Nuevas Fronteras

Snape atendía la herida de Erin con una expresión de gestos precisos, envolvía la mano de Erin en un pañuelo, sus movimientos casi bruscos, pero lo suficientemente delicados como para no causarle más dolor.

—¿Sabes, Snape? —dijo con una sonrisa apenas perceptible en sus labios—. Debes tener una vida increíblemente aburrida despues de el ocaso de Voldemort para inmiscuirte en mis asuntos como si fuera tu forma de entretenimiento.

Snape levantó una ceja, sus labios curvándose en una mueca que no alcanzaba a ser una sonrisa, pero que claramente transmitía su desdén.

—Solo me inmiscuyo en asuntos lo suficientemente tediosos y absurdos —replicó, su tono frío y sarcástico—. Y tú, Dune, pareces ser una fuente inagotable de situaciones que bordean lo absurdo.

Erin dejó escapar una risa seca, su mirada fija en Snape, midiendo cada palabra que decía.

—Es curioso que lo digas así, Snape, porque parece que siempre has mostrado un interés especial en lo que hago. Quizás no sea solo aburrimiento... tal vez sea algo más personal —dijo Erin, jugando con él nuevamente, reprendiéndose a sí misma mientras lo hacía. Cualquiera que los escuchara podría pensar que estaban coqueteando.

La tensión en la habitación era casi palpable. Snape sintió una punzada de algo indefinible ante sus palabras, pero se esforzó en mantener una expresión impasible. Dio un paso hacia Erin, su mirada fija en ella.

—Si hubiera algo personal en esto, Dune, no estarías aquí discutiéndolo. Estaríamos en una situación más ventajosa —respondió, su voz baja pero cargada de una intención que no podía del todo ocultar—. Así que, por favor, no confundas mi curiosidad con interés.

Erin lo miró durante unos segundos, sus ojos fijándose en los de él con una intensidad que iba más allá de la simple curiosidad. La atmósfera entre ellos estaba cargada de algo indefinible, algo que ambos reconocían peligrosamente, aunque preferían no nombrarlo. Era un sentimiento que les resultaba familiar, una tensión latente que habían experimentado antes en situaciones donde el peligro y la emoción se entrelazaban.

Snape entrecerró los ojos, su mandíbula apretada mientras aseguraba el vendaje con un nudo firme. No respondió de inmediato, pero su silencio estaba cargado de una mezcla de irritación y una resignación apenas contenida, como si ambos supieran que ese contacto físico era más que un simple gesto médico.

Cuando Erin intentó soltarse, la calidez de las manos de Snape la sorprendió. El roce de sus dedos contra los de él envió un calor inesperado a través de su piel, un calor que la hizo estremecer. Trató de apartarse, pero Snape, concentrado en que el vendaje quedara perfecto, no la soltó de inmediato. El momento se alargó, y en ese pequeño instante, ambos se dieron cuenta de lo familiar que era esa sensación, ese pulso compartido de algo peligroso y prohibido.

Finalmente, cuando Snape terminó de vendarla y soltó su mano, ambos dejaron escapar un suspiro, como si hubieran estado conteniendo el aliento. Erin se alejó, luchando por recuperar su compostura, mientras Snape la observaba con una expresión inescrutable, su mente enredada en pensamientos conflictivos que ninguno de los dos se atrevía a enfrentar.

-no hay verdades ocultas Snape, solo quieres que te diga algo complejo pero la única verdad es que quiero que Draco tenga la oportunidad de decidir y le prometí a alguien que haria lo posible...por ofrecerle otro camino -aseguró Erin

Antes de irse, Snape le lanzó una última instrucción a Erin con su habitual tono severo

—Ve con Poppy para que revise tu mano. No quiero volverla a ver con esa herida, estorbando-dijo al fin el asintió, observando cómo Snape se alejaba por el pasillo.


Al llegar a la enfermería, Poppy Pomfrey la recibió con su acostumbrada sonrisa amable, pero con un brillo pícaro en los ojos al notar el pañuelo con el vendaje.

—¿Qué te ha pasado, querida? —preguntó Poppy mientras inspeccionaba la herida.

Erin, algo incómoda, le explicó brevemente sobre la cortada. Sin embargo, Poppy no tardó en reconocer el pañuelo que envolvía la mano de Erin. Lo miró con atención y una pequeña sonrisa se formó en sus labios.

—Vaya, vaya... —murmuró Poppy con picardía—. Creo que solo hay un hombre en todo el castillo que usa este tipo de pañuelos. Lleva aquí tanto tiempo que su estilo es inconfundible-

Erin rodó los ojos, intentando disimular su propia reacción.

—Snape es... complicado —dijo, tratando de restarle importancia—. Se mete en todo solo porque siente la necesidad de controlar cada detalle.

Poppy, con una sonrisa traviesa, no se dejó engañar tan fácilmente.

—Oh, querida, Snape no se mete en cualquier lugar sin motivo —respondió, su tono suave pero lleno de insinuación—. Es como un gato; solo se interesa por aquello que realmente capta su atención.

Erin desvió la mirada, incómoda ante la insinuación, y no pudo evitar preguntarse si había algo de verdad en las palabras de Poppy. Sin embargo, no dejó que la conversación continuara por ese camino, manteniéndose firme en su idea de que Snape era simplemente un hombre difícil, más preocupado por el control que por cualquier otra cosa.


Erin no podía dejar de pensar en Snape, en la sensación de su tacto. La manera en que sus dedos rozaron los suyos seguía rondando en su mente, como un eco persistente que se negaba a desaparecer. Se castigó duramente por ello, recordándose que debía ser el cansancio hablando, una reacción irracional fruto de las largas horas de trabajo y la tensión acumulada. Pero, inevitablemente, se dio cuenta de que había otro factor en juego: la falta de sexo. Hacía al menos siete meses que no había tenido nada, y su libido, aparentemente olvidada, ahora empezaba a confundirse y a distorsionar su percepción.

Pensó fugazmente en Sirius Black, preguntándose si tal vez él podría ayudarle a liberar esa energía acumulada. Sin embargo, la idea la incomodó. Black parecía estar en un momento de su vida donde buscaba algo más, algo más profundo como formar una familia, y ese pensamiento la inquietó. ¿Cómo podía estar considerando algo así?

Suspiró profundamente, intentando alejar esos pensamientos. Aceptó que el domingo, cuando viera a Lucas, su mente se calmaría. Verlo siempre tenía un efecto tranquilizador en ella, pero no poder verlo tan a menudo también la afectaba anímicamente. Saber que pronto estaría con él era lo único que la ayudaba a poner esos pensamientos en su lugar.

Se sentó en el comedor, su taza de té humeante entre las manos, mientras sus pensamientos vagaban nuevamente a Snape y sensacion que no podia explicar cuando lo miraba, sabiendo encima que no era la primra vez que lo hacia. A lo largo de los años, habían compartido los mismos espacios, pero siempre con enfoques diferentes. Lo recordaba vagamente en la casa de los Malfoy, en esos momentos en los que ella iba para cumplir su papel de Madrina de Draco, en ese tiempo, como una novata Auror, que vivia en la fantasia del prometido de sangre pura, los cokteles falsos y las flasas fachadas, sin saber que mientras el resto de la familia se sumergía en sus oscuros asuntos. Snape, por su parte, siempre parecía estar al margen, inmiscuido en su doble vida como agente de Dumbledore y Voldemort. En aquellos días, sus caminos apenas se cruzaban; estaban tan envueltos en sus propias misiones que se volvieron casi invisibles el uno para el otro.

Con el tiempo, ambos habían servido a Dumbledore, pero de maneras muy distintas. Snape, siempre en las sombras, cuidando del elegido y, mientras ella operaba desde el Ministerio, reclutando a aquellos dispuestos a luchar, manteniendo viva la resistencia en las sombras de la burocracia. Sus labores eran complementarias, pero nunca convergieron del todo.

Ahora, sin embargo, la situación era diferente. Snape parecía estar presente en todos los aspectos de su vida en Hogwarts, desde las aulas hasta las reuniones, las asignaciones espaciales. Erin lo observaba con detenimiento, intentando descifrar qué había cambiado. El hombre que antes se mantenía al margen ahora parecía querer saberlo todo de ella, involucrándose en cada detalle, ya sea en la formación de los aprendices o en sus interacciones personales.

Había algo en su mirada, en su tacto, que la inquietaba era una sensación tan particular. No fue solo el gesto en sí, sino la forma en que sus dedos se habían entrelazado, cómo la calidez de su piel había dejado una huella en la suya. Erin no podía evitar pensar en lo mucho que había cambiado desde la última vez que lo vio en la casa de los Malfoy, y cómo, a pesar de sus intentos por mantener la distancia, Snape siempre parecía estar un paso más cerca.

Erin sabía que si Snape se involucraba más en la formación de los aprendices, tendría un respiro, un momento para ordenar sus pensamientos. Sin embargo, también entendía que con Snape nada era tan sencillo. La manera en que él parecía querer controlar todo la exasperaba, pero también despertaba en ella una curiosidad que no lograba apagar.

Perdida en estas reflexiones, no notó cuando Lupin se acercó a su mesa, hasta que él habló, sacándola de su ensimismamiento.

—Erin, ¿recuerdas que habíamos acordado salir este fin de semana? —preguntó Lupin con una sonrisa amigable, logrando que ella se centrará nuevamente en el presente.

-ah claro sí, sobre eso, tengo una visita especial el domingo sería posible vernos temprano, quisiera volver temprano al castillo-

Remus consiente que Erin jamas se tomaba un dia libre se sorprendió con la situación-Claro Erin, le dire a Tonks y nos podemos ver a mediodía una comida sera- aseguró el mago.

Erin asintió, sacudiéndose la distracción de encima y devolviéndole la sonrisa, aunque sus pensamientos seguían taladrandola.


Snape, quien había retomado su papel como protector de Draco, decidió interceptar al joven rubio en uno de los pasillos. Había algo que le incomodaba, algo que no podía dejar pasar.

—Malfoy —llamó Snape con su tono característico, mientras que el rubio al igual que todos los apéndices volvían de una clase de Black logrando que Draco se detuviera.

Draco se giró, pero a diferencia de épocas anteriores, su respuesta fue fría y distante.

—¿Snape? —preguntó Draco, su voz cortante y llena de desdén.

Snape lo observó con cautela, sorprendido por el tono tajante de Draco. Había algo en el que le resultaba distinto, una frialdad que no había notado antes.

—Tu madre tenía razón cuando dijo que parecía que habías cambiado —comentó Snape, intentando sondear la reacción de Draco, buscando algún indicio de lo que podría estar lo miró con una mezcla de desdén y cansancio, algo que incomodó a Snape más de lo que esperaba.

—No he cambiado —respondió Draco, su voz más firme—. Solo estoy... ajustándome a lo que quiero ser…-

Snape frunció el ceño, sintiéndose aún más confundido. La frialdad en las palabras de Draco era desconcertante, como si algo en el joven hubiera cambiado de una manera que Snape no podía identificar del todo. Había considerado brevemente la posibilidad de que Draco estuviera bajo la influencia de la maldición Imperius, pero al ver cómo se ponía a la defensiva, de manera natural ,rápidamente desechó la idea.

—Dime, Draco, ¿sobre la profesora Dune? —preguntó Snape con un tono neutral, tratando de no mostrar demasiado interés.

Draco asintió, pero su expresión permaneció impasible.

—¿Qué quieres saber? mi madre te hizo interrogarme porque ya no hablo con ella, deje de vivir con ella hace unos meses, solo puedo decirte que volvió, lamento no visitarte mientras tu te recuperabas, pero no tengo nada porque disculparme—dijo Draco, su voz sin emoción—. No sabía qué hacer, estaba... perdido. Me contó sobre mi padrino Rabastan, sobre mi padre, mi madre... y el porque se fue…y entendí algo, todos ellos tenían una idea clara de quién debo ser, pero nunca me preguntaron qué quiero yo. Erin ella me escucho a pesar de los años, de saber de quien soy hijo... Incluso tú, Snape, solo estás aquí por la presión de mi madre, no me buscaste hasta ahora…-

Snape sintió un escalofrío ante la mirada de desagrado que Draco le dirigió. Era como si el rubio estuviera cerrando una puerta, alejándose de todo lo que antes lo definía.

—¿que te dijo para que replantearas tu cuna de oro Draco? —repitió Snape con sorna , su mente trabajando rápidamente—

Draco negó con la cabeza, pero antes de que Snape pudiera profundizar más en el asunto, Draco mencionó algo que lo dejó desconcertado.

— creo no te debo ninguna explicación, a estas alturas que te dijera que me motivó a cambiar seguramente te burlabas de mi- menciono tajante el rubio.

Snape sintió que su mente se llenaba de preguntas, pero antes de que pudiera preguntarle , Draco se dio la vuelta y se alejó, dejándolo con una sensación de inquietud que no lograba disipar


Erin Dunne caminaba por los oscuros pasillos de Hogwarts, sus sentidos agudizados por la quietud de la noche. La fuerte aurora no solía dejarse llevar por la calma aparente, pero esta vez su mente vagaba hacia pensamientos más personales, por fin el domingo podría tener paz, recibiría una visita muy especial y con ello podría tener respiro, pero hasta no llegar ese día, estaría impaciente.

De repente, una figura salió de las sombras, rompiendo la tranquilidad del momento. Severus Snape, con su habitual semblante inescrutable, se materializó frente a ella, sus ojos oscuros fijos en los de ella. Había una chispa de ironía en su voz cuando habló.

-Intenté hablar con Draco- dijo Snape con tajante y sin preámbulos. -Pero me cortó de inmediato. Me pregunto qué le dijiste al niño mimado de los Malfoy-

Después de presenciar el beso de Snape a Narcisa, Erin no pudo evitar hacer un comentario mordaz. Al ver cómo Snape se mantenía impasible, levantó una ceja y esbozó una sonrisa burlona.

—¿Tan mal te fue con tu protegido? —replicó con sarcasmo Erin—. Parece que alguien no será mimado por su amante de confianza —dijo, refiriéndose a Narcisa en un tono cargado de ironía. Sabía que sus palabras podrían tocar un nervio en Snape, y la mínima reacción en su rostro la hizo sonreír con más satisfacción.

Snape entrecerró los ojos, sin dejarse intimidar por su provocación. Dio un paso hacia ella, acortando la distancia, y su tono se volvió más tajante.

—¿Sigues con eso, Dune? Deja de jugar y habla claro, siempre te pregunto sobre el tema lo esquivas , incluso pareces celosa de Narcisa-

Erin mantuvo su expresión desafiante, disfrutando del juego verbal.

—Eres un engreído, Snape —respondió con un tono de ligera burla.

Él esbozó una media sonrisa, casi imperceptible.

—Puede que lo sea, pero incluso yo tengo mis límites cuando se trata de necesidades. Y créeme, Narcisa no entra en esos roles. Solo fue un desliz , nada más-

Erin soltó una risa suave, aún divertida por la conversación, pero con una chispa de curiosidad que no podía ocultar. -No es tan complicado, Snape ¿por qué eres tan aprensivo?-

La frustración de Snape era palpable. -Si no es tan complicado,- insistió con una frialdad acerada, -entonces, ¿por qué no me lo dices y ya?-

Erin inclinó la cabeza, su sonrisa burlona aún en su rostro. -¿Y quitarte la diversión de descubrirlo por ti mismo? No, Snape, no te lo haré tan fácil.-

Snape la miró, evaluándola cuidadosamente, consciente de que no obtendría respuestas directas de ella esa noche, pero su curiosidad solo se había incrementado.

-juegas con fuego, Dune- advirtió Snape, su tono bajo y amenazante.

-Siempre lo he hecho,-respondió ella sin titubear, sus ojos brillando con desafío. -y parece que a ti te gusta mantenerte cerca de las llamas.-

El silencio entre ellos se hizo espeso, cargado de una tensión palpable. Finalmente, Snape retrocedió un paso, consciente de que no iba a lograr nada más en ese momento.


Esa mañana en particular, Erin se preparaba para una salida que, aunque no deseada, había aceptado con resignación. Lupin y su esposa habían insistido en que se uniera a ellos en Cabeza de Puerco, un pequeño bar en Hogsmeade. Algo en la invitación le hacía sospechar que había sido coaccionada para asistir a una cita doble sin previo aviso. Era uno de esos lugares que siempre había evitado, demasiado ocupada con sus responsabilidades. Mientras ajustaba su abrigo y se aseguraba de que su varita estuviera bien guardada, su mente divagaba entre pensamientos dispersos.

Dio un último vistazo al espejo. Aunque no era una mujer vanidosa, Erin aprovechaba cualquier oportunidad para arreglarse. Hoy, había optado por un vestido ajustado de un profundo color esmeralda, con un escote sutil que insinuaba más de lo que mostraba. Su abrigo negro de lana caía elegantemente sobre sus hombros, y sus botas de tacón acentuaban su figura esbelta.

No podía evitar sentirse un poco decaída, pero se decidió a no dejar que esa incomodidad la afectara. Después de todo, con un poco de suerte, tal vez encontraría un amante casual, tal vez un leñador bien parecido o un administrativo que le ayudara a liberar algo de la tensión acumulada. Se dirigió hacia los carruajes que la llevarían al pueblo, pero al llegar, su paso vaciló.

Snape sabía que aquel fin de semana Dune tendría su salida con los Lupin, y claro, la desafortunada presencia de Black. Casi era una suerte que Narcisa le hubiera pedido visitar Hogsmeade; con algo de suerte, podría aparecer "casualmente" para ver cómo se desarrollaba aquel desastre. Erin, por su parte, también estaba consciente de que la noche podría traerle algo más que una simple compañía, aunque solo fuera para satisfacer una necesidad momentánea.


Snape la vio a lo lejos, y aunque su rostro permaneció impasible, maldijo internamente al darse cuenta de lo bien que se veía Dune cuando se arreglaba. No podía evitar admirar cómo el vestido esmeralda acentuaba su figura, pero la irritación lo invadió al recordar que probablemente se había arreglado para ese bastardo de Black. No iba a dejar pasar la oportunidad de echárselo en cara.

Allí, esperando como si fuera lo más natural del mundo, estaba Snape. El mago se mantenía de pie, imponente y serio, con su túnica negra ondeando ligeramente con la brisa matutina. No mostraba ni una pizca de sorpresa, como si estuviera exactamente donde debía estar, como si hubiera anticipado este encuentro.

Erin se detuvo por un instante, observándolo desde la distancia. Cuando Snape notó su presencia, giró la cabeza para mirarla, sus ojos oscuros fijos en los suyos. Aunque no intercambiaron palabras, la tensión entre ellos era palpable, cargada de un desafío silencioso.

Con un suspiro apenas perceptible, Erin enderezó los hombros y se acercó al carruaje, decidida a no dejarse intimidar. Pero antes de que pudiera decir algo, Snape dio un paso hacia ella, con una mirada que parecía atravesarla, dispuesto a aprovechar el momento.—Buenos días, Snape—dijo Erin, con una voz que intentaba ser más ligera de lo que se sentía.

—Dune —respondió él, su tono tan neutro que resultaba casi perturbador.

Snape, sin saber cómo ni por qué, tuvo un gesto inusualmente cortés. Cuando el carruaje llegó, se adelantó y, en un movimiento poco característico, abrió la puerta y extendió su mano para que Erin subiera. Erin, sorprendida por la inesperada accion, tomó su mano, notando el contacto firme y frío de sus dedos. Mientras subía al carruaje, mantuvo su mirada fija en él, sin pronunciar una palabra, pero el silencio entre ambos estaba cargado de preguntas sin respuesta.

A cierta distancia, Harry, Hermione y Luna, quienes se dirigían a Hogsmeade para aprovechar sus días libres, se detuvieron en seco al ver el gesto. La escena fue tan sorprendente que los tres se quedaron momentáneamente sin habla. La imagen de Snape, siempre tan reservado y brusco, ofreciendo su mano a alguien con tal cortesía, era algo que ninguno de ellos esperaba.

—¿Eso realmente pasó? —murmuró Harry, incapaz de creer lo que acababa de ver.

—Eso creo —respondió Hermione, con el ceño fruncido mientras intentaba procesar la situación.

Luna, siempre con su peculiar visión de las cosas, dejó escapar un comentario que había escuchado días atrás en la enfermería.

—Poppy dijo que la profesora Dune es la única capaz de regular a Snape —comentó Luna con su tono despreocupado, pero sus palabras hicieron que Harry y Hermione se volvieran hacia ella con asombro.

—¿Qué quieres decir con "regular"? —preguntó Hermione, interesada en la implicación.

—Bueno, según Poppy, es como si la profesora Dune tuviera una habilidad especial para hacer que Snape se comporte... de una manera más humana, supongo —explicó Luna, mientras esperaban a los demas para tomar su carruaje para Hogsmeade. Su tono era ligero, pero las palabras sembraron un sin fín de preguntas en las mentes de Harry y Hermione.

—Eso es... extraño —dijo Harry, todavía tratando de entender lo que acababa de presenciar- aun no termino de procesar todo lo que hizo por mi y ahora verlo asi..-afirmó el oji verde

Tras ellos los alcazo Nevil-¿que es dificil de procesar Harry?-indago al escuchar medianamente la conversacion.

-Que Snape se comporte como un ser humano con la profesora Dune, aun despues de saber todo lo que hizo por mi cuando trate de hablar con él, para agradecerle,se comporto como siempre...-Harry menciono con cierto reproche-Yo creo que el no es diferente, solo que su mision acabo y ahora solo busca un entretenimiento-

-La profesora Dune no es ningun entretenimiento-se apresuro a decir Nevil con una seguridad poco conocida tanto Hermione y Harry se vieron-talvez la profesora Dune la hace sentir intimidado...ayer escuche que Snape le dio su pañuelo para curar una herida que se provoco..-

Al fin Ginny que era la ultima que esperaban arribo- talvez este año, nos soprenda con personas actuando de formas que no sabiamos como Draco...-aseguro la pelirroja provocando que se todos se removieran incomodamente , dado que durante las ultimas clases ella habia estado en el equipo de Draco y este parecia muy servicial

-¿vamos? Ron me pidio que le llevara una bufanda-corto de tajo Hermione.


Mientras el carruaje avanzaba hacia Hogsmeade, el silencio en su interior era tan denso que parecía llenar cada rincón, cargado de una tensión que ambos intentaban ignorar. Erin, consciente de que ese incómodo silencio no duraría mucho, decidió tomar la iniciativa. Recordó que aún tenía consigo el pañuelo de Snape, ahora limpio, y lo sacó para devolvérselo.

Snape lo tomó con una expresión neutral, pero no perdió la oportunidad de lanzar un comentario con su habitual tono mordaz.

—Así que vas a codearte con Black y Lupin —dijo, su voz impregnada de sarcasmo mientras guardaba el pañuelo—. Supongo que después de salir con un cerdo no se puede esperar actos de cortesía. Extenderte la mano era lo mínimo que podía ofrecerte, considerando la "agradable" noche que te espera con Black

Erin lo miró con una mezcla de exasperación y desafío. Su respuesta salió antes de que pudiera detenerse.—Por el contrario, lo último que busco esta noche es un caballero -

En el mismo instante en que las palabras salieron de su boca, se maldijo internamente. Había dicho más de lo que pretendía, y sabía que Snape no dejaría pasar esa revelación. La chispa en sus ojos lo delataba, él había captado el significado oculto en sus palabras, y ahora tenía una ventaja en ese juego sutil que jugaban.

Cuando Erin se dio cuenta de que Snape también iba a Hogsmeade, levantó una ceja, lanzando una pregunta con un tono sarcástico.

—Y usted, profesor Snape, ¿se verá con su amiguita ahí?-

Snape respondió levantando una ceja, su expresión endureciéndose en una mezcla de irritación y frialdad.

—Solo tú podrías tener una idea tan absurda —replicó con desdén—

La tensión entre ellos comenzó a escalar, y ambos estaban al borde de otra discusión cuando, de repente, el carruaje se detuvo bruscamente. El movimiento inesperado hizo que Erin diera un pequeño brinco, y por puro reflejo, se aferró al brazo de Snape. Se quedaron peligrosamente cerca, sus rostros a escasos centímetros el uno del otro.

Snape aprovechó la cercanía para burlarse de ella, utilizando la información que acababa de revelar.

—no todos buscamos mas que compañía esta noche —murmuró con una sonrisa mordaz, disfrutando de la incomodidad que percibía en ella.

Erin, sin amedrentarse, decidió devolver el golpe.

—claro, hare como que te creo, aunque a estas alturas ni siquiera Draco cree eso, pero estoy segura que aunque sea puedes disfrutar viendola —dijo un tono juguetón, aunque sus palabras llevaban un filo afilado.

Snape no la miro soprendido, talvez por eso tendria esa actitud con el, pero con un brillo astuto en sus ojos, respondió con firmeza.

— no todos establecemos cercania con las personas para obtener esa "actividad" que tú buscas hoy Dune-

Erin sonrió ,—¿Porque Narcisa es una dama, y tú eres todo un caballero?-

Snape, sin perder un segundo, replicó con un tono bajo y casi peligroso.

—No, porque ella no es el tipo mujer con la que fantaseo-

Snape no comprendía por qué se encontraba atrapado en este juego peligroso con Erin. ¿Era posible que la deseara? Esta posibilidad lo perturbaba profundamente. Todo su interés en involucrarse en sus asuntos, su insistencia en observarla, ¿era realmente un vago placer, un deseo inconsciente? Este pensamiento lo incomodaba más de lo que estaba dispuesto a admitir.

Snape se encontraba inmerso en un torbellino de pensamientos contradictorios, cuestionándose duramente. Sabía que, como cualquier hombre, seguía su fisiología natural, pero no era el tipo de persona que se permitía construir fantasías elaboradas en su mente solo para satisfacer un deseo pasajero. Eso no era propio de él. Incluso si las ideas que tenía sobre Narcisa se habían vuelto confusas y tentadoras, habría sido sencillo darle rienda suelta a esas inclinaciones. Pero con Erin Dune, la situación era diferente, casi adictiva. No podía apartarla de su mente.

A veces, flashes de memoria le mostraban pequeños momentos en los que había visto a Erin en el pasado, pero nunca la había notado realmente. Recordaba vagamente haberla visto junto a Rabastan Lestrange en algunas ocasiones, pero esos recuerdos eran distantes, como si ella hubiera sido casi invisible para él. Era una figura que siempre había estado ahí, pero que nunca había captado su atención... hasta ahora.

Ahora, todo era diferente. Quizás siempre la había notado, pero algo en su interior lo había convencido de que no era digno, de que no podía competir con un sangre pura de la familia Lestrange. Rabastan tenía todo lo que Snape nunca tuvo: posición, poder, y un linaje impecable. Snape, por otro lado, había pasado la mayor parte de su vida en las sombras, luchando con sus propios demonios. Y ahora, esta mujer, Erin, a quien había considerado insignificante en su vida, se había convertido en una presencia que no podía ignorar.

Se maldijo a sí mismo nuevamente. ¿Cómo había permitido que esto sucediera? ¿Por qué esta obsesión creciente con una mujer que debería haber seguido siendo irrelevante para él? Snape no era ajeno a la complejidad de sus emociones, pero esta atracción hacia Erin Dune lo desafiaba de una manera que no había experimentado antes. Era como si algo profundo dentro de él, algo que había estado reprimido durante años, comenzara a despertar.

Y eso lo asustaba. Porque sabía que, si continuaba por este camino, podría encontrar algo que no estaba preparado para enfrentar.

Las palabras de Snape colgaron en el aire, cargadas de una insinuación que Erin no pudo ignorar. La cercanía entre ambos se volvió casi insoportable, mientras cada uno trataba de mantener la compostura frente al otro.

Por un momento, todo quedó en silencio. Erin podía sentir la calidez de su respiración y notó que la expresión de Snape había cambiado, su usual rigidez parecía haber cedido a algo más indefinible. Snape, por su parte, sintió el contacto de Erin con una intensidad inesperada, y aunque mantuvo su compostura, hubo un breve destello en sus ojos que delataba su desconcierto ante la situación, sin darse cuenta, había tomado a Dune con firmeza para evitar que cayera durante el brusco movimiento del carruaje. Ambos se separaron de golpe al escuchar voces afuera de su carruaje, incómodos por la inesperada cercanía. Snape se asomó por la ventana para ver qué había sucedido y vio que un árbol caído por la lluvia estaba siendo retirado del camino.

—En unos minutos seguiremos —dijo Snape, tratando de ignorar lo cerca que habían estado.

Erin, tratando de romper el silencio, preguntó con un tono casual:

—¿Cómo va tu herida en el cuello?-

—Está mejor —respondió Snape, con una nota de indiferencia, ya que si había optado por ocupar el ungüento que ella dio , froto sus manos. El frío en el aire parecía haberse intensificado, y aunque intentaba no mostrarlo, estaba claro que lo estaba sintiendo.

Erin, como era su costumbre durante las épocas frías, llevaba consigo un par de piedras de dragón, que funcionaban como pequeños calentadores. Notando cómo Snape miraba por la ventana, aparentemente distraído, ella tomó una de las piedras y, sin decir nada, agarró la mano de Snape.

Snape se giró de golpe, sorprendido por el contacto. La mirada de sorpresa en su rostro fue rápidamente reemplazada por una mezcla de confusión e incomodidad.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó, su tono severo aunque más bajo de lo habitual.

Erin mantuvo su mano firme sobre la de él, con la piedra de dragón transmitiendo un suave calor.

—Solo es una piedra, no tienes que actuar como si fuera un asunto tan grave- dijo minimizando la situación.

Snape, a pesar de su intento de mantener una actitud distante, sintió el calor de la piedra y el tacto de la mano de Erin con más claridad. Sin poder evitarlo, y en un impulso que no logró racionalizar, estrechó su mano sobre la de ella, un pequeño toque, un impulso que no supo si no quiso controlar, mientras sus manos se mantenían unidas podía sentir el calor de la piedra, pero también el inesperado tacto que emanaba del simple contacto. Sus ojos oscuros se suavizaron apenas, antes de que retirara la mano con delicadeza, quedándose con la piedra.

—No era necesario —murmuró, su voz más apagada

El carruaje comenzó a moverse de nuevo, pero el silencio que quedó entre ellos estaba cargado de una tensión nueva, una que ninguno de los dos estaba preparado para enfrentar, pero que ya no podían ignorar.

Al llegar a Hogsmeade, el carruaje se detuvo. Snape, nuevamente abrió la puerta del carruaje y se apresuró a bajar, extendió su mano hacia Erin, ayudándola a bajar .Erin no pudo evitar notar que, en lugar de ser incómodo, el roce de sus dedos era sorprendentemente tolerable. Había una firmeza en su agarre que transmitía seguridad, aunque ella prefería no pensar en cómo ese simple toque tenía un efecto más positivo en ella de lo que habría admitido.

Ambos comenzaron a caminar por la calle principal del pueblo El aire frío de la tarde se mezclaba con el bullicio alegre de los visitantes que aprovechaban el día libre para disfrutar del lugar.

—Creo que podemos caminar como dos colegas —dijo Erin, manteniendo un tono serio mientras miraba que ambos parecían ir hacia el mismo lugar.

Snape asintió, manteniendo la distancia necesaria para evitar que su presencia fuera demasiado evidente.

Mientras avanzaban, Erin hizo un gesto hacia la distancia, donde Draco y Ron estaban realizando su guardia, con las caras marcadas por el desagrado y la tensión. Se acercaron a ellos, quienes estaban en medio de una discusión silenciosa, ambos claramente incómodos en la compañía del otro.

—Pueden tomar un descanso —les dijo Erin con voz firme, pero con una leve sonrisa.— No quiero que se estresen demasiado. Aprovechen para relajarse un momento.

Draco y Ron intercambiaron miradas de sorpresa, pero asintieron con desgana antes de alejarse para tomar un respiro.


Al llegar a Cabeza de Puerco, Snape notó de inmediato que Narcisa aún no había llegado. Se dirigió a la barra, con una expresión de desdén en su rostro. Erin, por su parte, saludó a Lupin y a Tonks con una calidez algo forzada, intentando ocultar la incomodidad que claramente no estaba disimulando del todo.

—¡Erin, qué gusto verte! —dijo Remus con una sonrisa amigable, .-ella es Thonks mi esposa-

—Gracias, Remus —respondió Erin, sonriendo, pero sus ojos revelaban una chispa de extrañeza mientras estrechaba la mano de la mujer.

En ese momento, Sirius Black apareció en la escena, abriéndose paso entre la multitud con una sonrisa amplia y desinhibida.

—¡Ah, si no es la encantadora Erin Dune! —exclamó Sirius, su voz cargada de camaradería—. No sabía que te veria por aqui-

Erin lo miró con una mezcla de sorpresa y desdén. —Sirius, no esperaba verte aquí —dijo, su tono mas lleno de sarcasmo que sorpresa geunina

Snape observó desde la distancia, notando cómo los ojos de Sirius se deslizaban descaradamente hacia el escote de Dune. Aunque trató de no mostrar su desagrado, su expresión se endureció al notar el comportamiento desvergonzado de Black.

Decidido a mantenerse al margen pero incapaz de ignorar el espectáculo, Snape pidió un whisky de fuego al barman. Mientras esperaba su bebida, su mano jugueteó inconscientemente con la piedra que Dune le había dado.

Remus, con una expresión curiosa pero amable, rompió el hielo. -Erin, si no es indiscreción, ¿qué puedes contarnos sobre tu vida antes de venir a Hogwarts? Dumbledore apenas nos ha dicho algo y bueno tenemos mucho interes, solo sabemos que Ojo loco fue tu mentor, era un gran amigo pero todos sabiamos lo reservado que solia ser, el nunca hablo de ti...-

Erin se tensó un poco, no era el tipo de persona que solia amar hablar de si misma, en realidad ni siquiera le gustaba pero sonrió con aplomo. -Mi vida antes de Hogwarts, vemos,ha sido… complicada creo como la mayoria. Fui Auror durante muchos años, aprendi de Alastor desde muy joven. La guerra me llevó a Francia. Después de la guerra, necesitaba un cambio de aires y encontré en la enseñanza una nueva forma de contribuir- dijo rapidamente como cualquier persona que solo buscaba resumir su vida funcionalmente.

Sirius, con una copa en la mano, se inclinó hacia adelante, visiblemente interesado. -Debe haber muchas historias ahí, ¿no? ¿Quizás alguien especial en tu vida? como un novio o esposo o talvez eres soltera- fue tajante mientras Remus lo pateaba por debajo de la mesa, la sutileza no era lo suyo

Erin, al escuchar la pregunta, casi escupio su bebida. Su rostro se enrojeció momentáneamente, y un atisbo de incomodidad cruzó sus rasgos.- no soy una persona de relaciones largas-aseguro dandole un sorbo a su bebida, al decir aquello Sirius trago saliva y termino su trago .

Sirius Black, nervioso, estaba devorando cada detalle de Erin con una intensidad que no había mostrado antes. Su comportamiento parecía errático, bebiendo más rápido de lo habitual y lanzando miradas furtivas hacia ella mientras intentaba entablar conversación. Cada palabra que ella decía parecía ser cuidadosamente analizada por él, y su mirada era tan fija que resultaba casi inquietante.

Erin, al sentir la presión de la atención de Sirius, decidió quitarse el abrigo. La forma en que lo hizo era natural, pero el movimiento provocó que todos los ojos se volvieran hacia ella. Su vestido, de un color esmeralda profundo, se ajustaba a su figura y acentuaba su presencia con elegancia. La acción no pasó desapercibida para Snape, que observaba desde una distancia estratégica. Su mirada se endureció y, en un movimiento involuntario, derramó un poco de su bebida al cruzar la vista con ella. Era la primera vez que Snape notaba a Sirius tan descompuesto, y su sorpresa era genuina.

Sirius, claramente desorientado por el efecto de Erin, intentó seguir la conversación mientras pedia otra bebida, tragando nerviosamente y apurando el trago.

Snape por otro lado noto su reloj. Su mente estaba enfocada en Narcisa Malfoy, a quien esperaba para discutir un asunto urgente. Sin embargo, un mensajero llegó con noticias de que Narcisa no podría asistir porque debía presentarse en los juzgados por asuntos relacionados con Lucius.

Snape, a pesar de la posibilidad de irse, decidió quedarse. Levantó la mano para pedir otro trago, su semblante severo y distante, ocultando su verdadero descontento. Mientras el camarero le servía la bebida, Snape echó un vistazo hacia Erin, que ahora estaba intentando relajarse con una bebida más fuerte.

Remus, viendo a Erin más relajada con su nueva bebida, continuó la conversación. -Entiendo debe ser difícil tener algo serio con tu trabajo- afirmó

Erin asintió, tomando un sorbo de su trago. -si un poco aunque , tampoco es que me quemara la cabeza, buscando algo-

Thonks, siempre curiosa, se inclinó hacia adelante, su cabello cambiando de color con entusiasmo. -¿Y qué tipo de persona buscarías, Erin? ¿Alguien que busca algo como tú o tal vez alguien que quiere algo mas formal?-

Erin sonrió con una chispa de diversión en sus ojos, pero detrás de esa sonrisa, había una cautela que Snape no dejó de notar. -Nunca lo he pensado mucho,- dijo, manteniendo su tono ligero. -Mi vida siempre ha estado bastante llena como para pensar en alguien... con Lucas.-

El nombre había escapado de sus labios antes de que pudiera detenerlo. Un destello de preocupación cruzó su rostro, pero rápidamente intentó disimularlo con otro sorbo de su bebida. Sin embargo, no fue lo suficientemente rápido para evitar que Sirius Black se quedará desencajado con aquello

-¿Lucas?- preguntó Sirius, entrecerrando los ojos con curiosidad. -¿Quién es Lucas?-

Erin sintió una punzada de alarma, pero su rostro permaneció taciturno, estaba tan impaciente de verlo que olvido que no era un territorio confiable aun, y a pesar de que mañana lo conocerian no queria aun profundizar en el, aun buscaba una forma de explicar sin dar detalles de él. -Oh, solo un... alguien -respondió, intentando sonar casual. Pero la vacilación en su voz no pasó desapercibida para los presentes.

Antes de que Sirius pudiera seguir indagando, la puerta de la taberna se abrió, dejando entrar una ráfaga de aire fresco junto con dos figuras familiares. Albus Dumbledore, con su habitual sonrisa afable, entró acompañado de Aberforth, su hermano. El ambiente en la taberna cambió ligeramente con su llegada, y las miradas se volvieron hacia ellos.

-Espero no estar interrumpiendo nada importante,-dijo Dumbledore con una voz cálida mientras se acercaba al grupo.

Erin aprovechó la oportunidad para desviar la atención de la pregunta de Sirius. -Albus, justo a tiempo,-dijo con una sonrisa, levantando su vaso en señal de saludo.

Cuando Albus Dumbledore entró en la taberna, con su presencia carismática que iluminaba cualquier habitación, Snape sintió una punzada de irritación. Había pensado en escabullirse discretamente, pero antes de que pudiera moverse, Dumbledore lo vio en la barra y, con una sonrisa teatral, hizo señas para que se uniera a su mesa. Snape apretó los dientes, fastidiado, pero sabía que no tenía escapatoria.

Con el semblante mas hostil que tenia, se levantó y caminó directo al mago tenia lista ya la excusa perfecta para irse, justo cuando Erin, con una sonrisa burlona, no pudo resistir la tentación de provocarlo.

-Vaya, Snape ,buscando tan pronto ¿ una excusa para dejarnos? somos menos dignos que la persona a la que te dejo plantado-dijo, su tono cargado de ironía-no dejes que el planton que te dio Narcisa Malfoy arruine tu dia Snape, esa mujer es asi...- espeto al fin

Dumbledore, con una expresión afable, añadió con total intención, esperando una reaccion de una mujer en particular en la mes - me alegra mucho muchacho ya era que estás retomando su vida. Ahora que Lucius está encerrado, es natural que Narcisa busque consuelo en gente conocida y bien se que siempre fuiste muy cercano-

Erin intentó intervenir, queriendo fastidiar a Snape pero cuando Dumbledore mencionó la posibilidad de que aqeullo fuera verdad, aun con la informacion que sabia de ella y por su puesto la ultima imagen de ambos, sintió una punzada de molestia que no pudo ocultar. Su intento de burla se desvaneció antes de poder siquiera formarse completamente, y el cambio en su expresión fue inmediato. no quería admitirlo ni siquiera para sí misma. Snape, por su parte, no pudo evitar sentir que lo estaban arrinconando con sus palabras, y la irritación creció en su interior.

Dumbledore, siempre observador, captó al instante la reacción de Erin. Su sonrisa se amplió ligeramente, como si hubiera descubierto algo más interesante que la simple conversación.

Snape miro con fastidio y suspiro sus ojos oscuros pasando de Dumbledore a Sirius con una mezcla de desprecio y desafío- podría soportar compartir la mesa un momento... incluso si es con un perro-añadió, dirigiendo una mirada desdeñosa a Sirius, cuya expresión se tensó al instante.

Sirius, ya incómodo por la presencia de Snape, se molestó aún más cuando éste eligió el asiento justo al lado de Erin.

—Estoy seguro de que has tenido peor compañía en una mesa, Quejicus —dijo Sirius con fastidio.

Snape afilo su lengua y sin inmutarse hablo—Puedo estar de acuerdo con eso, Black, pero cualquier compañía es mejor que lidiar con tu colonia. Que los animales usen su olor para señalar que están en celo no significa que lo mismo aplique para las personas —replicó, su tono cortante y lleno de desdén. La insinuación de que Sirius estaba marcando su territorio con esa fragancia exagerada fue recibida con risitas ahogadas de algunos presentes, sinembargo no se detuvo ahi,con una mirada afilada, se dirigió entonces a Erin indirectamente —Aunque bien, algunas hembras de carácter fuerte a veces requieren de actos desesperados, como el aroma o el acorralamiento, para buscar algún tipo de apareamiento, —dijo, dejando que sus palabras colgaran en el aire.

Erin, sin perder la compostura y con una sonrisa irónica, le devolvió el comentario con agudeza — cielos Snape, es curioso porque parece que eres el único que huele su colonia, . Tal vez eso signifique que eres tú quien está interesado, después de todo.—

Los ojos de Snape y Sirius se encontraron en ese momento, ambos reflejando una mezcla de asco Al ver esto, todos los presentes soltaron una carcajada, Abeforth sin duda casi se atraganta- esta niña me gusta- agrego

Dumbledore, observando con ojo perceptivo, no pudo evitar notar que Erin era la única persona en esa habitación capaz de soportar, e incluso devolver, los comentarios mordaces de Snape sin perder la compostura.

Sirius incapaz de molestarse con Erin, intentó retomar la conversación que había comenzado con Erin antes de la interrupción.

—Como te decía, Erin, estaba interesado en saber más sobre Lucas. ¿Puedes contarnos algo más sobre él?-

-—¿Por qué tanto interés en Lucas, Sirius? —preguntó, su voz ligera y cargada de un coqueteo superficial mientras se escondía tras un sorbo de su bebida.

Sirius, captando el tono pero también intrigado por el cambio en la dinámica, sonrió de vuelta, su nerviosismo momentáneamente olvidado.

—Solo me da curiosidad saber más sobre la gente con la que pasas tiempo —respondió, manteniendo su tono despreocupado pero con un brillo de interés en sus ojos.

Snape, que estaba observando la interacción con una mirada entrecerrada, captó de inmediato la evasión en la respuesta de Erin. Su rostro se endureció, y estaba a punto de intervenir con una observación mordaz cuando, de repente, Dumbledore apareció en la escena.

Con su característica suavidad y una expresión de serenidad, Dumbledore intervino.-Estoy seguro de que todos tenemos nuestros propios temas,- dijo Dumbledore, su tono tranquilo, pero con una autoridad subyacente que hizo que Sirius se echara hacia atrás en su asiento, refunfuñando. -y en este momento, lo que necesitamos es disfrutar de la compañía y la tranquilidad de una noche lejos de Hogwarts-

Erin, agradecida por la intervención de Dumbledore, lanzó una última mirada a Snape, sabiendo que este no había terminaria con el tema, ahora

Aberforth, siempre dispuesto a animar el ambiente, decidió intervenir. Con un movimiento de su varita, solicitó que se pusiera música muggle, aquella que le gustaba tanto y que había descubierto en sus visitas a lugares fuera del mundo mágico. La taberna se llenó pronto de una melodía rítmica, algo completamente diferente a lo que estaban acostumbrados a escuchar en aquel rincón del mundo mágico.

La tensión en la mesa comenzó a disiparse un poco, aunque no del todo. La música, alegre y ligera, parecía suavizar los bordes afilados de la conversación que había tenido lugar momentos antes. Erin soltó un suspiro aliviado, agradeciendo silenciosamente la intervención de los Dumbledores.

Justo cuando parecía que las cosas podían relajarse, la puerta de la taberna se abrió nuevamente, y un grupo de jóvenes entró con energía. Ginny, Ron, Hermione, Harry, Neville, y Luna, habiendo oído rumores sobre la reunión, habían decidido unirse. Al ver a sus mayores y a algunos de sus profesores sentados en la mesa, dudaron en acercarse.

La incomodidad en la mesa aumentó al instante con la llegada del grupo. Snape frunció el ceño, claramente disgustado por la interrupción, mientras que Sirius no pudo evitar lanzar una mirada mordaz a Harry. Erin, consciente de la tensión que aún latía bajo la superficie, decidió tomar la iniciativa.

-Veo que la fiesta se ha hecho más grande,-dijo Erin con una sonrisa mientras observaba a los jóvenes tomar asiento timidamente -No me vean como un monstruo, por favor. Tomen algo, disfruten de la música, pero recuerden que los quiero a todos temprano el lunes. Y,- añadió, levantando su vaso, -por esta ocasión, se han ganado un día mas libre.-

Los estudiantes intercambiaron miradas de sorpresa y alegría, agradecidos por la indulgencia de Erin. Ginny sonrió abiertamente, mientras que Ron y Harry soltaron un suspiro de alivio. Hermione, siempre la responsable, le dio un ligero codazo a Ron que aun lucia molesto con Erin por asignarle trabajar con Draco.

Erin, notando la ausencia, preguntó por Draco.

Ron, con cierta prisa en su voz, respondió —Regresó al castillo —dijo, como si se sintiera aliviado por no tener que enfrentarse a la presencia de Draco.

Erin, incómoda con la exclusión, comentó con una nota de preocupación en su tono —Me gustaría que lo incluyeran. Después de todo, es su compañero, —dijo, su mirada pasando de uno a otro.

De repente, Snape, con una expresión impasible, la pateó por debajo de la mesa, cortando cualquier posibilidad de debate. —Me dices controlador a mi, y le pides que incluyan al principe de oro , ellos No tienen necesidad de nada—agregó fríamente,

Todos en la mesa se quedaron sorprendidos ante la severidad de Snape, especialmente cuando no defendió a Draco. Luna, siempre en su mundo, susurró con asombro a Ginny y Hermione: —El mundo al revés, —murmuró, aún tratando de asimilar lo que acababan de presenciar.

Por su parte, Neville no podía quitar los ojos de Erin, completamente embelesado. Ese detalle no pasó desapercibido para Snape, quien, sintiendo una creciente incomodidad, entrecerró los ojos y frunció el ceño, removido por una mezcla de sentimientos que apenas lograba comprender.

Erin se mordió la lengua, deseando con todas sus fuerzas responderle a Snape con algo mordaz. Sin embargo, sabiendo que no podía permitirse perder la compostura frente a los aprendices, optó por otro enfoque. Disimulando su enojo, devolvió la patada por debajo de la mesa, más fuerte que la de él, y luego habló con una sonrisa controlada.

—Quizá es mi error, Severus. Sólo pienso que un poco de compañerismo podría ayudar a todos, —respondió en un tono socialmente aceptable, pero la mirada que intercambiaron fue cualquier cosa menos amistosa, pero tampoco de odio.

Los ojos de Snape se clavaron en los de Erin, la tensión palpable entre ellos. A su alrededor, la mayoria no noto nada raro, sin embargo para Hermione aquello apunto algo que reconocia bien, observaban la escena con creciente interés, al igual que Tonks, que había estado mirando desde hacía rato, levantó una ceja, consciente de la subcorriente entre ellos.

Thonks guardo sus pensamientos para si,sin embargo ella y Remus conscientes de la hora y de sus responsabilidades, decidieron que era momento de marcharse. -Es hora de ir a casa y ver a Teddy,- dijo Remus, levantándose con una expresión de disculpa.

Thonks asintió, cambiando el color de su cabello a un tono más suave mientras se despedía. -fue muy agradable conocerte Erin salgamos otro dia, no podemos ...- y con un tono mas que parecia un susurro-y suerte con tu curiosa eleccion- agrego

Erin fingió demencia, sonriendo como si no hubiera captado la insinuación, aunque sabía perfectamente a qué se refería Tonks. Era evidente que la metamorfomaga había notado sus atenciones hacia Snape. Sin embargo no era la unica, Hermione, con su aguda percepción, también captó el intercambio sutil. Aunque no dijo nada, sus ojos brillaron con un entendimiento silencioso. Tonks lanzó una última mirada cómplice hacia Erin antes de marcharse, dejando un aire de complicidad en el ambiente.

Sirius,se reclinó en su silla y agitó la mano despreocupadamente. -Yo me quedaré un poco más. No todos tenemos que correr detrás de un niño pequeño, ¿verdad?- Su mirada se posó en Erin mientras hablaba, esperando su reacción, pero ella se limito a sonrerir incomoda.

Mientras la velada en Cabeza de Puerco avanzaba, varios hombres se acercaron a Erin para sacarla a bailar, incluyendo al tímido Neville, quien, sorprendentemente, dio un paso valiente. La escena fue un claro contraste con el habitual comportamiento reservado de Snape, quien observaba con una mezcla de taciturnidad y creciente molestia, aun mas viendo como Black parecia muy agusto. Potter danzaba con la señorita Weasley, Hermino cuidaba de Ron que ya habia tomado un poco de mas.

Snape le hizo una observacion aguda tras volver de la pieza con Neville-vaya, ¿ya encontro a su perfecto prospecto o se conformara con el imbecil de Black? aunque creo que es demasiado joven para usted- Erin decidio que aquello no la fastidiaria, una sonrisa irónica se dibujó en sus labios. -Oh, Severus, no te pongas celoso, sigo esperando a que tu te ofrezcas, claro a bailar-Su tono era burlón, como si estuviera disfrutando de la oportunidad de devolverle el comentario.

Snape se quedó en silencio por un instante, su mirada afilada. Era la primera vez que ella lo llamaba por su nombre de pila. Alzó una ceja y le remarcó con un tono frío: -¿Severus? Es la primera vez que me llama así. ¿Ya no estamos perdiendo las formalidades, Dune?-

Erin lo miró con burla -aquí no estamos en Hogwarts, . Tal vez podrías llamarme como mejor te parezca.- La provocación en su voz era inconfundible, como si estuviera disfrutando de la pequeña transgresión de las normas que regían su relación habitual.

Snape se tomó un momento, evaluando la situación. Había algo en la manera en que ella usaba su nombre, algo que lo descolocaba, pero también lo intrigaba. Manteniendo su expresión impasible, replicó con voz suave y controlada: -Muy bien... Erin. Pero no te acostumbres. A algunos de nosotros nos gusta mantener las cosas claras y en su lugar.-

Erin sonrió y levantó su copa en un gesto casi desafiante. -Veremos, Severus. Veremos cuánto duran esas formalidades fuera de las paredes de Hogwarts.-

Erin no sabía si era porque llevaba mucho tiempo sin beber o porque no estaba acostumbrada al grado de alcohol en un pub mágico, pero sus comentarios hacia Snape salían sin filtro. El ambiente en la taberna se había vuelto cada vez más relajado, o quizás desinhibido, a medida que la noche avanzaba. Sirius, como era de esperarse, ya estaba visiblemente ebrio, riendo a carcajadas y haciendo comentarios desinhibidos, mientras Aberforth y Dumbledore intercambiaban sonrisas cómplices, aunque ellos mismos no habían bebido demasiado.

—¿entonces no vas a bailar conmigo, profesor aburrido? no muerdo —preguntó con un tono indulgente Erin hacia Snape, retándolo a unirse.

Snape lo medito unos minutos y mientras Erin comenzaba a bajar su mano con aire resigando estiro su mano a ella para bailar, el entorno quedó momentáneamente en silencio, sorprendido por la inesperada colaboración entre ellos. Snape, usualmente reacio a mostrar su lado más relajado, se movió con una sorprendente gracia en la pista de baile, y los presentes miraron boquiabiertos. Incluso Sirius Black, que ya estaba un poco bebido, quedó perplejo al ver a Snape bailar con Erin.

Mientras sonaba "Heartless Bastards" con su canción "Only for You," Erin se dejaba guiar por los movimientos de Snape en la pista de baile. La melodía, que en principio parecía una simple canción, se transformó en una confesión inesperada para ella. Cada nota y cada letra resonaban en su mente, intensificando la sensación que no lograba descifrar, en cada giro, en cada movimiento, sus ojos se fundian de una manera particular.

En ese momento, Erin se dio cuenta de que estaba cometiendo un gran error. Aquello que la hacía sentirse sofocada y confundida acerca de Snape no era un misterio sin resolver; la razón era clara. A pesar de su carácter recio, terco, tosco y sarcástico, Severus Snape le atraía genuinamente. La revelación la sorprendió, especialmente porque nunca había pensado que podría interesarse por alguien como él.

Dumbledore miró a Snape por el rabillo del ojo. Su rostro mostró una calma satisfecha al ver a Snape finalmente dejarse llevar y disfrutar de la noche. Dumbledore miró a Erin con una nueva perspectiva, notando que ella parecía tener un impacto significativo n una la serpiente mas orgullosa que conocia. Su presencia, y el modo en que parecía influir en Snape, era evidente para él, pero no estaba tan seguro que Snape estuviera dispuesto a admiritrlo.

Mientras bailaban, Snape no podía resistir la tentación de fastidiarla. Con su tono habitual de sarcasmo, comentó sobre la cantidad de atención que Erin había atraído en el pub, lanzando comentarios cortantes que, en otra situación, habrían provocado una reacción iracunda de su parte. —Parece que todo el pub estaba esperando su turno, asi que tienes bastantes pretendientes para escoger el que menos caballeroso te parezca —dijo, su voz impregnada de ironía.

-tampoco soy una cualquiera Severus...- agerego divertida

Snape se permitió una media sonrisa, pero no fue capaz de ocultar la sombra de celos que pasó fugazmente por su rostro. —Nunca dije que lo fueras, pero si lo pones asi... —murmuró, aunque la tensión en su tono sugería que sus palabras iban más allá de una simple conversación.

Erin, sin embargo, lejos de sentir ganas de golpearlo, se encontró luchando contra un deseo completamente diferente. Cada vez que giraban en la pista de baile, sentía que su autocontrol se desmoronaba, y por un breve momento, casi lo calla a besos, arriesgando demasiado por solo una noche, porque ,era solo eso ¿no? su mente que le jugaba un espejismo combinado con el Alcohol, generando esa sensacion por ese hombre.

Pero antes de que pudiera ceder a esa tentación, Erin decidió cortar el baile de forma abrupta. Sin previo aviso, se alejó de Snape y tomó la mano de otro caballero que esperaba su turno para bailar. El cambio fue tan repentino que Snape se quedó helado, observando con incredulidad mientras Erin se alejaba con otro.

Confundido, Snape interpretó su decisión como una señal de que había dicho algo que la había molestado. Se sentó de mala gana, sintiendo una punzada de irritación que no lograba comprender del todo. Mientras la veía bailar con otro, un sentimiento incómodo lo invadió, dejándolo con una sensación de descontento que no podía ignorar.

Sirius Black, que había estado observando la escena, no tardó en intervenir con su habitual sarcasmo. Se acercó a Snape con una sonrisa burlona y comentó:

—Parece que el pobre Snape es un mal bailarín. Erin tuvo que buscar rápidamente un reemplazo-

Snape se limito a arrugar el ceño y terminar su trago, despues consciente de la escena que se estaba desarrollando, observó a Weasley, quien, en algún momento, se había quedado profundamente dormido en la mesa, su cabeza apoyada en sus brazos.

-Creo que sería mejor se llevaran a Weasley al castillo -comentó con un tono práctico.

Hermione, siempre atenta, asintió rápidamente.- Ya es hora de que nos vayamos todos,- dijo mientras intentaba despertar suavemente a Ron.

Harry y Ginny se levantaron para ayudarla, y entre los tres lograron levantar al adormilado pelirrojo.

Neville y Luna, que habían estado hablando en voz baja, también se pusieron de pie, listos para seguir a sus amigos. Erin los observó con una mezcla de alivio y un poco de preocupación. A pesar de que había intentado mantener la noche bajo control, sabía que las cosas habían estado al borde de descontrolarse en más de un momento.

-No se desvíen o lo sabré -advirtió Erin Los estudiantes asintieron y se dirigieron hacia la puerta, dejando atrás la ruidosa taberna. Erin los siguió con la mirada hasta que desaparecieron por la puerta, y luego se volvió hacia el resto de la mesa, donde Sirius continuaba bebiendo, Aberforth y Dumbledore seguían disfrutando de la música, y Snape… bueno, Snape permanecía en su lugar, observándola con esa mirada que nunca dejaba de analizar cada uno de sus movimientos.

Tras volver de la ultima pieza Erin, levantando su vaso para tomar otro trago, medito que aquello se podria tornar algo incomodo miro su reloj y como alguien que da una pesima excusa hablo, -quizás sea hora de también de retirarme, tengo que revisar algunas cosas- afirmo Erin.

Al ver que Erin se preparaba para irse, Sirius hizo un esfuerzo por acompañarla, ofreciéndose como escolta. Sin embargo, antes de que pudiera actuar, Dumbledore intervino con una sonrisa maliciosa.

—Quédate un poco más, Sirius —comentó Dumbledore con un tono casual, pero la picardía en sus ojos dejaba claro que había algo más en mente. Luego, dirigiéndose a Snape, añadió con un aire de complacencia— Severus, si no es molestia, ¿podrías escoltar a Erin de vuelta al castillo? No quisiera que se extraviara en la oscuridad, no conoce muy bien el camino.

Snape frunció el ceño, claramente molesto por la sugerencia.

—No creo que sea necesario, Albus —comenzó a decir,

Inicialmente, Snape se mostró indiferente y confundido por la fría forma en que Erin se alejo. Su humor no estaba dispuesto a lidiar con ella en ese momento, y comentó con desdén -creo que cualquiera con quien ella ha bailado podría escoltarla—sugirioSin embargo, al ver la mirada de los otros hombres en el pub y la sutil presión de Dumbledore, reconsideró su actitud-Pero si insistes... está bien- . Su indiferencia se desvaneció

Sin embargo antes de que pudiera decir algo más, Erin, que había estado escuchando, se levantó de su asiento, tambaleándose ligeramente pero con una postura firme. -No tengo la edad de un puberto, Dumbledore,-dijo con una leve risa, su tono mezclando con desden -no necesito un niñero, Severus. Puedo irme sola-

A pesar de que visualmente Erin parecía estar sobria, el olor a alcohol que la rodeaba delataba que había bebido más de lo que ella misma probablemente reconocía. Ignorando la insistencia de los demás, se dirigió a la puerta del pub con determinación. Sin embargo, Snape, aunque aparentaba fastidio, sabía que dejarla ir sola en ese estado no era prudente. Con un suspiro exasperado, salió tras ella y con el abrigo que ella habia olvidado.

Al alcanzarla fuera del pub, la llamó con su tono característico de desaprobación. -Dune, no seas insensata. No estás en condiciones de caminar sola hasta el castillo.-

Erin se detuvo, girándose para mirarlo. A pesar del alcohol que corría por sus venas, su orgullo seguía intacto. -No necesito tu ayuda, Severus- replicó, aunque su voz no tenía la fuerza que usualmente demostraba. -He manejado cosas peores que una caminata nocturna, bajo el efecto del alcohol.-

Snape se acercó a ella, su capa oscura ondeando ligeramente con la brisa nocturna. -Puede que sea cierto, pero no seré yo quien explique al director cómo permití que una de sus profesoras se perdiera en el camino por culpa del alcohol, aunque no este muerta solo en una zanja dormida-

Erin soltó una risa baja, casi divertida, pero en sus ojos se notaba un destello de vulnerabilidad. Sabía que Snape tenía razón, aunque no quería admitirlo. -Muy bien- dijo finalmente, con un tono de rendición. -Pero solo porque no quiero darte más razones para quejarte.-

Esperando los carruajes en la oscuridad de la noche, la tensión entre Erin y Snape parecía haberse apaciguado, Snape le ayudo a colocarse su abrigo aunque persistía una corriente subyacente de incomodidad. Cuando el carruaje finalmente llegó, Snape, de nuevo ofreció su mano para ayudarla. Sin embargo esta vez. Erin, un poco más torpe de lo normal debido al alcohol, no aceptó su mano inmediatamente hasta que casi tropieza.

El silencio entre ellos se prolongó mientras el carruaje avanzaba lentamente hacia Hogwarts, Erin sin darse cuenta no habia solatado su mano miraba fijamente por la ventana, observando la oscuridad y las luces lejanas fue Snape hasta que él, con su habitual tono seco, hizo una observación. -Dune, ¿piensa que mi mano es parte del asiento del carruaje?-

Erin, sorprendida, bajó la mirada y se dio cuenta de que aún tenía la mano de Snape entrelazada con la suya. Su rostro se sonrojó ligeramente mientras rápidamente soltaba su mano. -Lo siento- murmuró, claramente avergonzada. Snape, por su parte, no hizo ningún comentario adicional, pero había algo en su expresión que indicaba que no estaba tan molesto como lo habría estado en otras circunstancias.

Mientras el carruaje avanzaba por el camino hacia Hogwarts, Erin, cada vez más adormecida por el efecto del alcohol y el cansancio acumulado, se dejó llevar por el sopor de la noche. Sin darse cuenta, se inclinó lentamente hacia el lado y terminó recargando su cabeza en el hombro de Snape.

Snape, al sentir el peso de Erin sobre él, se quedó paralizado por un momento, sus ojos abiertos con sorpresa. Era un gesto tan inesperado que no sabía cómo reaccionar. La mano de Erin, sin querer, se había deslizado sobre su pierna, y ella murmuró una sola palabra: -Lucas.-

El nombre, pronunciado en un susurro, fue suficiente para captar la atención de Snape. Aunque el sonido fue apenas perceptible, la mención del nombre provocó una oleada de pensamientos y preguntas en su mente. Sin embargo, antes de que pudiera procesar el significado de la palabra, Erin se sumió en un profundo silencio, su respiración tranquila y regular mientras dormía.

Snape, ahora inmóvil, sintió el peso de la cabeza de Erin en su hombro y la calidez de su mano sobre su pierna. Era un contacto que, a pesar de su inesperada cercanía, no era desagradable.

A medida que el carruaje continuaba su trayecto, Snape permaneció en silencio, su mente trabajando a toda velocidad. La mención de "Lucas" lo inquietaba. Sabía que era un nombre importante, probablemente relacionado con algo que no entendía completamente,Snape finalmente decidió no mover a Erin, manteniéndola en la posición en la que estaba mientras él se acomodaba en su asiento.

El suave movimiento del carruaje, combinado con el sonido de la lluvia que golpeaba el techo, creó un ambiente casi hipnótico. Snape, sin darse cuenta, envolvió su brazo alrededor de Erin,La cercanía y el calor de la noche, junto con el cansancio acumulado, pronto lo vencieron, a él también y se sumió en un sueño ligero.

Ambos se habian quedado tan dormidos que fueron arribados al alamacen de carruajes De repente, la puerta del carruaje se abrió con un chirrido, rompiendo el tranquilo silencio. Horace Slughorn, quien estaba de guardia nocturna esa noche, había notado que aún había pasajeros en el carruaje. Al ver a Snape y Erin, Slughorn se quedó en la puerta, sorprendido por la escena que tenía frente a él.

-Oh, lo siento mucho,- dijo Slughorn con una mezcla de sorpresa y aprecio por la inesperada vista. -pense eran estudiantes.-

La mirada de ambos era una mezcla de confusión y vergüenza mientras se daban cuenta de la posición en la que se encontraban. Snape, intentando recuperar su compostura, dirigió una mirada intensa a Slughorn. -solo estábamos... dormidos.-aseguro rapidamente

Erin, aún sonrojada, trató de aclarar su garganta mientras intentaba apartar su mirada de Snape. -Disculpa Horace, parece que tome un poco de mas y el cansancio me derumbo-aseguro Erin

Slughorn, reconociendo la incomodidad de la situación y con un gesto amable, nego con la cabeza. -No hay problema, yo no vi nada, solo no se queden mucho- menciono, llendose del lugar, ante esto volvió a la calma, aunque la tensión entre Snape y Erin seguía palpable. Ambos se miraron, tratando de encontrar una manera de deshacer el momento incómodo que acababan de vivir.

Erin, aún con el rostro enrojecido y tratando de recuperar la compostura, se acomodó el cabello desordenado. Se giró hacia Snape,-Lo siento mucho, estoy algo cansada-

Snape, aunque visiblemente incómodo y con una expresión severa en su rostro, se limitó a responder con frialdad. -No es necesario que se disculpes, Dune-

Ambos bajaron del carruaje pero con el suelo aun homedo Erin dio un tropiezo Snape la sostuvo para variar sus miradas se encontraron, y en ese momento, Erin pudo sentir el pulso acelerado. La cercanía y la tensión entre ellos parecían crear una chispa palpable en el aire.

Sin pensarlo demasiado, impulsada por una mezcla de alcohol, cansancio y el deseo inusual de la cercanía, Erin se acercó más a Snape. Sus movimientos eran lentos pero decididos, y antes de que pudiera detenerse, sus labios se encontraron con los de Snape en un beso inesperado. Fue un beso directo, lleno de una intensidad que parecía condensar todos las sensaciones reprimidos y las tensiones acumuladas que no comprendía

Snape, sorprendido y atónito por el beso repentino, permaneció inmóvil durante unos instantes. La intensidad del momento lo había dejado paralizado, pero luego de una fracción de segundo, su mente reaccionó. Con un gesto instintivo, cuando Erin estaba por separarse tomó a Erin por la cintura y la levantó de vuelta al carruaje.

Una vez dentro, de nuevo carruaje la puerta se cerró con un sonido sordo tras ellos. El ambiente dentro del carruaje se volvió denso y cargado de una tensión palpable. Snape, con la respiración ligeramente agitada, se acomodó en su asiento, Erin se encontró a horcajadas del mago.

Ambos continuaron besándose profundamente, sus movimientos inquietos y cargados de una mezcla de deseo y confusión. Erin, en un movimiento impulsivo, comenzó a desabotonar la levita, sus manos temblando ligeramente mientras intentaba deshacer los botones uno a uno. La ropa se fue abriendo lentamente, revelando un poco más de su piel a medida que el calor entre ellos aumentaba.

Snape, por su parte, se dejó llevar por la situación. Su mano, que había estado vacilando sobre la cintura de Erin, cuanto agradecia que la mujer llevera solo un abrigo y un vestido ahora se movía con más determinación, explorando el contorno de su espalda y deslizando sus dedos por debajo de su abrigo, hasta que lo arrojo al suelo del carruaje. Había algo en la manera en que Erin se movía, con sus caderas y el roce de sus labios de manera profunda que lo hacía sentir una atracción que no había anticipado, un deseo reprimido que ahora estaba aflorando sin previo aviso.

El carruaje se movía suavemente, el balanceo sutil intensificandose entre mas debajan viajar sus manos sobre sus ropas, la cercanía y el contacto entre ellos. La sensación del movimiento y el calor compartido creaban una atmósfera cargada de tensión, mientras sus besos se volvían más feroces y sus movimientos más decididos, Snape descubrio el dorso de Erin, dejando ver su piel y su sosten verde, al igual que unas marcas que sentia por el roce de la llema de sus dedos.

A medida que la levita de Snape quedaba parcialmente desabotonada y sus ropas se deslizaban, la intimidad entre ellos alcanzaba un nivel que ninguno de los dos había previsto.

En el estrecho espacio del carruaje, el mundo exterior parecía desvanecerse, dejando solo la realidad que estaba en ese instante, los vidrios estaban empañados por el calor de sus respiraciones entrecortada, mientras sus labios continuaban siendo consumidos en besos profundos yllenos de una desesperada urgencia, con las ropas desordenadas, Erin sintio el calor entre sus piernas meciendose con particular gozo con el calor que parecía hacer que el espacio se volviera aún más reducido.

Sin embargo, antes de que aquello continuara a mas de repente, un sonido sordo desde de un rayo. El ruido fue suficiente para interrumpir la pasión que los envolvía.

Ambos se separaron de golpe, sus respiraciones entrecortadas y miradas desorientadas. Erin, aún a horcajadas sobre Snape, y el dorso semi desnudo se tensó y se enderezó rápidamente, sus ojos llenos de sorpresa y confusión mientras trataba de recuperar su compostura, miro el abdomen delgado, caucasico lleno de cicatrices de Snape. El calor y la intensidad del momento estaban ahora mezclados con una sensación incómoda de vulnerabilidad.

Snape, con su expresión dura pero visiblemente sonrojado, intentó ajustarse en su asiento mientras se limpiaba el sudor de la frente y el labial de ella, Erin con una mezcla de incomodidad y una pizca de preocupación, sus pensamientos claramente agitados por lo que acababa de suceder.

Erin se deslizó lentamente bajando de las piernas de Snape, el movimiento torpe y aún aturdida por la intensidad del momento. La separación fue abrupta y cargada de incomodidad, ambos intentando recuperar la compostura Erin subio su vestido y se coloco el abrigo, apreto sus labiso sintiendo aun los labios de Snape.

Snape, con una expresión severa y un leve tono de incomodidad, aclaró su garganta. El sonido resonó en el espacio reducido del carruaje, y ambos entendieron que era el momento de proceder sin hablar de lo ocurrido. Este se ajustó la ropa con movimientos precisos, tratando de arreglar el desorden causado por la pasión de antes.

Erin, consciente de la necesidad de actuar con naturalidad, también se apresuró a arreglarse. Sus piernas temblaban ligeramente mientras trataba de alisar su cabello y recomponer su apariencia. La vergüenza y el desconcierto estaban claramente escritos en su rostro, pero se esforzó por mantener la calma y evitar cualquier mirada prolongada.

Finalmente, ambos se levantaron del carruaje y bajaron con cautela. El frío aire nocturno del castillo los envolvió mientras caminaban hacia la entrada, el sonido de la lluvia y el retumbar del viento creando una atmósfera que parecía contraponerse a la tensión entre ellos.

Al llegar a la entrada del castillo antes de separarse para ir a sus respectivos pasillos, Snape y Erin mantuvieron un silencio cargado de una intensidad que ninguno de los dos podía explicar. El silencio entre ellos era abrumador, lleno de una mezcla de emociones no expresadas y pensamientos desordenados.

Snape notó que sus labios estaban ardian, como un recordatorio de lo que habia pasado en el carruaje La sensación era nueva para él. Aunque su rostro mantenía una expresión seria , sus pensamientos estaban en desorden, reflejando el impacto del momento.

Erin, mientras tanto, también estaba inmersa en sus propias reflexiones. No sabía cuándo había sentido algo así ; el beso había traído consigo una avalancha de pensamientos y sensaciones que no podía descifrar completamente. Miró brevemente los labios enrojecidos de Snape antes de volver a su propia preocupación.

Finalmente, Erin rompió el silencio con una simple palabra. -Gracias,-dijo, su voz suave pero cargada de significado. Luego, sus miradas se cruzaron una vez más, llenas de una compleja mezcla de sentimientos y reconocimiento. Con un último vistazo, Erin se dio la vuelta y se dirigió a sus habitaciones, dejando atrás el peso del momento.

Snape, al igual que ella, se permitió un breve momento para mirar los labios de Dune y mientras ella se alejaba. Con una expresión que reflejaba la misma mezcla de sorpresa y confusión que él sentía, tocó sus propios labios con una mano temblorosa, como si intentara aferrarse a la realidad del momento que acababa de pasar.

Sin decir una palabra más, Snape se dirigió hacia su propio camino, el eco de sus pasos resonando en los pasillos del castillo. La experiencia había dejado una marca en ambos, y mientras se alejaban en direcciones opuestas, el impacto de lo que había sucedido seguía pesando sbre ellos.

Al parecer aquello reflejaba una nueva frontera en esa relacion.