Na: A pesar de que, Mimi es la protagonista de la historia, habrá veces o capítulos donde ella no será la principal. ¿Por qué? Porque debo alinear todas las situaciones para que Mimi en un determinado momento intervenga y arregla todo. También, Mimi tiene alrededor de cinco enemigos, uno de los principales es Hiroaki, sin embargo, no ha tenido ningún contacto con él, esto se debe a que Mimi está escalando, primero debe ganarse la confianza de los súbditos de Hiroaki y luego de él para hacerlo caer.


REVENGE

~Capítulo 22~


Los ojos de Yamato se abrieron como platos al ver a su hija menor, Rika, besándose con...¡Ryo!

Sí, Ryo.

Acaso ¿estaba viendo mal?

Parpadeo un par de veces para aclarar su vista y descartar que estuviese alucinando. Lamentablemente no estaba ilusionando. Era verdad.

¡Ryo y Rika se estaban besando!

¿Cómo era esto posible? No sabía que se conocían. Él siempre intentó mantener a sus hijas separadas de Ryo ¿cómo, rayos, Rika conocía a Ryo?

Se acercó a ellos a pasos apresurados.

—¡Rika!— Gritó Yamato.

Ante esto, la pelirroja y el Akiyama se separaron rápidamente de aquel beso, y voltearon en dirección hacia el rubio.

¡Oh no! ¡Oh no!

Pensó Rika.

¡Esto no era bueno!

Ryo se mordió el labio inferior.

—Padre...—Rika pronunció esta palabra— ¿Qué haces aquí?

—¡Esa es la pregunta que yo te iba a hacer a ti!— Respondió el rubio— Pero, tengo claro cual es tu intención.—Respondió— Dime, Rika ¡qué rayos haces besando a este imbecil!

¿Imbécil?

La pelirroja se sorprendió al escuchar esta ofensa.

—Padre, y-yo simplemente...—Rika intentó hablar.

—Nos estábamos besando señor Ishida.—Respondió Ryo con firmeza.

—¡Sí, de eso me di cuenta!— Yamato frunció el ceño y se acercó a Rika, haciendo bruscamente a Ryo a un lado— ¡Aléjate de mi hija!

Ryo retrocedió ante esto.

—Padre ¡ten cuidado!

—¿Cuidado?— Preguntó Yamato— No tienes derecho a pedirme nada.—La agarró bruscamente del brazo.

—Padre sueltame...—Rika intentó hablar, pero su padre la interrumpió.

—¡Vete al auto!— Ordenó el rubio.

—No quiero, padre...—Intentó nuevamente hablar.

—¡Vete al auto!— Yamato le gritó a su hija.

—¡No le hable así a su hija, señor Ishida!— Ryo alzó la voz.

—¡Tú, no vengas a entrometerte!— Yamato lo empujo y luego volvió su mirada a su hija— Vete. Si no quieres que las cosas se coloquen peor.

¿Peor?

Pensó Rika. Acaso ¿era una amenaza?

—Rika ¡Ve al auto!— Exigió Yamato—¡Ahora!

La pelirroja le dirigió una mirada a su padre y luego a Ryo.

Se mordió el labio inferior.

Lo mejor sería obedecer a Yamato para no involucrar al Akiyama en algún problema.

Fue así como la pelirroja rápidamente caminó al auto.

El rubio dirigió su mirada hacia Ryo— No puedo creerlo.

—Yamato, yo...

—¡Silencio!— El Ishida alzó la mirada y alzó su mirada enfadado— No puedo creer lo que vi.— Su mente todavía no lograba procesar esta escena.

¿Acaso era real?

—¿Hace cuánto tiempo se conocen?— Preguntó el oji-azul.

Nuevamente el Akiyama intentó hablar: —Yamato, yo...

—¡Hace cuánto tiempo se conocen!— Alzó la voz el rubio— ¡Respóndeme!

—¡No tienes derecho a pedirme a explicaciones!

—¡Claro que tengo!— Exclamó Yamato—¡Rika es mi hija!— Recordó— Dime ¿hace cuanto se conocen?— Se acercó y lo agarró de la camisa.

—¡Suéltame!— Ryo se hizo a un lado y se alejó—Hace un tiempo nos conocemos.

—¡Cuánto!

Ryo apretó su puño— No te interesa saber.

—¡Claro que sí!— Exclamó Yamato— Rika es mi hija.

El Akiyama simplemente se cruzó de brazos y observó a Yamato sin ninguna intención de explicar.

—¿Estás es tu venganza, verdad?— Cuestionó el rubio.

—¿Venganza?

—Por tanto, tiempo que te he alejado de Nene e Izumi.— Respondió Yamato.

—¿Qué?— Musitó Ryo— No, Yamato, claro que no...

—¡Claro que sí!— El oji-azul alzó la voz— No tendría otra explicación.

Rika jamás se juntaría con él, salvo si él se acercara a ella.

—Yamato, no es lo que crees.— Habló el Akiyama.

El rubio lanzó una carcajada irónica—Si ¿cómo no?—Rodó los ojos—No pensé que serias capaz de esto.— Habló— Rika no tiene relación alguna con la situación que viví con Mimi, Sora, Nene e Izumi.

—Yo no me acerqué a ella por venganza.— Declaró Ryo.

—¿Por qué otra razón sería?

—¡No te interesa!— Exclamó el Akiyama— No tengo que darte explicaciones.

—¡Claro que debes darmelas! Rika es menor de edad ¿en qué rayos estabas pensando cuando la besaste?— Preguntó Yamato— Espera, no me respondas, estoy seguro que no pensaste nada.—Declaró—Eres igual a...

—¿A quién?— Preguntó Ryo— ¿A mi hermana?

Yamato calló instantáneamente al escuchar este nombre.

—Dime ¿me parezco a Mimi? ¿no?— Cuestionó el oji-azul— Es increíble como las historias se repiten ¿no?

Antes, él estuvo enamorado de la hermana de Ryo, Mimi. Ahora, Ryo estaba enamorado de su hija, Rika.

¿Enamorado?

Eso era decir mucho, ya que verdaderamente dudaba que fuera algún sentimiento real.

—¡Aléjate de Rika!

—¡Tú no puedes prohibirme!...

—¡Sí puedo!— Yamato alzó la voz— Soy el padre de Rika ante todo, puedo prohibirle lo que sea, porque debe obedecerme.

Ryo frunció el ceño— ¡Olvídalo! Yo no me alejaré de tu hija.

—¡Tendrás que hacerlo!

—¡Pues no!— Gritó el oji-azul— ¡No lo haré!

—Claro que lo harás, sino tendrás problemas judiciales.— Habló el rubio— ¡Recuerda que Rika es menor de edad! Fácilmente te podría enviar a...

—¿Prisión?— Cuestionó el Akiyama— ¿Así como lo hiciste con mi hermana hace años?

Mimi, Mimi, otra vez Mimi.

¿Por qué escuchar ese nombre provocaba que su corazón saltara ante la impresión? ¿Por qué ese simple nombre lo dejaba sin palabras? ¡Ella estaba muerta!

—Dime Ishida ¿me harás lo mismo que ella? Alejándome de todo y todos, solo para cuidar tu honra.— Habló Ryo.

Yamato apretó su puño molesto.

—Ryo, lo diré por última vez ¡Aléjate de mi hija!— Alertó— Si no, verdaderamente lo lamentarás.— Fue así como el rubio volteo hacia su auto y caminó hacia él.


Yamato se deslizó dentro del auto con gesto severo, su rostro reflejaba una mezcla de preocupación y enojo. Rika, en el asiento del pasajero, lo miraba con una expresión que oscilaba entre la rebeldía y la frustración.

—¿Qué demonios pensabas, Rika?— Yamato empezó, su voz resonando con autoridad en el interior del vehículo—¿Besándote con ese chico? ¿No tienes idea de quién es él?

Rika se enderezó en su asiento, su mirada desafiante encontrándose con la de su padre— Yamato, ¿en serio piensas que tienes derecho a recriminarme algo?

Las palabras de su hija lo golpearon como un puñetazo— ¿Cómo te atreves a hablarme así?— gruñó, sintiendo la ira bullir en su interior.

—Porque tú no eres nadie para venir a decirme qué está bien y qué está mal.— Rika no retrocedió, su voz firme a pesar del temblor en sus manos—Tú, que has sido infiel a mamá repetidas veces, ¿crees que tienes la autoridad moral para juzgarme?

Las palabras de Rika fueron como un baldazo de agua fría sobre Yamato. Se sintió desarmado, desnudo frente a la acusación de su hija— Eso... eso es diferente.— tartamudeó, buscando desesperadamente una respuesta que justificara sus acciones pasadas.

—¿Diferente? ¿En qué mundo, Yamato?— Rika lo fulminó con la mirada—No puedes esperar que respete tus normas cuando tú mismo las has violado una y otra vez.

La sensación de culpabilidad pesaba sobre los hombros de Yamato como una losa. Sabía que su hija tenía razón, pero le resultaba difícil admitirlo— Rika, entiende...—comenzó, pero ella lo interrumpió con un gesto de desdén.

—No quiero oír excusas.— dijo con frialdad—Solo quiero que aceptes que no tienes derecho a controlar mi vida, especialmente cuando la tuya está tan llena de hipocresía.

Yamato se quedó en silencio, sintiendo el peso de sus propias faltas aplastándolo. Sabía que no podía refutar las palabras de su hija.

—Puede ser que, yo haya cometido errores, pero no dejaré que tú también los cometas.— Sentenció.

La tensión en el auto era palpable mientras padre e hija se miraban en silencio, cada uno perdido en sus propios pensamientos y emociones tumultuosas.


Mientras tanto en la empresa.

Takuya e Izumi estaban en la bodega principal de la compañía de moda, ordenando y organizando las cajas que contenían telas, accesorios y otros materiales necesarios para la producción de ropa. La tarea era tediosa pero necesaria para mantener el flujo de trabajo en la empresa.

—¡Vaya! Qué lugar tan grande.—Musitó el castaño— No pensé que existiera una bodega tan grande llena de solo vestidos, zapatos, accesorios o cosas de moda.

Izumi sonrió— Pues lo hay.—Respondió— Y eso que no has visto la bodega en el subterráneo.

—¿Es más grande?

—El doble.—Contestó la rubia.

—¿Qué?— Se sorprendió Takuya.

Ojalá nunca tuviese que ir para allá. Se suponía que él era el fotógrafo, nada más, pero también tenía que buscar cosas para la escenografía y, por eso, lo enviaban a buscar algunas cosas en ese lugar.

—Por favor, no me digas que si no encontramos aquí lo que estamos buscando, tendremos que ir a esa otra.

Izumi rió y negó: —Espero que no.

—¿Esperas?

La rubia nuevamente rió— Tranquilo.—Respondió— No será necesario ir.—Comentó— Estoy segura de que las luces están aquí.

Eso esperaba, no quería tener que ir a esa bodega gigante, con esta bastaba.

—Ya va siendo hora de salir.—Comentó Takuya observando su reloj— Ojalá las encontremos a tiempo.

—¿Por qué? ¿Tienes prisa en irte?

El moreno asintió: —Sí, con mis amigos tenemos una pequeña presentación, no quiero llegar tarde.

—Entiendo.—Musitó la rubia.

—Ojalá encontremos las luces.

—No te preocupes, las encontraremos, siempre y cuando nos apresuremos.—Comentó la rubia— Yo también tengo prisa, Kouji vendrá a buscarme luego para salir.

"Kouji vendrá"

Para él eso era sinónimo de "Takuya debe irse"

No quería encontrarse con ese tipo.

—Bien, terminemos esto rápido para irnos luego.

Mientras levantaban y movían las cajas, una de ellas resbaló de las manos de Izumi, amenazando con caer al suelo y derramar su contenido. Takuya, alerta, reaccionó rápidamente y se lanzó hacia ella, atrapando la caja justo a tiempo para evitar el desastre.

—¡Cuidado! — Exclamó el moreno y rápidamente

Sin embargo, el impulso del movimiento los llevó a chocar contra la pared más cercana, quedando ambos contra ella, con Takuya sosteniendo la caja en sus manos y Izumi apoyada en su pecho.

Por un momento, se quedaron inmóviles, recuperando el aliento y procesando lo sucedido. Pero en medio de la tensión y el calor del momento, sus miradas se encontraron y algo en el aire cambió.

El movimiento fue tan rápido que Takuya e Izumi no se percataron que la distancia era mínima, así que ambos al voltear la mirada provocaron que…

Sus labios se unieran ¡En un beso!

Fue un momento fugaz, totalmente inesperado, un instante en el que el mundo parecía detenerse a su alrededor ante la impresión.


Mientras tanto, Kiriha y Nene se encontraban en la sala de conferencias, cada uno concentrado en sus notebooks. El sonido de las teclas llenaba el aire mientras ambos avanzaban en sus tareas, preparándose para la importante reunión que se avecinaba. La luz del sol se filtraba por las ventanas, creando un ambiente de productividad.

Nene, con el ceño ligeramente fruncido, intentaba concentrarse en su pantalla, pero un dolor agudo en su vientre la distrajo. Respiró profundamente, tratando de aliviar el malestar, pero el dolor persistía, intensificándose a medida que pasaban los minutos. Mantuvo una mano sobre su abdomen, disimulando su incomodidad mientras seguía trabajando.

Nene llevó sus manos a su vientre, verdaderamente le dolía. Dirigió su mirada hacia su móvil y rápidamente abrió la aplicación de su periodo.

¡Genial!

Estaba en las fechas de su periodo. Y ni cuenta se dio. Como siempre, pendiente de todo, menos de sus ciclos menstruales.

Lo peor era que, sus cólicos menstruales eran horribles. Desde pequeña sufría bastante por esos dolores. Tanto así que, varias veces se desmayó.

Cerró sus ojos intentando aguantar el dolor, pero era difícil.

Kiriha, notando la expresión de dolor en el rostro de Nene, dejó de escribir y la observó con preocupación.

—¿Estás bien, Nene? —preguntó con suavidad, sus ojos llenos de inquietud.

Nene levantó la mirada y forzó una sonrisa, intentando restar importancia a su malestar.

—¿Por-por qué preguntas?

—Porque no tienes buen rostro.—Respondió el rubio— ¿Ocurre algo?

—Nada.—Respondió— Estoy bien —intentó sonar convincente— Solo un pequeño dolor de estómago, nada de qué preocuparse.

Kiriha no parecía convencido y frunció el ceño, sin apartar la mirada de Nene. No obstante, prefirió no preguntar más. Se suponía que debía mantener distancia de la hija de Yamato.

Justo en ese minuto unos golpes se escucharon en la puerta.

—Adelante.— Exclamó el rubio.

La puerta se abrió y Mizuki apareció.

—Kiriha y señorita Ishida, es momento de la reunión, e Hiroaki pide la presencia de ambos.


¡Oh no! ¡Oh no! ¡Oh no!

Pensó Zoe ante el contacto de sus labios con Takuya.

¡Esto no era posible!

Izumi e Takuya se separaron rápidamente ante el contacto de sus labios, ambos con los rostros enrojecidos y las palabras atascadas en sus gargantas.

—¡Rayos! —exclamó Takuya, incapaz de ocultar su sorpresa.

—Y-yo no... —intentó decir Izumi, llevándose una mano a los labios, todavía sintiendo el calor del beso accidental.

—E... y-yo... —balbuceó Takuya, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

—No... —continuó Izumi, su voz apenas un susurro.

Ambos hacían un coro de balbuceos, mirándose con ojos muy abiertos, todavía en shock por lo sucedido.

—Izumi, disculpa, yo... —El moreno se apresuró a decir— No quería...

—No, no, Takuya, no es tu culpa, fue un accidente —interrumpió Izumi, intentando calmar la situación y su propio nerviosismo.

Takuya respiró hondo, tratando de calmar sus latidos acelerados.

—Sí, tienes razón. Fue solo un accidente. No fue intencional —dijo, buscando sus ojos para asegurarse de que ella entendiera.

Izumi asintió, su rostro todavía sonrojado, pero una pequeña sonrisa apareció en sus labios.

—Sí, claro. Sigamos buscando las luces, ¿te parece? —propuso, tratando de retomar la normalidad.

—Sí, claro, las luces —repitió Takuya, con una sonrisa nerviosa.

Ambos retomaron su tarea, aunque el ambiente ahora estaba cargado con una nueva tensión. Sus manos rozaban las cajas con más cuidado, evitando cualquier otro contacto accidental. El silencio entre ellos era palpable, pero no incómodo, como si ambos estuvieran procesando lo sucedido.


En una amplia sala de conferencias, la tensión era palpable. Hiroaki, Kiriha, Kouji, Nene, Haruna y otros miembros de la empresa estaban reunidos en una importante reunión con varios inversionistas. Todos estaban vestidos con trajes formales, y la atmósfera era seria y profesional.

Hiroaki se encontraba de pie al frente, con una mirada de enojo evidente en su rostro. Yamato, quien debía estar presente y dirigir parte de la reunión, aún no había llegado, lo que aumentaba la frustración de su padre. Los inversionistas, hombres y mujeres con aspecto serio y rostros atentos, esperaban pacientemente, aunque algunos empezaban a mostrar signos de impaciencia.

—Vamos a empezar sin él —anunció Hiroaki, tratando de mantener la compostura— Yamato se unirá a nosotros en cuanto pueda.

Los asistentes intercambiaron miradas antes de asentir y abrir sus carpetas con documentos. La reunión comenzó con una revisión de los proyectos actuales y las proyecciones financieras. Sin embargo, cuando llegó el turno de hablar sobre un proyecto que había quedado estancado, uno de los inversionistas levantó la mano.

—Disculpe, señor Hiroaki —dijo el inversionista, un hombre de cabello gris y mirada inquisitiva—. Tengo una pregunta sobre el proyecto del nuevo complejo residencial. Según mi información, el proyecto se encuentra en pausa desde hace varios meses. ¿Podría explicar qué ha sucedido?

Hiroaki frunció el ceño y tomó una respiración profunda antes de responder.

—Sí, hemos tenido algunos problemas imprevistos con ese proyecto —admitió— Hubo dificultades con los permisos de construcción y algunos contratiempos financieros. Estamos trabajando para resolver estos problemas lo más rápido posible.

El inversionista no parecía satisfecho con la respuesta y cruzó los brazos.

—Entiendo que los problemas pueden surgir, pero ¿cuáles son las soluciones concretas que están implementando? Necesitamos garantías de que este proyecto no seguirá estancado indefinidamente.

Hiroaki miró brevemente a Kiriha, quien asintió antes de intervenir.

—Estamos en proceso de renegociar los términos con las autoridades locales para acelerar la obtención de los permisos —explicó Kiriha— Además, hemos reasignado recursos de otros proyectos para asegurar que este reciba la financiación necesaria. Planeamos reanudar la construcción en las próximas semanas.

El inversionista asintió lentamente, aunque su expresión aún mostraba escepticismo.

—Es crucial que tengamos un cronograma claro y un plan de contingencia —dijo—. No podemos permitirnos más retrasos. ¿Cuándo esperan tener todo resuelto?

Hiroaki miró a los demás miembros de la junta, buscando apoyo. Haruna, que había estado tomando notas, levantó la mirada y agregó:

—Estamos trabajando para tener una línea de tiempo detallada en los próximos días. Entendemos sus preocupaciones y estamos comprometidos a mantener una comunicación transparente durante todo el proceso.

Intentó explicar, aunque la tensión en la sala no disminuyó por completo. Todos sabían que mucho dependía de cómo se manejara esta situación.

—¿Comprometidos?— Preguntó el inversionista—Si están tan comprometidos ¿por qué Yamato Ishida, el gran gerente general, no está aquí?

Hiroaki se mordió el labio inferior ante esa pregunta, ya que él tampoco tenía esa respuesta.

¿Dónde estaba Yamato en estos momentos?

El Ishida observó molesto a todos lados.

—El señor Ishida tuvo un problema.—Se apresuró a decir Haruna— Y por eso no pudo estar aquí.

—Considerando que esta reunión estaba planeada hace semanas, creo que es una falta de respeto que no esté aquí —dijo el inversionista, su tono subiendo ligeramente con la frustración.

Hiroaki apretó los dientes, tratando de mantener la calma mientras sentía la presión creciente de la situación.

—Entiendo su frustración y le aseguro que todo se solucionará —respondió Hiroaki, su voz firme—. Mi equipo se encargará exclusivamente de atender su petición y garantizar que este proyecto siga adelante sin más retrasos.

El inversionista se cruzó de brazos, claramente no satisfecho con la respuesta.

—¿Cómo pueden asegurar eso si el gerente general, Yamato Ishida, no parece estar cumpliendo con sus obligaciones? —replicó, su mirada afilada posándose sobre Hiroaki.

Un silencio pesado cayó sobre la sala. Todos sentían la tensión y la expectativa mientras Hiroaki buscaba una respuesta adecuada.

Hiroaki pasó su mirada por las personas de aquel lugar, evidentemente Kiriha y Nene no dirían nada, después de todo, ellos simplemente acataban órdenes. Kouji estaba callado, lo cual era lógico, él simplemente veía por las acciones de su familia y su propia inversión, al igual que el resto de los inversionistas que estaban en aquel lugar.

Aquí hacían falta Takeru y Yamato. Sí, sus dos hijos. Ellos deberían solucionar esta situación.

Finalmente, Haruna, que había estado observando y tomando notas, tomó una decisión.

—Permiso —dijo Haruna, levantándose y captando la atención de todos en la sala—. Me haré responsable de liderar toda la operación.

Los ojos de todos se volvieron hacia ella. Hiroaki la miró con una mezcla de sorpresa y alivio, mientras el inversionista evaluaba sus palabras.

—¿Usted?

Haruna asintió.

—Sé que soy nueva en la empresa, pero no en los negocios, conozco muy bien el comercio internacional.—continuó ella, con seriedad— Tengo experiencia en la gestión de proyectos complicados y en la resolución de problemas similares a los que enfrentamos ahora. Personalmente supervisaré este proyecto y me aseguraré de que se cumplan todas las expectativas y plazos.

Hiroaki observó sorprendido a la castaña, básicamente estaba aceptando llevar el peso de toda esa situación en lugar de Yamato.

—El gerente general es Yamato.— Declaró el inversionista.

—Lo es.—Respondió Haruna— Pero yo puedo encargarme personalmente de esto y mantener informado al señor Ishida.

—¿Está segura de esto?— Preguntó el hombre de cabello gris.

—Lo estoy.—Contestó la castaña.

El inversionista pasó su mirada por Hiroaki, quien, al sentirse aludido, decidió tomar la decisión.

—Haruna Anderson ha comprado acciones y ha trabajado personalmente con nosotros.—Declaró el padre de Yamato— Puede hacerlo.

Por lo general, no le daba votos de confianza a las personas que conocía hace poco, pero esa mujer tenía un curricular brillante, llevaba tiempo trabajando de manera efectiva en la empresa y, en cierto punto, se había ganado la confianza de su familia.

Haruna sonrió ante el voto de confianza.

El inversionista guardó silencio unos minutos ante esto:

—Está bien.—Declaró finalmente— Entonces, que así sea, Haruna Anderson se encargará de esto.—Dirigió su mirada hacia la castaña—Espero que cumpla con sus palabras, señorita Anderson.—dijo, su tono aún firme, pero menos agresivo—La empresa necesita demostrar que puede manejar estas situaciones con eficacia.

Haruna asintió con determinación.

—Lo haremos, y nos aseguraremos de mantenerlo informado en cada paso del proceso —prometió— Su confianza es importante para nosotros, y no lo defraudaremos.

—Muy bien.


Mientras Izumi salía de la bodega, su mente estaba en un torbellino de pensamientos alarmantes y confusos. Su corazón aún latía con fuerza y su rostro seguía sonrojado por la vergüenza y la sorpresa. No podía dejar de pensar en lo que acababa de suceder.

"¿Cómo pude dejar que esto pasara?", se preguntaba, su mente repitiendo el momento del beso una y otra vez. Sentía una mezcla de culpa y confusión. "Tengo novio, amo a Kouji. Esto no debió suceder."

Cada vez que recordaba la sensación de los labios de Takuya sobre los suyos, un escalofrío de pánico recorría su cuerpo. "¿Qué va a pensar Kouji si se entera? ¿Cómo voy a mirarlo a la cara después de esto?"

La preocupación de haber traicionado a Kouji la abrumaba. "Él confía en mí. Siempre hemos sido honestos el uno con el otro. ¿Debería contarle? ¿Podría entender que fue un accidente?" Pero la idea de herir a Kouji con la verdad la aterrorizaba. "Si se lo digo, ¿me perdonará? ¿O pensará que hay algo más entre Takuya y yo?"

Además de la culpa y el miedo, había una pequeña voz en su cabeza que la molestaba aún más. "¿Por qué me afectó tanto? Fue solo un accidente, pero… ¿por qué siento esta agitación? ¿Acaso hay algo más que no quiero admitir?" Esta idea la asustaba profundamente. "No, no puede ser. Yo amo a Kouji. Esto no significa nada."

A medida que caminaba, Izumi trataba de ordenar sus pensamientos y calmarse.


Ryo ingresó agitado a su casa, su mente daba vueltas tratando de asimilar lo que acababa de suceder. Cerró la puerta detrás de él y se recostó unos momentos, intentando recuperar el aliento. Sin embargo, su momento de descanso fue interrumpido cuando escuchó la voz de su madrina, Tomoko, llamándolo desde la sala.

—Ryo, ¿estás bien? —preguntó Tomoko con preocupación al verlo entrar tan agitado—. ¿Qué te sucede? ¿Por qué estás tan nervioso?

Ryo se enderezó y se dirigió hacia la sala, donde encontró a Tomoko sentada en el sofá, con una expresión de preocupación en su rostro. Se pasó una mano por el cabello, tratando de encontrar las palabras adecuadas para explicar lo que había pasado.

—Tomoko, ha pasado algo...—comenzó Ryo, su voz temblorosa.

—¿Qué sucedió?

Tomoko frunció el ceño, preocupada por la angustia evidente en la voz de Ryo.

—Tranquilo, Ryo. Respira profundo y cuéntame qué ha pasado —dijo, intentando calmarlo.

Ryo se sentó junto a ella y comenzó a relatar lo que acababa de suceder, explicando cada detalle y cómo eso podría afectar su vida y la de quienes lo rodeaban. A medida que hablaba, la expresión de Tomoko se volvía más seria, comprendiendo la gravedad de la situación.

—¿Por qué estás así?

Ryo tomó un profundo respiro y finalmente se decidió a hablar.

—Yamato me encontró besando a Rika —soltó de una vez, observando la reacción de su madrina.

Los ojos de Tomoko se abrieron de par en par y su expresión pasó de la sorpresa a la alarma en cuestión de segundos.

—¿Qué? ¿Te encontró besando a su hija? —exclamó, dejando su taza de té con un golpe suave sobre la mesa—. ¡Ryo, cómo pudiste hacer algo así!

—Madrina, no fue planeado, simplemente sucedió —trató de explicar Ryo, sintiendo el peso de su desaprobación—. Rika y yo... hay algo entre nosotros, es inevitable.

Tomoko lo miró con severidad, sus labios fruncidos en una línea de preocupación.

—Ryo, sabes lo complicado que es esto. Yamato es una persona muy protectora, especialmente con sus hijas. ¿Te das cuenta de los problemas que esto puede causar?

—Sí, lo sé —admitió Ryo, bajando la mirada—. Pero no pude evitarlo. Mis sentimientos por Rika son reales.

Tomoko suspiró, pasando una mano por su cabello con frustración.

—Eso no justifica tus acciones, Ryo. Deberías haber sido más cuidadoso. Ahora Yamato estará más vigilante y esto solo complicará las cosas para ti y para Rika.

—Sé que debí ser más prudente —dijo Ryo, levantando la mirada para encontrarse con los ojos de su madrina—. Pero ya está hecho. No puedo cambiar lo que pasó. Solo puedo enfrentar las consecuencias.

Tomoko lo observó en silencio por unos momentos antes de suavizar su expresión.

—Ryo, entiendo que el corazón a veces toma decisiones que la cabeza no aprueba. Pero debes ser consciente de las repercusiones ¡Esto nos traerá un problema serio!

—Lo sé.—Musitó Ryo— Lo lamento. No debí...

—¡Pues no!— Exclamó Tomoko— No debiste.

Ahora tendrían problemas ¡Justo ahora que pensaba que estaban libres de ellos! Nuevamente tendrían a Yamato y su familia sobre ellos.


Después de la reunión, el ambiente en la sala de conferencias se calmó lentamente. Los inversionistas comenzaron a salir, conversando en voz baja mientras recogían sus pertenencias. Hiroaki se quedó en la sala, observando a Haruna, quien estaba ordenando sus papeles con un aire de determinación. Una vez que la última persona salió, Hiroaki se acercó a ella.

—Haruna, necesito hablar contigo —dijo Hiroaki con un tono serio.

Haruna levantó la mirada y asintió, dejando sus papeles a un lado mientras Hiroaki cerraba la puerta para asegurar la privacidad.

—¿Por qué hiciste eso? —preguntó Hiroaki, sin rodeos—. ¿Estás segura de que quieres tomar esta responsabilidad?

Haruna se enderezó, sosteniendo la mirada de Hiroaki con firmeza.

—Lo hice porque alguien tenía que tomar el control.—respondió Haruna— La situación se estaba saliendo de las manos y no podíamos permitirnos perder la confianza de los inversionistas.

Hiroaki asintió lentamente, procesando sus palabras.

—Lamentablemente Yamato no llegó a la reunión y parecía que, nadie sabía que hacer o decir con respecto a la situación.

El castaño asintió: —Sí, así.—Respondió.

Como nunca, todo su equipo decidió callar. O, mejor dicho, no quiso hacerse responsable. Lo cual en cierto punto era lógico, porque este proyecto estaba a cargo de Yamato y los demás tenían sus propias funciones dentro de la empresa. Para variar, Yamato decidió faltar a su responsabilidad, y ahora estaban frente a esta situación.

—¿Estás segura de que puedes manejar esto? —insistió— Es una gran responsabilidad y si algo sale mal, recaerá sobre tus hombros.

Haruna respiró hondo antes de responder.

—Sí, estoy segura.—dijo con convicción— Sé que es un gran desafío, pero confío en mis habilidades y en mi experiencia. No podemos permitir que este proyecto fracase y estoy dispuesta a hacer lo que sea necesario para asegurarnos de que tenga éxito.

Hiroaki la miró detenidamente, evaluando la determinación de aquella mujer.

—Bueno, ya quedó a cargo de la situación.—Comentó— Y deberás trabajar con mi hijo acerca de esto. El señor Smith es nuestro mayor inversionista, a diferencia de usted, no tiene acciones, pero sí ha invertido mucho dinero, el cual nos ha salvado de muchas cosas.

En especial en sus negocios personales.

—Debemos contar con su apoyo.

—Y lo hará señor Ishida.—Respondió Haruna— Me encargaré de eso.

—Muy bien.


Nene ingresó a la oficina que compartía con Kiriha, Nene tocaba su vientre completamente adolorido, tenía unos cólicos horribles. Apenas podía mantenerse en pie.

En verdad le dolía mucho el vientre.

Verdaderamente no tenía suerte con esto.

La presión de los cólicos era horrible.


Mientras tanto en la mansión Ishida.

Rika y Yamato ingresaron a la sala principal.

—Rika, Rika.—El rubio llamó a su hija— No me dejes con la palabra en la boca.

—¡No quiero escucharte!

—¡Pero debes hacerlo!— Exclamó el oji-azul— Soy tu padre.

Rika se cruzó de brazos— ¿Y eso qué? No tienes derecho a involucrarte en mi vida.

—¡Si tengo derecho!— Respondió el rubio—Ese chico no es para ti.

—¿Cómo puedes estar seguro de eso?—Preguntó la pelirroja molesta.

—Porque es un pobretón.—Contestó Yamato— Un muerto de hambre que no tiene donde caer muerto. Jamás será lo suficiente para ti.

La pelirroja frunció el ceño: —¿Lo estás discriminando por ser de una clase social diferente a nosotros? Generalmente no le gustaba hacer esto, pero en este caso necesitaba tener una excusa para alejar a Rika de él.

—Sí, eso estoy haciendo.—Contestó el rubio.

Rika se quedó boquiabierta, su furia creciendo ante las palabras de Yamato. No podía creer lo que estaba escuchando. —¿Cómo puedes ser tan arrogante y cruel? —preguntó, su voz temblando de indignación—. Ryo es una persona increíble, y su valor no se mide por su riqueza. Yamato cruzó los brazos, su expresión endureciéndose. —No es solo cuestión de dinero, Rika. También es de edad, él es mayor que tú, jamás funcionaría.— Declaró.

Rika apretó los puños, sintiendo la injusticia de las palabras de Yamato.

—¿Edad? ¿En serio, Yamato? —dijo, su voz cargada de incredulidad—. La diferencia de edad no es un problema si dos personas se aman y se respetan. No puedes seguir imponiendo barreras que no existen.

Yamato frunció el ceño, frustrado por la firmeza de su hija.

—¡Sí puedo, soy tu padre!

—Muy padre mío puedes ser, pero no tienes derecho a obligarme a hacer algo que no quiero.

Rika sintió una oleada de indignación ante la actitud autoritaria de su padre.

—¡Esto no es justo, Yamato! —exclamó, su voz alzándose con cada palabra—. No puedes decidir por mí. No puedes controlar mi vida de esta manera.

Yamato apretó los dientes, su paciencia llegando al límite.

—Soy tu padre, Rika, y tengo todo el derecho de preocuparme por ti y de tomar decisiones por tu bien.

—¿Mi bien? —replicó Rika, su voz temblando de rabia—. ¿De verdad crees que arruinar mi felicidad es por mi bien? No puedes pretender saber lo que es mejor para mí cuando no entiendes lo que siento.

Yamato cruzó los brazos, su mirada severa.

—Rika, él no es adecuado para ti. No puedes seguir con alguien que no está a tu altura.

—¿A mi altura? —Rika casi gritó, su voz llena de incredulidad—. Esto no tiene nada que ver con alturas ni con clases sociales. Esto tiene que ver con el amor y el respeto que tenemos el uno por el otro. No puedes simplemente desechar eso porque no te gusta.

Yamato dio un paso adelante, su postura imponente.

—Rika, he vivido más que tú, he visto más que tú. Sé lo que es mejor para ti, aunque no lo entiendas ahora.

Rika se negó a retroceder, su mirada llena de desafío.

—Entonces, Yamato, ¿qué pasa si estás equivocado? ¿Qué pasa si él realmente es la persona adecuada para mí? No puedes controlar cada aspecto de mi vida solo porque crees saberlo todo.

La frustración de Yamato alcanzó su punto máximo.

—¡Te alejas de él porque sí! —exclamó Yamato, su voz resonando en la habitación—. Es mi última palabra.

Rika lo miró con los ojos llenos de lágrimas, no de tristeza, sino de furia contenida.

—Nunca había pensado que mi propio padre pudiera ser tan tirano —dijo con voz temblorosa pero firme—. No dejaré que destruyas mi felicidad, Yamato. No lo haré.

Con esas palabras, Rika se dio la vuelta y se dirigió hacia las escaleras.

Yamato pasó su mano por su frente.

Verdaderamente era difícil para él creer que esto estaba ocurriendo.

Acaso ¿Ryo se estaba vengando?

~Recuerdo~

En un soleado día de primavera, el jardín de la casa de Mimi estaba decorado con flores y luces, creando un ambiente festivo para la reunión familiar. Los invitados charlaban alegremente, disfrutando de la comida y la compañía. En el centro del jardín, Mimi y Yamato estaban de pie, tomados de la mano, radiantes de felicidad.

Mimi se aclaró la garganta, llamando la atención de todos.

—Familia, amigos —comenzó con una sonrisa—. Yamato y yo tenemos una noticia muy especial que compartir con todos ustedes.

Yamato asintió, sonriendo a Mimi antes de dirigirse a los presentes.

—Mimi y yo… ¡vamos a casarnos!

Hubo un instante de silencio, seguido de aplausos y felicitaciones. Sin embargo, el pequeño Ryo, el hermano de cinco años de Mimi, se quedó inmóvil, sus ojos llenos de sorpresa y enojo. De repente, gritó:

—¡No! ¡No quiero que te cases, Mimi! —Ryo salió corriendo del jardín, dejando a todos en un incómodo silencio.

Mimi intentó ir tras él, pero Yamato la detuvo con una mano suave en su brazo.

—Déjame hablar con él —dijo Yamato—. Necesita entender esto de una manera diferente.

Mimi asintió con preocupación, observando a Yamato mientras él seguía a Ryo.

Encontró al pequeño sentado en la escalera trasera de la casa, con los brazos cruzados y los ojos llenos de lágrimas. Yamato se sentó a su lado, manteniendo una distancia respetuosa.

—Hola, Ryo —dijo suavemente—. ¿Puedo sentarme contigo?

Ryo no respondió, pero tampoco se movió, lo cual Yamato tomó como una señal de que estaba dispuesto a escuchar.

—Sé que esto te tomó por sorpresa —continuó Yamato— Y es normal sentirse así cuando algo cambia en nuestras vidas. ¿Quieres contarme por qué estás tan enojado?

Ryo miró a Yamato, sus labios temblando mientras trataba de encontrar las palabras.

—No quiero que te cases con Mimi —dijo finalmente, con un sollozo— Ella es mi hermana y no quiero compartirla.

Yamato sonrió con comprensión y le puso una mano en el hombro.

—Ryo, te entiendo. Mimi es muy especial para ti, y siempre lo será. Pero casarnos no significa que la perderás. Al contrario, ganaremos una familia más grande. Tú y yo también seremos familia.

Ryo frunció el ceño, procesando las palabras de Yamato.

—Pero ¿y si no puedo verla tanto como ahora? —preguntó, su voz llena de miedo.

Yamato negó con la cabeza.

—Eso no pasará. Mimi te quiere mucho y siempre estará ahí para ti. Y yo también estaré aquí para ti, Ryo. No estoy aquí para quitarte a tu hermana, sino para ser parte de su vida y de la tuya también.

Ryo lo miró con desconfianza, pero el tono sincero de Yamato lo hizo dudar.

—Eres parte de nuestra familia.—Yamato depositó su mano en su hombro.

¿Parte de su familia?

Esto sorprendió al menor.

—¿Enserio?

Yamato asintió.

Ryo bajó la mirada nostálgico, él siempre había querido una familia grande, luego de perder a sus padres se sentía solo y saber que, ahora podía tenerla junto a sus sobrinas y su hermana le daba felicidad, no obstante, saber que Yamato estaba en ella le hacía difícil esto.

—Acaso ¿no quieres ser parte de ella?

—No es eso.—Respondió el pequeño.

—Entonces ¿qué es?— Preguntó Yamato.

Ryo se mordió el labio inferior.

—Tengo miedo —admitió finalmente, con la voz temblorosa—Miedo de que tú lastimes a Mimi. Ella es todo lo que tengo. Es la persona que más amo.

Yamato se arrodilló para estar a la altura de los ojos de Ryo y lo miró con seriedad.

—Verla sufrir sería algo totalmente horrible.—Declaró el pequeño.

—Ryo, entiendo tus miedos —dijo con suavidad— Sé que es difícil confiar en alguien que no te cae bien, especialmente cuando se trata de cuidar alguien a quien amas tanto. Pero te prometo que jamás haré sufrir a Mimi. Ella es la persona más importante en mi vida también. Al igual que tú, la amo demasiado.

Ryo se quedó en silencio, observando la sinceridad en los ojos de Yamato. Aunque todavía sentía una punzada de inseguridad, comenzó a relajarse.

—¿Cómo puedo estar seguro de eso?

—Porque ella es la madre de mis hijas.—Respondió Yamato— Y yo jamás lastimaría a la madre de mis hijas, porque eso sería lastimarlas a ella, algo que no quiero hacer.

Eso tenía sentido.

—¿En verdad?

Yamato asintió.

—Aunque, bueno...—Suspiró— Si no aceptas nuestro matrimonio, será difícil no hacer sufrir a Mimi, ya que, ella no quiere estar peleada contigo. No quiere que estes triste por esta decisión que tomó.

Sí, eso le había dicho Sora.

—Dime ¿enserio quieres hacer infeliz a tu hermana desaprobando nuestro matrimonio?

Ryo analizó estas palabras en su mente: —No, no quiero que hacer sentir mal a mi hermana.

—¿Entonces?—Preguntó el rubio.

El pequeño se mantuvo en silencio unos momentos, debatiéndose mentalmente en lo que debía hacer o no.

—Bueno, yo solo aceptaré el matrimonio si prometes que no me alejarás de ella.

—Lo prometo.—Respondió Yamato.

—Y también...—Continuó Ryo— Promete que la cuidarás mucho, tanto a ella como a mis dos sobrinas.

—Querrás decir tres.—Respondió Yamato.

—¿Tres?— Preguntó el pequeño.

El rubio asintió— Ahora serán tres.

Ryo observó sorprendido a Yamato— ¿Mimi está embarazada de nuevo?

Yamato asintió.

~Fin del recuerdo~

Y, finalmente...

Él no cumplió su promesa

Por eso Ryo ahora se sentía con el derecho de hacerlo pagar por eso. Aunque, no de esta forma.

¡Rika no tenía ninguna relación con esa situación!


Satomi estaba sentada en una cafetería, sosteniendo una taza de té con manos temblorosas. Frente a ella, Toshiko, la madre de Kousei, la observaba con una mirada crítica. La tensión en el aire era palpable.

—Satomi, ya te lo dije —insistió Toshiko, su voz fría y cortante— No tienes lo necesario para participar en la campaña de Kousei. No es algo para lo que estés preparada.

Satomi intentó mantener la calma, aunque su corazón latía con fuerza. —Pero, Toshiko, realmente quiero ayudar. Creo que puedo aportar algo valioso a la campaña.

Toshiko soltó una risa sarcástica. —¿Valioso? Satomi, no te engañes. Eres demasiado ingenua y... bueno, simplemente no lo suficientemente inteligente para esto. ¿De verdad crees que podrías manejar la presión y las responsabilidades?

Las palabras de Toshiko eran como puñaladas. Satomi sintió cómo sus ojos se llenaban de lágrimas, pero se negó a dejarlas caer. No quería darle esa satisfacción a Toshiko.

—Solo quiero apoyar a Kousei —dijo en voz baja, tratando de mantener la compostura.

—Si realmente quieres apoyarlo, deja que los profesionales se encarguen. —Toshiko hizo un gesto de desdén—. No necesitamos más distracciones inútiles.

Satomi se quedó en silencio, sus dedos aferrándose con fuerza a la taza de té. Sabía que no podía seguir insistiendo sin parecer desesperada. Finalmente, asintió con la cabeza y se levantó lentamente.

—Entiendo, Toshiko. —Su voz era apenas un susurro— Disculpa por haber insistido.

Sin decir una palabra más, Satomi se dirigió hacia la salida y cerró la puerta detrás de ella. Se dejó caer en la cama, sintiendo cómo las lágrimas finalmente escapaban. Sacó su teléfono y marcó el número de Haruna.

Hola, Haruna —dijo, tratando de controlar su voz temblorosa.

—¿Satomi Minamoto?

—Sí, soy yo.—Respondió Satomi—Siento molestar.

—Para nada.—Musitó Haruna— No molestas.—Contestó— Dime ¿por qué me llamas?

—Llamo para comentarte que, hablé con mi esposo acerca de participar en la campaña.—respondió Satomi, su voz quebrándose— Con Toshiko también, pero no podré participar en la campaña de Kousei. Toshiko tiene razón, no soy lo suficientemente buena para esto.

—¿Por qué dices eso? Claro que lo eres.

—Nadie cree que sea capaz. Intenté hablar con Kousei, pero no quiso escucharme. Intente insistir con Toshiko.—Relató—Incluso hablé con mi cuñado Hiroaki para que convenciera a Kousei, ya que, ambos son socios.—Declaró Satomi— Pero no funcionó.

—Lamento mucho la situación.—Declaró Haruna— No quería causarle problemas, simplemente creí que era adecuado que usted participara en la campaña.

—No fue inadecuado, lo que usted me dijo lo vengo pensando hace mucho tiempo.—Declaró la mayor.

Haruna guardó silencio por un momento, luego habló con suavidad y determinación.

—Satomi, no dejes que Toshiko te haga sentir así. Eres una buena persona, inteligente, estudiaste derecho, por lo tanto, sabes mucho. No necesitas su aprobación para saber tu propio valor.

Las palabras de Haruna fueron como un bálsamo para el alma de Satomi. Respiró hondo, tratando de calmarse.

—Me encantaría creerlo, pero nadie cree que pueda participar.

—Todos se dejan influenciar por ella, por ser la jefa de campaña.—Comentó la oji-miel— Por algo, Kousei no ha aceptado mi ayuda en la campaña, porque Toshiko no lo deja.

Eso era verdad.

—Debes tomarte las cosas con calma. Estoy segura de que Kousei se dará cuenta que eres la mejor opción.

—Gracias, Haruna. Realmente aprecio que usted quiera ayudarme en esto. —Hizo una pausa, buscando una manera de buscar una solución.

Sabía que iba a ser difícil hacer cambiar de opinión a Toshiko, Hiroaki y Kousei. Pero...tal vez...si mostraba su apoyo de Haruna. Lograría algo.

—Haruna ¿Te gustaría venir a cenar esta noche?

¿A cenar?

—Sí.—Respondió Satomi— Sé que Toshiko dijo que no quería aceptar tu financiamiento, pero, tal vez, si le presento esta idea a Kousei con tu presencia, cambie de opinión.

Esa era una buena estregia. Todos la llamaban débil, pero si demostraba tener el respaldo de Haruna, podía conseguir algo.

—¡Claro!—Haruna sonrió al otro lado de la línea, después de todo, esto podía ayudarle en su plan.

—¡Genial! Entonces ¿te parece a las ocho?

Por supuesto, Satomi. Estaré allí.

—Muy bien. Nos vemos esta noche.

—Nos vemos.

Satomi colgó el teléfono, sintiéndose un poco más fuerte gracias a las palabras de Haruna. Sabía que la lucha no había terminado, pero al menos tenía a alguien que creía en ella. Y eso, por ahora, era suficiente.


Sora ingreso presurosa a su casa, luego de la llamada que recibió de su esposo estaba ansiosa por saber qué había ocurrido.

Fue así que al entrar a la sala principal se encontró con Yamato quien no tenía buen rostro, al contrario, tenía el cabello desordenado, la mirada apagada y en su mano tenía una copa con wisky.

—Yamato.—Pronunció su nombre.

El nombrado volteo hacia ella—Sora.— Habló— ¡Al fin llegas!— Exclamó con molestia.

—¿Qué sucedió?— Preguntó la pelirroja—¿Por qué me llamaste con tanta urgencia?—Cuestionó—¿Ocurrió algo con nuestras hijas?

Yamato asintió: —Sí, algo pasó.—Contestó— Con Rika.

—¿Con Rika?— Repitió la mujer— Nuevamente se escapó de la preparatoria ¿no?

—Sí.—Respondió el rubio— Eso hizo.—Habló— Pero eso no fue lo más grave.

—¿A no?

Yamato negó: —Creo que nunca adivinarás que hizo.

La pelirroja alzó una ceja sin entender.

—Fui a buscar a Rika, donde siempre, y al encontrarla vi que ella...—Relató el rubio—Ella, Rika estaba besando a un chico de la comuna.

¿Qué?

—¿Besando a un chico?— Cuestionó Sora sorprendida de esta declaración.

De sus tres hijas, Rika era la menos enamoradiza, odiaba hablar de todo lo que se relacionara con amor y esas cosas. Era casi imposible creer que se estuviese besando con un chico.

—¡Sí! Lo vi con mis propios ojos.— Habló Yamato.

Sora alzó una ceja— ¿Y qué tiene de malo?

—El chico.

—¿Qué ocurre con el chico?—Cuestionó la pelirroja— ¿Lo conocemos?

El rubio asintió—Sí.

—¿Quién es?— Preguntó Sora.

—Ese chico era Ryo.

¿Qué?

—El hermano de Mimi.

¡No! Eso no era posible.

—¿Me estás bromeando?

—¿Crees que bromearía con algo así?— Cuestionó el rubio.

No era bromista, ni payaso. Al contrario, él siempre era serio cuando trataba de algo de sus hijas.

—Pe-pero ¿cómo?—Preguntó Sora— ¿Con Ryo?— Habló— No puede ser.

—Lo es.—Respondió Yamato—No sabía que se conocian.

—Yo tampoco.—Contestó la pelirroja— ¡Esto no debía suceder!

Rika no tenía por qué relacionarse con personajes del pasado.

—¡Lo sé!— Exclamó Yamato—Pero ocurrió.— Sentenció—Creo saber la razón. Ryo todos estos años me insistió por ver a sus sobrinas.— Habló— Pero no lo dejé ¡Y aquí está resultado! Él está utilizando a Rika para acercarse a ellas.

—¡Eso no lo podemos permitir!— Declaró Sora.

Sí, Ryo tenía derecho a estar cerca de Nene e Izumi, pero no dejaría que utilizara a Rika, ella valía mucho para ellos y no quería verla sufrir por un problema del pasado que ni siquiera la involucraba.

—¿Tienes alguna idea de cómo pudieron haberse conocido?— Preguntó Yamato.

—Pues no...—Respondió la pelirroja, sin embargo, se detuvo al recordar algo— Pero sé quién podría saberlo.


~Una hora más tarde~


Haruna estaba sentada en la parte trasera de un taxi, observando las luces de la ciudad pasar rápidamente por la ventana. La noche estaba tranquila, y el suave murmullo del motor del taxi la relajaba. Era uno de esos raros momentos de paz que podía disfrutar en medio de su agitada vida.

De repente, el taxi se detuvo bruscamente, lanzándola ligeramente hacia adelante contra el asiento delantero. Haruna se aferró al reposabrazos, su corazón acelerándose por el susto.

—¿Qué ha pasado? —preguntó, tratando de mantener la calma.

El conductor, un hombre de mediana edad con una gorra que le cubría parcialmente el rostro, giró la cabeza hacia ella con una expresión de preocupación.

—Lo siento, señorita. Una persona se atravesó en el camino de repente. Creo que lo he golpeado —dijo, su voz temblorosa— Voy a ver si está bien.

Haruna sintió una punzada de ansiedad. Observó por la ventana delantera, tratando de ver lo que había ocurrido. La calle estaba oscura y apenas iluminada por las farolas distantes.

El conductor salió rápidamente del taxi y se dirigió hacia la parte delantera del vehículo. Haruna se inclinó hacia adelante, intentando ver mejor, pero la oscuridad y su propia preocupación dificultaban la visibilidad.

—Disculpe ¿está bien?— Musitó.

El taxista se acercó al sujeto y suavemente lo volteo.

La castaña se sorprendió completamente al ver que se trataba de nadie más y nadie menos que de cierto rubio.

—¡Yamato!— Exclamó.


La tarde había dado paso a la noche y la oficina estaba vacía, excepto por dos personas. Nene y Kiriha, cada uno sumergido en su trabajo, seguían en sus respectivas tareas. Nene, sin embargo, luchaba por concentrarse. Los cólicos menstruales no le daban tregua y el dolor era cada vez más intenso.

Finalmente, decidió que era hora de irse. Con movimientos lentos y forzados, recogió sus cosas y se dirigió al estacionamiento. El eco de sus pasos resonaba en el silencio de la empresa vacía. Al llegar a su auto, el dolor en su abdomen se intensificó tanto que le resultaba difícil respirar.

Mientras intentaba abrir la puerta del auto, todo a su alrededor comenzó a dar vueltas. La vista se le nubló y las fuerzas la abandonaron. Justo en ese momento, Kiriha salió del edificio y la vio tambalearse.

—¡Nene! —gritó, corriendo hacia ella.

Antes de que Nene cayera al suelo, Kiriha la atrapó, evitando que se golpeara. La sujetó con firmeza, su preocupación evidente en su rostro.

—Nene, ¿puedes oírme? —preguntó, su voz llena de urgencia.

Nene apenas podía abrir los ojos. El dolor era insoportable y la dejaba sin aliento. Kiriha, sin dudarlo, la sostuvo con más fuerza y la llevó hacia su propio auto, que estaba más cerca.


Haruna se quedó paralizada por la sorpresa, su corazón latiendo aún más rápido al reconocer al hombre en el suelo. Era Yamato, la persona que menos esperaba ver en esa situación. Sus pensamientos se arremolinaron mientras observaba al conductor inclinarse sobre él.

—¡Yamato! —exclamó, su voz cargada de preocupación.

El conductor, al escuchar el nombre, levantó la mirada hacia Haruna con una expresión de confusión antes de volver a concentrarse en el joven inconsciente.

—Señorita, parece que lo conoce. ¿Puede ayudarme a mantenerlo despierto mientras llega la ambulancia? —dijo, la urgencia clara en su voz.

Haruna asintió rápidamente, arrodillándose al lado de Yamato. Su rostro estaba pálido bajo la luz tenue de las farolas, y una pequeña herida en su frente sangraba ligeramente. Con manos temblorosas, Haruna tomó la de Yamato, tratando de transmitirle su calor y preocupación.

—Yamato, por favor, despierta —dijo suavemente, apretando su mano— Soy yo, Haruna. Tienes que abrir los ojos.

Por un momento, temió que no respondiera. Sin embargo, después de unos segundos que parecieron una eternidad, Yamato gimió suavemente y sus párpados comenzaron a temblar.

—Yamato, estoy aquí —insistió Haruna, su voz firme pero gentil—. Abre los ojos, por favor.

Lentamente, Yamato abrió los ojos, parpadeando para ajustar su visión. Al principio, su mirada era confusa y perdida, pero pronto se enfocó en el rostro de Haruna, mostrando una mezcla de sorpresa y alivio.

—¿Mi...? —murmuró, su voz ronca y débil—¿Mimi?

La nombrada se quedó paralizada al escuchar aquel nombre.

Esto no era posible. Yamato no podía reconocerla.


BethANDCourt: ¡Hola! jsjsjs no te lo esperabas ¿e? Jjsjsjsj necesitaba cortar el capítulo para dejar escenas para este. Entiendo completamente tu frustración y emoción con Rika y Ryo, ¡por fin se logró algo entre ellos después de tanto esperar!Yamato y sus hijas siempre nos tienen en una montaña rusa de emociones, y lo de su ex cuñado definitivamente añade una capa extra de drama que nadie esperaba. ¡Esos giros inesperados son lo que mantienen la historia tan emocionante! Jajaja, totalmente de acuerdo con lo de Nene. Decir que siempre se comporta en la empresa es una afirmación bastante cuestionable. 😂 Que bueno que te gustara la conversación Takari, la verdad es que se me dificultó mucho, no tenía idea de diálogos, pero creo que se logró, porque te gusto. Sí, Hiroaki ahora será un estorbo, pero era de esperarse (en cierto punto) No va a querer repetir la historia de Yamato. En cuanto a Mimi, sí, sus celos están empezando a nublar su juicio. La venganza y los celos nunca son una buena combinación, y Koushiro tiene toda la razón en preocuparse por ella. Ya veremos cómo serán las nuevas tácticas frente a este escenario. Lo único que diré es que Mimi será un personaje que terminarán amando, ahora está siendo fácil de "odiar" porque todo está muy reciente. Pero, en los capítulos siguientes van a conocer a esencia dulce de su personaje. Muchas gracias por leer espero no te decepcionaré. Gracias por ser una lectora tan fiel y apasionada. Tu apoyo significa muchísimo para mí.