Capítulo 5: Necesitamos un nuevo teléfono
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Lo despertó la sensación de calor, al igual que el trinar de los pájaros cerca de la ventana. Quería seguir durmiendo, se sentía realmente cómodo. No era normal que durmiera tan profundamente y tan tarde, algo en su cuerpo acostumbrado a levantarse todos los días a correr antes del amanecer le dijo que había pasado la hora habitual.
Un movimiento entre sus brazos y su pecho lo puso aún más alerta y lo hizo abrir los ojos rápidamente. Kagome estaba acurrucada en su pecho, completamente ida para el mundo y roncaba suavemente. La estaba sosteniendo en un abrazo mientras ella descansa su cabeza sobre su pectoral como si fuera una almohada con la mitad de su cuerpo casi sobre él, sus piernas entrelazadas y uno de sus brazos rodeando su estomago, obviamente la supuesta barrera que habían puesto entre ellos había desaparecido en algún lugar de la habitación. Suspiró con satisfacción, no dejaba de sorprenderlo la naturalidad de todo lo que estaba ocurriendo entre ellos en poco tiempo. Estaba planeando volver a dormir cuando su teléfono en la mesa de noche comenzó a vibrar con la llegada de mensajes, se estiró para tomarlo y vió que tenía un par de correos y mensajes de Midoriko, al igual que Bankotsu. Se habían quedado a cargo de todo su trabajo en lo que ellos salían de fin de semana, pero como era obvio aún lo necesitaban.
Con cuidado se desenredó de Kagome para no despertarla. Aún eran las 7:00 de la mañana, no desayunarian hasta aproximadamente media hora. La dejó dormir en lo que se vistió con ropa deportiva para salir a trotar por los alrededores al mismo tiempo que revisaba sus mensajes pendientes.
Cuando bajo las escaleras encontró al anciano y la señora Higurashi en la cocina.
El viejo ya estaba desayunando, probablemente para abrir el santuario de nuevo al público pronto, pero la madre de su prometida falsa seguía cocinando, lo saludo con una sonrisa feliz en el rostro.
— Buenos días querido, te levantaste temprano. ¿Quieres comer algo?
— Buenos días. Gracias pero estoy bien. – Señaló rumbo a la puerta — Saldré un momento a correr por el bosque. Kagome sigue dormida.
— De acuerdo, ¡disfruta de tu paseo!
Sin decir nada más abandono la casa. Al llegar al limite del bosque se estiro brevemente y comenzó a trotar como lo hacia con normalidad, este definitivamente era un cambio bienvenido a comparación de los parques en Tokio. El aire era mucho más limpio y los árboles más frondosos, la contaminación auditiva también era mínima por lo que era un descanso muy agradable para sus sensibles oidos.
Se detuvo después de unos buenos 20 minutos frente a un pequeño estanque natural lleno de peces diminutos. Ahora bien despierto y alerta, sacó su teléfono de su bolsillo y comenzó a revisar su trabajo pendiente. El diseño de las primeras páginas estaban bien, Shippo al parecer era realmente bueno. Midoriko estaba llevando a cabo un estricto control de todo lo que él había dejado ordenado para los siguientes días. No pudo evitar gruñir con algunos de los artículos que Bankotsu quería aprobar, eran débiles y no causaban gran impacto, por lo que contesto a sus e-mails con mayúsculas gritonas para dejar claro su punto. Estaba tan concentrado escribiendo furiosamente que lo sorprendió sentir un movimiento deslizante entre sus piernas. Si le preguntaban nunca iba a admitirlo, pero gritó como una niña asustada, sus manos perdieron control durante un breve momento por lo que su teléfono salió volando de sus manos rumbo al estanque. Solo pudo verlo chapotear y hundirse en sus oscuras profundidades. Miró con saña al suelo donde se encontraba su agresor, un gato gordo y cálico lo mirada con todo el desinterés del mundo antes de darse la vuelta y seguir su camino.
¡Mierda! ¡Joder! ¡Necesitaba su teléfono! Traía consigo una computadora pero Kagome le había explicado que la conexión wifi era inestable en el santuario, tendría que ir directamente al pueblo para tener un internet decente. Por lo que su teléfono había sido su salvavidas.
Con cuidado de no pisar ningún renacuajo entró al agua fría del estanque, estuvo moviendo las manos en todas direcciones buscando algún indicio de su teléfono, cuando sus dedos rozaron algo que no fue roca o musgo lo sacó rápidamente. ¡Era su teléfono! Un teléfono apagado con la pantalla completamente estrellada. Obviamente había caído sobre alguna roca dejándolo inservible.
Maldiciendo al infame gato regresó a la casa Higurashi, necesitaba que Kagome lo llevará por un teléfono nuevo y una conexión estable de internet.
Cuando regresó toda la familia, a excepción del abuelo, estaba en la mesa desayunando. Kagome lo miró alzando una delgada ceja ante sus pantalones mojados hasta las rodillas.
— ¿Cariño que sucedió?
— No preguntes. Ire a darme una ducha rápida.
La señora Higurashi asintió en silenciosa comprensión mientras los tres seguían comiendo.
Cuando volvió a bajar a la cocina su futura suegra y Kagome habían terminado y estaban bebiendo té, pero Souta continuaba llenándose la boca con rollos de huevo. Mientras le servían un desayuno tradicional, Kagome no apartó la mirada de él.
— ¿Vas a decirme qué fue lo que sucedio? ¿Por qué la cara larga?
— Perdí mi teléfono en un estanque, quedó arruinado por lo que necesito que me lleves al pueblo a conseguir uno nuevo. Tengo algunos e-mails que contestar. – respondió mientras masticaba un poco de arroz.
— Y puedo saber ¿Cómo es que alguien como tú con los reflejos más rapidos perdió un teléfono?
— Un extraño accidente — murmuró sin mirar a nadie, concentrado en llenarse la boca al igual que Souta.
— De acuerdo — la sospecha era palpable en el tono de Kagome, pero no profundizó más.
Y él definitivamente se negó a decir algo al respecto.
Después del desayuno y de que Kagome se vistiera con algo presentable, se dirigieron en su auto al centro del pueblo junto con Souta.
Las calles eran hermosas, cada minuto que pasaban en el lugar a Inuyasha le encantaba aún más. Una parte de él no entendía como Kagome fue capaz de abandonar este pequeño paraíso. Aunque comprendía que sus sueños no estaban aquí.
Se estacionaron cerca de una pequeña y pintoresca cafetería, los olores que se desprendían desde el interior le hacían agua la boca.
— Puedes trabajar aquí. Kaede hace el mejor café y panecillos de todo el pueblo. Además de que su conexión wifi es buena.
— Si, aquí vengo a hacer mi tarea – agregó Souta
Asintiendo en mutuo acuerdo los tres entraron a la cafetería. Kagome como siempre fue saludada con efusividad por casi todas las personas con las que se encontraba en su camino. Mientras que los hombres se sentaron en una mesa frente a una gran ventana en lo que ella se encargaba de hacer un pedido para ambos.
Conectó su computadora a internet y comenzó a revisar con rapidez el trabajo que solo se seguía acumulando en su bandeja de entrada. Estaba escribiendo un nuevo correo con mayusculas gritonas para Bankotsu cuando una mano marchita dejo un par de tazas de café frente a ellos. Levantó la vista y se encontró con ojos cafes rodeados de arrugas que lo miraban con atención.
— Escuche que la niña Kagome esta comprometida.
— ¿Qué hay de nuevo Kaede?— Souta levantó la vista de su propio teléfono para saludar a la anciana— Este es Inuyasha, el prometido de Kagome.
— Ya veo.
La anciana lo miró por un tiempo, sus ojos eran implacables, buscaban algo dentro de él sin decir una sola palabra y lo estaba poniendo realmente incómodo. Inuyasha miró brevemente a Souta en busca de ayuda, pero él solo miraba el silencioso intercambió con una enorme sonrisa en el rostro, obviamente complacido con la incomodidad de Inuyasha, no creía encontrar ningún tipo de ayuda en el joven, por lo que busco a Kagome, quién se encontraba hablando alegremente con una mujer que llevaba un par de gemelas de la mano. Regresó sus ojos dorados para sostener la mirada de Kaede lo más firmemente que pudiera sin arremeter primero, pero parecía que la vieja encontró algo, ya que solo dijo "Bien, lo apruebo" y se alejo sin decir nada más.
Miró a Souta buscando respuestas pero el chico solo se encongió de hombros y regresó su atención a su teléfono, como si nada acabará de suceder. Kagome reapareció un par de minutos después con dos rebanadas de pastel.
— Iré a recoger tu teléfono, hice una llamada a la tienda local hace rato y justo tenían disponible el mismo modelo que te gusta usar. Suota te hará compañía en lo que vuelvo ¿está bien?
— No te preocupes, estoy bien. — quería agregar que no necesitaba niñeras y más que nada quería silencio, pero la compañía sería una mejor opción para llevarse bien con su futura familia temporal.
Kagome sonrió y le paso los dedos por el flequillo desordenado, se dió la vuelta para irse pero apenas dió tres pasos regresó de inmediato. Estaba a punto de preguntarle si había olvidado algo cuando ella lo tomó por el rostro y le dió un casto beso antes de desaparecer rápidamente por la puerta. Lo dejó congelado, aún con los labios fruncidos y el corazón corriendo un maratón en su pecho. Volvió su mirada a su computadora y mientras continuaba tecleando sin ver nada en realidad, se dijo a si mismo que esto era por las apariencias. Tenían de mostrar ante todos que eran una pareja enamorada, nada más. Un resoplido frente a él lo hizo enforcar la vista de nuevo y vio a Souta tecleando en su teléfono pero con una mueca en el rostro.
— Ustedes son tan cursis.– Ni siquiera lo miró mientras le hablaba— Debería darles vergüenza derramar tanta miel frente a los que estamos solteros.
Ni siquiera tenía una réplica para eso, su cerebro seguía haciendo cortó circuito, por lo que retorno la vista a su computadora y se puso a trabajar, esperando a que su corazón se calmara de una vez y el estómago dejará de revolotear. Aunque se veía delicioso no creía que ahora fuera capaz de comerse el pastel que estaba en su lado de la mesa.
Después de una hora de fructífero trabajo en completo silencio, terminó. Souta era una buena compañía porque no tenía la constante necesidad de hablar para llenar los silencios, así que mandó los ultimos correos a sus editores y a Midoriko. Estirando los brazos sobre su cabeza, estaba a punto de preguntarle a Souta si quería algo de beber cuando una imágen en la acera de enfrete llamó su atención.
Kagome estaba ahí con la caja de su teléfono nuevo en la mano, pero lo que definitivamente acaparó su atención es que estaba hablando con un hombre. Alto, delgado, de cabello color arena y rostro amable, no sabía porque ver eso le sentó como una patada en el estomago. Ellos se estaban riendo por algo que el tipo había dicho, la sonrisa de Kagome era igual de deslumbrante como cuando se reía de alguna cosa que le había dicho él mismo. Se sintió mal, incómodo de que algún otro tipo pudiera disfrutar de esas risas que el consideraba exclusivas. No se había dado cuenta de que había comenzado a gruñir… bajo y amenazante, mientras seguía observando al par en la ventana pero eso obviamente había captado la atención de Souta.
— Ese es Hojo.— miraba en la misma dirección que él— Fue novio de Kagome desde los 15 años, terminaron cuando estaban en la universidad, él quería casarse y establecerse aquí. Es maestro en la primaria local. Pero Kagome queria ir a Tokio, era su sueño después de todo, por lo que para sorpresa de todos los que pensaban que iban a casarse tarde o temprano… terminaron. Según sé el tipo nunca la superó, va al templo con regulariad y pregunta por ella.
Souta lo miró de nuevo pero él se negaba a regresar la mirada, observo atentamente su taza vacía con el ceño fruncido y una horrible sensación de vacío en el pecho. Sentía como sus orejas traidoras estaban caídas con desánimo, eso debio alertar al joven de que las cosas no estaban bien porque sus siguientes palabras se atropellaban entre si.
— Pero creo que eres más genial, me relacione con él brevemente y según lo que recuerdo el tipo era aburrido y monótono. Kagome nunca lo llevo a cenar a casa a pesar de que duraron años y nunca lo miraba como te mira a ti.
Eso definitivamente llamó su atención, levantando sus ojos quería preguntar a que se refería con eso pero la puerta de la cafetería se abrió dejando pasar a una animada chica que llegó saltando hasta su lado.
— Aquí tienes tu teléfono nuevo, esta completamente configurado y listo para que lo uses.
No sabía que lo poseyó en ese momento pero se levantó de su asiento y así como ella había tomado su rostro anteriormente él hizo lo mismo besándola suavemente. Fue rápido, prácticamente fugaz pero eso no evitó que los ojos de Kagome se pusieran vidriosos como si estuviera embriagada.
— Gracias nena.— susurró aún cerca de su boca.
— ¡Ew!, ¡consigan una habitación ustedes dos!
Souta se levanto de la mesa y abandonó la cafetería, dejándolos solos. Inuyasha sonrió sin soltar a la dulce chica en sus manos viéndola regresar poco a poco a la realidad del momento.
—¿Qué fue eso?— ella murmuró.
— Pagué con la misma moneda.— le guiñó un ojo y la soltó para revisar su nuevo teléfono.
— Eres insufrible.
Ella estaba sonriendo, ningún tipo de veneno en sus palabras. No sabía que estaba pasando entre ellos, pero se dió cuenta de que estos pequeños intercambios estaban comenzando a significar algo un poco más profundo. No se sentía seguro de si le gustaban pero no podía negar que estaban ahí.
¡Hola de nuevo!
Habia querido actualizar hace días pero la universidad comenzo y reclamó de nuevo mi atención.
alguien más sintió que las vacaciones duraron 3 días? simplemente no fueron suficiente.
Espero que les haya gustado este capítulo, todos los comentarios son bienvenidos. gracias a esas personas increíbles que cada capítulo dejan unas bellas palabras (son seres de luz para mi)
*el capítulo debio llamarse: ¿cuantas veces dijimos la palabra "teléfono" en este capitulo?"
Nos leemos la próxima semana!!!!
