Notas: Estimados lectores. Debido a varios comentarios que gentilmente me hicieron, hice algunos cambios en la historia. Por este motivo la estoy posteando de nuevo. Estoy también editandola, y espero terminar de postearla antes de fin de setiembre.

Resumen:

Al igual que en la historia original, Darcy le propone matrimonio a Lizzy en Hunsford. Ella lo rechaza tajantemente. A pesar que Lizzy le suplica a su padre que no deje ir a Lydia a Brighton, el Sr. Bennet no le hace caso.

Los Gardiner invitan a Lizzy a la Región de los Lagos, pero a diferencia de la original, pueden tomarse casi dos meses de vacaciones.

Mientras Lizzy está de vacaciones con los Gardiner, El Sr. Collins y la Sra. Collins mueren en una epidemia de viruela. Como ya no quedan herederos hombres, el Sr. Bennet puede hacer las provisiones para que Jane herede.

Al igual que en canon, Lydia huye con Wickham.

1 de agosto 1812

Bingley estaba en sentado detrás de su gran escritorio, rodeado de documentos y papeles que detallaban el desastre que acababa de enfrentar. Las noticias del incendio y las consiguientes pérdidas eran un golpe devastador. Las fábricas textiles, que habían sido el pilar de la fortuna de su familia, estaban en ruinas. Los informes eran desalentadores y las cifras, alarmantes.

"Las pérdidas causadas por el incendio son cuantiosas", decía su principal abogado, el Sr. Scott. "Sumado a que al menos cuatro trabajadores han muerto, y hay varios heridos con diversos grados de gravedad, están rotas todas las maquinas."

Bingley suspiró con pesar, sus pensamientos giraban en torno a las casi 10.000 libras que había invertido en comprar maquinaria nueva para sus dos fábricas. Tenía esperanzas que esas máquinas iban a reducir considerablemente los costos y la necesidad de mano de obra.

Sin embargo, a los pocos días que despidió a decenas de trabajadores, una de las máquinas explotó y causó la muerte de cuatro trabajadores y varios heridos. En pocos instantes la fábrica estaba en llamas. Enfurecidos por el accidente, las malas condiciones laborales y los despidos, los trabajadores de la otra fábrica quemaron las otras máquinas.

Además de los daños físicos y materiales, el abogado de los trabajadores de la fábrica donde se había producido el accidente, presentó una demanda exigiendo una significativa compensación para las familias de los fallecidos.

La noticia de los reclamos, y las posibles consecuencias económicas preocupaban muchísimo Bingley. Entre lo que había pagado de alquiler por Netherfield Park, el costo de la maquinaria, las pérdidas totales en la fábrica, y los gastos de su hermana Caroline, su fortuna se reducía a pasos agigantados.

"¿Qué sugiere que haga, Sr. Scott?" preguntó Bingley, su voz cargada de agotamiento y frustración.

El Sr. Scott, un hombre de experiencia y prudencia, miró a Bingley con seriedad. "El magistrado es un hombre justo, y está revisando detenidamente toda la evidencia presentada por los trabajadores. Lo bueno es que los trabajadores están abiertos a negociar. Estoy seguro que si usted compensa adecuadamente a las familias va a poder evitar ir a juicio."

Bingley apretó los puños con fuerza, pensando en todos los costos que ello implicaría. Con tono que reflejaba su cansancio y preocupación, preguntó, "¿Cuánto estima que debería pagarles de compensación?"

El Sr. Scott sacó unas hojas de su bolso y se las entregó a Bingley. "Los salarios de los cuatro obreros que murieron oscilaban entre 30 y 50 libras al año. Debería considerar pagar entre 300 y 500 libras a cada una de sus familias, y además debería compensar a los trabajadores que están heridos. Hice un relevamiento preliminar y mi estimación es que con unas 5,000 libras debería ser suficiente para cerrar el acuerdo."

Bingley frunció el ceño al escuchar la cifra, y preguntó "¿Y qué pasaría si me rehúso a negociar con ellos?"

El Sr. Scott lo miró con seriedad. "Los trabajadores harían un juicio. Su reputación estaría arruinada, y hay serias chances que no gane el juicio. Si eso sucede, sus perdidas podrían ser mayores." Suspiró y agregó, "Mi consejo es que trate de llegar a un acuerdo con los trabajadores."

Bingley se reclinó en su silla, su mente luchando con la realidad de la situación. Aunque el costo de la compensación era alto, sabía que el Sr. Scott tenía razón; el riesgo de un juicio podría significar aún mayores pérdidas económicas y mayor daño a su reputación. Con un pesado suspiro, aceptó la realidad y se preparó para tomar las medidas necesarias para mitigar el daño y proteger su futuro.

PPP

Caroline Bingley caminaba furiosa de un lado a otro en su lujosa habitación. Apenas prestaba atención al nuevo y elegante tapiz de seda que adornaba las paredes y las cortinas. La noticia del incendio de las fábricas de su hermano estaba impresa en el diario con lujo de detalle, y se especificaba claramente el nombre de su familia.

Se sentía humillada y furiosa con su hermano; todos los esfuerzos que había hecho para lograr subir de status social y ser aceptada en los primeros círculos de la alta sociedad se desmoronaron ante sus ojos.

Además, en reiteradas ocasiones desde que su padre había muerto – unos tres años atrás – le había suplicado a su hermano que vendiera las fábricas. No quería que el nombre Bingley siguiera asociado a fabricas y comercio. La idea de tener que enfrentarse a la humillación pública, que era culpa plenamente de su hermano, era intolerable.

Caroline sabía que como ya tenía más de veintiún años, según el testamento de su padre podía acceder por completo a las 20.000 libras de su dote.

Esa misma mañana, escribió una carta a su hermana Louisa Hurst informándole de su intención de mudarse a la hacienda de su esposo. Deseaba por un tiempo residir con ellos y distanciarse por completo del escándalo y desgracia de su hermano. Luego, tenía la firme intención de alquilar una casa en el mejor barrio de Londres y una dama de compañía.

Caroline sabía que la situación ideal era que se casara con un caballero de prestigio para cambiar su nombre y borrar el estigma del escándalo. Sin embargo, era consciente que las posibilidades de atraer a un caballero como el Sr. Darcy ahora eran muy reducidas.