Tanto Naruto como High School DxD no me pertenecen, son propiedad de Masashi Kishimoto y Ichiei Ishibumi respectivamente.


Si Hyoudou Issei creyó que era divertido burlarse de la apariencia de alguien, ahora definitivamente estaba en desacuerdo con aquello y nunca participaría en eso.

El día siguió su curso luego del pequeño espectáculo que el y sus dos mejores amigos habían hecho en medio del campus, rodeado de todos esos estudiantes (en su mayoría mujeres) que le lanzaron insultos hasta le desearon la muerte, eso último fue demasiado aunque no le tomo tanta importancia al final.

Llegaron a la primera clase del día y su profesor de inglés mencionó que había un estudiante transferido que ahora estaría en su mismo salón.

Apenas escuchó aquello sintió un ataque de pánico y rezo a cualquier dios que se le viniera a la mente para que el tipo sea alguien con gustos distintos o alguien increíblemente feo para que las chicas de la academia no corrieran tras el.

Ya era suficiente con ese príncipe azul de 2-A, dos ya era una sentencia de no conseguir pareja hasta que terminara la academia.

Sus plegarias fueron escuchadas cuando el nuevo estudiante cruzó el marco de la puerta, provocando un suspiró de alivio colectivo entre varios chicos de la clase.

"¡Mi nombre es Rock Lee!"

Dijo el chico nuevo con una sonrisa tan brillante como un auto recién encerado. Antes que continuara con su presentación, saco un papel del bolsillo de su pantalón y lo leyó rápidamente.

"¡He sido transferido desde Europa por temas de trabajos de mis padres!" Continuó, guardando el papel y haciendo una gran inclinación hacia toda la clase. "¡Llevemonos bien!"

El chico de cabello castaño afilo su oreja, tratando de escuchar lo que sus compañeras de clases tenían para decir sobre el nuevo chico.

Siempre eran unas víboras que escupen veneno cuando se trata de criticar a alguien.

"Creí que los europeos eran lindos." Comentó una chica, claramente decepcionada.

Otra, sin embargo, parecía estar en su propio mundo, admirando con fervor la figura atlética de Rock Lee. "Eso no importa. ¿Han visto su cuerpo? Se nota que está bien entrenado... Seguro podría levantarme en todas las posiciones imaginables", susurró la chica, sonrojándose mientras un leve hilo de sangre aparecía en su nariz.

"Mmm", otra estudiante miró al chico nuevo pero no a su cuerpo o su rostro, si no directo a su entrepierna. "¡Es un monstruo!" Ella jadeó incrédula, nunca antes había visto un chico con ese tamaño. "¡Tiene por lo menos unos veintitantos centímetros!"

La mandíbula de Issei cayó contra su escritorio, la incredulidad marcando su rostro y sus ojos desorbitados por la información que la chica había soltado sin vergüenza alguna.

Afortunadamente, nadie más que él parecía hablarla escuchado.

El profesor, sin apartar la vista del pizarrón, señaló con un ademán casual hacia un asiento vacío. "Toma asiento junto a Aika Kiryuu," indicó mientras comenzaba a escribir en la pizarra.

Rock Lee no necesitó averiguar quién era Aika; la chica en cuestión ya había levantado la mano con entusiasmo, una sonrisa un tanto maníaca curvando sus labios. Sus ojos brillaban de emoción mientras miraba fijamente al nuevo compañero.

"¡Hola! Soy Rock Lee," se presentó Lee con la misma energía cuando se sentó a su lado.

Aika respondió rápidamente, estrechando su mano con una firmeza sorprendente. Su mirada se deslizaba de vez en cuando hacia la entrepierna de Lee, aunque intentaba ser discreta.

"¡El placer es todo mío, grandote!" rió Aika, haciendo un juego de palabras sin disimulo. "Yo soy Aika Kiryuu, pero eso ya lo sabías."

La clase continuó sin más incidentes. El profesor hablaba sobre el uso del verbo "to be", pero a Issei le parecía tan aburrido que pronto su atención se desvió hacia la ventana, observando el pasar de las nubes. El tiempo pareció volar, y cuando la campana finalmente sonó, no pudo evitar soltar un suspiro de alivio. Las clases de inglés siempre habían sido una tortura para él.

Mientras los estudiantes comenzaban a recoger sus cosas, Matsuda, uno de los amigos de Issei, señaló con una mueca de desagrado. "Ahí va ese bastardo," murmuró, observando cómo un chico de aspecto intimidante se acercaba a Rock Lee.

El tipo tenía todo el aspecto de un pandillero: su postura encorvada, manos en los bolsillos, y cabello teñido de rubio. Se detuvo justo frente a Lee, sus ojos se estrecharon mientras analizaba al nuevo estudiante, en especial sus llamativas cejas.

"¿Qué pasa con esas cejas tan feas?" soltó, con la intención de ridiculizar a Lee frente a toda la clase. "¿Son de verdad?"

Sin esperar respuesta, el matón intentó arrancarle una ceja a Lee, creyendo que sería fácil. tiro con fuerza y quedó sorprendido al ver que la ceja no se movía en absoluto.

"¡Déjalo en paz, pequeñín!" exclamó Aika, su voz resonando en el aula. La clase entera estalló en risas, conscientes de la humillación implícita en su comentario.

El matón se giró bruscamente hacia Aika, con el rostro enrojecido de ira. "¡Tú, perra pervertida!" rugió, levantando el puño dispuesto a golpearla.

Aika cerró los ojos, esperando el impacto, pero el golpe nunca llegó. Al abrirlos, se encontró con Rock Lee de pie, su mano extendida deteniendo con facilidad el puño del matón.

"Lo siento, señorita Ingvild," susurró Lee, recordando las palabras de su reina, quien siempre le advertía sobre no llamar la atención.

"Por lo que más quieras, Lee, no hagas una escena que llame la atención de todos." Ingvild había insistido, y Lee se había esforzado en mantener su promesa. Pero ahora, la situación no le dejaba opción.

"¡Suéltame, bastardo!" gritó el matón, furioso, mientras intentaba golpear a Lee con su otra mano.

Para Lee, el movimiento fue tan lento como un caracol. Con la precisión de un experto, esquivó el ataque y contraatacó en un solo movimiento fluido. Su puño impactó en la nariz del matón con una fuerza impresionante, enviándolo volando a través del aula hasta estrellarse contra la pizarra con un ruido sordo.

La clase quedó en silencio absoluto. Rock Lee se volvió hacia Aika y le ofreció una sonrisa tranquila. "¿Estás bien?"

Aika, aún sorprendida, solo pudo asentir, mientras toda la clase miraba a Lee con asombro.

"¿Fuerte? Eso va más allá de la fuerza." Dijo Matsuda, incrédulo por la aparente facilidad con la que Lee golpeó al estúpido compañero que tenían.

Al menos no dije en voz alta que sus cejas son raras, pensó Issei, creyendo que Lee había golpeado al matón porque se estaba burlando de él.


"Buenos días, clase. Hoy tenemos una nueva estudiante transferida. Puedes pasar, señorita."

Ingvild entró al aula con una actitud reservada y un enfoque claro en su misión. Al cruzar la puerta corrediza, sus ojos anaranjados recorrieron la habitación, detectando de inmediato varias presencias. Aunque captó la energía de Sona y Tsubaki, decidió centrarse en una figura en particular, una joven que le resultaba extrañamente familiar por su parecido con su propio rey.

"Mi nombre es Ingvild Romanoff. Vengo de Rusia, pero mis padres han aceptado una atractiva oferta de trabajo aquí en Kuoh." Ingvild se inclinó levemente, sus pechos rebotando con el breve movimiento. "Espero que podamos llevarnos bien."

Las reacciones entre los estudiantes fueron inmediatas y diversas:

"¡Es un hermoso ángel!", exclamó uno de los chicos, impresionado.

"¡Otra belleza en nuestra clase! ¡Somos los más afortunados!" añadió otro con entusiasmo.

Ingvild, manteniendo su postura calmada, encontró algo irónico el comentario sobre los ángeles, dada la naturaleza demoníaca de algunos en la sala.

"¡Otra gran dama a llegado a esta academia y justo está en nuestra clase!"

"¡Somos los bastardos más afortunados de la escuela!"

La maestra, visiblemente molesta por la reacción desmedida de la clase, golpeó su escritorio con una regla. "¡Silencio, todos!"

El aula quedó en completo silencio, y todos los estudiantes evitaron hacer contacto visual con la maestra, temerosos de su reprimenda.

"¿Algo más que desees añadir, señorita Romanoff?" preguntó la maestra, con una ceja levantada.

Ingvild esbozó una pequeña sonrisa, consciente del efecto que tendría su próxima declaración. "Tengo novio."

Como esperaba, los chicos de la clase mostraron expresiones de desilusión, como si una nube oscura se hubiera posado sobre ellos. La maestra, notando el cambio de ánimo, no pudo evitar sonreír ligeramente.

"Puedes tomar asiento donde prefieras, señorita Romanoff," indicó la maestra, señalando los asientos vacíos.

Sin perder tiempo, Ingvild se dirigió a un asiento vacío junto a Sona Sitri, la presidenta del consejo estudiantil. Sona la observó en silenció, a lo que Ingvild respondió con un ligero encogimiento de hombros.

"Divertirse un poco no está mal," comentó Ingvild en un tono despreocupado, refiriéndose a su pequeña jugada para matar la ilusión de los chicos.

Sona simplemente sacudió la cabeza, pero no dijo nada.

Ingvild volvió a centrar su atención en las presencias demoníacas que había detectado en la clase, particularmente en una combinación de energía demoníaca y sagrada.

Observó discretamente a dos chicas que, sin duda, destacaban tanto por su belleza como por su poder.

Una de ellas, una chica de la edad de Meredith, de piel blanca, un hermoso rostro y ojos azules que le recordaron a los de su rey pero había una falta de emoción que caracterizaban al mismo. Su cuerpo era algo que una chica de secundaria deseaba tener, proporciones voluptuosas (aunque una talla menor a la suya) y una figura que le recordó a un reloj de arena. Lo más llamativo de la chica y por lo cuál era tan distintiva, era su largo cabello carmesí que fluye hasta sus muslos, con un mechón rebelde conocido como ahoge (algo característico de la familia de su rey) que sobresale en la parte superior. Su cabello también tiene flequillo lateral que enmarca su rostro.

Ella es Rias Gremory, la aclamada heredera de la familia Gremory y conocida como la "princesa de la ruina de cabello carmesí".

Ingvild no pudo evitar sentirse un poco decepcionada. Si bien Rias era fuerte, no lo era tanto como para justificar todas las alabanzas que había escuchado sobre ella.

La atención de Ingvild se desvió hacia la joven sentada junto a Rias. Ella también competía fácilmente con Ingvild y Rias en belleza y figura. Su cabello negro, atado en una larga cola de caballo con una cinta naranja, y sus ojos violetas le daban un aire misterioso. Ingvild la reconoció de inmediato a Akeno Himejima, la Reina de la nobleza de Rias.

Himejima... el mismo apellido de esa bastarda sociópata... Aunque su apariencia me recuerda a Suzaku-chan, talvez son familia, reflexióno Ingvild antes de concentrarse en la clase de biología.

Mientras la clase avanzaba, Ingvild no pudo evitar que su humor se agriara nuevamente. La frustración se acumulaba al recordar que ahora estaba rodeada de chicos lujuriosos y atrapada en clases insípidas y tediosas.

Ella era la Reina de la nobleza de Naruto Gremory, una posición que exigía estar a su lado, ayudándolo a cumplir la misión que el Maou Beelzebub le había encomendado. En lugar de eso, aquí estaba, haciéndose pasar por una simple estudiante de secundaria, muy por debajo de lo que sus responsabilidades demandaban.


Las clases habían terminado, y la calle frente a la academia se llenó rápidamente de estudiantes que se dirigían fuera del recinto escolar.

"¿Alguna pista sobre el chico con el Longinus?" susurró Ingvild mientras se encontraba con Lee en el campus.

Rock Lee bajó la cabeza, avergonzado, evitando su mirada.

"Bueno... me olvidé de investigar sobre eso."

Ingvild se llevó una mano a la frente, claramente irritada.

"¿Cómo puedes olvidar algo que te recordé hasta el cansancio?" lo cuestionó con incredulidad.

Lee soltó una risa nerviosa, recordando la razón por la que había perdido de vista la misión.

"Creo que conocí al amor de mi vida," confesó Lee.

Ingvild lo miró, conteniendo el impulso de poner los ojos en blanco. "Has dicho lo mismo los últimos seis meses."

"¡Pero esta vez es la correcta!" exclamó Lee con entusiasmo.

"Eso mismo dijiste la última vez, y Naruto tuvo que destruir una isla completa," replicó Ingvild, con tono seco.

Rock Lee se estremeció al recordar ese incidente, unos días que preferiría olvidar por completo.

"Esta vez no tendremos que enfrentarnos a traficantes de personas," aseguró Lee con convicción. "Me aseguré de sentir su energía, y puedo decir con seguridad que es solo una humana común y corriente."

"Tu prioridad era encontrar al Longinus," insistió Ingvild con frialdad.

"¡Pero ella es tan..."

Ingvild rodó los ojos mientras Lee comenzaba a hablar, una vez más, sobre la chica que había conocido y con la cual había pasado el día.

Mientras lo escuchaba distraídamente, un escalofrío recorrió a Ingvild al percibir una energía demoníaca acercándose hacia ellos.

Se giró rápidamente hacia la fuente de la energía, encontrándose con una chica de cabello negro y grandes ojos marrón oscuro. La joven llevaba un uniforme escolar que no pertenecía a Kuoh.

Ingvild la observó fijamente, sin disimulo, esperando ver qué haría la chica.


Hyoudou Issei estaba viviendo lo que consideraba el mejor día de su vida.

Primero, su amigo Matsuda había conseguido uno de los mejores juegos hechos por fans, y planeaban probarlo esa misma noche. Ahora, Issei se encontraba fuera del campus de la academia, frente a una chica extraordinariamente hermosa, con rasgos delicados y un aire maduro que lo tenía completamente embelesado.

"¿Eres Hyoudou Issei-kun?" preguntó ella suavemente.

La voz de la chica fue como una melodía celestial para los oídos de Issei, quien sintió un escalofrío de puro placer recorrer su espalda. Era tan perfecta que el joven pervertido sintió que el mundo entero se detenía en ese instante.

"¡Sí, ese es mi nombre!" respondió él, con más entusiasmo del que pretendía.

Primero, su amigo Matsuda había conseguido uno de los mejores juegos hechos por fans, y planeaban probarlo esa misma noche. Ahora, Issei se encontraba fuera del campus de la academia, frente a una chica extraordinariamente hermosa, con rasgos delicados y un aire maduro que lo tenía completamente embelesado.

"¿Eres Hyoudou Issei-kun?" preguntó ella suavemente.

"Qué bueno que te encontré," dijo ella, jugueteando tímidamente con un mechón de su cabello, mientras un ligero sonrojo adornaba sus mejillas. "Mi nombre es Yuki Haku, y te he estado observando durante un tiempo... Ya no podía soportarlo más, tenía que decirte esto."

El corazón de Issei comenzó a latir más rápido, la anticipación crecía en su interior. Por fin, algo que había soñado toda su vida parecía estar a punto de hacerse realidad, aunque una parte de él no podía creerlo del todo, considerando su reputación que se extendía mucho más allá de los muros de la academia Kuoh.

"¡Realmente me gustas, Issei-kun!" declaró la chica, mirándolo directamente a los ojos. Su rostro se sonrojó profundamente, adquiriendo un tono carmesí que la hacía parecer un adorable tomate. "¿Quieres salir conmigo?"

Por dentro, Issei estaba gritando de alegría, celebrando su buena fortuna. ¡Por fin tendría una novia a la que podría tocar sin ser visto como un pervertido! Aunque Yuki Haku no tenía el busto de sus sueños, definitivamente tenía un gran trasero impresionante bajo esa falda de colegiala.

"Está bien, saldré contigo," respondió, tratando de sonar desinteresado y genial, aunque su mente estaba en completo caos.

"Y ese sería Hyoudou Issei," terminó de contar Lee, mientras él e Ingvild observaban desde la distancia la interacción entre el chico pervertido y la mujer demonio disfrazada de colegiala.

Esto debe ser una broma, pensó Ingvild, incrédula por lo que acababa de presenciar.

Había percibido la energía de la mayoría de los estudiantes en Kuoh, y ninguno había mostrado nada inusual, eran simples adolescentes humanos sin nada destacable en el mundo sobrenatural. Pero ahora, al observar a Hyoudou Issei, detectaba una sensación similar a la de un Sacred Gear en él, aunque no podía estar completamente segura de qué se trataba.

"Una bruja, un loco por el entrenamiento, una espadachina inútil, una maid y una descendiente de un Maou," dijo Ingvild, exhalando un suspiro cansado. "Y ahora un pervertido... Esta nobleza se está volviendo más interesante cada día."

"Um... señorita Ingvild," llamó Lee, sacando a su reina de sus pensamientos. "La mujer se está alejando." Señaló con preocupación.

Ingvild observó cómo Haku se alejaba en silencio, debatiéndose internamente entre seguirla o esperar a que hiciera un movimiento más significativo.

De repente, Haku se detuvo y miró por encima del hombro, sus ojos conectando brevemente con los anaranjados de la descendiente de Leviathan. Aunque el cruce de miradas fue fugaz, fue suficiente para que Ingvild comprendiera la gravedad de la situación.

"Debo hablar con Meredith." murmuró Ingvild.

Sin perder más tiempo, tomó a Lee del brazo y lo arrastró por las calles, tomando el camino opuesto a Haku. Apresuraron el paso, alejándose lo más posible mientras se dirigían a la casa que habían adoptado temporalmente como su refugio.

El trayecto se realizó en un silencio tenso; Ingvild estaba absorta en sus pensamientos, mientras que Lee, consciente de la situación, temía decir algo tonto que pudiera hacerla enfadar. Pronto llegaron a un gran edificio y, al entrar, se encontraron con una escena inesperada.

El interior ahora albergaba una acogedora cafetería, algo que no estaba allí cuando se habían marchado.

"¿De dónde salió todo esto?" preguntó Ingvild, sorprendida al ver los grandes estantes de madera llenos de mangas.

"Fue idea de Grayfia antes de irse," respondió Meredith, volando sobre una escoba por encima de los estantes con naturalidad.

"¿Ahora vamos a vender café y mangas?" preguntó Ingvild, levantando una ceja con curiosidad.

"Venderemos café y alquilaremos mangas," corrigió Meredith con una sonrisa. "Hacer contratos es una manera demasiado lenta de obtener dinero de nuestro rey. Con este negocio, podremos ganar lo suficiente sin tener que ayudar a las personas con sus extraños pedidos."

Ingvild miró a su alrededor, impresionada por el cambio. El lugar era amplio, con espacio suficiente para albergar a cien personas cómodamente. Las paredes recién pintadas, los muebles elegantes, las plantas que decoraban cada rincón, y un mostrador con una gran vitrina vacía daban un toque acogedor al ambiente.

"¿Y qué venderemos aquí?" preguntó Ingvild, señalando la vitrina vacía.

"Deliciosos bocadillos," respondió Meredith mientras desaparecía nuevamente entre el laberinto de estantes.

"¡No he terminado de hablar contigo!" gritó Ingvild, frustrada.

"Adelante, te escucho fuerte y claro," respondió Meredith, su voz resonando desde algún lugar entre los estantes.

"Iré a darme un baño," anunció Rock Lee, aprovechando la oportunidad para escabullirse escaleras arriba.

Ingvild, suspirando, se dejó caer en un puff, hundiéndose en él mientras murmuraba para sí misma, "Creo que ya encontré al Longinus."

"Eso es fantástico," respondió Meredith, asomándose desde los estantes con interés renovado. "Tráelo aquí, debemos convencerlo de que se una a nosotros antes de que Rias o Sona descubran que posee un Longinus."

"Será algo complicado," admitió Ingvild, con el ceño fruncido.

Meredith dejó lo que estaba haciendo y se acercó, entrecerrando los ojos con una mezcla de curiosidad y preocupación. "¿Qué quieres decir con que será complicado?"

"Vi a un demonio acercarse al chico, que por cierto, se llama Issei," explicó Ingvild, sus palabras cargadas de seriedad. "Tendran una cita pronto."

Meredith se llevó una mano al mentón, pensativa, y reflexionó en voz alta. "Así que por eso estaban aquí."

Ingvild la miró con sorpresa. "¿Sabías que había más demonios en la ciudad?"

Meredith asintió. "Mientras tú y Lee estaban en la escuela, me dediqué a limpiar un poco la ciudad," reveló Meredith. "Las niñas Gremory y Sitri son, sin duda, ineficaces como gobernantes. Te sorprenderías de la cantidad de demonios pícaros que estaban rondando la ciudad."

Ingvild cerró los ojos, pensando el curso de acción a tomar a continuación teniendo en cuenta los nuevos factores que han aparecido.

"Primero, debemos ocuparnos del portador del Longinus," declaró Ingvild. "Luego, limpiaremos esta ciudad para evitar cualquier inconveniente cuando enfrentemos a Omega."

Meredith soltó una risa despreocupada mientras se encogía de hombros. "Hablas como si fuera un reto acabar con los que están tras ese niño."

"Su nombre es Issei," corrigió Ingvild.

"Como sea," replicó Meredith, sin darle importancia.

Ingvild soltó un suspiro, su mirada volviéndose pensativa. "La última vez que Naruto se fue a realizar una misión en solitario y que extranjeros intervinieran en nuestros asuntos, perdimos la oportunidad de reclutar al portador del True Longinus."

Meredith alzó una ceja, divertida. "¿De verdad crees que estos demonios están al nivel del Squad Hod?" preguntó con una sonrisa sarcástica. "La única razón por la que fracasamos fue porque esos bastardos estaban dispuestos a destruir todo Kioto."

"Y hablas como si eso no pudiera repetirse," replicó Ingvild con una nota de preocupación.

"Esta vez estamos preparadas," exclamó Meredith con desdén. "Además, si la situación se complica, puedo invocar a Naruto y Grayfia. No sería un problema."

"No hay necesidad de molestarlos por esto," Ingvild negó con la cabeza. "Rock Lee y yo mantendremos al chico bajo vigilancia hasta el día en que se encuentre con esa demonio."

Meredith se apartó, flotando en el aire con una calma mientras regresaba a los estantes, sumergiéndose nuevamente en la tarea de llenarlos con mangas.

Justo antes de desaparecer, Meredith se detuvo y miró a su reina por encima del hombro. "Y, Ingvild... no dudes en eliminarlos si se interponen en nuestro camino, Naruto no se molestará si haces eso."


Issei tomó suavemente la mano de Haku entre la suya, disfrutando del cálido contacto de su piel. La chica de cabello negro tampoco parecía tener intención de soltarse. ¡Este día estaba siendo un éxito total!

Su domingo había comenzado temprano, con Issei investigando frenéticamente cómo vestirse para su primera cita de verdad. Revisó páginas web, leyó foros y hasta escuchó los consejos de sus padres, quería que todo saliera perfecto. Había pasado horas decidiendo los lugares ideales para llevar a Haku, descartando opciones y seleccionando cuidadosamente el itinerario.

Finalmente, el momento habia llegado.

Issei llegó al lugar acordado dos horas antes de la cita, esperando en una banca, y su espera fue recompensada al ver a Haku acercarse. Ella llevaba una falda negra, zapatillas blancas y una blusa de tirantes blanca adornada con pequeñas flores rojas.

"No te preocupes, yo también acabo de llegar." Dijo Issei con una sonrisa, por dentro estaba dándose palmaditas en la espalda, siempre había querido decir eso.

La tarde fue perfecta. Comenzaron con helados, caminando por el centro comercial mientras charlaban y se conocían mejor. Luego, fueron a ver una película de terror. Aunque Issei ya la había visto y conocía lo malos que eran los efectos especiales, decidió no arruinar el momento. En su lugar, disfrutó de tener a Haku acurrucada contra él cada vez que una escena la asustaba.

Después de la película, decidieron dar un paseo por el parque, cerrando la cita con un toque de tranquilidad.

Issei notó lo desolado que estaba el parque. Era extraño, no era tan tarde para que el lugar estuviera tan vacío, pero rápidamente olvidó esa preocupación cuando Haku se inclinó y besó su mejilla.

"Fue una noche encantadora, Ise-kun," dijo Haku con una sonrisa, saltando ágilmente sobre una fuente y caminando por su borde. "Eres un chico encantador y, sobre todo, un caballero. Disfruté mucho de tu compañía."

Issei la observó con orgullo. Todo había salido a la perfección, y ahora parecía que estaba a punto de recibir su primer beso, y quizás algo más.

"Aunque... hay algo más que quiero pedirte, un pequeño favor para cerrar con broche de oro nuestra primera cita," dijo Haku, acercándose lentamente a Issei.

Él hizo todo lo posible por mantener la calma, aunque su emoción crecía con cada segundo. "Claro, lo que necesites."

"Cierra los ojos, por favor," pidió Haku, un leve sonrojo coloreando sus mejillas.

Issei cerró los ojos de inmediato, esperando ansiosamente el beso, tal como en las películas románticas.

De repente, una ráfaga de aire helado lo envolvió, y sintió un estremecimiento recorrer su cuerpo. Algo cortante atravesó el aire, acompañado por el silbido del viento.

"¿AAAAHHHH?" gritó Issei, abriendo los ojos de golpe.

Se encontró siendo sostenido en brazos por Rock Lee, su compañero de clase, quien lo miraba con el ceño fruncido.

"¿Estás bien, Issei-kun?" preguntó Lee con seriedad.

"Llegamos justo a tiempo," dijo Ingvild mientras se acercaba con pasos tranquilos.

Haku los observaba ahora sin emociones, como una muñeca que había dejado de seguir las órdenes que antes cumplía con precisión.

"El chico viene con nosotros," dijo Ingvild, cruzando miradas con Haku.

"Todo estaba yendo demasiado bien," suspiró Haku, mientras una luz tenue empezaba a envolver su cuerpo. "Pero Zabuza-sama ya había previsto esta situación."

Mientras Haku hablaba, una densa neblina comenzó a formarse a su alrededor, cubriendo el parque.

"Mantente cerca, Lee," ordenó Ingvild, colocándose espalda con espalda junto a él, mientras sus ojos escudriñaban la creciente niebla.

"El derramamiento de sangre siempre es lo más divertido de un trabajo."

Una nueva voz se hizo presente, profunda y cargada de burla, resonando a través de la neblina.

"¿Magia de agua?" Ingvild sonrió. "Has elegido al peor adversario posible."

"¿Es eso cierto?" respondió la voz con un tono aburrido. "Veamos que no son solo palabras vacías las que dices."

Antes de que Ingvild pudiera reaccionar, una gran espada apareció de la niebla, descendiendo sobre ella con la intención de partirla en dos. Sus ojos se abrieron de par en par, y en un rápido movimiento, empujó a Lee fuera de su camino, creando un círculo mágico justo a tiempo para bloquear el ataque.

El impacto la hizo deslizarse unos metros hacia atrás, sus pies raspando el suelo con fuerza. Esa espada... Ingvild reconoció de inmediato la hoja que la había atacado.

"Veo que tus sentidos están bien entrenados desde la última vez que coincidimos," comentó la voz, ahora resonando desde todas direcciones, confundiendo aún más a Ingvild.

"Zabuza Momochi, el demonio de la niebla... y la desgracia de los Sitri," exclamó Ingvild, sus ojos escudriñando la niebla en busca de su enemigo. "No creí que tendrías las agallas de mostrar tu cara después de la paliza que mi rey te dio."

Una risa áspera emanó desde la neblina, claramente divertido por sus palabras.

"Aquella vez sobrevivieron porque ese mocoso pelirrojo estaba cerca," replicó Zabuza, su voz cargada de desprecio. "Pero esta vez no está aquí. No cometeré el error de subestimarlos de nuevo. Me aseguraré de llevarme a ese chico, cueste lo que cueste."

Ingvild mantuvo su postura, mirándolo con confianza. "No necesito a mi rey para derrotar a una escoria patricida como tú. Soy más que suficiente para hacerlo."

"Eso lo veremos," replicó Zabuza con frialdad. "Por ahora, no tienen escapatoria, al igual que esa amiga tuya, la bruja."

Ingvild no mostró señales de preocupación por la revelación. "Meredith no es alguien débil, y lo descubrirás de la peor manera."

Finalmente, la niebla comenzó a disiparse lo suficiente para que Ingvild pudiera ver claramente. Sus ojos se encontraron con los de Zabuza, quien se encontraba a una distancia considerable, observándola con una mirada depredadora.

"Mucha palabrería, niña," gruñó Zabuza, levantando su gran espada, la Kubikiribōchō, mientras daba un paso hacia Ingvild. "¡Dejemos que la violencia hable por nosotros!"

Zabuza bajó su Kubikiribōchō en un corte descendente, destinado a partir la cabeza de Ingvild en dos. Ingvild fue más rápida; esquivó el ataque por un margen mínimo, moviéndose lateralmente y lanzando un puñetazo directo al rostro vendado del demonio.

La batalla había comenzado.

No había escape, no había tregua. Solo quedaba luchar hasta el final.


Un capítulo de casi 5k, sin duda unos de los más largos que he hecho. El siguiente tal vez sea más largo para finalizar este pequeño conflicto de la historia y dar paso al conflicto del matrimonio arreglado.

Estoy abierto a escuchar sugerencias para mejorar la forma en la que escribo los capítulos.

Nobleza de Naruto:

Reina: Ingvild Leviathan.

Obispo: Meredith.

Obispo: Grayfia.

Torre: Rock Lee.

Torre: ???

Caballero: ???

Caballero: ???

Peon: sin ocupar.

Sigue la historia y deja tu reseña.

Sin mas que decir, me despido y por si no nos vemos luego, buenos días, buenas tardes y buenas noches.