LOS DIOSES DEL AMOR
Gutembergs en Drewanchel
–Aub Sebastián, permítame que le presente a mi jefe de Gremio y Comercio, el señor Benno y a su asistente, el señor Mark.
Benno respiró profundo antes de ofrecer una reverencia y uno de esos saludos de primera vez que tanto le gustaban a los nobles, conteniendo el malestar en su estómago lo mejor que pudo bajo el escrutinio del hombre que lo miraba con interés sin dejar de estudiarlo.
El saludo fue devuelto, pero ni una sola luz de bendición salió del anillo para él, su asistente o las esposas de ambos.
–Así que estos son parte de sus famosos Gutembergs, Aub Rozemyne. Deben ser muy capaces para que tuviera a bien solicitar que llegaran por el círculo de teletransporte como si fueran nobles.
El tono era cordial, casi juguetón y de todos modos, Benno percibía a la perfección los afilados bordes que su Greifechan particular había invocado con su insolencia.
–¿Es así, Aub Sebastián? –inquirió Rozemyne colocando la mano bajo su mejilla cómo solía hacer desde que entrara en la Academia Real cuando intentaba fingir demencia o hacerse la desentendida–. Admito que es la primera vez que solicitó un permiso para que mis Gutembergs puedan viajar desde la Soberanía, sin embargo, Dregarnuhr, la diosa del tiempo no ha sido muy espléndida con nosotros. Una semana para preparar un viaje, así sea de tres o cuatro días es un tiempo algo corto para toda la logística involucrada en desplazar a mis valiosos Gutembergs. Odiaría tener que solicitar cualquier tipo de compensación en nombre de Gebotornung si algo les pasara por esta falta de la bendición de Seheweit.
Ahora se sentía mareado, no solo porque solo pudiera comprender una parte de lo que la mocosa que ayudó a entrenar estaba diciendo, sino porque, a todas luces, era una amenaza de guerra velada.
Un vistazo y notó que Aub Ferdinand mostraba una de esas sonrisas brillantes que no lo engañaban. El hombre estaba fastidiado y con justa razón. Por lo que sabía, esta visita fue solicitada a dos días de que terminara la Conferencia de Archiduques, dejándoles poco más de una semana para prepararse. Por más rápidos y eficaces que fueran en sus preparaciones, no podrían llegar a tiempo al Ducado de la serpiente, alcanzar a Rozemyne, hacer su trabajo y volver.
Sí, desde que el Ducado comenzará a subir un nivel tras otro en importancia cada año, Benno se había encargado de que comerciantes, cocineros, y cada uno de los gremios estuviera listo para movilizar gente a otros Ducados durante el verano… pero nunca con tan poca antelación.
–Tal y cómo Ortwin y yo le explicamos en nuestra reunión, Dregarnuhr tampoco nos ha sido especialmente amable con el asunto principal por el que hemos solicitado su presencia aquí.
La pareja archiducal de Alexandría hizo lo posible por qué no se notara que estaban suspirando en tanto Benno, Mark y sus mujeres seguían ahí en posición de sumisión y respeto.
Por lo que Benno sabía, Alexandría estaba un lugar por debajo de Drewanchel este año, de modo que no podían negarse a ninguna solicitud de ellos… aún. Con todo lo que su antigua pupila había preparado a lo largo de ese año, era seguro esperar que le arrebataran su lugar al Ducado del conocimiento en la siguiente Conferencia.
–Pueden ponerse de pie –les autorizó su Aub con una cálida sonrisa luego de discutir apenas un poco más–. Aub Sebastián ha preparado una escolta especial para guiarlos a la ciudad baja, donde habrá que hacer una revisión a los talleres relacionados con la imprenta. Mañana los llevarán al jardín de Besuchweg para que puedan verificar la imprenta oculta y el tercer día estaré esperando un informe de sus observaciones.
Benno y los demás agradecieron la información y apenas levantar la cabeza para mirarla, aprovechando que Aub Ferdinand estaba entreteniendo a Aub Sebastián y su esposa, Benno aprovechó para murmurar la primera mitad del credo de los comerciantes que le hubiera enseñado tanto tiempo atrás a una pequeña de nombre Myne. Su archiduquesa sonrió confiada, poniendo la misma mueca que usaba cuando hablaba de negocios con él o con cualquier otra persona y recitó en un susurro la otra mitad. Ambos asintieron y pronto se marcharon.
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–No quiero saber que tipo de conexiones hizo esta chica para que se nos siga dando un trato preferencial en todas partes. Estoy demasiado viejo para empezar a indagar en el alcance de sus locuras.
Su esposa se le quedó viendo consternada por un momento antes de mirar a todas partes dentro de la habitación que compartían en la posada en la que se les estaba hospedando.
–¡Benno!
–Te lo he dicho varias veces, Karim. ¡Si no quieres escuchar la respuesta, entonces no hagas la pregunta! Eso es lo que mantuvo mi cabeza en su lugar cuando era un residente de Ehrenfest. A todo esto, ¿cómo está el bebé?
Su esposa sonrió, mostrándole una mueca de alivio sin dejar de acariciarse el vientre un poco hinchado que tuvo que esconder un rato atrás bajo una pesada falda que Tuuri había cosido para ella con apuro apenas enterarse del viaje.
–Bien. Las náuseas se detuvieron mientras la archiduquesa nos presentaba.
Le pareció un verdadero alivio. Se suponía que la etapa de las náuseas matutinas había terminado cuatro días atrás para Karim, sin embargo, Benno recordaba bastante bien la fuerte sensación de vómito subiendo por su garganta apenas fueron engullidos por esas luces doradas y negras en el círculo ese que los nobles usaban para ir a la escuela y luego a otros Ducados.
No era la primera vez que a él y a Mark se les permitía usar esos círculos, tampoco la primera que tenía que lidiar con la horrenda sensación de náuseas, así que solo podía imaginar el esfuerzo que tuvo que hacer su pequeña y joven esposa para mantener su desayuno temprano en el interior de su estómago.
–Si estabas tan preocupado por nosotros, no debiste traernos –bromeó la joven, abrazándolo de pronto y robándole un beso y una sonrisa.
–Precisamente por eso. No voy a dejar a mi esposa esperando a nuestro primer bebé si tengo que ausentarme.
Karim se rio, apretándose contra él lo suficiente para dejarle sentir su vientre que ya daba algunas pocas señales de hinchazón.
–¿Qué va a pasar cuando esté tan grande como un bahelem y no pueda salir ni de la casa, Benno?
Le sonrió con descaro, divertido por la pregunta y emocionado por el futuro.
–Me quedaré contigo en casa, por supuesto. Hasta le pagaré a un médico para que se quede con nosotros hasta que nazca ese bebé y esté en perfectas condiciones.
Karim se soltó riendo, burlándose de él cómo hacía en ocasiones.
Él solo le sonrió.
Tenía demasiado presente el recuerdo de Lutz y Tuuri cuando perdieron su segundo bebé.
Lutz no dejó de culparse por no pasar suficiente tiempo cuidando a Tuuri, el pobre tipo incluso se soltó llorando como un niño prebautismal cuando intentaron animarlo en la taberna algunas semanas después del trágico suceso.
En cuanto a Tuuri, la adorable tejedora de flores tardó en recordar cómo sonreír o en aventurarse a salir fuera de la casa de sus padres durante el día. Nadie le llamó la atención. Effa incluso decidió acompañarla las primeras dos semanas haciendo sus teñidos en el comedor. Todos le enviaron mensajes a Dino para pedirle que mantuviera a Myne lejos de la casa por unos días sin decirle la razón real, alegando estar demasiado ocupados con una u otra cosa…
No podía dejar que Karim pasara por eso. No con su madre tan lejos de ella.
–¿Y cuál es el plan de hoy, Jefe?
Benno le sonrió a la chica sin poder creer todavía que en verdad la había desposado.
Tras la muerte de Liz, juró que no volvería a enamorarse, que no tendría hijos y que dedicaría su vida entera a Greifechan… a veces pensaba que Liz, furiosa por su testarudez, se había encargado de enviarle a Karim no una, sino dos veces. Ningún dios o diosa sería tan benévolo con un mero plebeyo sin maná y cuyas plegarias solo iban dirigidas a la diosa del dinero y la fortuna, igual que el resto de los de su clase.
–Oíste a nuestra Aub, ¿o no? Un carruaje debería estar esperando por nosotros dentro de un cuarto de campanada para llevarnos a hacer esa inspección. ¿Quieres venir también o prefieres quedarte con Jean?
Karim lo consideró luego de soltar un suspiro.
No era ningún secreto que la joven de Klassenberg no se llevaba del todo bien con la viuda del antiguo Arsenbach que ahora era la esposa de Mark. Benno no tenía idea si era la diferencia de edad entre ambas o los lugares de nacimiento en relación con alguna rencilla comercial, después de todo, los comerciantes de Klassenberg siempre despreciaron a los del antiguo Arsenbach por todo el asunto del azúcar contra la miel y el juego de costo que los Aubs parecían usar para demostrar quien la tenía más grande y no cuál artículo tenía en realidad más valor.
–Quisiera ir contigo, pero todo ese brinco terminó por destantear mi estómago. Apenas y logré suprimir la necesidad de vomitar hace un rato, no sé si pueda soportar otro carruaje el día de hoy.
Benno suspiró y asintió. En realidad esperaba que algo así pudiera pasar.
–Descansa entonces. Trata de no discutir con Jean, por favor. ¿Quizás pudieras pedirle algunos consejos para el bebé?
Karim lo soltó y empujó, cruzándose de brazos y levantando una ceja, con el ceño fruncido y la boca en un puchero.
–Cómo si la viuda esa hubiera pasado por un embarazo.
–No lo sabes –respondió Benno sin darle mucha importancia al súbito cambio de humor de su esposa–. Podría haber tenido una o varias pérdidas con su marido anterior, después de todo, tengo entendido que era más joven que tú cuando se casó.
Karim puso una cara de lo más extraña y luego se sonrojó, como si estuviera abrumada por la idea de perder a su bebé, soltando un sonoro suspiro y sentándose en la silla más cercana.
–Trataré de no discutir con ella. No tarden mucho… ¿me dejarás leer el informe cuando vuelvas?
Benno sonrió. Su esposa no era una adicta a los libros como cierta criatura extraña que se había robado un ducado entero para cortejar a su guardián, pero si tenía una excelente intuición cuando de dinero y empresas se trataba.
–Por supuesto. Ahora descansa y no te preocupes por nada. Mañana nos estaremos levantando a la primera campanada para visitar ese… jardín de viajeros. No creo que tenga mar como el de nosotros, pero estaremos en un carruaje por una campanada, así que debe estar a cierta distancia de aqui.
Karim pareció palidecer apenas un momento antes de sonreír con algo de preocupación en el rostro. Un beso más y Benno escuchó los caballos y un carruaje deteniéndose debajo de su ventana. Era hora.
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Ámsterdam, en efecto, carecía de mar.
Lo primero que Benno pudo notar fueron todas las otras amenidades que parecía haber en este idílico jardín de viajeros.
El jardín de Alexandria, Ibiza, tenía restaurantes especializados en comida del mar y ramen, además de los paseos en barco y por la playa, los cuales eran bastante populares con la población en general. Muchos de los otros comerciantes con los que trataba a diario y las personas de los otros gremios no dejaban de afirmar que nada había más romántico que vagar descalzo junto a la pareja de uno por la playa o pasear en una pequeña barca al atardecer, con las olas meciendo la pequeña embarcación y, en ciertas épocas, algunos peces y peces fey saltando en las estelas que dejaban las barcas tras de sí. Que Ibiza estuviera ubicado en una zona de marea baja lo hacía posible.
Por otro lado, el jardín de Ehrenfest, Vegas, se especializaba en los salones de juego.
Uno podía encontrar salones de juego de todos los tipos, algunos incluso vendían comidas o bebidas y varios de ellos tenían pequeñas salas dedicadas a Kuntzeal. Benno no pudo menos de sudar y sentir un escalofrío de envidia cuando el jefe Gustav le mencionó las cantidades de monedas que se movían en esos salones de juego cada noche. Greifechan debía estar más que extasiada con todo ello.
Luego estaba Amazonia, el jardín de Dunkelferger, con sus múltiples estadios y sus exhuberancia que no hacía sino exacerbar el calor debido a la humedad de todas esas plantas. Aunque, Benno debía admitir que era uno de los lugares más animados que había conocido nunca bajo la guía de su diosa del agua. En ningún lugar los plebeyos y los nobles comían, bebían, cantaban y gritaban como en Amazonia. Además de la calidad de las ropas, uno podía diferenciar a los nobles de los plebeyos debido a los anillos de bautizo de los primeros, fuera de eso, actuaban demasiado similar unos a otros con su estúpida fiebre por el ditter y cualquier otro juego de exteriores que se les hubiera ocurrido. Kuntzeal recibía sus ofrendas a manera de murales y estatuas que mostraban violencia, valor o fuerza y solo se veían en ciertas zonas. Era como si las plantas excesivas fueran el decorado natural de ese ducado.
Dubai, en Hauchletze, era otro de los jardínes donde tenían mar… aunque ese no era el punto focal. De algún modo, Aub Rozemyne se las había arreglado para contagiarles la extraña fiebre por las aguas calientes y hediondas salidas del corazón mismo de la tierra en ese Ducado porque lo que más había en su jardín de viajeros, eran baños.
Baños de vapor. Baños familiares. Baños que simulaban estar al aire libre. Baños de interiores. Y por supuesto, piscinas como la que su extravagante ex alumna tenía construidas en lo alto de su castillo, de modo que ahí se vendían bastante bien las prendas para estar dentro del agua, aún si Benno sabía de primera mano que los plebeyos no siempre las usaban para entrar en esos lugares… en especial si entraban con su pareja.
Este lugar, sin embargo… Benno no estaba seguro de qué pensar. El Templo dedicado al sexo, donde hombres y mujeres con y sin maná se vendían por una o varias campanadas, no estaba escondido como en los demás, de hecho, entre las salas de té con acogedoras e íntimas salitas para grupos pequeños o parejas y sus tiendas de ropa provocativa, era fácil ubicar tanto la librería como la imprenta… y no, ninguna estaba camuflada de modo alguno.
Karim comenzó a reír con nerviosismo igual que Jean cuando ambas mujeres vislumbraron la primera de varias tiendas de juguetes para sexo. A diferencia de Ibiza, Dubai o Vegas, en Amsterdam había tiendas para plebeyos y tiendas para nobles separadas de las librerías.
–Pareciera que la idea de… las actividades de alcoba son más que bien vistas en este lugar –comentó Mark con la misma expresión de asombro que Benno.
–Algo me dice que nuestra… adorable Aub, va a salir con otro retoño en el vientre de este viaje.
Mark y algunos de sus subordinados más cercanos soltaron leves risitas en tanto Jean se sonrojaba y Karim le daba un codazo con el semblante cargado de preocupación. A pesar de todo, ni ella ni Jean tenían idea de que tan cercanos eran Mark y él mismo a Aub Rozemyne y Aub Ferdinand porque procuraban no llevarlas a visitar la casa de Effa y Gunther cuando sabían que la pequeña y caótica preferida de Greifechan estaría haciéndose pasar por una plebeya y usando su nombre real. Era lógico entonces que solo los que acostumbraran a ir al castillo, además de ellos dos, supieran que las dos hijas de la pareja Archiducal fueron concebidas en diferentes viajes. La primera en la Soberanía, la segunda en Dunkelferger.
'Cuando esta locura termine y volvamos a casa, tendré que pasarme por el templo para preguntar a qué dios rezarle para que ninguno de sus hijos sea tan problemático.'
–Señor Benno, la imprenta blanca está aqui. Pase por favor.
Incapaz de dejar a las mujeres solas en un ambiente tan extraño, Benno les hizo una señal para que entraran todos, pidiéndoles que esperaran en la pequeña sala de recepción existente en esta imprenta, tan parecida a las imprentas normales a pesar del contenido que se veían obligados a imprimir.
Por supuesto, apenas entrar, Benno se encontró con no una, sino cuatro aparatos para imprimir y ocho mimeógrafos con sus respectivos artistas… y una sala extraña al fondo.
–¿Y eso? –preguntó apenas el recorrido los acercó lo suficiente.
–Es la sala de modelaje –respondió su guía como si nada.
–¿Sala de modelaje?
–Si. Cada vez que nos llega un nuevo manuscrito para novelas de entretenimiento, contratamos algunas flores de uno de los templos para que actúen alguna de las escenas en esa sala. En cuanto el artista en jefe elige una de las poses, las pobres flores deben quedarse quietas para ser capturadas en papel por todos los artistas desocupados, después se selecciona la mejor escena entre los dibujos y se procede a trabajarla en el mimeógrafo.
Podía sentir su cuello y sus orejas calentarse, así como un pequeño escalofrío de incomodidad.
–¿No tienen una sala de modelaje en todas las imprentas "ocultas"?
Benno trató de disimular un suspiro como sus Aubs el día anterior y Mark, por suerte, se encargó de responder por él.
–Las escenas retratadas en los libros de las otras imprentas blancas, que de hecho, permanecen ocultas del público en general, son tan inofensivas que los artistas pueden darse el lujo de escoger alguna pareja en las calles. Ya sabe, nada más allá de un beso o un apretón de manos.
El encargado dándoles el recorrido dejó escapar una sonora carcajada frente a ellos antes de continuar.
–Giebe Amsterdam dijo que eso nos daría ventaja sobre las otras imprentas. Ahora entiendo la razón. Eso explica las imágenes tan carentes de detalle en los manuales.
'¡El descaro de este tipo! Hacen que Myne parezca una dulce e inocente paloma.'
El recorrido terminó con un paseo entre las estanterías de la librería. Además de los manuales y las novelas Bremróticas, Benno se encontró con varios catálogos.
Catálogos de juguetes y su correcto uso para la autoestimulación y la estimulación de la pareja.
Catálogo de ropa interior para matrimonios.
Catálogo de brebajes para mejorar la circulación de la sangre e incitar al juego de alcoba.
Y por supuesto, los recetarios que prometían comidas sabrosas y estimulantes…MUY estimulantes.
–Disculpe, Señor Axel –llamó Benno cuando volvieron a estar todos afuera del establecimiento–. ¿Existe algún negocio aquí que no esté relacionado con los juegos de alcoba?
El hombre soltó otra sonora risotada y luego señaló un par de edificios.
–A los nobles les gusta ir al edificio de investigación de ese lado. No tengo idea de qué hagan, no se nos permite la entrada. A nosotros, por otro lado, nos permiten entrar al de ese lado.
El Templo de Vulcaniff y Mestionora es un lugar donde se nos permite ver diferentes muchas de las cosas que han sido inventadas en nuestro ducado. No todos los nombres que aparecen son de nobles, ya le digo yo, hay algunos nombres de plebeyos incrustados en las brillantes placas plateadas exhibidas frente a los objetos.
Una mirada atrás y todos accedieron a ir, un poco cohibidos por lo abierto del jardín a… mostrar todo lo relacionado con las flores y la recámara. Era casi un milagro del pudor que no vieran a nadie caminando por ahí desnudo o mostrando más piel de la debida, incluso para estándares plebeyos. Casi tenía ganas de pedir que le llevaran con su Aub, que debía estar de visita en el jardín, para ver la cara colorada de Rozemyne y la mirada horrorizada de Ferdinand.
Benno sonrió sin poder aguantarse, divertido ante la mera idea de lo horrorizados que esos dos deberían estar ante tanto descaro. Luego le ofreció el brazo a Karim y la pequeña comitiva caminó hacia el templo de los dioses de los cuales solo lograba reconocer a Mestionora, la obsesa con los libros que era idéntica a Rozemyne, pero con el cabello suelto como si fuera una menor.
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–Ahhhh… ¡Benno!... ¡Con calma!... ¡Ahhhh!
Sabía que debería ser más cuidadoso con su joven y dulce esposa embarazada, pero era imposible luego de cenar en el jardín. Incluso les habían dado un alojamiento ahí para que partieran de regreso a la capital al día siguiente, tal y cómo él había solicitado para evitar que Karim se cansara demasiado con los carruajes.
–Siempre te quejas de que soy muy lento –se mofó él con una sonrisa divertida.
–Sabes… que miento… me gusta que me lo hagas… más despacio.
El hombre sacó su miembro de entre las piernas de su esposa despacio, frotándola para estimularla sin dejar de acariciar uno de sus senos con la mano libre, deleitándose en el hermoso sonrojo cruzándole la cara a Karim y en sus jadeos.
No se habría atrevido a reclamarla como si todavía estuviera en sus veintes si su guía no le hubiera confesado que todas las habitaciones en Amsterdam estaban diseñadas para que no pudiera salir un solo ruido de su interior. Todas tenían instalado un sistema de alarma fácil de activar en caso de accidentes, incendios o alguna otra fatalidad, así que nadie escucharía a su esposa haciendo todos esos ruidos vulgares que él tanto disfrutaba.
–Podría ser tu padre, deberías aprovechar que esa comida me ha dejado en tan buena forma.
Karim frunció los labios haciéndole una seña de acercarse, dejándole ir un sonoro manazo en el brazo justo antes de alcanzarlo para poder besarlo.
–No vuelvas a decir eso. ¡Es horrible!
–Es la verdad.
Otro manazo y él solo pudo reír divertido al notar la cara abochornada de Karim. La chica se enderezó lo suficiente para sentarse en la cama, tan insatisfecha como él mismo.
–Muy bien, señor jefe del gremio, ¡sentado, por favor! Exijo que me jodas sin dejar de abrazarme.
Benno le apretó una mejilla con dulzura antes de darse vuelta y dejarse caer en la esponjosa cama, disfrutando del pequeño grito desconcertado de su mujer antes de que la chica se sentara sobre él dándole la espalda.
Benno le movió el cabello hacia un lado antes de succionar y morder el hueco entre hombro y cuello, acariciándole la espalda y acunando uno de sus senos en lo que ella se encargaba de llevar un ritmo lento y pausado sin soltarle las piernas que Benno se apresuró a cerrar.
–Pensé que querías que te abrazara y besara como de costumbre –dijo Benno en tono juguetón.
–Cambié de idea. Me aferras demasiado el trasero si me siento de ese modo.
La abrazó sin dejar de reír, besándola antes de colar una mano entre sus piernas para ayudarla con la estimulación, perdiéndose entre los jadeos y ruidos de placer escapando de Karim.
Benno recordó entonces porque la dejaba sentarse en sus piernas cada vez que la señorita se ponía mandona y demandante con él. El manual.
Ese maldito manual que su pupila mandara producir a espaldas de su marido era el responsable de que a pesar de la diferencia de edad pudiera disfrutar y complacer a su esposa.
Con Liz, los contados encuentros que tuvieron fueron más bien rápidos, mucho más pasionales debido a la edad de ambos.
Estaban haciendo los preparativos para casarse la primera vez que se ocultaron en el bosque con la excusa de buscar unas flores bonitas para adornar le el cabello cuando la cosa solo pasó. Ambos terminaron consumando en el suelo a medio desvestirse y eso fue todo.
La siguiente vez, ella lo había estado provocando todo el día mientras se dedicaba a regatear con su hermana y luego con el zapatero… tan solo la jaló detrás de una de las posadas, levantando su falda y tirando de su ropa interior hasta liberarle una pierna, luego de lo cual entró en ella sin nada de cuidad, ambos riendo por la travesura que estaban realizando.
La última… la última fue mucho más lenta. Liz ya sabía que no llegarían juntos al festival de las estrellas, así que lo guió a una destartalada cabaña abandonada en el bosque de los plebeyos. Lo sedujo. Lo obligó a desvestirse ambos por primera y única vez y lo dejó besarla y tocarla hasta la sociedad, cuando lo abrazó con fuerza mientras él la reclamaba. Después, cuando ambos estaban cansados en brazos del otro, le dijo de sus sospechas. Del calor que la consumía. Del dolor. De un amigo de la infancia que había estallado envuelto en luz y calor…
Eran memorias agridulces que nada tenían que ver con lo que estaba haciendo con Karim. Si bien, la joven comerciante le había recordado un poco a Liz cuando la conoció, a medida que pasaba el tiempo iba dejando de notar las similitudes y enamorándose de las diferencias. Que la chica se las ingeniara para mantenerse soltera, virgen y lo encontrará de nuevo en su nuevo Ducado lo terminó de convencer y ahora, ahí estaba, dejándola repetir sus páginas favoritas de la versión para plebeyos del famoso Buen Libro, como lo llamaban los nobles, para complacerla.
La escuchó gemir. La sintió terminar un par de veces. Luego la obligó a ponerse en pie y voltear. Estaba a nada de terminar el mismo y dejarse caer exhausto en la cama. Por supuesto que quería su parte de afecto.
–¡Benno!
–Ya te divertiste mucho. Es mi turno.
Ella no volvió a reclamar ni a decir nada al respecto, dejándose llevar, envolviendolo en sus brazos y besándolo mientras él se encargaba de tomarla de las caderas, amasando solo un poco antes de guiarla más y más rápido hasta que la sintió apretarlo y no pudo contenerse más, dejando salir todo ahí mismo.
Por supuesto, ambos durmieron mejor que bien en ese colchón que parecía una nube, abrazados y extenuados por su última actividad.
'Quizás compré un recetario, después de todo. Karim se va a cansar de mí si no duro tanto como ahora.' pensó el hombre antes de caer del todo en la inconsciencia.
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A diferencia del resto de los nobles, Aub Rozemyne era un libro abierto. No importaba cuánto se esforzará la joven Archiduquesa en ocultar sus pensamientos, solían reflejarse en su rostro el tiempo suficiente para que, quienes la conocían de siempre, cómo él, la leyeran sin problemas. Por supuesto, eso no era novedad para el Jefe de Gremios y de Comercio de Alexandria, sino observar al inexpresivo Aub Ferdinand mirar a su esposa con una sonrisa diminuta, fastidio en la mirada y las puntas de sus orejas rojas aún a pesar de estar casi ocultas en su cabello trenzado… porque el hombre se había dejado crecer el cabello en algún punto y ahora era necesario atarlo en una trenza… de algún modo, le recordaba al chiquillo que trabajó como Lord Comandante de Ehrenfest por algo así como uno o dos años antes del fallecimiento del Aub anterior.
Estaba comenzando a preguntarse si serían, de hecho, la misma persona… o qué demonios le había hecho la sonriente y satisfecha Diosa del agua que lo miraba cómo si acabará de enamorarse de él cuando los ojos del antiguo Sumo Sacerdote de Ehrenfest le dedicó una mirada despiadada que le ordenaba hacerse el tonto, ignorar lo que fuera que estaba pensando y se centrars en los negocios a mano.
Benno tragó saliva, sintiendo su estómago contraerse y los vellos de su cuello levantarse por todas las promesas dolorosas ocultas en esa mirada tanto hermosa cómo letal.
Su cabeza dejó de darle vueltas a la vida privada de su antigua pupila y se centró, en cambio, en la tarea a mano y en el rostro sonriente de Aub Rozemyne.
–Mi señora, antes de comenzar con mi reporte, debo advertirle. La imprenta blanca de Amsterdam no solo no está oculta, sino que tiene prácticas un tanto… escandalosas en el área de ilustración.
La siguiente campanada, Benno estuvo disfrutando bastante de ver los ojos de su pupila abrirse con asombro y las ruedas dentro de su cabeza moverse como las de cualquier comerciante encontrando una mina de joyas en tanto las orejas de Aub Ferdinand cambiaban de forma constante de tono, su rostro pasando del pálido al usual con frecuencia y su mirada calculadora mostrando el debate interno entre la curiosidad, el pudor y la mejor manera de utilizar la información.
Para cuando al fin pudo salir, tenía algunas cuantas hojas con proposiciones de acuerdos y un par de estimulaciones ya redactadas con ayuda de Mark. Su archiduquesas sonreía mientras se ponía en pie tan fresca como una mañana de primavera y el Archiduque… bueno, su sed de sangre y sus amenazas veladas ya no estaban dirigidas a él o a Mark, lo cual era un verdadero alivio.
'Que los nobles lidien con los nobles y con Myne. Tengo suficiente trabajo como para morir por sobre esfuerzo luego de esto.'
¿El resultado final?
Los Gutemberg regresaron a Alexandría por el maldito círculo transportador de vómito y mareos dos veces en tanto los nobles acordaban quedarse ahí dos días más. Benno lo lamentaba mucho por Aub Drewanchel porque, conociendo a su antigua alumna, el hombre sería desplumado como un ave de caza para un caldo antes de darse cuenta y para de colmos la enviaría a casa con una enorme sonrisa y sus arcas a la mitad. Por supuesto, Benno no podía sentirse más orgulloso de la pequeña calamidad que había entrenado tantos años atrás.
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Notas de la Autora:
Yo sé, me tardé a pesar de tener la idea para este capítulo, pero no lograba que saliera, de hecho terminé de escribir primero los siguientes dos capítulos y luego... luego se hizo la luz para mí y me dije "¿Por qué abordarlo desde el punto de vista de Rozmyne o Ferdinand cuando puedo usar a Benno? Seguro que alguien por ahí quiere saber cómo le va a nuestro comerciante predilecto." Y bueno, aquí está, espero que lo disfrutaran bastante. Yo me divertí al escribirlo, jejejejeje.
Dado que ya tengo dos más escritos, pueden esperar que haya actualización pronto, solo debo hacerles un par de verificaciones y todo listo ^_~ ahora sí, los dejo.
Felices Vacaciones si es que las tienen en sus respectivos países y Felices Pascuas.
SARABA
