas? —preguntó Draco, entusiasmado. Había cogido la silla de enfrente de la computadora para ponerla al revés y sentarse frente a los muchachos. Blaise, le había quitado el puesto en el mueble, sentándose al lado de su prima.

—Sí. —respondió Hermione.

—Deberías mostrarnos un poco. —dijo Draco, pensando que Hermione así se sentiría más parte de grupo y también porque se moría por dentro por verla bailar.

—Yo no... —comenzó a excusarse, pero Blaise, la interrumpió.

—Vamos Hermione, no seas así, estamos entre panas... amigos. —Y, antes que Hermione aceptara o se siguiera negando, Blaise se puso de pie, diciendo— pondré la pista.

La música comenzó a sonar en par de mintutos. Era un ritmo muy bailable, y aunque Draco recitaba con mucha emoción, ella apenas podía entender la letra de la canción, aún así, todavía tenía ganas de bailar, y se puso de pie. El ritmo era muy parecido al hip hop, y su cuerpo comenzó a distorsionarse en pasos muy acordes a la música. Y allí entendió mejor lo que le dijo Draco hace un rato, para ellos, la musica era su vía de escape, donde se perdían de todo lo que sucedía al rededor. Era igual para ella, pero con el baile.