Descargo de responsabilidad: ya saben ustedes que PUCCA y sus personajes no me pertenecen, le pertenecen a su creador Boo Kyoung Kim. Yo sólo usé sus personajes, para crear esta historia loca, pero según yo entretenida.
Descargo de responsabilidad 2: así como el libro de Harry potter sus personajes no me pertenecen, pues le pertenecen a la autora JKRollin. yo sólo utilicé a Harry potter para juntarlo con Pucca, así que no plagien, adapten o copien por favor que eso no está bien.
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"En los momentos más oscuros, el amor verdadero encuentra su camino a través del consuelo." _(Jing Jing Ryddle y Draco Lucius Malfoy)
Chief sollozaba en los oscuros pasillos del castillo, su tristeza resonando en las paredes silenciosas de Hogwarts. La escena con Tobe Snape Fumikage aún la atormentaba, y no podía evitar que las lágrimas nublaran su visión, mientras recordaba su amarga confrontación.
La misión que había fracasado parecía ahora una herida abierta en su orgullo y en su corazón, ver el rostro decepcionado de Tobe le dolía más que los gritos de Ring Ring. Su mente vagó a los momentos previos al enfrentamiento, creyendo que esta vez todo saldría bien para ella y sus planes.
Ella y Shaman habían trabajado incansablemente para crear la poción de amor, modificándola para que se pareciera a lo que Ring Ring deseaba. Había sido una estrategia audaz para distraer a Garu, haciendo que se enamorara de Ring Ring para que Pucca y Harry pudieran estar juntos, cuando ella y Shaman les dieran la poción a todos.
Pero en lugar de eso, la poción acabó en manos de Draco Malfoy, gracias a la intervención de Ronnie y Destiny, dejando el plan hecho trizas. La humillación de escuchar a Tobe criticarla de manera tan dura la atormentaba, cada palabra suya se repetía en su mente como una cruel burla.
Las lágrimas que derramaba eran testigos de su desesperanza y de la presión que sentía por la misión fallida, que una vez más la dejaba ver como una tonta. Chief había querido probar su valía, demostrar que podía ser una aliada invaluable, pero en cambio, se había sentido como una pieza más en un juego cruel del que no lograba comprender las reglas.
–¡Eres una estúpida, Cacique!
Las palabras de Tobe aún retumbaban en su cabeza.
–¡Ese plan pudo haber salido bien si tú te hubieras asegurado de que Harry bebiera la poción modificada con la flecha de cupido en vez de que permitieras que ese Draco Malfoy se la tomara!
Jing Jing, que estaba presente en la escena, se vio atrapada entre la furia de Tobe y el dolor de su propia frustración. Recordaba cómo había intentado defenderse, explicando que Draco Malfoy había llegado inesperadamente y había tomado la poción de Harry, y cómo Tobe había desechado sus explicaciones con una furia implacable.
–¡No me des excusas, Jing Jing!
Tobe había gritado, su ira en cada palabra.
–¡Siempre me das excusas cuando tú y yo sabemos que simplemente eres tonta y nada más! ¿¡Por qué te metes en mis asuntos si nunca puedes ayudar!?
En ese momento, Jing Jing había roto a llorar, su vulnerabilidad expuesta frente a la figura implacable de Tobe.
–¡Porque te quiero, Tobe! ¡Yo te amo desde que nos conocimos en ese día de lluvia en donde te pedí refugiarme en tu guarida, porque Payaso, Shaman y yo no teníamos en donde refugiarnos!
Pero Tobe, con una risa burlona, había respondido con frialdad.
–El amor no existe, cacique. Ese sentimiento solo te frena e impide que un gran mago sea perfecto, que un ninja experimentado se vuelva idiota y un samurái pierda el juicio. Si quiero tener una mujer para obtener un heredero, simplemente se toma una mujer cualquiera, pero eso ya lo pensaré después y definitivamente analizaré que no sea una idiota.
Las palabras de Tobe eran un golpe duro, una negación de todo lo que Jing Jing había sentido y creído. Para ella, el amor era una fuerza poderosa, una luz en medio de la oscuridad.
Pero para Tobe, era una debilidad. No le importó verla llorar frente a él y confesarle su amor tampoco le afectó, era como si las veces que lo ayudó no fueran nada para él.
y ahora que estaba caminando por los pasillos de Hogwarts se sentía vacía, pues su amor no era correspondido y sentía deseos de arrancar ese amor que solo le causaba dolor en el pecho. Tanto era así, que mientras se concentraba en su dolor, se topó con Draco Malfoy al no darse cuenta que venía de frente a ella.
Draco Malfoy estaba absorto en sus propios pensamientos, meditando sobre los recientes eventos que habían sacudido su mundo en Hogwarts. La pérdida del equipo de Slytherin contra el equipo de Gryffindor en quidditch y la poción de amor que había ingerido lo tenían tenso, aunque sabía de sobra que si bien él había accedido a tomarla por la protección de Pucca.
Jamás se imaginó que, en lugar de un afecto superficial, había despertado en él una extraña confusión, un torbellino de emociones hacia alguien a quien apenas conocía. Sí, él había hablado un par de veces con Jing Jing, pero una cosa era hablar y otra cosa era desear estar todo el rato con ella.
Gracias a Ronnie que le había dado el antídoto, aunque nunca le quiso decir que contenía la flecha negra con punta dorada que le disparó en el pecho. Solo dio una risa leve, diciendo con resignación en su voz que como la de él estaba cargada de arrogancia.
–No te puedo decir que te curó a ti, Draco, pero sí diré que quien curó a Pucca fue la esencia de Garu y la esencia de Pucca Black Dooda curó a Garu Potter Sanada. Así que, en teoría, perdimos una batalla, pero aún la guerra por el corazón de Pucca aún puede seguir. Ya que es mentira lo que dijo Destiny, un dios o semidiós no solo se enamora una vez, sí fuera así, mi madre no sé hubiera enamorado tres veces.
Draco bufó molesto al recordar aquello, siempre un potter tenía que intervenir en sus planes...
–Ey, cuidado.
Exclamó molesto Draco, sintiendo como caía despaldas al suelo y luego alguien caía encima de él. Ahora Draco Malfoy yacía en el suelo, atónito por el inesperado impacto.
Draco parpadeó y cuando alzó la mirada, vio un cabello negro, una frente con fleco partido a la mitad como si fuera una cortina abierta, una piel blanca, unos ojos tristes bastante llorosos de color marrón obscuro, una nariz pequeña y respingada, unas mejillas que sé sonrojaban y unos labios rosas pequeños, delicados y temblorosos. Parpadeó al verla de tan cerca, desviando la mirada y preguntando serio.
–¿Ryddle?
Jing Jing lo miró a sus ojos grises con sus ojos de color marrón, sus mejillas enrojeciendo cada vez más. sin embargo, no sé movía de su lugar, balbuceando entre sollozante y avergonzada, poniéndo las manos en el pecho de Malfoy.
–E-Eh... S-Sí, s-soy yo. L-Lo siento mucho, Malfoy, yo no te vi venir.
Draco Malfoy parpadeó, atónito por la repentina proximidad de Jing Jing. Su corazón latía con fuerza, pero el desasosiego en su interior era más fuerte que el impacto físico.
Miraba sus ojos tristes, su expresión llena de culpa y ansiedad, mientras ella permanecía inmóvil sobre él. A pesar de la frustración que sentía hacia la situación y su propia confusión emocional, no pudo evitar sentir una oleada de compasión hacia la chica que estaba tan cerca de él.
–No te preocupes, Ryddle.
Dijo Draco con un tono más suave de lo que había planeado.
–No es gran cosa.
Jing Jing, aun temblando, trató de levantarse, pero su mano aún permaneció sobre el pecho de Draco, haciendo que ambos se miraran a los ojos. La cercanía y la vulnerabilidad de Jing Jing hicieron que Draco se sintiera incómodo, pero también despertaron en él un sentimiento inesperado de protección que creyó solo tener con Pucca.
–Sé que no me incumbe, Ryddle. Pero dime, ¿Estás bien?
Preguntó suave Draco, esta vez con genuina preocupación. Jing Jing tragó duro, colocó una mano en el suelo y se alzó ligeramente, apartando su mirada marrón de la de él.
–S-Sí, M-Malfoy, e-estoy bien.
Ahora que ella se había alzado un poco, Draco se dio cuenta que mentía por sus lágrimas que seguían fluyendo y su leve sollozo que soltó cuando habló. Jing Jing no pudo ocultarlo más y se desplomó en el pecho de Malfoy, llorando más fuerte y diciendo con voz quebrada.
–Tienes razón, Malfoy, no estoy bien. nada bien, me siento como una inútil, una tonta niña llorona, que solo hecha a perder las cosas y es muy torpe.
Draco Malfoy observó a Jing Jing llorar sobre su pecho, sintiendo una mezcla de incomodidad y una empatía inesperada. Aunque él estaba acostumbrado a su papel de antagonista y a mantenerse distante de los problemas ajenos, la sinceridad y la vulnerabilidad de Jing Jing lo conmovían de una manera que no podía ignorar.
–No te llames así.
Dijo Draco con suavidad, tratando de ofrecer un consuelo que no sabía cómo expresar. Se sentó, ayudando a Jing Jing a acomodarse junto a él en el suelo frío del pasillo.
–Pero es verdad, Malfoy, Tobe me lo ha dicho incluso antes de que yo entrara a Hogwarts. En Sooga, siempre había estado con él desde que mis amigos Payaso y Shaman me ayudaron a salir del orfanato. Desde ese entonces, he sido compañera de Tobe en cada misión contra Garu Potter Sanada y según él, también he sido un estorbo y la razón de sus fracasos.
Draco suspiró, dándose cuenta de que las palabras de Tobe habían hecho mella en Jing Jing mucho más de lo que había imaginado. Se sentía extraño en esta situación, no estaba acostumbrado a ser el que consolara a otros, pero viendo a Jing Jing tan vulnerable, decidió intentarlo.
–Mira, Jing Jing.
Dijo calmado Draco, usando su nombre con una familiaridad que le sorprendió incluso a él mismo.
–Todos cometemos errores. Yo he cometido más de los que puedo contar. Pero eso no te convierte en una inútil ni en una tonta. Solo demuestra que eres humana.
Jing Jing levantó la mirada, sus ojos marrones llenos de lágrimas y dolor.
–Pero Tobe no lo ve así. Él me desprecia por mis errores. Nunca he podido hacer algo bien a sus ojos.
Draco frunció el ceño, sintiendo una creciente molestia hacia Tobe. ¿Cómo podía alguien tratar así a una persona tan obviamente dedicada y leal?
–Tobe es un imbécil.
Declaró Draco sin rodeos.
–Si no puede ver tu valía, es su problema, no el tuyo. No necesitas su aprobación para saber que eres importante.
Jing Jing parpadeó, sorprendida por la vehemencia en la voz de Draco.
–¿De verdad lo crees?
Draco asintió, mirándola con seriedad.
–Sí, lo creo. Además, a veces las cosas no salen como las planeamos. No es culpa tuya que Draco Malfoy...
Hizo una pausa, sonriendo levemente.
–Haya interferido en tu plan, digo, seguro que fue perfecto y que ni Tobe hubiera podido pensarlo.
Jing Jing no pudo evitar una leve sonrisa ante el intento de Draco de animarla, dio un suspiro y sus mejillas sé enrojecieron más. Se secó las lágrimas con el dorso de la mano, respirando hondo.
–Gracias, Draco.
Draco la ayudó a levantarse, ambos ahora de pie en el pasillo oscuro.
–No tienes que agradecerme. Solo... Intenta no ser tan dura contigo misma, ¿de acuerdo?
Jing Jing asintió, sintiendo una nueva determinación crecer dentro de ella. Quizás, después de todo, no era tan inútil como Tobe la había hecho sentir. Quizás, con el apoyo de alguien como Draco, podría encontrar su propio valor.
–Yo lo intentaré, Draco, de verdad.
Draco carraspeó ligeramente, tratando de cambiar de tema, como para intentar alejar el pesar de Jing Jing y quitarse sus extraños sentimientos al verla.
–Y bien, ¿Vas a quedarte en Hogwarts para navidad o regresarás a Sooga?
Chief titubeó suavemente, pasándose una mano por el fleco de su frente, antes de contestar ligeramente.
–Creo que me quedaré aquí en Hogwarts, ya que no me espera nadie en casa, además de Shaman y Payazo, pero creo que se las arreglarán sin mí. Y ciertamente no quiero enfrentarme a tu media hermana, Ring Ring, ni a Tobe, que es más que seguro que me llenará de críticas otra vez. Y no hace falta que me digas que harías tú, sé que te irás a casa con tus padres, porque te escuché hablando con Crabbe y Goyle sobre eso para burlarte de Harry Potter en la hora de pociones. Y como hoy es el último día antes de las vacaciones, supongo que nos veremos después.
Pronunció levemente Jing Jing, dándose la vuelta para comenzar a alejarse. Y Malfoy estaba dispuesto a dejarla ir, pero algo le decía que no la abandonara de esa manera, así que tomó su mano para detenerla sin saber por qué.
Chief se detuvo, sorprendida por el gesto de Draco. Se giró lentamente para mirarlo, sus ojos aún enrojecidos por las lágrimas, pero con un brillo de curiosidad y una pizca de esperanza después de la conversación.
—¿Qué sucede, Malfoy?
Preguntó curiosa, su voz temblorosa, pero más firme que antes. Draco apretó suavemente su mano, sintiendo una determinación que rara vez experimentaba, a la vez que una chispa eléctrica recorría su mano al tener la mano pequeña y delgada de esa chica de ojos tristes.
–Esto sonará raro, pero escúchame bien. No tienes que pasar estas vacaciones sola, Jing Jing.
Dijo serio, su tono suave, pero lleno de convicción.
–No sé por qué, pero no quiero que estés triste y sola aquí. Si quieres, puedes venir conmigo a la Mansión Malfoy.
Chief parpadeó, atónita ante la oferta. Nunca habría imaginado que Draco Malfoy, el arrogante y distante Slytherin, pudiera hacerle una propuesta tan amable. Dudó por un momento porque creyó que eso se lo pediría a Pucca porque se veía interesado en ella, pero la sinceridad en los ojos de Draco la convenció y no dijo nada sobre eso.
—¿De verdad lo dices en serio?
Cuestionó intrigada, su voz apenas un susurro. Draco asintió, apretando su mano un poco más fuerte para darle seguridad.
—Sí, lo digo en serio. Sé que no somos los mejores amigos ni nada, pero no quiero verte así. Mi familia puede ser complicada, pero no te dejarán sola. Y, además, podríamos... Ya sabes, hablar más y conocernos mejor.
Chief sintió un calor reconfortante en su pecho, una sensación que no había experimentado en mucho tiempo. Asintió lentamente, una pequeña sonrisa asomándose en sus labios y volviéndose a sonrojar.
–Suena tan bien, Draco, pero créeme que tus padres no me querrán allá contigo. Ya sabes, yo soy huérfana y soy igual de pobre o peor que los Weasley. Así que está bien, puedo quedarme aquí sola y no meter en problemas a nadie.
Draco la miró con una mezcla de frustración y determinación. No podía permitir que su oferta se desmoronara tan fácilmente. Sabía que Jing Jing estaba acostumbrada a estar sola y a enfrentar desafíos por sí misma, pero él no podía simplemente dejarla sola en este momento.
–No tienes que preocuparte por eso, tú eres diferente a la familia Weasley.
Dijo Draco con firmeza.
–Mis padres son más comprensivos de lo que imaginas, entenderán que no tienes a nadie. Y, si te soy sincero, prefiero que te quedes en mi casa en lugar de que te quedes aquí sola en el castillo.
Jing Jing miró a Draco, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y esperanza. La sinceridad en su voz la tocaba de una manera que no había experimentado antes. A pesar de sus dudas, algo en su interior la empujaba a aceptar la oferta.
–Está bien.
Dijo finalmente, su voz temblando un poco.
–Aceptaré tu invitación, Draco. Gracias.
Draco sonrió, aliviado y contento de haber logrado convencerla. Se levantó, aun sosteniéndole la mano a Jing Jing con una gentileza que rara vez mostraba.
–Entonces, es un trato. Pasarás las vacaciones en la Mansión Malfoy y veremos cómo van las cosas. ¿De acuerdo?
–Sí, muchas gracias.
Jing Jing asintió, sintiendo un peso menos en su pecho. Aunque aún sentía una pizca de incertidumbre, la oferta de Draco le brindaba una oportunidad para salir de su soledad habitual. Comenzaron a caminar hacia la salida del pasillo, sus pasos resonando suavemente en el suelo mientras avanzaban.
–¿Tienes algún plan para las vacaciones?
Preguntó seriamente Draco, mientras se dirigían hacia el vestíbulo.
–No realmente.
Respondió apenada Jing Jing, sonriendo tímidamente.
–Solo pensaba en quedarme aquí, leer algunos libros y tal vez explorar un poco el castillo.
Draco asintió, pensando en cómo podría hacer que su estancia en la Mansión Malfoy fuera lo más agradable posible. Decidió que era hora de planear algo especial para asegurarse de que Jing Jing se sintiera bienvenida.
–Bueno, entonces, haré lo mejor que pueda para que tu estancia sea lo más cómoda y divertida posible. Tal vez podamos hacer algunas actividades juntos, así que no te aburrirás.
Jing Jing lo miró con gratitud, feliz de que alguien pensara en hacerla feliz. La idea de pasar tiempo con Draco y conocerlo mejor parecía menos intimidante ahora que él había demostrado ser una persona amable y comprensiva.
–Eso suena genial.
Dijo más animada Jing Jing, sonriendo más ampliamente.
–Perfecto.
Respondió seguro Draco, satisfecho con la respuesta.
–Y no te preocupes por Tobe o Ring Ring. No estás sola, y eso es lo que importa.
Llegaron al vestíbulo y Draco comenzó a hacer los arreglos para que Jing Jing se uniera a él en su casa durante las vacaciones, pensando en mandarle una carta a sus padres por el ligero cambio. Mientras tanto, Jing Jing miró a Draco con una mezcla de curiosidad y gratitud.
La oferta de pasar las vacaciones en la Mansión Malfoy no solo le ofrecía un cambio de ambiente, sino también la oportunidad de entender mejor a Draco y, quizás, de descubrir un nuevo sentido de pertenencia.
A medida que la noche se acercaba, Draco y Jing Jing se dirigieron hacia el área común de Slytherin. Al llegar a la sala común de Slytherin, Draco y Jing Jing notaron que la mayoría de los estudiantes ya estaban preparándose para la partida.
El ambiente estaba lleno de emoción y bullicio, pero entre ellos, había una calma inusual. Draco se dio cuenta de que tenía que hablar con su familia y asegurarse de que todo estuviera en orden para la llegada de Jing Jing.
–Voy a escribirle a mis padres ahora mismo.
Dijo Draco con determinación, mirando a Jing Jing.
–No te preocupes, todo estará bien.
Jing Jing asintió, intentando no mostrar su nerviosismo. Mientras Draco se sentaba en un escritorio cercano para redactar la carta, ella se quedó de pie, observando a los demás estudiantes. La incertidumbre la abrumaba, pero al mismo tiempo, una chispa de esperanza brillaba en su interior.
Draco escribió rápidamente, su letra elegante y ordenada llenando el pergamino. Cuando terminó, enrolló la carta y se levantó.
–Iré a la lechucería para enviar esto. ¿Quieres acompañarme?
Jing Jing asintió, agradecida por la invitación. Caminaron juntos hacia la lechucería, atravesando los pasillos oscuros y silenciosos de Hogwarts. La luna llena iluminaba su camino a través de las ventanas, creando un ambiente sereno y casi mágico.
Al llegar, Draco llamó a su lechuza, la cual bajó elegantemente para recibir la carta. Después de atarla con cuidado a la pata del ave, Draco la soltó, viendo cómo desaparecía en la noche.
–Listo, ahora solo queda esperar la respuesta.
Dijo firme Draco, volviéndose hacia Jing Jing con una sonrisa tranquilizadora. Ella le devolvió la sonrisa, sintiéndose un poco más relajada.
–Gracias, Draco. Realmente aprecio lo que estás haciendo por mí.
–No es nada.
Respondió serio él, encogiéndose de hombros como si fuera algo natural. Comenzaron a caminar de regreso hacia la sala común, conversando sobre temas triviales y dejando que la conversación fluyera con naturalidad. Al llegar, se despidieron para ir a sus respectivos dormitorios y descansar.
A la mañana siguiente, Jing Jing despertó con una mezcla de emoción y nerviosismo. Las vacaciones habían comenzado y, aunque tenía dudas, estaba decidida a dar lo mejor de sí. Cuando bajó al comedor, vio a Draco esperándola con una expresión serena.
–Buenos días.
Saludó ligeramente amable Draco, señalando una mesa donde podían sentarse a desayunar.
–Buenos días.
Respondió tranquila Jing Jing, tomando asiento a su lado. Mientras desayunaban, intercambiaron historias y anécdotas, lo que hizo que el tiempo pasara rápidamente.
Poco después, una lechuza entró volando al comedor, aterrizando frente a Draco con una carta en el pico. Draco la tomó y la abrió con cuidado, leyendo el contenido rápidamente.
–Mis padres están de acuerdo. Están un poco sorprendidos, pero están de acuerdo en que vengas.
Dijo calmado Draco, sonriendo ampliamente. Jing Jing sintió un alivio inmenso y una oleada de gratitud.
–¡Gracias, Draco!
Exclamó feliz ella, sonriendo con entusiasmo.
–No tienes que agradecerme. Ahora, vayamos a empacar. El tren sale en unas horas.
Respondió neutral Draco, levantándose de la mesa. Juntos, se dirigieron hacia los dormitorios para recoger sus pertenencias. Jing Jing se sentía cada vez más cómoda con la idea de pasar las vacaciones en la Mansión Malfoy, y la perspectiva de conocer mejor a Draco la llenaba de una curiosa anticipación.
Cuando finalmente estuvieron listos, se unieron a los demás estudiantes en la estación de tren. El viaje en el Expreso de Hogwarts fue tranquilo, y Jing Jing se sorprendió al descubrir que Draco podía ser un compañero de viaje agradable.
Hablaron de todo, desde sus clases favoritas hasta sus sueños y aspiraciones, y Jing Jing comenzó a ver una faceta de Draco que nunca había imaginado. Al llegar a la estación de King's Cross, fueron recibidos por Lucius y Narcissa Malfoy.
Jing Jing se sintió intimidada al principio, pero la sonrisa amable de Narcissa la tranquilizó. Aunque era algo fría, se veía menos cruel que la sonrisa que Dong King solía mostrar en Sooga.
–Bienvenida, Jing Jing, es una sorpresa que Draco te haya invitado. Pero si lo hizo, seguro es porque de verdad si estás sola.
Dijo Narcissa con un tono que pretendía ser cálido, extendiendo la mano con cortesía.
–Gracias, señora Malfoy.
Respondió suave Jing Jing, dándole una torpe reverencia respetuosa y apretándole ligeramente la mano a la mujer. Lucius observó la escena con una expresión reservada, pero asintió en señal de aprobación, aunque observó la torpeza de la joven que podía arreglarse con un par de modales bien enseñados.
El viaje en carruaje hasta la Mansión Malfoy fue corto, pero impresionante. Al llegar, Jing Jing quedó maravillada por la majestuosidad del lugar.
