Capitulo 13

La vida en Japon se habia hecho mas llevadera. Ya tenia algunos amigos. Acababa de comenzar su primer año en la escuela Sejiyo y estaba feliz. Tenia mucho contacto con Meiling pero nada con Syaoran. En algun momento, dejo de intentar contactarlo. Habia hecho una gran amiga en la escuela, Tomoyo, y eran inseparables.

Esa tarde se encontraba haciendo tarea en su computador cuando recibio una notificacion.

Syaoran mando un mensaje.

Su corazon se acelero un poco. ¿Syaoran? ¿Syaoran queria hablar con ella? Lo penso un momento. Lo podia dejar esperando como el la dejo a ella muchas veces. Despues de mucho debatir, decidio responder.

Hola escuincla!

Hola!

Fue como un switch, comenzaron a hablar todo los dias por computador; como si jamas hubieran dejado de hacerlo. Se contaron todo sobre sus vidas desde el momento en que se dejaron de ver. Ambos corazones latiendo rapidamente y mariposas en los estomagos de ambos.

Mire hacia afuera y aun no paraba de llover. La calle seguía inundada. Suspire y me resigne a que estaríamos encerrados un rato más. En mis pensamientos sobresalto uno.

—¿Syaoran? —comente, volteandolo a ver.

—Dime, —respondió.

—¿No tenias que usar el baño?

Él salió corriendo mientras yo soltaba una carcajada. Era la segunda vez que me reía así. ¿Era por Syaoran? ¿Era eso lo que el ocasionaba en mi?

Decidí alejar esos pensamientos de mi cabeza e ir a la cocina para buscar algo para comer. Encendí el televisor para recibir noticias. Syaoran tenía razón; la señal de teléfono no funcionaba. Esperaba que por medio del satélite la televisión me pudiera dar noticias.

Gracias a Dios la señal del satélite funcionaba y según las noticias, se nos pedía a todos estar en terrenos altos y no viajar durante las próximas 24 horas. Comentaban lo peligroso que sería para alguien tratar de viajar durante la inundación y que lo mejor sería mantener los caminos despejados para los vehículos de emergencia.

¿24 horas? Obviamente Syaoran no podía viajar en esas condiciones. Tendría que… Oh, mierda.

—¿Escuche bien? —pregunto apareciendo en la sala.

—Si, al parecer tendrás que pasar la noche aquí, —explique sintiendo algo en el estomago muy cercano a la náusea, pero también mariposas.

—Oh.

—Aja.

¿Ahora que?

—¿Quieres algo de comer? —ofrecí después de un largo silencio. No estaba segura de como manejar esa situación tan peculiar.

—Si, ¿porque no? —respondio Syaoran. —Te ayudo, —añadio siguiendome a la cocina.

Los dos estabamos callados. Me gustaria saber que pensaba el para saber que pensar yo.

—¿Espagueti? —sugeri.

—Suena bien, ¿con que te ayudo?

—Tengo un almacen en el sotano, ¿podrias agarrar una lata de salsa?

Syaoran comenzo a bajar cuando paro en seco y me miro.

—¿Algun cuarto al que no deba entrar?

—Muy gracioso, —rodee los ojos.

Comence a cocinar los fideos y suspire con pesadez. Sería un día largo, pero al menos no estaría sola. Kero empezó a dar vueltas cerca de la puerta para salir pero el pario se veía en muy mal estado. Recorde que aún me quedaban pañales para perros abajo en el sótano de cuando recién lo adopte. Consideré pedirselo a Syaoran también pero esos estaban más escondidos.

—Dame un momento, amigo, —le dije a mi perro.

Comence a bajar las escaleras pero di un paso en falso y cai. No cai sola. En camino hacia abajo, arrastre a Syaoran conmigo. Cai justo encima de el lastimando mis manos tratando que no dejar que todo mi peso cayera sobre el.

—¿Estas bien? ¿Te lastime? ¡Lo siento! —dije sentandome rapido.

Me senté rápido, estaba encima de Syaoran y el uso sus brazos para apoyarse hacia arriba y verme divertido.

—Tu no cambias, ¿verdad? —dijo riendo.

—¿Que? Tiene mucho que no me caigo por las escaleras, —me justifique.

—Si, querias que atrapara solo pudiste decirmelo. Esta posicion es algo incomoda.

Me di cuenta de que estaba a horcajadas sobre él y me sentí sonrojar inmensamente. Me levanté lo más rápido que pude y lo patié por accidente. El gruño del dolor.

—¡Lo siento!

—Esta bien, —contesto levantandose tambien. —¿Por que bajaste? ¿No confiabas que pudiera encontrarlo solo?

—Necesito algo para que Kero use el baño, —explique. —No todo es sobre ti, ¿sabes?

Cuando encontre los pañales, subimos las escaleras y el se encargo de los fideos mientras yo ponia el pañal para Kero. Kero lo miro feo y me volteo a ver como si estuviera haciendole una jugarreta.

—Tendras que conformarte, Kero. No puedes salir con este clima.

Regrese a la cocina donde Syaoran trataba de encontrar señal haciendo ademanes muy extraños. Fue mi turno de mirarlo divertida. Tenia sentido que el necesitara la señal. Era doctor y tenia que estar al tanto de la condicion de sus pacientes. Al parecer no habia tenido suerte pues bajo el brazo frustrado.

—¿Como van los fideos? —pregunte.

—Creo que bien, —observo. —Ya voy a abrir la lata de salsa. ¿Tienes un abrelatas?

—No lo necesitas. Esas latas tienes para abrirse facilmente, —explique.

—Esas cosas nunca funcionan, es mas facil con el abrelatas.

Olvidaba lo infuriante que podia ser cuando sentia que tenia la razon.

—Bueno, si es tan dificil para ti, lo hare yo, —dije haciendolo a un lado y tomando la lata en mis manos.

Jale pero no se movia. No me atrevia a mirar a Syaoran. No quería dejarlo pensar que tenia la razon asi que jale mas fuerte, y mas fuerte, y mas fuerte hasta que la lata se abrió con fuerza y embarro a Syaoran. Los dos nos miramos un microsegundo antes de que yo soltara una tremenda carcajada. Mi risa duro poco cuando senti salsa en mi cara y blusa. Syaoran la sostenia con aire de superioridad que me saco de quicio, como siempre lo habia hecho.

—Esta bien, —concedi. —Ya estamos a mano. ¿Podrias ir por otra? Yo te conseguire otra playera.

El asintio y comenzo a caminar. No llego muy lejos cuando la salsa lo golpeo en la espalda. Giro en camara lenta y me miro en shock. Yo avente mas salsa a su cara para que me dejara de ver. El habia comenzado y yo claro que lo iba a terminar.

—Sakura… —su voz era grave y sus ojos se habían oscurecido.

Mierda.

—Syaoran, —dije poniendo mis manos enfrente de mi y caminando lentamente hacia atrás mientras el se acercaba peligrosamente. —Los dos somos gente razonable. Tú sabes que la primera vez fue un accidente. Me lo debías.

El seguía acercándose. Mi espalda tocó la encimera y me había quedado sin espacio para huir. Se acercó hasta que mis manos tocaron su pecho. Puso sus manos a ambos lados míos y se acercó lentamente a mi cara. Me sentía muy nerviosa.

—¿Sabes, escuincla? Hay algo que he querido hacer desde hace mucho tiempo, —susurró, sus labios ahora en mi oreja. —Creo que ya es momento.

Creí que mi corazón saldría de mi pecho, eso estaba mal pero por Dios se sentia bien imaginar lo que pasaria. Me preparé para lo que pasaría pero no pasó. En su lugar llegaron cosquillas de las que no pude huir. Tampoco podía parar de reír, eso hacía más difícil el tratar de escapar.

Syaoran me tenía en un agarre sumamente fuerte y pensé que moriría de la risa. Perdí lo poco que me quedaba de dignidad tratando de pedir clemencia. Cuando quedó satisfecho con mi castigo me soltó y fue al sótano por otra lata de salsa. Estaba asquerosamente cubierta de salsa roja. Tendría que bañarme. Syaoran necesitaba otro cambio igual.

Corrí rápido al cuarto de huéspedes por una playera y pantalones nuevos para el, mientras me lavaba el cabello rápido en el baño. La ducha tendría que esperar. Sentí mi teléfono vibrar en ese momento; la señal había vuelto.

—¿Bueno? —contesté.

—¡Sakura! —Tomoyo exclamó aliviada. —He tratado de hablar contigo y Meiling todo el día. ¿Estás bien? La jodida señal apenas volvió para mi.

—Para mi también, —expliqué. —Estoy bien. La tormenta nos agarró desprevenidos pero estamos en mi casa a salvo.

Hubo un silencio del otro lado de la línea mientras mis palabras tomaban sentido para Tomoyo.

—Cuando dices —nos—, te refieres a tu y Kero ¿cierto? ¿O acaso Dai se encerro contigo?

Mierda. Esto seria divertido de explicar.

—Bueno, yo…

—¡Sakura! ¡Aqui esta la salsa! ¿Ahora si puedo tener un jodido abrelatas?

—¿Syaoran? —exclamó Tomoyo sorprendida.

—¿Qué dijiste? —escuche a Eriol del otro lado del teléfono. Con un carajo. ¿Altavoz de nuevo?

—Si, es que el, bueno, nosotros estábamos, y entonces, —comencé a tartamudear.

—Sakura, —dijo Syaoran llegando al baño. —Los fideos se van a estropear. ¿Donde esta el abrelatas?

—Te llamo después, Sakura. No quiero que se estropeen los fideos, —terminó Tomoyo con tono sugestivo. —No te preocupes por Meiling, yo le digo que estan bien, —añadió con énfasis en el —estan—.

—Tomo…—pero ya habia colgado. Pues, mierda. Esto no era nada bueno. Sólo esperaba poder explicarlo antes de que Dai tuviera una idea equivocada.

—¿Tomoyo? —pregunto observando con curiosidad mis mejillas rosadas.

—Si, al parecer ya volvio la señal, —respondi. —Aqui hay ropa nueva. Yo me encargo de lo que falta para que te cambies.

Antes de poder salir del baño, Syaoran me tomo por el brazo obligandome a mirarlo. Sus ojos, oscurecidos de nuevo, me miraban como nunca antes me habian visto. Habia algo peligroso en ellos. Senti que mi corazon se aceleraba e instintivamente mire sus labios.

Mi resentimiento, lo unico que habia mantenido una barrera en medio de nosotros, se habia ido en cuanto lo escuche rogando que no me fuera. Ahora tambien estaba Dai de por medio pero en ese momento no podia hacer nada, estaba congelada. Y eso me aterraba. Me aterraba su cercania, su olor a cedar con menta, sus ojos oscuros, sus intenciones.

Esa distancia seguia cerrandose. El se acercaba cada vez mas y mas y yo no estaba segura de poder empujarlo o alejarlo de mi.