Ranma 1/2 no me pertenece. Todos los derechos están reservados a su autor original, Rumiko Takahashi. Esta obra es escrita sin fines de lucro.


Entre amores y karate.

Capítulo 7.- El baile de los falsos prometidos.

Por fin era viernes, y eso significaba que estaba a un día del ansiado baile. Durante toda la jornada universitaria no había dejado de sentir las intensas burbujas en su estómago. Por la noche le comento a sus padres que había encontrado el vestido adecuado, entonces ahora llevaba el dinero suficiente para ir a comprar su atuendo. Por teléfono le había explicado a Akari toda la situación, así que su amiga se ofreció a pedir el día libre en la veterinaria y acompañarla a comprar ese vestido. Miró de reojo al de trenza. Estaba actuando un poco extraño. Para empezar, el semblante que tenía era perezoso. Bostezaba a cada rato y sus ojos se entrecerraban un poco. Supuso que no había pasado una buena noche. Y es que resultaba aún más extraño porque no le había insultado como normalmente lo hacía. Está vez estaba bastante tranquilo, incluso un poco distante con ella. Aunque lo agradeció, tal vez así el no la seguiría hasta casa como siempre.

Ranma, por otra parte, no dejaba de pensar en su cama. Cómo deseaba estar en el séptimo sueño, babeando cómodamente su almohada. No pensaba que Ryoga fuera un pésimo instructor de baile, pero vaya que le había dado una sorpresa gigante. No era el único con dos pies izquierdos. Si el se movía a la derecha, su amigo lo hacía a la izquierda. Si el daba un paso adelante, Ryoga lo daba también hacia enfrente. Si se le ocurría moverse siquiera unos milímetros terminaba pisando el pie de ese pelinegro. Toda la madrugada estuvieron ensayando en el patio sin que sus padres se dieran cuenta. Y eso le estaba cobrando factura ahora mismo. Observó de reojo a la causante de todo aquello, y gruñó malhumorado. Seguramente ella se la pasó bien con ese idiota de cabello castaño, podía ver cómo la felicidad brotaba de esa sinvergüenza. Pero ya vería, la próxima ocasión que ese idiota le rompiera el corazón él no se molestaría en consolarla.

—Bien chicos, eso es todo por hoy. Feliz fin de semana.

Todos comenzaron a guardar sus cosas apresurados. Era fin de semana, y varios de ellos querían aprovechar los días tan lindos que hacían para salir a pasear con sus amigos. Yuka y Sayuri rieron alegremente. Iban a acompañar a sus amigas al centro comercial, y es que deseaban saber que vestido eligió la muchacha para el baile. Akane terminó de ordenar sus pertenencias, echando un último vistazo al de trenza. Al ver que metía sus cosas con demasiada parsimonia se adelantó a ayudarle.

Ranma solo observaba como ella tomaba su mochila y metía los cuadernos con tranquilidad. Ni siquiera sabía dónde tenía la cabeza, así que agradeció que le apoyara con ello. Notó una sonrisa pequeña en su rostro, y luego, los ojos de ambos se encontraron. Se sonrojó un poco, sin embargo, salió de la ensoñación y desvió su rostro.

—G-gracias...— Mencionó nervioso.

Akane sonrió un poco más amplio. —¿Estás nervioso por el baile de mañana?

El de trenza volteó a verla. Asintió con la cabeza. —¿Tú lo estás?

—Mucho.— Admitió. Luego, le entregó la mochila al ojiazul con total amabilidad. —Iré a comprar mi vestido el día de hoy. No había encontrado uno adecuado anteriormente.

—Aja...— No entendía por qué le comentaba eso, pero de repente se vio ansioso de saber que vestido llevaría. Si el color combinaría con su traje, o el corte que tendría la falda.

Agachó la mirada apenada. Y luego, volvió a sonreír tiernamente. —Lamento mucho no haber podido enseñarte a bailar como se debe. Y lamento la interrupción de ayer. Prometo compensarlo después.

—Ah... s-si...— ¿Por qué estaba actuando tan dulce y linda con él? No entendía, pero si era por ese idiota de Shinnosuke entonces no quería esa dulzura.

Akane se dio la vuelta y comenzó a caminar en dirección a sus amigas, pero antes de avanzar más, volteó a mirarlo. —Gracias por el cumplido de ayer. No tuve la oportunidad de agradecerte por ello, pero, me alegró mucho. Te veo mañana.

Su corazón comenzó a latir apresuradamente. Y recordó lo que le había dicho el día anterior.

"Te ves linda cuando sonríes."

Iba a pronunciar algo más, pero Akane se alejó y salió del salón de clases acompañada de sus amigas. Cuando la perdió de vista, tragó duro. Definitivamente no podía seguir negando que algo estaba naciendo dentro de su corazón, sin embargo, debía frenarlo antes de que creciera más, o si no el saldría afectado. De mientras, se propuso aprender a bailar, a como de lugar.

Ryoga salió de sus entrenamientos diarios y comenzó a caminar en dirección a la veterinaria. Pensaba en como disculparse con Akari por lo del día anterior, aunque por un lado, no sabía por qué debía disculparse. Para empezar, no eran nada, simplemente se estaban conociendo, y pedir perdón podría sonar un poco extraño. Agh. Estaba confundido.

Sacó su celular para enviar un mensaje a Akari, pero antes de que pudiera siquiera abrir el servicio de mensajería le llegó una notificación de ella. Curioso la abrió inmediatamente.

Akari_san

Hibiki-san, hoy no podré ir a la veterinaria. Acompañaré a Akane a comprar algo. El veterinario Yamada me pidió que te avisara. Te veo el lunes.

Se detuvo, quedando a mitad de la banqueta. No sabía que era peor, que el mensaje hubiera sido cortante, o que en esta ocasión lo haya llamado por su apellido. De verdad estaba siendo muy estúpido para que la confianza entre ellos dos se esfumara rápido.

Siguió caminando hacia el metro con la esperanza de poder encontrar una solución al problema de Ukyo. De pronto divisó dos figuras que parecían estar conversando. Afinó su visión, dándose cuenta de que se trataba de Ukyo y su novio, el amigo de Tendo. Se les notaba un poco extraños, como si de repente se cruzará frente a ambos una barrera. La curiosidad le ganó, por lo que no dudó en acercarse sigiloso para escuchar de que hablaban. Se ocultó detrás de una de las máquinas expendedoras del metro y paró muy bien el oído.

Logró escuchar las palabras "baile", "invitación", "tío", "no, gracias". Sospechó que se trataba del mismo baile al que asistiría Ranma, pero después lo desestimó. Era poco probable que fuera así, sería algo demasiado extraño y loco que ese par terminara en el mismo lugar que su amigo. Decidió avanzar e irse de ahí, pero escuchó que lo llamaron.

—Ryoga...

Temeroso volteó, encontrando a Ukyo y ese chico mirándolo con sorpresa. Se puso nervioso, aunque decidió fingir que no escuchó nada.

—Ah, hola. Que curioso, pasaba por aquí porque iré a trabajar a la veterinaria.— Mencionó tratando de aparentar tranquilidad.

Shinnosuke sonrió amablemente. —El mundo es una caja de sorpresas. Me alegra verte. Cualquier amigo de Ukyo es mi amigo.

—Si, ya lo creo. En fin, debo irme, se me hace un poco tarde...

—Ryoga, antes de que te vayas, recuerda el plan que tenemos para mañana por la noche.

Cuando la castaña le dijo aquello, sus alarmas se encendieron de manera espontánea. Algo no muy bueno para el iba a ocurrir, y no saldría ileso. Decidió seguirle la corriente, esperando que no sucediera nada extraño.

—Si, claro. Nos vemos mañana. Mucho gusto en verte, amigo.

Mientras Ryoga se alejaba ansioso, Ukyo simplemente sonrió de lado.

Akane estaba en el probador terminando de ponerse la pieza. En cuanto estuvo lista, salió para mostrarle a sus amigas el vestido. Era extraño, se sentía como si fuera una novia comprando su vestido de bodas, solo que en realidad era una prenda para un simple baile elegante. Lo que no quería admitir para si misma es que, en realidad, sus nervios se debían a una sola persona. Odiaba admitirlo, pero necesitaba que al menos alguien le dijera que se veía espectacular en ese vestido, o dudaría un poco en comprarlo. Cuando se presentó frente a sus amigas, todas dieron un grito rotundo, aturdiendo sus oídos.

—Chicas, no exageren. Es solo un vestido.— Dijo tratando de calmar al trío de chicas que no paraban de moverse emocionadas.

—No. Es el vestido.— Aclaró Yuka poniendo énfasis en la palabra "el".

—Por favor, simplemente es un baile. No es como que me fuera a casar.

—Aun así.— Sayuri se acercó a su amiga y le dio la vuelta para que se mirara en el espejo. —Pareces una novia. Eres demasiado bella, y no dudo que lo dejarás sin palabras.

Sonrió al escuchar que era bella. Eso lo necesitaba bastante. Pero luego recordó lo último que ella dijo. —¿Eh? ¿De quien hablas?

Las otras dos chicas se acercaron y sonrieron cómplices. Akari puso cara suspicaz. Que divertido le parecía todo el tema. —Habla de que a Ranma Saotome se le van a caer las babas por ti con ese vestido.

Enrojeció de golpe y negó frenética con la cabeza. —¡Cl-claro que no! Ni siquiera me importa su reacción.

—¡Por favor! No nos vas a negar que Saotome es muy guapo.—Agregó Yuka de manera pícara.

—Bueno... ahm... t-tal vez...

—Además hemos notado como se toma cierta confianza contigo.— Dijo Yuka siguiendo el juego.

—Si, ¿Y que?— Trató de quitar importancia a lo que ellas le decían porque era cierto. A ninguna chica le hablaba con tanta soltura como lo hacía con ella.

—Que estamos seguras de que en serio le atraes.— Añadió Akari a la pequeña hoguera que era Akane.

—¡Para nada!— A pesar de la frase que él le había dicho el día anterior se negaba a aceptar todo lo que sus amigas le decían. —Bien. Ya me vieron con el vestido puesto y comprobamos que me queda bien. Ahora, voy a cambiarme para pagarlo y luego de ello vamos a comer un helado y a olvidarnos de esta plática sin sentido.— Se dio la vuelta y comenzó a caminar, intentando apaciguar el rubor vergonzoso que nació en sus mejillas. —Y nada de hablar de él allá, ¿Oyeron?.

Cuando Akane entró al cubículo del vestidor las tres chicas gritaron emocionadas y soltaron carcajadas de diversión y satisfacción, ignorando que estaban en un lugar concurrido y que podrían incomodar a alguien. Casi nadie en el local les prestó atención, salvo dos mujeres que llevaban un vestido quipao con abertura lateral y diseño extravagante colgado en una percha.

—Abuela, esas chicas actúan muy raro. Se emocionan como si fuera una tienda de vestidos para novia.— Declaró la chica un poco impactada por las pequeñas diferencias de actitudes.

—Deben ser las costumbres japonesas. No les des importancia, Xian Pu.

Ranma llegó a su casa exhausto. Soltó un bostezo sonoro mientras era recibido por la cachorrita Blanquinegra. Sonrió al verla, y comenzó a jugar un poco con ella. Ryoga había hecho bien en rescatar a la pobre criatura. Después de todo, si necesitaban un poco de vitalidad en esa casa, y que mejor que una criatura como ella se encargara de darles felicidad.

Nodoka escuchó a su hijo, por lo que caminó hacia la sala para recibirlo. Sin embargo se sorprendió al notar las ojeras marcadas de Ranma. Parecía no haber dormido bien, y era algo que se acentuaba más cuando bostezaba mientras jugaba con Blanquinegra.

—Ranma, ¿Pero qué te pasó?— Preguntó preocupada.

El de trenza notó a su madre con inquietud. Entonces dedujo que si debía de verse tan deplorable como pensaba. —Es que...— ¿Cómo le explicaba sin que se hiciera ideas erróneas? Porque claro, su madre era la primera en insinuar que le comenzaba a gustar la chica de ojos avellana. Y nadie debía sospechar lo que él ya empezaba a aceptar poco a poco, porque necesitaba mantenerse a raya con respecto a Akane o se abriría una caja de Pandora en su corazón.

—¿Te preocupa algo del baile de mañana?

Suspiró. —Que no sé bailar.— No le había quedado de otra más que admitirlo. Quizá si lo decía pero sin mencionar a la chica su madre no sospecharía nada. —Ryoga me enseñó durante toda la noche pero descubrí que ambos tenemos dos pies izquierdos.

Nodoka comenzó a reír. Creía que era algo más serio que eso, pero de igual forma su hijo necesitaba ayuda. Podía deducir por qué le preocupaba todo eso, y estaba segura de que tenía que ver con la pequeña de los Tendo. Pero para no abrumarlo más no dijo nada al respecto.

—Entonces levántate. Blanquinegra sabe entretenerse sola.

Ranma obedeció, y se posicionó frente a su madre. Era una mujer que en su juventud y actualidad se veía bella. No entendía que le gustaba a ella de su padre, pero sin lugar a duda sabía que es lo que su padre vio en su madre. Miró como Nodoka tomaba su brazo y lo colocaba en su cintura. Y luego, su otra mano pasó a ser parte de la palma de su madre.

—Asi es como debes agarrar a tu pareja, hijo.

Sabía que debía tomar a Akane así, pero le costaba un poco de trabajo hacerse a la idea. Aún así, decidió tomar en serio lo que su madre estaba tratando de hacer.

—¿Y luego de esto?

—Das un paso hacia atrás.— Mencionó guiando a su hijo lentamente. —Uno hacia adelante.— Realizó el movimiento. —Y otra vez hacia atrás.

—¿Y es todo?

—Lo más básico.

Soltó una risa sarcástica. —Ryoga y yo somos unos idiotas. ¿Cómo es posible que no tengamos coordinación para esto si entrenamos artes marciales?

—Es distinto. Las artes marciales son movimientos con fuerza. En esta ocasión, solo son movimientos delicados.

Suspiró. —Mamá, necesito aprender para mañana. ¿Crees que puedas enseñarme lo que más puedas?

Sonrió. Su hijo era un poco torpe, pero tan lindo. —Pero claro que sí. Solo si prometes sacarla a bailar mucho.

Volteó la cabeza para evitar que se diera cuenta del sonrojo que adoptaron sus mejillas. —Y-ya... no es por ella.

—Está bien, si dices que no es por ella entonces así es. Ahora, vamos a empezar, que nos esperan unas cuantas horas de ensayo.

El día sábado llegó tan rápido como el mismo tren bala de Japón. Habían acordado que ese día no darían clases en el dojo, así que lo usarían directamente para preparar lo necesario para la noche. Akane despertó con mucha emoción dentro de ella. Tal vez era porque estarían de vuelta en el juego. Ver de nuevo como el dojo empezaba a levantarse le hacía demasiada ilusión, lo consideraba como un trago de agua fresco en medio de un desierto. Su padre había recobrado la vitalidad gracias a aquello, y por lo menos el ingreso extra que estaban recibiendo servía para pagar el tratamiento de su madre. Se estiró por completo y decidió salir a correr como normalmente lo hacía.

Bajó las escaleras con vitalidad y salió de la casa. Tenía puestos los audífonos, así que comenzó a trotar por todo el vecindario con la música a todo volumen. La melodía en sus oídos era bastante pegajosa y alegre, algo que encajaba muy bien con su estado de ánimo. El sol estaba viéndose claramente, y agradecía que en esos días el clima se comportara de la mejor forma. Atravesó el camino que antes seguía para ir al instituto, recordando como solía ir acompañada de su mejor amigo. Era irónico, porque ahora ese era el mismo camino que usaba para regresar de la universidad acompañada de Ranma.

Una emoción la invadió por completo. Esa noche ambos estarían rodeados de muchas personas, pero a la vez, sería como estar solos. Aunque no sería así, pues sus padres irían. Apareció en su rostro una sonrisa. ¿Habría aprendido a bailar? ¿O tal vez ella tendría la oportunidad de enseñarle a hacerlo esa noche? ¿Le diría que se ve linda cuando sonríe? ¿Alabaría su vestido, peinado y maquillaje?

Sacudió fuertemente su cabeza. No, eso no debía estar pasando. Ella no debería estar pensando cosas así, porque a parte de esa frase, no había demostrado interés más allá de la camaradería. Y lo que menos deseaba era volver a pasar por el mismo dolor que soportó con Shinnosuke. Su celular vibró con la notificación de un mensaje. Mientras corría decidió abrirlo.

Idiota_Saotome

Mi padre dice que pasaremos por ustedes a las 7:00. Espero que para ese entonces te hayas quitado la máscara de hombre.

Leer esa última parte pinchó su burbuja de ilusiones. Vale, ya lo entendió. No debía dejar que esa pequeñita chispa de enamoramiento se extendiera como fuego. Mantendría su distancia con él, aunque esa noche sería prácticamente imposible. ¡Ah! Pero como deseaba no estar sintiendo algo diferente en estos momentos, bastante tenía ya con haber pasado una desilusión con Shinnosuke como para que ese estúpido llegara a ponerle su mundo y estabilidad emocional de cabeza.

No supo en qué momento pasó, pero chocó contra una persona. Se balanceó hacia atrás y logró mantener el equilibrio. Observó con quién había colisionado. Era una chica con el pelo morado y con un traje deportivo bastante coqueto.

—Oh, lo siento mucho.—Se reverenció a modo de disculpa. Estaba apenada, fue una falta de respeto chocar contra una desconocida así de repente.

Aquella chica sonrió amablemente, y repitió la acción de Akane. —Soy yo quien debe pedirte disculpas. Miraba mi celular y me distraje.

Al saber que no era la única así comenzó a reír, contagiando de esa alegría a su nueva amiga. Por su japonés acentuado pudo jurar que era extranjera, probablemente de origen chino. Sea como sea, era una chica muy linda, de aspecto bastante jovial y muy hermosa.

—Me llamo Akane Tendo.

—Encantada. Yo soy Wu Xian Pu.

Su voz era tierna y chillona. Apenas la conocía y ya le estaba agarrando bastante. —Como compensación por haber chocado te compro un café. Cerca de aquí venden uno muy bueno, ¿Aceptas?

Sonrió agradecida con ese amable gesto. Era una chica bonita, agradable y bondadosa. Esperaba que fueran amigas, después de todo, necesitaba una ahí en Japón. —Seguro.

El señor Kumon bajaba las escaleras de su gran mansión con la maleta en mano. Por detrás de él iba su hijo siguiéndole. Llegaron a la entrada donde aguardaba uno de los elegantes autos de último modelo. En automático la servidumbre comenzó a acomodar el equipaje del hombre en la cajuela.

—Quien lo diría. Lamentablemente no podré ver con mis propios ojos al muchacho que nos interesa.— Declaró el señor Kumon con total pena.

Ryu se cruzó de brazos. —Eso te pasa por ser un hombre de negocios también. Y ahora yo tendré que soportar a la anciana y a esa chica solo.

—Por favor. La señora Kuo Long no es insoportable. Además, de ustedes dependo para impresionar al comité, sobretodo a quienes estarán de jurados en las competencias.

—Oye, hablando en serio.— Se adelantó unos pasos quedando frente a su padre. Ryu resultaba ser más alto que el señor Kumon. Siempre había tenido un porte imponente, pero ahora más que nunca se notaba. —¿Para que quieres saber quien es ese chico? ¿Qué importancia tiene?

Su hijo era alguien bastante serio y con un sentido del honor muy arraigado. Pero el no era así. En el mundo de los negocios tenías que saber mover bien tus fichas y jugar con lo que se te cruce en el camino. Así es como había logrado hacerse de su riqueza, y es lo que había que hacer en este caso.

—Ryu, cuando te enfrentas a la competitividad hay que saber tomar atajos y mover bien tus fichas.

—Sigo sin entender. Es como si planearas hacer trampa.

—Bingo.— Con esto logró que su primogénito le mirara con total sorpresa. —Solo que no lo llamaría trampa. Más bien es ventaja. En cuanto nos enteremos de quien se trata podremos ofrecer un trato más jugoso para ese chico, y quizá podamos lograr que se una a nuestro equipo.

—¿Planeas comprarlo?

Sonrió maquiavélico. —Si lo adquirimos seremos los más invencibles en el torneo. Además de que así podremos conocer los métodos de entrenamiento que ha tenido ese joven. El señor Ueda me dijo que había entrenado en China y que era alguien fuerte.

—Eso es deshonroso.— Acusó Ryu.

—Por favor. En este mundo debes ser fuerte a costa de los demás. El honor no vale.— Se colocó su saco con total seguridad. —Mantén los ojos bien abiertos en el baile. Nos vemos en unos días.

Observó a su padre meterse en el flamante vehículo y luego desaparecer de su vista. Estaba loco si pensaba que de esa sucia forma ganaría el torneo.

El reloj marcaba las cinco de la tarde. Akane salió de la ducha, secando su cabello corto mientras tarareaba una canción alegre. Había charlado con la joven china, descubriendo que era una muchacha muy simpática. Ambas se cayeron tan bien que intercambiaron números de teléfono. Xian Pu también practicaba artes marciales, lo que acentuó la afinidad de las dos chicas. Lo único que no alcanzó a preguntarle era si estaba afiliada a algún dojo, capaz y terminaban encontrándose en el baile.

No cerró la puerta, y ni bien tomó asiento en su cama aparecieron Kasumi, Nabiki y su madre en la habitación. Nabiki llevaba un gran set de maquillaje, brochas y productos del cuidado de la piel. Kasumi traía en sus manos una plancha de cabello, joyería y accesorios, y su madre simplemente observaba pacientemente.

—¿Y todo eso?— Preguntó un poco consternada. Parecían traer todo un arsenal de guerra, y no entendía de dónde había salido tanta cosa.

—Es para prepararte. — Comentó Nabiki.

Incrédula abrió los ojos. —Pero, ¿y las joyas?— Se acercó a las tres mujeres, tomando algunas de las piezas en sus manos. Eran de oro reluciente, nunca las había visto en su vida. —Mamá... ¿De dónde salieron?

La señora Naoko tomó el rostro de su hija menos con cariño y dulzura. —Eran de mi bisabuela. Resulta que Nabiki las encontró hace unos días mientras buscaba algo en el almacén.

—Decidimos no decirle a papá sobre ellas para que las pudieras usar por hoy.— Confesó la mayor de las hermanas.

Akane rió. Su mamá era la mejor. —Bueno, entonces hagan su magia conmigo.

Los Saotome iban en camino a la casa de los Tendo. Habían decidido pedir por medio de una aplicación un taxi para recogerlos. Al salir de casa su madre lo alabó, diciéndole que se veía demasiado guapo enfundado en ese traje con combinaciones occidentales y orientales. En lo personal, no veía el cambio, pero si su mamá lo decía entonces debía creerlo. Tenía suerte de que hubiera aceptado acompañarlos al evento, porque al menos sentía cierta seguridad con ella.

Estaba nervioso, sus manos sudaban y no dejaba de respirar intranquilo. Necesitaba dejar de sentirse así, solo era un estúpido baile, no era como si se estuviera a punto de reunir con el primer ministro japonés. Pero claro, la culpable era ella. Intentaba frenar los pensamientos hacia Akane, pero fallidamente dejaba que fluyeran. Y empeoraron al notar como habían llegado a la residencia Tendo.

Bajaron del automóvil y se dirigieron a la puerta. Con cada paso que daban, Ranma sentía que su corazón latía más y más rápido. Tocaron el timbre, siendo recibidos por un elegante y trajeado Soun. Los hizo pasar, declarando que las mujeres estaban en la planta de arriba ultimando detalles sobre el atuendo de la menor de la familia. El de trenza trató de aparentar confianza y desinterés, yendo hacia el pasillo que daba al estanque de peces koi. Miró aquel cuerpo de agua como si fuera lo más interesante, escuchando de fondo las inquietas voces de las mujeres que bajaban las escaleras.

—¡Te ves hermosa, Akane!

—Dejarás boquiabiertos a todos en ese baile.

—Mi niña ya es toda una bella señorita.

—Están exagerando.

—¡Mi hija ya no es la pequeña que antes conocía!

—Debe estar orgulloso por la belleza de su hija, Tendo.

—Oh, Akane, querida, luces hermosa.

Trató de respirar profundamente sin dejar de ver el estanque con total fijación. Escuchaba los halagos que la chica recibía, pero no sé atrevía a mirar. O al menos así era, hasta que escuchó una frase que llamó su atención.

—Hoy te lloverán invitaciones para bailar. No las desaproveches, capaz y terminas comprometida con algún dueño de otro dojo.

La declaración de la hermana mediana de la familia no le agradó, sobretodo teniendo en cuenta que, en su mente, él ya estaba decidido a bailar con ella. Debía ser una cruel broma la que decía la hermana de Akane, ¿Qué tan hermosa debía de verse como para que alguien le propusiera matrimonio? Eso solo eran estupideces exageradas...

Los ojos chocolate de Akane chocaron con las pupilas azules de Ranma. El chico observó estupefacto a la joven frente a él0. Ella llevaba un vestido color azul marino con detalles dorados y rosas de flores de loto y dragones. Aquella pieza era de seda, las mangas eran a tres cuartos del brazo y la falda era amplia y asimétrica, más corta en la parte de enfrente y más larga en la de atrás. Las joyas doradas le daban un toque demasiado elegante, las flores de color azul marino en el pelo complementaban el atuendo, y ese maquillaje tenue simplemente resaltaba la belleza que existía en ella. La recorrió de arriba a abajo de manera discreta, atónito y mudo por la visión tan angelical de la chica. Ahora entendía los halagos, y aunque no quiso admitirlo, tenía que hacerlo. Realmente se veía hermosa esa noche.

Akane no se encontraba de mejor manera. Había visto fotos del traje que él usaría, pero nunca esperó que aquél muchacho resaltara bastante bien en ese conjunto. El traje era una combinación de un saco tipo sastre pero sin camisa blanca por dentro. Los botones delanteros eran como en las típicas camisas chinas tradicionales. En las mangas llevaba detalles dorados a juego con su vestido, de dragones y flores de loto. La complexión de Ranma se acentuaba por el corte elegante del traje, y aunque ya estaba acostumbrada a verlo con su usual trenza, ahora más que nunca lo encontraba atrayente. Un leve sonrojo le cubrió las mejillas, pero para no llamar la atención se encogió levemente de hombros, tratando de infundirse confianza a su misma.

A Nodoka no le había pasado desapercibida toda esa atmósfera de atracción entre ambos. Solo sonrió complacida, acercándose a su hijo astutamente.

—Parece que esta noche Akane-chan brillará como una estrella. ¿No crees?

Ranma, quien para ese momento tenía la boca ligeramente abierta por la impresión la cerró de golpe mientras tragaba saliva. —Ehm... ahm... s-si...

Tomó el brazo de su hijo y lo guio junto a ella para saludar a Akane. En cuanto se acercaron la matriarca Saotome soltó su agarre y le dio un pequeño empujón a su hijo, acercándolo hacia la chica. Cuando el de ojos azules estuvo frente a la de ojos canela no pudo evitar sentirse mareado debido a la fragancia dulce del perfume de lavanda. Que hermosa era, pero claro, no lo admitiría frente a todos. Agachó la mirada un poco tímido, logrando que ella se asombrara un poco por verlo tan cohibido.

—H-hola.— Saludó con pena.

Akane posó una pequeña y avergonzada sonrisa en su rostro. Por primera vez saludó a Ranma con una inclinación de cabeza bastante delicada y respetuosa. —Hola... T-te vez muy bien hoy.

El la miró. Sus ojos brillaron, y percibió el cosquilleo en su estómago naciendo con ímpetu. Tal vez así se sentían las dichosas mariposas de las que Ryoga y los demás tanto le habían hablado. Eso lo espantó y lo sorprendió a partes iguales, pues nunca se imaginó que podría llegar a sentir tal cosa. Carraspeó un poco para poder hablar sin dificultad. —G-gracias... T-tú también te v-ves... bien... quiero decir... l-lin...

Ranma se dio cuenta de la quietud que estaba reinando en la casa. Observó su alrededor, viendo cómo todos les prestaban atención con una fijación tan grande como la vergüenza que comenzaba a sentir. Sin embargo, la mirada seria del patriarca Tendo le incomodó. Dio un respingo pequeño, y enrojeció aún más de lo que ya estaba. —Te vez linda.— Dijo con rapidez. —Vaya, ya es tarde. Será mejor que nos vayamos yendo.

Confundida Akane vio como se alejaba de ahí, tambaleándose gracioso por los nervios. En tanto los demás simplemente fingieron que no pasó nada, salvo Nodoka y Naoko, quienes sonrieron cómplices. Que divertido era ser joven.

Ryoga salió de la veterinaria mientras que Akari caminaba a su misma altura. La chica se había comportado esquiva con él durante varios días, pero era algo completamente normal. El chico de ojos ámbar sabía que había arruinado todo lo que podría, posiblemente, empezar entre ellos, y quería intentar resarcir la pequeña fractura en ese desastre de comienzo de lo que sea que estaba por iniciar.

—Oye.— Dijo la muchacha de pelos verdes mientras se quitaba la bata blanca.

Esto llamó la atención de Ryoga. Hasta que por fin le hablaba con un tono más cálido. —¿Si? Dime.— Respondió sin ocultar su sorpresa y la pequeña chispa de emoción que le embargó.

Le causó ternura a Akari la acción del joven Hibiki. Podría jurar que al pobre le brillaron un poco los ojos de la emoción. Sintió algo de remordimiento por comportarse cortante con él los pasados días, pero ahora estaba más tranquila. La salida con Akane la relajó, y le dio la fuerza para poder seguir adelante en su plan de conocerlo. —Me gustaría invitarte a cenar. ¿Tienes planes?

—¡No! ¡Para nada!— Al darse cuenta de que la gente los miraba extraño por su exaltación enrojeció. —Perdona. M-me gustaría ir a cenar contigo.

—¡Muy bien!— Aplaudió emocionada mientras daba pequeños saltitos. "Que tierna." Pensó Ryoga. —Conozco un restaurante de comida coreana que está cerca de aquí. ¿La has probado?

—No. Seguro debe saber deliciosa.

—Demasiado.— Akari sonrió mientras se acercaba un poco más hacia el lado de Ryoga. Esto puso nervioso al chico, quien soltó una risa nerviosa. —Entonces, ¿Vamos?

Iba a responder que si, pero parecía que la mala suerte lo perseguía y jugaba bastante con él. Frente a ellos estaba llegando Ukyo Kuonji, vistiendo una faldita coqueta y un abrigo ligero de color negro. Se la miraba hermosa, y por más que Hibiki lo negara, no podía hacerlo. Tal vez era estúpido, pero aún seguía sintiendo los vestigios de su relación de casi algo con ella, porque al verla arreglada de esa forma no pudo evitar sonrojarse.

La castaña se acercó a ellos con total confianza, mirando con suficiencia a la joven de pelos verdes mientras caminaba bamboleando sus caderas, tratando de hipnotizar al chico. Akari, por su parte, destazó a la castaña con sus ojos, como si de verdad fuera la peor piedra en el zapato que jamás haya pisado. ¿Cómo se atrevía a seguir jugando con el de ese modo?

—¡Ryoga! Espero que no hayas olvidado que teníamos planes.— Dijo sin siquiera saludar, con alegría e inocencia fingida.

Antes de que el de ojos ámbar respondiera algo, Akari se adelantó. —Lo lamento. Es que Ryoga no recordó decirte que, en realidad, tenemos una cita programada ya.— Y para dar énfasis a su postura tomó el brazo de aquel joven con firmeza y algo de fuerza. Nunca había actuado de forma tan posesiva, pero es que en él encontraba un algo que le hipnotizaba y le empujaba a ser de un modo diferente.

Ukyo sonrió socarrona. —Que raro. Bueno, supongo que entonces no es algo que sea urgente para él.

—Ukyo...— La aludida sonrió confiada. Sabía que aún era la debilidad de ese joven, y por lo mismo aún lo podía tener a su merced. Sin embargo, no esperaba la bala que le atravesaría en ese momento. —Lo lamento, pero es verdad. Tengo una cita con Akari.

Ambas chicas lo miraron con sorpresa absoluta. No esperaban que diera una respuesta contundente ni audaz, ni tampoco esperaban lo que hizo a continuación. Tomó a Akari de los hombros, abrazándola con confianza, como si de verdad estuviera enamorado. La de pelo verde se sonrojó, percibiendo el aroma de ese perfume varonil en él.

—Oh... vaya...— Musitó Ukyo con el enojo más grande que jamás había sentido. Fulminó con sus bellos ojos a la chica que a duras penas podía sostener la mirada hacia enfrente.

—Y se nos está haciendo tarde. Otro día podremos salir. Espero que lo entiendas.

Se despidió con amabilidad y comenzó a caminar junto a Akari, siendo observado por la castaña, quien moría de la vergüenza por tal humillación.

Por fin habían llegado al gran y elegante salón donde se reunían distintos dueños de dojos con algunos de sus maestros estrella. La atmósfera era diferente, pues estaba combinándose lo tradicional con lo moderno. El gran jardín con estanques y lagos se encontraba iluminado por bellas farolas con motivos japoneses, y por dentro, el salón estaba lleno de mesas en las que se servirían los variados platillos preparados para esa ocasión tan especial.

En cuanto pisaron el lugar, los patriarcas, junto a Nodoka se vieron envueltos en preguntas por parte de viejos colegas, quienes estaban intrigados e interesados por conocer los detalles sobre el regreso de la escuela de combate Tendo. Y a pesar de que Ranma y Akane eran quienes impartían las clases, quienes acaparaban toda la avalancha de dudas eran los dos hombres grandes.

Ranma miró en dirección a todos los lugares, tratando de disipar el nerviosismo al que estaba sometido. Miró de reojo a Akane, quien solamente examinaba el lugar con asombro en sus facciones.

—Este lugar es inmenso. Jamás en la vida había asistido a un evento de este tipo.— Dijo sincero.

—Yo si.

Con total ilusión Akane comenzó a caminar hacia uno de los cerezos cercanos a la zona donde se encontraban. Los pétalos rosáceos seguían intactos, y algunos de ellos adornaban el pasto, cubriéndolo como un suave manto. Se detuvo cerca del tronco, mirando hacia la copa del árbol. Ranma la siguió, deteniéndose al lado de ella.

—Mi papá me trajo cuando tenía trece años.

Trece años. Ranma recordó lo que Shinnosuke había dicho, sobre practicar para un baile. Y en cuanto ese recuerdo llegó a su mente, la amargura se apoderó de él. La había ayudado a aprender como bailar, así como ella había intentado hacer con él. —Por eso tu y él bailaban.— Susurró rencoroso.

—¿Eh?

—Nada.— Desvío la mirada, dándose cuenta de que casi comete el error de hacerle entender que estaba celoso. En realidad, no eran nada de celos, solo le asqueaba tanta familiaridad entre esos dos. O bueno, tal vez si eran celos, pero unos pocos. Carraspeó. —¿Cuántas veces has venido a este evento?

Sonrió alegremente. —Solo fue esa ocasión. Me trajo porque yo ya había mejorado muchísimo mis técnicas de combate, así que, al ser la próxima cabeza del lugar debía presentarme. Pero ese día tuvimos que regresar pronto a casa.

—¿Que? ¿Te aburriste porque no estaba tu querido amigo Shinnosuke?— Pregunto a modo de broma, aunque claro, más bien. su tono era ácido. No entendía porque estaba a la defensiva esa noche, tal vez porque pudo ser consciente de como muchos jóvenes y representantes de dojos comían con la mirada a Akane. Estaba siendo codiciada esa noche, y eso no le agradaba para nada. Aún si quisiera ocultarlo, no podía negarse a si mismo sus celos.

—No. En realidad, fue la primera vez que mamá se sintió mal de salud. Esa noche terminé en el hospital, con mi vestido puesto, en vez de haber bailado con alguien.

Al saber aquel dato se sintió un poco mal por haber dicho lo de Shinnosuke. —Ah... p-perdona, no quise...

—Si, lo sé. Descuida. Después de todo, ya es pasado.— Tomó un pétalo de cerezo que cayó en su pelo, y lo admiró. —Aunque no te lo voy a negar. En ese día esperaba que Shinnosuke nos acompañara. Lo habíamos invitado por ser mi amigo, pero el rechazó la propuesta.— Soltó el pétalo, dejándolo caer en el pasto. —Es gracioso. Recuerdo que yo quería saber que se sentía bailar con alguien. Cómo en las películas americanas, donde el chico apuesto invita a la pista de baile a su interés. Nunca me han invitado a bailar, salvo mi padre y él propio Shinnosuke. Supongo que ellos no cuentan.

Ranma sintió, de nuevo, el cosquilleo en su estómago, pero aún más fuerte que antes. Sentía que esa estaba siendo una indirecta para él, y por lo tanto no pudo evitar que su corazón latiera rápido. Akane le miró a los ojos, sintiendo chispas pellizcando su piel. No quería que sonara como una indirecta, pero se sentía así. Y lo peor de todo, es que eso no le molestaba, porque muy, pero muy en el fondo, ella deseaba bailar con él esa noche.

—¿Y piensas bailar hoy?— Preguntó hipnotizado por la belleza cautivadora de Akane.

—Si un chico guapo me lo ofrece...— Sin reparos quitó uno de los pétalos de cerezo que se había instalado en el hombro de Ranma. —Lo aceptaré.— Remató mirándolo fijamente al rostro, tratando de aparentar seguridad en ella.

Ranma tragó duro, sintiendo sus mejillas enrojecer, además de sus palmas humedecerse por el sudor. Y es que estaba a nada de perder el autocontrol y quizá, solo quizá, decirle que entonces lo harían. Que él la tomaría de la mano y la llevaría a la pista de baile para que reemplace los recuerdos negativos de esa fatídica noche en el hospital, o mejor aún, para que los recuerdos de Shinnosuke Ueda desaparecieran y fueran sustituidos por los de ellos dos. Pero si no fuera porque sus padres los llamaron para conversar con los demás colegas quien sabe que se hubiera atrevido a hacer.

Shinnosuke llegó junto a su abuelo a ese lujoso salón que indicaba la dirección de la invitación. Estaba trajeado con un smoking tradicional, lo cual hacía que atrajera fuertemente las miradas de las pocas muchachas que se encontraban ahí. Se sintió un poco incómodo, porque al menos él no estaba acostumbrado a ser popular entre las jovencitas. O, más bien, era porque no dejaba de desear ver a Akane. Su tío les comentó que este era el baile que daba paso al torneo de artes marciales de cada año, así que él ya sabía que su amiga estaría presente, al igual que Saotome. Aunque, para ser sincero, eso no le agradaba.

—Vaya, es demasiado grande este salón de eventos.— Dijo su abuelo mientras caminaban entre las mesas.

—Se hace cada año, padre. Siempre te había invitado pero rechazabas automáticamente. Desde que mi hermano y su mujer fallecieron pareces un ermitaño encerrado en una cueva.

—Bueno, ya soy un anciano que necesita cuidados.

—Pero a Shinnosuke le hace bien salir a este tipo de lugares.

El abuelo Ueda sonrió. Tenía que admitir que era verdad, pero era una verdad a medias. Shinnosuke era un poco introvertido, y aunque gracias a la pequeña Akane había recuperado brillo, lo cierto es que el muchacho seguía evitando mucho este tipo de reuniones sociales por desidia. Con nostalgia, recordó que a su otro hijo, el padre de su nieto, le hubiese gustado crear su propia escuela de combate, e instruir al joven. Tal vez si eso pasaba él y Akane liderarian un solo dojo. —Me alegra ver que has cumplido el sueño de tu hermano al acercarte a las artes marciales de esta forma.

Aquél hombre sonrió satisfecho. —Es una lastima que no puedan conocer a mi socio, el señor Kumon. Tuvo que irse a un lugar por cuestiones de negocios, pero su hijo y su nueva competidora vendrán. Se los presentaré.

Shinnosuke buscaba con la mirada a su amiga, sin poder encontrarla. La adrenalina le recorría el cuerpo, y podría jurar que sus mejillas estaban un poco coloreadas. También sentía las mariposas recorrer firmemente su estómago, como nunca antes las había notado. Aunque, tan rápido como se dio cuenta de lo que le estaba pasando sacudió su cabeza. No debía estar sucediendo todo aquello, porque el tenía novia. No debía comenzar a sentir cosas por su amiga, no podía permitirse traicionar a su pareja nueva. Suspiró, rindiéndose en su búsqueda. Tal vez más adelante la encontraría.

Ryu Kumon salió de la limusina enorme con total soltura. Odiaba los eventos de esta magnitud, simplemente porque le aburrían en demasía. Estar rodeado de tanta gente falsa durante mucho tiempo te hacía darte cuenta de lo tedioso que era el mundo de las personas adineradas. Y ni se diga de las veces que había escuchado planes de traición o venganza, algo como lo que su padre planeaba hacer. Por eso se mantenía lo más alejado de ese mundillo tan hostil. Se detuvo cerca de la entrada, esperando a que las odiosas chinas le alcanzarán.

No tenía nada en contra de los de esa nacionalidad, más bien, le irritaba un poco esa muchacha amazona. Tal vez podría tener la suficiente fuerza como para competir de manera adecuada, pero últimamente no dejaba de acosarlo, intentando averiguar la identidad del "chico de trenza y ojos azules" que tanto deseaba llamar su airen. Lo peor, es que el conocía quien era esa persona, pero obviamente no le interesaba eso. Esa noche, comprobaría la teoría de que Saotome era el socio del dojo Tendo.

—Pensé que no nos esperarías.— Mencionó la anciana mientras llegaba con un traje tradicional chino y su típico bastón.

—¡Aiya! Que hermoso se ve el lugar.— Xian Pu caminaba apresurada, mirando con total ilusión el salón tradicional que se alzaba ante ellos. Estaba ataviada con el hermoso vestido qipao de abertura lateral, ofreciendo una visión sensual y abrumadora para muchos hombres.

Ryu solamente rodó los ojos. —Bueno, mi padre me encargó que las acompañara todo el tiempo. Así que no me queda de otra.

Los Tendo-Saotome ya estaban sentados en su mesa, esperando por el delicioso menú que les brindarían. Mientras lo hacían, Soun y Genma hablaban sobre cosas relacionadas a los distintos dojos con los que habían tenido la oportunidad de intercambiar palabras. Nodoka charlaba con Akane, quien le contaba la historia de como es que ella había logrado alcanzar un buen nivel de combate. Y Ranma simplemente escuchaba, impresionado, todo lo que ella relataba. Debió haber sido un camino largo de entrenamiento, similar al que él tuvo que enfrentar. Aunque admiraba la pasión con la que esa chica contaba todo.

Era extraño, pero siempre que escuchaba las platicas entre mujeres los temas simplemente giraban en torno a chicos, ropa, maquillaje y todas esas cosas de chicas. Pero Akane parecía variar de tema en tema. Un segundo conversaba con Nodoka sobre los estilos de vestidos que más le gustaban, y al siguiente le narraba como fue que aprendió a la perfección su primera kata. Lo mejor, es que se entretenía escuchándola. ¡Hasta puso una sonrisa pequeña cuando contó la historia de su primera cicatriz!

Definitivamente estaba un poco perdido por ella. Pero solo un poco, no tanto. Y aunque había dicho que trazaría un límite entre Akane y sus sentimientos, la verdad sea dicha, no quería hacerlo, al menos por ese día.

—Y entonces, papá me llevó cargando en su espalda porque mi pie estaba lastimado. Así que, mientras lo hacía, observaba el cielo estrellado y pensaba en que, algún día, representaría con orgullo al dojo.

—Y así será, mi querida niña.

Para Nodoka, esa chica valía mucho. Ella pensaba que sería una buena opción para su hijo, no solo por la increíble persona que era. Sonaría absurdo, pero ambos compartían el gusto por las artes marciales, por lo que su afinidad era mucho más grande que con otras chicas. Cuestión aparte, Nodoka Saotome era suspicaz, nadie podía engañarla, y es por la misma razón que no dejaba de mirar sospechosa a su hijo. Ranma no despegaba la mirada de la joven de los Tendo, sonreía amplio cada vez que ella hablaba con entusiasmo, y podía jurar que se inclinó un poco más hacia Akane, como si quisiera sentirla más cerca. No había duda, a él le estaba gustando esa chica.

Akane tomó el agua de su copa de vidrio mientras que observaba a su alrededor. Había muchas caras nuevas, casi no conocía a nadie de ahí. Luego, fue consciente de que algunas de las chicas del lugar miraban en dirección a su mesa. Más especifico, a su socio. ¿Qué era esa sensación por la que estaba pasando ahora mismo? Era como un pequeño huequito en su corazón, y algo de furia. Pero no, no podían ser celos. no debía sentirlos. De reojo notó como el de trenza ni siquiera se daba cuenta del efecto que causaba en las demás mujeres, y al menos eso lo agradeció.

Shinnosuke y su abuelo estaban caminando en búsqueda de un lugar donde acomodarse. Su tío debía estar en la mesa del comité, por lo que no podía tenerlos cerca. No lograban encontrar donde fueran bienvenidos, o al menos así era, hasta que el castaño divisó a la persona que buscaba insistentemente. Sus ojos brillaron, y sin esperar a su abuelo se fue acercando hacia ella.

—Akane.— Pronunció con una pizca de emoción en la voz.

Todos miraron a Shinnosuke y a su abuelo con sorpresa.

—¡Señor Ueda! ¡Muchacho! ¡Que sorpresa tan maravillosa!— Saludó Soun con alegría.

Todos se levantaron de la mesa. Ranma lo hizo con el malhumor en su rostro. ¿Acaso ese idiota entrenaba artes marciales? ¿Por qué no podía dejarlo en paz?

—Mi hijo es miembro del comité. Ya nos había invitado anteriormente, pero le rechazaba las invitaciones.— Declaró el abuelo Ueda.

—Vaya. ¿Y ya tienen un lugar donde sentarse?— Preguntó Nodoka con amabilidad.

—Me temo que no. Fue de improviso, y mi hijo está con la mesa del comité.

—¡Entonces vamos! ¡Tomen asiento con nosotros!— Dijo Soun con mucha energía.

Para Ranma no pasó desapercibido el tono animado del señor Tendo. Estaba bien que se llevarán de modo familiar con los Ueda, pero no creía que debía exagerar sus reacciones. Abuelo y nieto tomaron asiento al lado del de ojos zafiros, dónde estaban vacías las sillas sobrantes. Observó de reojo a ese castaño, quien no apartaba la mirada de Akane con cierta devoción. Tal vez si sus padres no estuvieran ahí, le sería más fácil fingir que el y Akane eran novios. Maldijo por dentro su nula suerte. Ahora no solo se sentía amenazando por el resto de hombres del lugar que veían a la chica como potencial de pareja para bailar. Ahora debía cuidarse de ese sujeto.

Mientras los más grandes charlaban Akane miró impactada a Shinnosuke. — No me habías dicho nada de eso.

El castaño simplemente se encogió de hombros. —Me enteré hace dos días también. Ya no había visto a mi tío desde hace mucho tiempo, porque por lo general se la pasa viajando.

El de trenza cruzó sus brazos sonriendo un poco sarcástico. —Bueno, supongo que estarás contento por ver a tu amiga.— Enfatizó la última palabra de forma ácida, casi con rencor.

Eso no pasó desapercibido para Shinnosuke. De cierta forma, su ego se elevó un poco al poder ser testigo de como ese tipo de ojos azules parecía sentirse amenazado por él. —No tienes idea de cuánto.— Dijo mientras observaba a Akane fijamente.

Akane comenzaba a darse cuenta de que algo extraño estaba pasando entre los tres. Una atmósfera desconcertante los rodeaba. Shinnosuke y Ranma se comportaban un poco raros, como si se estuviesen retando. No sé explicaba a qué se debía, pero esperaba que, sea lo que sea, no tuviera efectos colaterales en todos. Estiró su mano en la mesa, tratando de calmar la intranquilidad. Shinnosuke miró esa delicada mano, con un ansia tremenda de tomarla, tal como hacía antes de que saliera con Ukyo. Con confianza y cierto cariño.

Ranma lo notó, y ni corto ni perezoso se atrevió a hacer un gesto discreto para el resto de personas en la mesa, menos para ellos tres. Acercó su mano de manera suave, pero firme hacia la de Akane. La apresó entre la suya, provocando en ella una marea de sensaciones extrañas, y un intenso rubor en las mejillas. Sonrió de lado, y sacando valentía de quien sabe dónde pronunció unas palabras decididas.

—Akane, aunque ya te lo había dicho antes, necesito que sepas que está noche te ves hermosa. No sabes cuánto deseo bailar junto a ti.

—¿Eh?— Susurró con vergüenza. Notó, de reojo, como Shinnosuke tensaba la mandíbula. ¿Qué estaba pasando? No entendía nada.

Y antes de que todo eso pudiese escalar a más, el servicio llegó con los platillos para degustar.

Akari se encontraba dando la vuelta a la carne en la parrilla. No era la primera vez que iba a un restaurante de ese estilo, pero si era la primera vez que se sentía nerviosa. Por lo mismo había ordenado dos botellas de soju. Y aunque esa bebida no era ni de lejos de fuerte como el sake, aún así seguía sintiendo estragos en su cuerpo cada vez que lo tomaba. Ya empezaba a sentir ciertos efectos, como el bochorno en su rostro, pero después de lo que había hecho ese chico que estaba frente a ella no dejaba de pensar en que necesitaba algo para calmarse.

—Akari... ¿Estás bien?

La muchacha lo miró con los ojos un poco vidriosos por el efecto alcohólico. —S-si... si, claro...— Cuando notó como el pedazo de carne estuvo listo lo intentó servir en el plato del muchacho. Lastima que cayó en la mesa, lejos de su objetivo. —¡¿Por qué se movió tu plato?!

Ryoga no sabía a que se debía tanto nerviosismo en ella, pero le estaba pareciendo adorable. —Esas botellas no te las lograrás acabar tu sola.— Si bien ya bebía, esa noche algo le atraía al alcohol. Sin pensarlo tomó la segunda botella que estaba sin abrir y la destapó, bebiendo un trago bastante grande.

Akari lo observó patidifusa. Pero una sonrisa traviesa se le cruzó por la cabeza. —Te reto. Quien beba más pagará la siguiente cena. ¿De acuerdo?

Sonrió de lado. —Trato hecho.

Todos en la mesa habían terminado de cenar adecuadamente. Sin embargo, para Akane fue difícil concentrarse en su comida. La tensión entre los dos chicos a su lado era demasiado palpable para ella, incluso, pudo jurar que la señora Saotome intuía algo parecido. Lo que le estaba mareando era, sin lugar a duda, la frase que Ranma le había dicho. ¿Sacarla a bailar? Debía ser una broma, después de todo, hasta hace dos días le había dejado en claro que no lo haría. Y al menos eso es lo que esperaba, porque no sabría que hacer si ese chico se atreviera a sacarla a la pista de baile.

—La cena estuvo exquisita, ¿No lo cree señor Ueda?— Preguntó Soun animado.

—Demasiado. Es lo mejor que he probado en mi vida.— Respondió el abuelo del castaño.

—Siendo sincero, es la primera vez que pruebo comida de esta calidad.— Declaró Genma con un poco de pena.

—Pues espero que pueda seguir comiendo.— Declaró el abuelo Ueda con mucha confianza. —Por cierto, quiero presentarles a mi hermano. ¿Gustan acompañarme?

—¡Pero claro!

Los tres hombres se levantaron de la mesa y se dirigieron hacia algún lugar en el salón.

—Vaya, creo que ahora estamos solo nosotros.— Dijo la matriarca Saotome mientras acomodaba su elegante kimono. —Si me disculpan, iré al sanitario.

—Descuide. Vaya con cuidado.— Pronunció Akane con inquietud.

Nodoka se levantó, y antes de retirarse, pronunció una frase un poco extraña. —Ranma, recuerda. Uno, dos y tres.— No esperó a que su hijo dijera algo y se dispuso a ir a su destino.

En esa mesa quedaron solo los tres chicos. La tensión estaba aumentando considerablemente, y para Akane todo estaba siendo un poco asfixiante. Se arrepintió de no haber acompañado a la señora Saotome para evitar una catástrofe.

—Y, bien, ¿Cómo les ha ido?— Preguntó Shinnosuke.

Ranma sonrió confiado. —Bastante bien. Akane es una chica linda, la verdad...— Tomó la suave mano de ella sin titubear. Tal vez si no estuviera con el ánimo caldeado no sería capaz de atreverse a tanto. Pero un instinto nuevo estaba naciendo en él, el instinto de proteger algo que le estaba interesando. —Es que realmente me agrada.

Akane se acercó un poco al de trenza. —Ranma, no es necesario que finjas de esa forma.— Susurró con algo de pena por la forma en la que el de trenza aferraba su mano.

Para el castaño esa no era una respuesta convincente. No quería que ella cayera en malas manos, porque era una chica realmente bella por dentro y por fuera, alguien que merecía lo mejor de lo mejor. No estaba celoso por Saotome, más bien, era sobreprotector con ella. —Agradar no creo que sea suficiente.

—Ranma... no digas nada que nos perjudique.— Susurró con más fuerza al oído del chico.

—Tienes razón. Agradar no es suficiente.

Una suave pieza musical comenzaba a resonar por todo el lugar. Los acordes tenues del violín y el piano eran agradables al oído, creando una atmosfera en la que había toques de romanticismo. Varias parejas se encontraban en la pista de baile, sumamente entregadas a la tarea de estar cuerpo con cuerpo, compartiendo un rato agradable con alguien más. La iluminación ayudaba a que cada individuo disfrutara del espectáculo, y por supuesto, el de trenza estaba más que seguro de su siguiente movimiento.

—Voy en serio con ella.— Se levantó sin dejar de tocar la mano de Akane. Volteó su mirada hacia ella, y sonrió galante. —Akane, hiciste una promesa ayer por la tarde. Enséñame a bailar hoy.

Akane se quedó sin palabras, y un suave sonrojo atravesó sus mejillas. No supo que fue lo que pasó, porque su mente le estaba gritando que no lo hiciera. Que no obedeciera a lo que sea que estaba pasando esa noche. Pero claro, su cuerpo y su corazón eran cosas distintas. Sin soltar la mano del joven Saotome hizo lo propio. Dejó su asiento atrás, y echó un vistazo a su amigo. No dijo nada, y cuando menos lo esperó, ya estaba siendo arrastrada al centro por ese tonto engreído.

En cuanto ambos llegaron a donde debían estar, Ranma tomó los brazos de Akane, dirigiéndolos con cuidado hacia su cuello, y después rodeó su cadera, suave y con bastante naturalidad. Ambas manos las situó ahí, tal como su madre le había enseñado, y entonces, sin que ella pudiese decir algo más, dio el primer paso. Luego el otro, y luego el otro. Uno, dos, tres. Uno, dos, tres.

—Ranma... tu... s-sabes bailar...— Susurró Akane, perdiéndose un poco en los ojos de Ranma.

Los nervios estaban regresándole, y ciertamente estaba arrepintiéndose un poco de lo que estaba haciendo. Pero, de igual forma, lo disfrutaba. Tragó duro para despejar su garganta. —Mamá lo dijo. Uno, dos, tres.

—¿Ella te enseñó?— Preguntó con sorpresa.

Asintió suavemente. —Y-yo... le pedí que lo hiciera.

Sus labios temblaron ante esa confesión. Su corazón estaba latiendo un poco rápido, y su estómago sintió un cosquilleo bastante peculiar. No dijo nada, siguió el ritmo que marcaban los pasos de su acompañante. Intentaba no mirarlo directamente, porque si lo hacía, era capaz de derretirse frente a él. Para Ranma, las cosas tampoco estaban siendo fáciles. Estar bailando junto a ella era inusual, pero se sentía agradable. Una calidez lo cubría entero, y sintió su corazón palpitar como un tambor. Estaba nervioso, pero a la vez, deseoso de poder bailar más piezas con ella. Aunque sería imposible, a menos que ese tipo lo volviese a retar, claro estaba. Se quedaron en silencio, bailando, disfrutando un poco de la incipiente sensación que comenzaba a nacer en ambos.

Shinnosuke no dejaba de escrutarlos, y lo cierto es que sentía un desplazamiento que jamás había experimentado. A su lado llegaba la señora Saotome, quien tomó asiento rápidamente.

—Se les ve bastante unidos, ¿No crees?— Preguntó ella con inocencia.

—Si. Demasiado.— Contestó un poco amargo.

Después de unos momentos de silencio, Akane decidió romperlo. —Y... ¿Por qué aprendiste? E-es decir... t-tú me dijiste que no te interesaba bailar.

No podía decirle que había sido por ella. Su raciocinio llegó a golpearle nuevamente, tratando de hacer que entrara en razón. Ya estaban bailando así de cerca, y podía notar el suave perfume de ella, pero aunque quisiera más, no debía cruzar la línea. —P-por que... bueno... s-supongo que sería aburrido estar solo sentado en la mesa.

Su corazón se desilusionó un poco. Esperaba que le dijera algo por el estilo, pero por una milésima de segundo, tenía el deseo de que Ranma pudiera decir que lo hizo por ella. Observó hacia donde se encontraba Shinnosuke. Su amigo estaba ahí, mirándolos fijamente. Era extraño, pero juraba ver su ceño algo fruncido, y su mandíbula tensa. —Shinnosuke luce molesto.

Ni siquiera porque estaban bailando ella dejaba de ver a su amigo. Con cierto enojo la atrajo un poco más hacia él. Que siguiera sufriendo ese imbécil. —Estás bailando conmigo y aún así te interesa más él.

La de pelo corto se sobresaltó al sentir como la acercó aún más. —Es mi amigo, por si no lo recuerdas.

—El amigo que te rompió el corazón. Por si no lo recuerdas.— Contestó sarcástico.

—No sé que les pasa a los dos. Sobretodo a ti.— Dijo un poco ofuscada.

—¿A mí?— La separó un poco para poder verla a los ojos. Estaba tensa, definitivamente. Pero le enojaba que fuera por causa no solo de él, si no también de ese idiota.

—Si. A ti. Actuaste normal en casa, incluso cuando llegamos eras el mismo de siempre. Pero ahora es como si fueras otro.

—Eso es porque tenemos que fingir delante de él que estamos saliendo. Si hay alguien a quien debes culpar es a tu amiga.

La pieza musical estaba comenzando con sus notas finales. Akane se detuvo sin separar sus brazos de los hombros de Ranma. —¿Entonces por qué estás siendo grosero con Shinnosuke?

—Él también lo está siendo conmigo. Y lo sabes.

—Pareciera que estás...— Se quedó en silencio.

—¿Qué estoy que?— Preguntó.

La ultima nota resonó, y cuando la música paró, todos aplaudieron con gran efusividad. Akane sintió su corazón acelerado, y por fortuna, estaba siendo silenciado por el bullicio del lugar. —Celoso.— Pronunció firmemente.

—¿Celoso? ¿De alguien como tú? ¡En tus sueños!— Negó infantil.

No dijo nada. Akane se retiró a la mesa donde ya estaba Nodoka acompañando a Shinnosuke. Tomó su pequeño bolso y sonrió tenuemente. —Iré al tocador. Con permiso.

Ella se retiró rápidamente.

Y lo que no notó, es que Ryu Kumon había presenciado toda la escena. Sus sospechas eran ciertas. Saotome era el socio del dojo Tendo.

Ranma estaba en el sanitario, caminando de un lado a otro. No sabía que es lo que estaba ocurriendo, pero de lo que estaba consciente es que no estaba funcionando el plan de alejarse de ella. O tal vez si, pero no de la forma en la que él lo quisiera. No debía haberle dicho eso, pero es que ella lo exasperaba hasta los niveles más altos. Se enjuagó la cara para intentar disipar el intenso cosquilleo que se le quedó grabado en el abdomen, luego de bailar con ella. ¿Cómo haría para darle la cara? No tenía idea. Pero de lo que si estaba seguro es que debía alejar esos sentimientos que ya estaban naciendo en él.

Cueste lo que cueste.

Akane se encontraba en el lavabo del sanitario dándose golpecitos en los cachetes, tratando de calmar su alborotado corazón. Ranma había ido demasiado lejos, y es que no lograba entender todo lo que estaba pasando entre los dos. Desde que él la consoló en aquél parque bajo la lluvia, todo había sido totalmente diferente. Primero, eso, luego, alabando su corte de cabello. Y luego, su sonrisa. Y ahora, actuando como si realmente estuviesen saliendo.

¡Era tan confuso!

Se agarró ambos lados de la cabeza y negó con energía. No, ella no debería estar así de confundida. Le tenía que quedar claro que él no estaba interesado en ella, y que simplemente el resto de las cosas que habían pasado entre los dos solo eran producto de su imaginación. Si, así es.

Escuchó como abrían la puerta de uno de los cubículos, y como caminaban hacia el lavabo.

—¿Tendo Akane?

La vocecita chillona la reconoció de inmediato. —¿Xian Pu?— Abrió los ojos, totalmente sorprendida. —¿Qué haces aquí?

Xian Pu sonrió amistosamente. —El dojo que me reclutó está invitado. Es el dojo Kumon.

—¿Kumon?— Le sonaba el apellido. Recordó que así se llamaba su compañero Ryu. —Tengo un compañero llamado Ryu Kumon.

La china le miró emocionada. —¡Es el hijo del dueño de ese dojo! Lo conozco también. Estamos entrenando juntos.

—¿De verdad?— No se lo esperaba. Este si que estaba siendo un día algo extraño para ella.

Xian Pu sintió curiosidad por saber la razón de su presencia ahí, en ese vento. —¿Y tú? ¿Qué haces aquí?— Preguntó mientras lavaba sus manos.

Akane sonrió. —Soy la hija del representante del dojo Tendo.

Xian Pu detuvo su tarea, un poco impresionada. Recordó lo que el señor Kumon había pedido, y ciertamente se sintió un poco mal de traicionarla. No lo haría, después de todo, era una buena chica. —Vaya, entonces supongo que estaremos compitiendo.—Se giró a mirarla. —Me alegra haber coincidido contigo hoy.

—Igual a mi.

Antes de irse, Xian Pu le miró. —Por cierto, no sé que es lo que te tenga así de estresada. Pero sea lo que sea, no le des importancia.

Y en cuanto abandonó el sanitario, Akane suspiró. Ella tenía razón, no debía darle importancia a Ranma.

Shinnosuke se encontraba frustrado, porque no le había agradado nada de lo que vio. ¿Cómo era posible que bailaran con tanta soltura? ¡Era absurdo! Con un poco de amargura tomó su celular, enviando un mensaje a su novia, Ukyo, para preguntarle como estaba. Recordó la pequeña discusión que sostuvieron en la estación del metro. No estaba ciego, notaba que ella también estaba inconforme con la relación de Akari con el amigo de Saotome. Tuvo que fingir celos con ella, aunque poco le funcionó. Ahora los celos eran por otra chica.

Quería bailar con Akane, pero ahora no se atrevía a hacerlo.

Y, por estúpido que sonara, la quería solo para él.

No sabía que es lo que pasaría, pero de lo que estaba seguro, es que iba a aclarar su corazón.

Ranma caminaba de regreso a su mesa, cuando chocó con una figura delicada. La sostuvo de los brazos para evitar su caida, sin embargo, su sorpresa fue grande al darse cuenta de que se trataba de esa chica grosera que le dijo un par de cosas no agradables solo por haberla salvado.

—L-lo siento nuevamente por evitar que te lastimaras.— Declaró levantando los brazos, intentando comunicar que iba en paz.

Xian Pu le miró embelesada. Aquél traje le hacía resaltar bastante bien. Sus mejillas se sonrojaron y bajó la cabeza, apenada. —Lamento mi comportamiento de antes. Pertenezco a una tribu amazona donde se nos enseña a ser independientes. No estamos acostumbradas a que los hombres nos ayuden.

Ranma entendió todo, así que, con una risa relajada trató de quitarle pesadez a la pobre chica. —Bueno, descuida. No eres la unica chica que me ha tratado tan hostil.

Xian Pu estaba a punto de cuestionarle sobre ello, pero fue interceptada por su abuela. —Xian Pu, ven. Quieren conocerte.

—Vaya, ese es tu nombre.

Ella sonrió, coqueta. —Si. Wu Xian Pu.

Ranma le correspondió. —Bien. Nos vemos después, Xian Pu.

Ella lo miró alejarse con ojos soñadores. No podía hablar como se debía frente a él, y su coquetería habitual se exacerbaba. La abuela lo notó, así que se acercó a ella.

—¿Es tu futuro airen?

Su sonrisa se amplió. —Si. Es él.

Ranma caminaba hacia la mesa, cuando pasó cerca de donde se encontraban el señor Tendo y su padre junto al abuelo Ueda. Hubiera pasado de largo, salvo que escuchó algo que no le agradó para nada.

Es una lástima que no salgan juntos.— La voz del patriarca Tendo resonó fuerte en sus oídos. Decidió acercarse un poco más para dilucidar la conversación.

Ya lo se, señor Tendo. Es una pena que no hayamos podido llevar a cabo nuestro plan de comprometerlos.

Me hubiese encantado que Shinnosuke pudiera heredar mi dojo. Tal vez Akane podría haber sido una gran maestra con el.

Bueno, presiento que mi nieto no va a durar mucho con su novia.

Si es el caso, me encantaría comprometerla con Shinnosuke.

¡Estaban dementes! Ahora entendía porque la mirada seria del señor Tendo con él, porque lo consideraba una amenza a sus planes. Pues no iba a permitir nada de eso.

Ya lo verían.

Akari y Ryoga salieron de ese restaurante con las mejillas rojas y tambaleándose graciosos. Si bien podían aún sostenerse un poco de pie, sus mentes estaban algo alteradas. Las risas que soltaban eran escandalosas, estridentes. Pero claro, eso era divertido. Todo lo que sucedía entre ellos lo era.

Y es que todo se volvió aún más divertido cuando, en un impulso, Ryoga besó los labios de Akari con demasiada fuerza y pasión, debajo de un árbol cercano al restaurante. Lo divertido continuó con ella correspondiendo con total pasión ante esa muestra de atrevimiento, hundiendo sus dedos en el suave cabello de él.

Y claro, aún más divertido fue cuando Ryoga pasó a la farmacia a comprar un par de preservativos.

Pero el epítome de las risas se dio cuando ambos entraron a un love hotel, dispuestos a pasar una noche emocionante.

Los presentadores del evento ya se encontraban arriba del escenario, dispuestos a dar los agradecimientos por la asistencia de los presentes dojos. Todos miraban antentos, sin embargo, a los representantes del dojo Tendo-Saotome les habían pedido que estuviesen tras el escenario, esperando su turno de aparecer. Les querían dar la bienvenida, pues era una sorpresa grande el regreso de Soun Tendo. Ranma y Akane estaban lado a lado, con apatía por lo sucedido antes. Cuando ambos regresaron a la mesa, simplemente se sentaron y no volvieron a pronunciar ninguna palabra.

Cada uno estaba metido en sus pensamientos. Akane solo podía repetirse que lo odiaba con todas sus fuerzas, mientras que Ranma estaba ideando un plan que, seguramente, a nadie le agradaría. Y es que cuando les avisaron que les darían una cordial bienvenida en el escenario, él supo que debía actuar. Evitaría que a Akane le hicieran algo que no debía de sucederle.

Démosle un gran aplauso al dojo Tendo por su regreso.— Anunció el presentador.

Los cuatro salieron de donde estaban, y Soun tomó posición frente al micrófono. Aclaró su garganta, y comenzó a hablar.

—Estoy honrado por esta cálida bienvenida. No tengo un discurso preparado, así que solo puedo decir que me alegra mucho volver a las andadas.

Mientras el patriarca hablaba, Ranma miró hacia donde se encontraba Shinnosuke. El castaño no podía apartar su vista de Akane, y él lo notaba perfectamente. Por dentro se mofó de él. Quizá era algo estúpido y arriesgado lo que haría, y probablemente lo lamentaría más tarde, pero sus impulsos estaban ganándole a la razón.

—Muchas gracias por su recibiemiento. Y espero que mis socios, los Saotome, tengan una gran experiencia. ¿Alguno quiere decir algo?

Ranma se adelantó y tomó el micrófono ante la atenta mirada de todos. Los nervios estaban desapareciendo, porque aún resonaba en su cabeza lo que Soun quería hacer con su hija.

—Agradezco al señor Tendo por esta oportunidad. Haré lo mejor que pueda para enseñar en el dojo y daré mi mayor esfuerzo para poder competir de manera justa y benéfica para el dojo.

Xian Pu, Kuo Long y Ryu miraban desde lo lejos a la persona que les interesaba ubicar. Xian Pu estaba anonadada de que Akane y ese chico se conocieran. Aunque, lo que la dejaría impactada no sería eso.

—Y, además, quiero darle las gracias por lo que han hecho por mi.

Ranma tomó la mano de Akane, acercándola a su lado. Ella estaba estática, no entendía que estaba sucediendo. En realidad, nadie sabía que estaba pasando, pero lo siguiente dejó a todo el lugar en un estado total de shock.

—No solo somos socios porque nuestros padres fueron amigos desde hace años. También estamos comprometidos.

Los murmullos no se hicieron esperar, y mientras Ranma se enfrascaba en una pelea de miradas con Shinnosuke, Xian Pu se encontraba decepcionada y dolida.

—¡¿Cómo te atreviste a hacer eso?!— Gritó Akane mientras cerraba con fuerza la puerta del taxi. Estaba hecha una fiera, y como no, si la noticia fue una bomba para todos.

—Lamento mucho lo que está pasando, Soun.— Dijo Genma mientras seguía a los dos Tendo, suplicando y pidiendo perdón.

Soun lo miró un poco enojado, aunque luego dirigió su mirada furibunda al menos de los Saotome. —¿Por qué lo hiciste?

Ranma se cruzó de brazos. —Si no lo decía, el dojo podía perder prestigio.— Mintió. Ni de chiste admitiría que lo hizo por salvar a Akane de un compromiso arreglado. —Además, esto podría beneficiarnos. Los patrocinadores verían al dojo, atraídos por una historia de amor. Es una buena oportunidad de poder obtener más dinero.

Akane bufó. —¡A costa de mi!

Ranma se adelantó hacia ella. —A mi tampoco me agrada. Pero deben confiar en mí.— Miró a Soun desafiante.

Nodoka avanzó hacia ellos. —Me disculpo por lo que hizo Ranma, pero tiene razón. Esta es una oportunidad que debemos tomar.

Akane no dijo nada. Simplemente se retiró a su habitación con pasos grandes. Soun suspiró, y luego miró a los Saotome. —De acuerdo. A partir de este momento, son falsos prometidos.

Akane cerró la puerta de su cuarto con mucha frustración. Retiró las flores que adornaban su pelo y las aventó a cualquier lugar de la habitación. Luego con fuerza se sacó los pendientes y las joyas. Con la toallita desmaquillante frotó con furia su rostro, retirando el maquillaje de esa noche. Se quitó el vestido y lo dejó en el suelo sin cuidado, colocó su pijama con excesiva molestia y se tiró en su cama.

Tomó una almohada y la apretó contra si misma. No era justo. Él no estaba siendo justo con ella.

—¡Ranma, tú, idiota!— Gritó ahogando su voz en esa superficie blanca.


Akane y él ahora eran los falsos prometidos que compartieron un baile juntos.

¿Se arrepentía? Sí.

¿La alejaría? No

Poco a poco su corazón estaba cayendo por ella. Por su falsa prometida.

Y no estaba logrando evitarlo.

¿Lo lograría después?


Soju: Licor destilado de arroz coreano. Tiene una graduación de alcohol del 2% y se comercializa en botellas pequeñas.

¡Hola a todos!

Por fin traigo la tan ansiada actualización. Este se ha convertido en uno de mis capitulos favoritos. Amé como he plasmado el lío amoroso entre ellos.

De nuevo, pido enormes disculpas por la extensión del capítulo. Últimamente mi narración ha cambiado, y me he vuelto más detallista, es por ello que salen más extensos. Espero no les incomode esto, si es así, háganme saber en los comentarios.

La verdad, los siguientes capítulos ya empezarán con más dramas amorosos, así que esperenlos.

Tengo pendiente la actualización de Deja Vú, por lo que me pondré manos a la obra para trabajar en ello. Les adelanto que también tengo one shots en borradores que me gustaría sacar en estos meses, así que no dejaré de estar activa.

Gracias por su apoyo, de todo corazón espero que les esté gustando el rumbo de la historia.

¡Que tengan un gran día!

Con amor, Sandy.